Hemos leído una nota del compañero Jorge Terracota, columnista del Organizador Obrero Internacional, titulada “El monismo de Altamira y el ejército gorila”. Esa nota es una crítica demoledora al revisionismo totalmente abierto y de ruptura con el marxismo de Altamira y los dirigentes de la Tendencia del Partido Obrero. El mismo Terracota se encarga de citar a Altamira en su dislate anti-revolucionario donde afirma que al Estado burgués y a las Fuerzas Armadas: “Debemos exigirles, no que anulen la coerción estatal, sino que la apliquen en forma consecuente”. (“Un gran equívoco político”, por Mesa Ejecutiva del PO (T), 3/4/2020)
Lo que está haciendo Altamira es plantear un frente único y militar con las fuerzas armadas videlistas. ¡Es que llama a que ejerzan coerción de forma consecuente! Nosotros nos oponemos vehementemente a esto, puesto que afirmamos que si las Fuerzas Armadas aplican la coerción en forma consecuente nuevamente, los desaparecidos no serán 30.000 sino 60.000. Basta ver en China, como veremos luego, donde se aplicó esta política del ejército, que se dedicó a matar a todo civil con fiebre para “aplanar la curva” e impuso la cuarentena a punta de pistola… ¡Vaya modelo el de Altamira! Los obreros argentinos deben saber a dónde lleva esta polémica, sobre la cual hay escritos ríos de tinta.
Utilizando el mismo razonamiento, y yendo aún más lejos, en la misma declaración, Altamira escribe “¿O los obreros norteamericanos deben pedir la expulsión de una nave hospital que atracó en Nueva York?” (ídem). Esto es un dislate. Es una tarea de vida o muerte alejar ese buque militar de la marina norteamericana de las costas de Nueva York. Ese buque está allí, en todo caso, para salvar a la gran burguesía de las 8 manzanas de Wall Street, y no para salvarle la vida a las decenas de miles de obreros negros y latinos que mueren como moscas, inclusive enterrando ellos a los mismos los cadáveres de sus familias en fosas comunes. Ninguno de ellos fue llevado al buque de Altamira.
Ese barco está allí para tratar a los explotados de EEUU como la marina norteamericana trata a los pueblos que oprime y explota en los 5 continentes: a los bombazos. En este punto, la posición de la dirección de la Tendencia del Partido Obrero cae al precipicio. “Frente con los marines para salvar a la clase obrera y al pueblo pobre de EEUU del coronavirus” es la mayor estupidez reaccionaria que haya dicho alguien intentando defender al marxismo revolucionario. Nosotros llamamos a los obreros norteamericanos, a los que ayer cercaban Wall Street, a los que luchan por que las Vidas Negras Importan, a los que luchan por un salario de 15 dólares la hora, a que sepan que las instalaciones médicas de ese barco no están ni estarán para ellos, como no está a su servicio la medicina americana, donde hacerse un test de coronavirus cuesta U$S 3.000.
Altamira se considera a sí mismo omnipotente, como para decir cualquier cosa en nombre del marxismo y resultar inimputable.
Sus colegas de izquierda del FIT escriben ríos de tinta contra la política de Altamira en Argentina. Pero ocultan que el programa de Altamira para Argentina es el que aplican todos ellos en Siria… donde suspenden la lucha de clases y apoyan a las Fuerzas Armadas genocidas de Al Assad y de Putin para que masacren al pueblo sublevado, en aras de una “lucha anti-jihadista”, que ya se cobró 600.000 muertos, y “ejerció una coerción” que esta mugre de izquierda reformista aplaude, dejando 15 millones de refugiados. Allí aplicaron la teoría de los “dos demonios” para apoyar al “menos malo”.
Así el revisionismo del marxismo, en la vida, juega un rol de verdugo de la revolución proletaria.
En esta discusión ha intervenido el PO oficial y Cristian Castillo del PTS. Escribieron sus sesudas notas, “en defensa del marxismo”, desde los cuarteles generales de las fuerzas fascistas de Al Assad, con las que se encuentran ya hace 9 años en un frente común combatiendo al jihadismo y llamando a que se “ejerza una fuerte coerción” contra el mismo.
