BOLIVIA 15 de enero de 2020
Desde El Alto-Senkata
En medio de que el gobierno fascista de Áñez saca a las Fuerzas Armadas y a la policía asesina a las calles en un verdadero estado de sitio y a dos meses de la masacre de Senkata, siguen surgiendo testimonios desgarradores que demuestran lo que fuera el golpe de Estado comandado por la OEA y la ONU.
Entonces, presentamos a continuación, desde la Red Internacional por la Libertad de los Presos Políticos una entrevista a Franklin, herido de una esquirla de bala en la cabeza el día de la masacre de Senkata (19 de noviembre de 2019)
“…quiero que se haga justicia y que se sepa por qué motivos me han disparado”…“justicia contra todos los autores que han autorizado a sacar a las FF.AA”.
“Quiero decirles a los compañeros que están pasando por esta situación tan triste que estamos pasando todos, los afectados, a los obreros. Compañeros, no nos callaremos, no nos vamos a detener y queremos que esto se sepa a nivel internacional”.
Red Internacional por la Libertad de los Presos Políticos: ¿Cómo han sido los hechos del 19 de noviembre del 2019, donde vinieron las FF.AA. y la policía a Senkata?
Franklin: Buenos días, la verdad me siento triste por todo esto que ha pasado. Ese día, martes, estaba con mis hermanitos. Mi madre había salido temprano, ya no teníamos gas y ella salió en busca de garrafa (de gas, NdR). Como había bloqueos, yo le dije que no era necesario que traiga el gas y, si es que estaban vendiendo que averigüe y me avise.
Eran las 9 de la mañana y, un vecino viene a las 11 de la mañana y me preguntó por mi madre. Yo ya me había puesto nervioso y triste porque me enteré de que había enfrentamientos entre los bloqueadores y las Fuerzas Armadas. Yo sabía que mi madre había salido por ese lado a buscar gas y no tenía crédito en el teléfono para comunicarme. Producto de los bloqueos, los negocios tampoco tenían crédito (en el celular, NdR) para cargar.
Mis hermanos se pusieron a llorar porque no sabían dónde estaba mi mamá. Ya había pasado el mediodía y los enfrentamientos en Senkata seguían. Mi madre no aparecía. Entonces salí en su búsqueda y les dije a mis hermanos que no se movieran de la casa, que no abrieran. Había saqueos y teníamos miedo de que entren a nuestras casas. Cuando llego al yacimiento había mucha gente, señoras, niños gritando, mucha gente, explosiones, tiros de municiones de todo tipo.
Me fui acercando a la pasarela (de Senkata NdR) y había muchísima gente. Era toda la población que voluntariamente se había unido a esa lucha, mujeres de pollera, niños, señoritas arrojando piedras y los militares les disparaban. Yo me fui acercando más porque mi madre es de pollera y sabía que podía estar ahí. Cuando llego más cerca comencé a escuchar los gritos: “allá hay un herido”, “hay un fallecido”, “aquí hay otro herido”, “ayuden, ayuden”.
Los militares echaban gas pimienta y lacrimógeno que más nos afectaba y nos hacían retirar del lugar. La gente se unía más porque no podía entender cómo es que los militares nos estaban matando. “Que mueran los militares” se escuchaba entre la gente, ya había tres muertos y más de 15 heridos, según lo que escuché. Entonces me cubría entre las paredes y en el suelo. Entonces comenzaron las barricadas al grito de “que se vayan los militares, va a seguir corriendo sangre, que se vayan”.
Así los hicimos retroceder en un momento a los militares. Yo seguía buscando a mi mamá. Con toda la bulla que había y el humo del gas, mi celular ya no sonaba y mi hermano me llamaba. Esto era alrededor de las dos de la tarde. Pude atender el teléfono a esa hora y me preguntaban mis hermanos por mi mamá, “estoy en los enfrentamientos de Senkata, estoy buscando a mamá”, les respondía.
Ya eran las tres de la tarde y junto a otros vecinos estábamos cubriéndonos en las barricadas que habíamos hecho con madera. Escuché el sonido de una ambulancia, pero detrás de ellos venían los militares que comenzaron a disparar. Los tiros pegaban en las maderas y nosotros nos cubríamos. Cuando quise levantarme a ver sentí un golpe en mi cabeza, como si me pegara una piedra o una madera, me temblaba la cabeza y sentía un sonido fuerte. Me toqué la cabeza y salía harta sangre. Me puse muy nervioso y los que estaban a mi lado decían “aquí hay un herido”. Yo ya estaba perdiendo el conocimiento.
