20/08/13
Reforma vs. Revolución, Socialdemocracia vs. Trotskismo…
un balance sensato del resultado electoral
A propósito del “cretinismo parlamentario” y la mistificación del sufragio universal
burgués por el reformismo en el marxismo
Desde hacía años, quizá décadas, no surgía entre los ex trotskistas o autollamados socialistas, gente que tan abiertamente en nombre del trotskismo se postre ante las instituciones de la democracia burguesa como lo hace la dirección del Partido Obrero hoy, seguida por sus socios del PTS. Una izquierda absolutamente democratizante ha tomado cuerpo, como gustaba decir Altamira del morenismo durante años.
Para los marxistas, la democracia burguesa es la forma edulcorada y dulzona con la cual se envuelve la más feroz dictadura del capital. Es más, esta democracia proscriptiva basada en la archi-reaccionaria Constitución de 1853/1994 no es más que un bonapartismo con formas pseudo-democráticas. Está por demás claro cuánta democracia goza la izquierda en las elecciones, pero los obreros en las fábricas sólo tienen la más feroz de las dictaduras. Cuando salen a pelear, los reciben con telegramas de despido, con las pistolas de la policía y la gendarmería y con jueces que los meten presos.
Inclusive, desde el punto de vista de la democracia formal, el presidente, según la sacrosanta constitución de la oligarquía, tiene poder de veto de las leyes del parlamento; la corte suprema puede vetar y declarar inconstitucionales esas mismas leyes; como así también los políticos pueden prometer un montón de cosas, no cumplirlas y seguir en sus cargos sin representar a nadie… Como vemos, del sufragio universal y del “voto ciudadano” no queda nada a la hora de las decisiones. Pues, como afirmaba Lenin, “Fijaos en cualquier país parlamentario, de Norteamérica a Suiza, de Francia a Inglaterra, Noruega, etc…: la verdadera labor de Estado se hace entre bastidores y la ejecutan los ministerios, las oficinas, los Estados Mayores. En los parlamentos no se hace más que charlar, con la finalidad especial de embaucar al “vulgo”. (El Estado y la Revolución, Lenin, 1917)
Es más, si los socialistas ganan elecciones y se les ocurre tocar los intereses de los capitalistas, o el movimiento obrero amenaza estos intereses con su lucha, vienen los generales como en Egipto o como ayer Videla o Pinochet, a poner las cosas en su lugar.
¿Qué encubre entonces esta “democracia” burguesa? La más feroz de las dictaduras del capital.
¿Para qué intervenimos los marxistas en los procesos electorales burgueses? Para demostrarle esto a los obreros en los hechos, en la vida. Para enfrentar a los partidos del enemigo de clase para que ningún obrero confundido los apoye, los vote. Para organizar los combates de los explotados que se preparan antes, durante y después de los procesos electorales. Y, para ser una alternativa política para que ningún obrero apoye a la burguesía en su terreno, que son las elecciones.
Tal como afirmaba Lenin, “… Engels, con la mayor precisión, llama al sufragio universal arma de dominación de la burguesía. El sufragio universal, dice Engels, sacando evidentemente las enseñanzas de la larga experiencia de la socialdemocracia alemana, es “el índice que sirve para medir la madurez de la clase obrera. No puede ser más ni será nunca más, en el estado actual”.
“Los demócratas pequeñoburgueses (…) todos los socialchovinistas y oportunistas de la Europa Occidental esperan, en efecto, “más” del sufragio universal.
“Comparten ellos mismos e inculcan al pueblo la falsa idea de que el sufragio universal es, “en el Estado actual”, un medio capaz de expresar realmente la voluntad de la mayoría de los trabajadores y de garantizar su efectividad práctica”. (El Estado y la Revolución, Lenin, 1917)
El Frente de Izquierda y los Trabajadores no ha respetado ninguno de estos principios fundamentales con los que todo marxista revolucionario se presentaría a elecciones. Podría decirse que su campaña electoral, desde este punto de vista, está a la altura de las campañas de Lula en Brasil o la misma Izquierda Unida de los ‘90 del MAS y del PC… o quizá más a la derecha. Basta ver el programa de Izquierda Unida de los ‘90 para darse cuenta que efectivamente lo que decimos es así.
A medida que se acercaban las elecciones, el “Frente de Izquierda y los Trabajadores” se volvía más de izquierda y menos de los trabajadores. El slogan “de los Trabajadores” de hecho cada vez se hacía más pequeño en los afiches y volantes hasta casi desaparecer.