En Siria, para sostener esta política, utilizan el mismo argumento que Altamira en Argentina: “Debemos lidiar con el fenómeno de la necesidad de la coerción por un lado, y el carácter de clase de las instituciones encargadas de aplicarlas por el otro, incluidos sus métodos prepotentes y sus arrestos arbitrarios.” (ídem)
¡Pero de eso se trata la coerción del ejército argentino… y ni hablar de Al Assad! Todos chapotean en el mismo pantano de lodo y sangre de Medio Oriente.
Jorge Terracota ha titulado su posteo “el monismo de Altamira y el ejército gorila”, y nosotros podríamos titular esta nota como:
“La izquierda reformista en el planeta de los simios”
“El reformismo al desnudo”.
Lo que hace Altamira es llamar a hacer, de hecho, un “frente único” entre las organizaciones obreras y las Fuerzas Armadas para combatir el coronavirus. Para ello llama a poner en pie comités de trabajadores, en los barrios, etc. para impedir los excesos que pudieran tener las Fuerzas Armadas en su “valioso” apostolado de “ejercer la coerción” para “salvar a la civilización de la muerte”. Esto es lo que dice Altamira en su nota previamente citada, de fecha 3/4.
El virus le ha caído mal al FIT y sus adláteres como el Nuevo MAS. Estos se han convertido en una especie de damas mendocinas (las que juntaban joyas para el ejército de San Martín), ya que ahora llaman a hacer colectas y juntada de alimentos para los hambrientos. Ellos, en un flyer publicado a fines de marzo, llaman a una “campaña solidaria para enfrentar la pandemia” y dan cuenta de las donaciones recaudadas y entregadas en barrios de Zona Sur (el 20/4) o meredenderos de Neuquén (el 24/4). Hacerles creer que con donaciones y colectas se resuelve el hambre es de filántropos burgueses y no una posición digna de un socialista. Son como una ONG, o un “cáritas socialista”, que llama a que el pueblo ponga lo que la burguesía se roba. Se han dedicado a este oficio de caridad luego de que le rogaran a Fernández “que controle los precios”… lo que equivale a decir que el zorro cuide a las gallinas. Esta izquierda de Sanders y de los anticapitalistas amigos del Podemos y Lula ya no tiene límites en sus dislates.
Nada distinto viene haciendo el FIT de conjunto, cuyos diputados ruegan por que se reúna el parlamento. ¿Qué buscan? Si ya está todo resuelto. El presidente asumió, por decreto, todo el poder de las instituciones del estado. Y no solo dejó de funcionar el parlamento, e inclusive la misma justicia burguesa, que pasó a segundo plano. El presidente ha disuelto los sindicatos y cooptado a la burocracia sindical a un ministerio con las cámaras empresarias, donde se están destruyendo y liquidando por decretos y pactos secretos todas las conquistas obreras. Es un estado de sitio de hecho… y de derecho.
Aquí lo único que tiene que reunirse y ponerse a funcionar, para parar este brutal ataque de los capitalistas, son los sindicatos, las organizaciones obreras, las asambleas, las comisiones internas, el movimiento piquetero. Como se reúnen y se organizan los de arriba, con distanciamiento social y mucho alcohol en gel. O como lo hace un 30% de los trabajadores, que arriesgan sus vidas todos los días en las fábricas y los hospitales, mientras la burguesía conspira contra el pueblo para sacarle todas las conquistas a los explotados.
“Que se reúna el parlamento” claman Pitrola y Del Caño… Pero se les está acabando la época de parlamentarismo. Ahora les van a hacer una teleconferencia para que aprueben lo que el gobierno, con los 24 gobernadores, apoyados en un régimen policíaco, ya resolvieron.
Los diputados del FIT aturden proponiéndole al gobierno que tome 20 medidas para parar la crisis y la pandemia. Lejos de hacércelas a las masas para que las tomen en sus manos, se las exigen al gobierno y a la parlamento para que las voten y las realicen. La izquierda argentina se ha metido en un callejón totalmente reformista. Ha llamado a suspender la lucha de clases, para que sea el gobierno, el parlamento o la justicia los que comanden la lucha contra la crisis social y la catástrofe humanitaria.
La crisis del capitalismo lleva inevitablemente a la crisis del parlamentarismo. La izquierda lo quiere revivir para vivir ella. Pero la suerte del reformismo también está echada. En las actuales condiciones, la burguesía ya no necesita intermediarios de la izquierda parlamentaria.
