ARGENTINA - COLUMNA DE OPINIÓN - 13 de marzo de 2016
POLÉMICA
La izquierda argentina, tras 15 años de sostener a los gobiernos bolivarianos,
le cubre la retirada al Kirchnerismo disfrazándolo de progresista.
Una nueva estafa al movimiento obrero
La clase obrera argentina está pasando días difíciles, días en que el redoblado ataque de la patronal y el imperialismo contra la clase obrera se expresan con centenares de miles de despidos, represión, paritarias truchas y demás padecimientos arrojado sobre sus hombros.
Aquí y allá, de forma aislada aún, los explotados muestran su predisposición al combate, no sólo contra el gobierno nacional de Macri, sino también contra los K que en medio país desde sus gobernaciones se encuentran a la cabeza del ataque contra los trabajadores, como podemos ver en Santa Cruz. Allí los estatales que sufren miles de despidos, enfrentaron a kirchneristas y macristas en su cueva legislativa al grito de “¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!”
Esta perspectiva de independencia de clase de sectores de la clase obrera pone en alerta no sólo a la burguesía y la burocracia, sino también a la izquierda reformista que tiene la tarea de garantizar que estos sectores se mantengan aislados y postrados políticamente a alguna facción burguesa.
Para eso ya los estados mayores del reformismo escriben ríos de tinta intentando envenenar la conciencia de los trabajadores sobre la existencia de una burguesía progresista y otra reaccionaria, de un sector burgués que dio concesiones a las masas y de otro que viene a sacárselas.
Este cuento del policía bueno y el policía malo, narrado por la izquierda de Obama en la Argentina se expresa con un intento desesperado por barnizar a los Kirchner de progresistas, ocultando lo que fueron: un gobierno de lacayos del imperialismo, que como todos los bolivarianos vinieron a expropiar la lucha revolucionaria de las masas para salvar la propiedad de los capitalistas para luego volver a atar a América Latina con triples cadenas al imperialismo. Ese fue su rodeo. Esa fue la tarea dada por el imperialismo. Todo lo demás es cuento reformista.
Así por ejemplo corrientes como el PTS llegan a plantear que el kirchnerismo le hizo un homenaje a la lucha del 2001, como lo escribe Christian Castillo en la revista Estrategia Internacional Nº 29: “En Argentina, los gobiernos de los Kirchner tuvieron que rendir una especie de homenaje a la relación de fuerzas que dejó la rebelión popular de diciembre de 2001, formando una coalición de gobierno heterogénea, con la dirección política de su ala ‘progresista’ (…)”
También tenemos a otros morenistas como los del PSTU-LIT que plantean en su artículo publicada en su página web llamado “A qué viene Obama”: “En la década anterior América Latina estuvo caracterizada por gobiernos como el de Hugo Chávez, los Kirchner, Evo Morales, Lula y Dilma. Estos, que de una forma u otra fueron producto de los estallidos y reclamos populares de la década del 2000, aprovechando la mejora de la situación económica (por la suba del petróleo, de la soja etc.) y para terminar con esos procesos de movilización, tuvieron políticas sociales que resultaron en una mejora de las condiciones de vida, en relación al periodo de crisis anterior, de los trabajadores y el pueblo en cada uno de esos países” (negritas nuestras).
La izquierda reformista le dice a la clase obrera que estos gobiernos bolivarianos son expresión de su lucha revolucionaria y no su aborto como realmente lo fueron. Basta de engaños. Los Kirchner el único “homenaje que rindieron” fue al imperialismo, como verdaderos lame botas de los yanquis y pagadores seriales al FMI. El “homenaje” a la persecución política al movimiento obrero argentino condenando a cadena perpetua a 11 trabajadores del petróleo de Las Heras, que previo al patíbulo fueron torturados y su ciudad sitiada por fuerzas de la gendarmería y los servicios de inteligencia. Asesinaron bajo las órdenes del gobierno K a trabajadores como Daniel Solano y Carlos Fuentealba entre otros, y procesaron a 7000 compañeros por luchar. Su “homenaje” fue junto a los Castro y todos los bolivarianos a la complicidad y al apoyo del más grande genocidio del siglo XXI perpetuado al pueblo sirio respaldando públicamente al asesino Putin -aliado de Assad y Obama- cuando este bombardeaba los barrios de la resistencia.
El único “producto” que reflejan es el de la expropiación y el aborto de nuestra revolución latinoamericana sobre la cual se montaron para salvarle la propiedad al conjunto de los capitalistas, en primer lugar la de su amo imperialista. Los Kirchner administraron los negocios del conjunto de la burguesía en la Argentina porque fue la que salvó a ésta del fuego de la revolución. Ese es el mérito por el cual el imperialismo lo asoció y le dio su comisión del saqueo de la nación. Le hicieron el trabajo sucio al imperialismo pero hoy sin embargo su amo no quiere más intermediarios; opina que ya sacó de escena a la revolución y quiere un gobierno directo de sus CEOs.
Los K en su rodeo debieron lidiar con las masas en la ofensiva, controlar, cooptar y estatizar sus organizaciones y comenzar a reconstituir el régimen burgués que la revolución del 2001 dejó maltrecho como era el régimen bipartidista del PJ y la UCR del “Pacto de Olivos”. Ni su ejército, ni sus burócratas sindicales, ni sus parlamentarios ni sus jueces tenían legitimidad alguna para gobernar.
El reformismo quiere pintar al kirchnerismo y al macrismo como agentes irreconciliables, quiere hacerle creer a los trabajadores que hay patrones “buenos” y “democráticos”, y patrones “malos” y “reaccionarios”. La burguesía, sin embargo, pone la cara que mejor le convenga para mantener su propiedad y mucho más cuando se trata de salir del fuego de una revolución.
