Cuba - Agosto 2015
- CAPÍTULO I -
A modo de introducción
Vivimos una época de cambios bruscos, signada por crisis, guerras y revoluciones. Estamos en la época imperialista, de decadencia del capitalismo, que solo se sostiene de pie corrompiendo a la dirección del proletariado para impedir el triunfo de la revolución socialista que aplaste al imperialismo con la clase obrera tomando el poder.
El crac mundial de 2008-09 que golpeó a Wall Street y que sacudió el mundo desde sus cimientos ha abierto un periodo de revoluciones y contrarrevoluciones donde se resolverá el destino de la civilización. Si triunfos de la revolución socialista no lo impiden, las pandillas imperialistas que se disputan el mundo terminarán hundiendo al planeta en nuevas guerras. Quien crea que la II Guerra Mundial fue la última, no sobe en qué época está viviendo.
Cuando las masas trabajadoras, agobiadas por el crac, empujadas a padecimientos inauditos, no aguantan más y rompen con todos los diques de contención, irrumpiendo en maniobras de revolución, las direcciones reformistas se montan sobre ellas para desarmar todo lo que el proletariado construye en su combate revolucionario por el pan.
De esta manera el reformismo le da tiempo a la burguesía de conjunto para reorganizarse y contraatacar. Cuando esto sucede y las masas revolucionarias son sacadas del centro de la escena, cuando comienza la reacción contra la revolución proletaria, el reformismo cumple una tarea más importante aún que la de impedir el triunfo de la revolución, y esta es desatar una ola de revisionismo para que la vanguardia revolucionaria no saque lecciones de su combate, reagrupe sus fuerzas y prepare los próximos triunfos. Este revisionismo tiene un rol específico y fundamental: liquidar el marxismo revolucionario y destilar una teoría contrarrevolucionaria que forme a los nuevos cuadros que traicionen las nuevas revoluciones. Este revisionismo en el marxismo se apoya en las derrotas del proletariado para asentarlas y liquidar definitivamente la continuidad del marxismo revolucionario internacional y su fracción organizada.
La socialdemocracia y el stalinismo han hecho escuela de esto, pero el bolchevismo y su continuidad en la IV Internacional lo han enfrentado resueltamente a cada paso. Sin teoría revolucionaria no hay praxis revolucionaria y esto se concentra en la lucha contra el revisionismo. La tarea de los revolucionarios es derrotar al reformismo en el terreno y la barricada de la teoría marxista, para ayudar a la clase obrera a sacarse de encima a sus direcciones traidoras.
En el presente, cuando se impuso la traición de la dirección del proletariado a la oleada revolucionaria de 2011-12 por parte de las burocracias y aristocracias obreras, del stalinismo y los renegados del trotskismo, todos agrupados en el Foro Social Mundial; cuando se cercó y se desincronizó al proletariado mundial y sus combates que tendían a unirse desde el Magreb y Medio Oriente a Europa y EE.UU.; cuando se impuso la política de frente popular, desvíos parlamentarios y golpes contrarrevolucionarios para que el imperialismo pase a una contraofensiva; Fidel Castro en un pacto con Obama bendecido por el Vaticano, deviene junto a su camarilla de los nuevos ricos del PCC en burguesía para terminar de asentar la restauración capitalista en Cuba y propinarle una enorme derrota a la clase obrera mundial.
Acompañando esta ofensiva contrarrevolucionaria, una nueva ola de revisionismo impulsada fundamentalmente por una “nueva horneada menchevique” que son los liquidadores de la IV Internacional, se levanta para engañar, confundir y corromper a la vanguardia del proletariado mundial cubriéndole nuevamente las espaldas al stalinismo (a quienes revivieron como a Lázaro luego de los acontecimientos de 1989) para que entregue Cuba al capitalismo. Su objetivo es imponerle a la clase obrera mundial que “no hay otra alternativa”, “no se puede hacer otra cosa”, “es el momento de presionar por reformas” en momentos que el imperialismo le declaró la guerra al proletariado mundial y está cobrándose venganza con el genocidio en Siria, donde hoy, gracias a mil puñaladas por la espalda al proletariado, ha recuperado Homs, la capital de la revolución.
Las condiciones de ofensiva imperialista, pactos contrarrevolucionarios, cercos y traiciones, son las que le permiten al castrismo avanzar en la restauración capitalista. El revisionismo en el marxismo está para que estos golpes se asienten.
Sin embargo no está dicha la última palabra y la clase obrera mundial tiene combates por dar. En nuestro continente, las masas explotadas del Brasil profundo enfrentan al gobierno bolivariano de Dilma marcando un claro camino de lucha. Es que ellos para ganar las calles y enfrentar al imperialismo han lanzado el grito de “No nos representan” contra la burocracia sindical pelega y también contra la izquierda reformista de renegados del trotskysmo. En Marikana los mineros vuelven a la lucha enfrenando al PC y el gobierno del CNA amigo de los Castro, al igual que el proletariado chino esclavizado que se subleva contra los nuevos ricos de los mandarines del PC.
Asistimos en Ucrania, donde el capitalismo se restauró a sangre y fuego imponiéndole las peores condiciones de esclavitud al proletariado, a una feroz disputa de las potencias imperialistas como la antesala de repartirse Rusia y China como colonias, protectorados o semicolonias. La lucha por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias se ha puesto a la orden del día en los ex estados obreros como única forma de impedir nuevas y superiores catástrofes.
No vivimos la época de las reformas, vivimos la época de la revolución y la contrarrevolución. Por ello el revisionismo reformista va en contra de la historia, el proletariado necesita a los internacionalistas para triunfar.
El presente documento sobre la cuestión cubana busca el objetivo de enfrentar y derrotar al reformismo en el terreno de la teoría y el programa marxista, para formar los cuadros internacionales que necesita con urgencia la clase obrera mundial para los combates actuales, es decir la IV Internacional refundada sobre las bases de 1938. Para ello es menester que los trotskistas demos el combate por derrotar, junto a la clase obrera mundial, la restauración capitalista en Cuba.
