Argentina - 1 de noviembre de 2022
La inflación en Argentina: saqueo imperialista y superganancias de los capitalistas
La inflación es un problema de primer orden para los trabajadores. No hay salario que soporte esta carestía de la vida. Pero, ¿qué provoca la inflación descontrolada del 100% anual en Argentina? Es clave que la clase obrera discuta y reconozca las causas de la inflación, para poder responder desde sus organizaciones a este flagelo.
Hace algunos días, en una entrevista publicada por La Izquierda Diario el 14/10/2022, el dirigente del PTS Christian Castillo planteó que en el gobierno “dicen que quieren bajar la inflación, pero buscan cumplir uno de los elementos del FMI, que es licuar déficit fiscal vía inflación”. ¿Qué sugiere con esto Castillo? Que la política del gobierno es el motor de la inflación en Argentina, ya que la utiliza como un mecanismo de ajuste del gasto público en salud, educación, jubilaciones, salarios, etc., al aumentar las partidas presupuestarias en un porcentaje menor al de la inflación anual.
Castillo parte de un hecho real -el ajuste por inflación de los gastos del Estado- para sugerir una explicación absolutamente falaz de las causas de la inflación, que solo sirve para ocultar las verdaderas causas de este fenómeno.
La inflación en la Argentina es estructural. Sus causas profundas se reducen al saqueo del FMI y la banca imperialista y a las súperganancias que los capitalistas retiran del país en dólares, mientras dejan aquí miles de millones de pesos sin respaldo en riqueza material.
Efectivamente. En Argentina, la moneda que realmente expresa el valor de los bienes creados por el trabajo humano es el dólar. Una enorme masa de la plusvalía -la forma monetaria del trabajo no remunerado por el patrón- que le extraen a la clase obrera argentina se retira en dólares, vía pago de deuda externa y fuga de capitales.
Pero esto no es nuevo ni empezó con Fernández. Entre 1976 y 1983, la dictadura militar y los capitalistas endeudaron al país hasta casi US$ 47 mil millones. De ese monto, US$ 27 mil millones eran de la deuda privada de la gran burguesía -Macri, Fortabat, Pérez Companc, Rocca, IBM, Ford, Fiat, Citibank, etc.- que Cavallo estatizó en 1982.
Estos parásitos se embolsaron esa riqueza y le dejaron a la nación una enorme deuda en dólares imposible de pagar. El peso sufrió una enorme devaluación y el Estado -que siguió endeudándose con los bancos- debió emitir más pesos para mantener sus gastos corrientes. Para los bancos este fue un enorme negocio, basado en préstamos en pesos al Tesoro Nacional y a las provincias con una altísima tasa de interés.
El llamado déficit cuasi fiscal del Estado con los bancos en Argentina y la emisión de pesos sin respaldo para gastos del Estado -debido a la fuga de los dólares al exterior- convirtieron a la deuda en impagable. Esa es la causa de la inflación estructural en la Argentina y fue lo que estalló en 1989 con los “levantamientos del hambre” y la salida presurosa de Alfonsín del gobierno.
El dólar pasó a ser la mercancía más preciada para pagar deuda y adquirir bienes del exterior y para que las transnacionales retiren sus ganancias, patentes y dividendos año a año, que ya en 1989 llegaba a US$ 4 mil millones.
Los ladrones de las élites dominantes siguieron robando bajo protección estatal. Subfacturan importaciones (declaran menos valor) para pagar el 30 o 40% de su valor y sobrefacturan sus exportaciones para enviar un 40% más de dólares al exterior con facturas infladas, que justifican su fuga de capitales. US$ 6 mil millones por año se roban los capitalistas por los puertos y aduanas del país.
Con este mecanismo infame de latrocinio de la Argentina han fugado en todos estos años más de US$ 400 mil millones al exterior, ¡el equivalente a un PBI fugado y guardado en cuentas off-shore!
Entonces… si los grandes capitalistas dejaron pesos para llevarse los dólares de la deuda de la dictadura; si la financiación usuraria de la deuda externa exige hacerse de miles de millones de dólares por año; si las transnacionales y los bancos retiran ganancias en dólares y saquean la nación… el valor de la economía interna se establecerá de acuerdo al dólar, que pasa a ser ¡la mercancía más preciada y escasa!
El dólar aumenta su valor y el peso vale cada vez menos. Se devalúa la moneda y se emiten cada vez más pesos. El salario en pesos cae. La burguesía, en cambio, aumenta el precio de sus mercancías para mantener sus ganancias y capital equiparados al dólar, para reinvertir (si lo considera necesario) o, como vemos hoy, fugar dólares al exterior. La fuerza de trabajo se deprecia y su valor en dólares se hunde, ¡mientras aumenta exponencialmente la tasa de plusvalía!
