El mejor homenaje al estallido revolucionario de 2001 en Argentina se realizó en el Chubutazo
El 20 de diciembre, a primera hora, las calles de Rawson estaban despejadas.
Los edificios de los ministerios y dependencias del Estado eran fácilmente reconocibles, sus paredes seguían chamuscadas por el fuego de las jornadas de furia del miércoles y el jueves y sus vidrios destruidos. En esos edificios vacíos sólo se veían un puñado de policías caminando a sus alrededores.
Al caminar por las veredas del centro de la ciudad se evidenciaba que esta ciudad había sido el epicentro de un feroz combate. En las calles, canteros de los árboles o bulevares, podían encontrarse vainas servidas de las itakas de la GEOP e Infantería, perdigones de goma azul oscuro y latas de gases lacrimógenos. Los árboles caídos de la Plaza “Guillermo Rawson” habían sido usados como barricadas, las piedras de las veredas que estaban en refacción eran usadas para defenderse de la feroz represión.
Las vallas en los organismos gubernamentales estaban amontonadas en las esquinas y, al asomarse desde afuera por las ventanas rotas de los edificios incendiados, aún se podía sentir el olor a humo y se podía ver que el tizne negro llegaba hasta los techos en la Casa de Gobierno, en el ingreso a la Legislatura, en el Tribunal Superior de Justicia y hasta en la puerta principal del ingreso a la Comisaría 1° de Rawson. Las masas habían arrasado con la ciudadela del poder de los políticos corruptos y lacayos de las transnacionales y los grandes capitalistas.
Es que un enorme combate se había desarrollado allí.
Ante la votación de la Ley de Zonificación, la furia se generalizó y nadie iba a retroceder. Es que la imposición de la megaminería era la gota que rebalsó el vaso de los enormes padecimientos inauditos que venimos sufriendo los trabajadores de Chubut. Vienen de atacar todas nuestras conquistas, miles habíamos perdido nuestros trabajos, los convenios fueron liquidados, la educación y la salud están en una franca bancarrota y… ahora venían por el agua.
Al hablar con una compañera docente de Rawson, nos confirmó esto: “La votación de la ley fue la gota que rebasó el vaso. Ya nos cansamos del manoseo, acá los hospitales no tienen recursos, nosotros estuvimos meses sin cobrar en el 2018 y 2019, no hemos tenido aumentos, la inflación es insoportable.
Nuestras familias están llenas de desocupados. Hay una juventud que no tiene expectativas de futuro.
¿Qué podíamos hacer?
Nos levantamos contra años de manoseo, nos sacaron todo y ahora nos quieren terminar de robar el agua.”
Era 20 de diciembre, se cumplían 20 años de la grandiosa revolución argentina, que había hecho temblar y huir en desbandada a todos los políticos patronales e incluso a la podrida burocracia sindical de la CGT y la CTA.
Caravanas enormes desde la cordillera, desde Comodoro y Sarmiento se hacían presentes en Rawson, mientras desde Trelew y Madryn también se marchaba con delegaciones que partían de los cortes de ruta que habían comenzado a primera hora de ese día.
El silencio y la relativa inercia que se veía en Rawson a primera hora de la mañana terminó a las 11 en punto. A esa hora se hicieron sentir los tambores de la movilización, los cantos contra el gobierno, las mineras. “QUE SE VAYAN TODOS, QUE NO QUEDE NI UNO SOLO” era la consigna que retumbaba sobre el hormigón de los edificios céntricos de la capital. Sin ninguna duda, en Chubut se le rendía el mejor homenaje a la revolución del 2001 y a los 40 caídos en esos combates en Plaza de Mayo. |