CUBA, la génesis de la revolución y el carácter de su dirección.
La revolución cubana usurpada por el castro-stalinismo: un “Muro de Berlín” para contener la revolución socialista en EEUU, en el continente americano, un sostén fundamental del aparato contrarrevolucionario del stalinismo
El castrismo conspirando contra la revolución socialista mundial impuso las condiciones para la restauración capitalista
La revolución cubana triunfó moldeada por las condiciones del pacto de Yalta de la post II Guerra Mundial, donde el stalinismo había firmado con el imperialismo la llamada “coexistencia pacífica” cuyo objetivo era que el PC impida el triunfo de la revolución socialista en los países centrales y también, aunque de forma secundaria, en las semicolonias, a cambio que el “imperialismo democrático” le garantizaba la administración de la URSS y el este europeo, fuente de los privilegios de la burocracia contrarrevolucionaria.
La máxima expresión de esta política fue el “Muro de Berlín” levantado por el stalinismo en Alemania para frenar, cercar y derrotar la revolución socialista que se aprestaba a triunfar en Europa.
Este rol lo cumplió el stalinismo a sangre y fuego, derrotando la revolución mundial, aplastando físicamente revoluciones, fusilando a la vanguardia revolucionaria e imponiendo la política de frente popular y colaboración de clases con las burguesías nativas en las semicolonias. Esta fue la norma de Yalta, donde los llamados “trotskistas” terminaron de disolver la IV Internacional y se adaptaron abiertamente al stalinismo contrarrevolucionario y su política de “campo socialista versus campo capitalista”, profundizando, tal vez como nunca antes en la historia moderna, la crisis de dirección revolucionaria del proletariado.
Bajo estas condiciones, en países semicoloniales, se dio el pronóstico de Trotsky y la IV Internacional que no descartaba que, bajo condiciones excepcionales, direcciones pequeñoburguesas, incluido los PC, se vieran obligadas a ir más allá de su voluntad en la ruptura con la burguesía. Esto fueron la revolución china, vietnamita y cubana.
Sin embargo, el pacto de Yalta transformó, como veremos más abajo, estos triunfos tácticos de la revolución (por ser en países semicoloniales) en el fortalecimiento de la dirección contrarrevolucionaria stalinista para estrangular la revolución socialista mundial y abrir el camino a la restauración capitalista en los ex estados obreros.
La revolución cubana de 1958-59 fue una revolución socialista, cuyo motor fueron las demandas de pan y tierra, sus tareas a resolver fueron la independencia nacional y la revolución agraria, es decir la ruptura con el imperialismo y la expropiación de la burguesía nativa, transnacional y la oligarquía.
Por tal, la alianza de clases que actuó fue la de obreros y campesinos pobres, acaudillada por el proletariado que con una huelga general insurreccional demolió las instituciones de la dictadura pro yanqui de Batista y terminó por prácticamente demoler al estado burgués.
La guerrilla castrista tenía por objetivo la derrota del régimen de Batista y la imposición de una república burguesa pseudodemocratica comandada por una nueva camarilla de los capitalistas. Como veremos más adelante, el castrismo jamás tuvo por objetivo la revolución socialista.
El castrismo fue la corriente que el pacto de Yalta organizó para expropiar la revolución socialista triunfante en Cuba, la primera del continente americano. Afirmamos esto, porque desde el primer momento de 1959, el castrismo conspiró bajo la dirección stalinista de Moscú para impedir que la revolución cubana se expanda al resto de Centroamérica y fundamentalmente que no llegue, se desarrolle y triunfe al interior de los Estados Unidos.
En Cuba surgió, por el carácter de su dirección, un estado obrero deformado, es decir una dictadura del proletariado controlada desde un inicio por una burocracia contrarrevolucionaria enemiga de la revolución socialista mundial. Se montaba en el continente americano un verdadero “Muro de Berlín”.
Trotsky aplicó magníficamente las leyes de la dialéctica ante acontecimientos enormemente contradictorios. Con la ley fundamental de causalidad histórica, es decir la crisis de dirección revolucionaria del proletariado, abordó la cuestión de las denominadas expropiaciones reaccionarias o “triunfos reaccionarios”, refiriéndose al rol del stalinismo cuando avanzaba en medidas de expropiación de la burguesía, no apoyado en la auto organización de las masas, en la insurrección proletaria (de masas explotadas acaudilladas bajo la dirección del proletariado), sino en el aparato soviético controlado por el PC. Las expropiaciones del Ejército Rojo en Finlandia –donde el stalinismo invadió militarmente- o Polonia, fueron definidas como “expropiaciones reaccionarias”, ya que eran triunfos tácticos de la revolución, en la medida que expropiaban a la burguesía, pero preparaban derrotas estratégicas porque fortalecían el aparato stalinista mundial contrarrevolucionario.
Más allá de las diferencias sobre el desarrollo de aquellos acontecimientos que abordaba Trotsky, en Cuba utilizamos este mismo método materialista dialéctico. Por ello definimos a la revolución cubana como un enorme triunfo de los explotados del mundo, pero un triunfo táctico, puesto que por el carácter contrarrevolucionario de su dirección, este triunfo táctico sería utilizado contra la clase obrera y la revolución mundial deviniendo en una derrota estratégica.
El stalinismo hizo devenir a la revolución cubana, que despertó el entusiasmo de los explotados de todo el continente y del mundo, en un centro de conspiración para impedir la revolución mundial. Utilizó la autoridad y prestigio de la naciente revolución, como una herramienta fundamental de represtigio y sostén propio para garantizar, no solo nuevas traiciones a la revolución mundial, sino también para avanzar en sus golpes contrarrevolucionarios al interior de la ex URSS. Los PC’s en los ‘60 comenzaban a ser odiados por enormes batallones del proletariado mundial que los habían padecido. El estalinismo necesitaba para sus objetivos contrarrevolucionarios de “la revolución cubana y el castrismo” como una planta seca y agonizante necesita de agua.
