En Sudán, las masas ganaron las calles al grito de “¡El pueblo quiere la caída del régimen!”, el mismo grito de guerra que desde 2011 recorrieron las revoluciones de Túnez a Egipto, Libia, Siria, Yemen y hoy truena en las calles de Irán. Estamos ante un nuevo levantamiento por el pan… literalmente, ya que las protestas se iniciaron contra el aumento del precio de este alimento en particular, y contra toda la creciente carestía de la vida que viene azotando la posibilidad de una vida digna de los trabajadores y el pueblo pobre. Las masas ganan las calles de las ciudades de Sudan, en donde una vez más, la demanda es por el pan y que caiga el régimen.
En la ciudad de Nhoud, los estudiantes marcharon con la consigna “No al hambre”, mientras que en Port Sudan la marcha fue de masas y su consigna fue “¡El pueblo quiere la caída del régimen!”. Esto mismo sucedió en la ciudad de Atba, bastión de lucha contra el gobierno de Omar al Bashir, donde además incendiaron la sede central del partido gobernante. En la capital, Khartoum, la marcha fue de masas y con choques contra el ejército, el cual reprimió con balas de plomo asesinando a 8 explotados que marchaban por la caída del régimen.
Las acciones de masas son generalizadas, pero no son nuevas. Ya en enero de este año habían habido jornadas de lucha, con movilizaciones masivas contra los precios comenzaban a aumentar, pero el gobierno de Omar al Bashir las reprimió duramente, encarcelando a los dirigentes y principales activistas. Hace unos días atrás, las masas marcharon en Khartoum con las banderas palestinas y de la revolución siria para protestar contra el presidente sudanés que fue a Damasco a reunirse con el fascista genocida Bashar Al Assad a reestablecer relaciones bilaterales. A partir de entonces, las masas sudanesas permanecieron en la calle con el mismo grito de la revolución siria para derribar al gobierno de Omar Al Bashir y su régimen dictatorial, que está en el poder desde 1989 luego de un golpe de estado.
Es que los explotados ya no aguantan más el hambre, la miseria y la galopante carestía de la vida, multiplicada por la devaluación de su moneda y el ahogo económico que imponen las sanciones de la ONU por acusar a Bashir de crímenes de lesa humanidad por sus masacres en la zona de Darfour en los ’90, cuando consolidó su dictadura. Aún mantiene militarizadas grandes partes de Sudan, especialmente el sur, donde también hay pandillas burguesas locales armadas buscando una tajada de la renta petrolera.
La situación económica en Sudán ha empeorado en este último tiempo, y con ella las condiciones de vida de los explotados. En 2011, cuando EEUU dividió Sudán y declaró a Sudán del Sur un estado independiente como una colonia directa yanqui, Sudán sufrió un duro golpe a su economía, ya que perdió el 75% de las reservas petroleras, que pasaban a estar ahora en manos de los yanquis detrás de las banderas de “Sudan del Sur”.
Así, Sudán entró en recesión, y el gobierno comenzó a descargar, a cuentagotas, la crisis sobre las masas, imponiéndose a fuerza de represión. En 2013, cuando la crisis no se aguantó más, hubo un levantamiento que obligó al gobierno a tener que ceder algunas concesiones, como subsidiar el precio del pan y otros alimentos (teniendo en cuenta que Sudan importa alimentos, mientras se dedica a la exportación de oro y el emulsionante gama arábica utilizado para fabricar pinturas, adhesivos y otros).
Parar con represión y algunas concesiones a las masas tuvo su costo. En ese mismo año, Sudan comenzó a aumentar su deuda externa exponencialmente. Ahora el imperialismo exige pagos… pero sobre todo el imperialismo francés (el histórico y principal opresor en Sudán) busca redoblar y multiplicar el saqueo, a costa del hambre y la sangre del pueblo oprimido sudanés. Es que el imperialismo francés, quien se encuentra en medio de una guerra económica entre las potencias imperialistas, necesita succionar lo máximo que pueda de sus colonias, semicolonias y su propia clase obrera.
Así, como buen lacayo del imperialismo, el gobierno de Sudan retiró los subsidios a los alimentos a fines del año pasado, lo que llevó al mencionado levantamiento de enero, que al ser reprimido, los ataques a los niveles de vida de las masas continuaron. La carestía de la vida se fue a las nubes. El precio del pan se triplicó a lo largo de 2018. El combustible aumentó enormemente. La moneda se devaluó fuertemente luego de mediados de 2018, empeorando aún más la situación para las masas.
Las protestas esporádicas crecían, y el Omar al Bashir cambió a todo su gabinete, incluyendo al primer ministro en septiembre pasado. Intentaba “reducir las tensiones sociales”. Pero finalmente los explotados terminaron estallando y ganando las calles contra la dictadura de Omar Al Bashir.
Las masas de Sudan irrumpen entonces en la escena revolucionaria, junto con los explotados que ganan las calles en Túnez y en Jordania por una vida digna contra la miseria que les quieren imponer esos gobiernos lacayos del FMI. Se suman a las masas del sur de Irak que combaten por una vida digna. Sudan entra al combate como lo están los trabajadores y el pueblo iraní que vienen protagonizando duras luchas contra los ayatollahs. Están junto a los explotados en Francia, que con sus jornadas revolucionarias, al grito de “¡Macron dimisión!” golpean al corazón de una de las bandas de imperialistas que saquean Magreb y Medio Oriente. Son también aliados de las masas sirias, que resisten en las últimas trincheras de la revolución, como también de Palestina en su lucha contra el ocupante sionista, de Egipto contra la dictadura contrarrevolucionaria de Al Sisi, de Yemen contra la invasión saudí…
Ante esta situación, el gobierno ensaya un nuevo engaño: volvió a permitir el ingreso de Sadiq Al Mahdi, quien fuera depuesto en 1989 por Omar Al Bashir a la cabeza del ejército. Trae así a la principal figura de “oposición” desde el exilio para intentar que se monte por sobre las masas, canalizarla hacia una salida dentro de un régimen que contenga a ambos y que Bashir no caiga por la acción revolucionaria de masas.
Pero que el Mahdi solo haya hecho un acto con unos pocos seguidores (de los que siempre estuvieron con él) en su regreso, demuestra que no es de masas, y que en la profundidad los explotados saben que ni Mahdi ni Bashir pararán este ataque y no podrán vivir en condiciones dignas hasta que no caiga el régimen.
Al igual que en Irán y en Líbano, los trabajadores de Sudán comienzan revueltas por el pan y contra el saqueo del imperialismo. ¿Qué dirá ahora la izquierda social-imperialista? ¿Que son “pueblos bárbaros”? ¿“Atrasados”? ¿El ISIS? No, imbéciles… ¡Es el hambre!
¡Viva el levantamiento de las masas de Sudan!
¡Fuera Omar Al Bashir! ¡El pueblo quiere la caída del régimen!
¡Disolución de la casta de oficiales de la dictadura sudanesa asesina! ¡Comités de soldados rasos que luchen junto a las masas! ¡Por comités de autodefensa de las masas para defenderse de la represión!
Como fue la experiencia en Túnez o en Siria… ¡hay que poner en pie comités de trabajadores y explotados por ciudad, región y coordinarlos a nivel nacional!
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