Declaración de la Liga Obrera Internacionalista (LOI-CI), adherente al Colectivo por la Refundación de la IV Internacional / FLTI - 19/09/2019
Argentina en bancarrota, saqueada por el imperialismo
Entre el crac y el ataque de los capitalistas…
Como en Chubut, las masas presentan enormes batallas
Son las direcciones las que los traicionan
Se corre el telón del circo electoral: una trampa mortal contra los trabajadores
Terminaban de apagarse las luces del circo electoral de las PASO del 11/08 y al otro día, los grandes capitalistas, los banqueros de Wall Street, la gran burguesía local y la oligarquía lanzaron un ataque devaluatorio del 30%. Se imponía el dólar a $60. Fernández afirmaba que este “dólar a $60 está bien”. Así, gobierno y “oposición” comandaron un nuevo robo masivo al salario obrero.
Hoy, cuando ha pasado más de un mes de esto, queda al desnudo la trampa con la cual el gobierno, el PJ y los Fernández encubrieron la crisis de los capitalistas y se la arrojaron a las masas. Ahora la excusa es llegar a octubre sin “montar ninguna provocación contra el gobierno”, como afirma Fernández, rodeado por la UIA y los traidores de la burocracia sindical, que vienen siendo y son los más grandes sostenedores de Macri y entregadores de las conquistas obreras. Ellos entregaron el salario y los puestos de trabajo. Y dividieron las luchas de los trabajadores.
En el medio de esta trampa electoral, a los obreros les dicen que no pueden luchar ni ganar las calles porque son acusados, por el PJ y los F-F, de “entrar en las provocaciones del gobierno”.
Los Fernández y el PJ ya cogobiernan con el gobierno en crisis de Macri. Esa es la verdad. Quieren a las masas fuera de las calles. Quieren la “paz social”… Mientras tanto, la burguesía sí puede despedir a mansalva, cerrar las fábricas, paralizar casi el 50% de la producción industrial, fugar más de 150.000 millones de dólares del país, vaciar las arcas del tesoro, imponer una inflación desesperante de casi un 60%, no pagar los salarios como en las provincias en crisis o en quiebra como Chubut... Pero los trabajadores tienen que esperar a octubre… y a diciembre, para que los F-F puedan “ganar limpiamente las elecciones”, según ellos afirman.
Ya está claro: Fernández sostiene a Macri para que llegue a diciembre matando de hambre al pueblo y tirándole a la clase obrera la crisis económica que ellos provocaron.
Los dirigentes de los partidos de izquierda del FIT-U han afirmado que en las PASO la clase obrera “castigó al gobierno” (ver artículo “El voto a Fernández no fue ningún ‘voto castigo’ a Macri”). Esto es un vil engaño. A un gobierno burgués los explotados no lo pueden castigar votando a otro de sus verdugos. Lo que afirma el FIT-U es una ruptura abierta con el marxismo revolucionario y con la lucha por el socialismo.
Los hechos hablan por sí mismos: Fernández sostiene a Macri para que reviente a las masas. La clase obrera solo puede castigar a la burguesía y sus políticos atacando su propiedad, organizando y luchando por sus intereses de clase, rompiendo con todos los partidos patronales, poniendo en pie sus organizaciones de lucha, enfrentando al Parlamento burgués como en diciembre de 2017 y combatiendo contra el PJ de Fernández en las calles y quemándole la Casa de Gobierno a su socio Arcioni, como sucede en Chubut. ¡Así se castiga a la burguesía y sus políticos!
En las elecciones, como afirmaba Lenin, la clase obrera solo puede votar cada 4 años quién será su próximo verdugo.
La izquierda parlamentaria, continuadora de la política del stalinismo de ayer, sostiene que hay burgueses “progresivos” que, apoyándolos, sirven para castigar a los burgueses “más malos”. Después, cuando pierda sus votos, dirá que la clase obrera es “conservadora”. Pero si afirma que con Fernández es posible “castigarlo” a Macri, ¿para qué votar al FIT-U? Así la izquierda se serrucha la rama donde está asentada.
Lo grave es que el FIT-U sigue de campaña electoral, engañando a las masas sobre las supuestas “bondades” de la burguesía y su Parlamento fantoche, tal como demostraron Del Plá y Del Caño votando la Ley de Emergencia Alimentaria del gobierno de Macri, el PJ y todos los políticos patronales (ver artículo “El FIT-U convalida la estafa de la burguesía a millones de trabajadores hambrientos”).
