Sobre el fallecimiento de Fidel Castro
Ha muerto el líder
de la restauración capitalista en Cuba
El 25 de noviembre de 2016 falleció Fidel Castro. Luego de una ceremonia de más de una semana, su cuerpo ha sido cremado. Ante este acontecimiento seguido por toda la prensa mundial, importantes sectores de la burguesía y el conjunto de la izquierda internacional le rinde honores, revitaliza su figura y es presentado ante los explotados del mundo como un “líder revolucionario” y “creador, organizador y dirigente de la revolución cubana”.
Los trotskistas que nos sentimos parte de la gloriosa revolución cubana, que defendimos sus conquistas durante décadas y que enfrentamos a la burocracia stalinista con el programa de la revolución política como parte de la revolución socialista internacional, afirmamos que antes de morir, Fidel ha concluido, lamentablemente, su tarea primordial y fundamental: la restauración capitalista en Cuba.
Los liquidadores de la IV Internacional le rinden sus homenajes al más grande y representativo dirigente stalinista del PC restaurador del capitalismo en la isla. Lo despiden con “Hasta la victoria siempre” reivindicándolo como “el líder de la revolución cubana y latinoamericana”. Los renegados del trotskismo se abrazan y embellecen al stalinismo y sus dirigentes que durante décadas han entregado cuanta revolución hubo en el continente americano para impedir que la revolución cubana triunfe integra y efectivamente como revolución socialista al interior de los Estados Unidos y todo el continente. La muerte de Fidel Castro pone de relieve quiénes realmente defienden la revolución cubana y levantan un programa para el triunfo de la revolución socialista latinoamericana y mundial, y quienes enalteciendo su figura no hacen más que reivindicar sus crueles derrotas que el castro-stalinismo le infringió al proletariado internacional.
La llamada “Nueva Izquierda” y sus representantes como el FIT en Argentina, reivindican a Fidel Castro y a lo sumo, en su crítica, llegan a decir que también fue “responsable de la burocratización del régimen cubano”. No hacen más que reflotar viejas tesis de los capituladores al stalinismo que decían que éste tendría una “doble naturaleza”, por un lado “revolucionaria y por otro lado burocrática”. Con esta “teoría” justifican su apoyo durante décadas al stalinismo, su abandono de la lucha por la revolución política en los ex estados obreros y su sometimiento a todas las direcciones reformistas y burocracias de todo pelaje.
La tesis trotskista es opuesta por el vértice. Como abordaremos en el presente artículo, afirmamos que el stalinismo tiene una sola “naturaleza”: contrarrevolucionaria. La IV Internacional planteó con claridad en los 30 que, sin avances de la revolución mundial y sin el triunfo de una revolución política, la burocracia stalinista que, defendiendo al estado obrero a su manera con el objetivo de mantener sus privilegios, lo hundía y lo ponía en peligro a cada paso, tarde o temprano terminaría por convertirse en el agente directo de la burguesía mundial dentro del estado obrero, derrocaría las nuevas formas de propiedad y restauraría el capitalismo. Tal es lo que sucedió en la ex URSS, el este europeo, China, Vietnam y hoy en Cuba.
Despedir con honores a Fidel Castro presentándolo como el “líder de la revolución cubana y latinoamericana” es abrazar la teoría stalinista-castrista de que es posible el “socialismo en una Isla” sin luchar por extender la revolución a los países centrales. Reivindicar a Fidel Castro como dirigente de la revolución y del socialismo ante los explotados del mundo es para que no se vuelva a repetir (ni en Cuba, ni en el mundo) la heroica revolución de los obreros y campesinos pobres cubanos de 1959, que demostró que solo se puede mejorar el nivel de vida de los explotados expropiando al imperialismo y a la burguesía criolla. Los castristas y sus sostenedores, nos quieren convencer de que el “socialismo” son obreros ganando 18 dólares de salario y padeciendo enormes penurias, que eso es lo máximo que puede dar una revolución; decir –como la dirección del PO- que el “mejor homenaje a Fidel es continuar la lucha por el socialismo”, es hacerse responsable de cada una de sus traiciones a la revolución, es ubicarse en la trinchera de quienes sostuvieron –como los Castro- y sostienen al genocida Al Assad que está masacrando al pueblo sirio a cuenta del imperialismo y es hacerse responsable de la derrota que le significa a la clase obrera mundial la restauración capitalista en Cuba.
