El conflicto catalán y las tareas del proletariado (1)
(verano 1934)
1. La apreciación del conflicto catalán (2) y de las posibilidades que se desprenden debe partir del hecho de que Cataluña representa hoy indiscutiblemente la posición más sólida de las fuerzas defensivas frente a la reacción española y al peligro fascista. Si se perdiera esta posición la reacción habría logrado una victoria decisiva y por mucho tiempo. Con una política justa, la vanguardia proletaria podría utilizar este bastión defensivo como punto de partida de una nueva ofensiva de la revolución española. Esta debería ser nuestra perspectiva.
2. Este desarrollo es imposible mientras el proletariado catalán no consiga encabezar el combate defensivo contra el gobierno central reaccionario de Madrid. Pero esto no es posible si el proletariado catalán manifiesta estar dispuesto a sostener esta lucha sólo en el caso de que sea iniciada [...] o por la intransigencia del gobierno de Madrid, o el carácter reaccionario de la pequeña burguesía catalana. La política seguidista de Maurín es adoptada por nuestros camaradas dentro de la Alianza Obrera de Cataluña (3). Romper este seguidismo sólo es posible si se coloca a la cabeza del movimiento de defensa, si aclara las perspectivas, si lanza consignas siempre más audaces y comienza a tomar la dirección de la lucha no en las palabras sino en los hechos.
3. Una resistencia victoriosa sólo puede concebirse si moviliza todas las fuerzas de las masas - y ahora existen las precondiciones para hacerlo - y además si lo hace hacia adelante, a la ofensiva. Por eso es de una importancia decisiva que la vanguardia proletaria explique desde ya a las masas obreras y campesinas del resto de España que la victoria o la derrota de la resistencia catalana determinará igualmente su propia victoria o su derrota. Hay que movilizar de inmediato a estos aliados en toda España, y no esperar el momento en que la ofensiva reaccionaria sea un hecho. (Que es la posición de nuestros camaradas y de la mayoría del comité de la Alianza Obrera) (4).
4. Cataluña puede convertirse en el eje de la revolución española. La toma de la dirección en Cataluña debe ser la base de nuestra política en España. Pero la política de nuestros camaradas lo hace del todo imposible. Hay que cambiar urgentemente esta política si no se quiere que una situación decisiva acabe, por nuestros errores, en una nueva derrota que podría ser decisiva por mucho tiempo. No hemos de ocultar que la política de nuestros camaradas sobre esta cuestión ha dañado el prestigio no sólo de nuestra organización y de la Alianza Obrera, sino del proletariado mismo, y que no puede repararse sin un giro radical y mediante la prueba de los hechos. La posición actual de nuestros camaradas y de los de la Alianza Obrera sólo puede ser entendida por las masas trabajadoras no proletarias de la siguiente manera: el proletariado, por medio de sus organizaciones, está dispuesto a participar si otros empiezan. Y pone precio para hacerlo (ver los términos impuestos por la Alianza Obrera) a Esquerra Republicana de Cataluña (5), ignora completamente los intereses particulares de los campesinos y de las masas pequeñoburguesas, y afirma que se dedicará a dirigir el combate tan deprisa como sea posible hacia sus propios objetivos de clase, la dictadura del proletariado (6). En vez de aparecer como dirigente de todas las capas oprimidas de la nación, como dirigente del movimiento de liberación nacional, el proletariado sólo aparece aquí como acompañante de las otras clases: de hecho, un acompañante muy egoísta a quien se ha de hacer concesiones, o más bien promesas, porque se le necesita y en tanto se le necesita. La pequeña burguesía catalana, la gran burguesía y la reacción, basándose en la depauperación de la pequeña burguesía, no podían desear nada mejor del proletariado en una situación como esta.
