Nuestro combate por poner en pie una estrategia obrera independiente, revolucionaria e internacionalista de la clase obrera argentina
Declaración de la Liga Obrera Internacionalista – Cuarta Internacional (LOI-CI)
Democracia Obrera, integrante de la FLTI
Hay que derrotar el ataque antiobrero de los Fernández y el PJ, las transnacionales y la burocracia sindical
¡Abajo el Pacto Social de hambre y entrega!
El gobierno de los Fernández es a quien hoy le toca defender los intereses y negocios de todas las clases dominantes de la nación. Pero, como tal, es un agente directo del gran capital representado por la UIA y las transnacionales. Todos ellos, asentados en el crac económico, el Covid y en la tragedia que viven las masas con millones de desocupados, y sostenidos en las traiciones de la burocracia sindical, le han declarado la guerra al movimiento obrero.
Chantajeando con la desocupación y el trabajo en negro de 11 millones de obreros, ahora vienen por todo. Buscan flexibilizar al conjunto de la fuerza laboral y hundir el salario de toda la clase obrera. Mientras a las grandes patronales las financian con los impuestos que paga el pueblo, mediante el ATP y el Repro II, a los trabajadores solo se les arrancan y se les quitan sus conquistas. A la oligarquía sojera, a las transnacionales cerealeras y a las mineras y petroleras imperialistas que saquean la nación, se les garantizó hasta el último dólar de sus superganancias, que fugan del país.
El gobierno de los Fernández, asentado en los traidores de la burocracia sindical, viene a imponer el plan de la “Argentina maquila”, para ofrecerles así a los capitalistas, a la oligarquía, a los banqueros y a las grandes transnacionales una clase obrera esclava… para que sean “redituables” sus inversiones a futuro. Por eso es clave la incorporación a su gabinete de los “ministros sin cartera” de la burocracia sindical, la garante del sometimiento de la clase obrera.
Mientras tanto, con paritarias de hambre y súper-inflación los capitalistas recuperan sus ganancias mes a mes. La carestía de la vida no se aguanta más. El aumento de la inflación del 4,8% solo en marzo deja atrás los aumentos salariales de las paritarias. Ni hablar de los obreros subocupados, en negro, etc., cuando ya la mayoría de los explotados vive en condiciones de indigencia.
Ahora, el gobierno peronista negocia con el FMI la postergación de los pagos de la deuda. Para ello le garantizan un seguro de cobro. Este no es otro que al conjunto de la masa salarial y de la fuerza de trabajo de la nación, se le arrancará una tasa de ganancia tal, de manera que quede un excedente que le permita al imperialismo cobrarse la súper-deuda externa que contrajeron no solo los Macri, sino también todos los gobiernos peronistas y la dictadura militar.
Como si faltara algo más a este feroz ataque antiobrero, la burocracia sindical, como perro fiel del sistema capitalista, sus gobiernos y su estado, ha garantizado liquidar de facto las paritarias, como ya dijimos, al imponer topes salariales en un 20% o 30% por debajo de la inflación. El salario de indigencia de gran parte de los gremios industriales y de servicios demuestra esto. Ya inclusive los $93.000 de salario mínimo, vital y móvil que “consiguieron” los Aceiteros, han quedado muy por detrás de la inflación.
La tragedia de la pandemia del Covid la arrojan sobre los hombros de los trabajadores y las clases populares. El cinismo del gobierno y los políticos burgueses, oficialistas y “opositores”, no tiene límites. Han levantado una gran cortina de humo. En esta crisis sanitaria ellos solo defienden y salvan los intereses de su clase, de los miembros de la clase dominante que están bien resguardos en sus countries, quintas, estancias, cabañas de lujo, etc. Todos juntos levantaron la cuarentena cuando se trataba de hacer negocios con el turismo de las clases medias en Semana Santa, y ahora “horrorizados tiemblan” por la “segunda ola” del Covid.
La “lucha” sobre la “presencialidad” en las aulas es campaña electoral. Es que los docentes durante un año de pandemia repartiendo comida a los padres y a los chicos en las escuelas, sin ningún tipo de protocolo, estuvieron expuestos al Covid diariamente en 2020.
Familias e hijos de millones de explotados hacen largas filas en los comedores donde como esclavos, reciben un miserable plato de comida.
Hacinados en casas y barrios sin ningún tipo de resguardo sanitario, subidos en las “horas picos” en trenes y colectivos y produciendo en fábricas-cárceles, son los trabajadores el 80% de los que se enferman y mueren por Covid. Ahí está el ejemplo de la Toyota de Zárate donde se infectaron 1.500 obreros de un total de 5.000. 500 trabajadores se contagiaron esta última semana. Lo mismo sucede en todas las fábricas y establecimientos, donde ya han muerto miles de obreros, infectados en la línea de producción.
