Las masas vuelven a ganar las calles y toman la Plaza Tahrir por el pan y la libertad
¡Abajo la dictadura militar, agente del imperialismo y sostenedora del sionismo!
¡Huelga general revolucionaria hasta que caiga!
¡Disolución de todas las fuerzas represivas!
¡Paso a los comités de soldados!
¡Armas para el pueblo!
Por un gobierno provisional
revolucionario obrero y campesino
Desde el viernes 20/9 las masas de Egipto volvieron a ganar las calles. Fueron movilizaciones masivas de cientos de miles que sacudieron las principales ciudades como El Cairo, Alejandría, Suez, Port Said, Mahalla, entre otras. En El Cairo, las masas volvieron a ocupar la Plaza Tahrir, después de 6 años, desafiando a la dictadura de Al Sisi. El grito de guerra que recorrió estas enormes acciones de masas fue “¡Fuera Al Sisi!” y volvió a resonar la consigna de la revolución de 2011 “¡El pueblo quiere la caída del régimen!”. Asimismo, en sus movilizaciones masivas se veían enormes banderas de la revolución siria, en apoyo a sus últimas trincheras en Idlib, puesto que se trata, como siempre lo fue, de una misma revolución en toda la región.
La dictadura de Al Sisi descargó una brutal represión sobre las movilizaciones utilizando a su policía. Luego, el ejército comenzó una persecución para encarcelar a la vanguardia de dichas protestas. Ya hay más de 2000 nuevos presos. Es que desde 2013, en Egipto gobierna una brutal dictadura contrarrevolucionaria como la de Al Sisi, donde las protestas están prohibidas, las cárceles están llenas de presos políticos (se estima que ya son más de 60.000) e inclusive algunos cientos de ellos fueron condenados a muerte, a la vez que liberaron al ex dictador Mubarak.
Como ayer en 2011, el levantamiento de Egipto hoy es un eslabón de una única cadena de procesos revolucionarios que recorren la región, como los enormes combates revolucionarios que vemos en Irak y Líbano. Se han sublevado contra la sangrienta dictadura contrarrevolucionaria de Al Sisi y su ejército, que controla más del 50% de la industria y mantiene la administración del Canal de Suez, por donde pasa el comercio que conecta los puertos del Océano Pacífico y el Índico con el Mar Mediterráneo y Europa. Son los guardianes de las rutas de comercio de las transnacionales imperialistas a cuenta de estas últimas. Son los lugartenientes de EEUU, financiados directamente por el tesoro yanqui, que todos los años destina miles de millones de dólares al ejército egipcio. No por nada ayer Obama avaló y sostuvo el golpe de estado de Al Sisi, y hoy Trump lo saluda como “su dictador favorito” prestándole apoyo abierto e incondicional, como viene de hacerlo en sus recientes declaraciones de las reuniones que se celebraron los pasados días en la ONU.
Por otra parte, el ejército egipcio es un sostén fundamental del Estado sionista-fascista de Israel, al cual reconocen de hecho y de derecho desde el pacto de Camp David del ’78 y lo abastecen con gas natural a precio subsidiado.
Así, el ejército es la principal fracción burguesa egipcia asociada al capital financiero internacional. Inclusive, desde 2013 ha desplazado a otras fracciones burguesas, como los Hermanos Musulmanes (cuyo partido fue ilegalizado), mientras que el resto se encuentran completamente subordinadas al generalato.
Los padecimientos inauditos de las masas las empujan a esta enorme lucha contra Al Sisi y buscan retomar la revolución de 2011, esta vez victoriosa, para conquistar sus demandas
Aún ante semejante régimen de terror, los explotados enfrentan al ejército porque su situación no se aguanta más. Ellos pasan hambre y miseria, mientras el ejército maneja enormes fortunas y las transnacionales se llevan superganancias de Egipto. El detonante que hizo estallar la bronca de las masas fue cuando, por brechas entre sectores de la burguesía, salieron a la luz los negocios millonarios que estaban haciendo los generales a costa de los padecimientos de los explotados. Hoteles lujosos fastuosos de 7 estrellas y obras faraónicas de construcción mientras las masas no tienen vivienda, visten con harapos y caminan descalzos por las calles de El Cairo de esquina en esquina buscando alguna changa por unas monedas, su única aspiración a conseguir trabajo.
