Argentina- 5 de marzo de 2024
El gobierno de Milei, el FMI, el embajador yanqui Stanley y los grandes capitalistas
Profundizan su guerra contra los trabajadores
En estos primeros 3 meses de gobierno, con cacerolazos en las calles, duras luchas rodeando de solidaridad a los despedidos, conflictos salariales por gremio que llevaron el 24/01 a un paro general parcial…
La clase obrera presenta batalla
Esta lucha se ve limitada puesto que, en primer lugar, la dirección de los sindicatos como así también del movimiento piquetero se niegan a coordinar los reclamos por trabajo y salario contra el gobierno gorila de Milei y a poner en pie organismos comunes de lucha que unifiquen a obreros ocupados, desocupados y a todos los sectores que entran a pelear en cada ciudad, provincia y a nivel nacional.
Esto es clave hoy, cuando están en curso miles de despidos como en la UOCRA por la paralización de la obra pública, en estatales y también en centenares de fábricas como un chantaje de las patronales para aumentar la explotación de sus trabajadores.
Los tarifazos y las condiciones de miseria empujan a la puesta en pie de organismos de lucha aún moleculares de los jubilados.
El brutal aumento de las tarifas que se avecina en marzo y abril amenaza con que se profundicen los cacerolazos y la salida a las calles de las clases medias arruinadas.
La burocracia sindical impide toda coordinación de los sectores en lucha para unificar en un reclamo generalizado las demandas de todos los sectores atacados por el gobierno.
Indudablemente, la pelea por poner en pie organismos de autoorganización y coordinación de las masas que empiezan a salir a pelear, es un factor clave para poder desarrollar una contraofensiva contra el gobierno de la miseria, la colonización y la entrega.
Lo que es tan grave como todo esto, es que los burócratas sindicales dejan por fuera de los reclamos y sindicatos a los obreros en negro, monotributistas y contratados, que son la absoluta mayoría de la clase obrera y los que más sufren la ofensiva del gobierno y el régimen.
En cada paritaria y en cada lucha por fábrica, son dejadas de lado las demandas de los sectores más explotados del movimiento obrero.
A decir verdad, esta es una gran conquista para los capitalistas, que se las garantizó el gobierno peronista de Fernández y antes Macri.
De esto se trata la traición de la burocracia, que divide a los trabajadores, desorganiza sus luchas y dice “golpear para negociar” mantener sus privilegios, y lo único que recibe del gobierno, que está en guerra, es un ataque mil veces superior contra la clase obrera y los propios burócratas sindicales, a los que considera cada vez menos necesarios para mantener controlado al movimiento obrero.
Las pandillas burguesas imperialistas se han cebado porque el 60% de la clase obrera argentina ya está bajo condiciones de maquila. La burocracia es la responsable de esto porque todos los dirigentes sindicales saben dónde están los talleres, fábricas, obras de construcción, reparticiones, etc. donde hay obreros en negro o contratados, que no ganan más de 200 mil pesos miserables, y los dejan librados a su suerte.
Toda lucha decisiva del movimiento obrero para que potencie todo su vigor, deberá tomar en sus manos esta demanda central para unir sus filas con el método de la asamblea, de recuperar los cuerpos de delegados, la autoorganización obrera y la coordinación de todos los sectores que están peleando.
La que terminó de debilitar al extremo los sindicatos y las centrales sindicales fue la burocracia, dividiendo las luchas y entregando como carne de cañón a la explotación a la mayoría de la clase obrera.
La dirección de los trabajadores es el límite que tiene la batalla que ya está presentando la clase obrera. La tarea central es avanzar en imponer organismos aptos para librar una lucha a la altura del ataque del gobierno y los capitalistas que no cesa, sino que no hace más que profundizarse. Unir a todos los sectores que están peleando y sus reclamos, poner en pie organismos de coordinación y autoorganización es la tarea del momento para preparar y organizar un combate decisivo, superior inclusive al del 2001, para barrer con este gobierno antiobrero y el podrido régimen capitalista sobre el que se sustenta.