Los trotskistas no le hacemos homenajes al stalinismo estrangulador de la revolución socialista y afirmamos que al socialismo se llegará tomando el poder y expropiando a la burguesía en los países imperialistas centrales donde se concentra lo más avanzado de las fuerzas productivas de la humanidad. De esta estrategia Fidel Castro fue enemigo, nunca llamó a la clase obrera norteamericana a hacer la revolución socialista en los EE.UU y terminó abrazándose a Obama para devenir en una nueva burguesía en la isla.
Sí les rendimos honor a los obreros y campesinos revolucionarios que en Cuba y en todo el continente dieron su vida combatiendo al imperialismo en defensa de la revolución cubana y que sufrieron una y mil traiciones por las espaldas de parte de los stalinistas. La clase obrera y los campesinos pobres cubanos y del continente americano volverán a ponerse de pié ¡Sus entregadores: jamás!
Antes de morir, Fidel Castro cumplió su objetivo: con el pacto Obama-Castro se restaura el capitalismo en Cuba con la bandera yanqui flameando en La Habana
El siglo XXI comenzaba con enormes combates revolucionarios de masas en todo el continente americano. Se ponían de pie nuevamente en Ecuador, Venezuela, Argentina, Bolivia, México y Estados Unidos, las fuerzas y los aliados para derrotar el bloqueo imperialista a Cuba y que aquella revolución vuelva a ser la vanguardia de una única revolución socialista en el continente. Sin embargo esto atentaba directamente contra los intereses, no solo del imperialismo, sino también de la ex burocracia castrista que estaba intentando restaurar el capitalismo en Cuba deviniendo en nueva burguesía. Para ello, debía controlar, abortar y derrotar aquel ascenso revolucionario generalizado que cruzaba el continente. Se puso en marcha la estafa de la “revolución bolivariana” para expropiar la revolución obrera y campesina en el continente. El último viaje de Fidel fuera de la isla fue para encabezar él mismo en persona aquella tarea.
En 2003, en Buenos Aires, Castro daba un extenso discurso ante miles de personas, poniendo toda la autoridad usurpada a la revolución cubana al servicio de someter la lucha revolucionaria de masas a los pies de las burguesías nativas e imponer la farsa de la “revolución bolivariana”.
La misma izquierda de renegados del trotskismo que hoy presentan a Fidel como “el líder de la revolución latinoamericana”, fueron quienes presentaron y le sostuvieron el micrófono a Castro en aquel discurso. Ante la Argentina revolucionaria del 2001 y su grito “Que se vayan todos y no quede ni uno solo”, Fidel afirmaba que había que apoyar a Kirchner, producir y que luego ese gobierno iba a repartir la riqueza, que no había que hacer “nuevas cubas” y que era la época de las ideas y no de las revoluciones violentas. El llamado “socialismo del siglo XXI” de Castro y los bolivarianos del viejo Foro Social Mundial era impedir que se expropie al imperialismo y las burguesías nativas como fuera en la Cuba de 1959.
La política de Castro y el FSM, sostenido por izquierda por los renegados del trotskismo, fue impedir que Ecuador, Venezuela, Argentina, Bolivia sean “nuevas cubas”. Esta fue la esencia de la estafa de la “revolución bolivariana” expropiadora de la revolución obrera y campesina que terminó con la boliburguesia aplicando los planes del FMI y las transnacionales y con una Cuba capitalista.
Sobre esta base es que se consumó el Pacto Obama-Castro. Éste fue clave para legitimar al estado mayor imperialista yanqui en medio de la crisis mundial. En momentos de la mayor catástrofe y putrefacción del sistema capitalista mundial, Castro pregonaba que el socialismo ya no era posible. Castro y Chávez llamaron a votar por ese “Bush tiznado”, destruyeron el movimiento “Ocuppy Wall Street que le señaló a los explotados del mundo que sus enemigos a derrotar era ese 1% de parásitos que saquean el planeta. El castrismo sometió a la clase obrera norteamericana y de todo el continente al supuesto “democrático Obama” que asumía el poder.
