Capítulo 5
El PTS ante una alternativa de hierro:
Partido Leninista o Partido Morenista
1- En la lucha tendencial sale a la luz una fracción oculta subjetivista y autoproclamatoria
Contra toda la línea de cirugía fraccional que aplicó la fracción mayoritaria para dejar por fuera de los organismos a la TBI. Contra toda la línea de ataque de que nuestra corriente al interior del partido es una “fracción secreta”. Nosotros sostenemos que lo que hubo fue un estallido de la máxima dirección partidaria. Estallido del consenso con el que ésta viene funcionando por lo menos desde noviembre-diciembre de 1997. Nadie con algún viso de seriedad puede sostener que el compañero Hugo Ramírez, uno de los máximos dirigentes del partido, con altísimo prestigio en amplios sectores de militantes partidarios, haya organizado una “fracción secreta” para intentar de hecho un “golpe de estado” en el partido contra la mayoría de la dirección. De haberlo hecho previamente a este estallido, hoy la TBI no sería apenas 26 compañeros que se agruparon de forma defensiva frente al accionar antidemocrático de la fracción mayoritaria. Nadie puede dudar que por lo menos cien compañeros hubieran sido llamados a integrarse a esta “fracción secreta” mucho antes del estallido que sucedió en nuestra dirección a principios de agosto de 1998.
La TBI surge como respuesta defensiva ante los golpes por fuera de todo centralismo democrático leninista. Surge y se transforma, y se transformará cada vez más en una tendencia ofensiva ante el conjunto de las posiciones que fue desplegando la fracción mayoritaria en el curso del debate. Posiciones que no tienen nada que ver con lo que en común veníamos elaborando en estos años, ni tan siquiera con los documentos y circulares que desde hace seis meses venimos escribiendo, y que hoy nosotros en gran medida estamos cuestionando.
Nosotros hemos tenido la valentía de decirle la verdad al partido; con qué estamos de acuerdo y con qué no de las últimas elaboraciones; cuestión que seguiremos profundizando en este capítulo. La fracción mayoritaria, una fracción oculta que ha emergido desplegando nuevas banderas, ni siquiera actúa con esta responsabilidad elemental de decirle al partido que en esta lucha fraccional están cambiando gran parte de lo elaborado y de lo que ellos mismo escribieron. Se trata de una fracción confusionista que también con microcirugía intenta cambial la política y las elaboraciones partidarias, sin decir qué es lo que cambia. Con un método empírico y pragmático están profundizando un giro centrista y nacional-trotskista de nuestra organización.
Como lo hemos demostrado en toda esta Plataforma, nosotros como tendencia vamos a discutir los puntos con los cuales tenemos diferencias, las cuestiones que a nuestro entender significan profundas desviaciones en la política, el programa y en el régimen partidario. No nos moverán de allí. No nos consideramos un partido distinto al PTS. Seguiremos desarrollando los problemas centrales que a nuestro entender son las causas de esta profunda desviación y del desbarranque al que ésta nos puede llevar.
La fracción mayoritaria ha rehuido toda colaboración común en relación a los nuevos problemas que se están abriendo a causa de los cambios en la situación internacional. Con una soberbia típica de academicistas subidos al caballo, han negado toda elaboración y trabajo en común con la TBI. En apenas 30 días, no han aceptado ninguna de las colaboraciones que les propusimos. Para nosotros, las tendencias al crac internacional y las posiciones economicistas y evolucionistas que está desarrollado la fracción mayoritaria frente a las mismas, lejos de dirimir o amenguar los puntos de diferencia los agudiza aún más. Afirmamos entonces que ha emergido y salido a la luz -como demostraremos en el punto siguiente de este capítulo- en el estallido de la dirección partidaria, una fracción oculta que ha desplegado sus banderas, y que de imponerse en el partido profundizarán los rasgos centristas agudos que ya tenemos y que venimos arrastrando. Estas nuevas banderas y estas alas desplegadas pueden sintetizarse en lo siguiente:
a) La fracción mayoritaria ha hecho una ruptura en toda la línea con la concepción de internacionalismo y la lucha resistente que dimos como izquierda trotskista para no degenerar en Argentina. Incluidas las fortalezas y limitaciones del último giro internacional iniciado en los meses de verano y que se concretaron en la reunión y resoluciones de la FT de julio de este año. Lo que significa una nueva desviación nacional-trotskista impulsada por la Comisión Internacional del PTS, que quiere ubicarse como un nuevo “farito” del mundo, con una desviación teoricista y subjetivista, concretada en el “fundamento de voto” de convocatoria al Congreso de Urgencia, firmado por Emilio Albamonte, Manolo Romano y Jorge Sanmartino, que se opone en esencia a las resoluciones votadas en la última reunión de la FT. Niegan incluso lo que decíamos en la parte II del documento de precongreso del 25/6/98, donde afirmábamos que “no dejamos de ser un grupo del trotskismo argentino que edita sus materiales en castellano, con menos relaciones internacionales que una secta nacional-trotskista como el PO. Que esta es consecuencia de la inexistencia de sectores que giren claramente a la izquierda en las principales corrientes del movimiento trotskista, pero también de nuestra desviación nacional-trotskista que nos ha llevado a que recién desde el Congreso estemos explorando a fondo las posibilidades de un Comité de Enlace por la reconstrucción de la IV”.
Y como no podía ser de otra manera la profundización de estos rasgos centristas y nacional-trotskistas, han llevado a la fracción mayoritaria a copiarle a Lutte Ouvrière su forma antidemocrática y antileninista de orientar las luchas fracciónales y tendenciales al interior del partido.
Pero lo más grave de todo esto, y lo que demuestra que estamos frente a un centro nacional-trotskista que profundiza todas las desviaciones que en este sentido venimos arrastrando, es que desde que nos separaron de los equipos, no nos permitieron, como lo solicitáramos desde la TBI, seguir incorporados al comité de redacción de la Estrategia Internacional. Esto demuestra que la Comisión Internacional del PTS actúa como la dirección de un “partido madre” pues también nos separó del consejo de redacción de la revista que luchamos por que sea del conjunto de la FT. Es decir, nos damos por notificados que el Congreso-Plenario del 30/8 del PTS nos separó también, según la fracción mayoritaria, de la Fracción Trotskista, todo esto a espaldas de los grupos de la FT.
Sin lugar a dudas, estamos en presencia de una fracción oculta que ha desplegado sus posiciones.
b) La fracción mayoritaria, en apenas treinta días, ha acuñado una definición acomodada a sus intereses fracciónales donde las ligas marxistas se definen tan sólo por su programa en general. Y como el del PTS es revolucionario, por lo tanto toda tendencia que surja es regresiva. Sin partir de que la nuestra es una liga marxista de propaganda y acción, con lazos en la vanguardia y capas avanzadas, tal cual está definido en los últimos documentos de partido, y que hoy la mayoría revisa. Liga que se construye hoy esencialmente en los espacios del régimen. Donde el único déficit que tenemos sería, según la mayoría, “no tener propagandistas para captar para el marxismo revolucionario”, para el PTS.
Nuevamente, esta fracción oculta bajo el régimen de consenso, levanta vuelo.
c) La fracción oculta que ha emergido en esta lucha tendencial, ha cambiado, sin decirlo, todos los balances, tanto del MNPTR, que según parece ahora, sería el causante -como primer intento de nuestro partido de acercarse a la vanguardia obrera y fusionarse con ella- de todos los males nacional-trotskistas de nuestra organización (ver Artículo de Emilio Albamente de LVO N0 39, y Circular interna N° 5, la respuesta de T. Moreira, Manolo Romano y Jorge Sanmartino al Capítulo 5 de nuestra plataforma, página 8). Para esta fracción mayoritaria, han desaparecido todas las paradojas que moldean a nuestro partido. La Circular N° 3 de febrero de 1998, donde planteamos que llevamos 10 años en la democracia burguesa, que se había abierto, frente a esa crisis y la anterior detención de más de 140 compañeros en la marcha de Clinton, un proceso en el que estaba cuestionado el carácter revolucionario de la máxima dirección, por democratismo y legalismo. Donde afirmábamos que se estaba agudizando un proceso de diletantismo pequeño burgués (para nada de “obrerismo”, compañeros de la mayoría) que sumado a la desviación nacional-trotskista nos estaba llevando a degenerar por el tacticismo y el democratismo por nuestra disolución en el Ceprodh.
La fracción oculta emergente niega así ahora las paradojas que nos están moldeando. No solamente las que devienen de los 10 años de democracia burguesa, sino las que nos empujan más y más hacia el centrismo como subproducto de nuestro aislamiento internacional.
c) La fracción oculta que hoy ha salido a la luz, ha desplegado una posición según la cual el Ceprodh y las cátedras marxistas sólo tienen bondades, aclarando que en esos lugares sólo falta “captar para el PTS” (ver artículo de Emilio Albamonte en LVO N° 39). Desapareció el hecho de que nos estamos construyendo en medio del desvío de las acciones de masas y sin que exista radicalización, como veníamos planteando en todos los documentos desde diciembre de 1997. Y para ellos, el peligro más grave es el “obrerismo”. Renunciando de hecho a mantener, en esta fase preparatoria un trabajo profundo en el movimiento obrero, partiendo de lo ya conquistado, tanto en el mismo como en la Juventud Obrera. Esto define que la fracción mayoritaria se quiere construir en los medios académicos y democráticos captando para el PTS, y lo único que lamenta es no tener la legalidad electoral nacional. Su concepción se parece como dos gotas de agua, a la concepción tacticista y movimentista del MAS del ‘88, como no podía ser de otra manera, pero esta vez, muy “ilustrada”.
d) Para la fracción mayoritaria, “el crac cambió todo”, cuando lo único que han elaborado sobre el mismo han sido dos páginas de LVO tan sólo de análisis, con pronósticos vagos y tan pero tan generales que jamás podrá decirse de ellos que estén equivocados. Pero esto no es más que un intento de adaptar el teoricismo y el tacticismo (donde hicieron desaparecer la táctica del Plenario Obrero, todas las que tienen que ver con la construcción de la Juventud Obrera, poniéndole fin a la campaña de la misma, y el Plenario Nacional de Estudiantes Combativos) a campañas de propaganda generales para salir en la televisión (como el Ceprodh, a los codazos con el MST a ver quién pone el cartelito delante de las cámaras) o la del Centro León Trotsky, tomada como una campaña de firmas más y desligada de una verdadera estrategia de combate contra el stalinismo en todos los terrenos. Y por supuesto, poniendo en funcionamiento las cátedras marxistas.