Este gobierno de los capitalistas no defiende a los trabajadores ni los va a defender. Ellos, junto a las ART, son los que obligan a los obreros a volver a trabajar apenas 7 días después de que les detecten Covid. SINVERGÜENZAS.
Los Fernández, entonces, vienen a continuar la obra del gobierno de Macri y a saldar sus deudas.
Las burocracias sindicales son las garantes del plan de ataque de los de arriba contra la clase obrera. Son “ministros sin cartera” del gabinete de Fernández, junto a la gran patronal de la UIA
La vida política argentina y la fortaleza del gobierno y del régimen de conjunto no pasan por el Parlamento burgués, que está pintado y solo existe para engañar al pueblo. Al contrario, todas las decisiones que hacen a la vida de millones de explotados se toman en el verdadero gabinete de Fernández: la UIA, la Bolsa de Valores, la Cámara de Comercio, la Sociedad Rural y el FMI, junto a toda la burocracia sindical, que garantiza, como una verdadera policía interna del movimiento obrero, que estos planes se cumplan, que las paritarias se entregan, que la Argentina será “maquila”. Ellos son verdaderos “ministros sin cartera”.
El estado burgués, de forma totalitaria y absolutista, a través de la ley de Asociaciones Profesionales, controla a dedo a los sindicatos, impidiendo toda independencia de los mismos, cobrando las cuotas sindicales de forma compulsiva y poniéndole la plata en los bolsillos de la burocracia. Los dirigentes sindicales millonarios son los que garantizan el sometimiento de la clase obrera en las fábricas y dejan al ejército industrial de reserva a merced de la mendicidad los intendentes y de los llamados “movimientos sociales” dirigidos por la Iglesia y la izquierda del régimen.
La izquierda parlamentaria chilla y grita, exigiendo que “funcione el Parlamento para tomar decisiones”. Una falacia. Cada vez que lo hizo solo votó medidas contra el pueblo pobre o pequeñas concesiones para engañar a las grandes masas y edulcorar el dominio de las clases poseedoras.
La democracia burguesa ya no puede contener ni canalizar las contradicciones internas entre las clases y ha abolido, inclusive, todo “derecho democrático mínimo” de la clase obrera. Es que ha liquidado la libertad sindical, de asociación y el derecho de reunión de los trabajadores. Todo activista obrero que intenta organizar su fábrica para defenderse del ataque de la patronal o recuperar sus comisiones internas o sindicatos, es brutalmente despedido, perseguido y reprimido. De esto se trata la dictadura del capital en momentos en que cada vez menos puede ser edulcorada por las charlatanerías del Parlamento burgués.
Apoyado en la archirreaccionaria Constitución de 1853-1994, el Presidente adquiere poderes de Rey y es la justicia de las clases poseedores la encargada de definir los “litigios” entre las pandillas burguesas.
Las libertades democráticas que se han perdido solo se podrán recuperar si la clase obrera logra unir sus filas, derrotar a la burocracia sindical, recuperando así la independencia de los sindicatos del estado, y romper con los burócratas del hambre como Grabois y la Iglesia que someten a millones de hambrientos al Ministerio de Desarrollo Social. Ellos son los administradores de la miseria de los esclavos sin trabajo en los ex movimientos piqueteros. Son verdaderos punteros “rojos” del gobierno y del régimen, que hace rato llevaron al movimiento de desocupados a una lucha impotente liquidando la demanda de trabajo digno y genuino para todos, por el cual se levantaron los piqueteros de Mosconi, Cutral Có y todo el país en los ‘90 y el 2001.
Estamos ante una estatización tan brutal de los sindicatos y las organizaciones de masas que todo régimen bonapartista o dictadura militar envidiaría.
Para derrotar el carácter bonapartista de este régimen y este gobierno infame, la única salida es derrotar el Pacto Social del gobierno, la UIA, el imperialismo y la burocracia sindical y piquetera.
En medio de la catástrofe actual, todo reclamo de las masas, por más mínimo que sea, lleva a un choque directo con el gobierno, este régimen infame y todas sus instituciones.
Este Pacto Social es apoyado abiertamente por la oligarquía, la “patria sojera” y las transnacionales. A ellos no les tocaron ni un peso de sus exportaciones y superganancias de la renta agraria. Por ello la oligarquía se cuida muy bien de sostener y apoyar al gobierno en todas sus medidas contra las masas. Esto sucede salvo cuando la banda de la UIA y la gran patronal industrial les quieren imponer a los sojeros que bajen los precios de los alimentos en el mercado interno para que de alguna forma pase el brutal ataque al salario obrero y disminuya la carestía de la vida. La oligarquía argentina, las transnacionales del campo y las cerealeras hace rato han decidido que ellas no serán las que le paguen parte del salario a los obreros bajando el precio de sus commodities y alimentos. Cuando se llega al límite de ese choque, se acaba toda la “valentía” de los Fernández. Ya lo vimos en Vicentín y al cobarde de Grabois huyendo como rata con su socia oligarca devenida a menos de un campo de Entre Ríos.