Altamira, en aras de su unidad con las Fuerzas Armadas de la burguesía para imponer la cuarentena y que “salvemos nuestras vidas”, también llama a suspender la lucha de clases y a sostener la coerción del ejército burgués.
Para Altamira el Estado, que se reduce en última instancia a la banda de hombres armados, tiene un contenido neutro... ora obrero, ora burgués. Esa es la premisa teórica de Altamira. Es socialdemócrata hasta el fin. Estamos ante una pseudo-teoría stalinista y socialdemócrata. Es la misma premisa que la de sus socios de la izquierda, pero en la versión Altamira, la teoría kautskista de “Estado neutro” se enfoca en el papel activo que deben jugar las Fuerzas Armadas hoy.
Ya en 2002/2003 Altamira fue a las marchas de Blumberg para “cambiarle el contenido” y pidiendo mano dura contra el crimen organizado… Como si hoy defendiera la doctrina Chocobar de la Bullrich. 4000 pibes cayeron por el gatillo fácil, y los delincuentes estaban en la casa de gobierno.
Parecería que para Altamira el coronavirus tiene una virtud enorme: hace que clases irreconciliables dejen de pelear y se unan para combatir contra la pandemia. ¿La burguesía renuncia a aplastar a los hambrientos?
Si estos salen de sus casas, desesperados por el hambre, como ya sucede en decenas de países en el mundo, inclusive rompiendo la cuarentena, las Fuerzas Armadas los coserían a tiros… ¡Y Altamira les dice a los milicos que “ejecuten la coerción” y “defiendan la cuarentena”!
Los obreros se sublevaron porque, como en el norte de Italia, los patrones los llevan a trabajar… ¿Qué harían ante ello las Fuerzas Armadas de Altamira? ¿Hacen un piquete y apoyan a los obreros contra la patronal que los expone a la pandemia? ¿De en serio?
En el tiempo que está durando la pandemia ya hay millones de obreros despedidos... Como hay que garantizar la cuarentena, a casa a comer fideos o al comedor del puntero del barrio.
Los sindicatos han sido disueltos. En las empresas donde se trabaja no se puede hacer asambleas. No se puede hacer plenarios de delegados, ni siquiera manteniendo la distancia social. ¡Nada! El decreto dictatorial de Fernández lo prohíbe, y sus súbditos, las Fuerzas Armadas y la policía, están para ejecutarlo.
¿Cómo callar y silenciar -como hace toda la izquierda reformista- no solo que ya hay estado de sitio, sino que por decreto han quedado suspendidas todas las actividades sindicales en el país?
Altamira propone más coerción militar cuando la clase obrera lo que más necesita es derrotar la política dictatorial del gobierno, derechos democráticos para organizarse y luchar, recuperar sus organizaciones y sindicatos y movimiento piquetero entregado a la mendicidad de los poderosos, y en primer lugar para tomar la salvación de sus vidas en sus propias manos. La coerción la tiene que ejercer la clase obrera y los trabajadores de la salud, que son los que hacen andar los hospitales y siguen produciendo los alimentos, que cada vez escasean más y los capitalistas encarecen todos los días.
¡Pero tranquilos! Las Fuerzas Armadas son neutras, y pueden ser utilizadas no solo por la burguesía para reprimir al pueblo, sino también por Altamira y los suyos para salvarnos la vida ante el coronavirus (¿¿¿¡¡!!???)
La política marxista es al revés. Esta afirma que cuanto más tarde la clase obrera en tomar en sus manos la solución de la catástrofe social y sanitaria, con el método de la lucha de clases y la revolución proletaria, de forma más cruel y sangrienta pagarán las masas la crisis que está en curso. La burguesía, al borde del precipicio, no salva al esclavo, sino por el contrario, hace que se caiga él para salvarse ella.
En Penta, cuyos trabajadores y delegados están en lucha por la reincorporación de los despedidos, la policía “ejerció la coerción”. Fue y les rompió la cabeza, por estar rompiendo la cuarentena en una asamblea en la puerta de la fábrica. Luego fue Berni a aclarar que ellos son represores, pero no salvajes. Fue con el programa de Don Jorge, de condenar los “métodos prepotentes y arrestos arbitrarios”. Pero todos sabemos que Berni fue el “policía bueno”, luego de que los “policías malos” les rompieron la cabeza a los obreros, los desalojaron de la fábrica y ahora están todos despedidos.
