Cuba 30 de julio de 2021
El PTS y la cuestión cubana, en abierta ruptura con el combate marxista contra el stalinismo
La bancarrota de Cuba y los levantamientos del hambre de julio, expresión de la crisis histórica en que el castrismo y el imperialismo hundieron a la isla, pusieron en el centro de la discusión las tareas planteadas en Cuba.
Toda el ala pro-castrista del ex-trotskismo de la IV Internacional, ligada a Frank García Hernández y el grupo “Comunistas Cuba” -reconocidos militantes del PCC-, sostiene que aún no se restauró el capitalismo en la isla. Este es el caso del PTS, que dice que en Cuba habría un estado obrero en descomposición y, por lo tanto, una burocracia en el gobierno, y que por ello está planteada una “revolución política” para restaurar la democracia obrera, sin tocar las relaciones de propiedad vigentes.
Decir esto hoy es un verdadero disparate. Desde los ‘90 y sobre todo la última década, la revolución en Cuba ya no tiene planteadas tareas exclusivamente políticas. Hay tareas antiimperialistas de expropiación de los hoteles, las minas y los cientos de empresas en manos no solo de las transnacionales francesas, españolas y canadienses en el níquel, el turismo, la hotelería, el tabaco, el ron, sino también de la nueva burguesía castrista surgida del seno del PCC.
Tan solo el imperialismo español posee más de 300 empresas en Cuba. Raúl Castro restituyó el derecho de herencia y proliferan en la isla centenares de nuevas empresas capitalistas manejadas por distintas pandillas del PC Cubano. En nombre del “socialismo”, el PC abolió la propiedad nacionalizada de los medios de producción en las principales ramas y ya dictó una nueva Constitución que lo legaliza.
El PTS y todos los que hablan solo de una revolución política ocultan no sólo la propiedad y los negocios de los jerarcas del PC y las transnacionales sino la existencia misma de la nueva burguesía castrista como clase poseedora.
La traición del castrismo a la revolución en el continente, sus pactos con la burguesía bolivariana y más tarde con Obama y el imperialismo yanqui, la abolición de la propiedad nacionalizada fueron golpes mortales a la conciencia socialista de las masas cubanas. El levantamiento de los obreros hambrientos, que identifican al “socialismo” como responsable de su miseria y penurias, demuestra que ya no quedan conquistas de la revolución por defender. ¿Cómo el PTS puede ocultar esto?
Ahora bien, la “revolución política” que plantea el PTS no tiene nada que ver con el programa de la IV Internacional. Para los trotskistas, la “revolución política” significaba derrocar a la burocracia stalinista de la URSS en guerra civil, para restaurar el poder de los soviets y volver a transformar al Estado obrero en una palanca de la revolución mundial: “La cuestión es cómo deshacerse de la burocracia soviética que oprime y explota a los obreros y campesinos, liquida las conquistas de Octubre y es el principal obstáculo para la revolución internacional. Hace ya tiempo que llegamos a la conclusión de que esto sólo se puede realizar mediante el derrocamiento violento de la burocracia, es decir, mediante una nueva revolución política” (Trotsky, “Hay que expulsar a la burocracia y a la aristocracia obrera de los soviets”, 1938, negritas nuestras).
Y al año siguiente agregaba: “Nuestra defensa de la URSS se lleva a cabo bajo el slogan: ‘¡Por el socialismo! ¡Por la Revolución Mundial! ¡Contra Stalin!’" (Trotsky, “La URSS en guerra”, 1939).
El PTS, en cambio, se niega a llamar a los obreros cubanos a poner en pie los soviets armados para derrocar al gobierno castrista con una revolución violenta. Lejos de esto, plantea como tarea central la defensa de la revolución cubana contra el bloqueo yanqui: “No hay forma de enfrentar los planes de restauración capitalista del régimen cubano y el control policial que ejerce sobre los trabajadores si no es a partir de la lucha antiimperialista e internacionalista contra el bloqueo norteamericano” (Cinatti, “Cuba: causas y consecuencias del 11 de julio”).
Es una versión de la revolución política “por etapas” a pedir de boca del castrismo: en una primera etapa hay que enfrentar el bloqueo yanqui en un frente único con el PC, al que además le piden una reforma democrática pacífica del régimen; y recién después, en una segunda etapa, se plantearía la lucha contra la “burocracia”.
Hoy, cuando comienza el levantamiento por el pan de las masas contra el PCC, que -lejos de dar más democracia- no dudará en dar un golpe contrarrevolucionario como la masacre de Tiananmen de 1989 en China, justo en ese momento, el PTS plantea luchar contra el bloqueo de la mano del PC. Díaz-Canel y el castrismo no pueden menos que agradecer semejante colaboración.
La IV Internacional enfrentaba esa posición de capitulación: “No es posible negar por adelantado la posibilidad, en casos estrictamente determinados, de un ‘frente único’ con la parte termidoriana de la burocracia contra la ofensiva abierta de la contrarrevolución capitalista pero la tarea política principal en la U.R.S.S. sigue siendo, a pesar de todo, el derrocamiento de la burocracia termidoriana” (Programa de Transición, 1938) (negritas nuestras).