En última instancia, ellos también están llamando a los trabajadores a esperar a octubre para volver a “castigar” al gobierno. Inclusive, sus dirigentes lo dicen públicamente: “queremos que Macri llegue a diciembre”, como lo plantearon Bregman, Belliboni, dirigente del Polo Obrero, y ya antes el “Pollo” Sobrero, quien le pidió disculpas a Macri por plantear que había que pelear por su derrocamiento.
Argentina, una semicolonia en bancarrota sometida al imperialismo
No se trata de una crisis más, sino de “LA CRISIS”
Como planteamos en el artículo “Feroz guerra de los capitalistas contra la clase obrera”, Argentina ha entrado en un verdadero crac económico. El motivo de esta crisis no es más que el vaciamiento de todas las riquezas de la nación por parte del imperialismo y las enormes superganancias obtenidas por los grandes capitalistas y la oligarquía, que las fugaron del país.
Un mecanismo perverso de saqueo imperialista y desinversión en el proceso productivo por parte de la patronal, la oligarquía y los banqueros, que llevan sus enormes masas de capitales a los bancos, a la timba financiera y a la fuga de dólares, está abriendo un proceso de estanflación.
La inflación aumenta a grados acelerados mientras la recesión no cesa y ya ha paralizado casi el 50% de las fábricas. De eso se trata el crac que está en curso: recesión con centenares de miles de despidos y una inflación galopante, de una moneda como el peso que se ha devaluado a los niveles históricos más bajos. Es que la mercancía más preciada es el dólar que necesitan para pagar los suculentos intereses de la deuda externa y para que los capitalistas y los grandes fondos de inversión de Wall Street se lleven las superganancias que les ha dado el gobierno de Macri en la timba financiera.
Como si esto no fuera suficiente, el aumento de la tasa de interés de la Reserva Federal en EEUU, ha significado la huida a “puertos más seguros” de los portafolios de inversión de la oligarquía financiera mundial que estaba haciendo superganancias en el mercado local. Es decir, ellos se fueron al dólar y a los bonos del estado norteamericano. Así se valoriza el dólar, cuestión que significa la desvalorización de todas las monedas del mundo.
El valor del peso argentino, sostenido ficticiamente, está siendo llevado y será llevado a devaluaciones permanentes y recurrentes, que hunden el salario. Estas devaluaciones destrozan el poder adquisitivo de las masas y agudizan la recesión, motorizada fundamentalmente por la salida de capitales del proceso productivo a la especulación y a la fuga de divisas del país. Los valores de la canasta de alimentos, de los servicios, del esparcimiento, etc. están medidos en dólares y siguen el valor de esta divisa. Eso acrecienta la inflación que tiene un gran motor de empuje que es la ganancia de los capitalistas, que pagan salarios de miseria en pesos y ganan en dólares. La crisis ya está acá y la pagan la clase obrera y las grandes masas explotadas.
El capital va a donde hay ganancia. No hace ni caridad ni es bondadoso. Desde el ahorro de las Pymes, como llaman a las pequeñas empresas, hasta las ganancias de la burguesía industrial, desde la renta agraria a las superganancias de las petroleras y los monopolios, todo eso fue al dólar o a las letras del estado que vienen pagando entre un 60% u 80% de intereses, cuestión que no se gana en ningún lugar del mundo.
En Argentina hay una verdadera “puerta giratoria”: ingresan dólares, se cambian a pesos, se compran bonos o letras, se gana un 80%, se cambian los pesos a dólares y los sacan del país por la misma puerta en la que entraron.
Mientras tanto, amplios sectores de las clases medias arruinadas y la clase obrera, deben pagar con intereses inauditos sus deudas y créditos. Ha comenzado un amplio proceso de pauperización de las clases medias y ni hablar de las capas altas sindicalizadas de la clase obrera. Pero a su vez, las clases medias ricas que tienen ahorros en dólares o pequeños porcentajes de inversión han hecho jugosas ganancias.
El látigo del capital y la crisis tiende a unir las filas obreras y a dividir y desgarrar a las clases medias. En las capas altas de la burguesía, las distintas fracciones burguesas se disputan su parte de las ganancias, desde los bancos a las diferentes empresas de la alimentación, la oligarquía, etc. Ninguno de ellos cede un dólar. Pero si hay algo que une a todas las pandillas capitalistas y del imperialismo es que la clase obrera es la que debe pagar la crisis. De eso se trata el pacto de los Fernández que sostienen al gobierno de Macri en su transición a otra buena vida.
Hay que demostrarles a los obreros la infamia y la mentira sobre las supuestas “bondades” de una burguesía industrial “productivista” y “mercadointernista”, que viene con la promesa de ponerles dinero en los bolsillos a los trabajadores para que consuman. Mentira.
