Todos han demostrado ser enemigos de la centralización y generalización de los combates y de la ofensiva de masas. Corrientes de "ultra izquierda" que se proclaman revolucionarias, que luchan supuestamente por "gobiernos de los trabajadores", fueron los más grandes enemigos de centralizar la ofensiva y combate de las masas, que a cada paso puso a la orden del día un frente único obrero y de masas por la huelga general. Y los que no hicieron esto, como las pequeñas sectas tipo PTR, quedaron colgados a los faldones de una burocracia sindical stalinista de la CUT que no representa ni siquiera a sus familias. El torrente revolucionario fue siendo desviado, tal cual un río que se deshace en decenas de afluentes antes de llegar al mar, es decir, antes de ponerse de pie la segunda revolución chilena. El punto máximo de la ofensiva de masas estuvo planteado en 2013. Coincidió la enorme lucha de los trabajadores portuarios, la lucha de los mineros y una enorme ofensiva del movimiento estudiantil, de los trabajadores de correos, forestales y un largo etcétera. En el 2013 quedó demostrado que la burguesía y las transnacionales no ceden ni están dispuestas a ceder nada, sin una verdadera lucha revolucionaria que amenace toda su propiedad. Así sucedió luego de 18 días de huelga portuaria y de paralizarse todos los puertos de Chile, cuando la burguesía se vio obligada a otorgar la media hora de colación para evitar así que confluyera esta lucha en un mismo combate con el paro minero y las movilizaciones estudiantiles que volvían a sacudir Chile. Es que eso hubiera significado la Huelga General Revolucionaria. Este plan se garantizó gracias a la burocracia sindical y estudiantil, y la izquierda reformista. En el Chile de las transnacionales sufre, se martiriza y se esclaviza a una de las clases obreras más explotadas del mundo. Mientras caen los precios de los minerales, hay que explotar a los mineros, hay que convertir a Chile en una maquila, hay que ponerlo a producir barato para el Pacto del Transpacífico que, bajo el mando de EEUU, busca ya esclavizar abiertamente China y toda la región. La izquierda de Obama puso sobre sus hombros a la Nueva Mayoría, esta vez, con los "pacos de rojo" adentro. Éstos sostienen al régimen de los generales pinochetistas, que tienen el sable para cortar cabezas y defender las ganancias de las transnacionales del cobre. Todos se sostienen porque tienen sus escuderos: una supuesta "izquierda revolucionaria" que salvaron a esta santa alianza de conspiradores secuaces de Wall Street contra la nación chilena.
En el Chile de la Bachelet la clase obrera se mata de hambre y es esclavizada, como en el Chile de Piñera y ayer de Pinochet Luego del desvío de esta nueva revolución chilena que amenazaba con ponerse de pie desde el 2006, ha quedado la clase obrera con decenas de miles trabajadores que fueron despedidos por luchar y hoy están en “listas negras”, imposibilitados de volver a entrar a una mina, fábrica o un puerto. El trabajo golondrina entonces se ha multiplicado, con trabajadores que por ejemplo eran de Mejillones y deben viajar al norte o al sur del país a trabajar, dejando a sus familias solas durante semanas y semanas. Un obrero chileno además debe trabajar un mínimo de 45 hs semanales para percibir el salario mínimo por lo que las jornadas de trabajo se cargan de extensísimas horas extras para llegar a fin de mes, de préstamos que mes a mes carcomen el salario obrero. Enfermarse para un trabajador en Chile, aunque tan sólo sea un resfrío es un verdadero suplicio. No sólo por la fortuna que significa costear la atención médica u optar por las eternas esperas de la salud pública, sino porque las mayorías de las licencias –en el caso de ser un “privilegiado” que posee trabajo- son pagadas luego de largos meses, sino porque muchas veces son rebotadas por la patronal en parte o en su totalidad y eso conlleva además el descuento de los innumerables bonos que constituyen una amplia parte del salario. En cuanto al transporte la situación no es mejor, mientras las alzas al pasaje no cesan y se elevan hasta el cielo la calidad que ofrece este sistema está por el suelo. Lejos de haber conseguido concesiones el movimiento obrero, lo único que ha obtenido de mano de este gobierno son condiciones de trabajo extenuantes, dejando