A los Larreta y los “opositores” del PRO no les tocan un pelo, mientras sí fueron a reprimir a mansalva a los piquetes de los obreros portuarios en lucha y a hacer caminar por los juzgados a los valerosos trabajadores de la carne de ArreBeef en plena cuarentena.
Llevar las luchas a un torrente para derrotar el Pacto Social del gobierno peronista con la burocracia sindical es el camino para conquistar la independencia política de los trabajadores. Este choque es el que plantea toda lucha seria que han venido dando los trabajadores en este último año, como ya hemos dicho. El gobierno ha respondido de forma cínica, cruel y brutal, con engaños y mentiras, volcando sobre cada una de las luchas obreras, aisladas por la burocracia sindical, todas las fuerzas del estado, de las patronales, sus pistoleros, los jueces y las fuerzas represivas para derrotarlas.
El partido peronista, el de López Rega y la Triple A, el de Guardia de Hierro, el de Luder, el de Herminio Iglesias, el de Menem y el de los K que sacó a la burguesía del “infierno” de la revolución argentina de 2001, sabe muy bien de qué se trata esta nueva oleada de luchas y resistencia feroz de franjas de la clase obrera que ha comenzado contra su gobierno.
La clase obrera hoy enfrenta la segunda parte del Menemato, y esto a pesar de que la izquierda considera al gobierno de Fernández como “progresista”, como si hubiera algún burgués “progresista”.
Menem en los ’90, con una burocracia totalmente cooptada al estado, entregó todas las empresas estatales al capital financiero internacional. Su gran socia fue la burocracia sindical, y muchos burócratas terminaron como empresarios, asociados a las empresas privatizadas. Fue un gobierno que llevó a límites extremos la estatización de los sindicatos.
Los representantes de este gobierno de Fernández en el puerto y en la hidrovía del río Paraná son secretarios y cuadros que formó el Menemato. Esos cuadros charlatanes de la burguesía peronista ahora hablan de “defensa de la soberanía” cuando vencen los contratos de concesión otorgados por Menem en los ´90, pero por lo único que se desviven es por asociarse a las transnacionales que son las que realmente manejan el comercio exterior, las exportaciones, las importaciones, y que son las que se quedarán con las nuevas licitaciones de puertos y vías fluviales de la nación. Para asociarse, esta burguesía peronista le entrega a las empresas imperialistas como moneda de cambio a los 500 obreros despedidos en el puerto y la precarización de toda la fuerza de trabajo.
Es el gobierno de Kicillof y sus secuaces el que se prepara para terminar de “dinamitar” el Astillero Río Santiago (como intentó hacer Macri), manteniendo un lockout y a 3.000 obreros fuera de la producción ya desde hace un año… Hablan de “soberanía” cuando ni siquiera pueden terminar 2 barcos para la flota petrolera de Venezuela que tienen atrancados desde hace años. Son unos farsantes.
Como toda burguesía nativa, son socios menores del imperialismo, enemigos declarados de la clase obrera.
Un nuevo movimiento obrero que emerge de la crisis y la catástrofe,
enfrenta al gobierno peronista de Fernández en durísimos combates
Ante la guerra declarada por los capitalistas y su gobierno, los trabajadores presentaron durísimas batallas por aumento de salario, por vivienda, contra los despidos, contra la precarización laboral. Algunas de esas fueron y son luchas testigo y cada una de ellas planteó un enfrentamiento político abierto con el gobierno.
En la industria de la carne, como ayer Penta y hoy ArreBeef, los trabajadores, sobrepasando a los traidores de la burocracia sindical, intentaron por todos los medios abrir un combate por el salario.
En Guernica, miles de trabajadores buscaron resolver su situación de desesperación conquistando un terreno para vivir. Es que con ingresos de 25 o 30 mil pesos, ninguna familia obrera puede pagar un alquiler.
Los trabajadores de la salud del Alto Valle se han sublevado y, sobrepasando a la burocracia sindical, pusieron en pie una verdadera Interhospitalaria que se extiende a Río Negro y con sus piquetes cercan Vaca Muerta, paralizando la producción de petróleo y gas con la que se alimenta el país entero.
En el Puerto de Buenos Aires se libró una gran batalla: luego de un año de lucha contra la precarización laboral, 700 obreros de BACTSSA de la Terminal 5 tomaron la pelea en sus manos con asambleas, pusieron a la cabeza de su lucha a sus delegados y durante 12 días pararon el puerto y paralizaron el comercio exterior. Esa lucha demostró, como si hiciera falta, que es la clase obrera la que produce todas las riquezas y bienes de la nación y hace funcionar el país.
