Argentina - 23 de noviembre de 2023
Culmina la trampa electoral: con Massa o con Milei, siempre ganaban los grandes capitalistas, el FMI y la embajada de EEUU
Milei, el nuevo látigo de Wall Street y la gran patronal esclavista para atacar a la clase obrera y saquear la nación
Milei, en alianza con el macrismo, ganó el balotaje con el 56% de los votos (14.400.000) contra el 44% (11.500.000) de Massa. Fue la culminación de una trampa electoral de 9 meses que el gobierno y los capitalistas, apoyados en los carneros de la burocracia sindical, usaron para descargar una brutal crisis económica sobre los hombros de la clase obrera y obligarla a elegir en el balotaje del domingo 19/11 entre dos candidatos del FMI y la gran patronal esclavista.
El gobierno de los Fernández y Massa termina así, como un “limón exprimido” en manos del imperialismo, usado por este para atacar ferozmente a los trabajadores y pagar más de 40 mil millones de dólares de deuda externa, en medio de la mayor crisis y bancarrota de la nación de las últimas décadas.
Los analistas burgueses e izquierdistas reformistas en general a nivel internacional se preguntan: ¿cómo puede ser que Milei, un “hombre casi sin partido ni estructura política”, en dos años de “lucha contra la casta”, dejó a todos los partidos políticos en crisis y venció a sus alianzas electorales?
Algunos de ellos también dicen que surge un “gobierno debilísimo” porque no tiene “estructura política”. Lo pintan a Milei como un “gatito mimoso y debilucho”. Para nada esto es así. Afirmar eso es mentirle a la clase obrera.
Hay que decirle la verdad a los trabajadores y terminar con las rimbombantes frases huecas que usaron los políticos reformistas durante la campaña electoral.
La cuestión es que las elites dominantes, ahora sin sus gerentes intermediarios en el gobierno, como son los políticos de los partidos patronales, con Milei vienen a organizar un gobierno y a administrar el estado de forma directa con los CEOs y directores de las grandes empresas para terminar de arrebatarle a la clase obrera todas sus conquistas. De allí el pacto, primero entre bastidores y ahora abiertamente, de Macri con Milei.
En el medio de la crisis económica, la burguesía ya no acepta pagarle a “gerentes” (sus políticos) que se quedan con algunos vueltos y se ven tentados permanentemente a coquetear con el pueblo. Ahora, con el látigo de Milei en la mano, vienen los directores de los bancos y sus empleados directos a hacerse cargo de las funciones. Para ello contarán también con el aparato político de Macri y un sector importantísimo del PRO.
Argentina está quebrada, atada con miles de cadenas al FMI, a los bancos extranjeros y a la voracidad de los grandes capitalistas, que son los que se enriquecieron con la carestía de la vida y sacándole superganancias a una nueva clase obrera que tiene más del 60% de sus filas totalmente flexibilizadas, precarizadas y en negro, con un salario que no supera los 150 dólares. Mientras tanto, los trabajadores ven cómo mes a mes, con las devaluaciones que impone el FMI, los precios en las góndolas de los comercios y los supermercados estallan hacia arriba y se caen sobre sus espaldas.
Hay millones de obreros desempleados. Todos ellos fueron dejados librados a su suerte por los traidores y sinvergüenzas de la burocracia sindical que ataron la suerte de la clase obrera a los planes del FMI y a su gobierno gorila y antiobrero de los Fernández y su ministro Massa.
Las clases medias pauperizadas entraron en estado de desesperación, junto a las masas hambrientas. La clase obrera quedó profundamente dividida. Sus filas se dislocaron. Millones buscan comer día a día, mientras los sectores sindicalizados y bajo convenio, pese a ver hundidos sus salarios, subsisten en el medio de brutales limitaciones a su nivel de vida.
Los políticos patronales y Massa en particular, intentaban seducir a millones de hambrientos y desposeídos con promesas de futuros derechos y conquistas, frases huecas y vacías, cuando estos ya habían perdido todo…
La clase obrera, traicionada por sus direcciones y sometida a la burguesía y al odiado gobierno peronista, no pudo ser una alternativa a la catástrofe nacional
Insistimos, la burguesía le arrojó toda la crisis a la clase obrera. El gobierno peronista, utilizado como un “limón exprimido” por las grandes empresas y el imperialismo, fue el encargado de imponer este brutal ataque contra los trabajadores y las masas populares en estos últimos años.
Esta es la base material por la cual las grandes masas ya no le creían a Massa, el candidato del PJ, de la inflación y la carestía de la vida insoportable, que le hacía miles de promesas a obreros que ya estaban esclavizados. Aquí y allá prometía “derechos” mientras se los sacaba a la amplia mayoría del pueblo.
Una a una, las luchas de la clase obrera fueron aisladas y divididas. Algunas de ellas sufrieron profundas derrotas. De este aislamiento también se ocupó una izquierda parlamentaria que demostró mucha “lucidez” para los debates en el Congreso, pero una incapacidad y sometimiento total al régimen para reagrupar y unir las filas obreras y presentar una batalla centralizada y coordinada del ala izquierda de la clase obrera.
