Polémica - 21 de junio de 2019
Para la dirección del PTS, en los últimos 30 años
se interrumpió la época de crisis guerras y revoluciones
Una concepción y política reformista para un partido reformista
La dirección del PTS afirma que “hace 30 años no pasa nada", lo que significa que se habría interrumpido y suspendido lo que el marxismo define como “época de crisis, guerras y revoluciones”. Esta época se abrió ya en el año 1914 con el surgimiento de los monopolios y el imperialismo. Se trata de una época de decadencia de las fuerzas productivas y de un capitalismo en descomposición. En esta época, “los prerrequisitos para la revolución proletaria no solo han madurado sino que han comenzado a pudrirse un poco”, como define el Programa de Transición de la IV Internacional.
Por supuesto que el PTS no ignora estas definiciones del marxismo, sino que se trata de una corriente que ha pergeñado un engaño consciente para organizar sus fuerzas con un programa y una política totalmente reformista. La prueba está en que esta cuestión fue debatida en varios de sus congresos.
La premisa política que surge de su concepción es que la clase obrera puede mejorar su nivel de vida en los marcos del sistema capitalista actual, o bien que las masas se han rendido y dejado de combatir contra el capitalismo. En este último caso, lo que existiría sería un fascismo generalizado en el planeta. Justamente esto es lo que necesita el capitalismo en putrefacción para reproducir su ganancia.
Pero esta gente, lejos de plantear que hay fascismo, afirma que el imperialismo se expande con democracia a nivel mundial. Se trata de una corriente reformista, que ha construido una secta mediana, cuyos cuadros fundamentales provienen de los medios estudiantiles. Estos cuadros no han pasado por ningún combate decisivo ni han estado en ningún proceso de guerra civil de los que han inundado el planeta desde 1989 hasta ahora.
Por supuesto que para esta corriente socialdemócrata reformista no es correcta la definición trotskista de que, sin una revolución socialista y además en el próximo período histórico, una catástrofe amenaza a toda la civilización humana. Para esta gente, el período de guerras parecería ser que ha desaparecido. Esto ya es un galimatías. EEUU gasta en inversión militar, por año, el equivalente a lo que gastó en toda la Segunda Guerra Mundial. Por supuesto que a los estudiantes de clases medias de la UBA le suena bien a sus oídos que ya no estamos en ese período, puesto que ninguna bala ha pasado por sus costados. El PTS hace rato que se ha cuidado muy bien de huir de los procesos de revolución y contrarrevolución en Medio Oriente, en África, China, etc.
La frase de que “en los últimos 30 años no pasó nada” va a entrar al libro Guiness por record a la estupidez. Esta gente niega los procesos de revolución y contrarrevolución; y lo que es más grave y evidente, niegan el crac económico mundial actual que se asemeja -o es superior- al de los ’30, en cuanto a la catástrofe con la que amenaza.
No vamos a poder desarrollar en esta nota todos los enormes procesos de revolución y contrarrevolución que conmovieron al mundo desde 1989 hasta hoy. Esta fecha es el punto de partida para que esta corriente afirme que “no pasa nada” en la lucha de clases a nivel mundial. Es decir, está afirmando que solamente “pasaba algo” cuando el estalinismo estaba al frente de los estados obreros. Desde el punto de vista histórico, esto es una gran mentira, porque el estalinismo se dedicó desde 1924 hasta hoy a estrangular y traicionar todos los procesos revolucionarios, incluyendo los últimos 30 años. Estamos ante una corriente de ex trotskistas que ha degenerado abiertamente en el estalinismo, con el que convive armoniosamente.
A decir verdad, en estos últimos 30 años hubieron 250 mil revueltas de la clase obrera y la juventud China; un autoatentado de Bush en las Torres Gemelas para justificar la invasión en Irak, que dejó un millón de asesinados. De la revolución de Indonesia a los levantamientos y genocidios en los Balcanes; de la lucha antiimperialista en América Latina al movimiento antiguerra de EE.UU., que obligó a Obama a retirarse de Irak en el 2009; de las 32 huelgas generales de la revolución griega a las revoluciones árabes que hicieron arder las rutas del petróleo. La lucha de los mineros de Asturias en el Estado Español, al grito de “si nuestro hijos tienen hambre, los vuestros verterán sangre”. Los combates de la juventud en la cités francesa, la lucha por las 36 horas de la clase obrera de Francia y los combates de los “chalecos amarillos”.