Ellos vienen a ponerles a los trabajadores la pistola en la sien del crac económico, la desocupación, la inflación y la recesión, para imponerles que se rindan y entreguen todas sus conquistas como condición para que el capital vuelva al proceso productivo.
Fernández, con sus promesas de “pacto social” viene a terminar de maquilizar a la Argentina, a transformarla en Bangladesh. Esto le permitiría a la burguesía conseguir una nueva masa de plusvalía arrancada al movimiento obrero, capaz de reiniciar de un ciclo de pago de una fraudulenta y usurera deuda externa. Estas son las verdaderas “bondades” de la burguesía “industrialista nacional”. Ella busca recrear un nuevo ciclo productivo con obreros esclavos, en un país donde la mano de obra y los costos medidos en dólares sean casi cero. El “sueño dorado” de una maquila exportadora, asociada a la oligarquía y a las rentas petroleras y mineras, es el que viene a ofrecer Alberto Fernández. En estas elecciones entonces la clase obrera se ve obligada a optar entre dos de sus verdugos…
Fernández no viene ni con un billete para el bolsillo, ni con un pan bajo el brazo. Viene con el garrote y el látigo de los capitalistas y los favores de los pistoleros de la burocracia sindical a profundizar el ataque a la clase obrera para mantener las ganancias de toda la clase capitalista o para redistribuirlas en función de la nueva pandilla que reparta los negocios desde la Casa Rosada.
La burguesía “mercadointernista” que dicen defender los F-F son los Techint y los grandes exportadores, que hicieron fortunas en los últimos años junto a la oligarquía, o bien, es la que cerró sus fábricas, tapó con una manta sus máquinas y se hizo importadora. Con la burocracia sindical entregándole los convenios y los salarios y con las sucesivas devaluaciones y remarcaciones de precios (es decir, con la inflación), los capitalistas conquistaron una mano de obra esclava, baratísima en dólares, con un 50% en negro fuera de los sindicatos y los convenios, y con un ejército industrial de reserva de más de 3 millones de obreros. Esta es la “sagrada herencia” que le deja Macri a los F-F.
Las transnacionales, que controlan el 80% de la producción industrial argentina, no tuvieron ninguna lástima ni piedad para reconvertir sus empresas, reestructurar sus sucursales, cerrar sus fábricas e irse del país, como sucedió con las textiles, las automotrices, los laboratorios y las grandes alimenticias. A las empresas imperialistas como Adidas o Nike no les tembló el pulso para llevar su producción a Bangladesh. Tampoco a las automotrices, que hicieron fortunas en los últimos 15 años, para suspender con reducción salarial a sus trabajadores o despedir a decenas de miles de obreros de las autopartistas, tal como sucedió también en la industria liviana.
Lo de la burguesía “industrialista nacional” de los F-F es una mentira. Son todos socios del imperialismo, enemigos de la clase obrera y amigos “reencontrados” en largas tertulias con la Sociedad Rural, la Bolsa de Valores y la embajada yanqui.
La clase obrera presentó y presenta batalla
Son sus direcciones quienes la traicionan y la entregan
Toda la parafernalia electoral, todo el engaño y el veneno de promesas de cambio con los cuales se embriagó a los explotados, no fueron más que una trampa y cantos de sirena para engañar al pueblo, luego de que los traidores de la burocracia sindical, inclusive a punta de pistola, desviaran y dividieran todas las luchas heroicas con las cuales la clase obrera enfrentó los despidos y la entrega del salario.
Todo este verso de “democracia” y circo electoral encubre la más feroz dictadura del capital. Una democracia burguesa que no es más que la cobertura edulcorada de una dictadura de una minoría de parásitos que saquean la nación y viven a expensas del esfuerzo y el sacrificio de millones de explotados.
La clase obrera les presentó batalla. La izquierda parlamentaria se rasga las vestiduras porque ve “conservadores” a los trabajadores. Del Caño y la dirección del PTS son especialistas en despotricar contra el “atraso de la clase obrera”. Trotsky decía que “el problema no son las masas, charlatanes, sino lo que hacen ustedes, señores dirigentes”… Y la clase obrera presentó batalla.
Entre el 18 y 19 de diciembre de 2017 impuso y conquistó una huelga general con piquetes y combates en las calles que atacó directamente al poder, dejó gravemente herido al gobierno de Macri y le propinó a este el golpe y el castigo más duro que recibió desde que asumió. Del Caño y Del Plá, mientras esto sucedía, chillaban en los pasillos del Congreso pidiendo un “plebiscito”, una “consulta popular” para votar por sí o por no a la ley de reforma previsional de Macri. La izquierda ya tuvo su plebiscito: fueron las PASO donde se votó a favor o en contra de Macri. Ganó el amigo “progresista” del FIT-U, Fernández. Aquí están las consecuencias.