De las entrañas de esta crisis de dirección y traiciones, surgió la división de las filas de los trabajadores. Una brecha desgarradora en la misma clase entre desocupados, ocupados, bajo convenio y precarizados.
Es incomprensible el triunfo de Milei sin ver esta enorme contradicción y desgarramiento que se dio en las filas obreras. En amplios sectores de las mismas primó un justo odio contra el gobierno que fue canalizado, trágicamente, por Milei, por un lado, y por otro, con el “voto del miedo” a favor de Massa.
La farsa electoral fue motorizada por una demagogia feroz. Insistimos, Massa repartía limosnas durante su campaña, a las que llamaba “derechos”, como la devolución del IVA y el aumento del mínimo no imponible del impuesto al salario, mientras con la otra mano, fogoneaba con devaluaciones fondomonetaristas, la inflación y la carestía de la vida. Les daba limosnas a los trabajadores en un bolsillo y les sacaba el doble por el otro.
Milei se presentó y capitalizó el odio de las masas a los políticos patronales. Este otro verdugo de los explotados se impuso en un balotaje totalmente bonapartista y antidemocrático, donde se votó por sí o no a tal o cual verdugo.
Durante 9 meses de trampa electoral, la burocracia sindical, sometiendo a la clase obrera a uno de los gobiernos más hambreadores de las últimas décadas como el de los Fernández, sacó a los trabajadores de las calles, entregando su salario y todas sus conquistas.
La clase obrera se desgarra. Sus distintos sectores se desincronizan. Las capas más desesperadas que no comen hoy, buscan soluciones rápidas a sus padecimientos inauditos y votaron a Milei. Mientras, otro sector quedó atornillado a la burocracia sindical que lo sometió a Massa, el representante de la gran burguesía y, como él mismo se presentaba, “gran amigo del FMI”.
Millones de cuentapropistas de una clase media arruinada se hicieron eco del llamado a “terminar con los vagos que viven de planes sociales, sin trabajar”, refiriéndose a los desocupados.
Sobre esos millones de desesperados golpeó la campaña protofascista de Milei, prometiendo terminar con los “políticos de la casta” y desviando el odio hacia sectores del movimiento obrero en particular.
La enorme victoria entonces del régimen de conjunto es que la clase obrera salió dividida, se partió verticalmente y quedó sometida a sus dos verdugos.
Esto se pudo ver con facilidad apenas 24 horas después de las elecciones en miles de fábricas y establecimientos del país, inclusive en el corazón del proletariado industrial, donde los obreros se dividieron entre el voto a Massa o Milei; mientras la burocracia sindical, que entregó todos los salarios y convenios y traicionó las luchas, dejándolas aisladas, se desgarra las vestiduras por el voto a Milei de sectores de la base obrera, cuando son estos traidores, odiados por los trabajadores, los responsables de ello.
Esta situación de desgarramiento de las filas obreras, la expone a esta a un brutal ataque de las transnacionales, la gran patronal y el imperialismo que se profundizará ahora con Milei, el gobierno de los CEOs y sus directorios, que tomarán el control del estado y de todas las instituciones del régimen de dominio de forma directa, inclusive para poner orden, disciplinando a sus gerentes, los políticos de los partidos patronales.
Ante la crisis de dirección de la clase obrera…
La gran burguesía y el imperialismo leyeron los acontecimientos y la situación de las clases oprimidas
en Argentina y actuaron en consecuencia
En estos 9 meses, en las reuniones en Nueva York de los candidatos presidenciales con el FMI, en los coloquios de IDEA de los grandes empresarios y empresas transnacionales y en decenas de reuniones de los grupos económicos de Argentina que cotizan en la bolsa de Wall Street, la gran patronal medía cuál era el mejor candidato para continuar golpeando a partir de ahora a la clase obrera y las masas explotadas y profundizar el saqueo de la nación.
El gobierno peronista, que corrió al presidente de la escena y puso a Massa al comando de los negocios, ya le había garantizado avanzar en gran medida con la flexibilización laboral, mientras prometía que con un gobierno de unidad nacional de todas las pandillas burguesas, le permitiría a sus jefes llevarse todas las riquezas del gas, del litio, la renta agraria, etc.
La burguesía y el imperialismo leyeron bien la situación. Comprendieron perfectamente que ese plan “gradualista” que proponía Massa ya no era necesario y que no tenían por qué repartir un peso del saqueo y de la superexplotación de la clase obrera a un sector de las burguesías nativas y de políticos no siempre confiables.
La patronal vio que el ala izquierda de la clase obrera había quedado aislada en duras luchas parciales y cuando no, sufrido crueles derrotas, mientras el movimiento piquetero, sometido al estado burgués, ya estaba totalmente separado de los obreros sindicalizados.
