Elecciones en Argentina:
una trampa mortal contra los trabajadores
Los explotados de la Argentina han sido llevados a una nueva trampa electoral en medio de una pavorosa crisis económica. La oligarquía financiera de Wall Street, el FMI y los grandes capitalistas han saqueado la nación y la llevaron a la bancarrota.
Los trabajadores lo pagan con despidos, cierres de fábrica y tarifazos y una devaluación e inflación que pulverizaron el salario en un 40% solo en los últimos dos meses.
Esta trampa electoral infame fue una enorme conspiración de los capitalistas para imponer el desvío de la lucha en las calles contra el gobierno de Macri y el FMI y hacernos pagar la crisis a los trabajadores.
Los Fernández no vienen a ponerle plata en los bolsillos a la clase obrera, sino a ponerles la pistola del crac económico en la sien para obligarlos a rendirse y arrancarles todas sus conquistas.
Por eso F-F sostienen a Macri para que llegue a diciembre matando de hambre al pueblo y se preparan para sucederlo y continuar el ataque, tan o más duramente que Piñera, Bolsonaro o Lenín Moreno en Chile, Brasil y Ecuador.
En estas elecciones, la clase obrera es obligada a optar entre dos de sus verdugos.
En diciembre de 2017, en Buenos Aires se empezó a enfrentar al FMI y los capitalistas como hoy se pelea en Santiago de Chile. Dejamos a Macri gravemente herido dándole una paliza a la policía en Plaza Congreso. El PJ y la burocracia sindical y piquetera lo salvaron con el verso de que lo sacábamos en 2019 con elecciones.
El PJ sostuvo a Macri desde el parlamento y las gobernaciones.
La burocracia entregó cada una de las luchas de resistencia contra los despidos y por salario durante todo 2018 y 2019. Incluso rompió piquetes con sus pistoleros, como en Chubut, Ecocarnes o Electrolux. Ese es el “pacto social” que quiere institucionalizar Fernández. Ya existe y lo pagamos los obreros con despidos, hambre y miseria. Esta trampa electoral es un “anti” diciembre de 2017.
La burocracia y los Fernández nos sacaron del camino de Chile y Ecuador. Y cuanto más nos sacaron de las calles, más nos tiraron la crisis y más se profundizó la guerra contra los trabajadores.
Recordemos lo que pasó después de las PASO. Macri nos devaluó un 30% el salario en un día, con la aprobación de Fernández y Kicillof. Y cuando ardía Chubut y estaba planteado hacer otro diciembre de 2017, Fernández y la burocracia sindical llamaron a “no entrar en provocaciones y abandonar las calles”. ¡Cuánto cinismo! ¡Los despidos, la devaluación y la inflación se profundizaron! ¡Los capitalistas nos hacen la guerra y a los obreros nos imponen la “paz social”!
Esa es la conspiración del “Club de los 6” (la Sociedad Rural, la UIA, la Bolsa, la banca imperialista y las cámaras de la construcción y del comercio). Fernández, el que supuestamente viene a “sacar a Macri”, no solo lo salvó, no solo es su principal sostenedor, sino que incluso cogobierna con él y es su cómplice en el ataque al pueblo.
La guerra de clases ya está acá. Piñera, el presidente de Chile, lo declaró públicamente.
Los explotados se sublevan y acorralan a los gobiernos y regímenes sirvientes del imperialismo y el FMI en Chile, Ecuador, Honduras, Haití. América Latina comienza a hablar el lenguaje de la revolución y la contrarrevolución.
El mayor obstáculo de la clase obrera para vencer es su dirección. En Chile, ni el PC desde la CUT, ni el Frente Amplio ni la Central Clasista llamaron a hacer barricadas y la huelga general revolucionaria. En Ecuador, ni la CONAIE ni la FUT llamaron a las jornadas revolucionarias contra Moreno y el FMI. Ninguna dirección organizó el levantamiento de Haití. Todo esto lo impusieron las masas con su combate. Sus direcciones están para sostener a los gobiernos y regìmenes lacayos del imperialismo.
En Argentina, el FIT-U demostró ser parte del problema de los trabajadores, no su solución. Durante todo 2018 y 2019 desorganizó a la vanguardia obrera y la sometió a la trampa electoral, en momentos de un brutal ataque de los capitalistas. Mientras la vanguardia enfrentaba los despidos y cierres de fábrica y las paritarias de hambre, el FIT-U se negaba a coordinarla y decía (y dice) que la tarea es meter diputados de izquierda en el parlamento.
Ahora habla de Chile y Ecuador pero jamás llamó a derrotar a Macri y el FMI en las calles, cuando las condiciones estaban más que maduras. En diciembre de 2017, Del Caño pedía a gritos una “consulta popular”. ¡El “Pollo” Sobrero incluso se disculpó públicamente por decir que había que echar a Macri!
Y no solo eso; después de las PASO, cuando los trabajadores de Chubut acorralaban al gobernador Arcioni –el amigo de Fernández- a pesar del infame aislamiento impuesto por la burocracia sindical, los dirigentes del FIT-U como Bregman o Belliboni del Polo Obrero dijeron abiertamente que querían que Macri llegue a diciembre, negándose a luchar por coordinar y extender el Chubutazo al resto del país. Una vergüenza.
La verdad es que el FIT ha impedido todo reagrupamiento de la vanguardia obrera para enfrentar el ataque de los capitalistas y el “pacto social” de la burocracia. Convirtió los encuentros sindicales en meros plenarios de sus tendencias para someter a la vanguardia a la trampa electoral, como quedó demostrado en el encuentro de septiembre en el SUTNA-Pilar.
Hoy dejan correr el corte de boleta a favor de los Fernández, para que Bregman entre al parlamento con votos K, en una escandalosa política de colaboración de clases con el PJ. No es más que la continuidad de lo que vienen haciendo en el Parlamento, donde apoyan leyes infames como la de Emergencia Alimentaria.
El FIT-U desorganizó y desmoralizó a la vanguardia obrera que fue su base social y que lo sostuvo sobre sus hombros durante todos estos años. No hace más que serrucharse la rama sobre la que está parado.
La vanguardia obrera en Argentina debe reagrupar sus fuerzas. El FIT-U demostró ser un obstáculo en la lucha contra los capitalistas. Hay que reunir a los cuadros más perspicaces del movimiento obrero bajo un programa revolucionario irreconciliable con la burguesía, que prepare a la vanguardia obrera para los futuros combates.
Ese programa es el de la IV Internacional de 1938. Hay que volver a poner en pie el partido de León Trotsky y Mateo Fossa en Argentina, como parte de la lucha por refundar la IV Internacional.
Los obreros y la juventud socialista de la base del FIT-U tienen que imponerle a su dirección que rompa su subordinación a la burguesía. Contarán con todo nuestro apoyo para esa pelea.
Frente a las elecciones del 27 de octubre, los trotskistas condenamos la política de corte de boleta y colaboración de clases que pregona la dirección del FIT-U. ¡Ningún obrero puede seguir esta política infame! Donde se presentan dirigentes obreros y presos por luchar, como Daniel Ruiz o Alejandro Vilca, llamamos a votar al FIT-U. En Capital Federal, llamamos a votar por Luis Zamora, por representar un voto de independencia de clase.
Ana Negri
Juan Carballo
Sergio Gorosito
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