El pacto de Yalta y el rol del castrismo como un factor determinante de traición a la revolución socialista mundial
Este pacto le significó al stalinismo a la salida de la II Guerra Mundial, para impedir el triunfo de la revolución proletaria en los países centrales, no solo levantar el Muro de Berlín en Alemania, sino desarmar, traicionar y masacrar todos los procesos revolucionarios en Europa.
Su objetivo lo cumplió no sin sufrir un enorme desprestigio y odio por parte de la vanguardia proletaria y juvenil a nivel internacional.
Los PC’s y Moscú llegaban al ascenso general revolucionario del ‘68-‘74 enormemente desprestigiados. Justamente los combates más importantes del proletariado, enfrentaban la loza contrarrevolucionaria del PC. En el Mayo francés por ejemplo los stalinistas eran expulsados de las asambleas, las barricadas y de las ocupaciones de fábricas y universidades. El ascenso ‘68-‘74 fue también contra el stalinismo y por ello el rol del castrismo fue decisivo para impedir que se combine el triunfo de la revolución en una serie de potencias imperialistas, procesos de revolución política en la URSS y Europa del Este y la revolución en las colonias y semicolonias. Fidel Castro y el “Che” Guevara fueron las grandes figuras de masas en Europa y el stalinismo de Moscú bien supo cómo utilizarlos para abortar y derrotar el ascenso generalizado.
Castro, usurpando la revolución cubana y utilizando esa autoridad, fue determinante para impedir, con la política de frente popular, el triunfo de una cadena de revoluciones en África donde sometió al proletariado y los campesinos al nacionalismo burgués y a los pozos petroleros de Rokefeller. Fidel apoyó abiertamente las masacres del Ejército Rojo como la de Checoslovaquia en la ex URSS y fue clave para revitalizar a los PC’s odiados por las masas trabajadoras. Sin Castro, el stalinismo no hubiera podido traicionar y destruir el ascenso ‘68-‘74. Sin el castrismo y “las banderas del Che” con las cuales enterraron la revolución en el continente americano, el PC no hubiera podido restaurar el capitalismo en la ex URSS. De eso se trató este “Muro de Berlín” que fue la usurpación de la revolución cubana que hoy está siendo entregada por la misma lacra stalinista del castrismo que ha devenido en nueva burguesía restauradora del capitalismo.
El triunfo de la revolución obrera y campesina en Cuba y la dirección pequeñoburguesa castrista
La nueva generación del proletariado y la juventud combativa, tal vez no sea consciente de lo que significa para la revolución socialista internacional el proceso actual de restauración capitalista en Cuba.
Muchas generaciones vivieron, lucharon y murieron por la grandiosa revolución cubana. Es que la expropiación del imperialismo y la burguesía en la isla le demostraban a los explotados del continente americano que se podía derrotar al imperialismo, conquistar la independencia nacional y la revolución agraria.
Por ello, antes de desarrollar las condiciones económicas y políticas de la lucha de clases que llevaron al avanzado proceso de restauración capitalista en Cuba que se atraviesa en la actualidad, queremos aportarle a las nuevas generaciones –y a las viejas a las que el reformismo le tapó los ojos con tierra- el significado de las enormes conquistas de la revolución cubana. Esto se vuelve fundamental para poder valorar en su magnitud el catastrófico retroceso y la enorme derrota que significa la restauración.
Lejos de la leyenda castro-stalinista, de que la revolución la hicieron los “barbudos” bajando de Sierra Maestra, lo que ocurrió en 1958, como parte de un ascenso de la lucha de clases internacional, fue una poderosa huelga general insurreccional en La Habana que duró 5 días y dislocó al Ejército de Batista y todo su régimen. La guerrilla de Fidel Castro y su M26 había estado semanas y meses en operaciones militares en el monte separado de las masas proletarias y campesinas que venían protagonizando un enorme ascenso revolucionario contra la dictadura pro imperialista que había hundido a la isla en la peor de las miserias. La Huelga General Insurreccional de fines del 58 y principios de 1959 fue la garantía absoluta del triunfo de la revolución.
Fidel Castro (hombre del Partido Demócrata Cristiano) y sus comandantes, para nada eran partidarios de una revolución socialista, sino que sus objetivos políticos era el derrocamiento de la dictadura de Batista para que asuma un nuevo gobierno democrático burgués que tome la administración de los negocios. En realidad ellos se montaron sobre la huelga general insurreccional, que es la que le permitió bajar de la Sierra a la ciudad (de lo contrario hubiera sido imposible ya que bajo la estrategia foquista guerrillera se estaban desangrando en el monte) y utilizando su prestigio por llevar armas y por que la clase obrera no contaba con una dirección revolucionaria a su frente, expropiaron la insurrección y se montaron sobre ella.
Tan es así que la política de Fidel no era el triunfo de la revolución socialista en Cuba ni en el continente, que rápidamente, improvisan un gobierno “democrático” de frente popular poniendo en la presidencia a Urrutia, hijo de una legendaria familia de la oligarquía cubana. Pero los obreros y campesinos avanzaban en la revolución y ocupaban todas las fábricas, los campos, las casas y mansiones, los hoteles y clínicas privadas, las masas revolucionarias expropiaban todo a su paso y no estaban dispuestas a entregar lo que habían conquistado.
El gobierno democrático burgués de Urrutia apoyado y sostenido por Fidel ya nada podía hacer contra el avance de la revolución proletaria. Así es que asume el poder ese Partido-ejército de guerrilleros que debe ir más lejos que sus intenciones, objetivos, política y estrategia, obligados por las masas revolucionarias.
La IV Internacional en vida de Trotsky, planteó un pronostico alternativo “... no se puede negar categóricamente, por anticipado, la posibilidad teórica de que, bajo la influencia de circunstancias completamente excepcionales (guerra, derrota, crac financiero, presión revolucionaria de las masas, etc.) los partidos pequeñoburgueses, incluidos los estalinistas, puedan ir más lejos de lo que ellos mismos quieren en la vía de una ruptura con la burguesía” (TROTSKY, L.D., El Programa de Transición, 1938). Tal pronóstico es el que se cumplió en Cuba.