La izquierda del régimen dejó aisladas las luchas y se fue por las bancas electorales. Así, el ala izquierda de la clase obrera quedó disuelta en la trampa electoral, la burocracia sindical controlando a las capas sindicalizadas y millones de hambrientos sujetos al brutal ataque del gobierno peronista. De esta manera se crearon las condiciones para una ofensiva decisiva y la mayoría del gran capital se volcó hacia Milei. De allí el pacto de Macri con este sinvergüenza que para nada es un “gatito herbívoro”, sino el vocero y mascarón de proa de los grandes capitalistas de Wall Street que habla el lenguaje crudo de la crisis actual y la necesidad de pasar a una ofensiva despiadada contra las masas.
Este charlatán demagogo les promete a todos el paraíso al final del camino, cuando lo que prepara es un verdadero infierno. A no dudarlo, que a los primeros sectores que va a atacar será a las masas hambrientas y desesperadas que lo votaron. De eso se trata la demagogia de los movimientos protofascistas con los que la burguesía explora y va a explorar las condiciones para avanzar en choques fascistas contra los explotados.
Con Argentina estrangulada por el FMI y por un brutal crac económico de recesión e inflación, llega a su fin un ciclo de acumulación capitalista basado en el endeudamiento y el saqueo de las riquezas nacionales
Argentina vive de hecho una verdadera cesación de pagos. La nación está quebrada por el saqueo y la fuga de divisas. Hay que decirlo con claridad. Los de arriba son los que la quebraron, robándose el trabajo, el sudor y la sangre de varias generaciones de la clase obrera argentina.
El país acumula en su Banco Central billones de pesos que no se corresponden a bienes reales creados por el trabajo humano, puesto que su respaldo eran los dólares fugados de Argentina y puestos en paraísos fiscales por parte de una clase dominante y una riquísima clase media, que para nada son “hombres de bien” como le gusta decir a Milei, sino delincuentes que asociados al imperialismo, saquearon la nación y se llevaron todas las riquezas creadas por el trabajo humano.
La cesación de pagos de la deuda externa argentina solo está contenida por desembolsos de fondos que realiza cada bimestre el FMI, que le permiten cobrarse los vencimientos de capital e intereses de la deuda externa. Este círculo de crisis y endeudamiento solo aumenta los intereses de una deuda leonina y usurera. Así, cada dos meses, el FMI es el que impone las condiciones de devaluación, ataque a las masas e inflación.
Fue el gobierno peronista el que administró esta crisis y no dejó a sectores de los explotados sin atacar.
Ahora, los banqueros imperialistas y Wall Street quieren garantías para cobrar. Estas son la renta agraria, los minerales, el gas, el litio y todas las empresas del estado que dan superganancias como YPF.
Las pandillas de las burguesías nativas, asociadas en múltiples negocios como socias menores de banqueros y transnacionales, y que son tan o más esclavistas que estos con sus obreros, pretendían quedarse aunque sea con una pequeña parte del saqueo de las riquezas de la nación como el gas, la renta agraria, los hidrocarburos, el litio… Coqueteaban con el pueblo. Para el imperialismo ya no es momento de esto ni de pagarle una comisión a sus gerentes.
Los que afirman que “Milei no tiene estructura de gobierno” mienten. Ese sinvergüenza, cínico, demagogo y charlatán es empleado directo del fondo buitre BlackRock de EEUU; fondo de la superoligarquía financiera de Wall Street que está subsidiado por las inversiones del estado norteamericano para su industria armamentística, cuyos negocios son custodiados por 10 flotas de guerra de la Marina norteamericana y más de 500 bases militares de EEUU en todo el mundo.
Lo que entra en crisis con este fin de ciclo de endeudamiento y estrangulamiento de las fuerzas productivas de la nación, son las formas que adquieren el régimen y sus instituciones de esta podrida “democracia para ricos”, que son los partidos y el parlamentarismo burgués.
Los viejos partidos y alianzas electorales que estabilizaron la situación política de Argentina luego de que los Kirchner sacaron al país del “infierno de la revolución de 2001”, como ellos decían, han entrado en grave crisis.
La coalición de Juntos por el Cambio entre la UCR y el PRO ha estallado. El peronismo, derrotado, atraviesa una profunda crisis.
Pero esto no es por golpes por izquierda provocados por un ascenso revolucionario de masas, sino porque la clase obrera, con las manos atadas por traición de su dirección, no pudo intervenir decisivamente. Esta situación la aprovechó el gran capital para poner en pie este movimiento protofascista de CEOs y directorios de empresas que prometen más sangre, más sudor y más lágrimas a los explotados.
En medio de esta grave crisis de partidos, que fueran reconstituidos durante 2003-2011 a la salida de la situación revolucionaria del 2001, los que realmente gobernaron de forma directa durante el último año, muy lejos del Parlamento burgués y sus charlatanes, fueron los grandes grupos económicos, organizados en la Sociedad Rural, la Bolsa de Valores, la Cámara de Comercio, la UIA y los bancos extranjeros y nacionales, que bajo las órdenes de Stanley, el embajador norteamericano, le tomaron examen cada 15 días a los candidatos que pretendían gobernar Argentina.