Contra lo que afirma el charlatán del profesor Castillo, la inflación en Argentina es causada por el saqueo de la nación a manos de un puñado de superbancos de Wall Street y sus socios locales.
Esa es la Argentina de los últimos 40 años. La Kirchner dice que la Argentina es un país bimonetario. Por supuesto, pero no como esa burguesa miserable dice. Argentina es bimonetaria porque las ganancias gigantescas de los capitalistas –que creamos los obreros con nuestro sudor- están atadas al dólar y los obreros nos quedamos con salarios en pesos sin valor.
La excepción a este ciclo fue el menemato de los ’90. Menem y Cavallo, el hombre de la banca Morgan, dijeron “1 peso vale 1 dólar”. Esto no fue un pase de magia, sino un saqueo con garantía.
El Estado argentino valorizó el peso frente al dólar porque puso en la mesa como resguardo US$ 300 mil millones de las empresas del Estado (a precio de remate) para pagar deuda externa: YPF, Entel, las acerías, Gas del Estado, electricidad, Obras Sanitarias, el ferrocarril, los puertos y un larguísimo etc.
Y cuando terminaron de robarse esas ganancias, se acabó el respaldo y en el 2000 la Argentina quebrada estalló en mil pedazos, comenzando por el peso que volvió a su valor $4.80 por dólar.
La historia que sigue es conocida: la renegociación y duplicación los intereses de la deuda a manos de los Kirchner, la Argentina “maquila” de obreros baratos y luego Macri y su calesita de US$ 44 mil millones que entraron al país, se cambiaron a pesos a tasas de 90% de interés y volvieron a convertirse en dólares para salir al exterior con ganancias del 40% en dólares... ¡una utilidad única en el mundo!
Hoy el endeudamiento en pesos del Banco Central y el Tesoro con los bancos (en su mayoría, Santander, BBVA, Galicia, Macro, Credicoop, Citi, HSBC, Patagonia, Supervielle, ICBC) llega a $ 8.5 billones (US$ 57 mil millones al tipo de cambio oficial) que devenga un interés efectivo anual del… ¡107%, solo por prestar plata al BCRA! Un saqueo fenomenal.
Hablar de la inflación como si solo se tratara de una política del gobierno -tal como hace Castillo- equivale a mostrar un capitalismo “sano” y esconder el pus de un sistema en bancarrota y putrefacción, donde un puñado de parásitos de las potencias imperialistas vive del trabajo y la explotación de millones de esclavos del mundo colonial y semicolonial. La inflación en la Argentina, con su moneda destruida por el saqueo de Wall Street, es solo un botón de muestra de esto.
No se puede terminar con la inflación sin atacar sus causas profundas: el saqueo de las transnacionales y los bancos. Hay que desconocer la deuda externa y romper con el FMI y el imperialismo. La fuga de divisas y la estafa de la sub y sobrefacturación de exportaciones e importaciones se liquidan de raíz estableciendo el monopolio estatal del comercio exterior y la nacionalización de la banca sin pago y bajo control de los trabajadores.
Contra la remarcación incesante de los capitalistas, los obreros debemos exigir la apertura de los libros de contabilidad, para mostrarle a toda la sociedad las superganancias de las grandes empresas a costa de la miseria y el hambre del pueblo.
Para terminar con los intermediarios parásitos que especulan con los precios, se debe nacionalizar sin pago y bajo control de sus trabajadores Carrefour, Coto, Disco, Jumbo y todas las grandes cadenas de comercialización y distribución.
Sin demoras, las organizaciones obreras, sindicatos y movimientos de desocupados, debemos poner en pie comités de consumidores que fiscalicen los precios en las grandes cadenas de supermercados.
La clase obrera necesita un programa antiimperialista. La lucha contra la inflación es la lucha contra Wall Street y los grandes capitalistas del “Grupo de los 6”.
Las clases medias, que hoy consumen barato en el mercado interno, no deben olvidarse del 2001. Cuando ya no queden dólares en el Banco Central y la emisión de pesos vuelva imposible sostener una deuda con los bancos, sus ahorros quedarán en manos de bancos quebrados.
La Argentina de la burbuja de consumo estallará más temprano que tarde. Alguien pagará esta deuda y no será sólo el movimiento obrero. Cuando eso ocurra, sin dudas volverán los piquetes en los bancos. La clase obrera debe mostrarle una salida a las clases medias para acaudillar a la mayoría de la nación contra el imperialismo y sus sirvientes del PJ y el PRO-UCR.
La resolución de los padecimientos de las masas explotadas de la Argentina lleva a la ruptura con Wall Street y la expropiación de las tierras de la oligarquía. Sin esto, Argentina estará destinada a la bancarrota y a la ruina sin fin.
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