La revolución cubana, como la china o vietnamita, fueron excepciones que se escaparon al control del pacto contrarrevolucionario de Yalta de “coexistencia pacífica” a la salida de la Segunda Guerra Mundial firmado por el imperialismo y el stalinismo usurpador de la revolución de Octubre. Decimos que fueron excepciones, porque la norma fueron las traiciones, entregadas y derrotas de la revolución mundial impuestas por el PC para garantizar dicho pacto. Si en la Cuba de aquellos años el PC no pudo derrotar la revolución fue justamente porque en el continente americano el stalinismo estaba abrazado al imperialismo “democrático” yanqui garantizando la “paz” del saqueo y los cementerios en todo el continente.
Las conquistas de la revolución cubana, las conquistas de la revolución permanente
Previo a la revolución de 1959, Cuba, desde el punto de vista de la división mundial del trabajo, era una colonia norteamericana de hecho, proveedora de tabaco y de azúcar para su economía que tenía un gran mercado interno de consumo. Así la Cuba capitalista fue lo más “desarrollado” y “prospero” que podía ser bajo las cadenas de sometimiento al imperialismo.
La tierra estaba bajo la propiedad de 20 familias que contaban con un ejército para degollar campesinos pobres, quienes estaban condenados a una economía de subsistencia con una pequeña parcela de tierra para sembrar caña de azúcar. Por tal en Cuba existía un enorme proletariado agrícola que trabajaba en las tierras de esas 20 familias que manejaban toda la producción y encomia cubana al servicio del imperialismo yanqui.
La miseria de las masas no encontraba límites. En 1957, la Asociación Católica Cubana dio a conocer un estudio basado en 2500 familias rurales y encontró que el 60% vivía en chozas techadas con madera de palmera y pisos de tierra sin recubrir, y sin agua ni comodidades sanitarias de ninguna clase. En el 70% de los casos se usaba alambrado o kerosene y el 30% restante no tenia iluminación. La alimentación básica consistía en arroz, porotos y vegetales; sólo el 11% bebía leche, el 4% comía carne y el 2% huevos. El resultado era una deficiencia calórica de 1000 unidades diarias.
Estas condiciones eran imposibles de resolver sin imponer la ruptura con el imperialismo y la revolución agraria, las dos tareas democráticas que la burguesía semicolonial no pudo ni puede llevar adelante, y que solo la revolución socialista puede conquistar. Y eso fue lo que las masas pusieron en marcha en 1959.
En Cuba hubo una fabulosa revolución agraria. Los campesinos pobres conquistaron su tierra para trabajar, y el estado sobre la base de la expropiación del imperialismo y la burguesía nativa conquistó un pueblo cada 30 kilómetros con almacén, con teatro, escuela, con electricidad, agua potable de primera calidad, con hospital, con medicamento, casas. Al campo más lejano llegó la electricidad, agua, salas de primeros auxilios. ¡Fue una enorme revolución agraria que multiplicó un 200% la producción de azúcar y resolvió el problema del desempleo!
Al cabo de un año del triunfo de la revolución, las tarifas eléctricas se habían reducido un 30%, las telefónicas a la mitad, las medicinas en un 20%. Se construyeron 800 millas de nuevos caminos, 35 nuevos puentes; se habían reforestado 133.000 acres. Se confiscaron 400 millones de dólares de propiedad robada por los hombres de Batista. Se habían completado 10.000 unidades de viviendas, con cuatro cuartos, para aquellos que ganaban menos de cien dólares al mes. El costo era de 15,92 pesos, que no es en concepto de alquiler, sino de pago mensual por la compra de la casa. Los alquileres fueron reducidos a la mitad. En ocho meses se completaron diez hospitales y seis mil escuelas nuevas, incluyendo la creación de escuelas rurales. Al cabo de dos años se eliminó el analfabetismo en Cuba.
Un país muy atrasado desde el punto de vista del desarrollo capitalista, había encontrado, expropiando a la burguesía y el imperialismo, un enorme impulso. Sin embargo, con sus fuerzas productivas encerradas en las fronteras nacionales, no podía jamás resolver el conjunto de las necesidades de las masas. Éstas necesitaban de mercancías que Cuba no producía ni podía producir, y por tal quedaba presa de la división mundial del trabajo capitalista, puesto que las fuerzas productivas son mundiales.
Lejos de lo que afirmaba el stalinismo de que se podía llegar al “socialismo en un solo país”, el sistema capitalista mundial y sus fuerzas productivas imponían en Cuba –como antes en la ex URSS- una economía de subsistencia, donde una burocracia que dirige el estado organiza el reparto de la miseria -no de la abundancia- y de ahí devienen sus privilegios que defiende con un régimen de represión contra la clase obrera y los campesinos, sometiendo a la revolución cada vez más a la división mundial del trabajo imperialista.
O la revolución cubana se desarrollaba y triunfaba a escala mundial, o el imperialismo, tarde o temprano, reconquistaría el terreno perdido. Tal es la tesis de los trotskistas de la IV Internacional contra la teoría del “socialismo en un solo país” del stalinismo.
“Socialismo en un solo país” versus revolución socialista mundial
El castrismo bajo el mando de Moscú conspira contra la revolución internacional para asentarse como burocracia usurpadora de la revolución obrera y campesina en Cuba
Lo antes señalado fueron algunos de los resultados directos del triunfo de la revolución, es decir de la expropiación de la burguesía, de la ruptura con el imperialismo y de la revolución agraria. Estas fueron algunas de las conquistas de la revolución, y estas son las conquistas que están destruyendo con la restauración capitalista.
La Cuba restaurada confirma una vez más la teoría programa trotskista de la revolución permanente que afirma que la revolución socialista triunfará integra y efectivamente como revolución internacional. El castrismo que se fusionó con Moscú y el stalinismo conspiró desde el primer minuto contra la revolución mundial, ello le valió el “premio” de devenir hoy, como demostraremos a lo largo de estos documentos, en una nueva burguesía nativa “bolivariana” que está destruyendo todas las conquistas de la revolución para restaurar definitivamente el capitalismo.
