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Mi nombre es Rosales, soy un condenado por luchar por mis derechos, por lo que creo que es justo. Quiero agradecerle a Abdallah, Samer el Aissawi y a los presos vascos por todo el apoyo que nos dieron. Gente que no conozco, es una iroía ¿no? Porque gente del otro lado del mundo que me haya brindado su apoyo es para mi muy importante, teniendo amigos, compañeros de trabajo, petroleros que me dejaron a pata por así decirlo, y es muy feo. Le quiero decir a ellos que tengan fe, que tengan fuerzas, que no bajen los brazos como yo tampoco los voy a bajar. No me van a quebrar con esto que me hicieron.
Me destrozaron la vida, pero voy a seguir adelante por mis cinco hijos, por mi familia, por toda la gente que cree en mi. Y esto recién empieza para mi de vuelta porque ya llevo ocho años de tortura. Ocho años esperando que se haga justicia y no se hizo, pero no importa, tengo fe que todo va a salir bien. Es lo último que voy a perder, la fe. Hasta el último minuto de mi vida voy a gritar mi inocencia, soy inocente, somos inocentes, los tres somos inocentes a los que nos quieren arruinar la vida, somos inocentes. Nada más.
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