El grito de “nosotros los votamos y este gobierno nos ataca y nos traiciona”, que puso sobre la mesa la huelga portuaria, indica que estamos al inicio del surgimiento de un nuevo movimiento obrero que comienza a romper toda ilusión con este gobierno antiobrero de los Fernández y que para pelear hoy debe enfrentar abiertamente a la burocracia sindical y apoyarse en la asamblea, de donde salen los mejores luchadores. Este es un proceso que está comenzando pero es el camino que debe recorrer toda la clase obrera si quiere frenar el ataque de los capitalistas y su gobierno.
La burguesía argentina aprendió de los golpes que le dio el movimiento obrero en las grandes luchas de 2000-2001 y luego del intento fallido de Macri, ha instalado y sincronizado un estado mayor dispuesto a atacar y derrotar al movimiento obrero en todo el país.
Así lo vimos en Guernica, donde pusieron en pie un estado mayor de conspiradores y organizadores del desalojo de esa ocupación de tierras. Berni hacía como que no intervendría directamente y se hacía el distraído. El Ministerio de Desarrollo Social, de Vivienda y el gobernador Kicillof hacían “padrones” para entregar supuestos terrenos (que nunca aparecieron), mientras sus voceros negociaban las condiciones para el levantamiento de la toma. Cuando esta se dividió con el anuncio de que “no iba a haber represión”, entraron las tropas del comandante Berni y desalojaron a los humildes pobladores que solo pedían un terreno donde vivir. Luego de esta “odisea”, se felicitaban por su accionar en todos los canales de televisión y los diarios de la burguesía, que los aplaudía.
Estamos ante un gobierno de represores, sostenido por la burocracia sindical, como ya dijimos, que luego de levantar el piquete de los portuarios con más de 1.000 efectivos federales, ingresó al puerto con carros de asalto y tanquetas para imponerles a los trabajadores que se rindan.
Ahora comenzaron a llegar las cartas documento con denuncias penales a los delegados y con la desfachatez de las empresas de querer hacerles pagar el “daño causado a la operatoria del puerto”, producto del reclamo de los trabajadores.
Hoy los portuarios resisten apoyados en la asamblea y sus delegados. Ya están a días de que la Terminal donde están se retire del puerto. Los trabajadores están cercados. El gobierno no cede nada.
Le va la vida a las empresas, al gobierno y a la burocracia sindical en que se disuelvan la asamblea y los delegados, puesto que si eso no sucede, los trabajadores podrían ingresar organizados al resto de las Terminales, quizás sin conseguir sus reclamos salariales actuales. Pero ello pondría a la orden del día la sublevación de todas las bases del puerto, esta vez desde adentro, contra los dirigentes traidores. La burguesía comprende perfectamente esto. Y el operativo que ha empezado es el de disolver la asamblea y atacar duramente a sus delegados.
La lucha se encuentra en un momento decisivo, con la tragedia de que la Terminal 5 ha quedado aislada, no solo del resto del puerto, sino descoordinada del resto de los sectores que están peleando y resistiendo ante el ataque de los capitalistas.
La burocracia sindical anuncia en el puerto que ellos van a negociar y a conseguir varios de los reclamos de la lucha. Su objetivo es romper la unidad de la asamblea y volver a imponer el régimen de la burocracia de hambre y entrega, ante la desesperación de los trabajadores y sus familias. Son unos cínicos. Son la policía interna del movimiento obrero. Es que todo lo que consigan los portuarios por encima del convenio 441, se habrá ganado por la pelea que ellos dieron; no por la negociación de los que dejaron aislados y entregaron a los compañeros.
Todas las instituciones del estado, el gobierno, la policía, las empresas y la burocracia encapsularon esta lucha. Adelantaron un año el plan de retiro de BACTSSA de la Terminal 5 para derrotar a sus trabajadores y luego avanzar sobre todos los obreros portuarios. Como le gustaba decir a Meoni, el Ministro de Transporte: “queremos un puerto como el de Nueva York, con el 95% de los obreros contratados y tercerizados, que trabajen solamente cuando sea necesario descargar los buques y con un salario mínimo de jornales establecidos pagos”…
Un plan antiobrero del régimen infame del Pacto Social avanza en el Puerto de Buenos Aires, no sin una durísima resistencia de sus trabajadores.
La lucha por el pan, contra la carestía de la vida y la precarización laboral son las demandas que motorizan los combates actuales y llevan a la clase obrera a chocar con el gobierno y combatir abiertamente contra la burocracia sindical
Es de destacar que estas últimas luchas surgen producto de la situación insoportable de los trabajadores, ya sea por despidos, precarización, salarios de miseria o falta de vivienda, y que para ponerse de pie deben romper con el “chaleco de fuerza” de las burocracias sindicales y piqueteras.
