Hong Kong -26 de agosto de 2019
¡Al grito de “revolución”, comienza la huelga general en Hong Kong!
Los patrones esclavistas del PCCh se aprestan a mandar a su ejército a aplastar el levantamiento revolucionario de obreros y estudiantes
¡Hay que derrotar al ejército asesino contrarrevolucionario
de Pekín!
¡Abajo la dictadura de los “empresarios rojos” del PCCh, gendarmes de los negocios de las transnacionales imperialistas!
¡Fuera Carrie Lam, gobernadora de Hong Kong!
Ella actúa bajo las órdenes políticas y militares de Pekín y el imperialismo
¡Que la chispa de Hong Kong encienda
Shanghai y la China continental!
Al grito de “Reclama Hong Kong revolución en nuestro tiempo”, la enorme lucha de los trabajadores, los estudiantes y el conjunto de los explotados en Hong Kong entró en su doceava semana. Se trata de una huelga general política, con irrupción de la clase obrera de todos los sectores, como así también estudiantes y las amplias masas explotadas, que salieron a la lucha en sucesivas jornadas protagonizando movilizaciones de millones (como la del 18/8), ocupación del parlamento, piquetes, toma del aeropuerto, choques con la policía y las fuerzas represivas, con cientos de presos y cincuenta muertos.
El 5 de agosto, por primera vez en más de 50 años, se realizó una huelga general. La misma fue llamada por la Confederación de Sindicatos de Hong Kong (HKCTU, por sus siglas en inglés) y 96 sindicatos afiliados a la misma adhirieron y fueron convocantes activos. Entre estos sindicatos se destacan la Federación de Organizaciones Obreras de Transporte de Hong Kong, la Asociación de Personal de Logística, Transporte y Almacenes, Sindicato de Choferes de Autobuses, Sindicato de Personal de Ferrocarriles de Transporte Masivo, Sindicato General de Trabajadores de la Industria Textil, de Comercio y Reventa, Sindicato de Trabajadores del Correo, Sindicato de Docentes Profesionales, Sindicato General de Trabajadores de la Industria Electrónica, Sindicato General de Trabajadores de la Construcción, Sindicato de Trabajadores de Comercio de Joyas y Ornamentos de Oro, sindicatos de trabajadores de aerolíneas y aeronáuticos, entre otros sindicatos principalmente del sector público. Así, ese día, no hubo transporte, ni funcionó el aeropuerto, ni oficinas públicas y hasta paró el sector financiero. Organizaciones juveniles se sumaron a esta jornada, realizando cortes y piquetes en distintas zonas y calles de Hong Kong.
Cada fin de semana se realizan diversas jornadas de lucha de este fenomenal levantamiento. El sábado 24/8, además de una enorme movilización, hubieron cortes de carreteras y calles en los barrios obreros. Los explotados enfrentándose a la policía -que fue a reprimir y dispersar a los manifestantes- pusieron en pie barricadas y piquetes.
Esta enorme sublevación comenzó contra el intento de aprobar la Ley de Extradición, la cual permitiría al gobierno de Pekín -que no tiene jurisdicción para detener a residentes de Hong Kong- poder arrestar y extraditar a la China continental e imponerle sus leyes represivas a todo aquel que salga a pelear. Leyes que permiten que los detenidos sean aislados, encerrados, torturados, sin acceso a un abogado y sin que se conozca su paradero durante seis meses.
La guerra comercial que ha largado Trump y la respuesta de la gran burguesía china solo la pagan los obreros y las masas empobrecidas del campo y la ciudad
La guerra comercial que ha largado Trump ya ha llevado a China a un estancamiento y recesión en su economía. El ciclo de expansión que China ha tenido estos últimos años está llegando a su fin. Enormes masas de capitales de las transnacionales, e inclusive de la gran burguesía china, salen de China y se refugian en los bonos del tesoro norteamericano, ante este proceso recesivo que ha comenzado allí, como lo ha hecho también en Alemania, Inglaterra, Italia y que amenaza con una recesión mundial. La devaluación de las monedas sigue como alma al cuerpo a un dólar norteamericano que se ha fortalecido. La guerra comercial que han declarado los yanquis pone en cuestión toda la división mundial del trabajo de la economía mundo.
Un enorme proceso de lucha ha comenzado en la China continental al inicio de este ciclo recesivo. Los obreros, para defenderse de los ataques de los capitalistas, aquí y allá protagonizan duras luchas para recuperar el salario perdido y defender los puestos de trabajo. Mientras tanto, se desmorona la bolsa de Shanghai y se derrumba una burbuja inmobiliaria en China, como la que estallara en España o EEUU en 2008.