El pacto Obama-Castro fue la culminación de la expropiación de la revolución latinoamericana y por tal, la institución fundamental que impuso la restauración capitalista en Cuba, con los jefes del PCC deviniendo en nueva burguesía en la isla, asociada a las transnacionales y bajo el mando de la embajada yanqui que retornaba a la isla.
Pero antes de ello, el último servicio prestado por Castro, fue garantizar las llamadas “negociaciones de paz en Colombia” apadrinadas desde La Habana como sede de funcionamiento. Esto significó la entrega y masacre de la resistencia colombiana y la legitimación de las siete bases militares del imperialismo yanqui en Colombia apuntando a los explotados de todo el continente. Este fue el último golpe contrarrevolucionario que le daba garantías a la nueva burguesía castrista de que podía izar tranquila la bandera yanqui en Cuba.
Fidel ha muerto, pero no sin antes liquidar una a una las conquistas de la revolución cubana y restaurar el capitalismo afirmando que el “socialismo ya no es viable ni siquiera en Cuba”. Por ello restauraron el derecho de herencia y propiedad privada; entregaron la tierra a “cooperativas” donde el gran capital se maquilla para volver a quedarse con todo; abrieron definitivamente las fronteras a las transnacionales imperialistas con zonas francas como en Puerto Mariel, liquidando definitivamente el monopolio del comercio exterior y la economía planificada. A esta verdadera tragedia contra la clase obrera cubana y mundial, los renegados del trotskysmo como el PO, ante la llegada de la embajada yanqui a la isla, titularon “David venció a Goleat” ¡Los destructores de la IV Internacional han devenido en verdaderos castro-stalinistas!
Los gusanos de Miami y su jefe Trump salieron a festejar la muerte del líder del PCC. Ellos, los explotadores tienen mucho que festejar, es que están volviendo a La Habana con la Coca-Cola y la Banca Morgan.
Lo que celebran no es la muerte de Castro, sino que gracias a los nuevos ricos, gusanos de fajina del PCC, los parásitos de Miami y la gran burguesía imperialista volverán a los mismos hoteles y burdeles que visitaban cuando gobernaba la dictadura de Batista… Festejan que la restauración capitalista en la isla les ha dejado obreros a 18 dólares de salarios para explotar en la nueva maquila de Puerto Mariel, una verdadera “zona franca” para las transnacionales imperialistas.
El último servicio de Castro al imperialismo fue garantizar la bandera yanky en La Habana y la Cargill controlando Cuba, cuando hoy más que nunca, ante la bancarrota imperialista, la alternativa es: o revolución socialista o guerras y fascismo.
El PO, PTS y toda la “Nueva Izquierda” salen a reivindicar a Fidel Castro presentándolo como un “gran revolucionario” para legitimar la restauración capitalista. Presentan a Fidel como el “líder del socialismo” para, al igual que el stalinismo, convencer a las masas explotadas de que no hay que expropiar a la burguesía, que no hace falta la revolución proletaria en EE.UU. para que realmente avancemos al socialismo con lo más avanzado de la industria, la técnica y la ciencia en manos de la clase obrera.
Quieren engañar a las masas diciéndoles que se puede hacer “el socialismo en una sola isla” y que no hay otra salida que pactar con el imperialismo. Los renegados del trotskismo reivindican a Fidel Castro porque quieren esconder la revolución, quieren ocultar que es posible y necesario expropiar al imperialismo y demoler al estado burgués como se hizo en Cuba en 1959. Reivindicar a Fidel Castro luego de décadas de traiciones a la revolución latinoamericana, luego de haber entregado la revolución chilena de los cordones industriales del ´73 pregonando la “vía pacífica al socialismo”; luego de que en los ´80 traicionara la revolución centroamericana siendo garante de firmar los pactos de Estipula y Contadoras con los que se entregó la revolución salvadoreña y nicaragüense; luego de que fuera la garantía de que la estafa de la “revolución bolivariana” le imponga a las masas las peores de las miserias; reivindicar a Fidel como “el líder de la revolución” luego de su pacto con Obama, luego de ser garante de la entrega y masacre de la resistencia colombiana, luego que izó la bandera yanqui en La Habana… es renegar de la revolución socialista y devenir en un neostalinismo.