En el caso de ArreBeef, la asamblea fue el organismo con el cual desbancaron a gran parte de la burocracia sindical de la región y pusieron en grave apriete a la burocracia nacional de la carne. El pueblo de Pérez Millán sostuvo su lucha, pero quedaron aislados. Los burócratas sindicales y otras corrientes “de opinión” que fueron a apoyar sus luchas, les aconsejaron que entreguen las 1.500 vacas que tenían para que sean procesadas. Los obreros las entregaron y así se quedaron sin fuerza. Una lucha ofensiva por aumento salarial terminó así en una lucha defensiva contra los despidos de 500 trabajadores y la persecución a los luchadores. La patronal declaró el lockout y hoy hay 65 compañeros recorriendo los tribunales burgueses y 500 que aún no entraron a trabajar. De estas experiencias, de cómo actúan los enemigos de las luchas obreras, debe nutrirse la vanguardia combativa de Argentina.
En su heroica lucha los trabajadores no terminaron de poner en pie un comité de huelga que tomara 100% la dirección del conflicto en sus manos y rompiera abiertamente con toda injerencia de la burocracia sindical nacional. Cuando ese proceso se estaba forjando, vino el contrataque centralizado de la patronal, el gobierno y la burocracia sindical.
Una nueva oleada de luchas como en el puerto o los trabajadores de la salud del Alto Valle surgen con un odio a la burocracia en un terreno superior, cuestión que los empuja a poner en pie organismos de autoorganización y democracia directa que los llevan a un choque abierto con el gobierno y la burocracia.
Estamos ante una guerra de clases. Los de arriba tienen un estado mayor poderoso y centralizado. A los de abajo nos hacen pelear divididos y con nuestras organizaciones en contra.
El aprendizaje será lento; quizás duro. Pero en la experiencia de la pelea ya se está formando una nueva vanguardia obrera, puesto que cada una de estas batallas son un síntoma de que los de abajo ya no pueden seguir más viviendo como hasta ahora ni soportan más las condiciones de control de la burocracia sindical y del estado sobre sus vidas.
Sacar lecciones de esta dura resistencia significa avanzar en un aprendizaje colectivo de los luchadores. Y para ello lo primero que hay que decir y afirmar es que la mayor “debilidad” e “inmadurez” de estos combates son las direcciones traidoras: las burocracias de los sindicatos que dejaron aisladas a cada una de estas luchas de los trabajadores para que el gobierno, la patronal y el estado las golpeen duramente.
El programa reformista de la izquierda del régimen, a contramano de los actuales combates de la clase obrera
La izquierda reformista es otro obstáculo para la vanguardia luchadora. Esta les despierta ilusiones en el parlamentarismo burgués y a cada paso se niega a unificar las luchas. Mientras tanto, sí unifican sus bancas.
La política autoproclamativa de la izquierda reformista asfixia y ahoga todo intento de poner en pie organismos de autoorganización de los trabajadores. Ver a las colaterales sindicales del PTS, reducidas a sus militantes (que tienen todo el derecho del mundo a reunirse como fracción sindical), intentar colocar dentro de sí en un auto-encuentro hecho por ellos mismos, a asambleas y cuerpos de delegados de combate como los de portuarios o la Interhospitalaria, demuestra no solo una política autoproclamativa, sino que realmente el reformismo se lleva a patadas con las masas y con la realidad. La era de los partidos socialdemócratas autoproclamativos, hace rato ha terminado.
El FIT-U sabe perfectamente que todo intento y paso a la autoorganización de la clase obrera y a la puesta en pie de organismos con democracia directa, lo dejaría totalmente debilitado en el corazón de las masas. Es que su rol en el régimen es disciplinar y controlar al ala izquierda de la clase obrera y someterla al Parlamento burgués.
Desde el movimiento de desocupados han abandonado la lucha por trabajo digno. Una política criminal para la clase obrera ocupada y para los desocupados, a quienes solo los tienen organizados para recibir limosnas. Esto es una ruptura abierta con la lucha del Argentinazo, donde el movimiento piquetero a principios del siglo XXI se puso de pie luchando por trabajo digno para todos y uniendo su combate a cada paso con los trabajadores ocupados. Así conquistaron las 6 horas los trabajadores del subte, que se tiraban a las vías mientras el movimiento piquetero bloqueaba las distintas bocas. Luchando por trabajo digno, se tomaron más de 200 empresas y fábricas, y se pusieron a producir en ese entonces con administración obrera directa.