Hong Kong no es la excepción a esta crisis ni al ataque a las masas. La crisis hace rato llegó a Hong Kong, y el imperialismo y la gran burguesía se la arrojaron sobre los explotados. La carestía de la vida se torna insoportable. En una isla superpoblada, donde el metro cuadrado es uno de los más caros del mundo, la vivienda se hace inaccesible para millones de explotados. Para las masas, la situación es insoportable.
Entonces la crisis ya pegó en la China continental y también en Hong Kong, pero aquí, en una acción política independiente, las masas presentaron y presentan batalla, enfrentando a Carrie Lam, la gobernadora de la isla, a cuenta de los banqueros imperialistas y los “empresarios rojos” del PCCh.
Las masas hongkonesas, encabezadas en su primera fase de lucha por el movimiento estudiantil, hoy tienen como protagonistas al movimiento obrero. Los explotados han visto cómo trata la burguesía china y su régimen contrarrevolucionario a los que combaten como ellos en la China continental. El derecho a huelga está absolutamente prohibido en China y todo luchador obrero o estudiantil es encarcelado y hasta desaparecido por las instituciones del estado por el tiempo que el gobierno y sus fuerzas de represión consideren oportuno. Eso enfrentan las masas de Hong Kong con su combate contra la Ley de Extradición, como ya dijimos.
Por dar tan solo un ejemplo, recientemente vimos la huelga de los obreros de Jasic Technology, en Shenzhen, donde, en esta lucha por sindicatos independientes, todos los dirigentes, como también los estudiantes que salieron en su apoyo, terminaron desaparecidos, torturados y luego el gobierno reprodujo videos, armados en las salas de torturas, donde ellos renuncian a su lucha y piden disculpas por la misma. Habían sido sometidos a un brutal flagelo. Aún hoy siguen desaparecidos.
Lo que aquí decimos es tan solo un ejemplo de la política del gobierno contrarrevolucionario de Pekín frente a las decenas de miles de luchas y combates que recorren toda China.
Cuando en 1997 Inglaterra pone Hong Kong bajo el mando del ejército contrarrevolucionario de Pekín, con un gobernador agente suyo elegido a dedo, estos piratas imperialistas británicos sabían muy bien lo que hacían. Ponían bajo el látigo de los capangas del PCCh y sus fuerzas contrarrevolucionarias la defensa de sus intereses, sus negocios, su zona libre de comercio y de sus bancos. A su vez, el imperialismo inglés quedaba con las manos libres, con sus bancos y transnacionales dentro del territorio chino y con una zona franca de libre comercio, para largar desde allí una enorme ofensiva económica y de negocios sobre la China continental, como veremos luego.
Las fuerzas armadas contrarrevolucionarias del gobierno de Pekín se preparan para ahogar la sublevación en Hong Kong en un baño de sangre
El ejército chino ya está en las fronteras de Hong Kong. Se preparan para llevar a cabo una masacre y ahogar a los explotados en un baño de sangre. Estas son las fuerzas contrarrevolucionarias del gobierno de los capitalistas chinos, los gendarmes que defienden la propiedad, los negocios y las ganancias de las transnacionales imperialistas en China.
Esas fuerzas contrarrevolucionarias que se aprestan a atacar en Hong Kong ya han sido probadas. Son las que en 1989 masacraron en Tiananmen a una enorme sublevación de obreros y estudiantes que iniciaban un proceso de revolución política para terminar con la lacra stalinista del PCCh, que ya hacía rato venía pactando con EEUU y sus grandes bancos la introducción en China de sus transnacionales. Así lo fue con el pacto Nixon-Deng Xiaoping de 1975, que permitió la instalación de millares de empresas transnacionales en el sudeste chino para explotar como esclavos a los obreros de ese país.
En Tiananmen, se habían agrupado estudiantes sublevados en Pekín. Cuando estos comenzaban a ser apoyados por millones de obreros, el PCCh mandó sus tanques y provocó una verdadera masacre de los trabajadores y la juventud. Dicha masacre terminó de asentar la restauración capitalista en China y garantizó así que desde las entrañas del PCCh surgiera una nueva clase poseedora asociada totalmente al imperialismo. Este puso a producir a centenares de millones de obreros bajo condiciones de esclavitud en China. A no dudarlo que la restauración capitalista en China y la superexplotación de su clase obrera, con el látigo de los nuevos mandarines chinos, le dio sangre fresca al imperialismo para que se sobreviva de su agonía.