La política del PTS solo sirve para defender al castrismo. Enfrentar el bloqueo significa sublevar al proletariado norteamericano y el pueblo negro contra Biden y el “1%” de los parásitos de Wall Street. ¿El PTS realmente plantea hacer eso de la mano del PC que pactó con Obama y apoya a Sanders? Enfrentar el bloqueo significa hacer “nuevas Cubas revolucionarias” en América Latina, ¿de la mano del castrismo que hizo escuela del apoyo a las burguesías “progresistas” de Chávez, Kirchner, Evo Morales, etc.? Su “revolución política” por etapas, que somete a la clase obrera del continente a la lacra castrista y su política de colaboración de clases.
Es un “antiimperialismo” hecho a medida del PCC: solo aplica para el bloqueo yanqui, no para el imperialismo francés, canadiense y español, socios de la burguesía castrista. ¿Por qué no plantea expropiar a Meliá, Iberostar, NH, BBVA, Sherrit, Société Générale, etc., que inclusive están entrelazadas con el capital financiero yanqui en Wall Street? ¿Por qué calla que el PCC pide el fin del bloqueo para abrir la isla a los parásitos de Wall Street y hacer negocios con ellos? ¿De quién se burla el PTS?
Ese “antiimperialismo” no tiene mucho que envidiarle al de sus amigos castristas del grupo Comunistas Cuba, que publicó una carta petitorio de decenas de artistas, intelectuales y personalidades de Estados Unidos y el mundo, donde le piden al “Estimado Presidente Joe Biden”... ¡que levante el bloqueo! Vaya lucha “antiimperialista” la de los petitorios de Frank García, que le dice a los obreros de Cuba y Estados Unidos que el carnicero Biden puede ser bueno y democrático y levantar el bloqueo. El PTS debería explicar por qué guarda silencio frente a esta canallada.
Pero, ¿por qué razón el PTS se niega a plantear “¡Abajo la pandilla de los nuevos ricos del PCC! ¡Viva la democracia soviética! ¡Viva la revolución socialista internacional!”? Porque adhiere en silencio y de forma vergonzante a lo que dicen sus amigos castristas Frank García Hernández y Comunistas Cuba: “la consigna ‘Abajo la dictadura’ es una consiga empleada y capitalizada por la derecha cubana y la contrarrevolución” (17 de julio de 2021, “Acerca de las protestas en Cuba del 11 de julio”). Plantear el derrocamiento revolucionario del PC, dicen, es hacerle el juego al imperialismo yanqui y los gusanos de Miami. Esa lacra castrista está del otro lado de la barricada... y los renegados de la IV Internacional los presentan como marxistas y honestos luchadores por el socialismo en Cuba. Un engaño infame a los obreros.
La realidad es que estamos ante un pacto de los renegados del trotskismo con el PCC para encubrir por izquierda la restauración capitalista. En 2019 todos los ex-trotskistas del mundo fueron a La Habana invitados por García Hernández a un Seminario sobre Trotsky. Fue una reunión de reconciliación con el castrismo que persiguió y asesinó a los trotskistas cubanos y recibió con honores a Ramón Mercader, el asesino de Trotsky.
En La Habana todos pudieron ver en persona la miseria y las penurias de las masas cubanas, pero se negaron a denunciarlo y llamar a los obreros cubanos a levantarse contra el gobierno verdugo del PCC. Canallas. Ahora marchan a un nuevo encuentro sobre Trotsky con García Hernández.
El PTS espera hacer su “revolución política” por etapas de la mano de Frank García Hernández y el Partido Comunista. Esa es la dirección para su programa. Los trotskistas no reconocemos otra dirección que la IV Internacional en vida de León Trotsky, que planteaba: “Es imposible realizar este programa sin el derrocamiento de la burocracia que se mantiene por la violencia y la falsificación. Sólo el levantamiento revolucionario victorioso de las masas oprimidas puede regenerar el régimen soviético y asegurar la marcha adelante hacia el socialismo. Sólo el partido de la IV Internacional es capaz de dirigir a las masas soviéticas a la insurrección” (Programa de Transición, 1938).
El PTS hace tiempo ha roto con la estrategia y el programa de la IV Internacional. Su nuevo partido es la “nueva izquierda” con los stalinistas. Los trotskistas de la FLTI, que no le entregamos nuestras banderas al stalinismo como hicieron el PTS y demás Judas de la IV Internacional, le declaramos la guerra a Frank García y a los castristas que usan a Trotsky para legitimar el proceso de restauración capitalista.
Para sacarse de encima a los nuevos ricos del PC e impedir que Cuba caiga en manos de Wall Street nuevamente, la obrera cubana necesita el programa del trotskismo, el del verdadero bolchevismo. Solo una nueva revolución socialista, que derroque a Díaz-Canel y expropie a las transnacionales y la nueva burguesía cubana, pondrá fin al infierno que viven los explotados en la isla y hará de Cuba una fortaleza de la revolución en Estados Unidos y América Latina.
Un gobierno revolucionarios de obreros y campesinos hará reverdecer las tradiciones internacionalistas de la clase obrera cubana, que envió al Che a África y a Bolivia a combatir por extender la revolución cubana.
Antes de que sea demasiado tarde, el Partido Comunista de los empresarios rojos debe caer.
¡Por una Cuba revolucionaria de los consejos obreros y campesinos armados, sin nuevos ricos, transnacionales, ni generales millonarios!
Clara Varga y Juan Gamarra |