e) Para la fracción oculta que ha emergido en esta lucha tendencial, “el crac cambió todo”, inclusive el programa de acción revolucionario también cambió (desapareció) y fue sustituido por un programa general de Plan obrero frente a la catástrofe que nos amenaza, que inclusive llega hasta la dictadura del proletariado, pero que no está ensamblado ni articulado con la lucha por derrotar el plan económico actual, con el enfrentamiento a la unidad nacional y a los partidos que lo sostienen, ni con la necesidad de retomar el camino de Cutral Có, Jujuy y los paros generales. Es un programa que no combate a los partidos del régimen, a la convertibilidad (pareciera ser que Plan obrero es para realizarlo dentro de la convertibilidad) y es un Plan obrero de emergencia universal, y como receta para todos los países del mundo. Aquí la subida al caballo de la fracción mayoritaria llega a su punto máximo, transformando el folleto de Lenin “La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla”, de septiembre de 1917 -que era para formar cuadros y explicar pacientemente a la más amplia vanguardia de los soviets para prepararla para la tarea de la toma del poder, que a partir de ese momento Lenin comenzaba a impulsar como una tarea urgente- en una receta de propaganda general, clásica de las sectas que van con todo su programa a las masas. Por eso desaparece el Plenario Obrero, el plenario Nacional de Estudiantes Combativos... porque el crac cambió todo, y también ¡el programa de acción revolucionario de nuestro partido!
Es decir, teoricismo, tacticismo e ir con todo el programa a las masas, liquidando el programa de acción revolucionario, con un “perfil” para vender muchos periódicos.
Como vemos, teníamos razón desde la TBI cuando afirmamos que el régimen de partido, que veíamos movimentista, con células tan solo aplicadoras de tácticas, y el CC organizado en “ejes” de las regionales tan sólo para impulsarlas, era expresión ya en aquel momento de una profunda desviación en la política, y que ya se correspondía a las profundas desviaciones que veníamos arrastrando y que ahora han pegado un salto cualitativo hacia delante de la mano de la política que está impulsando la mayoría, y que se expresa en la forma totalmente antidemocrática y extraída del arsenal del trotskismo de Yalta con que han dado la lucha fraccional, primero contra dos miembros del CC y hoy contra la TBI.
2- El estallido de la dirección partidaria y del PTS
Estallido es el término que más urticaria les produce a los exponentes de la fracción mayoritaria. No entendemos por qué se asustan tanto del término. O bien, sí creemos entender por qué lo rechazan de plano. Es que no entienden cómo se puede hablar de estallido si la fracción mayoritaria siguió sacando el periódico, dirigiendo “las tácticas”, e inclusive ahora hablan hasta de sacar la Estrategia Internacional en forma mensual. Pero, “¡Si estamos mejor que antes! ¿De qué estallido nos hablan?”, parecerían decir. “¡Si apenas se han declarado en tendencia dos miembros del CC, y una ínfima minoría con algunos pocos cuadros fundadores!”.
Para nosotros, haber aplicado un giro tan brusco en las concepciones, en la política e incluso haber profundizado en esta lucha fraccional los elementos movimentistas y burocráticos, son un verdadero ESTALLIDO del PTS que, como corriente revolucionaria, está siendo arrastrada a un desbarranque centrista por la fracción mayoritaria, con un método de hechos consumados. Y el centrismo estalla, o el que se aproxima peligrosamente a él -como es el caso hoy de nuestro partido-, también estalla. Podrá hacerlo con explosiones o con implosiones, con estallidos pequeños y en cuotas, tipo cebolla, como el que está sucediendo en nuestro partido, primero con la pérdida molecular de muchos valiosos compañeros en los últimos meses, con la pérdida de compañeros con los que no habíamos terminado de fusionarnos como el ex GIT de Córdoba, con rupturas hacia el Partido Bolchevique como la ex juventud de Córdoba o, en este caso, con el surgimiento de una corriente principista y trotskista de izquierda, la TBI del PTS.
Al que se inclina peligrosamente al centrismo y comienza a estallar, no le gusta hablar de sus estallidos. Quiere demostrar una realidad de su partido que no es. Teme mirarse al espejo y ver que un rasguño puede estar convirtiéndose en un peligro de gangrena.
Pero lo más importante para nosotros –dejemos el cuidado de su imagen a la fracción mayoritaria- es que este estallido comenzó en la máxima dirección del partido, porque como queda demostrado y se ha comenzado a desplegar en esta lucha tendencial, inclusive ante la vanguardia y el movimiento trotskista nacional e internacional, comienzan a emerger nuevas posiciones que eran imposibles de contener sin que estallaran en un régimen de consenso que intentó amortiguarlas, morigerarlas durante meses, hasta que explotó. Y no podía ser de otra manera. La única posición principista fue la de la TBI, que intentó dirimirlas en un debate organizado, con lucha tendencial seria y leal al interior del partido, y sacando lecciones de la misma hacia el conjunto de la vanguardia y del movimiento trotskista, manteniendo pese a ello, la disciplina en la acción. Por eso peleamos antes y ahora en contra de la separación de los equipos de base que ha impuesto la fracción mayoritaria.
Es la TBI la que intenta dar una respuesta profunda a este estallido, como lo demostramos en esta Plataforma. La que afirma, como lo hacemos ahora, que estas posiciones desplegadas hoy han venido siendo esbozadas permanentemente por los actuales miembros de la fracción mayoritaria en estos últimos meses. No sólo, como ya lo demostramos, en relación al giro internacionalista, cuando proponían trasladar hacia fuera, cual vasos comunicantes, una Estrategia Internacional con corresponsales internacionales (una especie de LVO mundial). Es más, un sector de miembros de la Comisión Internacional, encabezados por Christian Castillo y Juan Chingo, cuando discutimos en la secretaría del CC los artículos sobre la crisis económica mundial de la EI N°7, eran firmes sostenedores de que durante el boom de la posguerra había habido un fuerte desarrollo de las fuerzas productivas, contra la posición contraria de HR. Es más, opinaban que había sido el período de mayor desarrollo de las fuerzas productivas de toda la historia del capitalismo. Esta posición, que quedó polarizada con otra inmediatamente tildada de “estancacionista”, no llegó a conocimiento de nadie. Y los compañeros no escribieron bajo su firma y su responsabilidad esas posiciones. Esta discusión quedó para más adelante… ¡y tampoco fue conocida por todo el partido, para que todos los militantes pudieran estudiar, posicionarse y polemizar sobre esta apasionante discusión teórica a fines del siglo XX!
También cuando hablaban que con propaganda socialista se abría el trabajo en el movimiento obrero, posiciones impulsadas por Christian Castillo y Jorge Sanmartino, que ahora concretan con la salida del programa-choclo de salida obrera a la crisis y la política de vender muchos periódicos.
También cuando hablaban de que con propaganda socialista se abría el trabajo en el movimiento obrero, posiciones impulsadas por Christian Castillo y Jorge Sanmartino, que ahora concretan con la salida del programa-choclo de salida obrera a la crisis y la política de vender muchos periódicos.
Tan sólo falta que los dirigentes de la fracción mayoritaria se consigan una titularidad de cátedras marxistas en todas las universidades, como lo están intentando hacer el compañero Manolo Romano en Neuquén, el compañero J. en Córdoba, para construir luego un movimiento de cátedras marxistas, académico, como el que sostuvieron en tantas oportunidades nuestros “teóricos” de la Comisión Internacional del PTS, transformando así a cada paso tácticas coyunturales, episódicas, en la verdadera estrategia de construcción.
Y como no podía ser de otra manera, rebajando en cada una de ellas el programa de acción, y desconectándoles del conjunto de la estrategia y el programa revolucionarios.
Son los miembros de la fracción mayoritaria actual los que chillaban y chillaban en los CC, gritando “¡Disolvamos el CON, todos adentro del Ceprodh!”, a partir de diciembre de 1997. Fueron ellos los que defendieron en el CC luego del 1 ° de mayo, la posición que afirmaba que habíamos hecho grandes actos porque habíamos superado a los demás centristas en número, mientras que habíamos realizado actos bochornosos, donde no se sabía si éramos trotskistas o demócratas vulgares.
Consenso significa lo que escribimos en el Capítulo III del documento precongreso, que no habíamos creado una comisión de discusión con los compañeros dirigentes del CON para terminar de ganarlos para el PTS cuando dimos ese giro violento y sin escalas al Ceprodh. ¡Pero eso es demagogia! Porque por más que hubiéramos hecho veinte mil congresos con estos compañeros dirigiéndolos, eran para que votaran que se disolvían todos en el Ceprodh.
Consenso significa que los actuales miembros de la fracción mayoritaria tardaron dos meses en aceptar que en el período que va desde abril, con la heroica lucha del Turbio, hasta junio, se desarrollaron procesos moleculares de vanguardia, en contra de todos los pronósticos de nuestra organización. Y se negaban a aceptarlo porque esos procesos apuntaban a volver a poner en pie un giro hacia la vanguardia proletaria. Y sólo lo aceptaron cuando éstos fueron canalizados por la burocracia sindical que se puso a la cabeza de estos procesos, es decir, cuando ya habían sido controlados y ya era tarde para dar un nuevo giro hacia la vanguardia obrera para nuestro partido. Respiraron aliviados: “Podemos seguir tranquilos con lo nuestro”. Es decir, afirmando en todos lados que “Obreros atrasados como los de la Cervecería Córdoba, ¡ni locos los vemos en nuestro partido!”, “¡Pero si no tienen el AntiDhuring bajo el brazo!”. “¡En más de noventa días de toma de fábrica y de enfrentamiento con la policía, no tuvieron tiempo de leerlo!”, “¡A mí no me convencen, a mí no me convencen, de que estuvo planteado ganar una célula del partido en base a los obreros de la Cervecería!”, repiten los cuadros fraccionados por la mayoría en Córdoba.