Esta realidad salió a la luz a partir de denuncias de Mohammed Ali, un empresario multimillonario que fue contratista del ejército para sus obras faraónicas de construcción, al cual no le pagaron y se exilió en Barcelona, hizo denuncias de corrupción con información desde adentro, puesto que él fue parte de esos grandes negociados y no de los padecimientos inauditos de las masas egipcias. Mohamed Ali, desde la tranquilidad y seguridad de lujosas viviendas de Europa, pide su parte. Las masas ganan las calles arriesgándose al choque con esta sangrienta dictadura sin miedo a lo que les pueda suceder porque saben que si no la derrocan, mueren de hambre.
Así, las masas vuelven a por sus demandas de la revolución de 2011 de pan, dignidad y libertad, que no han sido resueltas para nada. Por el contrario, con aumento de precio de alimentos, baja de salarios, despidos, desocupación creciente y hasta llegando a no pagar los salarios en varias empresas del estado -como las textiles ubicadas en Mahalla- los distintos gobiernos que se sucedieron desde 2011 a la fecha le han arrojado a los trabajadores y el pueblo la crisis económica que vivía Egipto sobre sus hombros.
En 2016, el FMI le otorgó un crédito a Al Sisi para “salir de la recesión”, pero a costa de una mayor miseria de las amplias masas de Egipto. Es que Al Sisi, bajo las órdenes del FMI, siguió imponiendo un brutal ataque con una terrible devaluación de la moneda (la libra egipcia), cuestión que redujo aún más el poder adquisitivo de los trabajadores e inclusive de las clases medias arruinadas. Hoy el dólar se ha valorizado a nivel internacional, lo que ha llevado a la libra egipcia a devaluarse aún más y profundizar los padecimientos de las masas. Los salarios promedio ya no alcanzan las necesidades básicas y la pobreza ha aumentado a niveles altísimos, ya alcanzando el 32,5%. En otras palabras, los generales egipcios hicieron los negocios con el imperialismo y le hacen pagar la deuda y los costos a los trabajadores y el pueblo con hambre y miseria.
¡Abajo la dictadura de Al Sisi!
¡Por la disolución de todas las fuerzas represivas!
Las masas ya ganan las calles al grito de ¡Fuera Al Sisi! y ¡El pueblo quiere la caída del régimen! El mismo grito de guerra de la revolución de 2011 que derrocó a Mubarak. En aquel entonces la política de las direcciones de las masas fue llamar a elecciones y Asambleas Constituyentes y realizar frentes con burgueses “democráticos”, dedicándose a salvaguardar al ejército y su casta de oficiales. Esta fue la casta de oficiales que terminó dando el golpe de estado en 2013 (ver recuadro). Esta vez no podemos permitir que se repita la misma tragedia.
Para que haya solución al hambre y la miseria, recuperar el derecho a hacer reuniones, protestas, poner en pie sindicatos o tener elecciones libres hay que derrocar a la dictadura. Esta es la primera tarea democrática a resolver en Egipto, la de terminar con esa casta de oficiales comandada por el Pentágono y Wall Street. ¡Hay que desarmar y disolver todas las fuerzas represivas! ¡Que los soldados rasos constituyan comités y destituyan a sus oficiales! ¡Juicio y castigo a todos los generales asesinos del pueblo egipcio y ladrones de las riquezas de la nación! ¡Libertad a todos los presos políticos!
¡Hay que armar a los trabajadores y campesinos hoy sublevados!
¡Huelga general revolucionaria hasta que caiga la dictadura! Hay que paralizar todas las fábricas, yacimientos gasíferos, establecimientos públicos, transporte… Parando Egipto los trabajadores demostrarán quién hace funcionar a la nación y quiénes realmente son los dueños de las riquezas que estos generales les roban a cuenta del imperialismo.
¡Hay que recuperar lo que estos parásitos nos robaron! Para salir de la pobreza y la miseria, para tener salarios y una vida digna, para tener pan, ¡hay que expropiar sin pago y bajo control de los trabajadores las fábricas, empresas y propiedades del ejército y de las transnacionales que saquean Egipto! ¡Hay que expropiar todas las tierras ricas del Nilo, capaces de producir alimentos para todos los explotados! ¡No al pago de la deuda externa! ¡Fuera el FMI! Nacionalización de la banca en un banco estatal único bajo control de los trabajadores, que pueda dar créditos baratos a los campesinos arruinados.
¡Los de abajo tienen que tomar la resolución de la crisis en sus manos! Hay que poner en pie los organismos de las masas aptos para este combate contra la dictadura y el imperialismo, por expropiar a los capitalistas, para resolver el problema del pan… las masas necesitan sus organismos de autodeterminación… como los comités populares, las asambleas de los explotados. Hay que poner en pie comités de obreros, campesinos y soldados. ¡Paso al poder de los de abajo!
