Presentación del Capítulo VII:
2016-2020
Feroz guerra de clases y heroica resistencia obrera
Las indomables masas ucranianas chocaron abiertamente con el Pacto de Minsk de los yanquis, la UE y Putin
El Pacto de Minsk de tutelaje de Ucrania comenzó a asentarse a partir de 2016. Esto fue resultado de los duros golpes y derrotas que sufrió la clase obrera ucraniana tanto en Kiev como en el Donbass, no solo con tiros y guerras contrarrevolucionarias, sino también con engaños y traiciones. Así sacaron al proletariado de la posición ofensiva que había conquistado a partir de 2014 con la caída del gobierno de Yanukovich y luego con la heroica lucha de los obreros del este contra el ataque fascista de Kiev al Donbass.
Como ya demostramos, en esa fase de ofensiva y de guerra civil, la clase obrera a cada paso buscó conquistar su unidad en toda Ucrania. Logró jalones de ella con la derrota de Yanukovich y con la lucha de los obreros de Kiev negándose a fortalecer las fuerzas fascistas contrarrevolucionarias que atacaban a los mineros del Donbass.
El Pacto de Minsk fue el régimen de dominio colonial impuesto por el retroceso y la partición de la clase obrera y el que garantizó una ofensiva brutal contra todas sus conquistas.
Pero esto no fue suficiente para agotar las fuerzas del proletariado frente al feroz ataque que se impulsó tanto desde el gobierno de Kiev como desde la burguesía que controlaba la así llamada “Novorossia” en el este.
La clase obrera ucraniana nunca dejó de pelear. Así, pese a las traiciones y las puñaladas por la espalda, desde el año 2016 al 2020 asistimos a un período de durísima resistencia de la clase obrera contra los tarifazos, devaluaciones, cierre y reconversión de las minas y ataques en toda regla contra los trabajadores y explotados, es decir, contra el FMI y sus planes de saqueo de la nación.
Más asiduamente en el territorio controlado por Kiev, pero también en el Donbass, la clase obrera ucraniana presentaba batalla con huelgas, piquetes, movilizaciones en forma recurrente. Hoy la izquierda reformista mundial, en todas sus variantes, también oculta este período de heroica resistencia que protagonizó el sufrido proletariado ucraniano.
La demanda de salario digno y de pago de los salarios adeudados durante meses fueron los motores de esta feroz resistencia.
En la dinámica de su lucha, la clase obrera tendía a unir sus filas y de esa forma poner en jaque el Pacto de Minsk, de partición y pillaje de la nación. Es que la clase obrera uniendo sus filas, como caudillo de las masas explotadas de toda Ucrania, ponía objetivamente a la orden del día la lucha por la ruptura con el FMI y los planes de redoblamiento de las cadenas de la nación oprimida.
Justamente, como veremos en el próximo capítulo, el hecho de que la clase obrera ucraniana no fue derrotada y protagonizó durísimas luchas de resistencia es lo que dejó debilitado al régimen del Pacto de Minsk de dominio y tutelaje de Ucrania y les volvió imposible a todos los saqueadores y esclavistas de la nación la aplicación hasta el final de los planes fondomonetaristas. La burguesía debía aplastar a la clase obrera.
La actual invasión de Putin y su accionar para quedarse directamente con el Donbass y el sur de Ucrania persigue justamente ese objetivo: aplastar y partir a la clase obrera con una guerra contrarrevolucionaria, destruir sus ciudades e inclusive las fábricas donde los trabajadores sobreviven esclavizados, someterlos en Oriente al régimen de las bayonetas de Moscú y dejarle Kiev a la OTAN y al imperialismo.
Mientras, en Occidente, en medio de una guerra de desgaste militar, de asedio y por territorio, con ciudades enteras demolidas por los bombazos rusos, el gobierno de Zelenski larga un brutal ataque contra la clase obrera, como ya vimos, de permitir que los capitalistas despidan a su antojo, no paguen los salarios, etc., invocando la “lucha contra las tropas rusas”.
Es decir, la invasión de Putin es la ofensiva del Pacto de Minsk por partir Ucrania y aplastar a su clase obrera, mientras el gobierno de Kiev prepara llevar los restos que queden de la nación a los pies de la OTAN y la UE.