Cuba, como la ex URSS era un “régimen de transición” entre el capitalismo y el socialismo. Pues cuando el proletariado toma el poder en un país no impone el socialismo sino la dictadura del proletariado. Este régimen de transición combinaba elementos de socialismo como la expropiación de la burguesía y la propiedad nacionalizada, el monopolio del comercio exterior y la economía planificada, con elementos capitalistas en el ámbito de la retribución del trabajo mediante la norma burguesa del salario. Así rige la Ley del valor como en cualquier país capitalista, producto del atraso en sus fuerzas productivas y el bajo rendimiento del trabajo, que lleva a una escasez reinante, que sólo puede resolver el triunfo de la revolución mundial. Sobre esta cuestión Trotsky planteaba que: “Mientras más tiempo permanezca la URSS en la vecindad del capitalismo, más profunda será la degeneración de sus tejidos sociales. Un aislamiento indefinido deberá traer, no el establecimiento de un comunismo nacional sino la restauración del capitalismo” (TROTSKY, L.D., La revolución traicionada, 1937).
Afirmamos junto a Trotsky que lo que se instauro en 1959 en Cuba con el triunfo de la revolución no fue el socialismo, sino la dictadura del proletariado, que aquí tenía como aditamento que fue dirigida desde su inicio por una dirección pequeño burguesa como el castrismo, que no tenía la mas mínima intención de llegar hasta allí, pero se vio obligada a hacerlo por la presión revolucionaria de las masas cubanas.
Lo que surge en Cuba en 1959 es un estado obrero deformado, puesto que no se impuso en el triunfo bajo una dirección revolucionaria a la cabeza de los soviets –consejos obreros- como fuera en la URSS en 1917. En Cuba se impuso una dirección pequeñoburguesa que se montó sobre la revolución para apropiarse del poder y desde el primer minuto, mediante su Partido-Ejército, liquidó toda la democracia revolucionaria y autoorganización de las masas, y raídamente devino en burocracia estalinista apéndice de Moscú.
Este Partido-Ejército, al no poder impedir la expropiación de toda la burguesía y al verse obligado 3 años después del triunfo de la revolución a reconocer y legalizar las expropiaciones de las masas -lo que llevó a que el imperialismo norteamericano corte toda relación comercial con la isla-, rápidamente hace un acuerdo político y comercial con Moscú.
El acuerdo comercial es de intercambio de mercancías donde la URSS, bajo la dirección stalinista, le vendía todos los insumos y mercancías necesarias a Cuba a valores del mercado mundial, es decir le imponía una relación de “opresión” y superioridad utilizando ventajas capitalistas. A su vez la URSS puso en pie en la isla por lo menos 3 bases militares para comerciar armas en el continente americano.
Desde el punto de vista del acuerdo político –lo más importante- era que Fidel sea la garantía absoluta del cumplimiento de la coexistencia pacífica en el continente Americano, es decir que “no haya nuevas Cubas” y mucho menos en los EE.UU.
La revolución cubana tiene un profundo carácter internacional: los explotados del continente sostuvieron la revolución del pueblo cubano contra el imperialismo, en todo el continente se desataron enormes luchas obreras y campesinas empujadas por el triunfo de la revolución y eso estableció una relación de fuerzas entre el imperialismo y la isla.
Entonces, el acuerdo con Moscú y la metamorfosis de la guerrilla bajo la dirección del Partido Demócrata Cristiano a devenir en el PC Cubano, era que Fidel y sus secuaces, usando y abusando de la autoridad que le daba la gloriosa revolución de 1959, impidan el triunfo de nuevas revoluciones socialista en el continente americano.
Así, Castro y el stalinismo transformaron a Cuba en un “Muro de Berlín” del continente americano, aquel que levantara el stalinismo en la Segunda Guerra Mundial para impedir que el proletariado avance expropiando al imperialismo en todo Alemania y Europa. El stalinismo transformó todas las conquistas de la revolución proletaria, en una soga en su cuello. Con Cuba hizo lo mismo.
Fidel viajó en primer lugar a los EE.UU. a rendir cuentas de que no impulsaría jamás la revolución socialista en el corazón de la bestia imperialista, y luego se dedicó a recorrer el continente latinoamericano –también África como demostraremos en otro artículo- para decir que no podía haber una “nueva Cuba”, que ellos estaban impulsando el “socialismo en un solo país, en una sola isla”, y que había que hacer el “socialismo por vía pacífica” y apoyar a los “burgueses progresivos”, desarmando así a las masas y entregándolas a la represión feroz imperialista. Con esta política el stalinsimo liquidó el asenso general revolucionario de 1968-75 y en particular esta política se pagó con sangre en los 60, 70 y 80 en Latinoamérica como en la revolución chilena, nicaragüense, salvadoreña, argentina y un largo etc.
El castrismo aplicaba una política de contrarrevolución burocrática al interior de Cuba, liquidando toda democracia obrera, persiguiendo y encarcelando a todos los trabajadores que criticaran al régimen, impulsando la utopía reaccionaria del socialismo en un solo país, y su continuidad era la política internacional de impedir “nuevas cubas” en todo el continente. Esto le garantizaba al castrismo asentarse como una burocracia, una casta pequeñoburguesa parasita que vivía en Cuba de los privilegios por la administración del estado obrero. En la revolución socialista internacional, estaban la derrota de sus privilegios y por tal eran y son irreconciliables. La política del castrismo fue lo que cercó a la revolución cubana y llevó a miles de derrotas a la revolución latinoamericana.
Los renegados del trotskismo, quienes en sus distintas variantes reivindicaron al castrismo desde un principio como una “corriente jacobina de la revolución latinoamericana” liquidaron el programa de la revolución política en Cuba y en la ex URSS para adaptarse completamente al stalinismo en todas sus variantes.
El programa de la IV Internacional era el único que planteaba las tareas de la revolución socialista en los países capitalistas y la revolución política en los estados obreros burocratizados, y Cuba en última instancia solo podía triunfar integra y efectivamente bajo ese programa y estrategia.