La transición del gobierno de los Fernández a Milei profundizó la bonapartización del régimen semi-parlamentario argentino. El presidente fue escondido en Olivos y su ministro de Economía asumió todas sus funciones, mientras el verdadero Parlamento que funcionaba eran las reuniones de los grandes grupos económicos. ¿El Congreso? Estaba pintado. Y mientras esto acontecía, la izquierda en una campaña electoral vergonzosamente reformista como la que hizo el FIT-U, clamaba que quería “más y más diputados para incidir a favor de la clase obrera”, cuando todo se resolvía en los coloquios de IDEA, en los directorios de las transnacionales y en la embajada yanqui.
Durante estos años, al igual que sucediera con Macri en 2015-2019, el gobierno peronista de los Fernández pudo mantenerse en el poder y tirarle toda la crisis a las masas porque la institución fundamental en la que se apoyó fue en la estatización y cooptación de los sindicatos al régimen y al estado.
La burocracia sindical y piquetera garantizaron el congelamiento salarial ante la inflación, una mano de obra esclava para cualquier reanimamiento de corta duración en el proceso productivo, un movimiento de desocupados alimentándose de arroz en los comedores y las filas obreras divididas.
Ahora es el turno de Milei y los CEOs que si desean ir hasta el final para aplicar su plan de colonización y de ataque a las conquistas obreras en toda la regla, tienen dos alternativas: una es cooptar a un sector de la burocracia sindical e integrarla a sus negocios de forma directa, como hiciera el gobierno de Menem durante los ’90, que privatizó todas las empresas del estado y asoció a las mismas a un sector de la burocracia devenida en empresaria.
La otra alternativa es atacar abiertamente a su agente la burocracia sindical, para terminar de liquidar y sacar del camino a los sindicatos que hasta ayer mismo estatizaron e incorporaron de forma decisiva al gobierno y al régimen.
El gran capital planifica una enorme batalla contra la clase obrera e inclusive contra sus organizaciones. Prepara un plan “Menem 2”.
En esta transición, los buitres se repartirán los ministerios y las secretarías, es decir, el control de los negocios de la nación. Definirán quién comanda la ofensiva contra los de abajo.
Están dispuestos a no dar respiro. El ataque es “ahora o nunca”, dicen. Inclusive, amenazan con el látigo de movilizar a masas lúmpenes y pequeñoburguesas a las calles si se le ocurre a la clase obrera entrar en luchas decisivas.
Nada nuevo bajo el sol. Esto también lo hizo el gobierno de Menem y Cavallo en los ’90, que le había entregado el Ministerio de Economía al representante de Bunge & Born, una de las empresas cerealeras más grandes del mundo. Este gobierno movilizó a decenas y decenas de miles de pequeñoburgueses e inclusive capas bajas de los trabajadores a la llamada “Plaza del Sí”, para lograr base social en las calles que le permitieran por decreto privatizar en masa todas las empresas del estado, a las que se encargaron de llevar a la ruina para justificar su entrega por dos monedas a los acreedores internacionales.
Por delante, están las tendencias inevitables a la bonapartización del régimen que pueden ser contenidas y desarrolladas dentro del marco de esta archirreaccionaria Constitución de 1853/1994 que rige en Argentina, de profundo carácter presidencialista, donde el presidente tiene la autoridad para gobernar por decreto, declarar el estado de sitio, intervenir las provincias e inclusive, funcionar con un presupuesto nacional sin que este sea votado por el Parlamento.
Una archirreaccionaria Constitución que le da poderes a la Corte Suprema de Justicia para declarar nula toda ley que considere “inconstitucional”.
Los choques entre las clases y las tendencias bonapartistas de hoy serán un millón de veces más duros, crueles y violentos que durante el primer Menemato de los ’90. Es que esta vez está en juego la colonización definitiva de Argentina por parte del imperialismo y el robo de todos sus recursos. También están en juego todas las conquistas históricas de la aguerrida clase obrera argentina.
En última instancia, lo que ha pasado en esta trampa electoral es que la burocracia sindical, sometiendo a la clase obrera al peronismo, sacó a las masas de las calles, mientras la izquierda parlamentaria colaboró en desorganizar al ala izquierda del proletariado.
Las condiciones para este ataque que el gran capital considera decisivo ya fueron conquistadas por el régimen y los capitalistas. De esto se trató la trampa electoral.
Los de arriba, insistimos, vienen por todo. Las pandillas burguesas que quedan fuera del reparto buscarán negociar parte del saqueo desde sus bloques parlamentarios. Pero estas saben con claridad que su enemigo no es el imperialismo ni el ataque en toda la regla a la clase obrera, que los beneficiará más que a nadie, sino que su verdadero enemigo es una sublevación de masas que vuelva a barrer, como en el 2001 o el Cordobazo, con las instituciones del régimen y abra el camino a la revolución en Argentina.
Para nada está escrito que esto no vaya a ser así. Las relaciones de fuerzas se conquistan en los combates de clases. Para ello alista la burguesía su estado mayor.