Hoy los obreros cortaron las calles de Avellaneda y el Puente Pueyrredon. ¿Los diputados del FIT participaron? ¿Por qué no fueron los sindicatos que dirige el FIT, manteniendo la distancia social, sentándose con un asiento de por medio en el transporte, como hacen los obreros para ir a trabajar, con permisos gremiales de los sindicatos?
Argentina se ha inundado de luchas parciales fábrica a fábrica, mientras la burocracia huyó a hacer una cuarentena en la quinta de Olivos con Fernandez para entregar todas las conquistas obreras. Los obreros se defienden de la prepotencia patronal que los quiere mandar a trabajar arriesgando sus vidas, o reducirles el salario o despedirlos en masa. Una oleada de luchas de resistencia recorre las fábricas y los hospitales del país, donde los médicos y enfermeros son los primeros que caen contra la brutal coerción de la burguesía y sus fuerzas policiales represivas, que mandan a los trabajadores de la salud con bolsas de consorcio a atender a los enfermos del coronavirus. ¿De qué habla Altamira?
Estamos ante una pseudoteoría sacada de Kautsky de que las instituciones del Estado burgués son, en última instancia, neutras y se les puede cambiar el contenido. La diputada Bregman sacó un post público maravillada, exultante, reivindicando a un juez que había garantizado un fallo que a partir de ahora se le iba a dar comida saludable a los chicos que siguen yendo a la escuela a buscar su plato de comida.
De verdad, estamos ante una izquierda miserable. La justicia solo está para defender los derechos de los capitalistas. En última instancia, con ese fallo, el juez se lavó la cara. Lo que reciben los pibes es una manzana y un sanguche de jamón y queso de hace 3 días. Y después del fallo de la justicia, les sacaron la manzana. La justicia burguesa no está para garantizar una comida digna y saludable en el plato de los hijos de los obreros. Eso se conquista, como siempre se ha conquistado, con lucha, combate y sangre de los explotados.
Ver a los socios del FIT criticar a Jorge Altamira viendo la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio no hace más que empalidecer a todo obrero serio que logra comprender el meollo de la discusión que está en curso, donde los contrincantes no son tales, sino una parodia de reformistas buscando a qué institución del estado burgués le sirven y someten a los trabajadores.
En esta polémica, que ya lleva toneladas de letras y ríos de tinta, Altamira afirma que es lícito que intervenga el ejército y ejerza coerción para salvar la vida de la población, porque “Un régimen proletario también recurrirá a la coerción en una situación parecida, claro que con sus milicias democráticas y mandos revocables, o con el ejército obrero, si fuera el caso.” (ídem). Nuevamente habla de un estado e instituciones neutros. ¿Qué tiene que ver el ejército rojo del estado obrero, el puño de acero de los soviets, que ejercería coerción contra la burguesía e inclusive contra sectores descompuestos de la propia clase obrera (como carneros, rompehuelgas, etc.) con el ejército de un estado burgués, que está solo para matar y reprimir obreros?
Como dice la dialéctica marxista, ambos son fuerzas armadas, pero de esencia y calidades totalmente opuestas, irreconciliables, cuestión esta que desarrolla en su nota excelentemente Jorge Terracota aniquilando a la chapucería altamirista.
El kautskismo fue el que vino a negar que el Estado es un subproducto de las contradicciones irreconciliables de clase. En un país capitalista, el Estado es burgués y defiende a la burguesía cada día, cada hora, minuto y segundo de su existencia. Utiliza y pone en pie distintas instituciones de dominio, las que necesita en cada momento para sobrevivirse y mantener la opresión sobre la clase que explota. Utiliza monarquías, parlamentos, gobiernos militares, gobiernos “obreros” de partidos reformistas para que les administren sus negocios para engañar al pueblo. También utiliza a la justicia, los parlamentos… y también a los chapuceros de izquierda y reformistas, que son cooptados por sus estados para defender los negocios y el poder de la burguesía.
Pero, como diría Engels, el Estado, en última instancia, una vez despojado de todas sus máscaras y cáscaras que lo cubren, se reduce a su banda de hombres armados, y de ellos, a la casta de oficiales, que es la que aparece en momentos en que la burguesía está por perder su poder para defender los intereses de conjunto de las clases poseedoras. Altamira se ha montado en una topadora kautskista para demoler, en el siglo XXI, la teoría revolucionaria.
