El sistema capitalista imperialista mundial ha descargado sobre las masas y la civilización entera una catástrofe de proporciones históricas.
Hoy se desarrolla un nuevo infarto de la economía mundial, como continuidad del crac de 2008. En los últimos 12 años se abrió un ciclo de derrumbe del sistema capitalista. Sistema que está en un abierto proceso de putrefacción y que se sobrevive con un respirador mecánico que le han puesto las direcciones traidoras del movimiento de masas.
Esta crisis que arroja el imperialismo y esta catástrofe, que hace rato ya está aquí, vienen recayendo sobre los hombros de las masas. Tanto sobre la clase obrera de los países imperialistas como la del mundo colonial y semicolonial.
Este 1º de Mayo de 2020 encuentra a la clase obrera en condiciones de pauperización creciente, con sus conquistas históricas atacadas en toda la regla por el enemigo de clase. Los de arriba le tiran toda su crisis a los explotados.
Las condiciones actuales son, para las masas, aún más graves y crueles que las que empujaron a los trabajadores del mundo a grandes combates de clase internacionales por las 8 horas, enfrentando a todos los regímenes y gobiernos burgueses del mundo a fines del siglo XIX.
Con la pandemia del COVID-19, los capitalistas y sus gobiernos, además de arrojársela a las masas, intentan ocultar que la pandemia más terrible que azota a los trabajadores y el pueblo pobre es la del hambre. Casi 8 millones de trabajadores y explotados mueren de hambre crónico al año, más de 21.000 por día.
262 millones de obreros sin nación, migrantes, recorren el mundo buscando un lugar donde sobrevivir, tal cual verdaderos pueblos nómades. Centenares de miles de ellos terminan en el fondo del Mediterráneo o se encuentran enterrados al sur del Río Bravo en su intento por llegar a EEUU. Millones de refugiados huyen de las masacres contrarrevolucionarias que, como en Siria, provoca el imperialismo y sus regímenes de oprobio.
En este 1º de Mayo, los mártires de Chicago son millones. Este sistema putrefacto está llevando a la civilización a retroceder siglos atrás.
El desarrollo de la pandemia del COVID-19 aceleró esta crisis, pero sobre todo, los padecimientos inauditos de las masas. La burguesía mandó a los trabajadores a sus puestos de trabajo en tareas no imprescindibles, arriesgando y entregando sus vidas, cuestión que solo se detuvo con el paro y las huelgas de los obreros del norte de Italia y en el Estado Español.
En EEUU son los negros y los latinos los que han tenido la mayor cantidad de muertos al realizar los peores trabajos y extender su contagio a todas sus familias, como sucedió en el Bronx de Nueva York. Al igual que en Guayaquil, en Nueva York los cadáveres terminaron arrojados en las calles o enterrados en fosas comunes.
Decenas de miles de trabajadores de la salud han muerto en todo el mundo. La verdad es que fueron asesinados por gobiernos y regímenes que los mandaron a hospitales sin Equipos de Protección Personal mínimos. Los esclavistas les arrojaron la pandemia a sus esclavos.
En China, en la provincia de Wuhan, donde se encuentra el aún incierto origen de esta pandemia, esta fue resuelta por el gobierno contrarrevolucionario de Pekín masacrando a decenas y decenas de miles de infectados y a todo aquel que presentara síntomas. Fascismo, barbarie… Es el capitalismo el que mata.
En distintos países de América Latina, como en Argentina, los ya casi 10 millones de trabajadores despedidos y desocupados, son cercados en los barrios populares. Bajo un régimen policíaco, son encerrados en verdaderos guetos, bajo el nombre de “cuarentena comunitaria”. Es que en piezas de 2 m. x 2 m. con familias numerosas, sin cloacas ni agua potable, la pandemia amenaza con arrasar con los sectores más explotados del pueblo. La burguesía se protege y arroja a un sector de sus esclavos a la muerte.
Como continuidad de la crisis de 2008, vuelve a estallar un nuevo crac mundial, que amenaza con llevar a la civilización entera a la barbarie
En este 1º de Mayo, vemos cómo hoy un nuevo cimbronazo del crac golpea a la economía mundial al igual que en el 2008. El estallido de la crisis de ese año destruyó enormes cantidades de fuerzas productivas y de riquezas. Achicó el mercado mundial. Como ya vimos, dejó a millones de trabajadores fuera del proceso productivo. El capital volvió a reconcentrarse en menos manos.
Una superoligarquía financiera de Londres a Wall Street, de Frankfurt a Tokio, con la burbuja inmobiliaria de aquellos años se había gastado y esfumado, a cuenta de beneficios, 90 billones de dólares de bienes que el trabajo humano no había producido. El 1% de parásitos concentraba así el 50% de las riquezas del planeta.
El estallido de la burbuja inmobiliaria no había sido más que un termómetro de la descomposición parasitaria del sistema capitalista mundial.
El ojo de la tormenta se había desatado en EEUU. El estado norteamericano le inyectó 600.000 millones de dólares a los bancos de Wall Street en bancarrota. Multiplicó a 252 mil millones de dólares el presupuesto para las empresas de alta tecnología para la guerra. Aumentó enormemente su déficit, con el que subvencionó la bancarrota de los capitalistas, dejando un tendal de hambrientos, desocupados y obreros doblemente esclavizados en EEUU.
Por su parte, los bancos de la Europa imperialista vaciaron los estados, se cobraron sus pérdidas y le tiraron su crisis a las masas.
Ya a mediados de 2015 y 2016 los agoreros del capitalismo anunciaban que este “salía de la crisis”. Pero, por el contrario, el sistema capitalista imperialista se sobrevivía con más parasitismo, multiplicando su saqueo del mundo semicolonial y atacando ferozmente a su clase obrera, como lo hizo estos años.
Y pudieron hacerlo puesto que las direcciones de las masas, burocracias sindicales, partidos socialimperialistas y reformistas de todo color y pelaje contuvieron y frenaron los enormes combates que dieron los explotados del mundo en los 5 continentes como respuesta al crac de 2008. Con una pérfida política de colaboración de clases, llamando a “morigerar el ajuste”, entregando mil veces la lucha y los combates en pactos y acuerdos contrarrevolucionarios y, cuando no, apoyando directamente la ofensiva de los gobiernos y regímenes capitalistas, estas direcciones impidieron la sincronización de un ascenso generalizado de masas, que pudiera poner en cuestión el dominio imperialista del planeta.
Ante la crisis abierta en 2008, no hubo sector de la clase obrera que en Europa, EEUU, América Latina, África y Asia no presentara batalla a la bancarrota del capital. Se combatió con enormes huelgas generales de 400 millones de trabajadores en la India. Irrumpió el movimiento de los Indignados en el Estado Español. Los trabajadores en Francia no abandonaban las calles de París en respuesta a los ataques del gobierno.