Ahora queda claro tanta reivindicación del stalinista Gramsci por parte del PTS y sus dirigentes del SWP inglés y todas las corrientes que han renegado del trotskismo. Es que han adoptado la política stalinista y por ello su programa es luchar por “una democracia superior” como afirma Del Caño y el FIT o que “el socialismo es un salto al vacío” como afirmó el ex candidato del FIT por el PO Altamira. Su receta es que la clase obrera puede mejorar su nivel general de vida bajo el régimen capitalista “llenando el parlamento y las legislaturas de diputados de izquierda”. Por ello el PTS, el PO, el SWP inglés y todos los destructores de la IV Internacional le rinden homenaje a los stalinistas restauradores del capitalismo.
Los trotskistas no vamos a silenciar nuestra lucha contra el stalinismo y los nuevos ricos del PCC que hoy despiden a su máximo dirigente, no vamos a renegar de la lucha por la revolución socialista y con paciencia convenceremos a la vanguardia obrera y juvenil de todo el mundo que no es revolucionario quien legitima, apoya y abastece al genocida Al Assad contra la revolución siria como lo hizo y lo hace el castrismo y sus socios.
Para justificar su apoyo al castrismo restaurador, los destructores de la IV Internacional recurren a la vieja estafa de la “doble naturaleza de la burocracia stalinista”
Durante décadas, los falsos trotskistas reconocieron al castrismo como “la más grande dirección revolucionaria después de Lenin”. No hubo una sola corriente de los liquidadores del trotskismo que no haya planteado esta tesis durante toda la década del 60.
Todas las tendencias de liquidadores del trotskismo adoptaron la tesis pablista de una supuesta “doble naturaleza de la burocracia stalinista”, es decir “revolucionaria y burocrática a la vez”. Se trataba de la teoría para justificar que el pablismo en Yalta había disuelto gran parte de los partidos de la IV Internacional dentro de los PC bajo el argumento de un “choque inminente entre el campo capitalista y el campo socialista”, abrazándose al stalinismo.
No se trataba de la existencia de “dos campos” en conflicto, sino de una sola economía capitalista donde regía la lucha de clases, por ello el programa de la IV Internacional planteaba que, para defender a los ex estados obreros había que derrotar, con la revolución política, a la burocracia stalinista y que esta era una de las tareas de la revolución socialista mundial.
Ante la muerte de Fidel y la reivindicación como “revolucionario” por parte de la “Nueva Izquierda” como el FIT en Argentina, todos reflotaron la tesis sobre que el castro-stalinismo es “revolucionario y burocrático a la vez” y por consiguiente hay que criticar sus aspectos regresivos y apoyar sus medidas revolucionarias. Esto es renegar de la pelea de la IV Internacional contra el stalinismo y todas las formas de burocracias traidoras.
Es que la burocracia es el agente de la burguesía en las filas de la clase obrera. Llevado este debate a un plano más pequeño, es decir en una lucha sindical, lo que nos quiere decir el FIT es que cuando un burócrata encabeza una lucha, una huelga o movilización, estaría desarrollando su “parte revolucionaria”. Para los trotskistas, cuando un burócrata se pone a la cabeza de la lucha, se esta represtigiando para mejor traicionar a los trabajadores. Esta ley rigió en los ex estados obreros con el stalinsimo, o hasta en el más pequeño de los sindicatos dirigido por la burocracia.
La tesis trotskista es que la naturaleza del stalinismo es contrarrevolucionaria y su objetivo es liquidar la revolución mundial para devenir en nueva burguesía entregando los ex estados obreros:
“Mientras más tiempo permanezca la URSS en la vecindad del capitalismo, más profunda será la degeneración de sus tejidos sociales. Un aislamiento indefinido deberá traer, no el establecimiento de un comunismo nacional sino la restauración del capitalismo” (TROTSKY, L.D., La revolución traicionada, 1937). ¡Esa es la tesis trotskista y ello es lo que ocurrió en la ex URSS, el este europeo, China, Vietnam y ahora en Cuba!
