La política de colaboración de clases llevada adelante por la dirección del FIT ha entrado vertiginosamente en un precipicio que no tiene fin. Frente a los intentos del gobierno de Macri de utilizar a las FFAA en “logística” para las fuerzas de seguridad -es decir, volver a utilizar a los milicos genocidas en la represión interna- se realizó el pasado lunes, una conferencia de prensa en uno de los salones del Congreso de la Nación que aglutinó a organismos de derechos humanos y a dirigentes y parlamentarios kirchneristas, del PJ, e inclusive del FIT y de la izquierda.
Es claro que frente al ataque a las condiciones de vida del pueblo que está llevando a cabo el gobierno con la flexibilización laboral y el acuerdo de coloniaje con el FMI, Macri y el régimen de los partidos patronales se recuestan en las instituciones más bonapartistas de la reaccionaria Constitución de 1852-1994, como la Justicia y, tal como intenta hacer ahora, en la casta de oficiales de las FFAA. En un plan continental del imperialismo yanqui que busca imponer en su patio trasero, los regímenes más reaccionarios y bonapartistas que pueda para garantizar su ofensiva recolonizadora en América Latina. Hoy vemos cómo el régimen de las 9 bases militares pega un salto con la entrada de Colombia a la OTAN, a las FFAA brasileras ocupando Río de Janeiro, y a los gobiernos bolivarianos retirándose de la arena histórica masacrando al pueblo.
El gobierno de Macri y la burguesía argentina saben que el choque con la clase obrera es inevitable y necesitan a las FFAA con las manos libres para reprimir y aplastar al pueblo si así lo necesitasen para salvaguardar sus ganancias y su propiedad. El conjunto de la burguesía y su régimen de la constitución de 1853-1994, son conscientes de que no puede volver a suceder lo ocurrido en diciembre del 2001 en donde no pudieron utilizar a los generales asesinos. Por eso necesitan sacar a las calles a las FFAA con cualquier tipo de justificativo.
Frente a este salto en el blindaje del régimen contra los trabajadores y explotados, los revolucionarios no somos neutrales ni abstencionistas. Impulsamos todo tipo de unidad de acción con todos aquellos sectores que quieran enfrentar consecuentemente ésta política, luchando por disolver a la oficialidad asesina de las FFAA, encarcelar a todos los genocidas, para que ningún soldado salga de los cuarteles y para rodear éstos al primer intento de mover una tropa con el objetivo de utilizarlas para reprimir al pueblo llamando a poner en pie los comités de soldados rasos junto a las organizaciones obreras. Impulsaríamos esta pelea junto al propio “diablo” sin pedir qué éste deje de serlo. Pero la conferencia en la que estuvieron parlamentarios del FIT y dirigentes de izquierda nada tuvo que ver con esto.
En ella estuvieron Bregman (PTS), Maria del Carmen Verdú (CORREPI), Vilma Ripoll y Bodart (MST), junto Felipe Solá, el asesino de Santillán y Kostequi, y la ex-Ministro de Seguridad kirchnerista Nilda Garré. Pero para nada se trato de una política de unidad de acción. Esa conferencia no definió absolutamente nada. En esa conferencia de prensa la izquierda no defendió ninguna posición de clase ni denunció como cómplices de Macri a los partidos y dirigentes burgueses que estaban allí. Es más, se calló cada una de las tropelías que éstos cometieron contra los trabajadores. Bajo la justificación de una supuesta unidad de acción, encubren de hecho, una política de colaboración de clases, que le impide a la clase obrera poder derrotar la avanzada reaccionaria del gobierno y los capitalistas.
¿Qué significa esto? En primer lugar, que Bregman, Verdú, Ripoll y Bodart les lavaron la ropa sucia a los partidos patronales como el PJ. Éstos no solo fueron parte de los que llamaron a la casta de oficiales de las Fuezas Armadas genocidas a aplastar a los trabajadores en 1976, sino que durante toda la democracia le garantizaron impunidad a los mismos votando las leyes de “obediencia de vida”, el “punto final” y los juicios truchos que encarcelaron a un puñado de milicos gerontes para salvar a los altos oficiales en actividad, que en los '70 eran parte de los Grupos de Tareas y hoy son generales, como Milani. Esos mismos partidos patronales dirigieron la represión de esta democracia para ricos desde las instituciones del estado.
En segundo lugar, el FIT y el MST le plantean a los trabajadores que las libertades democráticas se pueden defender junto a la burguesía y los partidos patronales “democráticos”. Una vergüenza. El PJ y el kirchnerismo, que estaban sentados con Bregman y compañía, no están por disolver la casta de oficiales genocidas de las FFAA, ni ninguna fuerza de represión contra los trabajadores. No dudaron ni un segundo en utilizar a las fuerzas de represión para reprimir, perseguir, encarcelar y masacrar al pueblo. Y no dudaran en hacerlo si son nuevamente gobierno, para garantizar no sólo la propiedad de las transnacionales imperialista sino la suya propia.
Por eso plantear que las libertades democráticas se pueden defender con los kirchneristas y el PJ es una estafa.
En la “democracia” de los esclavistas, las libertades para el pueblo existen no por beneplácito de los explotadores, sino por la lucha revolucionaria de los explotados.
Insistimos en que los socialistas revolucionarios no somos neutrales en esta lucha. Solo se puede defender las libertades democráticas en las calles, con los métodos de combate de la clase obrera, la huelga general, los piquetes, los comités de autodefensa, contra las bandas armadas de la “democracia” patronal. Y se debe explicar a la clase obrera que toda conquista se perderá si no triunfa la revolución socialista.
El FIT, el MST, el MAS, se niegan a plantear esto y renuncian de antemano a la lucha en defensa de las libertades democráticas. Con sus métodos parlamentarios y su política de colaboración de clases y su sometimiento, el FIT impide que la vanguardia obrera dirija al proletariado a romper con la burguesía. Su política es criminal a la hora de defender las libertades democráticas frente a los golpes del Estado. Los obreros de vanguardia deben combatir todo veneno de conciliación y sometimiento a las instituciones de la “democracia” patronal. De eso dependerá en gran medida el futuro de las libertades democráticas.