El levantamiento de las masas de EEUU obligaba al imperialismo yanqui a retirar sus tropas de Irak. Luego, en 2011-2012, el Magreb y Medio Oriente estallaban en revolución ante el aumento de los precios de los alimentos.
A finales de 2014, se sublevaban las masas en Ucrania contra los planes de hambre del gobierno de Yanukovich, aliado de Putin y los yanquis. Con salarios de 250 euros, la subsistencia ya se había hecho imposible en esa nación, cuestión que provocó una de las más grandes migraciones intra-europeas hacia el occidente imperialista.
Mientras tanto, enormes revueltas sacudieron China. En América Latina, la clase obrera no dejaba de pelear ni por un segundo. Se combatía en Madagascar y por millones también lo hicieron los mineros esclavizados en las minas imperialistas de África.
La así llamada “Revolución Bolivariana” entregó todas las luchas y ofensivas de masas de América Latina, que durante una década conmovieron la región. El golpe más duro y la peor puñalada por la espalda a los trabajadores y pueblos del continente americano fue el pacto infame de los hermanos Castro con Obama. Sostuvieron a este representante de Wall Street cuando descargaba un brutal ataque a la clase obrera norteamericana, ante el crac ya desatado.
En Medio Oriente, en las revoluciones de masas que los reformistas llamaron “primavera de los pueblos”, luego de los desvíos “democráticos”, se impusieron los sables de los generales y golpes fascistas y contrarrevolucionarios que provocaron las duras y crueles derrotas de Egipto, Bahréin, Yemen, Túnez… y el genocidio más sangriento del siglo XXI en Siria, cometido por Al Assad a cuenta de todas las potencias imperialistas.
Allí se concentraron todas las direcciones traidoras del Foro Social Mundial, la Nueva Izquierda de los Sanders, los Podemos, los Syriza, los stalinistas y los ex trotskistas renegados del marxismo para, en un verdadero “frente antiterrorista”, sostener a Al Assad y a Putin que llenaron de sangre la revolución siria.
Las direcciones traidoras disgregaron la tendencia a un ascenso revolucionario tipo ‘68-‘74 al inicio del crac de 2008. El imperialismo concentró sus fuerzas para aplastar los focos más avanzados de la revolución mundial y las conquistas de la clase obrera. Allí volcó las fuerzas de todas las direcciones traidoras y a todas sus instituciones de dominio para lograrlo.
Esto hizo en Siria, con las conferencias de Ginebra entre EEUU, Turquía y Rusia, que sostuvieron la masacre de Al Assad.
También concentró fuerzas en Ucrania ante los levantamientos de masas de 2014, para darle un golpe duro a la revolución europea. Con el pacto de Minsk entre Rusia y los yanquis partieron Ucrania. Putin se llevó Crimea y los yanquis, asentados en el fascismo de Kiev, se quedaron con los gasoductos y empresas de gas, no sin antes provocar un baño de sangre en el Donbass.
Como ya vimos, la entrega de Cuba al imperialismo por parte de los hermanos Castro significó un durísimo golpe a la lucha antiimperialista de las masas latinoamericanas. Acompañó al devenir de la burguesía nativa del subcontinente en agentes directos del imperialismo.
Atrás quedaban las mentiras pregonadas por el stalinismo latinoamericano sobre la “vía pacífica al socialismo” que llevara a la revolución chilena de los ’70 a una derrota sangrienta. Atrás también quedó la mentira del “socialismo del siglo XXI” que pregonaban los Chávez, los Morales y los Castro en América Latina, con sus países quebrados y las masas sometidas a los peores sacrificios por una política de pactos y compromisos con el imperialismo.
Se levantaba el telón sobre la infamia que significó el “socialismo de mercado” para encubrir la más brutal superexplotación de la clase obrera de China, Vietnam, etc.
Este 1º de Mayo de 2020 no habrá olvido ni perdón a todos los traidores de la clase obrera, que desde hace décadas rompieron con la tradición histórica de los combates internacionalistas del proletariado mundial, que tomó como propios a los Mártires de Chicago y su lucha por las 8 horas para todos los trabajadores del planeta.
En estos últimos años, el sistema capitalista tuvo una sobrevida. Como vimos, por traición de las direcciones de la clase obrera, el imperialismo pudo arrojarle su crisis a las masas y, como un monstruo que se alimenta, no dejó de devorar ganancias recreadas de forma ficticia. La época imperialista es la fase agónica del capital, que se reproduce esencialmente desarrollando fuerzas destructivas y con parasitismo.
A partir de 2008, como ya dijimos, el mercado mundial se achicaba y era disputado por todas las potencias imperialistas. Con Trump en 2018, EEUU entraba como un volcán en erupción a la economía mundial para mantener su dominio con una feroz guerra comercial por las zonas de influencia. Los yanquis fueron por China. Cerraron el poderoso mercado norteamericano como chantaje, para abrir el mercado chino, del Pacífico y de sus competidores de la Europa imperialista de Maastricht.
China quedó cercada. Así su crecimiento bajó a un 2% y su economía entró en un abierto estancamiento.
Lo mismo sucede hoy con Rusia. La caída del precio del petróleo y del gas, y con una Europa paralizada y en franca recesión, amenaza con una devaluación de la moneda rusa, que el régimen oprobioso de Putin arrojará sobre la clase obrera.
Para salir de su crisis, EEUU y las potencias de Maastricht deben avanzar sobre los ex estados obreros, devenidos hoy en “potencias económicas”, pero dependientes totalmente de la economía, las finanzas y la tecnología de los países imperialistas centrales.
En este capitalismo en crisis ya no basta con haber impuesto la restauración capitalista en los ex estados obreros, cuestión que le permitió a la economía mundo utilizar la mano de obra esclava de China y los hidrocarburos de Rusia. Ahora el imperialismo necesita colonizar esas naciones.
Por su lado, Alemania, asentada en las potencias imperialistas de Maastricht, recuperaba su zona de influencia en Europa, succionando el gas ruso y la mano de obra esclava del este europeo. Así logró un respiro al crac de 2008.
Con la suba de aranceles, EEUU también le puso un límite a la expansión de la Europa de Maastricht en su mercado interno y en todo el mundo.
Así comenzaba una guerra comercial abierta, donde las pandillas imperialistas se disputan el mercado. Es que sobran potencias imperialistas. Las menores, como Grecia, España, Portugal, iniciaron una enorme decadencia.
La guerra comercial demuestra que los monopolios son de bandera. Fueron los estados imperialistas los que los salvaron del marasmo económico del 2008 y sus cañoneras alimentan la industria de guerra.