Los de arriba buscan dar la imagen de que las “formas democráticas” del régimen infame de la Constitución del ’53 aún se mantienen. Así organizan el traspaso de mandos de ministerios y la presidencia. Eso no es más que un decorado.
Los directorios de las transnacionales y el FMI conocen perfectamente todos los recovecos del estado porque son sus negocios los que se administran allí.
A diferencia del 2001, cuando Argentina se dislocaba por
el ascenso revolucionario de masas como eslabón del control del imperialismo yanqui, hoy tiende a consolidarse como un eslabón bajo contralor directo de EEUU en todo
su “patio trasero”
EEUU ya ha pisado todo el subcontinente. Ejerce su control directo bajo todo tipo de gobiernos, ya sea “izquierdistas” como el de Boric, Petro y Lula, todos lacayos de los yanquis, o lo hace a través de golpes militares palaciegos como el de Dina Boluarte en Perú o el que había impuesto anteriormente en Bolivia.
Con el Grupo Lima, el imperialismo norteamericano centraliza a las FFAA de Latinoamérica y coordina sus bases militares en el subcontinente, que buscará asentar no solo en los países del Pacífico donde ya están como Chile y Perú o en Centroamérica y el Caribe como Honduras y Colombia, sino también en el Atlántico. Argentina será su lugar privilegiado.
Aquí está claro que las bravuconadas de Villarruel, la vicepresidenta electa, sobre la “verdad de los 30.000 desaparecidos”, no solo abre las puertas para liberar a los genocidas que aún permanecen en prisión, buscando volver a poner en pie el “partido militar”, sino que esencialmente lo que prepara es la instalación de bases yanquis en territorio argentino, cuestión que llevaría hasta el final el proceso de “desmalvinización” y sometimiento al imperialismo angloyanqui que se profundizara en estos 40 años de “democracia para ricos”.
Ya nada puede sorprender a los obreros avanzados. En los ’90 fue el gobierno de Menem el que, como dijimos, indultó a todos los genocidas. Ese gobierno fue aplaudido por todos los actuales dirigentes del PJ. No olvidamos.
Todos callan y silencian que fue por el levantamiento revolucionario de 2001 que se impidió que el plan que trae bajo el brazo Milei y su vicepresidenta, se volviera a aplicar, como lo hizo Menem en los ’90. Fue la revolución de 2001, mil veces traicionada y desviada, la que derrotó los planes de salvataje y reconciliación con las FFAA que quiso imponer el Menemato.
Las pandillas burguesas y los grandes capitalistas saben que en el 2001 todas sus instituciones de dominio se derrumbaban como un castillo de naipes. Cayeron 5 presidentes en una semana. Millones combatían en las calles.
Por ello todos, bajo distintas formas, buscan y buscarán que vuelvan a tener poder de fuego las FFAA ante conflictos internos en Argentina.
Las bases yanquis instaladas en el país son las que garantizarán que esto sea así. En última instancia, la verdadera comandante en jefe de las FFAA de Argentina y América Latina es la generala Richardson, jefa del Comando Sur del Pentágono norteamericano.
El imperialismo yanqui entonces pisa su “patio trasero”. Viene por todo. Inclusive está dispuesto a romper los mercados regionales como el Mercosur o el ALBA que le puedan abrir las puertas a otras potencias imperialistas en la región.
EEUU viene por toda América Latina, tal como está yendo para recuperar su control en Medio Oriente con la masacre del estado sionista de Israel a las masas palestinas y sosteniendo a todos los regímenes contrarrevolucionarios de la región.
Los piratas yanquis nuevamente buscarán imponer un ALCA desde Alaska a Tierra del Fuego, que los procesos revolucionarios de las masas latinoamericanas de la primera década del siglo XXI habían impedido; levantamientos y luchas antiimperialistas que luego entregaran los farsantes de la “revolución bolivariana”.
La bancarrota del FIT-U
La crisis del parlamentarismo es acompañada como alma al cuerpo por la crisis del reformismo
Lo que se abre en Argentina, con el nuevo gobierno de Milei y antes con Massa, es una época aguda de contrarreformismo y de achicamiento a grados extremos de toda política de conciliación de clases.
El FIT-U le decía a las masas que llenando el Parlamento de diputados de izquierda, la clase obrera podía resolver su crisis. Una mentira, un engaño y una infamia. Hoy, visto que su burgués “progresista” Massa, al que le votaron decenas de leyes, no fue electo presidente, afirman muy sueltos de cuerpo que ahora todo “se resolverá en las calles”.
El FIT-U y su cretinismo parlamentario ocultó que al ataque del gobierno peronista y al plan de gobierno directo de Milei se los enfrentaba con el método de la revolución proletaria.
El FIT-U estuvo muy lejos de ello y muy cerca de los traidores stalinistas de Cuba, cuya “ala izquierda” inventada se presenta como “pseudo trotskista”. Esa es una fracción dirigida por Díaz-Canel, que manda a ese farsante de Frank García Hernández, militante activo del PC, para engañar por izquierda a la clase obrera cubana y latinoamericana.