Consenso significa que desde el Congreso anterior, dos destacados dirigentes de la ex JIRTE, vienen insistiendo, como inclusive lo plantearon en el Congreso de abril, en que su posición es de hecho constituir una nueva JIRTE, una Juventud trotskista independiente. Esta es una discusión que lleva meses. Les hemos propuesto una Comisión juvenil del CC, les hemos propuesto que ellos dirijan plenarios juveniles, pero jamás los alentamos a que escriban sus posiciones y peleen por ellas en el conjunto del partido. Una verdadera política burocrático-demagógica, es la que desarrollamos en el régimen de consenso de nuestra organización. Y en el capítulo III nos lamentamos... de no haber hecho lo mismo con los obreros del ex CON.
Consenso significa que indudablemente, sobre el balance del MNPTR hay diferencias. En todos los documentos que hemos escrito en el último año, lo reivindicábamos como una táctica y un intento revolucionario de nuestro partido, más allá de que por condiciones objetivas, nos haya llevado al estrategismo y al propagandismo. Luego abrimos una discusión de qué hubiera sucedido si hubiéramos empalmado realmente con un sector de la vanguardia obrera, en el medio de la desviación nacional-trotskista. Llegamos a la conclusión de que justamente por no plantear disolvemos, sino fortalecer una fracción trotskista en el mismo, si éste se desarrollaba, muy posiblemente esos obreros nos hubieran creado una presión sindicalista, pero también muy posiblemente nos hubieran obligado a girar a la izquierda si se desarrollaba un auge proletario en nuestro país. Ya sea como contraposición a las presiones sindicalistas u obreristas de esa corriente, o bien por un giro a la izquierda del conjunto de la situación. Muy posiblemente, nos hubiéramos visto acelerados a desarrollar más rápidamente nuestro giro internacionalista. Pero esto hoy no lo podemos asegurar, son hipótesis contrafácticas.
Los compañeros Christian Castillo y Juan Chingo en el plenario juvenil luego del congreso del 8 y 9 de agosto plantearon que el MNPTR y la táctica de LVO fueron realmente las causantes de nuestra desviación nacional-trotskista, mientras se golpeaban el pecho frente a un auditorio totalmente presionado por la centroizquierda y se autocriticaban de haber sido “los talibanes” del movimiento obrero en la universidad.
El compañero T. Moreira insiste sobre el MNPTR -en un apéndice de una supuesta respuesta suya a supuestas posiciones nuestras sobre el famoso Capítulo V de nuestra Plataforma- en el mismo sentido que los compañeros mencionados arriba. Nadie explica cómo de ese período nos quedaron grandes conquistas, como por ejemplo, los denunciadores de LVO, y un periódico que sobre esa base demostró que sectores de obreros avanzados podían participar, a su manera, en la construcción de nuestro movimiento revolucionario.
Como vemos, en el partido, después de haber hecho durante dos años distintos intentos de ligamos a la vanguardia y a un movimiento proletario revolucionario real, y al haber fracasado en ello una y otra vez, se han creado distintas capas de compañeros que sacan lecciones distintas de este intenso accionar del partido en el último período.
Así sucede también, con las lecciones del SITRAMF y de nuestra intervención en él, que nos llevó a la ruptura con los compañeros del ex-GIT. Nos negamos a escribir una posición como dirección, un balance y nuestro propio punto de vista, escudándonos en que esto había que discutirlo alrededor de los documentos centrales del CC. Así quedó en un cajón y para el recuerdo, una minuta muy interesante, escrita por G. de Córdoba, que planteaba que no pudimos terminar de asentamos en la fábrica, porque nuestro programa no terminaba de luchar hasta el final por los contratados, que fueron los primeros dejados de lado por la dirección que surgía y se iba a la derecha, la dirección de Gallo y compañía.
Existe una carta de HR dirigida a los compañeros de Córdoba, donde esboza la posición de que no supimos ver el tránsito de una dirección que surgía basada en un Comité de fábrica y en la democracia directa, momento en que tendíamos a coincidir con alas o sectores de la misma, y hacia una dirección que comenzó a transformarse en “nueva dirección” y actuar y subordinarse al arbitraje obligatorio y al Estado, cuestión que empezó a preparar la entregada a la burocracia de la UOM. Es decir, no supimos ver el giro de izquierda a derecha y de derecha a izquierda en los fenómenos transitorios de la vanguardia.
Mientras tanto, muchos obreros votaban con los pies, y se retiraban cuando les impusimos la disolución en el Ceprodh. Con críticas a esa disolución. Y otros sectores, como compañeros de Sur, por derecha, como la táctica fracasó y no nos fuimos para arriba “rapidito, rapidito”, y no pudieron ser estrellas en el cielo del MNPTR, también rompieron con nuestra organización.
Entonces, compañeros, afirmamos que nuestra tendencia del CC fue totalmente progresiva y revolucionaria, rompiendo este consenso despolitizador del partido. ¡Miren qué discusiones riquísimas sobre estrategia, teoría, programa y de lecciones revolucionarias, impedíamos que desarrollen el conjunto de los militantes de nuestra organización! La fracción mayoritaria es una fracción burocrática ofuscada, que con resoluciones administrativas quiere tapar y esconder que la única posibilidad de que nuestro partido, asimilara estos “fracasos”, estas desviaciones, y aprendiera colectivamente, era en un partido con alas, con grupos de opinión, con bloques, que intentaran dar una respuesta, que permitieran una politización y elevar el nivel del conjunto de nuestro partido.
Un partido así, en verdadera efervescencia sacando lecciones, era un millón de veces más fuerte para no capitular. Para intentar interpretar estas lecciones y ligarlas a las lecciones de la lucha de clases internacional, y a la lucha de partidos en el seno del movimiento trotskista.
Por eso afirmábamos como tendencia del CC que el secretariado actuaba como una fracción contra el CC, y éste a su vez como una fracción contra los cuadros y el partido de conjunto, porque impedía esta lucha política, la asfixiaba.
Y hoy, a estas terribles contradicciones que nos llevaron a un estallido, la fracción mayoritaria quiere esconderlas bajo la supuesta existencia de una “fracción secreta”. ¡Qué vergüenza despolitizada y despolitizadora! ¡Qué bajo nivel! Porque no se dan cuenta que ustedes siguen atados a ese consenso, y que, cuando se acabe el cuco de la “fracción secreta”, van a volver a estallar entre ustedes y con la base del partido, salvo que degeneren totalmente como secta.
“¡Tendencia per jodere, tendencia per jodere!”, gritaba Emilio Albamonte para abroquelar sus cuadros contra la tendencia del CC. Per jodere al partido ustedes, compañeros, y a lo que hemos conquistado juntos en estos duros combates contra el centrismo y el revisionismo.
Y mientras tanto, en medio de toda esta “gran elaboración” ecléctica de nuestro partido en estos últimos meses, arrinconados por las paradojas que no dejaban de moldeamos, la base del partido quedó aislada, sólo llevando adelante las tácticas desligadas de la estrategia, puesto que ésta última no existía, tácticas que eran reelaboradas a cada paso según los bandazos de qué cuestión primaba o no en el régimen de consenso. Esto llevó a una profunda despolitización al conjunto del partido, pese a que más y más sacábamos la revista y artículos teóricos e internacionales cada vez más sesudos. Pues como decía Trotsky: “El partido solo puede elevar su nivel realizando sus tareas esenciales, es decir, dirigiendo colectivamente (gracias al pensamiento y la iniciativa colectiva de todos sus miembros)... El nuestro es un partido: podemos tener exigencias rigurosas con respecto a los que quieren entrar y permanecer en él; pero una vez que se es miembro de un partido, se tiene el derecho de participar. Por ese solo hecho, de todas sus acciones. El burocratismo anula la iniciativa e impide de ese modo el elevamiento del nivel general del partido”. (El Nuevo Curso).
Porque no había otra salida que procesar estas discusiones que se dieron, que no fuera tratar de desarrollar las posiciones que estaban en discusión hasta el final, levantar actas de los CC de las distintas posiciones. Que los dirigentes del CC escriban y muestren su pasaporte, y no a escondidas y hurtadillas en las notas al pie, como hacen en la última Circular N° 5, cambiando en letra chiquita en la nota 3, todos los balances que veníamos haciendo. Tendríamos que haber rehuido de hacer acuerdos de compromiso como los que hicimos tantas veces. Debimos bajar todas las posiciones y alas que había en el CC a todas las células del partido, para que intervinieran en esa discusión y en la elaboración del giro internacional, de la estrategia y de las tácticas, que el conjunto de la dirección estaba consensuando a espaldas del partido. Por eso hubo dos Congresos, tanto el de abril como el de agosto, que no pudieron resolver la discusión sobre partido, y de con qué estrategia y qué programa terminar de vencer las paradojas que nos moldean con una perspectiva revolucionaria.
Por eso creemos revolucionario y totalmente justo y correcto el punto de la Plataforma de la Tendencia del CC, de luchar por partido con alas, de que la base participe de la discusión y la síntesis cuando la hay, vía actas de los comités centrales, vía boletines internos de discusión, vía discusión abierta en los periódicos, y vía artículos escritos bajo responsabilidad exclusiva de los firmantes en Estrategia Internacional. Por ello, reivindicamos que con esta lucha tendencial, lejos de estar destruyendo con “fracciones secretas” maquiavélicas al PTS, se están intentando expresar, de una forma mucho más honesta y leal hacia el partido y la vanguardia, las distintas posiciones que estaban subsumidas bajo el régimen de consenso.
Era el momento de romper la rutina y el conservadurismo de la tradición del grupo de propaganda inicial. Y hoy la fracción mayoritaria, que no quiere romper con esa rutina y conservadurismo en los métodos de dirección y en el régimen del partido, está volviendo conservadores al partido y al conjunto de sus cuadros, ocultando esta cruda verdad.
Los dos ex -miembros del CC y hoy miembros de la TBI, especialmente el compañero HR fueron responsables en lo que a ellos concierne de que se mantuviera esta política de consenso, que como demostraremos más abajo, se expresó en documentos y en políticas eclécticas para el conjunto del partido. Cuestión que no reconoce ni quiere reconocer la fracción mayoritaria. Pero a diferencia de lo que escribe EA en su respuesta a P. cuando dice que “no se había dado cuenta” de que había compañeros disconformes con dicho régimen, nosotros opinamos que éramos parte del mismo más allá de nuestro grado de conciencia y que sólo condenándolo, presentándolo ante el conjunto del partido como lo que fue, y constituyéndonos en tendencia del CC primero y en TBI después, asumimos toda la responsabilidad que nos compete como dirigentes, para intentar corregirlo y revertirlo en una dura lucha al interior de nuestro partido. Sin prejuicios ni miedo a perder “galones”, “prestigios”, sin mea culpas demagógicos y populistas, y sin miedo a quedarnos solos y en minoría puesto que estamos totalmente convencidos de que estamos dando una pelea justa.