Hoy una profunda recesión mundial ya está en curso. La parálisis de la economía mundo anuncia el hundimiento del PBI de todas las potencias imperialistas y del mundo semicolonial. 6,3% es la caída que se pronostica tan solo en Alemania. Con el COVID-19, sacando a las masas del proceso productivo para que estas no se subleven ante la catástrofe sanitaria, las burguesías y sus regímenes redoblaron la apuesta, utilizando la pandemia como un enorme chantaje a la clase obrera para arrebatarle todas sus conquistas, imponerle condiciones laborales de maquila y propinarle golpes decisivos, tanto en los países imperialistas como en las semicolonias.
Los estados burgueses, ni antes ni ahora, van a salvar a las masas, sino todo lo contrario. Ya largaron y profundizarán una feroz guerra de clases contra sus esclavos. Y nuevamente salieron solo a salvar a las elites dominantes, como lo hicieron luego de la crisis de 2008, cuando les otorgaron créditos a tasa 0%, es decir, sin interés. La Reserva Federal yanqui emitió dólares contra venta de títulos de bonos del tesoro norteamericano, transformando a EEUU en el gran deudor del planeta, sostenido por las reservas de todos los países.
Europa y Japón no se quedaron atrás con sus monopolios y bancos imperialistas. Pero esta enorme masa de capitales, ficticia en última instancia, no fue a un proceso de inversiones que pudiera abrir un ciclo aunque sea corto de expansión, sino que ese 1% de parásitos que controla la economía mundial la puso en las arcas de sus bancos y empresas y, directamente, hicieron pasar esos créditos como ganancias. Los repartieron entre sus accionistas como beneficios, sin pasar por el proceso productivo. También se dedicaron a prestarlos a tasas de interés leoninas al mundo semicolonial o bien, a naciones como India, Pakistán, Arabia Saudita, etc. para que compren armas para reactivar el aparato industrial-militar de los países imperialistas.
Los estados imperialistas salvaron a sus bancos y transnacionales, y estos nuevamente parasitaron. Así, de forma ficticia, repartiendo créditos y subsidios como ganancias, con los balances falsificados de las empresas, se abrieron sucesivos cracs de las bolsas durante todo 2018 y 2019, a partir de los cuales la economía mundial fue avanzando hacia una desvalorización de todo el capital.
La oligarquía financiera mundial logró una sobrevida provocando un nuevo ciclo especulativo. Volvió a quedarse con superbeneficios, acumulando una enorme deuda impaga. La economía mundo quedó quebrada, endeudada en más del 230% de su PBI, poblada de deudas incobrables de estados, empresas y bancos. La economía mundo se desbarranca al precipicio.
Se ha roto la división mundial del trabajo. Se ha abierto una crisis histórica del modo de producción capitalista, que aproxima a la civilización a la barbarie y la guerra. Como ya dijimos, el mercado mundial se ha achicado más aún. Las disputas por el mercado mundial expresadas en la guerra comercial actual se profundizarán exponencialmente. Los buitres comenzarán a darse picotazos entre ellos.
Para ir a nuevas aventuras, las pandillas imperialistas de Tokio, Frankfurt y Wall Street necesitan propinarles duros golpes a sus clases obreras.
Esta vez, la lucha por las zonas de influencia encontrará a las potencias imperialistas disputándose abiertamente el control directo de todo el mercado mundial. Particularmente, se disputan el saqueo del gas y el petróleo ruso y quién se quedará con el nuevo y rico mercado interno chino, lo que presupone el control de sus bancos y de sus millones de habitantes, que son una gran reserva de fuerza de trabajo para la economía capitalista mundial.
Las tendencias son y serán a nuevos choques interimperialistas, a la ruptura del equilibrio político entre los estados. La crisis de todos los dispositivos políticos y militares de control del planeta estará recorrida por este choque brutal de las potencias imperialistas, donde la primacía imperialista se resuelve “arrodillando a la competencia”. Los pactos políticos y militares y la misma Unión Europea están en crisis, al igual que Inglaterra, que está asociada a Wall Street en el negocio financiero y a la Europa imperialista en el comercio. El hundimiento de España, Italia y Portugal amenaza con llevar a estas potencias imperialistas al camino de Grecia. Europa es un nuevo tembladeral. Por delante: la crisis.
Si la clase obrera de los países imperialistas y del mundo semicolonial no logra frenar este ataque de los capitalistas y las tendencias a los choques interimperialistas que se han abierto, la disputa de los monopolios llevará directamente a nuevas guerras y conflagraciones internacionales.
1º de Mayo de 2020
La salida de este sistema irracional para los explotados del mundo es la revolución socialista, o vendrá el fascismo y la guerra
La economía mundial está en una recesión abierta. Ha comenzado una profunda depresión, que no es más que la desvalorización de todo el capital… de las acciones, de los valores de los bancos, de las empresas, de las fuentes de materias primas y, como no podía ser de otra manera, de la fuerza de trabajo, que por millones se encuentra en el paro y la desocupación.
Sobra capacidad industrial, tecnológica y materias primas. Sobreabunda fuerza de trabajo, con un enorme ejército industrial de reserva, que ya no ve ni verá posibilidad de ingresar al proceso productivo.
La recesión trae consigo la baja de los precios de los commodities. Sobran minerales e hidrocarburos para la economía mundial que se ha acotado. Enormes masas de capitales hace rato han salido del proceso productivo. A la depresión mundial que está en curso, le sigue, como alma al cuerpo, una crisis de sobreproducción de la economía-mundo como no se veía desde hace décadas y décadas.
Los depósitos de petróleo están totalmente llenos. Ya no hay valor para el “oro negro”.Es que ha caído de forma exponencial la compra del crudo. El barril de petróleo se ha derrumbado a precios tan bajos– e inclusive a cifras negativas-que ya no es rentable. Esto está llevando a la quiebra a todos los países productores de petróleo. Las empresas petroleras han dejado de pagarle a los bancos. Ya se anuncia inclusive la crisis del Citibank y la Banca Morgan, que tienen deudas incobrables de esas empresas.
Para salir de este atolladero, Trump ha declarado que le otorgará un billón y medio de dólares a las transnacionales y bancos quebrados de EEUU, emitiendo con la máquina de la Reserva Federal, mientras se han perdido, entre la pandemia y el crac, más de 30millones de puestos de trabajo.
La economía mundo se ha parado. Se han levantado barreras aduaneras, con las que los capitalistas y las potencias imperialistas defienden sus negocios, cuestión que acelera y agrava la crisis mundial. Traba el comercio de bienes. Las fuerzas productivas cercadas y amarradas dentro de las fronteras nacionales se constriñen y retroceden.
Los stocks de las empresas están saturados. El capital ha frenado todo proceso de inversión. Insistimos, el mercado mundial se ha achicado. La depresión y, como dijimos, una brutal crisis de sobreproducción estallan ante este nuevo infarto de la economía mundial.