Este señor hoy llora la derrota de Massa y afirma, lamentándose en una extensa declaración, que “Argentina dejará de comerciar con Cuba”… Farsante.
El PC cubano, comenzando por Fidel Castro, fue el encargado de traicionar, estrangular y llevar a la derrota todos los procesos revolucionarios y levantamientos de masas en América Latina e inclusive en EEUU en los últimos 20 años. Esos combates revolucionarios de los explotados del continente eran el camino para romper el bloqueo y aislamiento de la isla y no el grito de guerra que hizo antes de morir el mismo Castro de que “el socialismo no va más ni siquiera en Cuba”.
Esta autotitulada “Izquierda Comunista Cubana”, que de forma farsante se pinta como “trotskista”, es una corriente sometida a su jefe Díaz-Canel, que le otorga legalidad absoluta a este grupo de García Hernández para que haga actividad política en Cuba, mientras muele a palazos a todos los obreros que se levantan contra el hambre y la miseria que impone la restauración capitalista.
Desde La Habana salió entonces el grito de “el socialismo no va más”. Con la farsa de la “revolución bolivariana” estrangularon los procesos revolucionarios de la primera década del siglo XXI como Bolivia, Venezuela, Ecuador y la Argentina sublevada de 2001. Y ahora sostienen a esa izquierda gringa de Boric, Petro, Lula… y Massa.
En Cuba, impusieron una brutal restauración capitalista que es mostrada por todo el imperialismo y la reacción como si fuera la “caída del socialismo” cuando es lo opuesto: es el desbarranque de la Cuba obrera y campesina, acorralada por la traición del stalinismo cubano y mundial a la revolución latinoamericana. El PC cubano armó sociedades con las grandes transnacionales españolas y francesas para restaurar el capitalismo en la isla, destacando sectores de esa descompuesta nomenklatura stalinista, que ya se reúnen con los gusanos de Miami para hacer negocios.
Le guste o no le guste a este señor Frank García Hernández y a los stalinistas cubanos, ellos también son responsables de la victoria de Milei porque ellos ensuciaron la bandera del socialismo entregando Cuba al capitalismo, como hicieron con todos los estados obreros, y haciendo aparecer a esa basura capitalista de la “revolución bolivariana” como el “socialismo del siglo XXI que fracasa”. ¡Y ahora se quejan del “atraso” de la clase obrera argentina y latinoamericana! ¡Traidores! ¡Mil veces traidores! Son meros sirvientes de Biden y los yanquis.
Encima los renegados del trotskismo recorren el mundo haciendo congresos internacionales con estos delincuentes políticos, entregadores de la revolución socialista. Ese es el camino que han elegido los liquidadores de la IV Internacional.
Milei terminaba cada acto de campaña y cada exposición con el grito de guerra de “¡viva la libertad, carajo!” y “defensa irreductible de la propiedad privada”... Y no hubo una voz valiente de la izquierda argentina que le respondiera: “¡que muera el capitalismo y que viva la revolución socialista!” y llame a la clase obrera a organizarse y a prepararse para enfrentar en las calles a las fuerzas contrarrevolucionarias que levantan cabeza.
La traición stalinista de entrega de la Cuba obrera y campesina al capitalismo y al imperialismo es una puñalada por la espalda al proletariado y los explotados de América Latina y EEUU. Es lo que fortalece a los procesos reaccionarios y contrarrevolucionarios del continente y crea y recrea las fuerzas que traicionan cada paso hacia la revolución que dan las masas.
El sistema también le ha sacado el jugo al reformismo. Y a no dudarlo, que lo desechará cuando ya no sea necesario.
El FIT-U basó su campaña electoral hablando de que había que “romper con el FMI”, como si semejante tarea se pudiera hacer solo desde la Pampa Húmeda y el Obelisco de Buenos Aires. Eso es charlatanería. Sin una lucha generalizada de las masas de América Latina, junto a la clase obrera norteamericana, la derrota del combate antiimperialista en Argentina estará asegurada.
En su campaña electoral el FIT-U no luchó ni por la revolución socialista ni por el combate internacionalista de la clase obrera argentina, cuando ardían Perú, Chile, Colombia, etc.
Al proletariado argentino no se le presentó ninguna alternativa seria y revolucionaria ni contra Massa ni contra Milei por parte de la izquierda reformista. Por eso el FIT-U no capitalizó en lo más mínimo el odio contra el régimen y el gobierno peronista de millones de explotados.
La actual crisis de la clase obrera tiene su origen en mil traiciones y capitulaciones de sus direcciones. Sus filas solamente se volverán a reagrupar bajo un programa revolucionario que plantea atacar la propiedad capitalista y terminar con el saqueo imperialista. Solo así se podrá unir a los obreros desocupados con los trabajadores ocupados, la juventud precarizada y los millones de flexibilizados, yendo por todos los de arriba.
El combate por poner en pie un nuevo partido revolucionario bajo las banderas de la revolución socialista, es decir, trotskista e internacionalista, se vuelve crucial en este cruce de caminos histórico de la clase obrera argentina y latinoamericana.