Y como ya vimos, uno de los ejemplos más claros de este régimen de consenso, son las nuevas posiciones, que una vez estallado el consenso y habiéndose desembarazado de los miembros de la TBI, despliega la fracción mayoritaria.
El régimen de consenso que intentaba esconder las posiciones y alas distintas que comenzaban a expresarse en estos últimos meses al calor de las paradojas que nos venían moldeando, cuando se rompe, por no ser un régimen centralista democrático que permite la discusión abierta y fraternal de diferencias políticas entre dirigentes y militantes de base de nuestro partido, lleva inevitablemente a estallidos.
El equivalente a este régimen de consenso en el morenismo era un supuesto monolitismo alrededor de la gran personalidad de Moreno por parte de todos los miembros del Comité Central del MAS. Pero cuando éste murió, salieron a la luz las verdaderas posiciones de cada uno de esos dirigentes y de todas las alas que en él había, y el MAS terminó estallando en derechas, centros, corrientes obreristas, y centristas que evolucionábamos del centro a la izquierda como la nuestra, ante las primeras presiones de la realidad.
A ese régimen de consenso que heredamos de la etapa de grupo de propaganda, tan sólo de elaboración de la teoría y el programa, que jugara un gran rol progresivo en nuestro partido, puesto que había 80 o 100 cuadros que participaban permanentemente de esas elaboraciones políticas y programáticas, en multitud de conferencias, y que nos permitiera formar 80 o 100 cuadros trotskistas, quisimos mantenerlo cuando a partir de la contraofensiva de masas iniciamos un giro a la vanguardia en 1995, cuestión que retardó inclusive las defensas partidarias para no desbarrancar al nacional-trotskismo.
Por eso en este aspecto para la TBI y su programa, la alternativa es de hierro, para las ligas marxistas que intentan ir a la vanguardia o que no quieren degenerar como sectas impotentes autoproclamatorias: o partido morenista, donde los dirigentes tienen un gran centralismo, es decir, un acatamiento al secretario general y en nuestro caso al consenso de sus más importantes dirigentes; o partido leninista, con gran disciplina en la acción pero con alas, bloques, grupos, y síntesis revolucionarias hechas de cara al partido y también a la vanguardia, a la que quiere dirigir para después dirigir a las masas y llevarlas a la toma del poder.
Pero donde todo esto termina de quedar claro y se echa luz, es en el eclecticismo total de los documentos que se presentaron al último Congreso extraordinario, que indudablemente pueden ser tomados, por esa razón, a favor de cualquiera de las posiciones que están hoy en discusión. O sea, eclecticismo que nos arrastrará al fango del centrismo si no lo combatimos abiertamente.
3- El documento para el congreso extraordinario del 8 y 9 de agosto de 1998: la mayor prueba del eclecticismo del régimen de consenso
Como ya venimos anunciando en esta Plataforma, el eclecticismo, lejos de clarificar las posiciones políticas, lo único que logra hacer es confundir al partido. La máxima expresión de ello son los documentos presentados el 25/6/98 con el título “Boletín Precongreso Extraordinario N° 1” y el Anexo titulado “Agregado del CC al documento para el Congreso Extraordinario” sobre “El rol de la lucha de partidos en la estrategia del PTS-LVO”.
Cualquier lector atento que de forma desapasionada quiera estudiar los boletines de ese precongreso, e inclusive aquellos que se sienten “dolidos” porque en dicho Congreso no se pudo discutir partido, podrá darse cuenta que estos documentos son el sumun del eclecticismo. Y hoy, de después de treinta días de producido el estallido, no se puede decir de forma irresponsable, sin cometer un pecado de leso pragmatismo, que “si había compañeros disconformes con el régimen de consenso, no se habían dado cuenta”, o que “nosotros votamos a total conciencia todos los documentos”, queriéndonos decir así que no pecaron, y que acá la única pecadora es la tendencia. Dejemos de lado la irresponsabilidad pragmática de la fracción mayoritaria, y vayamos a los hechos, a los testarudos hechos, para demostrar lo que decimos.
Desde la TBI, no sólo afirmamos que las paradojas están insuficientemente desarrolladas y que deben ser completadas con lo que aportamos, tanto desde el punto de vista internacional como nacional, en los Capítulos 1 y 2 de esta Plataforma. Afirmamos también que estamos de conjunto frente a un documento ecléctico, que es el que actualmente orienta toda la actividad y el curso de acción de nuestro partido. Pues es clarísimo compañeros, que todo el Capítulo II intenta “resolver” lo que no había “resuelto” el Congreso del pasado mes de abril. Allí, mientras manifestamos que las paradojas se siguen profundizando mientras alertamos que es necesario ‘‘comenzar a superar la composición social mayoritariamente de clase media de nuestro partido, logrando por ejemplo una minoría obrera sólida en nuestro partido (hoy atacada violentamente por los semi-intelectuales de nuestro partido), se torna (esta) una tarea imprescindible pero claramente contra la corriente”;allí también afirmamos que la profundización de nuestras paradojas significa que “las tácticas nos han permitido llenarnos de gente sin que emerjan en la situación política fenómenos de radicalización”. Allí también está la famosa cita donde damos una verdadera definición del aislamiento internacional en el cual estamos (tal cual citamos más arriba). Cuestiones estas todas que hoy, con el “fundamento de voto” y con una especie de “síganme” se olvida y calla la fracción mayoritaria.
Pero junto con plantear esto, el capítulo II se detiene en y resume cuál es la forma de ligar la táctica con la estrategia, cuál es el eslabón central para unirlas. Allí se dice “la ligazón entre la táctica y la estrategia se concentra en jerarquizar el rol del PTS-La Verdad Obrera, y esto no puede ser entendido como PTS + tácticas (...) No queremos pasar ahora del tacticismo a una política aparatística tipo PO de hacer campañas políticas vacías y autoproclamatorias que nos llevarán a pudrir los lazos que hemos conquistado con sectores de vanguardia” (pág. 19).
Toda la clave entonces de dicho documento está dada en “fortalecer al PTS”. Allí comienza su total y absoluto desbarranque. Por supuesto que explicando que el PTS no se considera “el” partido. Y que esta “orientación debe expresarse en LVO y las campañas políticas que lancemos como PTS, y se hace concreta en las instituciones que nos proponemos conquistar como el Centro León Trotsky... o en explorar la posibilidad de constituir un Comité de Enlace con el POR y el GTR...Aquí ya el desbarranque nacionalista es total. Por supuesto que para este PTS que es necesario “fortalecer”, hay que “revolucionar el periódico”, para vender muchos, hay que lanzar un “proyecto juvenil audaz” (hoy guardado bajo la alfombra por la fracción mayoritaria)... donde “el objetivo es utilizar a fondo nuestra ventaja comparativa con las corrientes centristas en la juventud, y plantear un proyecto político que ligue las tácticas con la estrategia trotskista de construcción del PTS". Aquí ya estamos no en el desbarranque, sino en el fondo del pozo de la autoproclamación más absoluta. ¡Ah, nos olvidábamos!, para completar este proyecto de tácticas + “venga al PTS”, había en nuestra orientación una gran pata floja: faltaba conquistar la “personería electoral nacional del PTS”.
¡Pero qué linda política para hacer un MAS chiquito en esta fase preparatoria, provocada por el desvío, la oleada pacifista y la desviación nacional-trotskista! ¡Qué lindo partido morenista votábamos construir en nuestro Capítulo II! Sí compañeros, aunque no les guste y ahora nos digan “¿También el Capítulo II?”. ¡Sí, también el Capítulo II! ¡Vuelvan a leerlo, páginas 16 a 23!
¿Partido morenista porque está mal tener tácticas e inclusive conquistar la legalidad nacional para pelear en el terreno mismo del enemigo? No, compañeros. El partido morenista era un genio de las tácticas, que inclusive lo llevaron bastante para arriba, pero las transformaba en estrategia porque era un partido ultimatista y autoproclamatorio. Tan pero tan autoproclamatorio era el MAS que llegó a plantear (claro, no tenía 300 militantes, tenía 5000) que los soviets no se desarrollaban en Argentina porque estaba el MAS, y que incluso los soviets se iban a dar dentro del MAS.
Por ello, el documento no pasó la prueba del levantamiento de los estudiantes neuquinos desincronizada de la lucha estudiantil nacional, ni de la tozudez de esos “obreros atrasados” de la cervecería Córdoba, de DIATSA, del Turbio, de Jujuy, etc., etc., que de forma molecular y totalmente aislada resistían a los ataques que por abajo veía lanzando la patronal. Porque, ¿Cómo unir esos fenómenos aislados, moleculares con “Venga al PTS”? Hacía falta un poco de sensatez, contra tanta autoproclamación pedante y subjetivista, por parte de un partido esencialmente de la capital, cuando los procesos se estaban desarrollando centralmente en el interior, como viene sucediendo en los últimos años. La realidad nos golpeó un poco, no nos dejó ser morenistas bajo estas formas hoy risueñas de querer imitarlo.
El eslabón que podía unir esta rica realidad con nuestras tácticas y con nuestra estrategia internacionalista no podía ser nuestro minúsculo PTS. Las leyes de la historia son más fuertes que cualquier aparato, sobre todo si se trata de uno muy pequeño por más autoproclamatorio que éste sea. ¡Hay que medirse un poquito con la realidad! El coscorrón que nos dio esta realidad, llevó a que el compañero Hugo Ramírez propusiera una enmienda al documento, también de forma empírica y también bajo ese régimen de consenso, esencialmente correcta de contenido, pero sin ir hasta el final, sin cuestionar el conjunto del documento, pues era parte de ese régimen de consenso.