El FIT apuntaba a sacar votos en la clase media, en la izquierda de la Cámpora y del cristinismo… la realidad demostró lo contrario. Pese a que más y más abandonaba una campaña de independencia de clase, quedó claro que los triunfos más avanzados los consiguió el FIT entre la clase obrera y allí donde pesaban sus candidatos obreros.
Si, al decir de Lenin, la banca electoral no es más que una trinchera en el terreno del enemigo para sublevar a los trabajadores y el pueblo contra las instituciones burguesas y por la Revolución Socialista, toda la política del FIT ha sido “La vida por una banca”, puesto que allí se resolverían, con leyes, todos los problemas de los trabajadores.
No nos extraña. Si ayer decían que con los jueces, que hoy han procesado a miles de obreros, se resolvía el problema del genocidio en la Argentina con sus “fallos históricos”. Basta ver la campaña electoral del FIT y su crítica al nombramiento del represor Milani, en la que no avanzó en llamar a disolver y derrotar a la casta de oficiales del ejército argentino, que es una tropa gurka en las misiones de la ONU del imperialismo. Ni hablar de que está lleno de Milanis que hay que terminar de juzgar y castigar… ¿y el cura Bergoglio? ¿O se callaron porque es el Papa “pobre” que viene a garantizar la “reconciliación” mientras a diario la burguesía con la policía y la gendarmería asesinas blanden el látigo contra los trabajadores? En política el que calla otorga; media verdad es una mentira. Que el problema sean sólo Milani y el Proyecto X significa que se puede democratizar a las Fuerzas Armadas y dejar que la policía y la gendarmería sigan asesinando todos los días a los trabajadores.
La dirección del FIT no debe enojarse cuando decimos que es un frente socialdemócrata que viene a reformar al sistema capitalista y no a derrotarlo. Viene a conseguir reformas justo cuando el capitalismo está en descomposición (parece que esta gente no escuchó hablar de Wall Street) y le arroja toda la crisis a las masas.
De vez en cuando en sus spots, mostraban algún video de cómo se luchaba en Bolivia o en Brasil pero, ¿por qué no llamaron a luchar como en Bolivia y cómo en Brasil, en las calles, con la huelga general, rompiendo con la burocracia sindical?
Pero donde más se ensaña el Frente de Izquierda contra la conciencia de los trabajadores que los votaron rompiendo con la burguesía y sus partidos, lo que es un enorme salto hacia adelante, es cuando plantea que con el voto la clase obrera cambia su existencia. Cuando le dice que votar en un cuarto oscuro es la madre de las batallas del combate del proletariado. Esto es un engaño descarado a los trabajadores.
Para el Partido Obrero “tuvimos un Jujeñazo en el Norte”… ¿9,39% de votos en Jujuy es como el Cordobazo que tiró gobiernos y dictaduras militares? “Cimbronazo político en Mendoza”… A decir verdad no se ha visto a la burguesía muy asustada por los votos del FIT en ningún lugar del país, ni en ninguno de sus periódicos, ni vemos que haya sufrido ningún “cimbronazo”… Es más, el FIT legitimó estas elecciones burguesas. Es más, la burguesía saluda este triunfo de la izquierda… no trata de la misma manera a los 6.500 trabajadores que procesa y persigue, o a los obreros petroleros de Las Heras que tiene en el patíbulo, a los docentes y camioneros de Tierra del Fuego, a los obreros de Kraft y de Materfer, etc.
Pero donde ya la borrachera electoral llega a límites inauditos es cuando se habla de una “gran revolución” en Formosa. Pero si ni siquiera sacaron una mayoría como ayer Allende en Chile u Hollande en Francia, como para hablar, si quiera, de la “vía pacífica al socialismo”.
Eso es veneno en la conciencia de los obreros. Con los votos no se hace ninguna revolución, ningún Jujeñazo, y mucho menos con el 5,2% en Formosa.
El MAS, con no menos borrachera que la dirección del FIT, ha titulado “duro voto castigo a la burguesía” y lo mismo dice el MST… y el voto a Massa ¿qué es? ¿Un premio a un partido burgués? Y los votos de la Carrió ¿Cómo lo llaman? ¿Un castigo al PRO? ¿Con el voto se castiga a la burguesía?
