En el décimo aniversario de la revolución tunecina y de todo Medio Oriente
Las masas de Túnez vuelven a sublevarse, esta vez contra el gobierno de Said-Meshishi sostenido por la UGTT
A diez años de la inmolación de Bouazizi, la chispa que encendió la revolución de Medio Oriente, el pueblo tunecino vuelve a gritar “¡queremos la caída del régimen!”.
El gobierno había decretado un cierre de 4 días, utilizando la excusa del incremento de los casos de COVID-19, intentando que no se realizara ninguna de las marchas previstas para el 10° aniversario. Pero las condiciones de desocupación y hambre no se soportan más y las masas volvieron a las calles poniendo en pie barricadas, enfrentando la represión, atacando comisarías con bombas molotov. Son los trabajadores, sobre todo los jóvenes desocupados, los que protagonizan estas acciones porque no soportan más los padecimientos por la situación de miseria extrema, donde no tienen trabajo ni ningún tipo de ingresos, agravada el último año en el cual el PBI cayó un 9% al calor de la crisis económica y el COVID-19.
El presidente Kais Said y el primer ministro Heisham Meshishi, ambos doctores juristas y jerárquicos del poder judicial, llamaron a que “se respeten las protestas pacíficas”. La UGTT, la central sindical tunecina, salió a ponerse al frente de las huelgas que se vienen desarrollando y a llamar a movilizaciones pacíficas para llevarlas a una “mesa de diálogo”, llamando a terminar toda “violencia”. Es la misma posición de los partidos colonialistas hermanos del NPA francés que están en Túnez. Sus casas matrices en Francia, ante las protestas que sacudieron ese país, habían llamado a condenar y expulsar a los “vándalos”.
Por otro lado, las fuerzas de represión arrestaron ya a 1000 manifestantes en tan solo seis días. Pero las protestas no retroceden y se intensifican día a día, con marchas masivas durante el día y barricadas durante la noche.
Diez años han pasado desde aquel histórico día en que el Mohammed Bouazizi se inmolase frente al municipio luego de que agentes le prohibieran vender verduras y le confiscaran su mercadería. Esa había sido la chispa que incendió la revolución tunecina y de todo Medio Oriente. “El pueblo quiere la caída del régimen” era la consigna. Cayó la dictadura de Ben Ali. Y sin embargo, la “democracia” que devino fue un engaño y una trampa que mantuvo intactos a los mismos políticos, jueces, oficiales y fuerzas armadas que estaban con Ben Ali, y dejó a los trabajadores y el pueblo de Túnez sin pan ni libertad, y por eso hoy vuelven al combate.
Túnez fue tomado como “el ejemplo a seguir” por todas las corrientes y organizaciones de izquierda. Allí se reunió el Foro Social Mundial en 2013 y 2015, una internacional de direcciones traidoras de la clase obrera, que lanzaron el grito de guerra “el enemigo es el ISIS”, el cual aisló a las masas sirias y de Medio Oriente, justificó la masacre sobre ellos y blindó al imperialismo, sobre todo el francés.
Estas organizaciones de izquierda en Túnez habían apoyado y sido parte de la “Asamblea Constituyente” fraudulenta puesta en pie a la caída de Ben Ali como uno de los engaños para desviar la revolución tunecina. Así los partidos colonialistas de la izquierda francesa que están en Túnez y a nivel internacional, sostuvieron el control del imperialismo francés sobre esa nación, llevando la revolución a un nuevo gobierno proimperialista que sumió a las masas aún más en la miseria.
El gobierno actual es consecuencia de ese sostén de esta izquierda y de la UGTT, que lo apoyó directamente en un llamado “cuarteto del diálogo”, al cual le dieron el Premio Nobel de la Paz en 2015 por jugar este rol. Así inscribió la burocracia de la UGTT, esencialmente stalinistas y maoístas, su rol en este gobierno de aborto de la revolución y de salvataje de los políticos, oficiales y jueces de Ben Ali.
Los obreros tunecinos hoy enfrentan a ese gobierno, rompiendo con la UGTT que lo sostiene y con las políticas de los partidos de izquierda, totalmente sometidas al parlamento y las instituciones “democráticas” fantoches.
Una vez más, como en el 2011, las demandas son el pan y una vida digna. Hoy son estos jóvenes los que nos trazan el camino a seguir, con un claro mensaje: Pueden pasar uno, seis, diez, o cien años, pero si no hay pan, si no hay una vida con dignidad, nadie se rendirá, ¡la lucha seguirá hasta el final!
¡El pueblo quiere la caída del régimen! ¡No al pago de la deuda externa! ¡Fuera el imperialismo!
¡Hay que expropiar sin pago todas las empresas del imperialismo que saquean la nación, las fábricas que cierran, suspenden, despiden, los puestos de trabajo cerrados que no están pagando los salarios por las “restricciones del COVID-19”! ¡Hay que expropiar los bancos donde el imperialismo francés fuga las divisas de la nación! ¡Allí se puede garantizar trabajo para todos repartiendo las horas de trabajo y garantizando un salario digno!
Hay que poner en pie consejos de los trabajadores que están en lucha, de su vanguardia la juventud obrera, junto con los soldados rasos. ¡Por comités de autodefensa para defenderse de la represión! ¡Fuera el gobierno de Said-Meshishi!
Esta vez, para poder conquistar la demanda de una vida digna, ¡la revolución debe triunfar!
Comité Redactor del periódico
“La Verdad de los Oprimidos” |