Esa enmienda está contenida en el Anexo al documento titulado “El rol de la lucha de partidos en la estrategia del PTS-LVO”. Agregado que cambia todo el eje de la estrategia del PTS-LVO, y la centra no en “venga al PTS” sino en estrategia de lucha de partidos al interior de la vanguardia. Que la forma de articular las tácticas con fenómenos de vanguardia y las capas avanzadas (por demás atrasadas y moldeadas por la centroizquierda en relación a esta vanguardia) y el partido era justamente el rol de la lucha de partidos. Por eso, en ese “agregado” planteábamos “el grave peligro que tenemos es que como producto tanto de nuestras desviaciones nacional-trotskista y tacticista, como de los triunfos tácticos conseguidos, que nos han rodeado de muchos nuevos compañeros, tengamos la ilusión de que es posible construir un partido trotskista en la vanguardia obrera y juvenil sin dar pasos decisivos en nuestra lucha contra las corrientes stalinistas y centristas que influyen sobre esa vanguardia y las capas avanzadas”.
Y luego agregaba: “a nivel nacional ha sido un rasgo centrista (expresión de las desviaciones que venimos arrastrando) no llevar a fondo la lucha de partidos con las corrientes que influyen en la vanguardia, corno comenzamos a discutir en el II Congreso”. Luego de insistir en que no habíamos tenido absolutamente ninguna política para Patria Libre, el PTP, la llamada Marca universitaria, insistíamos: “Por eso somos un raro partido trotskista que no le ha ganado honestos compañeros al stalinismo y no le ha provocado en ningún lado una derrota importante”.
Y luego de denunciar los proyectos de “unidad de los marxistas revolucionarios” del MAS, volvíamos a insistir: "Nuestra lucha por un Comité de Enlace por la reconstrucción de la IV Internacional es impensable separado de combatir tanto a los stalinistas como a los centristas del PO, del MST y del MAS”.
Afirmábamos que la vanguardia obrera y juvenil y sus capas avanzadas sólo pueden adquirir conciencia de clase “si reconocen claramente a sus enemigos”. Y nos preguntábamos, luego de definir procesos de lucha y de vanguardia moleculares a nivel nacional, como el Turbio, la Cervecería, la lucha estudiantil de Neuquén, etc.: “¿Qué puede unir esta desigualdad desde el punto de vista de la política revolucionaria? Precisamente la lucha de partidos tendiente a que los sectores de vanguardia sean conscientes de la desigualdad de la situación de las masas y la responsabilidad de las direcciones en este sentido, y que sectores de las capas avanzadas puedan asimilar a través de la lucha política la experiencia de la vanguardia. De lo contrario contribuimos a hacer bobas a las capas avanzadas y descolgados a los procesos de vanguardia (...) Por esto es necesario que el conjunto del partido comprenda la importancia de la lucha de partidos... Los aspectos de liga de propaganda por fuera de lucha de partidos pueden ser interpretados como propagandismo abstracto, es decir, restringir el rol de la propaganda a explicaciones generales teóricas o de nuestro programa no poner todo ello al servicio de una comprensión profunda de nuestra estrategia para la confrontación con otras corrientes. La propaganda debe estar dirigida y ordenada alrededor de este eslabón fundamental de nuestra estrategia revolucionaria”. (Negritas nuestras).
Y rematábamos diciendo, luego de plantear las terribles falencias de LVO en esta lucha de partidos: “La exploración por poner en pie un Comité de Enlace, la campaña por la reivindicación de la figura y de la obra de León Trotsky para separar stalinismo y trotskismo en la vanguardia y las capas avanzadas, las campañas políticas nacionales alrededor de los fenómenos más avanzados tanto de lucha como de vanguardia, y el conjunto de las tácticas y las políticas planteadas en el documento se articulan a través de la lucha de partidos, para fortalecer al PTS en función de la estrategia planteada”.
4- Para el morenismo autoproclamativo, como para nuestro documento pre-congreso, la lucha de partidos no existía
El grado de despolitización a que ha llevado el régimen de consenso en nuestro partido, amerita que seamos extensos en nuestras citas, pues queremos demostrar que:
En primer lugar, este anexo de lucha de partidos destruye todo el capítulo II del documento, y lo hicimos sin decirlo, tan sólo planteando que “todo se articula a través de la lucha de partidos”, mientras que en el capítulo II, todo se articula alrededor de tácticas + “venga al PTS”, cuestión que muestra el peor de los eclecticismos al que nos llevaba el régimen de consenso. Pero compañeros, al Capítulo II lo escribimos, la fracción mayoritaria no lo cuestiona. Y con ese capítulo, están armados todos los militantes del partido para “aplicar las tácticas”, que como veremos más adelante, termina volviéndolas impotentes y de engorde. En el partido morenista la clave de las tácticas está dada en aprovechar las oportunidades y ocupando espacios... por supuesto que en el régimen.
Por ello, cuando rompíamos el MAS, y mucho antes, ya en vida de Moreno, se había acuñado el término de “vacío de dirección”. Nuestro partido corre un grave riesgo con sus tácticas, desligadas de esta lucha de partidos. Es que efectivamente, hay política de unidad nacional en la transición al ‘99. A la izquierda de la centroizquierda hay un “espacio para construirse” que todo el mundo, los centristas y los stalinistas luchan por ocuparlo, hoy también nos está presionando a nosotros para hacerlo separado de derrotar a nuestros enemigos y adversarios, única forma de aprovecharlo revolucionariamente. Nosotros afirmamos que cátedras marxistas y Ceprodh separado de esto, no molestan a nadie, y posiblemente nos engorden, pero con una base, que como decía Trotsky sobre los rooseveltianos en los sindicatos en los EEUU (que luchaban junto a los trotskistas pero en las elecciones votaban a Roosevelt), nos acompaña en ellas hoy, pero terminará votando a la Meijide y De la Rúa en 1999.
Es sintomático ver cómo entre las comentes de izquierda cada uno “respeta los espacios del otro” que supo conquistar en los intersticios de este putrefacto régimen semicolonial.
El MAS veía un “vacío de poder” para irse para arriba sin despeinarse el jopo y construir un partido de vanguardia en Argentina. Se chocó con Garcetti, se chocó con Ubaldini y terminó abrazado al Partido Comunista, y cuando sonaron los primeros cohetazos de la rebelión del hambre de 1989, de muchos de sus militantes educados en ese facilismo no quedó ni el rastro.
El Capítulo II, escrito por nosotros compañeros, es una vergüenza morenista de aprovechamiento de oportunidades.
En segundo lugar, hoy decimos que el anexo sobre Lucha de Partidos no va hasta el final, pues no ataca la liquidación de nuestra consigna, refracción de nuestra política internacional, “por la refundación del trotskismo argentino”. Sin ella, no termina de haber un enfrentamiento contra el resto de los demás grupos centristas. Es construir al PTS en el vacío, o creer que podemos dar un salto a partido de vanguardia sin derrotar en ese camino al resto de las corrientes que hablan en nombre del trotskismo y de la IV Internacional en Argentina.
La lucha por construir un nuevo partido revolucionario de vanguardia es inseparable de la lucha por refundar al trotskismo argentino y derrotar a los centristas a nivel nacional e internacional. “Fortalecer al PTS” para pelear por “un nuevo partido revolucionario de vanguardia”, como es la formulación actual de nuestro partido, es creer ilusoriamente que los espacios que sepamos conquistar en el régimen nos llevarán en ese camino, sin despeinamos el jopo (como decía Eduardo Expósito, actual dirigente del MST, cuando anunciaba que se iba a ir a partido de masas) sin derrotar al resto de las corrientes centristas, y lo que es más grave, sin derrotar al stalinismo.
Pues refundar al trotskismo argentino con estrechos lazos con la vanguardia y derrotar a los centristas, es inseparable del combate contra el stalinismo que desde hace cinco años ha llevado a lo mejor de la vanguardia a los pies de la burocracia opositora, y ésta a los pies del régimen y la embajada norteamericana y el establishment.
En tercer lugar, porque es impensable llegar, en esta fase preparatoria, a un partido de “1000 o 2000 militantes”, eso sí revolucionarios, no tipo PI o centroizquierda, si no es con este combate a dentelladas, donde ninguna de nuestras tácticas, políticas y campañas pueden ser impulsadas sin política de unidad, enfrentamiento, y sin pelear a muerte contra las corrientes centristas, reformistas y burguesas de izquierda (refugiadas estas últimas en los organismos de derechos humanos y en el CTA) y sus “espacios”.
De allí, lo peligroso que fue que en el Congreso, el compañero FL. planteara que la campaña del Centro León Trotsky era de hecho una campaña de propaganda (fiel al Capítulo II que él escribió) parecida a la de Cuba o a la de Irak. Es decir, campañas de propaganda que tan sólo fortalecen nuestro perfil, para luego captar y fortalecer al PTS.
En esta fase, es definitivo aclarar que, orientadas desde este punto de vista, estas campañas se pueden transformar en campañas morenistas. Y no dudamos que éste hacía campañas extraordinarias con las que fortalecía a su partido. Pero esta gran campaña alrededor de la figura de León Trotsky, desarticulada de la lucha de partidos en el movimiento democrático, el movimiento estudiantil y la vanguardia obrera, y de la estrategia de largar una ofensiva, utilizando todas nuestras potencialidades y el resto de las tácticas como el Plenario Obrero o el Plenario nacional de Estudiantes Combativos, etc., contra nuestros enemigos y adversarios, son campañas de engorde.
Esta campaña por la figura de Trotsky, separada de la lucha por la refundación del trotskismo argentino sobre bases principistas, enfrentando al centrismo y al stalinismo, es inevitablemente una campaña propagandística, que no termina de ser ofensiva hacia el resto de las corrientes centristas, desarticulada de esta poderosa consigna de nuestro programa de construcción.
Por eso afirmamos en el último Congreso-Plenario del 30/8, que el MAS en los ‘80, más y más crecía y más y más degeneraba, con obreros sindicalistas de las nuevas direcciones, con el estallido del PI, espacio éste que el MAS salió a ocupar presuroso, realidad que lo llevaba cada vez más a la derecha, y cada vez más a una mayor autoproclamación.
En cuarto lugar, mientras para el bolchevismo la captación era una selección, ya sea vía fusiones u organización directa en las células del partido, pero siempre una selección rigurosa, basada en la política, el programa, la estrategia y las tareas que seleccionaban, con una organización plástica que se amoldaba a los distintos cambios de la situación, para el partido morenista la captación era de engorde por el aprovechamiento de oportunidades. Era un partido de crecimiento por campañas, en los espacios del régimen, y no del aprovechamiento revolucionario de éstos.
