Con cerco, represión, cárcel y percusión, los capitalistas concentraron todas sus fuerzas para doblegar a los indomables trabajadores fueguinos
Mientras la burocracia sindical cercaba y aislaba la lucha de los trabajadores fueguinos, la gobernadora Bertone y el gabinete de CEOs de Macri, modelaba y ejecutaba su contraofensiva represiva para derrotar la lucha.
Primero lo hicieron en común acuerdo con el sindicato de camioneros de Moyano, quienes a principios de abril enviaron una patota de 200 matones del sindicato para que apalearan a los trabajadores en la ruta, en su mayoría compañeras docentes. Pero lejos de hacer retroceder y mitigar el temple de los trabajadores en lucha, esta respondió con más y numerosas movilizaciones, nuevos paros y el apoyo generalizado –expresado en una inmensa solidaridad- de todo el movimiento obrero.
El 3 de mayo, Bertone y los jueces de las petroleras y las transnacionales, enviaron a la policía a irrumpir en la casa de 5 trabajadores, al mejor estilo de la Triple A, llevándose detenidos a los compañeros. Luego de que producto de la lucha ellos fueran liberados, la justicia videlista les impuso una “libertad condicional” puesto que les prohibió acercarse al acampe, a las marchas e inclusive a cualquier institución del estado como las escuelas.
A esto le siguió una persecución y aprietes permanentes de los directivos a los docentes en las escuelas, para quebrar la lucha, enviando a docentes a “controlar” las clases de los que se habían adherido a los paros, sancionando y suspendiendo de sus cargos a las supervisoras escolares que cubrían los descuentos de los compañeros docentes.
A mediados de mayo el gobierno de la Bertone lanzó una nueva provocación con sus punteros y con la cobertura de la policía, incendiando la carpa de los docentes y estatales del pueblo de Tolhuin. Estaban preparando el ataque al acampe de Ushuaia. Sin embargo, los dirigentes de la Unión de Gremiosno llamaron a poner en pie un comité de autodefensa de todas las organizaciones obreras en lucha para defenderse de los ataques de los punteros y la policía asesina.
Ya el 31/5, la patronal atacó nuevamente desalojando violentamente el acampe en Ushuaia con la policía y los punteros incendiando las carpas y apaleando compañeros. Así, con el camino despejado, se prepararon las condiciones para que en el mes de junio la legislatura vuelva a trabajar.
A pesar de ello, los trabajadores fueguinos no dieron un paso atrás. Se volvían a organizar, resistían y continuaban su lucha con paros, marchas y piquetes al grito de “Si no derogan, les va a pasar, que a donde vayan los iremos a buscar”. Demostraban con valentía que la represión, la cárcel y la persecución no cumplían con el objetivo que pretendían Bertone y compañía. Solo el cerco de las centrales sindicales, el desgaste provocado por días y días de combate y resistencia, sumada a la política del FIT de subordinar toda su labor a llevar “la agenda obrera al Congreso”, más la negativa de los dirigentes de unir a docentes y estales con los trabajadores industriales en la misma isla, fue lo que llevó a no lograr el objetivo de la lucha: la derogación de las leyes.