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En este período de 2016-2020, entonces, la clase obrera ucraniana pugnaba por enfrentar los ataques, pero era controlada férreamente por una nueva burocracia stalinista y pro-Putin en el Donbass, y por otro lado, por una nueva burocracia sindical ligada a los partidos y burocracias socialimperialistas de la Europa de Maastricht. La tragedia de la clase obrera ucraniana se mostraba a cada paso: la traición de las direcciones que impuso la división de sus filas fue el gran escollo con el que se encontró en mil y un combates. La indomable clase obrera ucraniana enfrentaba el mismo ataque bajo la bota de Kiev que bajo la bota de Putin, pero las direcciones se encargaban de que estas respuestas de los trabajadores se dieran de forma descoordinada.
Durante el curso de la guerra actual, distintas corrientes “internacionales” que se revisten con un ropaje de pseudo-trotskismo, han viajado a Ucrania, aunque más no sea por algunas horas para sacarse una foto con dirigentes sindicales de Kiev.
Pero ninguna foto es suficiente para demostrar que se están ligando al corazón de la clase obrera ucraniana, porque lo que define el carácter mínimamente clasista y combativo de toda dirección sindical de esa nación martirizada y hoy invadida, es si lucha a brazo partido por reconstituir la unidad de la clase obrera ucraniana del Donbass a Kiev, como condición previa a que el proletariado rompa con la burguesía y pueda tomar la dirección de la guerra contra la invasión contrarrevolucionaria de Moscú y romper todo lazo con la OTAN y la UE.
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Como vimos, el Pacto de Minsk no fue suficiente para terminar de derrotar a las masas ni de Kiev, ni del Donbass. Hacía falta aplicar el plan de Siria: partir y ocupar la nación para derrotar estratégicamente al proletariado.
Publicamos entonces las distintas corresponsalías que dan cuenta de este período de gran resistencia de la clase obrera ucraniana, de Kiev al Donbass, comprendida en el tramo 2016-2020, que es guardada bajo siete llaves por los sirvientes de Putin y de la OTAN:
“Las masas de Kiev vuelven a la lucha contra los planes del FMI y la UE que impone Poroshenko”
Julio de 2016
“Los mineros de la región del oeste del país bajo el control de Kiev salen a la lucha”
Agosto de 2016
“Decenas de miles de obreros paralizan la planta de Arcelor-Mittal y los mineros ganan las calles contra las privatizaciones”
Julio de 2018
“Los trabajadores mineros siguen luchando en defensa de su trabajo y por el pago de salarios caídos”
Julio de 2018
“Con paros y ocupaciones, los mineros vuelven al combate contra los oligarcas del Donbass y Moscú”
Agosto de 2020
“Los mineros del hierro enfrentan una vez más al ataque fondomonetarista del gobierno fascista de Kiev”
Septiembre de 2020
Este capítulo, dedicado a los combates de la clase obrera ucraniana en la resistencia -que en su dinámica enfrentaron al Pacto de Minsk-, culmina con un artículo que explica por qué el stalinismo pudo jugar un rol decisivo y contrarrevolucionario en Ucrania pese a que la clase obrera mostró una enorme energía en el combate, primero en Plaza Maidán, luego en el Donbass y también en la feroz resistencia de este período que desarrollamos en este apartado.
No fue la clase obrera ucraniana la que no estuvo a la altura de las circunstancias, sino las direcciones que la traicionaron. De eso se trata la nota:
“A propósito de la supervivencia del stalinismo luego del 89
¿Quién revivió a Lázaro?”
En la misma se desarrollan en profundidad los motivos de la permanencia del stalinismo traicionando a la clase obrera del Este Europeo, luego que este entregara los ex estados obreros a la burguesía y al imperialismo en el año 89, luego de derrotar y traicionar la revolución mundial.
Está claro que sin el manto de izquierda que le dieron los renegados del trotskismo en Occidente y en Oriente al stalinismo -inclusive haciendo pasar a Putin, el verdugo de la URSS como “progresivo” ante el imperialismo-, ese cadáver pestilente jamás hubiera podido revivir. Ello habla de la crisis del Partido Mundial de la Revolución Socialista, es decir, de la IV Internacional. |