América Latina - 19 de noviembre de 2025
Las cañoneras de EEUU amenazan a Venezuela, pero los yanquis vienen por toda América Latina
El silencio cínico y cobarde del stalinismo cubano, los nuevos burgueses millonarios explotadores de la clase obrera de la isla y traidores de la revolución latinoamericana
El gobierno de Trump viene por todo, a recuperar plenamente su “patio trasero” que le disputaron las demás potencias imperialistas.
EEUU viene a imponer el ALCA, lo que la lucha antiimperialista de las masas latinoamericanas le impidió hacer desde principios del siglo XXI.
El imperialismo primero utilizó a las burguesías nativas, al stalinismo y las burocracias sindicales de todo pelaje para contener, desviar y traicionar las distintas oleadas revolucionarias que, como las del primer lustro del presente siglo o las de 2019-2023, sacudieron a toda América Latina.
Fueron los gobiernos “bolivarianos” y los de la “izquierda gringa” surgidos en el último período, como Petro, Boric y Lula, todos aplicadores rigurosos de los planes imperialistas, los que le abrieron las puertas a la bestia imperialista, con las masas en la resistencia o sacadas de escena, para que pueda largar una ofensiva colonizadora en todo el continente.
Hoy, con más de 10 mil hombres, una poderosa flota de mar y utilizando todas las bases militares que EEUU tiene en Honduras, Costa Rica, Panamá y en la Colombia de Petro (el gerente de “izquierda” de la Chiquita Brands), se prepara la invasión a Venezuela.
Antes de ello, como diría Clausewitz, los yanquis le muestran todas sus fuerzas militares a la cobarde burguesía “bolivariana” para que se rinda. Inclusive, las invitaciones a una reunión entre Maduro y Trump ya se han hecho públicamente.
A no dudarlo, que la “boliburguesía” está y estará dispuesta, siempre que le dejen una porción de los negocios, a entregar todo el petróleo de Venezuela y sus riquezas más importantes a los yanquis. Ellos le temen más a las masas armadas y movilizadas que a la marina de EEUU que, en última instancia, respetará la propiedad privada de los capitalistas si invaden Venezuela.
Sea cual sea el desarrollo inmediato de estos acontecimientos, la agresión militar a Venezuela, a los pueblos del Caribe y todo América Latina, ya empezó. La banda del fascista Trump comenzó con una guerra comercial. Largó una ofensiva política que primero utilizó como “limones exprimidos” a los gobiernos de “izquierda”, para que ahora vengan sus agentes y gerentes directos como los Milei, los nuevos gobiernos de Ecuador y Bolivia, y próximamente en Chile, a cuidar directamente sus negocios manu militari.
Pero la burguesía y el imperialismo saben que una cosa es avanzar a conquistar agentes directos para sus planes de colonización en la mayoría de los países de América Latina. Esto lo están haciendo con duros golpes represivos y procesos políticos y electorales, bajo condiciones de crac y crisis económica y gracias a la pérfida política de colaboración de clases de las direcciones del proletariado.
Pero otra cosa muy distinta es aplicar en la vida misma los planes de hambre, de maquilización de la clase obrera, de entrega nacional, de miseria y pauperización de las grandes masas y la expropiación de todos los recursos de estas naciones oprimidas. Esto no se va a definir en ningún proceso electoral, sino en la guerra de clases.
Los golpes de Áñez ayer en Bolivia y luego de Boluarte en Perú, fueron derrotados o debilitados por enormes respuestas de masas.
Milei en Argentina, más allá de su reciente victoria electoral, debe imponer una feroz flexibilización laboral que cuenta con el apoyo de los traidores de la burocracia sindical… pero eso hay que hacerlo. Hay que imponérselo en las calles a las masas. Y todo esto está por verse si lo podrán hacer.
Por ello, justamente, la flota de mar de los yanquis ha venido para quedarse. Es una pistola en la sien sobre toda la clase obrera latinoamericana. Es parte de la ofensiva contrarrevolucionaria contra los 30 millones de hispanos que son perseguidos, procesados, encarcelados y deportados en EEUU.
Las cañoneras yanquis vienen entonces a sostener al imperialismo y a los capitalistas en esta nueva guerra contra los explotados y los pueblos oprimidos. Ellos vienen por todo.
El hándicap que tiene la ofensiva yanqui en América Latina es la traición de las direcciones que las masas tienen a su frente
Ellas son los verdaderos “submarinos” y “portaaviones en tierra” de la guerra imperialista
Lo que conspira contra las masas es la brutal traición de sus direcciones. En EEUU intentan llevarlas nuevamente a los pies del Partido Demócrata con el falso “socialista” Mamdani de Nueva York que no toma ni tomará ninguna medida anticapitalista y solo viene a fortalecer al partido de los “demócratas” imperialistas de Wall Street.
Las burocracias sindicales como la de la COB de Bolivia o de la CGT de Argentina ya han pactado y negociado con los llamados “gobiernos derechistas”, todos los planes de hambre y ataque a la clase obrera en esos países.
