Anexo II
Tres momentos claves del proceso de restauración en Cuba
Mientras el stalinismo imponía la restauración capitalista en Rusia, China y Europa del Este con terribles derrotas físicas, en Cuba no pudo imponerse la restauración producto de los heroicos combates que protagonizó el proletariado latinoamericano y mundial.
Solo propinándole duras derrotas al proletariado en los ex estados obreros, es que pudo la burocracia imponer el “periodo especial” y pasarse con armas y bagajes al campo de la restauración capitalista en los 80 como agentes directos del imperialismo. A diferencia de lo ocurrido en Europa y Asia, en Cuba no le pudieron imponer a la clase obrera una derrota semejante con aplastamiento físico. Sin embargo esto no significa que la restauración capitalista en Cuba se pueda imponer por “la vía pacifica” como pregonan vergonzosamente los renegados del trostkismo.
La política histórica del imperialismo siempre fue dar un golpe contrarrevolucionario invadiendo militarmente Cuba –como la que intentó en Bahía de los Cochinos-, acompañado por la burguesía gusana de Miami para que sea ella la que comandara la restauración capitalista en la isla. Como parte de este plan el imperialismo yanqui le impuso el bloqueo económico a Cuba. Este tenía dos objetivos: por un lado, atacaba directamente a las masas, para que se hundan más y más en la miseria; y al mismo tiempo, empujaba a que surgiera una fracción restauradora de la burocracia abiertamente pro yanqui, que levantase la política de volver al capitalismo y sentarse con el imperialismo para pactar la anulación del bloqueo.
Pero este plan fracasó. Al imperialismo no le daba la relación de fuerza para llevarlo adelante; fueron los heroicos combates que dio el proletariado en Latino y Centroamérica que lo impidieron. Allí, la clase obrera protagonizó enormes combates a fines de los 70 y en los 80. Revoluciones en Nicaragua y El Salvador a fines de los 70, auge proletario en el 82/86 en Chile contra la dictadura de Pinochet, en Haití derrocando al dictador Baby Doc Duvallier en 1986, heroicos combates de los mineros bolivianos en 1985 etc. El proletariado cubano se sentía y era parte de esos combates.
Luego de los acontecimientos de 1989, la ofensiva imperialista en el sub continente como respuesta a la crisis de las deudas externas que habían golpeado a toda America Latina, impone el plan Brady, que no era más que nuevos pactos de coloniaje para profundizar el saqueo de las semicolonias por medio de la emisión de bonos de la deuda externa de los países semicoloniales a manos del capital financiero, los monopolios y los bancos imperialistas, que por migajas vía privatizaciones se quedaban con todas las riquezas de Latinoamérica.
Bajo estas condiciones, el castrismo llevó adelante “aperturas excepcionales” en el monopolio del comercio exterior y concedió “permisos” para la pequeña producción y la pequeña propiedad, con lo que se empezaban a reproducir fuertes tendencias capitalistas. El castrismo comenzó a aplicar reformas en el mercado como en el turismo, la hotelería y la minería de níquel, asociado a los monopolios imperialistas españoles, canadienses y franceses.
Sin embargo, a pesar de la burocracia, aún se mantenían en Cuba la propiedad nacionalizada de los medios de producción, el monopolio del comercio exterior y la planificación de la economía, pero extremadamente socavados, carcomidos, descompuestos por la política de la burocracia castrista. Mientras, todos los renegados del trotskismo alababan la política “anti-restauracionista” de Castro, cuando el PCC preparaba las condiciones para la restauración, pues la burocracia mantenía las bases del Estado Obrero, ya carcomidas, sólo para conservar sus privilegios, con lo que lejos de sostener a Cuba la hundía cada vez más.
En este primer momento de ofensiva restauracionista desarrollado en el “periodo especial”, se acrecentaba al máximo la desigualdad social, donde los sectores ligados a los negocios con el extranjero manejaban dólares, mientras la inmensa mayoría de los trabajadores y campesinos vivían terribles penurias con miserables cartillas de racionamiento. De esta forma la burocracia castrista arrastraba al Estado Obrero Cubano a una verdadera agonía, dejándolo en una situación de Estado Obrero deformado en descomposición; entendiendo por descomposición que hacía agonizar la dictadura del proletariado, como conquista de la revolución. Por eso: o triunfaba la revolución política contra la burocracia restauracionista o una contrarrevolución feroz aplastaría al estado obrero cubano y el destino de las masas cubanas sería el mismo de las masas chinas en Tiananmen.
El segundo momento, signado frente al profundo bloqueo imperialista, y con el resto de los estados obreros ya restaurados al capitalismo, la burocracia castrista –que se pasa abiertamente al campo de la restauración- necesitaba redoblar su ataque restauracionista, y a partir de 1992-1995, reforma la constitución y avanza en imponer con empresas mixtas en Joint Ventures una doble moneda, socavando el régimen de transición del capitalismo al socialismo. A esto la burocracia lo llamaba “Socialismo de Mercado”, tal cual lo hicieran los mandarines “rojos” del PC Chino entregando ese estado obrero a la explotación capitalista, con mano de obra altamente especializada, produciendo en una verdadera maquiladora.
Se desarrollan desde entonces dos economías paralelas. Una economía capitalista con las inversiones extranjeras en el turismo, hotelería y la minería del níquel, donde se maneja una moneda (el “chavito”) convertible uno a uno con el dólar. Allí se enriquecen los parásitos de la burocracia y sus hijos, es decir los nuevos ricos.