Hoy, los grupos de LVO son incorporados a nuestra organización por fuera de esta lucha contra las corrientes reformistas y centristas; separados de que nuestro partido lucha por la refundación del trotskismo argentino como refracción de nuestra lucha por reconstruir la IV Internacional. Esa captación automática de las tácticas a los grupos de LVO, por fuera de estas tareas y política, son un engorde. No una selección. Y por lo tanto se terminan transformando en grupos de estudio para que apliquen con nosotros mejor... las tácticas. En definitiva, son grupos auxiliares de la aplicación de tácticas de un grupo autoproclamatorio.
Cuando impulsábamos el MNPTR, luchábamos por organizar grupos de LVO, es decir, de obreros y denunciadores de las concentraciones obreras con los que nos queríamos fusionar, organizados alrededor de un programa de acción revolucionario. Apostábamos a que surgieran estos grupos de LVO como producto de procesos de radicalización al inicio de la contraofensiva de masas en 1995-96, y con ellos nos proponíamos organizar a las fuerzas elementales que estaban afuera de nuestro partido, con una política de transición hacia los mismos, tomando la experiencia del bolchevismo ruso de 1910, con su Pravda de denunciadores. Esto no pudo concretarse por no desarrollarse un auge proletario y un proceso de militancia obrera.
A diferencia de aquellos, los actuales grupos de LVO-PTS no son de fusión, sino de organización directa en nuestras filas como subproducto de los “éxitos” de nuestras actuales tácticas en los espacios del régimen.
Por eso para el programa de la TBI, la alternativa es de hierro: o partido morenista de engorde a partir de las tácticas y el aprovechamiento de oportunidades, con equipos tan sólo aplicadores de tácticas, a los que el morenismo buscaba elevarles el nivel con sus campañas de “consolidar y politizar” después de cada oleada de lucha; o nuevos equipos de revolucionarios trotskistas organizados como constructores de la izquierda trotskista, en lucha a nivel internacional y nacional, por reconstruir la IV Internacional y refundar al trotskismo argentino. Ganados e incorporados a nuestra organización a partir de una comprensión profunda de la lucha contra las direcciones traidoras, de dar el combate por clarificar ante la vanguardia y las capas avanzadas, quiénes son los amigos, los aliados, y quiénes los enemigos de la clase obrera y el pueblo.
5- “El crac cambió todo” chillan desde la fracción mayoritaria... y también el contenido revolucionario de nuestras tácticas
Así, a partir del Congreso del 8 y 9 de agosto, la fracción mayoritaria salió a “impulsar las tácticas” desligadas de la verdadera estrategia revolucionaria para esta fase preparatoria. Y que por supuesto, como “el crac cambió todo” también cambió todo lo revolucionario y de lucha de partido que tenían nuestras tácticas. Así desapareció el Plenario Nacional de Estudiantes Combativos en momentos en que se desarrolló en la Capital Federal y el gran Buenos Aires la oleada de tomas de colegios, boicoteada en su coordinación democrática por las fuerzas stalinistas y el centrismo. La consigna central de nuestro partido pasó a ser “Vení a la BREA”, justamente en momentos en que el proceso de la vanguardia estudiantil neuquina empezó a retroceder. Y por esta vía se deja sin perspectivas a la vanguardia neuquina, a los estudiantes combativos que ocupan colegios en Buenos Aires, y aislada a la vanguardia que busca una perspectiva nacional en Neuquén.
Así, mientas nosotros recitamos el programa de 57 puntos a las masas de Plan obrero de emergencia, los centristas y stalinistas se hacen un festín dividiendo a la vanguardia y a la lucha estudiantil.
“¡El crac cambió todo, el crac cambió todo!”, gritan como el tero. Cuando justamente el Plenario Obrero para discutir y luchar por una alternativa obrera independiente para la vanguardia y luchar contra los aparatos que se subordinaron a la pata opositora de la traición del CTA, el MTA y la CCC, se vuelve más urgente que nunca. Solamente desde esa política, utilizada como palanca, estaremos en condiciones de incidir con nuestra política de Plenario Nacional de Organizaciones Obreras Combativas, como planteamos en el último periódico. De otra manera, así los autoproclamatorios se niegan a crear y a luchar por poner en pie los engranajes que nos permitan golpear sobre las nuevas direcciones, el Santillanismo y el centrismo.
“¡El crac cambió todo, el crac cambió todo!” Tanto cambió que desapareció nuestra campaña, en los dos últimos periódicos, de la juventud obrera. Campaña a partir de la cual nuestro partido, podía no solamente enraizarse en este sector (nuevamente, de los más explotados de la clase obrera, aunque no les guste) y golpear a partir de ella sobre todas las organizaciones de izquierda que han puesto su influencia sobre sectores de la vanguardia obrera al servicio de ponerlos de rodillas frente a la burocracia opositora.
Mientras, el Ceprodh levanta su perfil democrático, luchando contra Videla, pero no se declara en absoluto enemigo del juez Garzón, “héroe” de todos los organismos de derechos humanos en Argentina. No impulsa una campaña sistemática (y no declaraciones sueltas) contra ese juez imperialista del Estado español, carcelero de los patriotas nacionalistas vascos. Y también se calla la boca el Ceprodh frente a los presos políticos como los de Tablada. Estos dos silencios demuestran una adaptación total al medio democrático, un respeto total a los “espacios” de cada organismo. Este silencio es enemigo de utilizar las tácticas para la fenomenal lucha de partidos que está establecida, para combatir a las direcciones traidoras, para seleccionar revolucionarios. Es decir, este silencio es enemigo de darle a nuestras tácticas un contenido verdaderamente revolucionario. Y lo que es más grave, tampoco nuestro periódico viene haciendo una campaña sistemática sobre esta cuestión.
¡Ah, nos olvidábamos! Una buena noticia llega desde la universidad burguesa. Reaparecieron las cátedras marxistas en este segundo cuatrimestre. Y otra buena noticia: ya saldrán los propagandistas de este centro teórico de altísimo nivel que tenemos para convencer de las bondades del socialismo.
A esto ha llevado el eclecticismo, el régimen de consenso que intentaba ocultar las terribles presiones que como una caldera a fuego lento se cernían sobre nuestro partido y nuestra dirección, haciéndolo estallar cuando el agua hirvió y la caldera no pudo aguantar la presión.
La fracción mayoritaria, que en esta lucha fraccional no ha nombrado ni una sola vez las paradojas que nos moldean, se pone molesta con el término estallido. Y sobre las causas que lo han provocado y que en esta Plataforma intentamos explicar.
¡Compañeros de la mayoría, les volvemos a repetir, el estallido son las adaptaciones centristas a las que están llevando al partido, con vuestras desviaciones nacional-trotskistas y autoproclamatorias! El estallido se llama morenismo en la orientación y en las tácticas que, en un sentido de aprovechamiento de oportunidades, ustedes están impulsando.
El estallido son las captaciones bobas, de engorde de nuestro partido, ajenas a nuestra estrategia de refundar el trotskismo argentino y luchar por la reconstrucción de la IV Internacional.
Por ahora este estallido es en cuotas, como el desgajamiento de una cebolla, lo mismo que le sucede al resto de las fuerzas centristas. Y este proceso ya ha empezado en nuestra organización, y ustedes se han negado a permitir una lucha tendencial leal, con documentos, entre trotskistas que nos consideramos todos principistas, utilizando los peores métodos de Hardy-Lutte Ouvrière. Copiándoles sus métodos, demuestran que están en un proceso autoproclamativo de partido morenista, al que también lo visitaba Lutte Ouvrière y establecía con él relaciones fraternales.
6- El partido autoproclamatorio que se construye en los espacios del régimen y que renuncia a la lucha de partidos,
reniega de formar cuadros y militantes con una estrategia soviética leninista trotskista
La fracción mayoritaria y su tacticismo desenfrenado, puesto a disposición de la construcción de un partido autoproclamatorio y subjetivista, si avanza sobre este rumbo, no dejará piedra sobre piedra de todo lo que hemos acumulado en común en estos años.
Las tendencias a transformar las tácticas en estrategia, ese ha sido un rasgo de todas las corrientes centristas que se adaptaron a los regímenes y a los aparatos contrarrevolucionarios.
En Estrategia Internacional N° 4/5, decíamos: “Esencialmente por las contradicciones existentes entre las condiciones objetivas ultramaduras para la revolución socialista y la conciencia atrasada de la vanguardia y las masas, sobre la que actúan no sólo la burguesía y sus partidos, sino centralmente las direcciones reformistas y burocráticas del movimiento obrero, surge la necesidad ineludible para el partido revolucionario de aplicar todo tipo de tácticas y de maniobras de clase para ayudar a superar esa brecha existente. Las tácticas, que pertenecen al terreno de lo inmediato, es decir, de las necesidades y la conciencia inmediata de las masas y su vanguardia... adquieren en nuestra época revolucionaria, de grandes oscilaciones, un carácter circunstancial, episódico, así como completamente subordinado a la estrategia revolucionaria.” (Página 28, del artículo “Sobre las reivindicaciones mínimas y democráticas y las tácticas de los revolucionarios”).
Y más adelante, refiriéndose a los pequeños grupos y partidos y las tácticas, dice: “Es decir, que un pequeño grupo que sin estar profundamente aguerrido a los principios y la estrategia revolucionaria, convierta a las tácticas en la clave de su acción, perderá inevitablemente la relación dialéctica, convirtiendo las tácticas en desesperación, basada en la poca confianza en la estrategia revolucionaria, en el rol histórico de la clase obrera, en la necesidad de su organización independiente”.
Y más abajo, insiste: “Es precisamente esa falta de solidez de los pequeños grupos la que se traduce en desesperación oportunista, en la creencia de que una táctica o una maniobra pueden resolver las profundas contradicciones de la realidad, la que lo lleva a “olvidar” el carácter subordinado de las tácticas convirtiéndolas en estrategias en sí mismas... No obstante, para los pequeños grupos, para los cuales la tarea central es su anclaje en la estrategia y los principios revolucionarios, esa misma tarea deberá estar acompañada por todo tipo de tácticas para ligarse a los sectores de vanguardia y avanzar en la lucha política con los grupos o partidos centristas u oportunistas. Esta lucha política se vuelve esencial para su delimitación y consolidación en una estrategia independiente... Sin embargo, la posibilidad de aplicarlas en forma principista está íntimamente ligada al anclaje de las mismas en la estrategia revolucionaria. Porque de no ser así bien el pánico sectario se transforma en la pérdida de grandes oportunidades, o bien la táctica pierde su carácter y se convierte en estrategia bajo la forma de desesperación oportunista por dejar de ser un pequeño grupo”.
