18 de octubre de 1938
La fundación de la IV Internacional
Trotsky reitera la misión de la IV Internacional
A continuación se publica el texto del discurso de León Trotsky que se transcribió por medio de un dictáfono, a la reunión de masas que tuvo lugar en Nueva York para celebrar la fundación de la IV Internacional y el décimo aniversario del movimiento trotskista en ese país.
Queridos camaradas y amigos:
Espero que esta vez les llegue mi voz y poder así participar en esta doble celebración de ustedes. Ambos acontecimientos, el décimo aniversario de nuestra organización norteamericana y el congreso de fundación de la Cuarta Internacional, son incomparablemente más dignos de la atención de los obreros que las gesticulaciones belicosas de los jefes totalitarios, las intrigas diplomáticas o los congresos pacifistas.
Los dos hechos pasarán a ser importantes hitos históricos.
Es necesario hacer notar que el surgimiento del grupo norteamericano de bolcheviques leninistas, debido a la valiente iniciativa de los camaradas Cannon, Shachtman y Abern, no fue un hecho aislado. Coincidió aproximadamente con el comienzo del trabajo internacional sistemático de la Oposición de Izquierda. Es cierto que la Oposición de Izquierda surgió en Rusia en 1923, pero la tarea regular a escala internacional comenzó con el Sexto Congreso de la Cominten.
El trabajo comenzó en 1928
Sin que mediara un encuentro personal entre nosotros, llegamos a un acuerdo con los pioneros norteamericanos de la Cuarta Internacional, ante todo, sobre la crítica al programa de la Internacional Comunista. Y en 1928 comenzó el trabajo colectivo que después de diez años llevó a la elaboración del programa que recientemente adoptó nuestra conferencia internacional. Tenemos derecho a afirmar que en esta década fuimos persistentes, pacientes y honestos. Los bolcheviques leninistas, los pioneros internacionales, nuestros camaradas de todo el mundo, buscaban el camino de la revolución, como genuinos marxistas, no en sus sentimientos y deseos sino en el análisis de la marcha objetiva de los acontecimientos. Sobre todo’ nos guiaba la preocupación de no engañar a los demás ni a nosotros mismos. Investigamos seria y honestamente y encontramos algunas cosas importantes. Los hechos confirmaron tanto nuestros análisis como nuestros pronósticos. Nadie puede negarlo. Ahora es necesario permanecer fieles a nosotros mismos y a nuestro programa. No es fácil. Las tareas son tremendas, los enemigos innumerables. Sólo tenemos derecho a dedicar tiempo y atención a la celebración de este’ aniversario en la medida en que las experiencias pasadas nos sirvan para prepararnos para el futuro.
Nuestras tareas históricas
Queridos amigos, no somos un partido igual a los demás. No ambicionamos solamente tener más afiliados, más periódicos, más dinero, más diputados. Todo eso hace falta, pero no es más que un medio. Nuestro objetivo es la total liberación, material y espiritual, de los trabajadores y de los explotados por medio de la revolución socialista. Si no la hacemos nosotros, nadie la preparará ni la dirigirá. Las viejas internacionales -la Segunda, la Tercera, la de Amsterdam, y podemos agregar también el Buró de Londres- están completamente podridas.
Los grandes acontecimientos que se ciernen sobre la humanidad no dejarán piedra sobre piedra de estas organizaciones que se sobreviven. Sólo la Cuarta Internacional mira con confianza el futuro. ¡Es el partido mundial de la revolución socialista! Nunca hubo un objetivo más importante. Sobre cada uno de nosotros cae una tremenda responsabilidad histórica.
Las exigencias que tenemos
El partido nos exige una entrega total y completa. Que los filisteos sigan buscando su individualidad en el vacío; para un revolucionario darse enteramente al partido significa encontrarse.
Sí, nuestro partido nos toma por entero. Pero en compensación nos da la mayor de las felicidades, la conciencia de participar en la construcción de un futuro mejor, de llevar sobre nuestras espaldas una partícula del destino de la humanidad y de no vivir en vano.
La fidelidad a la causa de los trabajadores nos exige la mayor devoción hacia nuestro partido internacional. El partido, por supuesto, también puede equivocarse. Con el esfuerzo común corregiremos los errores. Se pueden infiltrar en sus filas elementos poco valiosos. Con el esfuerzo común los eliminaremos. Las miles de personas que entren mañana a sus filas probablemente carezcan de la educación necesaria. Con el esfuerzo común elevaremos su nivel revolucionario. Pero nunca olvidaremos que nuestro partido es ahora la mayor palanca de la historia. Alejados de esta palanca, cada uno de nosotros no es nada. Con esta palanca en las manos, somos todo.
No conocemos el miedo
No somos un partido como los demás. No en vano la reacción imperialista nos persigue furiosamente. La camarilla bonapartista de Moscú la provee de asesinos a sueldo. Nuestra joven Internacional ya tiene muchas víctimas. En la Unión Soviética se cuentan por miles. En España por docenas. En otros países por unidades. En este momento los recordamos a todos con gratitud y amor. Sus espíritus continúan la lucha entre nosotros.
Los verdugos, llevados por su estupidez y su cinismo, creen posible atemorizarnos. ¡Se equivocan! Los golpes nos hacen más fuertes. La bestial política de Stalin no es mas que una política desesperada. Pueden matar a algunos soldados de nuestro ejército, pero no atemorizarlos. Amigos, repitamos nuevamente en este día de celebración: NO ES POSIBLE ATEMORIZARNOS.
La camarilla del Kremlin necesitó diez años para estrangular al Partido Bolchevique y transformar al primer estado obrero en una siniestra caricatura. La Tercera Internacional necesitó diez años para abandonar su propio programa y convertirse en un cadáver maloliente. ¡Diez años! ¡Sólo diez años! Permítanme terminar con una predicción: durante los próximos diez años el programa de la Cuarta Internacional se transformará en la guía de millones de personas y estos millones de revolucionarios sabrán cómo dar vuelta al cielo y la tierra.
¡Viva el Partido Socialista de los Trabajadores de Estados Unidos!
¡Viva la Cuarta Internacional |