Los renegados del trotskismo se suman a las epopeyas stalinistas sobre la revolución cubana
Ante la muerte de Fidel, la “Nueva Izquierda” como el FIT se ha sumado definitivamente a las epopeyas fraudulentas del castro-stalinismo al que ha definido como “líder de la revolución cubana y latinoamericana”, cubriéndole así las espaldas a los nuevos ricos restauradores del PCC.
Quieren ocultar la verdad de la revolución cubana y el rol del castro-stalinismo desde el triunfo mismo de la revolución en 1959. Quieren ocultar que la revolución cubana triunfó moldeada por las condiciones del pacto de Yalta de la post II Guerra Mundial, donde el stalinismo había firmado con el imperialismo la llamada “coexistencia pacífica” cuyo objetivo era que el PC impedía fundamentalmente el triunfo de la revolución socialista en los países centrales y también, aunque de forma secundaria, en las semicolonias. A cambio, el “imperialismo democrático” (como lo definía el stalinismo), le garantizaba a éste la administración de la URSS y el este europeo, fuente de los privilegios de la burocracia contrarrevolucionaria.
La máxima expresión de esta política fue “El Muro de Berlín” levantado por el stalinismo en Alemania para frenar, cercar y derrotar la revolución socialista que se aprestaba a triunfar en Europa.
El stalinismo cumplió a sangre y fuego con el Pacto de Yalta, derrotando la revolución mundial, aplastando físicamente revoluciones, fusilando a la vanguardia revolucionaria e imponiendo la política de frente popular y colaboración de clases con las burguesías nativas en las semicolonias. Es por este motivo, que las revoluciones traicionadas y abortadas por el stalinismo durante el periodo donde primo el Pacto de Yalta, fueron la norma. El triunfo de la revolución cubana, junto a las revoluciones en China, Yugoslavia, Corea del Norte y Vietnam y a la expropiación de la burguesía en el este europeo, fue una excepción de ésta norma.
Estas excepciones habían sido previstas como hipótesis por Trotsky y la IV Internacional “... no se puede negar categóricamente, por anticipado, la posibilidad teórica de que, bajo la influencia de circunstancias completamente excepcionales (guerra, derrota, crac financiero, presión revolucionaria de las masas, etc.) los partidos pequeñoburgueses, incluidos los estalinistas, puedan ir más lejos de lo que ellos mismos quieren en la vía de una ruptura con la burguesía” (Trotsky, L.D., El Programa de Transición, 1938). Esto es lo que ocurrió en China, Vietnam y Cuba.
Sin embargo, el Pacto de Yalta transformó estos triunfos tácticos de la revolución (por ser países semicoloniales) en manos de direcciones pequeñoburguesas, en el fortalecimiento de la dirección contrarrevolucionaria stalinista para estrangular la revolución socialista mundial y abrir el camino a la restauración capitalista en los ex estados obreros.
Lejos de la leyenda castro-stalinista, de que la revolución cubana la hicieron los “barbudos” bajando de Sierra Maestra, lo que ocurrió en 1958, como parte de un ascenso de la lucha de clases internacional, fue una poderosa huelga general insurreccional en La Habana que duró 5 días y dislocó al ejército de Batista y todo su régimen. La guerrilla de Fidel Castro y su M26 había estado semanas y meses en operaciones militares en el monte separado de las masas proletarias y campesinas que venían protagonizando un enorme ascenso revolucionario contra la dictadura pro imperialista que había hundido a la isla en la peor de las miserias. La Huelga General Insurreccional de fines del 58 y principios de 1959 fue la garantía absoluta del triunfo de la revolución.
Lo que quieren ocultar los renegados del trotskismo es que la política de Fidel no era el triunfo de la revolución socialista en Cuba ni en el continente. Así lo afirmo el mismo Fidel Castro en una entrevista dada en Nueva York en abril del ´59, “Los he dicho de manera clara y definitiva que no somos comunistas. Las puertas están abiertas a las inversiones privadas que contribuyan al desarrollo de la industria en Cuba. Es absolutamente imposible que hagamos progresos si no nos entendemos con Estados Unidos”.