Aún resuena el programa de los piqueteros del Norte de Salta que con sus 21 puntos, escritos con sangre en las rutas, rodeaban las petroleras privatizadas para volver a ser tomados en las mismas como trabajadores con plenos derechos. Ellos reclamaban trabajo digno y no descartaban arrebatarle tal o cual concesión parcial en su combate a la burguesía, pero esto era para hacer el aguante a su lucha para ser parte de un movimiento nacional que como vimos, junto a los obreros ocupados y las clases medias arruinadas terminó echando al sinvergüenza de De la Rua de la Casa de Gobierno.
Toda corriente que se reivindica “socialista” y no lucha por trabajo digno y para conquistar la unidad de trabajadores ocupados y desocupados, impulsando la reducción de la jornada laboral unida a la demanda de aumento de salario para todos, divide las filas obreras y vuelve impotente al movimiento obrero de conjunto, lo cual está muy lejos de ser una política anticapitalista.
Por una estrategia obrera independiente y revolucionaria de la clase obrera
Como dijimos, el sábado 17/4 se realizó un encuentro de las colaterales sindicales del PTS y el MST. La única resolución concreta que se atrevieron a tomar fue convocar a una movilización recién para el 27/4. Esta resolución se da a patadas con la realidad, con la vida misma, con el curso de las luchas actuales. Es ahora cuando está en juego la libertad de los obreros de ArreBeef, la lucha de los obreros portuarios, los reclamos de los trabajadores aeronáuticos y el destino, entre otros, del enorme combate de los piquetes de los trabajadores de la salud de Neuquén.
¿Una marcha el 27/4? Ello corre el riesgo de ser una marcha fúnebre. Es que el FIT-U que no logra unirse en las luchas, va a marchar el 27/4 para unirse hacia el 1° de Mayo y preparar su intervención en las próximas elecciones. Lamentable.
Hoy los trabajadores portuarios están cercados. ¿Quién puede creer que 600 obreros aislados y traicionados por todas las burocracias sindicales, que dieron una lucha heroica en las peores condiciones para ganarse a la base de todo el puerto, pueden frenar solos el plan de reconversión de los puertos y de precarización laboral de todos los trabajadores de la industria naval?
Dejar aisladas las luchas, negarse a coordinarlas e ir a “llevar el apoyo” a cada una de ellas es ir a aplaudir derrotas.
Los bastiones conquistados por la izquierda de la clase obrera en amplios sectores de la misma, bajo la dirección de la izquierda parlamentaria se tornan un obstáculo para el desarrollo y el triunfo de las luchas que están en curso.
El sindicalismo combativo para nada se ha puesto a la cabeza de coordinar a los sectores que están peleando actualmente. Para nada ha puesto todas sus fuerzas en ello.
Nada impedía ni impide hoy que la izquierda le proponga a la asamblea y cuerpo de delegados de portuarios, a la Interhospitalaria del Alto Valle, a los trabajadores de Acindar, donde dirigen la Comisión Interna, que sean ellos, lo más avanzado de las luchas actuales, los que convoquen junto a todas las fuerzas que se reclaman del sindicalismo combativo, como el SUTNA, Aceiteros, Ferroviarios, SUTEBAs opositores y centenares de agrupaciones sindicales que tienen los partidos del FIT-U, junto a los choferes de la Línea 60 que vuelven a la lucha y junto al movimiento piquetero que moviliza a decenas de miles en las calles, a poner en pie una Coordinadora Nacional de Lucha de los trabajadores ocupados y desocupados. Las demandas están claras. La más inmediata de ellas es “abajo la burocracia sindical y piquetera”, salario digno para todos, disminución de la jornada laboral, un turno más en todas las fábricas, trabajo digno para todos y que la crisis y la catástrofe las paguen los capitalistas y el imperialismo, que son los que las han provocado.
La puesta en pie de un poderoso frente único obrero y de autoorganización de masas que coordine desde las bases las luchas actuales, pondría a la orden del día las condiciones para preparar una contraofensiva de la clase obrera.
Este es el camino para que la lucha de los portuarios de la Terminal 5 no quede aislada y tenga la fuerza para terminar de sublevar a todos los obreros del puerto de Buenos Aires y por qué no, del país.
Es que no hay solución favorable a los trabajadores, que sea duradera y hasta el final ante el recambio de las concesiones en los puertos, sino se expulsa a las transnacionales y se impone la renacionalización sin pago y bajo control obrero de los mismos.
Contra la demagogia barata de la burguesía y su famosa “defensa de la soberanía”, lo que plantea este combate es la lucha por la renacionalización sin pago y bajo control obrero de todas las empresas que fueron privatizadas y entregadas por el menemismo, el PJ y todos los partidos burgueses de los ’90. Así podremos recuperar el puerto, las minas, el petróleo, y también expropiar a los banqueros imperialistas que fugaron 350.000 millones de dólares al exterior, dejando quebrado y hundido al país.
El combate del movimiento piquetero por pan y por trabajo digno es una lucha contra la carestía de la vida de todo el movimiento obrero y demás capas explotadas y oprimidas del pueblo. Ello pone a la orden del día la lucha por la propiedad de la tierra.