Una decena de burócratas del PC cubano comienza a beneficiarse producto del plan económico de la doble moneda, exacerbando la desigualdad social. Es que un sector de trabajadores de empresas mixtas tiene sueldos diferenciados, mientras la gran mayoría de los obreros y campesinos tienen sus salarios devaluados y cobran 18 dólares mensuales, salarios que no se cobran ni en la más negrera maquiladora china. Así se profundiza a grado extremo la desigualdad y se comienza a liquidar la conciencia igualitaria de las masas. Pues cada vez más los obreros y los campesinos cubanos identifican al “socialismo” como el causante de toda sus miserias y penurias. Esta política contrarrevolucionaria, socavaba a fondo el régimen de transición, y le daba vía libre a los elementos capitalistas de la economía cubana en detrimento de los elementos socialistas del régimen de transición.
El imperialismo, implementaba una mayor profundización en la colonización de Latinoamérica vía el ALCA, que significaba nada menos que un nuevo ataque al conjunto de las masas en el continente. En 1997 se abre una crisis económica mundial, donde se fugan los capitales de los países llamados “emergentes”, dejando a la deriva a las economías que subsistían a base de endeudamientos. Ante semejante ataque del capital financiero, las transnacionales y las burguesías cipayas, la respuesta de las masas no se hizo esperar. Ante el fantasma de la revolución que recorría el continente americano, desde Ecuador en 1997, la revolución argentina de 2001, la boliviana de 2003-2005, la lucha contra la guerra y por los derechos de los inmigrantes en Estados Unidos, la comuna obrera y campesina en Oaxaca, la burocracia veía amenazada su existencia misma y sus planes de imponer definitivamente la restauración capitalista para transformarse en la nueva burguesía nativa de Cuba.
Por ello necesitaba avanzar en acciones contrarrevolucionarias en el continente. Fidel Castro viajando a cada uno de los países donde se desarrollaban acciones revolucionarias, impidió que se conquistaran “nuevas Cubas” en Argentina, Ecuador, Bolivia, en México y la clase obrera fue sometida a su propia burguesía país por país.
El castrismo desplegó una política de frentes populares para cercar y estrangular las revoluciones que se iniciaron en el continente y luego fue el garante de los pactos anti obreros que impusieron el imperialismo y las burguesías nativas en Bolivia y Colombia, sobre los cuales se asentaron los golpes contrarrevolucionarios como la dictadura militar en Honduras, la ocupación militar en Haití, la masacre a la resistencia en Colombia y la instalación de 5 bases militares para convertirla en un portaviones yanqui, la militarización en México, la asonada fascista en Bolivia y la intentona golpista en Ecuador. Como parte de esta política contrarrevolucionaria, el ala izquierda del FSM, los renegados del trotskismo cumplieron un rol fundamental dentro del frente popular establecido, la de contener y maniatar con el ELAC a la izquierda del proletariado subordinándolo a las burguesías y a los gobiernos de la “revolución bolivariana” y al “democrático” Obama.
Sobre esta relación de fuerza entre las clases es que la burocracia restauracionista, ese eslabón fundamental de la expropiación de la revolución obrera y campesina de principios del siglo XXI, profundiza sus ataques al proletariado cubano antes que la revolución vuelva a ponerse de pie, esta vez contra Obama, los bolivarianos y los Castro.
Así, llegamos al tercer momento de avance restauracionista en Cuba, cuando al calor de la crisis capitalista abierta desde 2007-08, en el Congreso de las Juventudes Comunistas del PCC realizado en 2010 vota que hay que despedir a 1 millón de trabajadores. Bajo el golpe a la revolución latinoamericana expropiada por la “Revolución Bolivariana”, a la que se subordinaron todos los renegados del trotskismo, se impone en Cuba un gobierno abiertamente restaurador del capitalismo en la Isla.
El castrismo comienza a infringirle a las masas cubanas fuertes elementos de desmoralización para que cada vez identifiquen más al “socialismo”, no como una conquista, sino con salarios de hambre, inflación, carestía de la vida y miserables cartillas de racionamiento.
Luego de que el castrismo jugó un rol crucial contrarrevolucionario ante la revolución latinoamericana, comienza a colocarse como el principal agente del imperialismo para la restauración, ganándose ese lugar por haberle salvado su propiedad privada a la burguesía y al imperialismo en el continente americano, en el sur de África y dentro mismo de los Estados Unidos, esto se demostró con el ingreso de Cuba al ALBA y el consecuente saludo de Castro al gobierno de Obama.
Lo que está en curso hoy en Cuba es una abierta acción burguesa contrarrevolucionaria. La camarilla de los Castro disciplina a las capas más ávidas y ansiosas de propiedad, que intentan dar zarpazos para acelerar la conquista definitiva del derecho de herencia. Así busca evitar el disgregamiento del régimen restaurador, para que no se abran brechas en las alturas, por las que puedan irrumpir las masas cubanas enfrentando la restauración.
Con las resoluciones del VI Congreso del PCC quieren terminar definitivamente de imponer una economía capitalista en la isla. Con política contrarrevolucionaria y con la imposición de un frente popular continental que cercó y estranguló la revolución, asentando los golpes que el imperialismo daba a las masas, el castrismo se prepara abiertamente para transformar a Cuba en una “nueva Venezuela” capitalista. El Papa bajo las órdenes del imperialismo vino a bendecir este verdadero golpe contrarrevolucionario contra los explotados del mundo. |