5. Nuestros camaradas deben fundamentar su giro por encima de todo en lo siguiente: deben hacer agitación (tanto desde su organización como desde la Alianza Obrera) a favor de la proclamación de una república catalana independiente, y han de exigir, para garantizarla, el armamento inmediato de todo el pueblo. No se debe esperar que el gobierno les arme: deben formar inmediatamente milicias obreras que no sólo exigirán del gobierno el mejor equipamiento, sino que lo obtendrán desarmando a los reaccionarios y los fascistas. El proletariado ha de demostrar a las masas catalanas que tiene un interés sincero por la defensa de la independencia catalana. Es aquí donde residirá el paso decisivo hacia la conquista de la dirección en la lucha de todas las capas sociales, preparada por la defensa a la vez de la ciudad y del campo. El armamento del pueblo ha de convertirse en el centro de nuestra agitación en las próximas semanas, en torno a las consignas siguientes: "¡Ningún recorte de los salarios! El gobierno y la patronal deben asumir el coste del equipamiento y las reservas". Las fuerzas militares existentes se han de utilizar como instructores en la formación de las milicias, y hay que hacer elegir a los oficiales por las milicias. La base de la milicia es la fábrica. Los obreros de la gran industria, los ferrocarriles, etc. y de todos los servicios públicos deben formar parte de esta milicia. Hay que llamar a la mayoría del pueblo a que se una. Cada regimiento elige su comité, el cual envía un representante al comité central de todas las unidades de milicia de Cataluña. El comité central, es decir el soviet central, funciona como Estado político, pero sobre todo como organismo de control y más tarde como autoridad central para las reservas y el equipamiento de las fuerzas armadas. En la realización de esta tarea se convertirá en un organismo junto al gobierno, el gobierno propiamente dicho (7). Es la forma, el desarrollo concreto del soviet en la situación actual en Cataluña.
6. Debido a sus profundas divisiones internas (8) que no le permiten establecer su hegemonía en Cataluña, el proletariado no puede, en la situación actual, proclamar por sí solo la independencia de Cataluña. Pero puede y debe llamar con todas sus fuerzas a la independencia y exigirla del gobierno pequeño burgués de Esquerra (Republicana de Catalunya). Debe responder a sus maniobras dilatorias mediante la convocatoria de elecciones. "Necesitamos un gobierno que represente y dirija la voluntad real de lucha de las masas populares". Los comités de la milicia deben convertirse en el medio principal para la preparación y celebración de dichas elecciones. En otras palabras, en la medida en que las dos fases del problema, la proclamación de la independencia y el armamento del pueblo, pueden estar separadas la una de la otra, es por medio de la segunda que se ha de realizar la primera.
7. El proletariado no sólo debe impulsar las reivindicaciones democráticas (libertad de prensa, Estado austero, nivelación de los salarios de los funcionarios, economía democrática, supresión de los impuestos indirectos, impuesto progresivo directo sobre los propietarios para financiar la resistencia, etc.) para él mismo, además de sus propias reivindicaciones de clase, sino que también debe incorporar todas las reivindicaciones específicas de los campesinos y de las masas pequeño burguesas.
Hay falta de información sobre los detalles de la cuestión agraria, pero el proletariado, por propia iniciativa, antes de nada ha de armar a las masas con consignas y reivindicaciones por las que combatir. Pero sin presentar estas reivindicaciones como condiciones para estar dispuesto a participar como clase en la lucha (9).
León Trotsky
Notas:
(1) Archivos James P. Cannon, Biblioteca de Historia Social, Nueva York. [Editado por primera vez, en francés, en Léon Trotsky. Oeuvres, volumen 4, Paris EDI, 1979 Los investigadores y editores franceses explican: Este documento, encontrado en los archivos de la C.L.A. [Liga Comunista de América] no lleva ninguna fecha, y se encuentra en un dossier que lleva la fecha de 1934; está escrito en inglés, una traducción más bien mediocre que hemos tenido que retraducir por aproximación. Se trata, casi con certeza, de una carta dirigida al SI [Secretariado Internacional de la Liga Comunista Internacional] el contenido permite situarla aproximadamente entre julio y septiembre. [Revisados boletines de la época y escritos de balance de los protagonistas, no parece que esta carta llegara a España].