Es una vergüenza que movimientos que dicen reivindicar el origen combativo del movimiento piquetero de los ‘90 y los 2000, no se atrevan a levantar una sola demanda de expropiación de la oligarquía argentina, de sus tambos, de sus frigoríficos, de sus cadenas de comercialización y de sus tierras, que fueron expropiadas desde siempre al pueblo y a la nación.
Es que las demandas por el pan, el salario, contra la precarización laboral, ponen a la orden del día que la clase obrera retome un camino revolucionario, el del Argentinazo, el Cordobazo y las Coordinadoras del ‘75 que enfrentaron al gobierno peronista.
En cada una de estas luchas la clase obrera retoma el método de las asambleas y comienza a poner en pie comités de fábrica para recuperar los sindicatos y las organizaciones obreras para pelear. Esto intentó ArreBeef y se conquistó en portuarios y en la Interhospitalaria de Neuquén. El combate por recuperar con asambleas de base las comisiones internas y los cuerpos de delegados en cada lucha o en la preparación de las mismas, es la tarea del momento. Coordinar estos organismos de democracia directa con los comités de desocupados, con los trabajadores en negro y tercerizados, es de vida o muerte.
No hay acción decisiva de la clase obrera que no sea reprimida por las fuerzas del estado. La puesta en pie de comités de autodefensa en cada lucha es una necesidad imperiosa, que la vanguardia obrera ya comprende perfectamente.
La lucha por poner en pie un bloque piquetero revolucionario que rompa con la mendicidad del estado burgués y retome el combate por trabajo digno, podría ser perfectamente la avanzada de lucha contra la burocracia sindical de la CGT y la CTA, para recuperar los sindicatos y las organizaciones obreras.
No hay nada que impida abrir este camino. La verdadera crisis es que la clase obrera no tiene la dirección que se merece.
Las luchas aisladas no pueden romper el límite que impone la concentración de fuerzas del estado y todos sus pérfidos mecanismos para derrotarlas y aplastarlas. Hay que economizar las bajas en el proceso de luchas actuales. El desvío de los combates de 2001 y las distintas oleadas que lo acompañaron, significó un tendal de despidos y de derrotas parciales que diezmaron las fuerzas de la vanguardia obrera, mientras más y más la izquierda parlamentaria “crecía” con sus votos. Ese no es ni puede ser el camino puesto que este “crecimiento” chocó con el límite que le impuso el régimen burgués de actuar como contención de izquierda del ala izquierda de la clase obrera.
El camino es que triunfe la clase obrera, que le cerremos el paso a tantas derrotas, comenzando por coordinar ya a los que luchan, alertando a la vanguardia y a los mejores luchadores que en las luchas aisladas no se puede ir a “todo o nada”. Solo se puede avanzar a ofensivas decisivas si esos combates se coordinan con amplias capas de los trabajadores en lucha. Eso intentaron hacer los obreros portuarios con su piquete, buscando la sublevación del resto de los obreros del puerto. Lo mismo buscan hacer los trabajadores de la salud en el Alto Valle. Ellos no pueden quedar aislados.
Dejar inmovilizados a los bastiones actuales conquistados por la vanguardia obrera en los últimos años, como el SUTNA, Acindar, Aceiteros, Ferroviarios, los SUTEBAs opositores, etc., y separarlos de los nuevos procesos de lucha contra la burocracia y el gobierno peronista, es preparar amargas derrotas hoy e inclusive derrotas en un futuro cercano de los bastiones conquistados en luchas anteriores. Es que en este momento la tarea más importante de estos es el combate por las demandas obreras junto a la pelea por derrotar la estatización de los sindicatos. La lucha contra la burocracia sindical es inseparable de la lucha por terminar con el descuento compulsivo de las cuotas sindicales, con la injerencia del estado en la reglamentación de la vida de los sindicatos, con las intervenciones del Ministerio de Trabajo, con el manejo millonario de las obras sociales y con los dirigentes vitalicios millonarios, que están atornillados a sus sillones durante 2, 3 o 20 mandatos y han transformado llegar a las direcciones de los sindicatos en una carrera profesional.
Es que el gobierno, los capitalistas y el imperialismo vienen por todo. No hay ni paz social ni gobierno “progresista” con la llegada de Biden, el jefe de la OTAN y la CIA, a la Casa Blanca en Washington.