La paradoja del sistema capitalista en descomposición se resume en que en esta crisis sobran máquinas, minerales, petróleo, alimentos, fábricas; y por otro lado, millones y millones de hambrientos y desocupados no encuentran un lugar para sobrevivir en esta sucia prisión, en la que este pérfido modo de producción ha transformado al planeta.
Estamos ante una contradicción insalvable que solo se resuelve y se resolverá a favor de la civilización humana con la victoria de la revolución socialista, fundamentalmente en los países centrales, que saque del medio a los parásitos que entorpecen el avance de las fuerzas productivas y que rompa las barreras aduaneras y fronteras nacionales para organizar una economía mundial planificada para que los explotados reciban los beneficios de las riquezas producidas.
Por esto combatieron los Mártires de Chicago y todos los revolucionarios socialistas internacionalistas del planeta, que durante decenas de décadas llamarona la clase obrera a marchar por ese camino: el de la solidaridad y el internacionalismo militante, que le permitía a la clase obrera golpear centralizadamente en todos los países del planeta contra sus verdugos.
Ante la catástrofe capitalista se agudiza la crisis de dirección
Reforma vs. Revolución
Fueron la socialdemocracia, el stalinismo y ahora los renegados del movimiento trotskista los que han destruido el combate internacionalista de la clase obrera, sometiendo al proletariado a sus burguesías nacionales, a los explotadores, a los que ellos llaman “burgueses progresistas”.
Los partidos que hablaban en nombre de la IV Internacional se han disuelto como movimientos “anticapitalistas” e ingresado abiertamente a frentes de colaboración de clases… O bien, actúan como el flanco izquierdo de los así llamados “frentes populares”, como lo hace el PSOL con Lula y el PT en Brasil desde hace años. Se disolvieron en el Partido Laborista inglés y en los “Socialistas Democráticos” del Partido Demócrata imperialista yanqui. Ingresaron a fracciones stalinistas “de izquierda” en Italia y Sudáfrica. Formaron “corrientes internacionales” -como el PO de Argentina, el EEK de Grecia y el DIP de Turquía- con Mitina del Partido Comunista unificado de Rusia, agente de Putin. Otros, como el PTS de Argentina se proclaman abiertamente gramscianos y llaman a formar partidos trotsko-stalinistas. O bien, junto a burocracias sindicales, como Conlutas y su pacto con Solidaires de Francia, están en frentes con fracciones “de izquierda” de la burocracia a nivel internacional.
En el último período, tan lejos llegó el oportunismo y el revisionismo que inclusive los partidos que hablaban en nombre del trotskismo y la IV Internacional, y que tenían una organización relativamente independiente, han dejado de serlo. La Nueva Izquierda surge así de la disolución definitiva de los ex trotskistas en pactos con corrientes stalinistas, socialdemócratas o abiertamente de colaboración de clases, como el Podemos, Syriza y el mismo Lula de Brasil.
Esta Nueva Izquierda es la que sigue sosteniendo sobre sus hombros, como antes lo hiciera el stalinismo y luego el Foro Social Mundial en los últimos años, a las aristocracias y burocracias obreras. Todas ellas sostienen a las pandillas imperialistas que saquean el mundo semicolonial. Lo hacen a cambio de las monedas que se caen de las superganancias obtenidas del saqueo de los pueblos oprimidos del planeta.
Hoy como ayer, el reformismo sin reformas lo máximo que le propone a las masas explotadas es luchar por “más democracia”, separando los combates país por país para entregarlos, divididos y dispersos. Estas direcciones han impedido y son el gran obstáculo para una lucha mancomunada de la clase obrera internacional.
A pesar y en contra de ellas, el movimiento obrero mundial continuó presentando batalla. En Francia se desarrollaron meses de huelgas, piquetes, revueltas y combates de barricadas, que anunciaban que surgía una vanguardia proletaria en Europa capaz de reagrupar las filas de la clase obrera del continente para derrotar el ataque de Maastricht contra las conquistas obreras.
En Medio Oriente, con los combates en Sudán, Irak, Líbano, la resistencia iraní, etc., la clase obrera volvía a ponerse en el centro de la escena. Tal cual revoluciones gemelas, se levantaban nuevos focos revolucionarios en América Latina, como en Chile, Ecuador y Bolivia. Algunos de ellos fueron aplastados por la contrarrevolución; otros fueron desviados y contenidos por las direcciones traidoras.
Bajo estas condiciones, la pandemia y las cuarentenas fueron utilizadas para contener a las masas, descentralizar sus ofensivas y salvar a los regímenes políticos en crisis, desacelerando hoy los procesos revolucionarios.
Por ahora fue contenida una tendencia a un ascenso de masas a nivel internacional que abrió la nueva crisis y el crac mundial. Pero nuevos choques de clases se preparan.
Las corrientes de la izquierda reformista y parlamentarista se deben desnudar rápidamente ante las masas. El reformismo no entra fortalecido, sino debilitado, a las grandes convulsiones que ya están aquí. A cada paso quedan expuestas ante las masas sus enormes traiciones.
Syriza y Podemos son gestores de la ofensiva de los capitalistas contra los trabajadores. Como ya dijimos, los “anticapitalistas” hace rato demostraron que vienen de sostener a todos ellos y acompañarlos en sus peores tropelías. La izquierda parlamentaria ya se ha integrado al funcionamiento orgánico de los parlamentos burgueses.
Todos ellos, ante la catástrofe de la miseria y la crisis sanitaria, actúan como grupo de presión para exigirles a los gobiernos burgueses imperialistas que apliquen medidas a favor de las masas, expuestas a la pandemia del hambre y del coronavirus. Llaman abiertamente a suspender la lucha de clases mientras duren las cuarentenas y dejan en manos de la burguesía, sus estados y sus fuerzas de represión la “salvación” de las masas. Una verdadera infamia.
Ellos rompen toda política de independencia de clase. Los 1º de Mayo del siglo XIX y XX no fueron jornadas para poner a la clase obrera a mendigar por reformas a los gobiernos burgueses. Fueron jornadas de lucha para imponer la rendición de los capitalistas y, como sucedió en octubre de 1917, destruir sus estados y avanzar a la revolución socialista.
En este 1º de Mayo, los socialistas revolucionarios denunciamos a la izquierda reformista por haber liquidado el internacionalismo militante de la clase obrera. Sus 1º de Mayo son actos simbólicos de un socialismo filantrópico, mientras el resto de los 365 días del año se han negado a impulsar toda coordinación y lucha internacional. Han dejado los combates de las masas de Medio Oriente dislocados de la lucha de la clase obrera europea y norteamericana, para que sean aplastados.
Denunciamos a stalinistas, socialdemócratas y a los que en nombre del trotskismo ensuciaron sus limpias banderas y sostuvieron a los miserables superoligarcas de la “Gran Rusia” que, con Putin a la cabeza, actúan como sicarios del imperialismo, masacrando a las masas sirias.