A la vez, de este proceso surgió una poderosa burguesía china imbricada política y comercialmente con las potencias imperialistas, las cuales ya controlan el sistema bancario de conjunto, al tener el 25% de las acciones de cada uno de los 42 bancos de todas las provincias de China. Las transnacionales, con mano de obra esclava, utilizando exención de impuestos y crédito de los bancos chinos, se disputan el mercado interno chino, donde colocan gran parte de su sobreproducción mundial.
La enorme maquinaria exportadora de China, asentada en la explotación de 300 millones de obreros –que están como inmigrantes en su propia tierra, esclavizados en campos de concentración de enormes fábricas- ahora está en guerra comercial, declarada por Trump. A EEUU no le ha bastado con la “sangre fresca” que ya ha succionado de los trabajadores de ese país junto a sus socios los mandarines chinos, ni que estos le provean a sus transnacionales petróleo, acero y demás bienes intermedios e insumos y toda la infraestructura para el transporte de mercancías. El imperialismo ahora va por todo en China, por sus grandes empresas estatales, sus rentas… Esa es la guerra comercial de la cual Trump se ufana de que “va ganando”.
El imperialismo yanqui ha vuelto, a las patadas, a intentar controlar el mercado mundial, luego de que la crisis de 2008 le hiciera perder influencia en el mismo.
Wall Street ya quiere inclusive sacarse de encima a sus socios menores de la nueva gran burguesía china. A esta se le está cerrando el mercado interno norteamericano y, como dijimos, rápidamente le ha tirado toda la crisis que esto ha generado a su clase obrera. Ha llevado a cabo una enorme devaluación, que hundió aún más el salario de los obreros chinos.
A su vez, el régimen de los mandarines se blinda cada vez más. Necesita sacar su ejército a las calles, apto para masacrar a sus propias masas. Son estas fuerzas las que intenta volcar sobre Hong Kong para aplastar a sangre y fuego esa rebelión. Le va la vida en ello. Es que en la China continental hay ramas secas para la sublevación obrera. La chispa de Hong Kong puede incendiar la pradera.
China continental y Hong Kong: un país, un mismo sistema
Hong Kong fue hasta 1997 colonia directa inglesa. En ese año, como ya dijimos, el imperialismo inglés la integra a China, pero su capital financiero mantiene el control de los negocios allí, sobre todo su enorme plaza financiera (la tercera en el mundo). El lema de esta integración fue “China y Hong Kong: un país, dos sistemas”. Esto fue un brutal engaño. Es que había un solo sistema, el capitalista. En la China continental ya se había restaurado el capitalismo con una brutal superexplotación de la clase obrera, como ya vimos. Fábricas cárceles, obreros teniendo que dejar sus documentos en la entrada de todo complejo industrial, convertidos en verdaderos campos de concentración… un régimen fascista que añorarían tener todas las transnacionales del mundo. 300 millones de obreros están como inmigrantes en su propio país. Ellos solo pueden trasladarse de provincia a provincia con un pasaporte aprobado por sus patrones y el estado. Nada distinto a los inmigrantes latinoamericanos hambrientos en las maquilas del norte de México o al interior de EEUU. Un régimen calcado al del Apartheid y los bantustanes en la Sudáfrica bajo la bota de los Boer.
Esto es lo que tiene China para ofrecerle al mercado mundial: la mayor mano de obra concentrada del planeta, apta para producir bajo condiciones de esclavitud. Esta fuerza de trabajo se la disputan abiertamente las transnacionales y las distintas potencias imperialistas que quieren quedarse con los negocios de forma directa y terminar de semicolonizar China.
El imperialismo inglés introdujo a un Hong Kong bajo su control en China para usarlo como cabecera de playa para entrar a la disputa por quedarse con los negocios de ese país, como dijimos. El lema “un país, dos sistemas” encubría que era el imperialismo británico el que se metía dentro de China asociado a los “empresarios rojos” que, con su régimen de terror, mantienen a raya a las masas.
Con la denominada “ruta de la seda” -un complejo de puertos, carreteras y ferrocarriles que busca unir China con Italia y Alemania- la UE imperialista de Maastricht no quiere quedarse afuera de esos fabulosos negocios. Pero antes, China, su régimen y su gobierno deben garantizar que la tecnología sea de las potencias imperialistas y que la producción de máquina-herramientas la manejan y la controlan las transnacionales de esas grandes potencias. Ahí está el caso de Huawei y el 5G… China se la falsificó al aparato industrial norteamericano, pero luego debió arrodillarse, devolvérsela, y darle el 75% de ese negocio a Wall Street.
