África insular - 28 de octubre de 2025
Conducidos por sus capas más jóvenes, los trabajadores derrocan al presidente con marchas revolucionarias, combates de barricada, y partiendo al ejército horizontalmente…
Madagascar: como en Nepal, las masas embisten
contra la ciudadela del poder
¿Es tan sólo una ”revuelta”? No. Ha nacido una joven revolución que busca ponerse de pie.
En un vertiginoso mes de crisis política, las manifestaciones iniciadas en Antananarivo, ciudad capital, el 25 de septiembre por falta de agua, electricidad y contra la carestía de la vida, encabezadas por jóvenes trabajadores y estudiantes, se diseminaron por todo el país y escalaron rápidamente a una huelga general revolucionaria el 1 de octubre, que desencadenó en la caída del jefe de gobierno junto a su gabinete, y luego, en la caída del presidente Andry Rajoelina. Pero al igual que en Nepal, la cúpula del ejército se preservó hasta último momento, e intervino una vez depuesto Rajoelina. Rápidamente, la élite militar encabezada por el coronel M. Randrianirina instaló un gobierno provisional con representantes del sector de la burguesía nativa opuesto a la fracción de Rajoelina, para evitar que los malgaches sublevados que partieron al ejército por la base, se armaran de forma generalizada con los pertrechos de los soldados rasos, y avanzaran en el camino abierto por la primer oleada revolucionaria de 2009.
La situación abierta es expresión de la profunda crisis económica y política que atraviesa al imperialismo francés, causada por la guerra comercial del imperialismo yanqui y la guerra en Ucrania. Estas condiciones abrieron brechas entre los distintos sectores de la burguesía, por donde se colaron los trabajadores y la juventud de Francia, que ya no soportan el peso de la crisis que el régimen de la V República tira sobre sus espaldas. Es así que con acciones de masas en las calles, incluyendo las huelgas generales y jornadas de lucha de septiembre, la influencia del imperialismo francés quedó más debilitada en sus semi-colonias africanas.
Al mismo tiempo, burguesías lacayas como la de Madagascar, al verse excluidas cada vez más de los negocios, también entran en disputas por sacar su tajada del saqueo y de las riquezas, en el caso malgache, así se abrieron las grietas por donde se colaron las masas hambrientas conducidas por la juventud trabajadora, que se puso en pie de lucha al grito de «¡Queremos vivir, no sobrevivir!» contra el sometimiento y la explotación imperialista que les roban el futuro.
“¡No hemos luchado para cambiar de dictador!”: la crisis de dirección al rojo vivo
En Madagascar, así como en Perú y Marruecos, es la juventud obrera y estudiantil lo más aguerrido de la clase. Es la juventud que se pone en la vanguardia en las fases de guerra civil, en los combates de barricadas, en el armamento de las masas en la revolución y después de ella. Es la juventud que vimos dejar su sangre en los combates de Chile, Colombia o Ecuador en el ascenso revolucionario latinoamericano de 2019- 2021.
Esa es la juventud que arrastró al pueblo a las calles, y que protesta ante el gobierno provisional levantando la consigna “¡No hemos luchado para cambiar de dictador!”, porque no confía en que éste pueda resolver sus justas demandas; y están en lo cierto. Es que las tareas de esta segunda revolución aún están inconclusas: conquistar el pan, recuperar la tierra y los minerales de manos de las grandes transnacionales, y terminar con las maquiladoras donde se explota a 400 mil obreros que producen para las grandes compañías textiles de los países imperialistas, como Zara o H&M. Esto solo podrá llevarlo adelante una dirección revolucionaria. Por ello, es que sostenemos que la tarea del momento es volver a partir al ejército por la base, y que los soldados rasos se pasen con sus armas al lado del pueblo pobre; poner en pie comités de obreros, campesinos pobres, soldados rasos y la juventud rebelde; centralizarse y coordinarse por regiones y a nivel nacional.
Este es el camino para que esta revolución que ha comenzado avance a paso firme. Asimismo, es preciso -y esta es una verdad que todo el reformismo calla-, fundar los partidos de combate por la refundación de la IV Internacional en África, para que los oprimidos triunfen.
Es que las leyes de la historia han probado una y otra vez que solamente de esta manera se podrán resolver íntegra y efectivamente la conquista del pan, la tierra, la independencia nacional y todas las justas demandas de los trabajadores y el pueblo oprimido.
Los mejores aliados para llevar adelante estas tareas son los obreros y campesinos pobres de toda África; son los explotados y Estados Unidos que luchan en Francia y en Italia junto con la juventud antiimperialista que se ha puesto en pie, que en enormes huelgas generales y con los métodos proletarios, se tomaron las calles al grito de “Bloqueemoslo todo”, atacando las ganancias de los capitalistas en las metrópolis imperialistas.
Hace 10 días manifestaciones y protestas se extendieron en todo Estados Unidos, en barriadas negras y obreras como las de Harlem o el Bronx, arrastraron a millones a las calles contra el gobierno bonapartista y genocida de Trump, en defensa de las libertades democráticas, en apoyo del pueblo palestino, de los migrantes perseguidos y de todos los pueblos que oprime con su garrote el imperialismo yanqui.
Trump está a la ofensiva, persiguiendo a la vanguardia que le presenta batalla, y sometiendo como rehenes a lo más explotado del proletariado en EEUU, que son los trabajadores hispanos, en cárceles administradas por empresas que los someten a trabajar como esclavos, mientras las potencias imperialistas europeas dejan morir a cientos de miles de esclavos negros en el Mediterráneo.
¡Guerra a los piratas imperialistas!, que saquean las riquezas de África y de todas las naciones que someten ¡Paso a la revolución socialista!
La clase obrera es una y sin fronteras: De Alaska al Perú sublevado, del África insurgente a la Palestina martirizada que resiste, ¡Una misma clase, un mismo enemigo; una misma lucha! |