Toda la oposición burguesa también habla de que se castigó al gobierno, están todos en la misma fiesta. Pero de eso se trata la democracia burguesa, ante un gobierno castigado viene un gobierno renovado a darle nuevamente más latigazos a la clase obrera. Pues como afirmaba Lenin, “La omnipotencia de la “riqueza” es más segura en las repúblicas democráticas, porque no depende de la mala envoltura política del capitalismo. La república democrática es la mejor envoltura política de que puede revestirse el capitalismo, y por lo tanto el capital, al dominar (…) esta envoltura, que es la mejor de todas, cimenta su Poder de un modo tan seguro, tan firme que ningún cambio de personas, ni de instituciones, ni de partidos, dentro de la república democrática burguesa, hace vacilar este poder” (El Estado y la Revolución, Lenin, 1917).
A ver si esta izquierda comprende alguna vez que la única forma que se castiga a la burguesía es cuando se le toca la billetera. Castigo para la burguesía fue el 2001 cuando ni los políticos patronales ni los burócratas podían salir a las calles. Castigo fue cuando los expropiamos en Cuba, en la URSS, o cuando los derrotamos en Vietnam y el último marine yanqui salía en el último helicóptero de Saigón. Y la tragedia para el proletariado no fue que no ganamos elecciones, sino que el stalinismo entregó las revoluciones socialistas victoriosas, para que después nuevas hornadas de socialdemócratas vengan a hablar de “vía pacífica al socialismo” para que nunca más la clase obrera luche por el poder.
El PTS, con algunas copas menos, ha santificado: “Derrota del gobierno, gran elección de la izquierda y los trabajadores”… ¡Pero la burguesía sacó el 95% de los votos! ¡El jefe de los banqueros como es Massa ganó las elecciones en la provincia de Buenos Aires! ¡Vuelven los gorilas de la UCR a ser una fuerza política en Argentina!
Para el socialdemócrata el voto tiene poderes revolucionarios y esto no es así. Para Engels este servía para hacer un recuento globular de fuerzas de los partidos socialistas y revolucionarios. Es que por tanta borrachera electoral y por tanta visión burguesa del voto que tienen, los socialistas quieren esconder que el recuento globular de fuerzas de un millón de votos a la izquierda da que al FIT lo han votado los trabajadores y la clase obrera. A los partidos burgueses los votó la burguesía, la numerosísima clase media argentina, y una franja enorme de trabajadores. Pero el millón de votos del FIT en la clase obrera con 6 millones de trabajadores industriales y de la construcción, significa que un 20 o un 25% de la clase obrera los votó en amplias capas de lo más avanzado de los trabajadores. Ese es el triunfo. Y, desde el punto de vista de la burocracia esta se ha hundido. Eso significa que sobran condiciones para provocar un enorme proceso de reagrupamiento de la clase obrera para derrotar a la odiada burocracia sindical y desde ese combate propinarle nuevas derrotas políticas a los partidos patronales.
No hay nada que impida que el FIT convoque a un Gran Congreso de Organizaciones Obreras con delegados de base desde Formosa a Tierra del Fuego, de Jujuy a Neuquén, para organizar una gran lucha, desconocer a la burocracia sindical, llamar a ponerse de pie al movimiento piquetero con el programa de los “21 puntos del Norte de Salta” y reagrupar a lo mejor de la vanguardia con el programa de la democracia obrera, con un programa que sea continuidad del combate del Sitrác-Sitram, del Cordobazo, de las coordinadoras de los 70 y del 2001.
Para el FIT la votación a la izquierda abrió una gran “crisis política”. Lamentable se niegan a hacer un recuento globular de fuerzas y reagruparlas para el combate del proletariado y le dicen a éste que con el voto hacen revoluciones.
Hay que decir la verdad. Cuando el obrero salía del cuarto oscuro y terminaba de votar, al otro día en la fábrica tenía al mismo capataz, con el mismo cronómetro haciéndole sacar la misma producción o más… o el telegrama de despido en su casa. ¿Y el voto? ¿Dónde está la fuerza del voto? El voto vale en la asamblea, en los comités de fábrica, en el piquete, cuando el obrero une sus luchas. En el cuarto oscuro es uno más, como una monja o un burgués. Ahí la clase que produce toda la riqueza de la nación vale igual que un lumpen, un pequeño burgués que no produce ninguna riqueza o los patrones. Por eso, esta es una democracia para ricos que la tiramos los obreros con la revolución, con nuestra lucha para conquistar el pan. Todo lo demás es palabrerío. Es aproximarse a una banca pero a costa no de reagrupar a la clase obrera si no de someterla a la democracia burguesa.