Boric ha garantizado en Chile mantener el modelo de saqueo que quieren imponer los yanquis en todo el subcontinente. Esta vez esto lo hizo el gobierno de la lacra stalinista, los “pacos (policías) rojos”, que resultaron ser, como decía la juventud sublevada, los verdaderamente peligrosos, que sacaron a las masas de la lucha de la Plaza de la Dignidad para someterlas nuevamente al régimen pinochetista de las bases yanquis.
Los traidores, mil veces traidores, del Partido Comunista cubano tratan al proletariado de la isla igual o peor que lo haría Batista.
Transformaron a la Cuba obrera y campesina en un gran negocio para las empresas imperialistas hoteleras y las transnacionales del níquel. En la tierra y en el comercio se asociaron y devinieron en una nueva burguesía comercial y agraria. Liquidaron así todas las conquistas de la revolución cubana.
Los canallas del castrismo aislaron la lucha en defensa de Cuba contra el bloqueo imperialista, porque dejaron aisladas y traicionaron todas las revoluciones del continente americano.
En los ’70 entregaron con sus pseudo teorías de la “vía pacífica al socialismo”, la revolución chilena a la masacre de Pinochet y a las que vinieron luego en todo el Cono Sur.
Traicionaron la revolución en Nicaragua y El Salvador en los ’80 pactando con el imperialismo y disparándole por la espalda a las masas revolucionarias.
Ya en el siglo XXI, llevaron a la clase obrera del continente y sus heroicas luchas, al apoyo a las burguesías “progresistas”, las “boliburguesías”, que no fueron más que un rodeo para que el imperialismo y sus regímenes mantengan el control de América Latina y para que esta lacra stalinista de La Habana devenga en una nueva burguesía. Miserables y traidores.
El imperialismo sabe que en el gobierno de Cuba no hay ningún aliado de la clase obrera latinoamericana. Los Díaz Canel y demás sátrapas de la isla se han encargado de apalear y encarcelar a mansalva a los trabajadores cubanos que ganan las calles y protagonizan combates de barricadas contra el hambre, la miseria y la explotación que vinieron de la mano de la restauración del capitalismo y del aislamiento de la revolución cubana de las luchas revolucionarias de las masas de América Latina y de EEUU.
El problema no son las masas. El problema es la lacra stalinista que ayer en el ‘89 entregó la URSS, China, Vietnam y demás ex estados obreros a los yanquis. Y ahora con la entrega de la revolución cubana, ha puesto el grito en el cielo, como hizo el mismo Fidel Castro, de “que el socialismo no va más ni siquiera en Cuba”. ¡Traidores! Esto en momentos en que el podrido sistema capitalista ya amenaza con llevar a la civilización entera a una guerra de exterminio, inclusive nuclear.
La tragedia de las masas latinoamericanas es la crisis de su dirección. Los entregadores de la IV Internacional han seguido como alma al cuerpo al stalinismo. Lo hicieron en el ’89 y lo hacen ahora.
Luego dirán que las masas “son atrasadas”, cuando son ellos los que las traicionaron y les dijeron que tomar el cielo por asalto era una “utopía reaccionaria” o una “tarea del futuro”… Miserables.
La lucha por poner en pie partidos revolucionarios trotskistas de Alaska a Tierra del Fuego es la tarea del momento.
Los reformistas, que antes hablaban en nombre de la IV Internacional, estallan en mil pedazos aquí y allá, porque aquí y allá son utilizados por el imperialismo para traicionar a la clase obrera en nombre del trotskismo y del socialismo, cuestión que ya nadie les cree.
Las cañoneras en el Caribe, las masacres como en Palestina, la ocupación rusa de Ucrania y la colonización imperialista de Kiev, ya preanuncian que se agotó la época del parlamentarismo en el medio del marasmo del crac capitalista. Se acabó la época de las pequeñas concesiones. Los márgenes para la conciliación de clases se han agotado.
Palestina se ha transformado en una guerra de todo Medio Oriente para imponer el “Gran Israel”. La de Ucrania amenaza con convertirse en una gran guerra europea, inclusive de choques militares de mayor envergadura en el oriente de ese continente. La de Venezuela, busca abrir la primera guerra latinoamericana del imperialismo luego de Malvinas, más allá de otras ocupaciones y acciones contrarrevolucionarias. Son los yanquis que no están dispuestos a entregar a ninguna potencia imperialista competidora el control de la economía y la política mundial.
El camino a una nueva catástrofe mundial, a una Tercera Guerra, estará plagado de derrotas políticas y militares del proletariado, si este no llega a tiempo a seleccionar una nueva dirección revolucionaria al frente de sus combates.
Por delante, la alternativa de revolución socialista o guerra se vuelve cada vez más crucial. En estas condiciones, el reformismo es utilizado a su antojo por el imperialismo. Todo obrero que busca un camino a la revolución, sabrá que ella no está en esas corrientes.
Es hora de que las fuerzas revolucionarias del trotskismo vuelvan a las masas. Las guerras militares, los duros combates de la clase obrera norteamericana, los genocidios y el crac capitalista crean las condiciones para el resurgir del bolchevismo y de recuperar las limpias banderas de la IV Internacional de manos de los traidores que la entregaron, a condición de no traicionar.
Comité Redactor de “El Organizador Obrero Internacional” |