Comenzaron a preguntarme por mis familiares para comunicarse. Media hora más tarde me volvieron a llamar a mi celular y me dicen mis hermanos “ya ha vuelto la mamá, ¿dónde estás?”, les contesto “estoy herido, de mi cabeza está saliendo sangre, no sé qué me ha pasado, me han disparado y han hecho hartos disparos”. Mi hermana con mi cuñado salieron para Senkata.
A mí la gente me llevó con el resto de los heridos, habían hartos heridos ahí, tendidos en el suelo como pescados. Yo me había vendado con mi polera la cabeza. Luego vino un minibús y nos cargaron con el resto de los heridos y nos trasladaron al Panorámica (Hospital), ahí me pincharon en el lugar donde estaba herido y no paraba de sangrar. Ellos me decían “ya va a parar”, mientras había al lado mío un herido en el corazón tendido ahí. Se escuchaba “no hay oxígeno”.
Ya alrededor de las cuatro de la tarde el hospital se llenó de heridos. Y escucho a un doctor decir “los que no están heridos de gravedad que les den el alta”. Entonces, viene una doctora y me dice “te vamos a costurar”, pero la herida no paraba de sangrar. Luego de que me costuraran me pedían datos y yo como estaba perdiendo el conocimiento no pude darle bien mis datos, sólo alcancé a sacar mi carnet porque ya no podía hablar. Ya estaba por salir del hospital y yo no tenía idea de quién venga por mí. Yo parecía borracho, no podía mantenerme en pie, no tenía conocimiento. Mi hermana llega y me agarra llorando y dice “todos hemos venido a buscarte”, gritaban mi nombre para que pueda reaccionar. Estaban todos ahí, mi cuñado y el resto de mi familia. Así, débil, me han llevado.
Cuando estábamos pasando por el puente (de Senkata, NdR) seguían los enfrentamientos, hartos disparos, los silbidos de las balas se escuchaban por todos lados. Nosotros tratamos de pasar por otro lado. Mi cuñado nos dice “miren los militares” y estaban apuntándonos a nosotros. La gente se cubría con trozos de metal. Mi cuñado se enoja por la situación y yo le digo “vámonos, por mi culpa te van a herir a ti también”, mi hermana lloraba y le decía “no vayas”. Mucha gente seguía defendiéndose de los tiros de los militares.
Los militares desde los carros blindados disparaban con ametralladoras, haciendo ráfagas. Ahí hirieron a varios más. Mi cuñado quería ir a los enfrentamientos. El gas ya había cubierto todo, no podíamos respirar, nos mirábamos y estábamos como chinitos porque no podíamos ni abrir los ojos, casi no se podía escapar de ahí.
Luego pasamos cerca del hospital de Senkata. Por ahí pasamos normal. Unos vecinos me dicen que mi cabeza estaba sangrando de nuevo y me piden que me eche al suelo y me empezaron a presionar la cabeza. De ahí fuimos en luego a una posta para que me atiendan y no me atendieron. Luego fuimos a otra posta de salud en (la zona, NdR) Villa Imperial y como en el lugar anterior me decían “joven, para qué va ahí, nosotros no estamos atendiendo a nadie”.
Las postas de salud me negaban la atención, tuvimos que ir al consultorio de una doctora y en ese lugar me dicen lo mismo que en las postas “ya no atendemos, vamos a hacer lo imposible”. Entonces la doctora me inyecta para que no sangre de la cabeza, me da unas pastillas y me dice “no creo que esto sea de una bala”, comenzaron a reñirme, “¿cuánta plata te dieron? ¿A qué grupo perteneces?”. Luego me envía al hospital Corazón de Jesús.
Días después, cuando fui al doctor, me revisa y me dice “ya está cicatrizando la herida, ya estás sanito”. Yo no estaba bien, me quería desmayar y el doctor me dice “estás bien, ¿de qué te preocupas? Voy a sacarte los puntos y te doy un tratamiento con pastillas” y me da antibióticos.
Cuando supe que se estaban reuniendo los familiares de los heridos y asesinados de Senkata, fui a esas reuniones y ahí me dijeron “por qué sigues así, los doctores no siempre te van a decir lo correcto”. Entonces fui a hacerme sacar una tomografía y en ella salieron líneas que mostraban el brillo de un metal. Me dijeron “tienes un metal en tu cabeza y no sabemos si está clavado o rajado”. Fui a otro doctor y me dijo que el metal está clavado por lo que tenían que internarme urgentemente y me dice “tienes que conseguir dinero porque te va a salir caro”.
Me acerqué a un doctor en Jesús Obrero con un cirujano y me dijo lo mismo, que el metal estaba clavado y luego me dice “esto te va a costar 6000 bolivianos” (867 $us). Entonces todo esto ya me daba miedo y estaba nervioso por lo que me decía.