Como vemos, la competencia de las potencias imperialistas por China se exacerbó. Trump va por ella en una guerra comercial abierta. La misma Inglaterra, que utilizó a Hong Kong como su cabecera de playa para su capital financiero en China, está siendo presionada por un lado por los fabulosos negocios que ya está realizando y le esperan allí, junto al imperialismo yanqui. Por otro lado, tiene un sector de su capital financiero junto a Alemania en el espacio vital europeo.
En última instancia, la discusión del Brexit al interior de Inglaterra es una disputa enorme entre las pandillas burguesas de la City de Londres sobre “¿A dónde va Inglaterra?”… Y esto es lo que la tiene en crisis, tironeada, por un lado por el eje franco-alemán, y por el otro para irse al Pacífico con EEUU con el así proclamado Brexit.
Ya no hay potencias imperialistas que les vaya bien si a las otras no les va mal. El mercado mundial se ha achicado… No solo no hay lugar para nuevas potencias imperialistas (y Trump se lo recuerda a China política, económica y militarmente), sino que sobran las que aún existen.
China y Hong Kong son un mismo sistema y un mismo país, bajo el mando del PCCh de los “empresarios rojos” y su banda de hombres armados, que son sus fuerzas contrarrevolucionarias para mantener la esclavitud sobre la fuerza de trabajo explotada más importante del planeta.
China, con Hong Kong incluido, hoy es un país capitalista dependiente de la economía mundial, con una burguesía nativa asociada financiera y comercialmente al imperialismo, pero del cual mantiene aún una relativa independencia. Pero esto está llegando a su fin. Cada potencia imperialista para sobrevivirse necesita a China de conjunto, y ponerla ya como una colonia. Hong Kong es el punto desde donde el imperialismo británico, asociado a la gran burguesía china, busca quedarse con los negocios en el continente.
Por ello, la clase obrera de Hong Kong enfrenta al imperialismo y sus socios de la nueva burguesía china, en el punto en donde el capital financiero está avanzando sobre China. Es una enorme lucha antiimperialista, que choca objetivamente con las fuerzas contrarrevolucionarias de los nuevos mandarines esclavistas de Pekín y con sus socios mayores de la banca imperialista en Hong Kong. Esto demuestra el brutal engaño que los Partidos Comunistas stalinistas del mundo han dicho sobre la lucha de Hong Kong, que se trataría de una “conspiración imperialista”… ¡Estamos ante un enorme levantamiento de los trabajadores y los explotados contra el hambre y contra el imperialismo y sus socios menores de la nueva burguesía china y sus fuerzas armadas contrarrevolucionarias!
La lucha de los explotados de Hong Kong es un eslabón de una misma lucha de la clase obrera china. Esta se desarrolla en la isla, que es el punto donde el control del estado chino es aún débil, puesto que Hong Kong se integrará a China continental en un plan progresivo, por lo que hay un régimen de transición. Aún el ejército chino no ha instalado una base militar contrarrevolucionaria desde donde ejecutar su política de control de las masas.
Pero el imperialismo necesita cada vez más que en Hong Kong se mantenga la “paz social” a manos de las fuerzas fascistas contrarrevolucionarias del estado chino. No puede invadir allí el ejército inglés ni los marines de EEUU, pero a cuenta de ellos se disponen a hacerlo las fuerzas armadas de Pekín. De eso se trata no solo “un mismo sistema” sino también “un mismo país” y un mismo estado con una misma banda de hombres armados contrarrevolucionaria.
¡Basta de carestía de la vida! ¡Salario digno y vivienda para todos!
¡Fuera Carrie Lam! ¡Abajo el gobierno contrarrevolucionario de los “empresarios rojos” del PCCh!
¡Hay que aplastar a su ejército que se dispone a masacrar Hong Kong!
En la China continental y en Hong Kong: Un mismo “sistema” capitalista, una misma clase obrera para enfrentarlo
El levantamiento de las masas de Hong Kong es contra el hambre y la carestía de la vida, y para ello enfrenta directamente al gobierno de Carrie Lam al grito de “¡Revolución!” con el método de la clase obrera, la huelga general. La primera demanda para conseguir pan, trabajo, vivienda digna es ¡Fuera Carrie Lam! ¡Disolución de la policía asesina y sus fuerzas represivas! ¡Hay que derrotar al ejército contrarrevolucionario de Pekín que se dispone a invadir Hong Kong! ¡Hay que poner en pie ya milicias obreras desde los piquetes que enfrentan a la policía!
Los trabajadores de Hong Kong deben solidarizarse con la clase obrera de la China continental que lucha por sindicatos independientes y que levanta las mismas demandas contra el hambre, la desocupación, por vivienda, por salario, por la libertad a los presos y contra la represión. Allí están sus fuerzas para triunfar, unificándose con un programa de lucha común.