Así, el teoricismo ultrasubjetivista y su otra cara el tacticismo inmediatista, reniegan de y liquidan la estrategia de derrotar a las direcciones traidoras en feroz lucha de partidos, tanto teórica, programática como política. Y así estaba escrito en nuestras elaboraciones pasadas, sin que nadie levantara la voz en contra.
Pero esto no estaba planteado así en nuestros documentos de precongreso. Cuestión que intentó ser resuelta con una enmienda de lucha de partidos, por demás centrista, que no fue hasta el final. Y contra esto se levantó el academicismo y tacticismo de esa fracción oculta y latente que existía en nuestro partido y que expresa hoy la mayoría.
Pero esta lucha de partidos, a nivel internacional y nacional, clave y fundamental en las fases preparatorias para articular la teoría con la estrategia y las tácticas, y no degenerar, tiene su máxima expresión en los momentos revolucionarios agudos y puede triunfar ampliamente, inclusive siendo una pequeña liga marxista, cuando surgen en la realidad embriones de organismos de auto organización de las masas, de democracia directa, y en perspectiva, soviéticos.
Por eso los centristas y reformistas son enemigos mortales de la estrategia soviética, porque en esos organismos de auto organización de las masas están los ojos vigilantes de las masas en acción, que día a día juzgan el accionar de estos partidos, y rápidamente pueden, a partir de su propia experiencia, deshacerse de los mismos, a condición de que exista un núcleo revolucionario capaz de haberse preparado en años anteriores para dar estos combates decisivos. Es más, por esta razón, luchar por extender y desarrollar estos organismos presoviéticos cuando tienden a surgir, presupone una feroz lucha de partidos. Por eso Trotsky, en ¿Adónde va Francia?, en noviembre de 1935, en el artículo “Frente Popular y Comités de acción” plantea: “Mientras que para las masas revolucionarias la cuestión de vida o muerte es quebrar la resistencia de los aparatos socialpatriotas unidos, los centristas de izquierda consideran la “unidad” de esos aparatos como un bien absoluto, por encima de los intereses de la lucha revolucionaria. No puede construir los comités de acción más que aquel que ha comprendido hasta el fin la necesidad de liberar a las masas de la dirección traidora de los socialpatriotas”.
Teoricismo y propagandismo por un lado, y tacticismo por el otro, partido morenista de aprovechamiento de oportunidades, separado de la estrategia y de la lucha de partidos en todas las fases preparatorias, es decir, autoproclamatorios, forman cuadros que no se preparan para la más fenomenal lucha de partidos que significa el ingreso a situaciones revolucionarias agudas y la lucha encarnizada de partidos en los futuros soviets, o en los embrionarios organismos de auto organización de las masas.
Una visión tan sólo teoricista académica, que transforma la teoría en dogma, separada de la estrategia y la acción, reniega en el momento actual de dar las tareas internacionalistas justas para combatir dentro de la IV Internacional al centrismo y al revisionismo. Prepara cuadros autoproclamatorios y complacientes con su “centro nacional”. Y como no podía ser de otra manera, en su acción cotidiana, tiende a capitular a cada paso a la democracia burguesa y a la oleada pacifista nacional que nos embriaga.
Para la TBI, tanto el mandelismo objetivista vista de Yalta, como el morenismo ultrasubjetivista, tenían en algo en común, como dos caras de la misma moneda: renegaban de la lucha de partidos en las fases preparatorias. Es decir, dejaban de luchar contra las direcciones traidoras, por la vía de hacerse consejeros de las mismas el uno, y de “Venga al MAS” el morenismo autoproclamatorio. Uno se construía en los espacios del régimen, el otro a la vera y adaptándose a cualquier dirección que dirigiera procesos de masas radicalizados.
Para nosotros, esta impaciencia sectaria u oportunista, antes que lleguen las situaciones revolucionarias agudas y tiendan a surgir organismos de doble poder, impide preparar cuadros revolucionarios justamente para cuando esa lucha de partidos puede triunfar, hacerse más aguda y encarnizada, pero a la vez más clara y sencilla ante las masas y su vanguardia. Porque si no hay cuadros preparados en esta lucha de partidos en las fases previas, preparatorias, donde la teoría, los principios, el programa y las tácticas circunstanciales estén en función de ello, serán impotentes para poder actuar con flexibilidad táctica e intransigencia ideológica y no ceder a los cantos de sirena del frente popular y a la contrarrevolución fascista, en los momentos agudos revolucionarios.
En la carta de Trotsky a Reus, del 13/11/35, éste plantea: “Entre el fascismo y nosotros hay una carrera de velocidad, pero falta analizar bien el contenido de esta fórmula desde el punto de vista revolucionario. ¿Sabremos dar a las masas un armazón revolucionario antes que el fascismo las aplastaste? Sería absurdo creer que tenemos suficiente tiempo para crear un partido omnipotente que pudiera eliminar a todas las otras organizaciones antes de los conflictos decisivos con el fascismo o antes del estallido de la guerra. Pero es completamente posible en un breve plazo -los eventos ayudan- ganar a las amplias masas no para nuestro programa, no para la IV Internacional, sino para esos Comités de acción. Pero una vez creados esos comités de acción devendrán en un trampolín magnífico para un partido revolucionario. En un Comité de acción Pivert, por ejemplo, estará forzado a tener un lenguaje completamente diferente del tartamudeo de la Izquierda Revolucionaria. La autoridad y la influencia de los elementos valientes, decididos y clarividentes serían enseguida duplicadas. No se trata acá de un asunto más. Se trata de una cuestión de vida o muerte”.
El partido autoproclamatorio y tacticista no prepara cuadros para aprovechar la más grande y verdadera oportunidad que tenemos los revolucionarios, anclados en la estrategia soviética, para derrotar a las direcciones traidoras. Es que la lucha al interior de los soviets incluye la más feroz y descamada lucha de partidos.
Así sucedió con el bolchevismo ruso, que desde que llegara Lenin con sus Tesis de Abril, hasta octubre de 1917, entró en esta feroz y descarnada lucha de partidos contra los mencheviques, los SR, los anarquistas, etc. Pero éste tenía un partido preparado, en miles de luchas de tendencias y fracciones a su interior, en la lucha más encarnizada contra el revisionismo y el menchevismo, anclado en el seguimiento de la última palabra del marxismo internacional. Y aún, en esa durísima lucha de partidos en la que el bolchevismo estaba inmerso, no dejó ni por un momento de desgarrarse internamente, en durísimas luchas fracciónales en los momentos más agudos de la revolución, como sucediera con Kamenev y Zinoviev cuando salieran a denunciar la insurrección que el partido preparaba.
Esto no lo habían comprendido a fondo Rosa Luxemburgo y Liebknecht en Alemania. Para Lenin y Trotsky, la tardanza de éstos en romper con el centro kautskista en el momento más agudo de la revolución, no les había permitido forjar un partido revolucionario maduro, totalmente independiente, que pudiera derrotar a las direcciones traidoras y llevar al triunfo a la primera revolución alemana.
Fue Lenin el que con más perspicacia y elaborándolo en teoría de partido, sacó las más grandes lecciones de la Comuna de París de 1871, donde proudhonistas y blanquistas impidieron el triunfo revolucionario, y de la que ya Marx sacara la conclusión de que era inevitable la lucha de partidos, como una de las lecciones fundamentales de esa revolución, donde los marxistas no tenían un solo militante. Pero en base a esas lecciones, el marxismo ruso, pasando a través de la telaraña que había tejido la socialdemocracia alemana como continuidad de Marx y Engels, y moldeado por el carácter de la época que se anticipaba en Rusia a principios de siglo, pudo elaborar la teoría de partido y a partir de ella, forjar la herramienta fundamental, en lucha teórica, política, programática y táctica contra los socialpatriotas a nivel internacional y contra el menchevismo en Rusia. La cita de Lenin que dice que cuando Trotsky comprende el problema de partido es el mejor bolchevique, no es una frase al pasar. Pues el partido bolchevique de octubre tuvo estos dos afluentes: el de una teoría revolucionaria correcta sobre la dinámica de la revolución, y una teoría revolucionaria correcta sobre partido, que se transformó en fuerza material con el Partido bolchevique dirigiendo el primer triunfo revolucionario de la historia, en lucha a muerte dentro de los mismos soviets, contra los partidos conciliadores que sostenían al gobierno imperialista como los SR y los mencheviques. Es más, el partido pudo tomar el poder y lograr la alianza obrero-campesina, rompiendo a los SR y proponiéndoles la unidad inclusive a los SR de izquierda, en base al programa para el problema de la tierra que ellos levantaban. Y así lograron mayoría en los soviets y tomaron el poder, en una feroz lucha de partidos con tácticas de enfrentamiento pero también de unidad, tácticas éstas para desenmascararlos ante la vanguardia y las masas: de allí la consiga de “sobre el hombro de Kerensky, tirar sobre Kornilov”, sin por ello dejar de denunciar al gobierno provisional ni por un instante.
Como vemos, los bolcheviques no les “respetaban los espacios” que los mencheviques y los SR conciliadores habían conquistado en los soviets. Con programa y con tácticas de unidad y enfrentamiento, para desenmascararlos y dividirlos, y permitir que las masas hicieran su propia experiencia de la justeza del programa de los bolcheviques, éstos lograron dirigirlas a la toma del poder.
Por eso en esa fenomenal lucha de tendencias y fracciones al interior, y lucha de partidos a nivel internacional y nacional, el bolchevismo forjó su teoría, su estrategia, y sus cuadros capaces de estar a la altura de las circunstancias en los momentos decisivos.
Por eso también la construcción de la IV Internacional en 1938, fue la continuidad de ese bolchevismo, que en fenomenal lucha de partidos, inclusive en guerra civil contra el stalinismo, en lucha contra el centrismo, logró mantener el legado del leninismo y el bolchevismo, y la bandera sin mácula de la teoría, el programa y la estrategia revolucionaria.
