Cuba - 10 de mayo de 2023
Contra el hambre y la brutal dictadura de la nueva burguesía del Partido Comunista…
Vuelven las protestas obreras en la Cuba capitalista
La clase obrera cubana está volviendo a salir a las calles, a pesar de la feroz represión del régimen de la nueva burguesía del Partido Comunista. Después de los saqueos de comida en Matanzas el mes pasado, el 6 de mayo pasado hubo una manifestación gritando “¡Comida!” frente a la sede del PC en la ciudad de Caimanera, Guantánamo, que fue brutalmente reprimida, con detenidos y desaparecidos. El 9 de mayo, ferroviarios de La Habana se declararon en huelga por no cobrar sus salarios desde hace dos meses.
Ya son más de 800 los presos por las protestas desde 2021 y más de 500 los condenados por los tribunales del Partido Comunista, que teme a la sublevación de los hambrientos. Por eso terminaron suspendiendo el acto del 1° de Mayo por primera vez desde la revolución.
Es que las penurias de la clase obrera no tienen precedente desde 1959, ni siquiera en el “período especial” de los ’90. Cuba se parece cada vez más a Haití. No hay trabajo, combustible, medicamentos, ni comida. Volvieron la mendicidad y la prostitución. Los edificios en ruinas se derrumban. Abundan los cortes de luz y el agua escasea.
Esta catástrofe contrasta con la fortuna y el lujo de los dirigentes castristas, sus mansiones en barrios privados, sus yates, autos de alta gama y campos de golf a los que nunca les falta nada.
Hoy miles de jóvenes huyen de Cuba -como millones de migrantes de Venezuela, Haití, México, etc.- en el éxodo más grande desde 1959. Antes se iban los yanquis, los embajadores y los hijos de la oligarquía. Ahora se va la nueva generación del proletariado cubano, hambreada y reprimida por la nueva burguesía castrista.
El azote de la restauración capitalista, el saqueo imperialista y la nueva burguesía del PC
La prensa imperialista dice la causa de esta catástrofe es el socialismo. Una mentira infame. En Cuba rige el capitalismo más salvaje. Desde los ’90, con la excusa de que había que enfrentar la hambruna del “período especial”, el castrismo se dedicó a introducir medidas de restauración capitalista que fueron carcomiendo las conquistas de la revolución, con el plan de hacerse clase propietaria.
Bajo distintas fachadas legales, los jefes del PC -devenidos en una nueva clase capitalista- se asociaron a distintas otras firmas imperialistas en empresas hoteleras, mineras, del ron y el tabaco, la construcción, comerciales, agrícolas, etc., como Meliá, Iberostar, NH y BBVA de España, la canadiense Sherrit, Pernod-Ricard y Total de Francia, o la italiana Italsav, por solo nombrar algunas, lo que demuestra que el castrismo le dio al imperialismo -España, Canadá, Francia, Italia y el Reino Unido, fundamentalmente- el control de las principales ramas de la economía de la isla.
Para coronar todo esto, la legalización de la propiedad privada y del derecho de herencia para testar la propiedad a los hijos de la nueva burguesía ya están reconocidas por la nueva Constitución burguesa de 2019, que da status legal a la restauración capitalista ya impuesta por el castrismo.
Las inversiones imperialistas europeas en hoteles y níquel y la puesta en marcha de las maquiladoras en Puerto Mariel dan una radiografía de la Cuba capitalista de hoy, donde la nueva burguesía castrista es socia y parte. El imperialismo yanqui, por su parte, no dudará en levantar el bloqueo, si lo considera necesario, para que Cargill y Monsanto se queden con la tierra. El proceso de semicolonización de Cuba por parte del imperialismo marcha a paso acelerado.
Hoy la infraestructura y las empresas estatales se derrumban porque la burguesía castrista y las transnacionales saquean la isla para hacer hoteles de lujo y otros negocios o directamente fugan las divisas a paraísos fiscales. Mientras se destinan menos del 3% de las inversiones del Estado a salud y educación, más del 34% va a “servicios empresariales, actividades inmobiliarias, de alquiler y hoteles” (ONEI).
Los almacenes estatales están vacíos para el pueblo, mientras las grandes cadenas hoteleras y a los restoranes privados, en cambio, tienen el abastecimiento asegurado por el Estado.