Denunciamos a los que pregonaron el “socialismo de mercado” que en China esclavizó a las masas bajo un régimen fascista.
Denunciamos a los que ataron la suerte de la clase obrera a las burguesías “democráticas”, “progresistas” o autoproclamadas “antiimperialistas”, que llevaron los procesos revolucionarios a callejones sin salida. Insistimos, hace rato que el reformismo dejó de combatir por toda política de independencia de clase.
En este 1º de Mayo denunciamos a las corrientes socialimperialistas y a las burocracias sindicales stalinistas que han dejado aislada la lucha de los obreros negros de África, que son martirizados en las minas de las transnacionales con genocidios y masacres y mueren en el Mediterráneo buscando llegar a Europa. Denunciamos a estas direcciones que los han dividido de la clase obrera de los países imperialistas, cuando los obreros de África son el corazón del proletariado de las metrópolis, donde hacen los peores trabajos.
Por eso, en este 1º de Mayo, no se puede menos que saludar la heroica lucha de los Chalecos Negros de Francia, que junto a los Chalecos Amarillos y la clase obrera de todo el país mantienen vivo el espíritu de la revolución en la Europa imperialista.
Los obreros negros de EEUU, aliados a los chicanos, enfrentando la catástrofe social y sanitaria, serán los encargados de unir a la clase obrera de Norteamérica con las masas de Centro y Sud América, saqueadas por el imperialismo.
En África misma, los trabajadores sublevados de Sudáfrica ya han tirado al gobierno de Zuma, sostenido por los traidores del Partido Comunista, mientras la clase obrera de Zimbabwe ha chocado abiertamente con el ZANU-PF en decenas de enormes combates de mineros, trabajadores de la salud, vendedores ambulantes, campesinos pobres, etc.
En este 1º de Mayo condenamos -y llamamos a los trabajadores socialistas del mundo a hacerlo- a la izquierda socialimperialista mundial, socialistas de palabra y traidores en los hechos, que corrieron a sostener a Sanders y a presentarlo como un “luchador socialista” ante los ojos de la clase obrera norteamericana y mundial.
Nuevamente el rol de este representante de los capitales sionistas en EEUU no fue otro que el de contener por izquierda a la clase obrera y la juventud que venían rompiendo con el Partido Demócrata imperialista, para atarlos nuevamente al carro de Biden, el jefe de las grandes empresas de gas que saquean todo el este europeo, el Magreb y Medio Oriente.
Sanders se sacó su careta socialista y se puso su verdadera cara de pirata de Wall Street. Renunció a su carrera presidencial. Y todas las corrientes que en el mundo le dieron su apoyo, como el PSOL de Brasil, el PTS de Argentina, los “anticapitalistas” y la ISO. Terminaron siendo socios de la trampa de Sanders, quedando a los pies de Biden y adentro del partido de los Demócratas imperialistas. Han supeditado al movimiento obrero a uno de los jefes de las pandillas imperialistas que saquean y masacran al mundo semicolonial y a la propia clase obrera norteamericana. De esta traición no hay ni habrá retorno. Nunca más podrán hablar en nombre del socialismo los que ayer y hoy siguen apoyando al genocida Al Assad y a Sanders, uno de los más grandes impostores de la burguesía imperialista yanqui de Wall Street.
Asimismo, no podemos menos que condenar a las direcciones traidoras, que pintaron como “antiimperialistas” y “antimilitaristas” a Corbyn y al Partido Laborista Inglés, como el SWP, los “socialistas” de la reina. Ellos sostuvieron a los que sometieron al proletariado de ese país a la más brutal explotación de la Europa de Maastricht.
Denunciamos a los “anticapitalistas” que sostienen y han sostenido, en Europa y en todo el mundo, a los gobiernos y estados burgueses. Ellos son los que en el Estado Español pusieron sobre sus hombros a una burguesía y pequeñoburguesía rica que expropió la República de los Indignados de 2011 y que hoy gobierna junto al PSOE, sosteniendo a la siniestra monarquía de los Borbones que oprime y reprime violentamente al pueblo catalán y vasco y superexplota a la clase obrera en todo el estado.
Denunciamos a los comunistas sin comunismo, que han sostenido al viejo stalinismo reciclado de Italia, el cual, aquí y allá, traicionó toda la lucha del proletariado italiano. Condenamos a las burocracias stalinistas que en todo el mundo, con la colaboración de los renegados del trotskismo en los sindicatos, actuaron y actúan como policía interna del movimiento obrero.
Ellos son responsables de la derrota de la clase obrera griega, que luego de más de 30 huelgas generales, fue sometida al régimen de la Troika y a la trampa de colaboración de clases de Syriza. Ellos fueron los garantes, asociados a Putin, de la terrible derrota de la revolución ucraniana, que fue entregada a la oligarquía rusa en el Donbass y desorganizada y dejada a merced a la fuerza del fascismo en Kiev.
Las masas no se han rendido y aún en las terribles condiciones actuales presentan batalla
En este 1º de Mayo nos ponemos de pie junto a la clase obrera del Líbano, que se ha sublevado contra el hambre y el saqueo del imperialismo y sus socios locales, la burguesía maronita y los multimillonarios clérigos de Hezbollah, que se han llevado todos los dólares, viviendo como reyes, mientras han dejado al pueblo de mendigo.
Llamamos a la clase obrera a sostener con sus puños en alto a los que son la avanzada que anuncia la vuelta de las masas al combate internacional: son las masas chilenas que, desde Antofagasta, amenazan con volver a incendiar Chile, mientras centenares de obreros comienzan a contagiarse de COVID-19 en las minas y los puertos.
Saludamos a los jóvenes de las Cités francesas, que mantienen el fuego revolucionario que volverá a tomar París contra el régimen infame de la V República.
En este 1º de Mayo nos ponemos de pie junto a la clase obrera ecuatoriana, cercada y dejada morir en el Guayaquil revolucionario por el gobierno asesino de Lenín Moreno, mientras las direcciones stalinistas de la CONAIE y el FUT, que tienen en sus manos la posibilidad de imponer el poder obrero y campesino, solo sostienen a ese régimen infame lacayo del imperialismo.
Luchamos junto a la clase obrera colombiana, que se ha puesto de pie a pesar y en contra de los pactos contrarrevolucionarios del stalinismo y el castrismo con el régimen de las 9 bases militares yanquis que ocupan Colombia.
Como ayer sucediera en los paros nacionales de obreros, campesinos pobres y los estudiantes, hoy son los médicos y trabajadores de la salud los que se han puesto a la cabeza del combate por las demandas de los trabajadores. En los hospitales de un país saqueado por el imperialismo, no hay ni insumos ni salario digno para los médicos, enfermeros y todo el personal sanitario que arriesgan su vida diariamente. Mientras tanto, millones de hambrientos continúan sin comer y deambulan por los pueblos y las ciudades buscando el pan.