En aquellas jornadas de diciembre de 2017, Macri y los capitalistas vieron temblar el piso bajo sus pies. Se enfrentaron a una huelga general de 36 horas que no tuvo nada que ver con los paros pasivos para descomprimir que llamó en alguna oportunidad la burocracia sindical, para terminar luego entregando el salario en las paritarias de hambre.
La clase obrera, como demostró en el combate, entiende más que todos los déspotas ilustrados del reformismo lo que acontece en el país. Con una recesión aguda, en el medio de centenares de miles de despidos, la lucha económica resulta dificilísima, cuando no imposible. Toda acción de las masas, para conseguir lo mínimo, buscar golpear políticamente al gobierno para debilitarlo y para obligarlo a hacer concesiones.
La lucha económica y de presión pierde vigor. En cada convenio colectivo de trabajo, los capitalistas chantajean con la recesión y la desocupación. La burocracia sindical, apoyada en esta crisis económica que tiende a disgregar las filas obreras, entrega las conquistas y el salario.
Cada lucha contra los despidos pone al rojo vivo la necesidad de atacar la propiedad de los capitalistas, de tomarse las fábricas y de ponerlas a producir bajo control de los trabajadores o con administración obrera directa.
A los tarifazos y al ataque a las jubilaciones, las masas le respondieron en diciembre de 2017 con cacerolazos de las clases medias arruinadas y tirándole toneladas de piedras a ese Congreso infame de testaferros de la oligarquía y de Wall Street.
Las masas entraron al combate en lucha política. Al decir de Lenin, esta subsume la lucha económica, la contiene.
Aquí y allá tienden a surgir elementos embrionarios de coordinación de las luchas de distintos gremios y establecimientos, por ciudades y por región, más allá de la diferencia de profesiones. A ellos los unifica la pelea contra los cierres de fábricas, contra la persecución a los luchadores y el enfrentamiento a la burocracia sindical. Así sucedió con Fanazul en Azul, con el combate del ARS en La Plata, con los mineros de Río Turbio… Con Adidas, con Canale, con la UTA de Córdoba, Luz y Fuerza, Electrolux, la línea 60 y de la Este de La Plata y tantos otros.
Ya el 7 de marzo de 2017, la clase obrera había empujado hasta lo inaudito a la burocracia sindical para entrar a este combate, cuando se la bajó del palco de su acto pasivo, imponiéndole que “ponga la fecha al paro”. El atril de la CGT aún está guardado como un trofeo por la vanguardia obrera. Mientras tanto, la izquierda parlamentaria llora y suplica todos los días de cada mes y todos los meses que la burocracia sindical llame a un paro general de 36 horas. ¡Por favor! El paro general de 36 horas lo están llamando e imponiendo la clase obrera y el pueblo hambriento de Chubut que se ha sublevado contra el poder. Ese es el camino a la Huelga General. Todo lo demás es chamuyo parlamentario de la izquierda reformista que solo realiza actos simbólicos para que Fernández llegue en paz a diciembre.
De eso se trata la lucha de clases en el período actual. En los ciclos cortos de relativo crecimiento económico o de expansión en tal o cual rama de producción, la lucha económica se torna clave y empuja a la clase obrera a reclamar que los capitalistas cedan parte de sus ganancias. Pero cuando lo que prima es la crisis, la catástrofe económica, el salario y el trabajo de la clase obrera se definen en el campo de batalla de la lucha política de masas, con las huelgas generales políticas, los piquetes, los cortes de ruta, las coordinadoras, las tomas de fábrica, el ataque a las instituciones del poder.
El Palacio de Gobierno y la Legislatura de Chubut ardiendo y la Plaza de Congreso sin baldosas, son el símbolo de la lucha política de masas de la Argentina de hoy, que es un camino que permanentemente siguen los trabajadores cuando rompen el corsé de las direcciones traidores y reformistas.
Como verá el lector en el suplemento especial de este periódico, “¡Paso al Chubutazo!”, y en las páginas que dan cuenta de los últimos acontecimientos que sacuden la provincia, hoy en Chubut se ve la verdadera Argentina y el verdadero combate de masas que necesitan los explotados para frenar el ataque del capital. Allí, el piquete de huelga de los docentes paró la industria petrolera. Estatales y docentes, con piquetes en la ruta, también pararon Aluar, la fábrica metalúrgica más grande de la Patagonia. El piquete de huelga le llevó democracia para que paren a los obreros de la UOM y de la UOCRA que trabajan en Aluar y a los petroleros que están bajo la bota de Ávila y sus pistoleros. El piquete de las masas en lucha es la verdadera institución democrática que ha conmovido a esa provincia, cuya chispa amenaza con extenderse a todo el país.