Por un gobierno provisional revolucionario obrero y campesino, de la amplia mayoría del pueblo explotado, apoyado en estos comités. Este gobierno, sobre la base de destrozar a la casta de oficiales y disolver el ejército y todas las fuerzas de represión, y del armamento de las masas será el único capaz de garantizar inclusive que se convoque a una asamblea nacional constituyente libre y soberana, con un representante votado cada 10.000, revocables en cualquier momento por sus electores, que ganen el salario promedio de un obrero.
En Medio Oriente, EEUU, Europa y a nivel mundial, una misma clase, una misma lucha
El derrocamiento de la dictadura de Al Sisi es un gran golpe revolucionario en todo Magreb y Medio Oriente, comenzando por Palestina. Es que el ejército egipcio es un sostén fundamental del estado sionista-fascista de Israel. Su caída pone a la orden del día, como en 2008, derribar el muro de Rafah (frontera Egipto-Palestina) que cerca al pueblo palestino en Gaza y unificar la lucha de los explotados egipcios con la del pueblo palestino por la destrucción del estado sionista-fascista de Israel, volviendo a sublevar Cisjordania y toda la diáspora contra el ocupante.
Ayer la burguesía palestina, cuando toda la región ardía en el fuego revolucionario de 2011, planteó a su pueblo que debía ser neutral en estos combates para que se solidaricen con ellos tanto las masas como los gobiernos cuando estos últimos estaban sosteniendo al sionismo. Así, el pueblo palestino fue aislado y separado de sus verdaderos aliados y al imponerse los gobiernos lacayos del imperialismo que le cuidan la frontera al sionismo como Al Assad, el Estado sionista-fascista de Israel se fortaleció y arremetió contra las masas palestinas. Trump le reconoció a Jerusalén como capital y como legítima su ocupación del Golán. Hoy el combate de las masas de Egipto tiene la oportunidad de saldar con tanta traición y unificar a las masas palestinas con la lucha revolucionaria de los pueblos oprimidos de Medio Oriente.
El combate en Egipto es un gran aliado de las masas sirias que resisten en Idlib… y así lo han entendido las masas egipcias levantando la bandera de la revolución siria y en Idlib levantando la bandera de Egipto. ¡Allí, como en Irak, Líbano, etc. están sus fuerzas para que no caiga Idlib!
Es un soplo de aire fresco para los trabajadores iraníes que enfrentan a los Ayatollahs. Es parte de una nueva oleada revolucionaria de los explotados que vuelven a levantarse contra el hambre y la miseria que sufren mientras el imperialismo, las petroleras y sus gobiernos y regímenes lacayos hacen jugosos negocios. Los explotados se han sublevado hoy en Irak contra el protectorado yanqui y en Líbano han ganado las calles de Beirut al grito de “el pueblo quiere la caída del régimen”. A principios de año, lo mismo sucedió en Argelia y Sudán. De El Cairo a Gaza y Jerusalén, de Túnez a Beirut, de Argel a Khartoum y Bagdad… ¡Una misma intifada!
¡Por una federación de repúblicas obreras y socialistas en todo Magreb y Medio Oriente!
Los aliados de este combate se levantan en los países imperialistas. En EEUU, son los trabajadores, como los de la GM, que enfrentan a las transnacionales imperialistas, a los super-bancos de Wall Street, al gobierno de Trump, en lucha por recuperar sus conquistas arrebatadas ayer por Obama y el Partido Demócrata, levantando así las demandas de la clase obrera mundial. En Francia, son los Chalecos Amarillos y los Chalecos Negros que ganan las calles. ¡Son los que se levantan contra las transnacionales y en el corazón de las siete hermanas petroleras que saquean Medio Oriente!
Ayer en 2011 en EEUU y en Egipto resonaba el grito “¡Oakland y Egipto son un solo puño!”, mientras los trabajadores de Wisconsin levantaban la consigna “¡Hay que luchar como en Egipto!”. ¡Este es el camino, el de la unidad internacionalista de la clase obrera para enfrentar al imperialismo y sus lacayos como Al Sisi!
¡Una misma clase, una misma lucha contra un mismo enemigo!
Leandro H.