Los de arriba se disputan el botín a costa del hambre y la miseria crónica que se está instalando en Argentina
En su discurso durante la apertura de las sesiones legislativas en el Congreso, Milei convocó a los gobernadores a firmar el “Pacto de Mayo” en Córdoba. De esta manera, BlackRock de Wall Street, el embajador Stanley, el FMI y los grandes capitalistas que cotizan en la bolsa de Nueva York, han llamado a las distintas fracciones burguesas, ya sea las de sustitución de importaciones, las burguesías regionales y sus “patrias contratistas” e inclusive a los monopolios instalados en Argentina que producen para el mercado interno, a asociarse en sus negocios o bien, quedar afuera de este plan.
En su ofensiva en América Latina y en Argentina en particular, el imperialismo ya ha definido cuáles son las provincias que piensa respetar e inclusive súperbeneficiar. Es que los yanquis inclusive están moldeando una nueva nación, la Argentina colonia. En ella solo existirán las provincias de Vaca Muerta, la del noroeste donde está el litio, el Cuyo de los minerales y la Pampa Húmeda de los cereales. Todo esto para que los gringos se lo lleven afuera… Los demás, que se mueran.
No estamos ante un ajuste más, sino ante la imperiosa necesidad del imperialismo de infringirle una derrota a la clase obrera, la única clase “verdaderamente nacional”, para terminar de colonizar definitivamente Argentina, como ya lo viene haciendo con sus agentes, ya sean “democráticos” o “golpistas”, en toda América Latina.
Las pandillas burguesas escondidas detrás de los gobernadores, las “oposiciones conciliadoras” o bajo el ala de los K, o bien, las transnacionales europeas que entran en competencia abierta con los yanquis por el subcontinente latinoamericano, tienen todos un gran punto en común con la pandilla de Wall Street, del Citibank, BlackRock y el FMI que hoy controla el gobierno: imponerle la flexibilización laboral y la esclavitud total a los trabajadores y profundizar el sometimiento de la nación al FMI.
Es más, los bandidos “opositores”, al igual que los parásitos que hoy están en el gobierno, tuvieron en el gobierno peronista de los Fernández y Massa un fenomenal “limón exprimido” que les permitió organizar los más grandes ataques a la clase obrera de los últimos años. Como no nos cansaremos de insistir, entre Macri y los Fernández arrojaron al trabajo en negro “sin derechos” a la mayoría de los trabajadores…
Estos sectores burgueses “opositores” solo quieren un reparto equitativo de los negocios o una parte minoritaria de los mismos, pero jamás estarán dispuestos a que irrumpa el movimiento obrero de forma independiente. Es que en esta lucha, las demandas de la clase obrera atacarían a todas las fracciones y pandillas burguesas por igual, todas enemigas declaradas de los intereses de los trabajadores.
De allí que toda política de poner a la clase obrera a los pies de alguna de las fracciones burguesas para hacer “negociaciones inteligentes” o “resistencias”, sea suicida para los explotados. Es que ya está claro que el mayor límite que tiene la clase obrera para luchar es la burocracia sindical.
En esta disputa interburguesa los trabajadores no tienen nada que ganar.
El combate es clase contra clase.
La clase obrera no tiene por qué estar ni en Córdoba en mayo, ni hoy con esa cueva de bandidos del Congreso burgués, donde los K junto a la izquierda parlamentaria anunciaban que había un “triunfo” porque se había derrotado la “Ley Ómnibus”, cuando en realidad esta se imponía con mil veces más virulencia con el Decreto de Necesidad y Urgencia del gobierno. Si este llega a ser “derrotado” en el Senado, el gobierno sacará 100 DNU más porque así se lo permite la archirreaccionaria Constitución del ‘53 que le da poderes de monarca al presidente y de fiscalizadora de los negocios del imperialismo a la Corte Suprema de Justicia.
Milei se ha elevado por encima inclusive del Parlamento y se ha declarado “emperador”. Va por todo. El imperialismo quiere el gas, el litio, los minerales y el agronegocio y está dispuesto a conseguirlos a como dé lugar. Ya lo demostró en Perú con un golpe salvaje y antes en Bolivia con Áñez.