¡Así se disputa la dirección de la clase obrera a los traidores de la burocracia sindical, sostenida por el estado, sus leyes, sus jueces, su Ministerio de Trabajo y los millones de pesos con los cuales la patronal se la compra y la corrompe!
La fortaleza de los piquetes de lucha de las maestras en las rutas de Chubut, que garantizaron el paro de 3.000 obreros de Aluar y de más de 7.000 obreros de la construcción y petroleros, no se debía solamente a la representatividad de las docentes. También fue porque esos piquetes le permitieron al obrero petrolero y metalúrgico liberarse de la pistola en la sien de la burocracia sindical y a los estatales en lucha golpear a los capitalistas donde les duele: en las superganancias de las petroleras y de la patronal de Madanes de Aluar, el mismo grupo económico propietario de Fate en Buenos Aires.
Esta es la forma de conquistar la unidad de las filas obreras: uniendo a las masas en lucha y atacando la propiedad de los capitalistas y a su gobierno. Esto es lo que une a todos los explotados que entran en lucha en la provincia de Chubut: que se vaya Arcioni, que caiga el poder.
La política parlamentarista del FIT-U es un obstáculo para que la vanguardia obrera reagrupe sus fuerzas y responda a la altura del ataque de los capitalistas
Como planteamos en un artículo de este número de Democracia Obrera, se realizó recientemente el “Plenario Nacional de trabajadores ocupados y desocupados” convocado por el SUTNA y el Sindicalismo Combativo… Un intento fallido. Un mero acuerdo por arriba de las tendencias sindicales del FIT-U que hace rato se niega a impulsar todo proceso de unidad y coordinación de los que luchan en todo el país, con la falsa excusa de que “no hay condiciones”.
Esta máscara se cae a cada rato. Esta posición de división de las filas obreras que impulsa la izquierda parlamentaria está quedando al desnudo ante todos los obreros avanzados.
Es que apenas terminaba el encuentro del SUTNA, paraban los trabajadores del neumático por salario y por la reapertura de paritarias. Los docentes y estatales de Madryn paraban Aluar. Los obreros de Ansabo se tomaban la fábrica, exigiendo ponerla en marcha bajo control obrero. ¿Qué impide unificar el combate del SUTNA y de forma particular el de Fate con la lucha de las docentes y estatales que paralizaron Aluar, contra el mismo patrón Madanes?
Van dos meses y medio de combate en Chubut. Ya van dos compañeras caídas en la lucha. Y eso es porque tuvieron que pelear aisladas. Baradel también es responsable. ¿Qué esperan las seccionales opositoras docentes, que estuvieron en el encuentro del Sindicalismo Combativo, para organizarse en un Congreso activo junto a las maestras de Chubut y llamar al paro indefinido de todos los docentes del país? Ese llamamiento tendría un millón de veces más autoridad y legitimidad que toda la pandilla de burócratas sindicales de la CTERA.
En el congreso del SUTNA los obreros del sindicato ceramista de Neuquén anunciaron que, a causa de los tarifazos y la falta de insumos, se están por cerrar sus fábricas como Zanon, mientras Cerámica Neuquén, también bajo gestión obrera, está con orden de desalojo. Miles de cooperativas tienen obreros esclavos en el movimiento de desocupados. ¿Qué impide que Zanon, como sucedió en 2007, organice un Congreso de los obreros de todas las fábricas que fueron cerradas o donde hubo despidos, para unificar y coordinar todos esos reclamos con la exigencia de reincorporación de los despedidos, la reapertura de las fábricas y el control obrero de todas ellas? Allí se podría unificar la lucha de Electrolux, de Mielcitas, de Ansabo, de Zanon, etc., el combate por la reapertura de Fanazul, de Fabricaciones Militares, de Adidas, etc., por la reincorporación de los despedidos del INTI, del Hospital Posadas y de los centenares de establecimientos que fueron cerrados, dejando cientos de miles de obreros en la calle.
Mientras se vota esa miserable Ley de Emergencia Alimentaria, se lleva al movimiento piquetero a presionar por limosnas al Parlamento de la oligarquía. Una vergüenza. El movimiento piquetero nació peleando por trabajo digno con los cortes de ruta de Mosconi y Cutral-Có. Así se consiguieron los planes trabajar que hoy se lucha por duplicar. Los desocupados se abrieron paso cortando las boleterías para combatir junto a los obreros del Subte para conseguir la jornada laboral de 6 horas.