Se agudiza la crisis de dirección
La crisis de dirección y las traiciones las pagan las masas. Y encima hay que soportar que pseudo intelectuales izquierdistas del régimen burgués le echen la culpa a los obreros desesperados por “romper sus tareas colectivas y dedicarse a la solución individual de sus problemas”, como se escribe profusamente en La Izquierda Diario del PTS. Esto es una infamia.
La clase obrera argentina intentó una y mil veces enfrentar a este gobierno antiobrero de los Fernández, mientras el FIT-U le votaba más del 90% de sus leyes en el Parlamento burgués, presentadas por Massa. Así hicieron pasar como “progresivo” a un gobierno odiado por los explotados. ¿Por qué el FIT-U y sus charlatanes parlamentarios iban a canalizar el odio de las masas contra los partidos burgueses y el régimen infame?
Los partidos del FIT-U tienen mucho que explicar porque directa o indirectamente llamaron a votar a Massa. Ellos y los traidores de la burocracia sindical deben hacerse responsables. Explíquenlo.
En junio-julio ardía Jujuy, donde el PTS había sacado el 23% de los votos. Se negaron a coordinar y centralizar a la vanguardia obrera combativa que a cada paso tendía a poner en pie sus organismos de autoorganización como en portuarios, la salud, docentes, alimentación, etc.
El FIT-U estuvo muy lejos de utilizar la campaña electoral como tribuna de los obreros en lucha. Dirigiendo sindicatos enteros como el neumático o seccionales de la Unión Ferroviaria y docentes, no les entregaron ni un spot ni un minuto de televisión a los miles de trabajadores que, traicionados por la burocracia sindical, buscaban enfrentar el ataque del gobierno peronista.
Bastaba que llamaran a votar 1 delegado cada 100 para poner en pie un Congreso de trabajadores ocupados y desocupados que se instale en el Jujuy sublevado para que hoy la clase obrera argentina tuviera un polo de vanguardia organizado para enfrentar los choques de clase decisivos que se avecinan.
Además, junto al stalinismo, dejaron como mendigo al valiente movimiento de desocupados.
La izquierda parlamentaria tiene mucho que explicar y dejar de echarle la culpa a la clase obrera de sus propias impotencias e iniquidades.
Como afirmaba Trotsky en el proceso revolucionario de Francia en los ’30, denunciando al stalinismo que culpaba a las masas de las derrotas parciales:
“Se echa la responsabilidad sobre los hombros de las masas obreras. ¡Cómo si los partidos y los sindicatos se encontraran al margen del proletariado y no fueran sus órganos de lucha! Es precisamente porque el proletariado, como resultado de la historia más que centenaria de sus luchas, ha creado sus organizaciones políticas y sindicales, que les es difícil, casi imposible, llevar la lucha contra el capital sin ellas y contra ellas. Y sin embargo, eso que hay construido como resorte para la acción se ha convertido en un peso muerto o en un freno”. Este es el límite de la clase obrera.
¿De qué hablan estos señores antimarxistas que ven a la clase obrera como una sumatoria de individuos separados de sus organizaciones que ellos crearon y que a cada paso los traicionan?
Durante la campaña electoral el FIT-U dio un espectáculo bochornoso, puesto que se dividía por arriba por el reparto de las bancas, pero también dividía por abajo a la vanguardia más aguerrida y combativa de la clase obrera. Por ello inclusive se negaron a hacer un acto unitario de cierre de campaña electoral.
Y luego festejaban que habían sacado un 2,7% de los votos y mantuvieron su escaso caudal electoral, aun en momentos de grave crisis de los partidos burgueses de Argentina.
Cuando terminó la primera ronda electoral, el PTS se ufanaba de que su candidata Myrian Bregman había tenido muchos “likes” en sus redes sociales durante el debate presidencial. ¿Qué festeja esta gente cuando Milei sacó 14.400.000 de votos y el gobierno peronista y su representante Massa del FMI, arañaron los 11,5 millones de votos? ¿Qué festejan? ¿Los “likes” de Myriam Bregman? ¿Con ello pensarán enfrentar al fascismo que amenaza con ganar las calles? ¿De quién se ríe esta gente?
Es una izquierda que se adocenó al régimen burgués, mientras el imperialismo prepara golpes durísimos, inclusive poniendo en pie un movimiento protofascista que en adelante aplaste a los trabajadores.
La clase obrera no tiene la dirección que se merece
Hay que recuperar la unidad de las filas obreras bajo las banderas de un programa revolucionario
Llegó la hora de hacer un balance claro y preciso. La clase obrera no tiene la dirección que necesita para poner en pie los organismos de autoorganización y democracia directa, para unir a los trabajadores ocupados, desocupados y precarizados con la demanda de que “la crisis la paguen los capitalistas”, denunciando que si ellos vienen por el trabajo, el salario y todo lo nuestro, nosotros tenemos que ir por su propiedad.