Luego de la derrota de Batista, rápidamente, improvisan un gobierno “democrático” de frente popular poniendo en la presidencia a Urrutia, hijo de una legendaria familia de la oligarquía cubana. Pero los obreros y campesinos avanzaban en la revolución y ocupaban todas las fábricas, los campos, las casas y mansiones, los hoteles y clínicas privadas, las masas revolucionarias expropiaban todo a su paso y no estaban dispuestas a entregar lo que habían conquistado.
El gobierno democrático burgués de Urrutia apoyado y sostenido por Fidel ya nada podía hacer contra el avance de la revolución proletaria. Así es que asume el poder ese partido-ejército de guerrilleros que debe ir más lejos que sus intenciones, objetivos, política y estrategia, obligados por las masas revolucionarias.
La revolución cubana fue una revolución socialista, cuyo motor fueron las demandas de pan y tierra, sus tareas a resolver fueron la independencia nacional y la revolución agraria, es decir la ruptura con el imperialismo y la expropiación de la burguesía nativa, transnacional y la oligarquía.
Los trotskistas afirmamos que el castrismo fue entonces una de las corrientes pequeñoburguesas stalinistas que, aplicando la política del pacto de Yalta, de “coexistencia pacífica con el imperialismo” y de impedir el triunfo de la revolución socialista en los países centrales, jugó el rol de expropiar la revolución socialista triunfante en Cuba, la primera del continente americano. Afirmamos esto, porque desde el primer momento de 1959, el castrismo conspiró bajo la dirección stalinista de Moscú para impedir que la revolución cubana se expanda al resto de Centroamérica y fundamentalmente que no llegue, se desarrolle y triunfe al interior de los Estados Unidos.
En Cuba surgió entonces, por el carácter de su dirección, un estado obrero deformado, es decir una dictadura del proletariado controlada desde un inicio por una burocracia contrarrevolucionaria enemiga de la revolución socialista mundial. Se montaba en el continente americano un verdadero “Muro de Berlín” –en analogía al muro levantado por el stalinismo en Alemania para que no triunfe la revolución socialista en toda Europa a la salida de la II Guerra-. Por ello la revolución cubana fue un enorme triunfo de los explotados del mundo, pero un triunfo táctico, puesto que por el carácter contrarrevolucionario de su dirección, este triunfo táctico sería utilizado contra la clase obrera y la revolución mundial deviniendo en una derrota estratégica.
Una vez más sobre la “naturaleza” del castro-stalinismo
Los renegados del trotskismo quieren ocultar que el castrismo fue el garante de la derrota del ascenso revolucionario del 68-74 y del sostenimiento de la burocracia restauracionista de Moscú que entregó la ex URSS al imperialismo
Como demostramos, el stalinismo hizo devenir a la revolución cubana, que despertó el entusiasmo de los explotados de todo el continente y del mundo, en un centro de conspiración para impedir la revolución mundial. Utilizó la autoridad y prestigio de la naciente revolución, como una herramienta fundamental de represtigio y sostén propio para garantizar, no solo nuevas traiciones a la revolución mundial, sino también para avanzar en sus golpes contrarrevolucionarios al interior de la ex URSS.
En el ascenso general revolucionario del ‘68-’74, los combates más importantes del proletariado, enfrentaban la loza contrarrevolucionaria del PC. En el Mayo francés los stalinistas eran expulsados de las asambleas, las barricadas y de las ocupaciones de fábricas y universidades. El ascenso ‘68-‘74 fue también contra el stalinismo y por ello el rol del castrismo fue decisivo para impedir que se combine el triunfo de la revolución en una serie de potencias imperialistas, procesos de revolución política en la URSS y Europa del Este y la revolución en las colonias y semicolonias. Fidel Castro y el “Che” Guevara fueron las grandes figuras de masas en Europa y el stalinismo de Moscú bien supo cómo utilizarlos para abortar y derrotar el ascenso generalizado.