¿Qué impide que se convoque hoy a una Asamblea Piquetera de trabajadores ocupados y desocupados con delegados con mandatos de base de todas las masas en lucha para votar un plan obrero de salida a la crisis, para imponerlo en las calles con el método del piquete y la huelga general y superar así el límite de la burocracia sindical como demuestra Chubut?
El rol de la izquierda parlamentaria es el de contener en el régimen burgués al ala izquierda de la clase obrera y actuar como un obstáculo para superar a la burocracia sindical, a la que según ellos, solo se podría derrotar en elecciones sindicales cada 4 años.
El economicismo y el parlamentarismo de la izquierda reformista es un límite absoluto, como la burocracia sindical, para que las masas puedan abrirse camino a la lucha política y conquistar la victoria.
Es la burguesía la que trajo un nuevo 2001, con un ataque económico que vuelve insoportable la vida de las masas y que ha mandado a la desnutrición a millones de explotados. Estos flagelos no se resolverán ni en el Congreso ni en los “pactos sociales” que pregona la burocracia sindical y la izquierda parlamentaria.
La tragedia de las masas es el conservadurismo de las direcciones que tienen a su frente. Durante años la clase obrera ha puesto en pie y conservado poderosos sindicatos. Hay forjado un poderoso y masivo movimiento piquetero de obreros desocupados. Le ha dado al FIT-U, que se presentaba como “revolucionario” y “socialista”, bancas y puestos parlamentarios para desde allí agitar la lucha de masas.
Y ahora, cuando la crisis está acá, cuando arde Chubut, cuando centenares de miles están desocupados, cuando se combate divididos en centenares de fábricas, cuando los juzgados y las cárceles se están llenando de miles de procesados y rehenes como Daniel Ruiz y los ex choferes de la línea Este, cuando los hijos de la clase obrera son asesinados a mansalva por la policía de Chocobar y la Bullrich con el “gatillo fácil”… cuando todo esto sucede, todas esas organizaciones de masas que la clase obrera construyó durante años, se derrumban sobre sus hombros y la paralizan para enfrentar a los capitalistas.
Esa es la crisis de la clase obrera: la crisis de las direcciones que ahogan y asfixian las tendencias a ingresar al combate que las masas a cada paso demostraron estar dispuestas a dar.
La clase obrera no es conservadora, sino que fue y es mil y una veces traicionada. Tiene encima demasiado peso muerto para luchar, inclusive de los diputados del FIT-U… Y pese a ello, presenta batalla.
Es necesario un nuevo reagrupamiento de las filas obreras
La crisis del reformismo acompaña como alma al cuerpo a la crisis del parlamentarismo. En la verdadera Argentina, hace tiempo se terminaron los márgenes de conciliación de clases. La burguesía ha largado un ataque brutal contra la clase obrera. La política del FIT-U de “profundizar” esta democracia para ricos para que los trabajadores consigan demandas mínimas para sobrevivir, no solamente es una utopía reaccionaria, sino también un engaño brutal a la clase obrera.
La lucha por la demanda más mínima como cobrar el salario en Chubut pone a la orden del día derrotar al gobierno, quemar las instituciones de dominio, atacar la propiedad de las petroleras y de Aluar. Es decir, conseguir la demanda más mínima hoy plantea derrotar al enemigo de clase.
Pero el reformismo quiere hacerle creer a las masas que se paran el hambre y los despidos y que se mejora el nivel de vida actual sosteniendo la “transición democrática” de Fernández apoyando a Macri, fortaleciendo al Parlamento burgués, etc.
Hace tiempo que la burguesía rompió la paz social y las masas han entrado al combate. El reformismo y la misma burocracia ya no podrán regular más la relación entre el trabajo y el capital. Las relaciones entre las clases antagónicas se vuelven insoportables. Alguna de las dos clases debe caer del ring. O la clase obrera avanza en un camino revolucionario y en sus embestidas de masas disloca al régimen burgués, disgrega sus instituciones de dominio y se abre paso a la revolución, sobrepasando a todas las direcciones traidores que le impiden esa perspectiva; o bien, se impondrá la política de colaboración de clases de sostenimiento de este régimen infame de la democracia para ricos, y la clase obrera recibirá duras y amargas derrotas, luego de crueles engaños, como lo es la trampa electoral que está en curso.