Fui a buscar varios doctores me dijeron distintas informaciones uno me dijo que la operación iba a salir 9000 bolivianos (1300 $us). Entonces me acerqué a una consulta con el doctor del hospital Corazón de Jesús y me cotizó un poco más alto. Entonces pone en la orden “operación por extracción de proyectil”. Entonces hemos hecho un fondo con mis familiares y hemos recibido ayuda para tener los medicamentos para poder operarme al final de una vez. Ya no quería estar así, porque ni siquiera podía sonreír porque me daba un dolor en las muelas fuertísimo y muy incómodo.
Recién hace dos meses me operaron y me sacaron un tamaño de esquirla que no era un pedazo de metal, sino un pedazo de bala. Cuando los doctores me ven me dicen “este es senkateño, uno más de ellos”, me trataron muy mal. Me preguntaban “¿para qué vas ahí?” (a los conflictos en Senkata, NdR). Yo les explicaba que había ido a buscar a mi madre, pero no querían entender, estaban totalmente en contra de lo que pasó. A todos nos trataron mal, a mi madre incluso la trataron mal.
Luego de la operación yo estaba un poco mareado por la cantidad de sangre que había perdido, me quise levantar para ver lo que me habían sacado y vi la esquirla. Les pedí que llamen a mi madre y, yo estaba tan mal, que no podía recordar ni su nombre. Entra mi madre y le pido que saque una foto para que se vea lo que me han sacado y la enfermera no nos lo permitía. “Esto hay que llevárselo al director para que vea lo que me han sacado” le decimos, “no, fotos no, él va a comunicarse con la fiscalía” me decían los doctores. “¿Pero qué me han sacado de mi cabeza?” les preguntaba mientras me quería levantar un poco mareado.
Seguimos reclamando y me puse más nervioso porque no querían mostrarme lo que me habían sacado. Entonces veo al director del hospital y él me dijo “la Fiscalía va a arreglar contigo y te van a notificar”. Entonces me muestran y era una esquirla de una bala, de un proyectil. Yo me intrigaba más por lo que la doctora quería ocultar, no me querían mostrar ni podíamos sacar fotos. Con una abogada pudimos sacar la foto de la esquirla en un frasco con mi nombre. Entonces ella (la abogada, NdR) me dijo que había que reclamar. Pero hasta ahora no me han devuelto el frasco con la esquirla del proyectil.
Ahora estoy un poco más tranquilo de mi cabeza, porque me han sacado la esquirla. Me estoy recuperando. Los vecinos no van a decir la verdad de lo que pasó, ellos hacen agrandar las cosas y no cuentan la verdad. Algunos dicen que yo había ido por dinero, pero esto no es así. Yo estaba trabajando aquí en casa pues no le daba importancia en los enfrentamientos. Mi madre fue por gas y yo fui a buscarla. Yo no pertenezco a ningún partido político. Quisiera que esto no se oculte como quieren hacer los políticos diciendo que no ha habido balas, ni municiones y que nos estábamos matando entre nosotros. Eso es mentira.
Nos dimos cuenta que los militares no eran soldaditos. Yo también estuve en el cuartel y no eran de nuestra clase los soldados. Para mí eran fuerzas especiales o gente contratada. Nos mandaron a matar, porque ha habido disparos de todo tipo. Lo que más nos ha herido fue la ametralladora que disparaba en ráfaga. Hartos heridos hubieron. Hasta el momento somos 65 heridos, 13 asesinados y dos desaparecidos que aún no se sabe qué pasó. Creo que esto no debería de ocultarse así.
Red Internacional por la Libertad de los Presos Políticos: Estamos escuchando el testimonio de Franklin. Esto lo van a saber los trabajadores a nivel nacional e internacional. Es fundamental que se sepa la verdad desde la voz misma de los protagonistas, de los afectados, de las víctimas. ¿Le gustaría añadir algún llamado para que se pueda llenar de solidaridad esta lucha, por los presos, por su libertad, por la justicia para que se sepa la verdad?
F: Quiero que se aclare todo esto. Yo voy a seguir asistiendo a las actividades, porque quiero que se haga justicia y que se sepa por qué motivos me han disparado. Que se haga justicia contra todos los autores que han autorizado a sacar a las FF.AA. Quiero decirles a los compañeros que están pasando por esta situación tan triste que estamos pasando todos, los afectados, obreros. Compañeros, no nos callaremos, no nos vamos a detener y queremos que esto se sepa a nivel internacional. Gracias. |
|
Herido de esquirla de bala
Operación por esquirla de bala
Esquirla de bala extraída
Tomografía
|