(2) Una vez celebradas las elecciones generales de noviembre de 1933, la formación de extrema derecha, la CEDA de José María Gil Robles y Quiñones (1898-1980) se había convertido en el grupo más importante de las Cortes y reclamaba ruidosamente el poder, con todo tipo de amenazas. Por otra parte, en diciembre de 1933, el dirigente del partido pequeño burgués nacionalista catalán Lluís Companys (1883-1940) se había convertido en presidente de la Generalitat de Cataluña. El "conflicto catalán", hasta entonces latente, estalló en abril de 1934, con la votación por el Parlamento catalán, bajo la presión de la organización campesina de los rabassaires, de una ley que reducía de manera importante los viejos derechos feudales de los propietarios. El gobierno central, presidido desde hacía poco por Ricardo Samper Ibáñez (1881-1938), bajo la presión de los grandes propietarios catalanes, recurrió esta ley ante el Tribunal de Garantías Constitucionales, que la anuló el 10 de junio. Entonces, el parlamento catalán votó inmediatamente una nueva ley, idéntica en todos los puntos, y los diputados catalanes -imitados por los vascos - abandonaron las Cortes de Madrid. Era evidente que la situación llevaba a una prueba de fuerza, pues la entrada de la CEDA en el gobierno -a la que el PSOE estaba decidido a responder por la fuerza en todo el país- no podía significar otra cosa que la puesta en cuestión de las libertades catalanas por la fuerza de las armas.
(3) La Alianza Obrera de Cataluña se había constituido en noviembre de 1933 Era un frente único de varias organizaciones obreras, el Bloque Obrero y Campesino, la Izquierda Comunista (de Nin), el Partido Socialista Obrero Español, el sindicato reformista UGT, los sindicatos excluidos de la CNT por haber seguido a los disidentes llamados "trentistas", hostiles a la toma de la dirección del sindicato por parte de los anarquistas de la FAI, y la Federación Sindicalista Libertaria, igualmente salida de una escisión de la CNT. Joaquín Maurin (1896-1973), antiguo dirigente de la CNT, después del Partido Comunista, excluido al principio de los años treinta con la Federación Catalano-Balear, era el principal dirigente del Bloque Obrero y Campesino de Cataluña. Desde hacía varios años, Trotsky reprochaba a sus camaradas españoles, y a Andreu Nin en particular, la práctica de una política Trotsky y la República catalana www.sinpermiso.info "seguidista" respecto a esta corriente que él consideraba como expresión de una corriente pequeñoburgués catalanista.
(4) La posición adoptada por la conferencia regional en junio de 1934 de la Alianza Obrera de Cataluña había sido la de "apoyar" si "el gobierno contrarrevolucionario de Madrid atacaba Cataluña, y si, por este motivo, se proclamaba la república catalana". Esta posición equivalía ni más ni menos que dejar la decisión de emprender la lucha ... al gobierno catalán de Companys, del que Maurin pensaba -y lo escribió en su libro Revolución y contrarrevolución en España - que "lo tenía todo en sus manos".
(5) Esquerra Republicana de Cataluña era la organización mayoritaria de Cataluña, cuyo primer dirigente, el coronel Macià, había proclamado en 1931 la "república catalana". Su dirigente en aquel momento, Companys, había sido abogado de militantes de la CNT.
(6) La conferencia de junio de la Alianza Obrera había especificado en su resolución final las reivindicaciones obreras que ponía como condición para su participación en la resistencia frente a Madrid.
(7) En el verano de 1936, el "comité central de milicias" de Cataluña se convirtió durante algunas semanas en el auténtico gobierno revolucionario de la Cataluña levantada contra el pronunciamiento golpista de los generales.
(8) La CNT catalana quedó al margen de la Alianza Obrera, a diferencia de la organización regional asturiana, que fue miembro entusiasta.
(9) Estos consejos a la Izquierda Comunista de España no fueron escuchados, y no tuvo en cuenta estas apreciaciones. A pesar de que se pronunció por la república catalana, la Izquierda Comunista esperó la entrada de la CEDA al gobierno en octubre de 1934 para llamar a la huelga general a través de la Alianza Obrera. Esta huelga, no secundada por la CNT, fue un fracaso, lo que comportó la suspensión de la Generalitat y el encarcelamiento de su presidente Companys.