La crisis y el crac ya están aquí. Una vez que actuó como garantía de los saqueadores del país, el FMI viene a cobrar lo que prestó. Las pandillas burguesas claman por aplastar al movimiento obrero. Ya han rodeado a Alberto Fernández y a los K con todos los grandes grupos económicos del país. Como ya dijimos, un cogobierno hasta diciembre está en marcha. El combate es clase contra clase.
Se ha abierto un período de contrarreformismo. ¿Cómo pretender solucionar el problema de la desocupación en Argentina con una ley miserable de “prohibición de despidos por 6 meses”? Eso es querer vaciar el océano con un balde. Es una mentira infame. Esa ley Macri la vetó hace años… Y lo que es más grave, esa política “olvida” al 10% de la clase obrera que está desocupada y a los más de 300.000 despedidos por los capitalistas y el estado estos últimos años.
No hay solución a los despidos y la desocupación sin atacar la propiedad de los capitalistas, sin luchar por imponer la reducción de la jornada de trabajo y un turno más en todos los establecimientos, sin tomarse todas las fábricas que cerraron para así reincorporar a todos los despedidos y ponerlas a producir bajo control obrero. ¿Cómo frenar las suspensiones que disminuyen aún más el salario de la clase obrera sin imponer la reducción de la jornada laboral a 6 horas como la que conquistaron los obreros del Subte en 2001? ¿Cómo defender Zanon, Cerámica Neuquén y la conquista de las fábricas recuperadas sin coordinarse con la lucha de las fábricas ocupadas como Ansabo, Mielcitas y Canale?
No se podrá dejar de pagar la deuda externa al FMI con una ley del Parlamento, inclusive del más democrático que la izquierda reformista pueda haber soñado, sin desarmar a la banda de hombres armados del gran capital, que están bajo las órdenes de la embajada yanqui y la Mossad, sin comités de autodefensa y sin armar al pueblo.
¿Cómo impedir la fuga de divisas y la inflación sin nacionalizar el comercio exterior y expropiar sin pago la banca?
¿Cómo terminar con el hambre sin expropiar a la oligarquía, cuestión que la cobarde izquierda reformista calla alevosa y abiertamente, sin siquiera animarse a retomar el grito de guerra de la resistencia peronista de que para comer había que quemar el Jockey Club y la Sociedad Rural?
¿Cómo comer sin expropiar sin pago a las cerealeras, a los grandes supermercados y toda la cadena de intermediarios de la comercialización de alimentos y bienes de consumo básicos, sin comités de consumidores, sin comités de control de precios, sin comités de abastecimiento, sin comités de fábrica, sin que las masas tomen la crisis en sus manos?
¿Cómo liberar a los presos y terminar con la persecución a los luchadores sin unir en un solo torrente el combate por la libertad de Daniel Ruiz y de los ex choferes de la Este, por la absolución de los petroleros de Las Heras, por el desprocesamiento de Alejandro Villarruel, los choferes de la línea 60 y los más de 7.500 procesados, por el cese de la persecución a Sebastián Romero, etc.?
Estas son tareas inmediatas, actuales, presentes. La ley que rige en épocas como esta es que solamente peleando por todo, es decir por la revolución todos los días, se podrá conquistar lo más mínimo. No se podrán superar los límites que imponen los traidores de la burocracia sindical sin poner en pie una Coordinadora Nacional de Lucha que generalice la chispa que se empiezan a encender en todos el país como en Chubut o los choques de los desocupados con las fuerzas represivas en el Chaco.
Solo se podrá abrir el camino a la Huelga General organizando las enormes fuerzas que despliegan los trabajadores para marchar sobre los sindicatos, como hizo la clase obrera en el Rodrigazo en el ’75.
Las clases medias arruinadas, endeudadas hasta los tuétanos, en abierto proceso de pauperización, comienzan a girar lentamente a la izquierda, muy lentamente. Si ellas no encuentran a la clase obrera para darle una salida, volverán rápidamente a la derecha y, de forma desesperada, serán presa fácil de los cantos de sirena de Fernández y su política de “pacto social” para apoyar que se le ponga orden al movimiento obrero con los pistoleros de la burocracia sindical.
La lucha política de masas plantea un programa para ponerle el pie en el pecho a la burguesía, para arremeter contra todas sus instituciones de dominio. Las masas deben reagrupar sus fuerzas y lo podrán hacer conquistando un programa revolucionario para la lucha inmediata, un nuevo programa que no es el del “pacto social” ni el del cretinismo parlamentario de la izquierda reformista, que lleva a un callejón sin salida las aspiraciones y los combates de las masas.
En el campo de batalla de la lucha de clases en Argentina, al igual que en el movimiento obrero mundial, se enfrentan dos estrategias y dos programas: reforma versus revolución.