No podremos olvidarnos de los procesos revolucionarios y de guerra civil en Europa del Este, Ucrania, Georgia, Kirguistán. Tampoco olvidamos el genocidio en Chechenia por parte de las tropas rusas de Putin; ni el combate del movimiento obrero negro en EEUU y en África. Hubo en el Congo un verdadero genocidio, igual o superior al de Bosnia, Siria, Yemen… donde el imperialismo independizó una provincia para quedarse con el coltán y organizó una guerra civil que dejó 4 millones de muertos.
No nos alcanzaría este periódico para enumerar los procesos de guerra civil, revolución y contrarrevolución, que le impidió al imperialismo estabilizar su dominio en el planeta, luego de haber recuperado los estados obreros como la URSS, China, los países del este europeo, etc.
De allí que la alternativa de socialismo o barbarie mantiene su actualidad total. Estamos frente a una corriente pequeñoburguesa socialdemócrata que plantea que la alternativa inmediata es democracia vs dictadura y ya hace rato rompió con el trotskismo.
Como vemos, su praxis es la continuidad de la vieja política reformista del MAS de los ‘80/’90, que está basada en el manual de: luchas sindicales sumadas a votos por socialistas… es decir “luche y vote”. A esto se reduce la estrategia que hace años dicen que están conquistando. Estrategia que la ponen los anticapitalistas europeos… todos en sociedades ilícitas con el estalinismo, al que la burguesía ha preservado desde 1989, manteniéndolos en los sindicatos estatizados para que disciplinen, como policía interna, al movimiento obrero mundial.
Pareciera que esta gente tampoco vivió en Argentina. Aquí pasó de todo. En los ’90 vimos los levantamientos revolucionarios de Cutral-Có y Mosconi, donde se combatía por trabajo digno para todos. Así fue como se preparó el 2001, el estallido revolucionario que enfrentó y dislocó al régimen infame de esta democracia para ricos.
Quieren que olvidemos, para que nunca más los explotados continúen el camino de la revolución, que la civilización hoy vive uno de los crack de la economía capitalista más graves de su historia y el 1% de la población mundial se queda con el 50 % de las riquezas.
Según Albamonte, esta concentración de capital de la oligarquía financiera mundial se habría hecho por vía pacífica. Para obtener semejantes superganancias, el imperialismo impuso regímenes y gobiernos contrarrevolucionarios no solo en las rutas del petróleo y en África, sino en China, Vietnam, en la ex URSS, etc. Como vimos, en respuesta a ellos, hubo enormes revoluciones, para nada menores a la de Francia de 1936 o de España de los ’30.
En esos años, surgía Hitler en Alemania y el fascismo que se extendió a Europa, con un régimen que se empalidecería ante el fascismo del siglo XXI. Es que el régimen fascista de los mandarines chinos ha puesto a la clase obrera en campos de concentración a cielo abierto, con fábricas cárceles, transformando a ese país en un gran Ghetto de Varsovia. Las masacres de las petroleras imperialistas para aplastar las revoluciones de Medio Oriente y apropiarse del 80% del petróleo con el cual funciona la economía mundial, realizadas hoy por el “imperialismo democrático” de EEUU, Inglaterra o Francia, hacen empalidecer a los golpes contrarrevolucionarios al Magreb y Medio Oriente dados por el imperialismo alemán o francés antes, durante y e inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial.
Parece mentira que en ese partido hayan socialistas que aplaudan semejante mentira y engaño consciente. Estamos en presencia de una corriente pequeñoburguesa liberal, cuya dirección tiene la misma base político-social que el ala izquierda del kirchnerismo o los así llamados “anticapitalistas” de Europa. Salen de los claustros universitarios y empalman con las directrices que le envían las corrientes socialimperialistas como el SWP inglés, el NPA francés… que son partidos asentados en la aristocracia y burocracia obrera.
Para la dirección del PTS solo pasa algo en las elecciones, donde hay que votarlos por un par de miserables bancas.
En sus congresos se preguntan, "¿Cómo construir un partido revolucionario en una época no revolucionaria?". La respuesta es sencilla. ¡Están haciendo un partido reformista!
Por ello, hace años que revisaron y rompieron con el trotskismo y la tesis central del Programa de Transición, que plantea que los prerrequisitos objetivos para la revolución proletaria están más que maduros, se empiezan a descomponer: "Todo depende ahora del proletariado, es decir, principalmente de su vanguardia revolucionaria. La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria"
De su bancarrota actual, el PTS ya no tiene retorno.