Mientras, paramilitares y ejércitos semifascistas controlan las tierras de la Chiquita Brand, el imperialismo y la oligarquía colombiana.
La clase obrera norteamericana, bajo padecimientos inauditos de hambre, desocupación y muertes, no se ha dado por vencida. Los obreros de la GM y los docentes protagonizaron enormes luchas para recuperar lo que los capitalistas les arrebataron, como parte de centenares de conflictos que recorren EEUU. La clase obrera se niega a morir en las fábricas-cárceles y amenazan con parar la producción para tomar la defensa de sus vidas en sus manos, como los trabajadores de Amazon.
En gran medida, la clase obrera de EEUU es la que ha paralizado todo intento del imperialismo yanqui de intervenir en forma directa en nuevas guerras de ocupación. La sangre de Vietnam y de Irak mantiene al proletariado norteamericano hostil a toda guerra en defensa de los negocios de los piratas de Wall Street.
Saludamos las revueltas que comenzaron en China contra las masacres con las cuales se “aplanó la curva” de la pandemia. El proletariado chino será sacrificado nuevamente para levantar la producción de las transnacionales bajo el látigo de los mandarines esclavistas. Mientras tanto, los trabajadores chinos no han dejado de luchar ni por un día. Por miles y miles se multiplican los combates de fábrica por mejores condiciones de trabajo, contra los despidos, por el derecho a poner en pie sindicatos. Una enorme vanguardia combativa está surgiendo de la clase obrera china, que a cada paso abre grietas y crisis en las fuerzas contrarrevolucionarias de los “empresarios rojos” del PC chino.
Las masas chinas tienen un aliado en la aguerrida juventud antiimperialista y en los obreros de vanguardia de Japón, que a diario ocupan y luchan por erradicar las bases militares yanquis en la ciudad de Okinawa, las cuales son capaces de provocar guerras de enormes proporciones en el Pacífico.
En este 1º de Mayo merecen una mención especial y llamado a la clase obrera internacional a apoyara los obreros de las maquiladoras que, en Matamoros, en el norte de México, se encuentran sublevados contra las empresas imperialistas que, de forma feroz los hacen trabajar sin ningún tipo de conquista, al igual que en China, Bangladesh o India. Hoy estos obreros se encuentran en estado de revuelta y huelga general, puesto que o mueren por el COVID-19 o bien, se mueren de hambre en la cuarentena.
Hoy, en este 1º de Mayo, ellos son el símbolo de que la clase obrera de los 5 continentes, mil veces esclavizada, no se ha entregado ante la guerra de clases de los capitalistas y que presentará batalla contra sus nuevos planes de esclavitud. Los combates que hasta hace pocos meses conmovían a Chile, Ecuador, Colombia, Francia, Irak y Medio Oriente solo han quedado inconclusos. Volverán con mayor vigor y fortaleza bajo los golpes y el látigo del capital. Enormes conflagraciones de clase están por delante.
En este 1º de Mayo de 2020, los socialistas revolucionarios afirmamos que el reformismo sin reformas ya no puede edulcorar ni pintar como “progresivo” a un sistema que se cae a pedazos sobre los hombros de la clase obrera.
Las fuerzas revolucionarias internacionalistas de la clase obrera y el movimiento socialista internacional deben reagruparse para derrotar al reformismo y coordinar y centralizar los combates del proletariado mundial
La solución a la tragedia y los padecimientos inauditos que sufren los explotados no vendrá de la mano de los regímenes burgueses, por más “progresistas” que estos se pinten. Solo atacando la propiedad privada de los capitalistas, poniendo todas las manos a producir en las máquinas paradas, reduciendo la jornada laboral, conquistando salarios de acuerdo a la canasta familiar, es decir, peleando por la escala móvil de salarios y horas de trabajo, la clase obrera podrá enfrentar esta crisis de sobreproducción –basada en la desocupación crónica- que el capitalismo tira sobre sus hombros.
Sin expropiar sin pago a los banqueros imperialistas, subvencionados por los estados burgueses con el dinero del pueblo, no habrá solución a la liberación de los pueblos oprimidos, ni mucho menos la clase obrera de los países imperialistas podrá conseguir su más mínima demanda.
El 1% del planeta debe ser expropiado para que el 99% viva. El camino no es otro que la lucha por la revolución socialista.
En este 1º de Mayo proclamamos que no hay tarea más inmediata que la de reagrupar las fuerzas de los obreros más aguerridos a nivel mundial, que a cada paso intentan romper el cerco de las direcciones traidoras.
Contra el reformismo, sostenedor del capitalismo en bancarrota, los trotskistas de la FLTI combatimos bajo la bandera de la IV Internacional.
La pelea no es otra que recuperar el internacionalismo proletario, luchando a brazo partido para separar a la clase obrera de todo sometimiento a la burguesía, sus regímenes y gobiernos.
El internacionalismo militante de la clase obrera a fines del siglo XIX y principios del siglo XX lo conquistaron los trabajadores organizados en partidos mundiales y en sindicatos revolucionarios, presentándole batalla de forma unificada en todo el planeta al sistema capitalista.
Ello será imposible de conseguir sin provocarle duras derrotas a las direcciones reformistas de las masas, que solo hacen promesas de victorias y entregan jalones de derrotas, y mucho menos será posible sin unir las filas de las fuerzas trotskistas internacionalistas que combatimos por recuperar la IV Internacional, nuestro partido mundial.
Este 1º de Mayo la tarea que está planteada es la lucha por expulsar del movimiento obrero a las burocracias obreras, para arrancarles de sus manos el control de los sindicatos y que estos vuelvan a ser un instrumento de lucha de los trabajadores y no de la burguesía para oprimirlos.
Para frenar la ofensiva del capital, la lucha por la independencia de los sindicatos del estado pasa a ser una cuestión de vida o muerte, como recuperar la democracia obrera y la autodeterminación de las masas.
En manos de las burocracias sindicales, los millones de obreros inmigrantes, los sectores directamente esclavizados de la clase obrera, con las mujeres y niños trabajando como lo hacían a principios del siglo XIX, están totalmente marginados de los sindicatos. Se vuelve imprescindible un programa revolucionario que, partiendo de los intereses de los sectores más explotados de la clase obrera y no de la aristocraciao brera, pueda unir efectivamente las filas de los trabajadores para enfrentar los ataques del capital.
La derrota de la burocracia sindical y la unidad de las filas obreras será imposible de conquistar si las masas en lucha no toman como bandera y programa las demandas de la mujer trabajadora, que sufre una doble y triple explotación, de la cual son responsables la patronal y los capitalistas que utilizan como mano de obra de segunda a la mujer, sin retribuirle el trabajo doméstico y de crianza de los hijos.