La juventud sublevada de Hong Kong debe hacer suyo el programa de la juventud rebelde china que se solidariza con los trabajadores al grito de “¡Que vuelva el socialismo! ¡Abajo el régimen!”.
En el Pacífico, a la salida de la Segunda Guerra Mundial, la clase obrera y los explotados le propinaron las más grandes palizas al imperialismo y a los yanquis en particular. Se los derrotó en Corea y antes en China, obligando a los partidos stalinistas -que se proponían ser aliados del imperialismo “democrático” norteamericano, como lo habían sido durante la Segunda Guerra Mundial- a tener que ir más allá de lo que ellos querían y expropiar a los capitalistas. Esto sucedió en la China de Mao o en Corea del Norte. El embate de las masas obreras y campesinas de Vietnam y su heroico sacrifico derrotó al imperialismo yanqui en la península de Indochina. Pero luego, por traición de la lacra stalinista, esas grandes conquistas de la clase obrera mundial se han caído sobre sus hombros, a partir de la restauración capitalista que le otorgó al imperialismo millones de obreros esclavos para reproducir un ciclo de sobrevida de este sistema mundial putrefacto.
A la clase obrera del Pacífico le esperan grandes combates en el siglo XXI. Ayer fue Tiananmen y hoy la chispa de Hong Kong amenaza nuevamente con incendiar China.
La tarea es preparar nuevos enormes combates de la clase obrera del Pacífico y de China en particular e impedir una nueva masacre como en Tiananmen.
En estos combates, los explotados de la región enfrentan a los más grandes entregadores de sus revoluciones del siglo XX, el stalinismo devenido hoy en una nueva burguesía asociada al imperialismo mundial, como el PCCh.
La tarea inmediata no es otra que expropiar sin pago y bajo control obrero las transnacionales y los bancos imperialistas y de la burguesía de los mandarines chinos del PCCh! ¡Allí están los fondos para tener vivienda, salario, trabajo y una vida digna! La clase obrera debe recuperar las conquistas de China e Indochina que el estalinismo entregó. Ello lo va a hacer de forma victoriosa bajo la bandera de la revolución socialista internacional.
¡Que la llama de Hong Kong se extienda a toda China!
Para que triunfe el levantamiento de Hong Kong, es esencial la irrupción de la clase obrera en la China continental, golpeando al gobierno fascista de Xi Jinping, el jefe de Carrie Lam, que comanda el ejército presto a masacrar a los explotados hongkoneses. ¡Son una misma clase y tienen un mismo enemigo!
¡Abajo el gobierno contrarrevolucionario de los “empresarios rojos” del PCCh, custodios y socios menores de los negocios de las transnacionales imperialistas en China! ¡Por un gobierno provisional revolucionario obrero y campesino, basado en comités de trabajadores, campesinos y soldados rasos!
La lucha es por conquistar “un mismo sistema”… el socialismo, es decir, la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias, basada en comités de obreros y soldados rasos, sin burócratas stalinistas traidores devenidos en explotadores a cuenta del imperialismo. Hay que volver a nacionalizar los medios de producción y de cambio, reinstaurar el monopolio estatal del comercio exterior, la banca nacionalizada y la economía planificada, y poner en pie soviets, instaurando una genuina democracia soviética.
En Hong Kong está el corazón del combate de la clase obrera mundial, en primer lugar de toda China, el Pacífico y las potencias imperialistas, comenzando por Inglaterra. ¡La clase obrera inglesa, norteamericana, europea, japonesa y de todo el Pacífico debe ganar las calles en solidaridad con la lucha de los explotados hongkoneses! De lo contrario, más temprano que tarde caerá sobre ellos las condiciones de esclavitud del proletariado chino.
Los más grandes agentes del imperialismo y de la City de Londres no son las masas sublevadas hoy en Hong Kong, sino los sinvergüenzas del Partido Laborista inglés, con su jefe Corbyn, y demás “socialistas” traidores del proletariado mundial, lacayos de la reina de Inglaterra. Ellos viven como verdaderos burgueses y aristócratas obreros con las monedas que se les caen a las transnacionales de sus superganancias extraídas sobre la base de la superexplotación y la sangre de centenares de millones de obreros chinos, africanos, latinoamericanos… ¡Ellos son los más grandes enemigos del proletariado mundial, tal cual Judas! ¡Son lacayos de las metrópolis imperialistas!
¡China será socialista o terminará entera como Hong Kong: colonia de Wall Street, la City de Londres o de la Europa imperialista de Maastricht!
Carlos Munzer
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