Como ya dijimos, por un lado, la izquierda reformista plantea que expandiendo la democracia la clase obrera podrá conseguir conquistas mínimas y democráticas; por el otro, la tesis marxista revolucionaria que afirma que para conseguir lo más mínimo hay que pelear por todo, por la revolución socialista.
De un lado, el reformismo que intenta fortalecer las instituciones democráticas de dominio, es decir, la más feroz dictadura del capital; del otro, los que peleamos por que se incendien, como en Chubut, todas las instituciones del régimen. Ese es el camino para “ampliar” la democracia y crear las mejores condiciones para que la clase obrera tome el poder.
De un lado, la política de someter a la clase obrera a los cantos de sirena de los “frentes democráticos” y de las leyes “progresivas” en el Parlamento burgués, es decir, una política de colaboración de clases; del otro, una política intransigente de independencia de clase que abra el camino para que la clase obrera y las masas en lucha pongan en pie sus organismos de autoorganización y democracia directa para abrir el camino a un Argentinazo triunfante.
Esta es la forma de pelear por que la clase obrera argentina se una en un mismo torrente de lucha junto a la clase obrera latinoamericana y mundial que combate en Francia con los Chalecos Amarillos y los Chalecos Negros, que hace rato rompieron con el control del stalinismo y la izquierda reformista en los sindicatos; en Siria con las masas que resisten en las últimas trincheras de la revolución; en Brasil y Bolivia con la clase obrera que enfrenta la flexibilización laboral junto a la clase obrera de Brasil y Bolivia.
Ahí están las fuerzas de los trabajadores, junto a la juventud rebelde y revolucionaria que combate en China y Hong Kong; en los que gritan “que caiga el régimen” como en Sudán y Argelia; en sus hermanos de clase de la General Motors que luchan en EEUU por recuperar el salario, el convenio y la obra social que les arrebató Obama… Los verdaderos aliados de la clase obrera argentina son los trabajadores norteamericanos, no los millonarios de izquierda del Partido Demócrata como Sanders y demás representantes de la Nueva Izquierda que hace rato se pasó al campo del sostenimiento de los regímenes burgueses.
Desde la LOI-CI / Democracia Obrera levantamos esta política, pero también comprendemos y sabemos que hay centenares de organizaciones obreras y de la juventud y corrientes que también se reclaman de la clase obrera y de la revolución, que plantean dar pasos adelante en el camino de coordinar las luchas, de no darle tregua a la trampa electoral de Fernández y Macri, de generalizar y extender el Chubutazo y de combatir por la Huelga General.
Lo vimos en el último encuentro del Sindicalismo Combativo. Allí y en las luchas confluimos con centenares de activistas y distintas corrientes que se reivindican de la independencia de clase a las que les proponemos poner en pie un bloque por la autoorganización y la coordinación de los combates de la clase obrera
No hay tiempo que perder. Todo paso que vaya por este camino encontrará todo nuestro apoyo, solidaridad y acción en común.
Un nuevo reagrupamiento de las filas obreras se ha vuelto ya una necesidad imperiosa. Las organizaciones de izquierda del FIT-U han devenido en un nuevo sostén vigoroso del régimen burgués, en el cual viven y vegetan desde hace años. La lucha por una dirección revolucionaria, internacionalista y clasista de la clase obrera está planteada como primera tarea del orden del día.
Desde la FLTI combatimos por refundar la IV Internacional. Luchamos y morimos en la revolución y la resistencia de las masas sirias. Peleamos en África y con la juventud rebelde del Pacifico, hoy sublevada en China. Acompañamos a los Chalecos Amarillos y a los inmigrantes que mueren en el Mediterráneo. Sentimos como propios los combates de los trabajadores de la General Motors de EEUU y de los obreros de África que buscan terminar con las rutas de la esclavitud.
Sabemos que la lucha por poner en pie un partido revolucionario leninista, de combate e insurreccionalista en Argentina solo será posible de llevar adelante junto a distintos afluentes de la vanguardia obrera y juvenil revolucionaria y de corrientes que se reivindican del socialismo marxista.
Una dura lucha teórica, política y programática se ha abierto en la izquierda argentina. En las trincheras de la teoría, en defensa del trotskismo, se libra un duro y cruento combate por los principios del socialismo revolucionario. No cederemos ni un ápice en esta pelea de cara a las masas.
Se trata de preparar a la clase obrera para duros choques de clase y de forjar en el combate por el programa de la revolución socialista mundial a los cuadros de la revolución socialista en Argentina.
Comité Redactor de “Democracia Obrera”