Desde allí se comanda a estos gobiernos antiobreros y desde las entrañas de sus transnacionales se compran y corrompen a todas las burocracias sindicales de Argentina y toda América Latina. Desde el Pentágono se coordina a todas las fuerzas represivas, policías y ejércitos de la región, con una estrategia decidida y votada en las conferencias del Grupo de Lima. Sus resoluciones se pueden resumir en: “protejamos a los pacíficos y aplastemos a los revoltosos”. De ello se trata el accionar de las fuerzas represivas en Guernica, en el puerto, en ArreBeef, en Penta y un larguísimo etcétera. De ello se tratan los 2.500 presos políticos en Chile y la represión a mansalva a la izquierda de la clase obrera brasilera. De ello se trató el ataque de la Áñez y las fuerzas fascistas de Bolivia a lo mejor de los trabajadores de El Alto.
El de Fernández es un gobierno de una pandilla de capitalistas agentes directos del imperialismo, como lo es la pandilla de Macri y sus secuaces. Uno endeudó el país y le hizo ganar plata a todos; y el otro viene a pagar la deuda con el sudor de la clase obrera.
La lucha por la independencia de clase es una necesidad imperiosa hoy. Cada pelea económica inmediata lleva directamente al enfrentamiento con el gobierno peronista. A esta altura de los acontecimientos, crear toda ilusión en que este es un gobierno “bondadoso” y “progresista”, es criminal.
La tarea del momento es poner en pie los organismos de coordinación y autoorganización de la clase obrera, las asambleas, los comités de empresa y los comités de desocupados para recuperar los sindicatos y luchar por trabajo digno.
Los trotskistas, los socialistas revolucionarios, sabemos que han fracasado todos los intentos de las generaciones anteriores de poner en pie un partido revolucionario bajo las banderas de la IV Internacional en Argentina, que haya estado a la altura de los combates históricos del proletariado como el Cordobazo, el choque con el peronismo y las Coordinadora de los ’70, el Argentinazo de 2001 y un larguísimo etcétera. El oportunismo o la impotencia ultraizquierdista fueron un límite absoluto para su construcción. Durante décadas se expresó en Argentina el estallido y crisis de la IV internacional sometida al stalinismo.
Sabemos de nuestras pequeñas fuerzas, pero luchamos por ser carne y sangre de esta nueva vanguardia obrera que está surgiendo. Nuestro programa y estrategia empalma decisivamente con ella. Los obreros avanzados deben estrechar lazos profundos y sacar lecciones con la generación anterior que vio frustrado su intento en el Argentinazo del 2001, por la política reformista de lo que se convirtió luego en una izquierda sostenedora del régimen y el parlamentarismo burgués, que abortó todo proceso de construcción revolucionaria en las alas izquierda que surgieron en la clase obrera en los choques de clase de los ’90 y en los inicios del siglo XXI.
Sabemos que volveremos a poner en pie al trotskismo argentino, combatiendo por recuperar nuestro partido mundial, la IV Internacional, y peleando y acompañando a la clase obrera para que esta ponga en pie los organismos aptos para el combate que necesita para estar a la altura de responder al ataque de los capitalistas.
Junto a esta tarea decisiva, es una obligación de los marxistas poner todas nuestras fuerzas para que la clase obrera supere los límites que les impone la traición de las direcciones que someten a los trabajadores al estado burgués o a cada paso desvían sus luchas, edulcorando a este podrido régimen de los explotadores y a este sistema capitalista putrefacto. Se trata de marcarle a los explotados quiénes son sus aliados y quiénes son sus enemigos.
Está por demás claro que solamente una revolución obrera y socialista triunfante podrá resolver toda la catástrofe actual que padecen las grandes masas. Solo un gobierno obrero y popular, apoyado en la autoorganización y armamento de las masas, podrá resolver las tareas mínimas e inmediatas de expulsar al imperialismo de la nación, recuperar las tierras, expropiadas por la oligarquía, para que el pueblo coma y terminar con esta burguesía esclavista, gorila y asesina de obreros.
Una carrera a contrarreloj ha comenzado para que la clase obrera argentina pese en la vida política nacional, para ponerse de pie y preparar una contraofensiva contra este gobierno agente del imperialismo y contra los traidores de la burocracia sindical.
Desde Democracia Obrera invitamos a todos los luchadores y la juventud rebelde a unir nuestras fuerzas y fortalecer al movimiento revolucionario internacionalista de la clase obrera mundial. Los llamamos a poner en pie un núcleo revolucionario que desarrolle una estrategia obrera independiente, revolucionaria, internacionalista y antiimperialista de la clase obrera argentina, apoyados en las inmensas fuerzas que la clase obrera ya está desplegando.
Ubicar a la nueva generación de obreros revolucionarios en las condiciones del campo de batalla de la lucha de clases internacional, en sus obligaciones internacionales y en las tareas planteadas que impone la ofensiva imperialista, es un desafío a conquistar que abrirá el camino a una fusión de las fuerzas revolucionarias internacionalistas que combaten bajo las banderas de nuestro partido mundial, la IV Internacional, con lo más avanzado y aguerrido del proletariado argentino. |