La socialdemocracia tenía la misma lógica que Altamira, pero en relación al parlamentarismo burgués. Esta planteaba ganar las elecciones, obtener la mayoría parlamentaria y cambiarle el contenido de clase al estado capitalista. Si el parlamento burgués tenía mayoría socialdemócrata, podían tomar el poder, hacer el socialismo… Así le mentían a las masas.
Este es el fundamento de la política de la “vía pacifica al socialismo”. Pero cada vez que las masas fueron arrastradas tras esta política, vinieron los generales y pasaron a los pueblos insurrectos a degüello. ¡Y Altamira opina –y quiere hacerle creer a los trabajadores- que con el corazón del estado burgués, que es su casta de oficiales, se podrá cuidar al pueblo de la pandemia!
Altamira, el viejo dirigente del PO y hoy de PO (T), tiene la concepción de que, mientras dure la pandemia y la cuarentena, la clase obrera tiene que ser tan solo una rueda auxiliar de la burguesía y sus instituciones devenidas según él en progresivas. Plantea esto justamente en momentos en que la burguesía jugará sus más agudos instintos contrarrevolucionarios para hacerles pagar a las masas la pandemia y, aprovechándose de ella, el crac económico que la misma burguesía y el imperialismo ha provocado.
Ya los obreros perspicaces se han dado cuenta de que nunca han perdido tantas conquistas como con esta cuarentena: los sindicatos, el trabajo, las paritarias, el salario… ¡y la vida! Altamira derrapó.
Para este, en última instancia, la lucha contra la desocupación, etc. pasa a ser, mientras dure la pandemia, una “contradicción secundaria”. Pero lo que está claro es que si la burguesía es la que controla la nación para parar el coronavirus y llega a terminar de asentar a las Fuerzas Armadas en las calles, la clase obrera será sometida a una brutal derrota, cuando Altamira respire aliviado y salga de su cuarentena.
“Lo fundamental es derrotar al coronavirus” dice Altamira. Pero a este y al hambre no se los derrota si no se derrota a la burguesía y a su Estado. O si se lo hace, será a expensas de las masas. La pandemia pone a la orden del día qué clase tiene el poder. La que lo tenga le hará pagar al otro la pandemia.
Como ya vemos, la burguesía le está haciendo pagar el coronavirus en todo el mundo, entregando a sus esclavos a la muerte. En China, al ejército se le fue la mano con su “coerción” y mató a decenas y decenas de miles de enfermos que podían contagiar. Encarceló y mató a todos los médicos que denunciaron la aparición de la infección, salida de un mercado de carne caliente o de un laboratorio financiado por la NASA en la provincia de Wuhan.
En Ecuador, la burguesía huyó de Guayaquil y su casta de oficiales cobarde ya está llegando a Centroamérica fugándose, mientras el pueblo pobre y hambriento muere en las calles.
Fue con el método de la lucha de clases, el paro y la huelga, como los trabajadores de España e Italia impusieron la cuarentena.
En EEUU, la Guardia Nacional les pone una pistola en la cabeza para que sean los obreros negros y latinos los que entierren a los infectados, para que los que se infecten y mueran sean los explotados del Bronx.
Es que no hay virus, ni Dios, ni demonio que suspenda la lucha de clases ni el carácter irreconciliable entre las mismas.
Refiriéndose a Kautsky, cuando éste hablaba de “democracia”, Lenin le respondía “¿Democracia? ¿Para qué clase?”, “¿Estado? ¿Fuerzas Armadas? ¿De qué clase?”. Altamira ha ido a buscar en el Estado burgués, es decir, en la feroz dictadura del capital, un aliado para que lo defienda contra la catástrofe de la naturaleza… ¡Miserable!
Altamira se pone el birrete de colimba y se va a barrer los cuarteles. Bueno, su ex socio Lora ya lo hizo en 1971 junto al PO en Bolivia. Fue el programa que Altamira defendía a morir, el del Frente Único Anti-imperialista. Terminaron juntos con Lora en un frente con el general Torres, estrangulando el doble poder de la Asamblea Popular.