Nos dicen a los obreros que toda esta ruina, el hambre, los cortes de luz y la debacle de las plantas de energía eléctrica son producto del “socialismo”… ¡cuando fue la revolución de los obreros y el pueblo la que llevó el pan y la electricidad a toda la isla, gracias a la expropiación de los bancos, las fábricas y las tierras!
Esto no es el “fracaso del comunismo”. Es la traición del castrismo a la revolución en Latinoamérica y Estados Unidos. 50 años de entrega de procesos revolucionarios de norte a sur, bajo la política de “socialismo en un solo país” y pactos con las burguesías “progresistas” y el imperialismo “democrático”, para impedir que la revolución se extienda al resto del continente. La Habana fue el “Muro de Berlín” de América. El castrismo se encargó de aislar al proletariado cubano y dejar cercada a la revolución en una isla atrasada.
La única salida era la unidad con el proletariado del continente y, fundamentalmente, de Estados Unidos para extender la revolución desde Alaska a Tierra del Fuego. “1, 2, 3 Vietnam”, como decía el Che. Solo así se derrotaba el bloqueo yanqui. Solo la industria norteamericana, el alimento de Argentina, el petróleo de Venezuela, el cobre chileno, etc., con la cooperación fraterna del proletariado y el campesinado de toda América, podían terminar con el hambre, el atraso y la miseria en Cuba.
Lejos de eso, los Castro terminaron pactando la restauración capitalista con Obama y los Demócratas, a condición de quedar ellos (y no los “gusanos” de Miami) como nueva burguesía cubana. ¡Hasta reabrieron la embajada yanqui e izaron la bandera norteamericana en el malecón como en los años de Batista!
El gobierno hambreador de Díaz Canel se reúne con empresas norteamericanas para profundizar las inversiones yanquis en Cuba, donde ya hacen negocios Coca-Cola, John Deere, Cargill, etc.
¡Es una infamia decir que esto es el socialismo! La juventud se subleva o huye porque esta Cuba de los grandes hoteles no le da ni le puede dar un oficio ni trabajo productivo… ¡ni siquiera pan!
El Estado cubano ya es un estado burgués, una dictadura feroz contra la clase obrera para salvaguardar la propiedad y los negocios de los nuevos ricos y las grandes transnacionales. ¡Cómo eso va a ser socialismo!
Mientras se legaliza el robo, el saqueo y la explotación para los empresarios, el gobierno reprime salvajemente al pueblo. Ha aumentado la vigilancia en las calles con policías e inclusive soldados de las FF.AA. El código penal fue modificado el año pasado para ampliar la cantidad de delitos castigados con pena de muerte. Las cárceles explotan de obreros y jóvenes desocupados presos por protestar. ¡Así se impone la Cuba capitalista!
El PC cubano está haciendo su “Tiananmen” en La Habana. Los yanquis lo atizan con el embargo, para dar un escarmiento a todas las masas del continente: “nunca más se atrevan a tomar el poder en algún país de América Latina, porque van a terminar como en Cuba, sin casa, sin luz, muertos de hambre y apaleados en prisión. Ahí tienen su ‘socialismo’. No les queda otra que someterse y ser nuestros esclavos”.
A su propia clase obrera, los yanquis le muestran Cuba para que nunca más un obrero norteamericano vuelva a hablar de “disolución de la policía”, de “socialismo”, de “cercar Wall Street” ni nada de eso.
Y la que ejecuta este plan siniestro de hambre y miseria es esta nueva burguesía surgida de las entrañas del stalinismo cubano, después de haberle respetado la propiedad y el poder a los capitalistas y los yanquis durante décadas, desde el Chile revolucionario de los ’70, El Salvador y Nicaragua, la Venezuela, Bolivia y la Argentina de los años 2000 o en el Perú insurgente de este año. ¡Traidores!
Hay que hacer una nueva revolución obrera y campesina en Cuba
Para que haya pan para el pueblo hay que expropiar a los expropiadores del pueblo cubano: las transnacionales imperialistas y sus socios de la burguesía del PC.