Lo que hoy busca Milei es un pacto con sectores de la gran burguesía y sus políticos, sobre todo los gobernadores, para lograr “legalidad” y “legitimidad” parlamentaria al saqueo que ya está impulsando. Y sino, avanzará sin ellos. Wall Street sabe muy bien con la clase de cobardes y socios miserables con los que actúa en su plan de colonización de Argentina.
Ante los padecimientos inauditos, pese a la burocracia sindical, la clase obrera está en pie de lucha.
Aunque el reformismo lo quiera esquivar, el único camino es el Argentinazo y la revolución
No hay tiempo que perder. La clase obrera quiere pelear. Pero para ello es indispensable unificar sus filas, transformar cada asamblea en cada fábrica y en cada establecimiento en un bastión de la lucha por el pase a convenio de todos los trabajadores en negro y contratados y por conquistar trabajo digno para todos, reduciendo las horas de trabajo, porque ya es hora de que esta crisis la paguen los capitalistas.
La clase obrera necesita un pacto con un programa revolucionario para unir sus filas.
Para ello hay que poner en pie coordinadoras que unifiquen todos los reclamos y las luchas, en primer lugar de los que no tienen voz: millones de obreros que trabajan a destajo, en negro y contratados, que fueron expulsados de la vida política y económica del país… y de los sindicatos.
Urge la necesidad de un Congreso Nacional de trabajadores ocupados y desocupados, que podremos conquistar rodeando de solidaridad cada lucha contra los despidos, uniéndolas con la pelea de los desocupados por trabajo digno y todas sus demandas y a los conflictos por los convenios, para que estos contemplen el pase a planta permanente de todos los trabajadores…
Un Congreso Nacional de trabajadores ocupados y desocupados que llame a votar delegados en asambleas o clandestinamente por fábrica a los obreros contratados y en negro para recuperar las comisiones internas y los cuerpos de delegados.
Llegó la hora de poner en pie, desde las bases, a un nuevo movimiento obrero que recomponga su unidad y le declare la guerra a sus verdugos, con el método de la lucha de clases y la revolución proletaria.
Contra el gobierno de Milei y el régimen policíaco, de represión y decretazos
Hay que imponer paros, piquetes, comités de autodefensa y la Huelga General
No se necesita cualquier huelga, sino LA huelga que demuestre quién realmente manda en Argentina: si la clase obrera o un puñado de millonarios que se enriquecieron con el sudor del pueblo y el saqueo de la nación.
El gobierno sigue manteniendo aún gran parte de su base social porque demuestra lo que dice no solo con palabras, sino en los hechos. Es que en el medio de la catástrofe del sistema capitalista, más allá de lo fantasiosa de la charlatanería de Milei, este está encabezando una lucha empedernida para vencer.
Por la crisis de su dirección, la clase obrera aún no está a la altura de esa batalla. Los trabajadores necesitan conquistar una lucha audaz y decisiva para derrotar al gobierno y a todas las pandillas burguesas y “opositoras” que sustentan el ataque a los explotados a cuenta del imperialismo.
Los viejos dueños de Argentina y su sociedad están en bancarrota. Ellos sobreviven colonizando a la nación y multiplicando por mil su saqueo. Hace falta una nueva Argentina, revolucionaria y socialista. Si el proletariado revolucionario no se adueña del poder, Milei avanzará a consolidar su régimen de “emperador” y vendrá el fascismo.
Las masas necesitan una dirección y organismos que le demuestren que con su lucha puede vencer. De eso se tratan las tareas de los revolucionarios.
La clase obrera quiere entrar al combate. Sus dirigentes, que la someten a pactos con el enemigo y al pacifismo del parlamentarismo burgués, solo logran entorpecer esta lucha que es y será de vida o muerte para los trabajadores y las futuras generaciones de explotados.
Ha llegado la hora de comenzar a poner en pie las coordinadoras de autoorganización de los trabajadores, con democracia directa, con el método de las asambleas, para romper los diques de contención de los traidores de la burocracia sindical y unificar las luchas a pesar y en contra de ellos, como hicimos en 2001, en el Cordobazo y en las Coordinadoras de los ’70. Ya es hora.
¡Esto no se aguanta más!
Los de arriba vienen por todo.
Hay que ir por lo que es nuestro. Hay que ir por todos ellos.
Comité Redactor del periódico “Democracia Obrera”
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