Ese frente con los militares en Bolivia se basaba en un argumento stalinista de la “particularidad nacional boliviana”. Este afirma que la casta de oficiales, como era de etnia quechua y aymará, podía dar una fracción “roja” y “socialista” de las Fuerzas Armadas Bolivianas. De esa pseudoteoría de lacayos de las Fuerzas Armadas Bolivianas de los viejos socios de Altamira, viene el POR de hoy que apoya a los generales golpistas y fascistas que masacraron en Senkata.
Ahora en Argentina, Altamira plantea que la casta de oficiales videlista, por un virus, se volvió progresista y necesaria para poder hacerle frente a la Pandemia. Indudablemente, como Fernández, Altamira “dio vuelta la página”. Pero no se percató de la “astucia” de los generales videlistas y de su jefe Fernández: Con el pretexto de fabricar barbijos, los milicos vuelven a la ESMA, uno de los principales centros clandestinos de detención, tortura y desaparición durante la dictadura de Videla. Esta política de Altamira regiría también, indudablemente, para una dictadura militar cuyo país esté azotado por la pandemia, es decir, apoyaría también él al ejército para que “salve al pueblo”, ejerciendo más coerción ante el coronavirus. Este hombre llegó muy lejos.
Repite, en última instancia, lo que decía el viejo PC de Vittorio Codovilla, que planteaba que con sectores progresivos de la burguesía y militares patriotas se podía avanzar pasos hacia delante para mejorar las condiciones de las masas en Argentina. Fueron hasta el final en esta política y terminaron en un frente con Rojas y Aramburu, “ejerciendo coerción” contra el peronismo y terminaron matando a miles de obreros. Ni hablar de cuando el PC recorría el mundo para suspender la lucha contra la dictadura de Videla porque le vendía trigo a la URSS. Y Altamira lo hace porque se ha encandilado con dos carros de cocina militar entregando un guiso de lentejas en un barrio para la televisión.
Uno de los síntomas del coronavirus es que hace perder el gusto y el olfato. Pero los que estamos vacunados contra el virus del reformismo podemos sentir que aquí huele a tufillo stalinista.
Esta vez el dislate llegó muy lejos. Los compañeros de la dirección del PO como Altamira vivieron los ’70 y combatieron, junto a lo mejor de la vanguardia de la clase obrera argentina. Altamira no puede ignorar que a fines de 1974, el General Perón mandó a las Fuerzas Armadas junto con la Juventud Peronista a hacer zanjas y cloacas, para demostrar la unidad nacional y represigiar al ejército luego del rol asesino que había jugado en la Libertadora y con el golpe de Onganía. Los montoneros y la JP de aquellos años aplicaron la política de Don Jorge. Los milicos terminaron haciendo zanjas… para enterrar a 30.000 de los nuestros.
Estamos en un país semicolonial. Aunque Altamira lo niegue, no hay ejército argentino. Es una colonia con milicos tutelados bajo el mando del Pentágono en las misiones de la ONU, como correctamente plantea Jorge, que es Terracota, en su polémica con Altamira. La casta de oficiales educada en el Pentágono es la encargada de defender siempre los intereses del imperialismo.
Llamar a “aplicar coerción” para aplicar una cuarentena con millones de hambrientos, sin resolver la crisis social, ya es un ataque grosero a la clase obrera. Hay que decirlo.
¿O acaso hay alguna posibilidad de que las capas más explotadas de las masas y el pueblo pobre puedan enfrentar la pandemia, con una cuarentena en casas de 2x2 donde se hacinan 10 personas, con más de 5 millones de obreros despedidos, con las góndolas dinamitadas por los precios de los capitalistas?
Las masas lo que necesitan, para cuidar su salud, no es coerción. Es comida, vivienda digna, salud para todos y fundamentalmente recuperar sus sindicatos, poniendo en pie las asasmbleas, las comisiones internas, y una coordinadora de todos los sectores de la clase obrera que son los únicos que garantizan la cuarentena en los hospitales, las fábricas de alimentos, arriesgando sus vidas en los supermercados y frigoríficos.
Esto se consigue expropiando a los capitalistas y se resuelve destrozando a las fuerzas represivas y la casta de oficiales asesina del ejército. Ese es el choque que está en ciernes y se está preparando.
Lo que las masas necesitan para hacer una cuarentena sana son las casas de los countries, las viviendas de lujo de la burguesía, los departamentos ociosos de los terratenientes urbanos. Lo que las masas necesitan es controlar y expropiar la red de comercialización de alimentos, desde las tierras de la oligarquía hasta los supermercados y bancos, donde se martiriza a los trabajadores jubilados.