Para que haya verdadera libertad y democracia para los trabajadores, hay que desarmar a los generales castristas y las fuerzas represivas -que cuidan los negocios del imperialismo y el castrismo a cárcel y balazos-, y armar a todos los trabajadores cubanos, estableciendo el pleno derecho a organizar sindicatos independientes y los partidos obreros que ellos consideren necesarios. ¡Libertad inmediata a los trabajadores presos por protestar contra el hambre y la miseria!
Hace falta una nueva revolución, esta vez de los consejos de obreros y soldados rasos, sin comandantes ni empresarios rojos. Solo ese puede ser el camino para derrotar el bloqueo yanqui y transformar a la isla en un poderoso bastión de la revolución socialista internacional.
El castrista y “comunista crítico” Frank García Hernández quiere asustar a los obreros diciendo que si tiran abajo a Díaz-Canel, vendrá un golpe militar “derechista” o una “dictadura anticomunista controlada por Estados Unidos” que restaurarán el capitalismo. Una estafa. La dictadura antiobrera es la del PC, que ya restauró el capitalismo.
García Hernández en realidad defiende al PC en el poder, escondiendo lo que todo obrero cubano sabe: que la verdadera burguesía cubana es la cúpula del PC, a la que muestra como una “burocracia” sin propiedad.
Y, sobre todo, esconde que los Castro ya trajeron a los yanquis. El PC pactó con el Partido Demócrata imperialista, apoyando a Obama y Biden contra Bush y Trump. Se cansó de mostrar a ese partido genocida como “democrático”. Hoy, a causa de este engaño, cada vez más explotados cubanos identifican su miseria con el “socialismo” y buscan una salida de la mano del imperialismo norteamericano. Es una tragedia.
El castrismo y sus sostenedores están con Macron y el imperialismo francés, la Total, Pernod-Ricard, Air France y demás saqueadores de Cuba. Son enemigos del combate revolucionario de la clase obrera francesa.
Los renegados del trotskismo (“anticapitalistas”, el FIT-U de Argentina, la LIT, etc.) se abrazaron a García Hernández y sostienen por izquierda al PC de La Habana. Nada distinto de la política de colaboración de clases que levantan en el resto del continente, de apoyo abierto o “crítico” a los gobiernos burgueses de los Petro, los Castillo, los Boric, a Lula contra Bolsonaro contra “la derecha reaccionaria”, o ayer al canalla “socialista” del Partido Demócrata Bernie Sanders. Los renegados del trotskismo han conformado un verdadero partido único con el stalinismo a nivel internacional, como lo vimos actuar en el Perú sublevado, cuando el FIT-U y los “anticapitalistas” de España corrieron a sostener a la burocracia stalinista de la CGTP.
La suerte del proletariado cubano está atada a que los trabajadores del continente, fundamentalmente de Estados Unidos, derroten el pacto entre La Habana y el imperialismo.
Wall Street vuelve nuevamente por todo en América Latina. La Habana y los PC del continente son los encargados de mantener férreamente sometido al proletariado a los Boric, Petro, Arce, etc. mientras los yanquis preparan el látigo del bonapartismo y el fascismo para asestarle derrotas físicas decisivas. El proletariado peruano le presentó batalla al golpe proyanqui de Boluarte y el stalinismo desde la dirección de la CGTP lo traicionó.
Se pone al rojo vivo la necesidad del internacionalismo proletario para enfrentar esta política continental. El proletariado norteamericano y el movimiento negro, aliados a sus hermanos de clase latinoamericanos, tienen la llave para derrotar esta ofensiva y recuperar a Cuba como bastión de la revolución.
El pronóstico de la IV Internacional de 1938 para la URSS era que si la clase obrera soviética no derrocaba a la burocracia stalinista con una revolución política, la restauración del capitalismo terminaría imponiéndose tarde o temprano. Este pronóstico se confirmó en 1989 y hoy se vuelve a confirmar en Cuba.
Es hora de poner de pie un verdadero partido trotskista en Cuba, que dirija a la clase obrera cubana al poder nuevamente. Los futuros cuadros y dirigentes de ese partido surgirán de la lucha por volver a unir a los internacionalistas del mundo y reconstituir los hilos de continuidad del marxismo revolucionario que destruyeron los stalinistas y los renegados del trotskismo, contra la impostura vil de García Hernández y los que hacen pasar a castristas por trotskistas. Es un combate clave para los revolucionarios del continente en la lucha por la refundación la IV Internacional de 1938.
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