“El patrón bueno es el que da concesiones” -chilla el reformista- cuando los K lo único que “concedieron” fueron 145 mil millones de dólares al FMI y una renta agraria e hidrocarburifera multimillonaria que fue directo a los bolsillos de los monopolios imperialistas.
La izquierda reformista llama a la clase obrera a unirse en un mismo frente con estos patrones K –que, volvemos a repetir, según los izquierdistas radicales fueron quienes “dieron concesiones” y hoy “enfrentan al macrismo”-con el pérfido objetivo de someter las fuerzas de la clase obrera a la burguesía, desorganizarlas para que no luchemos como en el 2001 contra todos los patrones sin importar el color o disfraz del cual se vistan.
Así los vemos llamar a marchar junto a la burguesía este 24 de marzo, día en que deberíamos impedir en honor a nuestros 30 mil desaparecidos, la llegada a Cuba y a la Argentina del asesino Obama con la huelga general y con acciones en toda América. Pero no, para el reformismo es hora de marchar con los K que ahora son “oposición”. A ello incluso le llaman cita de honor.
¿”Gobiernos que dieron concesiones”? Todo lo que la clase obrera le quitó a la patronal fue subproducto de la lucha revolucionaria de las masas, ante una burguesía que se vio obligada a ceder demandas parciales o de lo contrario caía transformándose los K en el sexto presidente que las masas echaban de la casa rosada con su lucha en el inicio del siglo XXI. Los planes sociales a los desocupados significaron sangre obrera derramada en las rutas como las de los compañeros Teresa Rodríguez, Víctor Choque y Aníbal Verón, bajo ese embate de masas.
Las fábricas recuperadas, con los cuales la base obrera garantizó la fuente de trabajo cuando arreciaba la desocupación, como lo fueron Zanon y Brukman, significaron duros choques de la vanguardia obrera y juvenil con la policía asesina que intentó a punta de pistola recuperarlas una y otra vez. ¿De qué concesiones hablan estos señores reformistas?
Dicen que al kirchnerismo “le favoreció un viento de cola de tiempos de altos precios internacionales de los comodities de donde metían mano para repartir” ¡Cínicos! Callan que el 60 % de la clase obrera argentina trabajó en este ciclo de expansión rastrero en talleres negreros como los de Luis Viale, hacinados bajo taperas mugrientas como los obreros rurales y de la construcción, o trabajando por salarios miserables en los yacimientos petrolíferos.
La “Asignación Universal por Hijo” no fue una concesión a los explotados sino un subsidio a esta patronal negrera que mantiene el grueso de la fuerza de trabajo en negro, precarizada o desocupada. Esa argentina maquila, con salarios miserables y condiciones de esclavitud es la que sostuvo la fiesta de los Kirchner y las transnacionales.
Los K subieron y la primer “concesión” que les dieron a los trabajadores fue un salario de maquila gracias a la devaluación del peso frente al dólar de un 300%.
Las concesiones, señores reformistas, las dio la revolución, que al no triunfar, al no tomarnos el poder en el 2001, no se pudieron siquiera mantener. Demostrándose en la vida misma, que solo luchando por todo, en lucha política de masas, se le puede arrancar tal o cual demanda a la burguesía, por temor de ésta a perderlo todo.
Conquistas que después, por no habernos hecho del poder se perdieron, y que en manos de la burguesía y sus agentes al interior del movimiento obrero trasformaron esta conquistas tácticas en su opuesto. Como lo fue por ejemplo los planes trabajar, que bajo control de las asambleas piqueteras y la democracia obrera era una pequeña conquista en la lucha por trabajo digno y del poder de los trabajadores. Pero eliminando la democracia obrera, desviando la lucha por el poder y creándose una burocracia piquetera, se trasformó al movimiento piquetero en un movimiento de mendigos de bolsones de comida y planes, destruyendo la consigna de trabajo digno y los métodos de lucha que ponían en cuestión la propiedad de los capitalistas y dividiéndolos de trabajadores ocupados.
La patronal hoy ya definió que no quiere más la “paz social” de la demagogia, lo que quiere y necesita es la “paz de los cementerio”, la de arrodillar al movimiento obrero. Buscan acentuar la bonapartización del régimen, dejando atrás todos los mecanismos de engaño que guardaban en la etapa anterior, de post revolución, para profundizar el camino trazado por los Kirchner, el de una verdadera guerra declarada contra los trabajadores para arrancarle una nueva tajada de plusvalía y reducir el gasto del estado vía los despidos y quita de conquistas en estatales.
Queda clara que hay dos alternativas en el movimiento obrero: o política frentepopulista, de colaboración de clases, sometiendo a las masas al kirchnerismo en la “oposición” y a la tregua con el gobierno macrista. O la lucha por la conquista de la INDEPENDENCIA DE CLASE del proletariado para que éste se eleve como caudillo de la nación oprimida y en una alianza con las clases medias arruinadas retome el camino de la lucha por la revolución socialista. La clase obrera argentina, para defender su trabajo, su salario y conquistar la más mínima de sus reivindicaciones debe volver a hablar el lenguaje de la revolución, el del movimiento piquetero de Mosconi y Tartagal contra los despidos y por trabajo digno, el del “QUE SE VAYAN TODOS, QUE NO QUEDE NI UNO SOLO”, el de “YANKY GO HOME” para Obama y sus empresas, el de la expropiación sin pago bajo control obrero de cada fabrica que cierra y despida, el de preparar un 2001 triunfante contra Macri y sus CEOs, al cual sostienen los K y demás pandillas burguesas.
Gonzalo Piris |