La restauración capitalista en la ex URSS, China y el este europeo en 1989, un durísimo golpe contrarrevolucionario al pueblo cubano. Se impone el “periodo especial” y la burocracia castrista deviene en agente de la restauración capitalista
En 1989 el stalinismo restauracionista que usurpaba el poder en la URSS, China y el Este europeo, le entrega los ex estados obreros al imperialismo y Wall Street y deviene en nueva burguesía. Fue una dura derrota para el proletariado mundial.
En Cuba, el imperialismo no pudo consumar la restauración capitalista en ese mismo momento ¿Por qué? En primer lugar en la ex URSS, China y el este europeo, el stalinismo le había propinado duros golpes contrarrevolucionarios físicos a los procesos de revoluciones políticas y levantamientos de obreros y estudiantes como en Polonia, Checoslovaquia, China, guerras fratricidas como Vietnam y Corea, etc. En Cuba la situación era distinta, a diferencia de la ex URSS donde las masas asociaban en su conciencia al socialismo con la miseria, las masas cubanas venían de grandes triunfos y avances en su nivel de vida a pesar del castrismo y a su vez en el continente americano se desarrollaban duros combates de la clase obrera y los campesinos que imponían una relación de fuerzas distinta.
Entonces en 1989 no se pudo consumar la restauración capitalista en Cuba, pero la derrota de la ex URSS fue uno de los golpes contrarrevolucionarios más duros para el pueblo cubano. Cuba comerciaba fundamentalmente con la ex URSS, era una especia de Base Militar de Moscú y a su vez era “subvencionada” para jugar el rol de “Muro de Berlín” de la revolución americana. Entonces en 1989, Cuba queda dislocada de la división mundial del trabajo no solo económicamente, sino también política y militarmente.
En los 90 los precios de los comodities se derrumbaron y por tal el precio del azúcar, lo que golpeó al plexo la economía cubana que se queda también sin petróleo, sin energía, sin nada de lo que la URSS comerciaba.
Así lo relatan los propios economistas castristas como José Luis Rodríguez en su libro “Notas sobre economía cubana”
“La crisis económica golpeó muy duro. El PIB cayó casi un 35% entre 1989 y 1993; el déficit fiscal creció hasta el 33% del PIB en 1993 y las importaciones a precios corriente se redujeron un 75% en esos cuatro años.” (…)
“Cuba se había visto afectada por el proceso de reformas desde 1985 pues los países socialistas suministraban el 85% de las importaciones cubanas, el 80% de las inversiones y recibían cerca del 80% de las exportaciones del país.”
El imperialismo yanqui aprovechaba esto para recrudecer su bloqueo económico y comercial con el objetivo de hacer colapsar las fuerzas productivas cubanas y crear las condiciones para un golpe contrarrevolucionario, una invasión imperialista a la isla. ¡El bloqueo imperialista solo podía romperse con la clase obrera del continente sublevándose contra las translaciones y sus gobiernos! ¡El bloqueo imperialista contra Cuba se rompía con los obreros y campesinos de la isla apoyados en la revolución socialista internacional!
Pero a pesar de los cotidianos apagones, las importaciones y exportaciones arruinadas, del hambre y miseria, con una alimentación basada en la tortilla y el pan, el heroico pueblo cubano resistió y defendió la revolución. La burocracia castrista impone el llamado “Período Especial”, un periodo de “resistencia” y de medidas transitorias “para poder atravesar esta crisis y fortalecer el socialismo”, decían los funcionarios del PCC. Pero lo cierto es que la burocracia utilizó como un brutal chantaje el “Periodo Especial”, e inclusive el bloqueo yanqui y la heroica resistencia del pueblo cubano, para introducir medidas y reformas pro capitalistas que comiencen a socavar los elementos socialistas del régimen de transición y comenzando a reproducir automáticamente los aspectos capitalistas de dicho régimen económico. La burocracia castrista devenía en agente restaurador del capitalismo, y debía probarle al imperialismo que ese era el camino más seguro a que vuelva el imperialismo a la isla con ellos como nueva burguesía.
Fidel Castro ingresaba a la década de los 90 continuando su tarea de conspiración y entrega de la revolución socialista internacional, a su vez que introducía en Cuba, chantajeando a las masas con la miseria creciente, medidas como la reforma constitucional, los Jhoint Venture y las empresas mixtas con las transnacionales, la doble moneda etc.
“En su discurso del 26 de julio de 1993 Fidel Castro anunció las mayores transformaciones que debían introducirse de inmediato en la economía cubana. La más compleja era la despenalización de la tenencia y uso de las divisas, lo que creaba una economía dual que permitía además, la recepción de remesas del extranjero por parte de la población”. Notas sobre economía cubana de José Luis Rodriguéz.
Pero estas “reformas” debían tener su legalidad, y para profundizarlas el Castrismo hace una reforma radical en la Constitución cubana, que le permita, de forma “legitima”, avanzar en crear las condiciones para un salto en la restauración capitalista.
Así lo relata el constitucionalista cubano Hugo Azcuy en su libro “Análisis de la constitución cubana y otros ensayos”
“Particular importancia tienen en los cambios acordados los introducidos en los artículos 1 y 4, ahora formulados como 1 y 3. Estos artículos representaban la formulación constitucional de lo que es en la teoría marxista leninista la dictadura del proletariado, es decir, la presentación del Estado a partir de un esquema de alianza de clases en que la clase obrera ocupaba el papel principal de dirección junto a los campesinos y demás trabajadores manuales e intelectuales de la ciudad y el campo. En la nueva redacción ese esquema clasista es sustituido por el concepto genérico de trabajadores y el de pueblo, sin que se privilegie a ninguna clase o capa social en particular”
En el llamado “Periodo Especial” la burocracia castrista, apoyada en la derrota del 89, deviene en agente restaurador y sienta los cimientos para cambiar las relaciones de propiedad, destruir el monopolio del comercio exterior y la economía planificada.