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Las direcciones traidoras repiten sus fórmulas de 2011 que llevó la revolución a la derrota
En 2011, como parte de una misma cadena de revoluciones en todo Magreb y Medio Oriente por el pan y la libertad contra los aumentos siderales del precio de los alimentos y por la caída de las dictaduras que imperaban en aquellos países, los trabajadores y el pueblo de Egipto llevaron adelante jornadas de masas, choques con la policía donde se tomaron todas las comisarías, derrotaron a las bandas fascistas que las quisieron desalojar de la Plaza Tahrir, realizaron tomas de fábricas y una huelga general. Dejaron jalones de organismos de autodeterminación, como fueron los comités populares y asambleas como en la Plaza Tahrir. Conquistaron la caída de Mubarak, como en Túnez cayó Ben Ali, en Libia fue derrotado Qadafy. Pero sus direcciones las llevaron a “frentes democráticos” con otros burgueses “progresistas”, para conquistar reformas democráticas del régimen, sin desarmar las fuerzas represivas ni disolver la casta de oficiales del ejército. La burguesía preservó su banda de hombres armados que defiende su propiedad.
Desde el comienzo del proceso de 2011, los ex trotskistas del PO y PTS de Argentina, el SWP inglés y su partido en Egipto los Socialistas Revolucionarios (SR), la Tendencia Marxista Internacional (Militant) de Inglaterra, entre otros, levantaron un programa de elecciones, asamblea constituyente y de poner en pie sindicatos, dejando intacta a la casta de oficiales para que esta haga una “transición democrática”. Así fue cómo la revolución fue desviada y llegaron al poder Morsi y los Hermanos Musulmanes, que atacaron duramente a la clase obrera con un aumento brutal del precio del pan y la carestía de la vida. Cuando las masas volvieron a las calles para enfrentarlo en 2013, las direcciones de los explotados encabezadas por el Movimiento 6 abril hicieron un frente con la burguesía “democrática”, quien a su vez llamó a que intervenga el ejército, que posaba de “amigo del pueblo” y estaba bajo el mando de Al Sisi… La izquierda mundial apoyó este “frente democrático”, afirmando que era posible conquistar aperturas democráticas en frentes con sectores burgueses y preservando las fuerzas armadas de la burguesía, cuestión que derivó en la sangrienta y cruel dictadura fascista contrarrevolucionaria de Al Sisi.
Hoy, estas corrientes dicen que estamos ante una “segunda primavera árabe”. Los SR dicen, en una declaración sobre Mohamed Ali, que hay que aprender sobre quiénes son los aliados para que la revolución no sea robada como en 2011, y en declaraciones posteriores insisten en realizar “un frente único de todas las fuerzas de la oposición” con la perspectiva de “explotar las condiciones de volver a poner en pie sindicatos, organizaciones estudiantiles y políticas y restaurar los espacios políticos cerrados a la fuerza por la contrarrevolución”. Siguen marcando el paso en esta política de “frentes democráticos”, buscando a ver dónde está el burgués con el cual conseguir conquistas democráticas sin tocar la casta de oficiales del ejército ni disolver su banda de hombres armados.
Se siguen negando a organizar comités de soldados que destituyan a los oficiales y el armamento generalizado del pueblo. Ya en 1917, en plena revolución rusa, Lenin advertía la única manera de enfrentar verdaderamente contra un régimen de autocracia como el zarismo que imperaba en aquel momento o la dictadura de Al Sisi en Egipto hoy. “Si se ha de luchar realmente contra la monarquía zarista, se ha de garantizar la libertad en los hechos y no solo de palabra (…)la única garantía de libertad y de destrucción completa del zarismo reside en armar al proletariado, en consolidar, extender, desarrollar el papel, la importancia y la fuerza del soviet de diputados obreros. Todo lo demás es pura fraseología y mentiras, vanas ilusiones por parte de los politiqueros del campo liberal y radical, maquinaciones fraudulentas. Ayuden a armarse a los obreros o al menos no estorben en esta tarea y la libertad será invencible en Rusia, la monarquía no podrá ser restaurada y la República se verá asegurada. De lo contrario, los Guchkov y los Miliukov restaurarán la monarquía y no otorgarán ninguna, absolutamente ninguna de las “libertades” por ellos prometidas. Todos los políticos burgueses en todas las revoluciones burguesas han “alimentado” a los pueblos y engañado a los obreros con promesas”. (Lenin, Cartas desde Lejos, Primera Carta, negritas nuestras).
La cuestión ya está clara. De un lado, el marxismo revolucionario con el programa para el triunfo de la revolución. Del lado, las corrientes que han renegado de él levantando programas de frentes democráticos con sectores burgueses, sin disolver su ejército, sin derribar el poder de la burguesía y sin plantear que hay que poner en pie el poder de los de abajo… es decir, preparando una nueva derrota como en 2011. |
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