Si los de arriba quieren despedir y quitar todas las conquistas obreras, la salida no es “defender derechos” chamuyando en el Parlamento, sino combatir en las calles con el método de la huelga general y la lucha insurreccional de masas.
Los de arriba amenazan con un brutal ataque de las fuerzas represivas y con bandas fascistas en las calles. La tarea de poner en pie comités de autodefensa y milicias obreras para aplastar todo intento de la burguesía de armar bandas parapoliciales, es una tarea de vida o muerte del momento.
Estas enormes tareas hay que prepararlas, como ya dijimos, reagrupando las filas obreras con un programa y una dirección revolucionaria. Estamos a tiempo. Las fuerzas de nuestro pequeño núcleo están a disposición para ello.
Es inconcebible que aún no haya salido de forma inmediata un llamamiento a poner en pie un Congreso Nacional de trabajadores ocupados y desocupados para preparar la resistencia y organizar la lucha contra los traidores de la burocracia sindical. Y esto mientras aún está caliente la sangre del compañero Molares, que anticipa la feroz represión que va a sufrir la clase obrera.
Un sector ligado al Partido Obrero ha convocado a un plenario ampliado de su partido y los sectores sindicales y del movimiento de desocupados que influencia. Ello es insuficiente. Hay que llamar sin demora al movimiento de autoconvocados, que fue la vanguardia de combates decisivos en portuarios, en las sublevaciones del interior, en la salud, en docentes. Este es el camino para conquistar un Congreso Nacional de trabajadores ocupados y desocupados con delegados de base con mandato votados en asamblea que superen en su amplitud a los llamados por partidos del FIT-U y sus colaterales sindicales.
La puesta en pie de un Comité de Lucha Nacional para unir a los trabajadores ocupados y desocupados en cada una de sus luchas y demandas, en cada ciudad y provincia del país, es una tarea decisiva.
El imperialismo viene por todo. Hay que ir por todos ellos para romper con el FMI y expropiar sin pago sus bancos, sus transnacionales y la tierra de una oligarquía corrupta y entreguista.
La lucha contra todo despido, por el salario mínimo, vital y móvil para toda la clase obrera y trabajo digno, son las demandas mínimas para unir a los trabajadores.
Para ello, la suerte de la clase obrera no puede estar atada a la burguesía y a sus partidos. Cuando están sometidos a ellos, los trabajadores deben renunciar a su programa y sus demandas. Esa es la pérfida política de colaboración de clases de las direcciones stalinistas y reformistas. Reducen a cero las fuerzas de los trabajadores para “mantener la unidad” con algunos de sus verdugos que los reformistas denominan “progresistas”.
La ruptura con los partidos burgueses y el peronismo se vuelve decisiva para presentar toda batalla seria contra el “Mileiato”. Este es un camino que se abrirá dando pasos decisivos para derrotar a los traidores de la burocracia sindical que llevan a la clase obrera a los pies de la burguesía.
Durante estos años, la clase obrera puso en pie en las luchas comités de autoorganización que sobrepasaron a las direcciones burocráticas de los sindicatos e impusieron sublevaciones de provincias enteras como antes el Chubutazo y hace pocos meses en Jujuy. Ese es el camino.
Para triunfar, la suerte de la clase obrera argentina debe estar atada a las luchas revolucionarias de América Latina y EEUU. Ahí están las fuerzas para romper con el imperialismo, terminar con el estrangulamiento de la fraudulenta deuda externa e iniciar una ofensiva contra los capitalistas y sus pandillas que se robaron y fugaron fuera del país el equivalente a un Producto Bruto Interno de Argentina.
Hoy más que nunca: Argentina será socialista o colonia de Wall Street.
O vuelve la lucha revolucionaria del 2001 y el Argentinazo para que se vayan todos, comenzando por este sinvergüenza de Milei y su banda de CEOs y demás políticos patronales, o la clase obrera será castigada por el fascismo. Ahí está la Palestina masacrada y martirizada por el sionismo y los golpes palaciegos o fascistas que vimos en el último período en América Latina.
Milei prepara como primeras tareas de su gobierno viajar al estado de Israel y EEUU. Los trabajadores de Argentina debemos hacer nuestro el llamamiento de solidaridad que han hecho los sindicatos del pueblo palestino, que está siendo masacrado en un verdadero Holocausto y genocidio por el sionismo.
El camino para la clase obrera argentina es llamar a pelear junto a los obreros norteamericanos como los que están en huelga en la industria automotriz o los trabajadores portuarios que paralizan la máquina de guerra que abastece de armas y suministros al ejército fascista de Israel.
Ellos son nuestros aliados junto a los trabajadores y campesinos de América Latina, y no los Massa y la burguesía kirchnerista que con “cantos de sirena” le atan las manos a la clase obrera para que venga Milei a darle un golpe decisivo a sus conquistas.
No hay tiempo que perder.
Bajo las banderas de la IV Internacional, ¡por un nuevo reagrupamiento revolucionario e internacionalista de la vanguardia de la clase obrera argentina!
La liberación de los trabajadores y su unidad será obra de los trabajadores mismos. |
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