En el campo se desarrolló una contrarrevolución burocrática que dejó herida de muerte la enorme conquista de la revolución agraria. Con el precio del azúcar por el suelo, el campo quedó destruido y miles de campesinos migraron a la ciudad a trabajar aunque más no sea por miserables 12 dólares mensuales. El campo quedó en completo abandono, cientos de pueblos fantasmas, y sobre esta base el castrismo lanzó la ley que permite la asociación de Cooperativas para comprar tierra y ponerla a producir. La diferenciación social se desarrolló con todo y se comenzó a liquidar la conciencia igualitaria y socialista de las masas.
El régimen castrista profundizó su represión al pueblo para imponer este plan, los llamados Comités de Defensa de la Revolución redoblaron su control policiaco del pueblo como verdadera policía de civil. Estos “Comités” y sus burócratas, definían (y también en el presente) en los barrios quienes estudian y quienes no, quienes pueden tener la ración de alimento y quienes no, quien tiene trabajo y quien no, etc. Todo aquel que se manifieste contrario a cualquier política del régimen, los CDR fueron y son garantía de su encarcelamiento inmediato. Así se profundizaba en los 90 con el “periodo excepcional” la contrarrevolución burocrática y Cuba devenía en un estado obrero de descomposición.
A comienzos del siglo XXI, el castrismo debe derrotar la revolución socialista en el continente americano para imponer la restauración capitalista.
Se pone en pie el Foro Social Mundial y la estafa de “revolución bolivariana”
El llamado “periodo especial” se desarrollaba en Cuba al mismo ritmo que el imperialismo lanzaba en los 90 una ofensiva recolonizadora de su patio trasero latinoamericano. Los padecimientos de las masas cubanas eran la expresión de los padecimientos de países sometidos al imperialismo, al FMI, con gobierno cipayos entregando todas las riquezas nacionales a las trasnacionales.
Sin embrago a fines de los 90 comienzan las primeras respuestas revolucionarias de masas en el continente como fueran los levantamientos obreros y campesinos en Ecuador, y el nuevo siglo XXI alumbraba un ascenso revolucionario antiimperialista en todo el continente. Estallaba la revolución argentina de 2001, la boliviana de 2003-05, el ascenso en Venezuela, la comuna obrera y campesina de Oaxaca en México. Todo este proceso revolucionario amenazaba con sincronizarse con un poderoso movimiento antiguerra en los EE.UU. que se había puesto de pie ante la guerra de Irak y Afganistán ¡La revolución latinoamericana venia en ayuda de las masas cubanas!
Sin embargo el triunfo de la revolución latinoamericana en su lucha contra el imperialismo era antagónica con los intereses de la burocracia castrista restauracionista. Es más, la consumación de la restauración capitalista y que el castrismo devenga en nueva burguesía, estaba directamente ligado a derrotar este proceso revolucionario latinoamericano.
El stalinismo había entregado los ex estados obreros al capitalismo en el 89 y era odiado por la clase obrera. Las direcciones reformistas cargaban con un enorme desprestigio y el capital financiero las centralizó internacionalmente para poder contener, desviar, abortar y derrotar la revolución que se ponía de pie. Así fue que con el castrismo a la cabeza y sus sostenedores de renegados del trotskismo, se pone en pie el Foro Social Mundial y su estafa de “socialismo del siglo XXI”. Con política de colaboración de clases y frente popular, sometiendo al proletariado al “democrático Obama” y las burguesías nativas, con pactos que abrieron las puertas a golpes contrarrevolucionarios en el continente, impusieron la estafa de “revolución bolivariana”, expropiando la verdadera revolución obrera y campesina.
A la burocracia castrista se le iba la vida en derrotar la revolución latinoamericana y en demostrarle al imperialismo que ella era su mejor agente restaurador. Fidel, luego de muchos años de no salir de la isla, viajó a la Argentina en 2003 para frenar la revolución y que se apoye a “Néstor que luego repartirá las riquezas”, sostuvo a Chávez, Morales y Correa que utilizaron la movilización de las masas para apropiárselas y negociar una tajada de los negocios con el imperialismo.
La “prueba de fuego” del FSM y el castrismo para demostrar su sometimiento al capital, vino cuando el imperialismo yanqui cambió, preventivamente ante los golpes de la revolución, su estado mayor y el FSM bajo el mando de Castro y los Bolivarianos proclamaron “Todos contra el fascista Bush” es decir… todos con el democrático Obama sometiendo a la clase obrera latinoamericana al jefe del imperialismo yanqui. De esta manera terminaron de estrangular la revolución y le dejaron a las transnacionales vía libre para el saqueo en todo el continente.
El periodo abierto con la crisis mundial imperialista que estalla en 2008-09 plantea la definición de la cuestión cubana
Con la crisis mundial de 2008-09, el parásito capital financiero debe terminar de deglutirse a Cuba para el mercado mundial como una medida contrarrestante a su crisis. Se trata de una necesidad política, de derrota del proletariado, como también económica para que Cuba termine de subsumirse en la división mundial del trabajo controlada por el imperialismo.
Con la revolución latinoamericana expropiada por la estafa bolivariana, el castrismo se demuestra el mejor aliado del imperialismo en la Isla. EE.UU cierra toda posibilidad de restauración por vía de una invasión militar y se concreta el Pacto Obama-Castro, bendecido por el Papa que hasta visita la isla para rezar por la restauración capitalista.
Las resoluciones del congreso de las juventudes comunistas de 2011 que desarrollan una batería de medidas restauradoras, no expresan más que la voluntad de llevar a las relaciones de producción y a la superestructura del estado cubano, las medidas que se vienen preparando desde el “Periodo especial” para consumar la restauración, como lo demostraremos en los siguientes artículos.
Pero para ello, el castrismo y sus aliados tenían una última misión de sostén del imperialismo: someter a la clase obrera norteamericana a Obama e impedir el triunfo de las revoluciones del Norte de África y Medio Oriente y su sincronización con la revolución en los países imperialistas, cuestión que amenazó con darse en 2011. Castro y el FSM se pusieron a la cabeza de calumniar, atacar y llamar a la derrota de las revoluciones en Libia y Siria llamando a defender a sus aliados Khadafy y Al Assad. Allí el castrismo tenía una batalla final contra la revolución internacional. En el Magreb los explotados se sublevaban por el pan contra los “bolivarianos” del continente africano, y el peligro era que eso se expandiera en Latinoamérica. Con el cerco a la revolución del Magreb y la imposición del genocidio en Siria con la Homs revolucionaria aplastada, el castrismo tiene sus manos libres para devenir definitivamente en una nueva burguesía gusana en cuba.