El PTS, PO y otros representantes de la Nueva Izquierda de renegados del trotskismo afirman que Fidel “fue un líder revolucionario”. Se trata de una flagrante mentira y engaño, ellos saben muy bien que Castro, usurpando la revolución cubana y utilizando esa autoridad, fue determinante para impedir, con la política de frente popular, el triunfo de una cadena de revoluciones en África donde sometió al proletariado y los campesinos al nacionalismo burgués y terminó defendiéndole los pozos petroleros de Rokefeller. Fidel apoyó abiertamente las masacres del Ejército Rojo como la de Checoslovaquia y fue clave para revitalizar a los PC’s odiados por las masas trabajadoras. Sin Castro, el stalinismo no hubiera podido traicionar y destruir el ascenso ‘68-‘74. Sin el castrismo y sin usurpar “las banderas del Che” con las cuales enterraron la revolución en el continente americano, el PC no hubiera podido dar un salto en su objetivo de restaurar el capitalismo en la ex URSS. De eso se trató este “Muro de Berlín” que fue la usurpación de la revolución cubana que hoy está siendo entregada por la misma lacra stalinista del castrismo que ha devenido en nueva burguesía restauradora del capitalismo ¡Esto es lo que quieren ocultar los dirigentes del FIT!
¿De qué “doble naturaleza” del castrismo hablan los renegados del trotskismo cuando dicen que Fidel fue un “líder revolucionario y también el responsable en la burocratización de Cuba”?
El primer viaje de Fidel luego del triunfo de la revolución cubana, fue a los EE.UU. para rendir cuentas de que no impulsaría jamás la revolución socialista en el corazón de la bestia imperialista, y luego se dedicó a recorrer el continente latinoamericano para decir que no podía haber una “nueva Cuba”, que ellos estaban impulsando el “socialismo en un solo país, en una sola isla”, y que había que hacer el “socialismo por vía pacífica” y apoyar a los “burgueses progresivos”, desarmando así a las masas y entregándolas a la represión feroz imperialista como fuera en el Chile revolucionario del 73.
Esta era la política internacional del castrismo, mientras al interior de Cuba aplicaba una política de contrarrevolución burocrática, liquidando toda democracia obrera, persiguiendo y encarcelando a todos los trabajadores que criticaran al régimen, impulsando la utopía reaccionaria del socialismo en un sólo país, y su continuidad era la política internacional de impedir “nuevas cubas” en todo el continente. Esto le garantizaba al castrismo asentarse como una burocracia, una casta pequeñoburguesa parásita que vivía en Cuba de los privilegios por la administración del estado obrero. En la revolución socialista internacional, estaba la derrota de sus privilegios y por tal eran y son irreconciliables. La política del castrismo fue lo que cercó a la revolución cubana y llevó a miles de derrotas a la revolución latinoamericana.
No hubo corriente de los renegados del trotskismo de post guerra que no haya salido a sostener y reivindicar como dirección revolucionaria al castrismo, durante 57 años lo han sostenido por izquierda renegando de la lucha por la revolución política. Hoy que ha muerto Fidel lo reivindican como su dirigente, deben hacerse responsables y responder por los años de traiciones del dirigente que hasta supo condecorar con honores a Ramón Mercader, el asesino de León Trotsky.
Fidel Castro, el sostenedor de Al Assad y su genocidio contra la revolución siria a cuenta del imperialismo
En 2011, como respuesta al crack imperialista que era tirado sobre las espaldas y estómagos de los pueblos oprimidos del mundo, en el Magreb y Medio Oriente, estallaban poderosas revoluciones por el pan. Como anillos de una misma cadena revolucionaria, las insurrecciones irrumpían en Túnez, Egipto, Bahréin, en Libia las milicias obreras y populares demolían al estado y hasta se cobraban la cabeza de aquel comerciante de esclavos a Europa que era Khadafy. En Siria, movilizaciones de masas –de una única revolución del Magreb y Medio Oriente- comenzaban a reclamar la caída del régimen, la caída del dictador Al Assad.
Los obreros del mundo miraban esa zona caliente del mapa, en Europa una nueva oleada de luchas comenzaba a desarrollarse, en EE.UU el movimiento antiguerra se cruzaba con el movimiento de Ocuppy Wall Street, estábamos a las puertas de un nuevo ascenso general revolucionario de masas.