Las Fuerzas Armadas, con la gendarmería y la policía, ya están aplicando la coerción para imponer la cuarentena. Una coerción bajo el mando burgués. Han cercado todos los barrios obreros y populares. Los han rodeado de fuerzas represivas. Es que saben que en piezas de 2x2 no hay ser humano, ni Altamira, que aguante la cuarentena. La burguesía sabe que cuando empiece el contagio allí, será imparable. Cercan los barrios para que se contagien y se maten los obreros. Las Fuerzas Armadas van a estar para disparar a quienes quieran salir de esos ghettos.
A esta altura del partido… uno se pregunta ¿Cómo este hombre pudo llegar tan lejos en sus dislates? Como sus socios del FIT, todos están embriagados por años de ser la izquierda parlamentaria, escuderos de izquierda del putrefacto régimen burgués semicolonial argentino.
Estamos frente a exponentes de una nueva oleada de reformismo, salida recién del horno del siglo XXI, hecha con los mismos ingredientes del reformismo socialdemócrata y stalinista del siglo XX. El señor Altamira hace rato cayó al precipicio.
Altamira se extralimitó en su chamuyo, estando en un estrado suprahumano. Y ahora busca cualquier argumento para defender la estupidez antimarxista que dijo. Sus aliados del FIT y ex compañeros del partido salieron a decirle que eso se hace, pero no se dice así. Porque pueden haber trotskistas en su partido que se den cuenta que eso es una confesión de parte, de ruptura abierta con el trotskismo. Sus aliados de “izquierda” lo llaman al orden, para que por lo menos mantenga la postura.
Altamira toma el guante de la tesis kautskista del “estado neutro” y arremete abiertamente contra el marxismo. Para esta tesis no hay que destrozar, demoler ni destruir la máquina del estado para que la clase obrera se libere. No deja piedra sobre piedra de la teoría marxista de la revolución, desde la rebelión de los tejedores de Lyon a la Comuna de París, y de la Revolución de Octubre a todas las revoluciones de la posguerra…
En una simple discusión sobre un virus, Altamira destroza el marxismo. Vive horrorizado, a cada paso, contra sus socios del PTS por su revisionismo gramsciano contra el trotskismo. Pero el señor Altamira demuestra ser el más fiel discípulo del stalinista de la isla de Cerdeña.
El capitalismo se sobrevive en medio de un verdadero crac mundial, que amenaza a toda la civilización con la barbarie y nuevas guerras; con choques interimperialistas y brutales ataques a las masas, a las que les harán pagar no solo un par de meses de cuarentena, sino toda la crisis profunda del sistema capitalista, basado en la superganancia de pandillas de parásitos que han destrozado al planeta y llevado a la clase obrera a los peores de los martirios.
Aunque al señor Altamira lo asuste el virus del murciélago de herradura, la mayor pandemia que hay en el planeta es la del hambre. 265 millones de hambrientos muriéndose. Hasta la misma ONU lo reconoce.
En estas condiciones, la cuarentena es un lujo, que lo van a conquistar los trabajadores con la revolución, aunque al señor Altamira no le guste la palabra. Ha llegado la hora. Las enormes conflagraciones de clase ya están en curso.
Hay una carrera de velocidad a nivel internacional, y esta es en qué tanto la burguesía aprovecha la crisis sanitaria y la pandemia para tirarle toda su crisis a las masas y derrotarlas antes de que estas vuelvan al proceso productivo. Es que si vuelven sin ser previamente derrotadas, desmoralizadas y con sus filas divididas, lo que tiene por delante la burguesía –y lo sabe- será el grito de justicia de los explotados, que lo harán valer con el fuego de la revolución.
Esa es la cautela de la salida de la cuarentena. Es que millones se quedarán desocupados y los trabajadores habrán perdido todas sus conquistas, y los gobiernos estarán para hacerles pagar las pérdidas de la parálisis productiva. A ver si algún iluso se cree que la emisión de monedas, cuasimonedas o títulos para subvencionar a los capitalistas en crisis la van a pagar ellos. ¿El Sr. Altamira? Colgado a los faldones del ejército argentino… De allí no se vuelve.
Paula Medrano y Julián Juárez
|
|
Ver Suplemento Especial
|