Los hermanos Castro, con Raúl en el poder ante el deterioro físico de Fidel, interrumpieron definitivamente el régimen de transición, e impusieron todas las medidas posibles para que comience a desarrollarse automáticamente el capitalismo en Cuba. De la mano de los bolivarianos con su ALBA crearon un mercado capitalista regional donde están todas las trasnacionales haciendo fabulosos negocios. Así se liquidó definitivamente el monopolio del comercio exterior para que “Venezuela no sea una nueva Cuba” donde se expropie al imperialismo, sino “Cuba sea una nueva Venezuela” capitalista.
Se votaron las leyes de derecho de propiedad y herencia, se le otorgaron zonas francas al imperialismo, así como la penetración sin impedimentos de las Transnacionales en la Isla como viene de votar la Asamblea Nacional con su “Ley de inversiones”.
En febrero de 2013 le dan la presidencia pro tempore de la CELAC a Raúl Castro y en 2014 la reunión se realizó en La Habana, como el reconocimiento del imperialismo a su agente como garantía de la imposición de la restauración capitalista.
Lo cierto es que en Cuba capitales rusos son dueños de las Termoeléctricas, Canadá es dueña de las Refinerías, España y Francia de la industria hotelera y el níquel. El castrismo que durante décadas se enriqueció con la doble moneda y asociado al imperialismo en las empresas “mixtas” y que hundió definitivamente la productividad del trabajo en la isla, hoy le garantiza al capital financiero una mano de obra barata, de 20 dólares de salario mensual, a la que el estado le “garantiza” educación y salud como forma de subvención a las trasnacionales. Con el campo destruido por la restauración, sumado a los despidos masivos en el estado, se crea un fuerte ejército industrial de reserva al mismo ritmo que una nueva clase media en las ciudades ligada al comercio y consumo. Un verdadero paraíso para las inversiones imperialistas.
Los nuevos ricos del PCC dieron saltos definitivos en este camino bajo el slogan de “No todo lo del socialismo es bueno, y no todo lo del capitalismo es malo”. Hoy esta nueva protoburguesia grita a los cuatro vientos ¡Viva el capitalismo!
Estamos ante una ex burocracia restauracionista que deviene en nacionalismo burgués. Es decir, les mantiene –por el momento- parte de sus conquistas a las masas de la revolución, como la jornada de 8 hs o la salud y educación gratuitas, para negociar con el imperialismo su ingreso al mercado mundial.
Una tragedia para el proletariado mundial
O la clase obrera norteamericana y mundial derrotan la restauración capitalista, o una enorme derrota golpeará a la clase obrera
En 1959 el lujoso Hotel Hilton era transformado en el Cuartel General de la revolución. En el 2014 en ese mismo Hotel se pasean los burgueses de todo el mundo, los mismos – o sus hijos- que fueran expropiados por la grandiosa revolución cubana. Los nuevos ricos del PCC dicen que las medidas actuales “son para fortalecer el socialismo” ¡Una estafa! Los obreros cubanos van a trabajar en carros a tracción humana, salen de sus trabajos y buscan formas de sobrevivir por que no pueden comer con los salarios de miseria existentes. Por las noches, en La Habana vieja los trabajadores deambulan por las veredas y calles puesto que viven hacinados en pequeñas casas donde se turnan para dormir.
Mientras por el otro lado, ese partido ejercito de los nuevos ricos del PCC, amparados en la ley, van comprándose parcelas de tierra, consumen autos de lujo de alta gama, sus hijos, como los de Fidel Castro, administran los lujosos campos de Golf vistiendo sus trajes de Armani. Ellos, los destructores de la revolución viven en “El Laguito” una zona residencial de mansiones impresionantes escondidas por “bosques” para que el pueblo no las vea, rodeados del más férreo control militar.
Así se expresan hoy los antagonismos de clases en Cuba. Entre La Habana vieja del proletariado pauperizado o las regiones campesinas como pueblos fantasmas y los nuevos ricos del PCC que viven en “El Laguito”.
Sin embargo aún no está dicha la última palabra. El imperialismo debe asentar la restauración capitalista colonizando definitivamente la isla. Ese proceso aun sigue abierto y se definirá en la lucha de clases internacional.
En Cuba debe realizarse una segunda revolución socialista, que expropie nuevamente al imperialismo y a la nueva burguesía. Pero esta revolución no puede ser “nacional”. Las fuerzas para que se subleven los gloriosos obreros y campesinos cubanos contra la restauración están en las fuerzas de la clase obrera mundial. La nueva revolución cubana, motorizada en la lucha por el pan, el salario, la tierra y la dignidad, se desarrollará integra y efectivamente con el triunfo de la revolución socialista en los EE.UU., la principal potencia imperialista. La clase obrera norteamericana tiene la llave de la victoria, ella es la que maneja lo más avanzado de las fuerzas productivas para que la tierra sea el paraíso y no la catástrofe que se está configurando en la Cuba restaurada.
El presente trabajo es un aporte de lecciones y programa de los trotskistas en esta pelea fundamental del movimiento obrero internacional y su vanguardia. Si en Cuba no existe un partido revolucionario para guiar este combate, es absoluta responsabilidad de los renegados del trotskismo que se adaptaron, capitularon y sostuvieron hasta nuestros días a esta ex burocracia castrista devenida hoy en nuevos ricos.
A lo largo de este trabajo desarrollaremos lo que consideramos fundamental de la teoría, el programa y las lecciones revolucionarias que necesitamos para terminar de forjar una dirección revolucionaria en Cuba como parte del combate por la refundación de la IV Internacional. La clase obrera cubana volverá a ponerse de pie, sus entregadores jamás.