Esto en Latinoamérica tenía su correlato con los primeros duros combates contra los gobiernos bolivarianos y nuevamente la clase obrera y los campesinos bolivianos se ponían a la vanguardia en duras huelgas generales contra Evo Morales.
Mientras los renegados del trotskismo decían que lo del Norte de África y Medio Oriente no eran revoluciones por el pan, es decir revoluciones obreras y socialistas que se ponían de pie, sino “primaveras árabes”, “revoluciones democráticas” etc., el castrismo se ponía en estado de alerta, comprendiendo con perspicacia y plena claridad el peligro que lo acechaba en la recta final de su plan de transformarse en burguesía.
Es que aquellas revoluciones por el pan eran contra los “bolivarianos” y supuestamente “antiimperialistas” de aquel lado del mundo. De triunfar significarían un enorme salto para la revolución mundial y ello atentaba directamente contra el pacto Obama-Castro que daba pasos firmes para la restauración capitalista en Cuba.
Por ello los Castro a la cabeza de los bolivarianos encabezaron en Latinoamérica el apoyo y sostenimiento al genocida
Al Assad que a cuenta del imperialismo comenzó la más cruenta contrarrevolución de las últimas décadas.
Los Castro, los Chávez, los Evo Morales salieron a movilizarse activamente para aplastar la revolución siria y el estado cubano comandado por los nuevos ricos hasta mandó parte de su oficialidad a colaborar con las tropas genocidas de Bashar ¡Los nuevos ricos del PCC y los bolivarianos son los Al Assad de Latinoamérica!
Quienes le rinden sus homenajes a Castro, como la izquierda de renegados del trotskismo, están reivindicando a quien antes de morir, puso todas sus fuerzas al servicio de aplastar físicamente la revolución siria ¡Deben hacerse responsables ante las masas del mundo!
El genocidio a la revolución siria y la restauración capitalista en Cuba son dos duros goles contrarrevolucionarios a las masas del mundo que no quedarán impunes.
¡Por una nueva revolución socialista en Cuba que triunfe integra y efectivamente en los EEUU socialistas!
En Cuba es necesaria una nueva revolución socialista que expropie a las transnacionales y también a los nuevos ricos del PCC en la isla. Sola así se podrá reabrir el camino a que el pueblo cubano salga de la miseria en la que han sido hundidos producto de la política restauradora del castrismo. ¡Fuera la camarilla de los hermanos Castro y los nuevos ricos del PCC socios del imperialismo europeo y yanqui! ¡Paso a la restauración del estado obrero cubano bajo formas revolucionarias! ¡Paso a la clase obrera cubana! ¡Paso a la revolución socialista!
Las generaciones que dieron su vida por la Cuba revolucionaria, no lo han hecho para que se enriquezcan los nuevos burgueses de las FFAA castrista y su camarilla, no lo han hecho para que flamee la bandera yanqui en La Habana y que las transnacionales tengan zonas francas para hacer sus negocios.
Los renegados del trotskismo, como el PTS, se niegan a llamar a derrotar al castrismo bajo el pretexto de “defender las conquistas de la revolución” ¡Farsantes! Quieren esconder que la única forma de defender lo poco que pueda quedar de lo logrado por el heroico pueblo cubano, es derrotando al gobierno castrista y retomando la revolución de 1959, que solo podrá triunfar como un capitulo de Los Estados Unidos Socialistas de Norte, Centro y Sud América!
Esto solo puede ser logrado por una nueva revolución, con los obreros y campesinos cubanos poniendo en pie sus propios consejos con democracia obrera, expulsando al PCC y sus policiacos “Comités de defensa de la revolución”, y luchando por el pan y la tierra derrotar al régimen castrista y todas sus instituciones
¡Por un gobierno provisional revolucionario de los consejos de obreros, campesinos y soldados rasos
basado en la autoorganización y la democracia directa de las masas!
Este es el combate de quienes peleamos por refundar la IV Internacional de 1938, el partido de la revolución socialista mundial que volverá a poner en pie su sección cubana.
Anibal Vera y Federico Espinosa
Por el Comité Redactor del periódico "Democracia Obrera"
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