Todo compañero podrá comprender esto. Porque si los votos tienen tanto poderío que pueden transformar la realidad, provocarle derrotas a la burguesía, vayamos con un acoplado lleno de votos a una fábrica y veamos si esas papeletas sirven para conseguir algo.
No es de buen marxista no decirle la verdad a los obreros: que solamente deben confiar en sus propias fuerzas, en su propia organización y en su propia lucha.
Un obrero enfrenta a la patronal en la huelga y en la asamblea, no en una urna. Allí, para preparar y educar a la clase obrera para que no caiga en esa trampa, debemos hacerla avanzar en su conciencia votando a candidatos obreros y socialistas. Pero plantearles que allí puede vencer es un engaño. La tarea no es más que preparar la destrucción de la máquina gubernamental de dominio de la burguesía y destruirla, inclusive la parlamentaria. Justamente para eso van los marxistas al parlamento, para facilitar su destrucción. Los marxistas revolucionarios, en toda elección parlamentaria, contra la dirección del FIT, afirmamos que el método de lucha que hay que propagandizar y organizar es la acción de masas y declaramos, para que no queden dudas, que LAS CAMPAÑAS ELECTORALES DEBEN SER DIRIGIDAS NO A LA OBTENCIÓN DE LA MAYOR CANTIDAD POSIBLE DE REPRESENTACIÓN PARLAMENTARIA SINO A LA MOVILIZACIÓN DE LAS MASAS EN TORNO A LAS CONSIGNAS DE LA REVOLUCIÓN PROLETARIA. Al respecto, Trotsky afirmaba refiriéndose a China en 1927: “Es preciso conquistar el derecho a renunciar al parlamentarismo reuniendo a las masas alrededor del partido y conduciéndolas a luchar abiertamente por la conquista del poder. Es ingenuo creer que se pueda sustituir este trabajo por la renuncia a la utilización de los métodos y las formas contradictorias y opresivas del parlamentarismo”. (Stalin, el gran organizador de derrotas, Trotsky, 1929).
La burguesía reconstituye su régimen político. Ha oxigenado a sus partidos para organizar una transición ordenada del kirchnerato. Sus instituciones como las fuerzas armadas, la policía, la iglesia y la casta de jueces pagados por banqueros y transnacionales, que comandan la SIDE y la gendarmería, no han sido cuestionados ni deslegitimados por nadie, ni siquiera por la izquierda del régimen en estas elecciones. Un “kirchnerismo renovador” y una “nueva Alianza” se perfilan para el 2015. Pero antes de eso se necesitan jueces, gendarmes, ministros de trabajo, una burocracia y un gobierno que peguen duro a los trabajadores.
Por eso la burguesía no le teme al FIT. Lo que teme es que esos obreros de vanguardia que lo votaron se organicen, luchen, derroten a la burocracia sindical en sus fábricas y peleen como en el Cordobazo, las coordinadoras de los ´70 y como en el 2001. Así como ahora en Brasil, en Bolivia o en el Magreb y Medio Oriente, pero esta vez haciendo justicia, metiendo presos y expropiando sin pago a los parásitos de Wall Street, y sus sucursales en Argentina, expropiando a los expropiadores del pueblo. Por eso, nuestro llamado es a poner en pie un Frente de los Trabajadores para luchar.
Es indudable que las banderas del clasismo de los ‘70 y de la revolución del 2001 han sido abandonadas por la izquierda del régimen. Ellas han quedado en manos de los que luchamos por refundar al trotskismo argentino y a la IV Internacional. La dirección del FIT embriagada en una montaña de votos, prometiendo leyes por doquier en el parlamento, recoge en algún sentido la demagogia de un político burgués argentino, como Alfonsín que en el ‘83 decía que “con la democracia y con las leyes se come, se cura y se educa”.
Hay que decir la verdad. Sin el triunfo de la Revolución Socialista no habrá solución para los explotados. La alternativa, a nivel internacional y en Argentina, sigue siendo, socialismo o más barbarie capitalista. Aquí está el quid de la cuestión. Y, en todo proceso de la Revolución Socialista Internacional, reforma y revolución también se ven la cara.
Esta izquierda “democratizante” es la que planteó para las revoluciones en el Norte de África y Medio Oriente la salida de “asambleas constituyentes” con una etapa ulterior de la Revolución Socialista… para las calendas griegas. Esta izquierda es parte de la izquierda de Obama que, con la excusa de enfrentar al fascista Bush, terminó sosteniendo al “demócrata” Obama. Nada nuevo se está inventando en Argentina, es la vieja y reconocida receta del reformismo.
Rodolfo Sánchez
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