Perú - 10 de septiembre del 2016
Reportaje sobre la esterilización forzada de los 370.000 peruanos en el Perú 1995-2001
“Me amarraron los pies y el cuerpo”
CUSCO / PERÚ / Las tres víctimas tienen en común la mirada de tristeza en el fondo de sus ojos. Sus testimonios también tienen un hilo común; fueron esterilizados brutalmente entre 1995-2000 por orden del gobierno de Alberto Fujimori.
Teodora Guzmán Velázquez, de 47 años, viene del distrito Mollipata, en los Andes. Su pueblo está ubicado aproximadamente a tres horas en bus desde la ciudad de Cusco, el antiguo centro del Imperio Incaico. Cuando comenzamos a entrevistarla nos responde en su idioma quechua, imposible de entender.
Y eso es lo otro en común con casi todas las víctimas; no hablan castellano. En esta parte del Perú (Cusco) hablan solo quechua. En otras provincias del país hablan otro idioma natal, pero no español.
No entendieron cuando los médicos o las enfermeras llegaron a sus casas en la sierra para decirles que serían objetos de la esterilización. Ante la eventualidad de tomar una decisión tan drástica, ¿cómo era posible ejecutarla si ni siquiera comprendían el idioma en que les estaban hablando?
Si además sabemos que las víctimas venían de condiciones de extrema pobreza mientras los médicos, por otro lado, generalmente vienen de una clase social muy diferente, pues entendemos que eran dos mundos opuestos que se enfrentaron estos seis años cuando fueron esterilizados más de 370.000 peruanos.
PEDIMOS a Demetria Molina Huilca ayudarnos con la traducción. Ella ha luchado desde el 2001 para exigir justicia a través del trabajo organizado en la Asociación de las Mujeres Afectadas por la Esterilización Forzada, AMAEF. Y Teodora comienza su relato:
– La ambulancia me trajo desde Mollipata el 20 de abril de 1999 y llegamos a la posta de salud. Cuando llegamos me amarraron en los pies. Y luego me han amarrado con el hilo. Quería escapar pero llegaron con candado.
¿Por qué la llevaron a la posta de salud?
– Me obligaron con fuerza. Era la política del presidente Fujimori. Me inyectaron y me he adormecido. Cuando desperté estaba en la casa de mi hermana y comencé a caminar de vuelta a mi casa.
Teodora tenía solo tres niños que no es mucho en las sierras del país andino. Ahí es muy común y además importante tener bastantes niños para las familias en el campo porque trabajan cuidando a los animales.
¿La esterilización tuvo algunas consecuencias físicas, psícicas o en la relación a tu marido?
– Mi esposo había ido a trabajar a la chacra en la mañana cuando la ambulancia vendría a recogerme. Mi marido no firmó nada porque no sabía nada de lo que iba a pasar. Ahora dice mi esposo que “yo no quiero saber nada, tú has dicho esas cosas, tú sabrás como vivir”, dice mi marido que ahora quiere divorciarse. Todo se cambió a raíz de la esterilización que me hicieron, dice con los ojos llenos de lágrimas. Dice que ando buscando a otros hombres. |
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A los hombres también:
¡”Te esterilizamos
o no te damos la Partida de Nacimiento de tu hijo”!
El campesino Álvaro Mario Champin.
El Programa Nacional de Planificación Familiar del gobierno de Alberto Fujimori no solo golpeaba a las mujeres pobres, como en ninguna otra parte del continente americano. Casi 25.000 hombres fueron víctimas del “Cuchillo Japonés” de Fujimori. En Cusco, este año, nueve hombres se han registrado como víctimas y el campesino Álvaro Mario Champin, de 49 años, es uno de ellos.
Champin viene del distrito Huancarani situado a 4.000 metros sobre el nivel del mar.
– Comenzaron a citarme y exigirme desde 1995. Ahí solo tenía 28 años. El 1997, cuando fui a la posta de salud para registrar mi quinto niño, me dieron el ultimátum; esterilizarme o no me darían el Certificado de Nacimiento de mi hijo. Me vi obligado de acceder por mi hijo. Fue un chantaje.
¿Qué consecuencia ha tenido tras la esterilización?
– Ya no vivo desde el 2001 con mi esposa. Mi esposa quería tener dos hijos más y por eso me abandonó. Tuve una nueva relación pero ella también me abandonó por no poder darle los niños que quería.
Cuando entrevistamos al campesino Álvaro Mario Champin nos relata que va a entrar a registrarse en la oficina como víctima de la política de planificación familiar del régimen de Alberto Fujimori.
– Exijo justicia y que la verdad detrás de este crimen no quedará impune, inclusivamente para nosotros varones. Porque si no fuera por “El Chino” Fujimori, todavía había vivido con mi primera mujer. |
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La pobreza extrema y dos arrobas de maíz
Demetria Molina Huilca ha luchado 20 años para que se haga justicia.
Demetria Molina Huilca es tesorera en AMAEF. Es originaria del distrito de Huraro en el departamento de Cusco. Es un clásico caso como las autoridades presionaron al esposo para que éste les diera un poder para esterilizar a su mujer. “La Zanahoria” llamaba al dinero y entre las poblaciones de extrema pobreza, en las regiones andinas, podía ser equivalente a dos arrobas de maíz que eran entregadas a las familias abandonadas por el estado peruano.
Este es el caso de Demetria:
– Varias veces aparecieron dos enfermeras en mi casa, tanto en la mañana, medio día como en la noche, diciendo que teníamos que esterilizarnos pero mi esposo no ha querido. “Yo tengo que trabajar en la chacra para mis hijos”, decía. Intentaron a convencer a mi esposo, diciendo que Fujimori daba 1000 soles (en actualidad U$ 285), como una arroba de maíz. “Dile gracias al presidente Fujimori! ¡Aprovéchense!”, decían. Y nos han convencido.
DEMETRIA FUE TRASLADADA EN AMBULANCIA a la posta de salud, en Anta, a unos 30 minutos de la ciudad de Cusco. Fue el 22 de septiembre de 1997 cuando entró Demetria a la posta y le dio un shock:
– Yo vi la fila de las mujeres cambiadas (de ropa), amarradas de pie y manos en las camillas o en el suelo. Quería salir pero me ordenaban: “¡Cámbiate, Cámbiate, ya te va a tocar tu turno”! me han dicho.
– Pero ¿qué cosa me van a hacer? “Las señoras están muertas”, pensaba yo, viéndolas acostadas, ¿“así me van a hacer a mí también, matarme? Prefiero yo irme, sino me voy a escapar”, decía yo pero no me han dejado ir.
Al contrario a la regla, o por falta de conocimiento, Demetria había desayunado en la mañana por lo cual la anestesia no había tenido un efecto suficientemente rápido. El médico le decía que contara hasta 20 y ahí se durmió. Cuando despertaba le dolía terriblemente. “¿Qué cosa me han hecho?”, pensó.
– La ambulancia me dejó donde la carretera termina, a media hora de a pie desde mi casa. De ahí caminé, recién operada, hasta llegar a mi casa.
(Tomado de BBC-Mundo, el 9 noviembre 2015)
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