Hacemos responsables a los traidores y traidoras de las aristocracias y burocracias obreras de la tragedia que sufren las mujeres trabajadoras. Sus demandas han sido dejadas de lado por los sindicatos y las organizaciones obreras. Eso ha permitido que grandes masas de mujeres trabajadoras sean manipuladas por la burguesía y llevadas a movimientos de colaboración de clases. La tarea del momento no es otra que inscribir en el primer orden del día de la lucha de los sindicatos y las organizaciones obreras la pelea por las reivindicaciones de la mujer trabajadora, porque esto le permitirá a los explotados terminar con toda opresión, como la que sufre doblemente la mujer trabajadora en el hogar y la sociedad burguesa.
Allí, en las capas más explotadas del proletariado, como la mujer, la juventud trabajadora y el sufrido proletariado migrante, se encontrarán fuerzas inagotables de la clase obrera para combatir contra los capitalistas y sus gobiernos.
En la guerra civil la juventud lucha y muere. La vimos en los y las rebeldes de Siria, Sudán, Grecia, Bronx, de los combates de la “primera línea” en Chile y Ecuador y en el movimiento antiguerra de EEUU. Vimos a los jóvenes en las luchas de las cités de Francia, tratados como “vándalos” por los stalinistas y las fuerzas reaccionarias de la burocracia.
¡Paso a la juventud revolucionaria! En ella está el futuro de la revolución socialista internacional.
¡Paso a los obreros migrantes! ¡Papeles para todos! ¡Que se abran las fronteras!
¡Paso a la mujer trabajadora! Sin sus fuerzas a la vanguardia del combate del proletariado, este tendrá cerrado el camino a la victoria..
En este 1º de Mayo ante el duro ataque de los capitalistas y sus gobiernos, la lucha económica se eleva rápidamente a lucha política de masas, a guerra civil y durísimos choques de clases.
Allí donde existen feroces dictaduras y el pueblo sale a pelear por el pan, choca directamente contra los gobiernos y regímenes. La lucha económica comienza directamente desde sus inicios como lucha política por la caída de los regímenes. Esto lo vimos en los procesos revolucionarios de la última oleada de combates de la clase obrera como en Magreb y Medio Oriente, Chile, etc.
En esos procesos, la puesta en pie de los organismos de autodeterminación de las masas en lucha se transforma en una cuestión clave para que los procesos revolucionarios no retrocedan ni sean llevados a un baño de sangre.
Las direcciones traidoras son enemigas declaradas de poner en pie los organismos de doble poder de la clase obrera al inicio de toda situación revolucionaria o prerrevolucionaria. Como la burguesía, comprenden perfectamente que estos organismos, si se arman, plantearán el poder de los consejos de obreros, campesinos pobres y soldados.
De eso se trata la tarea central de los revolucionarios al inicio de toda situación prerrevolucionaria o revolucionaria. La lucha por poner en pie una dirección revolucionaria de la clase obrera para dirigir una insurrección victoriosa es inseparable del combate por poner en pie los organismos de doble poder armados de los explotados. Allí se dará la batalla decisiva para erradicar al reformismo y a las burocracias conciliacionistas de la dirección de las masas.
En este 1º de Mayo afirmamos que la política de los frentes de colaboración de clases significa someter el proletariado a la burguesía, lo que significa anular todas sus fuerzas para encabezar a las clases medias arruinadas, a los campesinos pobres, y transformarse en caudillo de la revolución.
Hoy vemos que se agudizan las tendencias a la militarización y bonapartización de los regímenes. La democracia caada vez más es y será un privilegio ultralimitado y degradado para algunos países imperialistas.
Los cantos de sirena de la política de colaboración de clases preparan duros golpes fascistas y contrarrevolucionarios. Lo vimos en Senkata en la Bolivia martirizada, como así también en Yemen y en Egipto. Lo sufrió el pueblo catalán, sublevado por su independencia contra los Borbones, y también el pueblo vasco, cuyos mejores combatientes pueblan las cárceles del régimen de la monarquía.
Los Bolsonaro y los Trump buscan sacar bandas fascistas, que ganan las calles para aterrorizar a lo mejor de la vanguardia del proletariado.
Las bandas de lúmpenes de Centroamérica están reclutadas por la CIA para disciplinar a las masas migrantes que buscan cruzar las fronteras de EEUU. Todos los gobiernos burgueses buscan imponer en sus propios países las condiciones de superexplotación y los regímenes totalitarios que existen en China, Bangladesh o Rusia.
En Siria, el capitalismo mostró su verdadero rostro. También lo hizo el reformismo en todas sus variantes. Una “santa alianza” de stalinistas, socialdemócratas, renegados del trotskismo y “anticapitalistas” sostenedores del imperialismo, unificó sus fuerzas para aislar la revolución siria y permitir que el carnicero Al Assad, Putin y los Ayatollahs iraníes puedan aplastar y llenar de sangre esa heroica revolución. Una revolución donde no murió la burguesía “opositora” sunnita, que la entregó desde adentro, sino que cayeron los obreros y campesinos de los heroicos levantamientos de 2011 y su vanguardia, los partisanos, que presentaron una feroz resistencia y que aún la siguen presentando en las últimas trincheras de la revolución. Mientras tanto, el stalinismo kurdo, sostenedor del sionismo y entregador de la resistencia palestina, apoya a la siniestra burguesía kurda, que se puso bajo las órdenes del imperialismo yanqui en el norte de Siria, rompiendo el frente de la revolución.
En este 1º de Mayo la clase obrera mundial debe prepararse para una feroz guerra de clases, rompiendo con el pacifismo cruel que impone la política reformista de colaboración de clases. El reformismo ata la suerte de la clase obrera a corrientes burguesas que consideran “progresivas” o a los llamados “frentes democráticos”. Así, “para enfrentar a Trump”, sostuvieron a Sanders, que a su vez llevó a la clase obrera norteamericana al Partido Demócrata, que junto los republicanos comanda el ataque a la clase obrera mundial.
Durante años, esa pérfida política de colaboración de clases, con los Podemos y los Syriza, llevó a un callejón sin salida a la clase obrera europea. La denominada política de “frentes populares” en los años ’30 que impulsaba el stalinismo hoy es moneda corriente de la llamada Nueva Izquierda. Este es el obstáculo fundamental que tiene la clase obrera para independizarse y transformarse en caudillo de la lucha y combate de los pueblos oprimidos del mundo y para, apoyándose en las clases medias arruinadas, volver a encabezar la revolución de los consejos obreros.
En última instancia, el “atraso” y la crisis del movimiento de masas no es más que el atraso, el cinismo y la traición de sus direcciones.
La burguesía viene por todo. El cretinismo parlamentario de la izquierda reformista, su pérfida política de colaboración de clases, tira agua a la pólvora de las masas revolucionarias, mientras el gran capital explora acciones contrarrevolucionarias directas con gobiernos bonapartistas y bandas fascistas.
