¡Basta de someter a la clase obrera a sus verdugos!
El imperialismo, para cobrarse su fraudulenta deuda externa y los préstamos usurarios, ha seleccionado al que cree que es su mejor gobierno para atacar al pueblo. Le exige a Dilma y a los políticos patronales del PT que devuelvan el dinero con el que se enriquecieron, puesto que ahora el imperialismo viene a cobrarse su deuda usurera y a poner disciplina entre sus gerentes. “Nada de coqueteo con el pueblo”, es lo que se exige desde la embajada norteamericana.
Dilma y Lula se ofrecieron a ser ellos los que larguen este brutal ataque contra las masas. El gran capital y las transnacionales los han corrido a un costado. Ahora, le toca a Temer y, si este fracasa, volverán Dilma y Lula a intentarlo. Esa democracia oligárquica de los esclavistas de Brasil y su reaccionaria constitución del ‘88 le ha dado la posibilidad a la burguesía de, con el Impeachment, recambiar su junta de gobierno para atacar en mejores condiciones a la clase obrera. De eso se trata esta archirreaccionaria democracia burguesa basada en la constitución del ’88, que todos los políticos patronales respetan y acatan a rajatabla, como lo ha hecho Dilma.
¡No se puede someter más a la clase obrera a ninguno de sus verdugos! Ni a Temer, ni al PSDB, ni a la nueva burguesía del PT. No podemos atar nuestra lucha por el salario, la vivienda y la tierra a ninguno de los políticos millonarios testaferros de la patronal esclavista. ¡La liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos!
El crac económico de Brasil no es más que una expresión de una nueva ronda de la crisis económica mundial, que en el 2008 estaba centrada en Wall Street. Esta vez, por la recesión en China, se hunden los precios de los commodities. El imperialismo morigeró su crisis del 2008 y llenó de préstamos usurarios a regiones enteras del planeta, que hoy tienen que pagar con hambre, miseria y explotación. Esto mismo hizo con Brasil.
Las transnacionales en la crisis chantajean a los trabajadores con suspensiones, despidos y cierres de fábricas. Así, las trasnacionales atacan a la clase obrera de todo el mundo, de Alaska a Tierra del Fuego, en Francia liquidando la conquista de las 35 horas semanales de trabajo, o en la India sacándoles de un plumazo todas las conquistas sindicales a los obreros.
El imperialismo y las clases poseedoras han tomado consciencia de que para superar la crisis de Brasil hay que atacar brutalmente a la clase obrera y a los pobres de la ciudad y el campo. ¡No lo podemos permitir! ¡Son ellos o nosotros! Ellos vienen a por todas nuestras conquistas.
Para luchar, hay que romper el sometimiento a la burguesía de nuestras organizaciones de lucha. Ni con Temer, ni con los políticos patronales del PT que hasta hace meses gobernaron durante años con él, ni con el parlamento fantoche, ni con los jueces y milicos bajo las órdenes de la embajada yanqui. ¡Ninguno de ellos nos representa! Con ninguno de ellos conquistamos ni conquistaremos el pleno empleo, el salario digno, ni conseguimos la tierra ni la independencia nacional. Solo lo haremos rompiendo con todos los políticos patronales y solo confiando nuestras propias fuerzas.
¡Hay que poner en pie el poder de los de abajo, que no es otro que un congreso nacional de obreros y campesinos, que represente a la mayoría de Brasil, los explotados!
Las direcciones de los sindicatos y las centrales campesinas, los someten a la burguesía. ¡Hay que imponer la ruptura de nuestras organizaciones con los enemigos de clase!
¡La clase obrera debe tomar la crisis en sus manos! Nosotros debemos imponer nuestro gobierno, el de nuestras organizaciones, las centrales sindicales, los movimientos sin tierra y sin techo, apoyado en la democracia directa de las clases explotadas de Brasil
¡Por un Gobierno provisional revolucionario de la CUT, del MST, MTST y todas las organizaciones de lucha de obreros y campesinos, asentado en las masas auto-organizadas y armadas!
Ellos, los de arriba, seleccionan al mejor gobierno para atacar a los trabajadores, apoyados en el parlamento de un puñado de oligarcas, en jueces de la embajada yanqui y una feroz represión de sus bandas armadas de la policía asesina. Nosotros debemos imponer nuestro gobierno apoyados en la organización y la lucha de millones de explotados.
Solo un gobierno apoyado en las masas autoorganizadas, de las organizaciones obreras y campesinas, será el único que podrá dar inclusive la democracia formal hasta el final, como lo sería una asamblea nacional constituyente libre y soberana, que decrete la cesación inmediata de la constitución del ’88 y todos sus poderes oligárquicos, que rompa con el imperialismo y que le dé la tierra a los campesinos, resolviendo así las tareas democráticas irresueltas en el Brasil mil veces colonizado. Solamente ese gobierno revolucionario obrero y campesino podrá garantizar estas tareas mínimas y democráticas, porque tendrá el poder y las armas para imponerlas.
La burguesía discute cómo organizar su gobierno y su poder para atacar a los explotados. Los de abajo debemos hacer lo mismo: preparar una gran lucha, abrir el camino a la huelga general revolucionaria, poner en pie las organizaciones de combate que representan a la mayoría del Brasil explotado, para luchar por conquistar nuestro poder, el poder de los de abajo.
Ya están en curso nuevas jornadas de lucha de los explotados de Brasil. Éstas están abriendo el camino a un nuevo levantamiento de masas, como en el 2013. Se trata de retomar esta lucha, esta vez, en un terreno superior.
La clase obrera que hoy entra al combate debe saber que entra a una pelea decisiva, que va a por todo, porque nos corresponde, y porque así atacan los capitalistas: para sacarnos todo lo nuestro. Una gran lucha debe tener grandes objetivos.
En estas jornadas de lucha de destacamentos avanzados y poderosos de la clase obrera de Brasil se crean las condiciones de la huelga general, que pare este país y demuestre quién realmente lo hace funcionar y quién es el dueño.
¡Brasil será socialista o será colonia de Wall Street!