en claro que no es una excepción en el Chile profundo por ejemplo lo ocurrido con Marco Cuadra, el dirigente del Transantiago que fuera llevado a la desesperación de inmolarse producto de las terribles condiciones laborales impuestas por el imperialismo, la patronal y el gobierno. En el movimiento estudiantil miles de jóvenes tuvieron que repetir sus años de cursada. La mayoría de ellos por este motivo a su vez ha quedado imposibilitado de ingresar a la universidad, cuestión que cada vez más es una odisea en este país de la “educación primero y siempre al hijo del burgués”, a lo que se suma que los que siguen estudiando con enorme esfuerzo deben endeudarse hasta el cuello con los créditos universitarios. Por tan solo nombrar un ejemplo reciente, en el proceso de admisión 2015 a las universidades, 283.080 estudiantes postularon a las universidades, de los cuales tan solo 97.620 fueron seleccionados en el mismo y pudieron ingresar, reflejo de que la PSU no es más que un filtro de clase para volver imposible la educación a los hijos de la clase obrera. Pero esto sólo es una visión de la realidad de la juventud, porque la amplia mayoría de los estudiantes ni siquiera sueña con postular para ingresar a la universidad, sino que desde el día uno que dejan de cursar en los colegios técnico-profesionales (donde fundamentalmente estudian los hijos de la clase obrera y la burguesía forma a su mano de obra) deben realizar prácticas gratuitas (o por un sueldo muy por debajo del común que reciben trabajadores del mismo rubro) para las transnacionales y la patronal negrera para poder recibirse de la enseñanza media y después inmediatamente continuar trabajando. Y mientras tanto, este régimen asesino y su gobierno profundizan su brutal represión contra todo aquel que salen a la lucha, como contra los campesinos pobres de origen étnico mapuche, y adiestrando una “mejorada” ley antiterrorista, que pueda ser aplicada contra todo sector que no se discipline a las mesas de negociación, a los proyectos de leyes ni a las instituciones del régimen cívico-militar. A la vez que con su justicia patronal garantizan la más absoluta impunidad para todos los asesinos de los mártires obreros y populares, como acaba de suceder con el compañero Juan Pablo Jiménez, cuestión que es la norma porque continúan libres los masacradores de los compañeros asesinados durante la dictadura pinochetista, de Matías Catrileo, Alex Lemún, Rodrigo Cisterna, Manuel Gutiérrez y tantos otros luchadores obreros y populares asesinados, mientras las cárceles se pueblan de decenas de compañeros presos por luchar y la lista de trabajadores y estudiantes formalizados y perseguidos por la justicia pinochetista aumenta día a día. Mientras el verdadero Chile, el de los explotados y la clase obrera que produce todas las riquezas de la nación sufren estos padecimientos inauditos, por su parte las transnacionales del cobre siguen cosechando fabulosas ganancias en base al saqueo de la nación garantizado por este régimen infame pinochetista. Es decir que un puñado de parásitos se lleva el 70% del cobre, robándose casi 40.000 millones de dólares al año, y los genocidas de la casta de oficiales pinochetista gracias a la Ley Reservada del Cobre continúan recibiendo el 10% anual de las ganancias. Es que ellos son los encargados de velar con sus sables para que este saqueo brutal de la nación se mantenga, y que si los explotados osan cuestionarlo no dudarán en bañar en sangre nuevamente a la clase obrera como lo hicieran en el 73, si el triunfo de la revolución proletaria no lo impide. Lo que viene a garantizar este gobierno de colaboración de clases de la “Nueva Mayoria” es la continuidad del saqueo del cobre, y encubrirlo. La Bachelet es la “socialista” de los generales pinochetistas y el imperialismo. No nos extraña que la izquierda chilena sea amiga de los yanquis y Obama, puesto que es la misma izquierda, desde los stalinistas, pasando por los destructores del trotskismo y las "alas izquierdas" del MIR, que apoyan la restauración capitalista en Cuba entregada por los hermanos Castro. Allí, con los yanquis plantando su bandera en La Habana con la Coca Cola y la Cargill, los obreros van a quedar en peores condiciones aún que las que padecemos en Chile.
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