La clase obrera debe reagrupar sus fuerzas y, en toda lucha decisiva, debe poner en pie comités de autodefensa y milicias obreras, para combatir todo intento de la burguesía de poner en pie bandas fascistas, que llenarán de sangre al proletariado mundial.
Como lo ha planteado la experiencia viva de los últimos combates, los gobiernos burgueses envían a la soldadesca. La lucha política de masas penetra, como en Chile, Ecuador, Bolivia y Medio Oriente, adentro del ejército y conmueve a sus capas más bajas de soldados rasos.
En Ecuador, los obreros y campesinos, desarmando a los soldados, neutralizaron los golpes contrarrevolucionarios de la soldadesca.
La lucha por poner en pie comités de soldados, luchar por su derecho a la sindicalización, a desobedecer a sus oficiales, es una tarea de primer orden para que no terminen en tragedia los procesos revolucionarios, como lo vimos en Yemen, Siria, y como amenaza con suceder en todos los países que están ingresando en situaciones prerrevolucionarias o revolucionarias.
Es utópico y reaccionario pensar que semejantes contradicciones se resolverán con el pacifismo y el parlamentarismo burgués. Todo lo contrario. De ahí la crisis del reformismo, que acompañará como alma al cuerpo a la crisis del parlamentarismo.
Es que los regímenes y gobiernos se militarizan. Enormes choques de clase están por delante. El sistema capitalista no va más.
En este 1º de Mayo redoblamos nuestro combate por que la clase obrera mundial no dé por terminada su lucha por la revolución socialista en todo el mundo, ni en los países donde la lacra stalinista entregó las conquistas de la revolución.
El combate por la revolución socialista internacional, más temprano que tarde, volverá a poner a la orden del día también la lucha por la restauración de la dictadura del proletariado en los ex estados obreros, pero esta vez bajo formas revolucionarias. Terminará con la cínica y cruel política del stalinismo, que con su mentira del “socialismo en un solo país”, liquidó todas las conquistas de la revolución en China, Vietnam, Cuba, Rusia y demás ex estados obreros.
El camino a la revolución socialista es el único que pueden transitar los explotados para evitar el camino del fascismo y la guerra.
En este 1º de Mayo exigimos y combatimos por la libertad de todos los presos políticos, que son tomados como rehenes por las clases dominantes. Junto a sus padres, buscamos a los 43 estudiantes normalistas desaparecidos en México. Luchamos por la libertad de los presos vascos y catalanes. Llamamos a impulsar una campaña internacional por la libertad de los presos políticos que están en las mazmorras del régimen cívico-militar chileno y de los golpistas en Bolivia.
Luchamos por la libertad de los presos palestinos, de Egipto, de la juventud rebelde griega y del activista por la causa palestina, George Ibrahim Abdallah, preso en las prisiones de Francia.
Luchamos por el desprocesamiento y absolución inmediata de los obreros petroleros de Las Heras, Argentina, y por el castigo a todos los asesinos de Kosteki, Santillan, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y demás mártires de la clase obrera argentina.
Miles de obreros y jóvenes desaparecen en China, luego de todo estallido, revuelta de masas o lucha de comités de fábrica independientes del estado. Proclamamos la lucha por la libertad de los presos chinos y de los miles de obreros que han ido a parar a las cárceles de la teocracia iraní, donde se tortura y asesina a lo más combativo de la clase obrera de Irán.
La lucha por la libertad de Mumia Abu Jamal, símbolo de la lucha del pueblo negro norteamericano contra la opresión que sufre a manos del imperialismo yanqui, debe ser un grito de guerra de toda la clase obrera mundial.
En este 1º de Mayo, llamamos a la clase obrera latinoamericana a romper con esa estafa de la “Revolución Bolivariana” y a combatir por recuperar la Cuba obrera y campesina entregada al imperialismo. Llamamos a pelear contra los bloques regionales de las burguesías cipayas y a avanzar en la unidad de la clase obrera de América Latina con los trabajadores de EEUU, para conquistar los Estados Unidos Socialistas de Norte, Centro y Sud América.
Llamamos al proletariado de Europa occidental a encabezar la lucha por que se abran las fronteras en todo el mundo, para terminar con los campos de concentración que hacinan a los refugiados como parias sin tierra. Llamamos a luchar desde los sindicatos para afiliar a todos los trabajadores inmigrantes y que se le otorguen todos los papeles. Solamente así la clase obrera europea tomará todas sus fuerzas para combatir contra el ataque del capital.
Los trabajadores de la Europa occidental deben tomar en sus manos la lucha y las reivindicaciones de la clase obrera del este europeo, para conquistar de Siberia a Portugal un gran combate por los Estados Unidos Socialistas de Europa.
El proletariado de los países imperialistas, de Japón a Europa y EEUU, tiene en sus manos la tarea de paralizar las máquinas de guerra de las potencias imperialistas, de terminar con la OTAN, todas las invasiones, la expoliación del FMI y el saqueo del mundo semicolonial. Ellos tienen la llave de la victoria de la revolución socialista internacional.
En este 1º de Mayo llamamos a reagrupar las fuerzas de todos los militantes internacionalistas de la clase obrera mundial, para poner en pie un combate unificado de la clase obrera negra, de Ciudad del Cabo al Bronx y a los esclavos que están bajo las garras de la burguesía khadafista de Libia y que mueren en el Mediterráneo transitando a Europa. El combate es por que las organizaciones obreras tomen como primer punto la lucha de los millones de migrantes, que son librados a su suerte y masacrados por el imperialismo como fuerza de trabajo excedente, a la que ya ni siquiera pueden ni quieren darle una cama en un hospital ni un banco de escuela en sus países.
En el período inmediato, para frenar la catástrofe capitalista, la clase obrera mundial necesitará de la entrada del combate de sus grandes batallones en China, Japón, India, Rusia. Con ellos, nuestro combate será invencible.
Combatimos bajo la bandera de la IV Internacional. Como plantea nuestro programa: “Todas las habladurías de que las condiciones históricas para el socialismo no han ‘madurado’ aún, son producto de la ignorancia o un engaño consciente. Los prerrequisitos objetivos para la revolución proletaria no solo han ‘madurado’, han empezado a pudrirse un poco. Sin una revolución socialista, y además en el próximo período histórico, una catástrofe amenaza a toda la civilización humana. Todo depende ahora del proletariado, es decir, principalmente de su vanguardia revolucionaria. La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria.” (Programa de Transición de la IV Internacional, 1938)
La época de los programas nacionales ha terminado. Solo bajo estas condiciones se volverán a poner en pie los partidos leninistas de combate internacionalistas, que encabecen las próximas revoluciones victoriosas.
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