Los bolcheviques leninistas y el trotskismo en los 30 tuvieron políticas y tácticas audaces para combatirlo teórica y programáticamente: el bloque de los 4, el llamado “giro francés” para trabajar sobre los centrismos de masas que emergían. La “unidad de las filas comunistas” en España antes de 1933 y de la traición del stalinismo en Alemania.
¡Y parece mentira que a fin de siglo XX estemos discutiendo con gente que nos dice, cuando queremos discutir partido leninista y centralismo democrático, “Fracción sin programa, fracción sin programa”, “Los problemas de régimen son secundarios”! Y compañeros, nos salimos de la vaina por decirles que se están desbarrancando a una posición semimenchevique, y profundamente nacionalista. Si persisten en ello, la lucha por reconstruir la IV Internacional no será más que una letanía, como la que repetía el WRP de que para todo hacía falta la IV Internacional, que no era más que una cobertura de un centro profundamente nacional-trotskista, uno más de los que pulularon en Yalta y a partir del estallido del movimiento trotskista en 1989.
Esta continuidad de la lucha de partidos como parte inseparable de la teoría, la estrategia y del programa, es decir, como condición indispensable para derrotar a las direcciones traidoras, combatir al centrismo (al que no le gusta hablar de sí mismo) y pelear por resolver la crisis de dirección revolucionaria de la humanidad, fue totalmente rota por el trotskismo de Yalta, y hoy por los centros nacional-trotskistas que emergieron del estallido de 1989.
El trotskismo de Yalta y el que ha emergido producto del estallido en 1989, por degeneración oportunista o sectaria, todos sus centros nacional-trotskista en los distintos países y a nivel internacional, siempre se respetaban y se respetan sus “espacios”. Ayer en Yalta los caudillos de las distintas tendencias realizaban a veces acuerdos sin principios para luego romperlos, también sin principios. El ejemplo más escandaloso de esto fue el Comité Internacional de 1953, que le “respetó” el espacio al pablismo y le permitió seguir con su entrismo sui géneris a los partidos comunistas, negándose por esta vía, a utilizar las enormes fuerzas con que contaba, para derrotar al pablismo y refundar/reconstruir la IV Internacional.
El estallido de nuestro movimiento a partir de 1989, hizo que surgieran alas y partidos de todo tipo. Y a partir del ‘95, cuando comienza la tendencia a estabilizarse de los nuevos centros nacional-trotskistas en los distintos países, el centrismo trotskista sigue construyéndose respetando los espacios de cada uno. Por ejemplo, en las corrientes del centrismo inglés, esto es sintomático: para Militant, el SWP no existe, se ignoran. La LRCI, que construyó su propia internacional con “centralismo democrático”, se niega a trabajar sobre los fenómenos centristas, pues los considera cristalizados. Mientras, todos discuten como “se posicionan” para agarrarle algo al laborismo e irse para arriba.
En Francia, la LCR se construye a la vera de la “izquierda plural”, sobre los movimientos sociales y en los sectores de trabajadores de los servicios. Mientras, Lutte Ouvrière, se construye casi exclusivamente en las elecciones y en las fábricas con un trabajo subterráneo. Por su parte, el lambertismo, se construye en Forcé Ouvrière, central sindical de la que están en la directiva. Pero todos capitulan, ya sea al Partido Socialista, al Partido Comunista o a la burocracia sindical, se respetan mutuamente los “espacios” en los que capitulan. Justamente, la impotencia de los centros transitorios que han surgido, es que no se elevan a una visión y a un programa internacionalista consecuente por reconstruir la IV Internacional, y por lo tanto son incapaces de enfrentar hasta el final este panorama de “respetos mutuos” del trotskismo francés. Y de ahí su capitulación.
En Brasil, el PSTU se ha ubicado a la “izquierda” del PT, mientras en lambertismo y el mandelismo, uno desde los sindicatos de la CUT y otros como consejeros de Lula en el PT, se respetan religiosamente sus distintas formas de capitulación.
Así actúan los centristas, respetándose los espacios. Y lo mismo está pasando en nuestro país, donde el MST está en el espacio con el stalinismo, el PO en el espacio electoral cubriéndose con la consigna de la Refundación Inmediata de la IV Internacional, y el MAS intentando formar una corriente socialista propiciando la unidad de los marxistas revolucionarios.
Y el PTS, cada vez más autoproclamatorio con su “venga al PTS” y su construcción en la juventud universitaria y democrática, y ahora con su campaña del Centro León Trotsky, orientada cada vez más peligrosamente como una campaña de propaganda, se aboca, dirigido por la fracción mayoritaria, a fortalecer su propio espacio trotskista, su propio “escenario”.
El abandono de la lucha por la refundación del trotskismo argentino sobre bases principistas como parte de la lucha contra todos los centros nacional-trotskistas a nivel nacional y mundial. Su reemplazo por “Venga al PTS” que lucha por un nuevo partido revolucionario en general, más tácticas tan sólo dirigidas a “fortalecer su propio espacio”, se encamina a ser parte en nuestro país del panorama que ha emergido en el movimiento trotskista mundial que hemos descrito más arriba.
Al utilizar como maniobra de un aparato nacional el Comité de Enlace, que todavía no es tal, y tan sólo como chapa para que nuestro centro nacional se vaya para arriba, como demostramos en el capítulo 2, termina de sacarle totalmente el filo a la política ofensiva que votamos en la reunión de la FT.
Si no se lanza una política audaz desde una posición principista de unidad y enfrentamiento sobre el espacio de los demás, y nuestras tácticas son un ariete para golpear también sobre el espacio de los centristas, terminaremos siendo parte del escenario del trotskismo inglés, del trotskismo francés, del trotskismo brasilero, etc. Es decir, liquidando la lucha por reconstruir la IV Internacional expurgada de revisionistas y centristas. Es por esto que ya se “nos pasó” el acto del PO y su impostura de refundar la IV Internacional, sin que desarrolláramos una política ofensiva para desenmascararlo. Ellos siguen con su campaña, y nosotros con la nuestra: ninguna política de exigencia, de unidad enfrentamiento para desenmascararlos.
Es que sólo desde una política ofensiva nacional e internacional de feroz lucha de partidos, nuestra revista Estrategia Internacional, nuestras tácticas y nuestro programa, adquirirán un verdadero carácter internacionalista.
Queda claro compañeros que, como ya decíamos en nuestra primera plataforma como tendencia del CC, estaba planteada una nueva delimitación alrededor del punto partido. Delimitación que partiera de las conquistas de lo ya elaborado en la fase de grupo de propaganda. Pero como nuestros semi-intelectuales soberbios de la fracción mayoritaria opinaban que en una “pequeña liga marxista no se hacen tendencias y fracciones, porque tiene un programa revolucionario” y por lo tanto, no es susceptible de degenerar, se olvidaron de las paradojas internacionales y nacionales que nos moldean, y terminaron perdidos en las tácticas.
Y como todo teoricista que desliga la teoría de la estrategia, el programa y las tácticas, terminaron negándole una riquísima discusión teórica al partido, que en el punto partido intenta retomar el legado del bolchevismo y la IV Internacional en vida de Trotsky, partiendo de lo ya elaborado y conquistado por nuestra corriente, y avanzando sobre una necesaria delimitación en el punto partido, que permitiera enriquecer y profundizar, como lo estamos haciendo aquí desde la TBI en esta cuestión decisiva a fines del siglo XX.
Nosotros afirmamos desde la TBI que con esta categoría de lucha de partidos, debemos terminar de enriquecer la teoría que sobre partido escribimos en Estrategia Internacional N° 4/5, pues esta categoría nos arma para los momentos más decisivos de la estrategia soviética y también para las fases preparatorias de la misma. Y es nuestro programa, teórico y programático con el que vamos a batallar para impedir que nuestro PTS degenere en el fango autoproclamatorio de las sectas trotskistas de Yalta. Y lo hacemos como tendencia, puesto que en el régimen de consenso que hoy estalló, era imposible realizarlo hasta el final. Estas son nuestras banderas. Este es nuestro pasaporte. La fracción mayoritaria no tiene ninguno, salvo el de los bandazos empíricos y eclécticos de aprovechamiento de oportunidades de una corriente que más y más se adapta a la democracia burguesa.
7- La SR italiana: un ejemplo de centro nacional-trotskista revisionista muy ilustrado
Se puede negar la estrategia soviética y la lucha de partidos también por el lado autoproclamatorio y teoricista, como lo hace toda un ala del trotskismo post 89. Hay todo un ala del movimiento trotskista que no sueña ya con construirse como en Yalta, cediendo a tal o cual aparato con la ilusión de irse para arriba, sino que, renegando de la dictadura del proletariado, renegando del terror rojo, terminan por renunciar a la lucha por un partido leninista de combate, y se van de cabeza a una concepción socialdemócrata. Son los Aldo Casas, la SR italiana, los Garmendia sus exponentes, que con mucho nivel e ilustración, están liquidando y no dejando piedra sobre piedra de la teoría leninista de partido, entre otras cosas.
Pareciera que para nuestros catedráticos marxistas a esta ala de renegados del movimiento trotskista no hay que presentarle también una pelea encarnizada, ya que ni los mencionan entre los “botones de muestra” del editorial de la última EI.
Esta ala socialdemocratizada del movimiento trotskista termina, al igual que los nostálgicos de Yalta como LO y el PSTU, luchando por construir partidos que liquidan todas las barreras entre reformistas y revolucionarios. ¿Si no qué es la política de unidad de los marxistas revolucionarios del MAS en Argentina, o el vengan “tutti le colorí” de la SR italiana? Les recordamos a los compañeros de nuestro partido, que esta corriente socialdemocratizada, que son stalinófobos, para combatir a los stalinófilos que como Bandiera Rossa y Proposta están dentro de Rifondazione Comunista, han largado una magnífica campaña, muy justa por otra parte, de reivindicación de Pietro Tresso, que fue asesinado por el stalinismo en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, para impedir que llegara a Italia.
Esta táctica, por otro lado brillante, está puesta al servicio de fortalecer a uno de los centros nacional-trotskistas más recalcitrantes que surgiera en el post ‘89, como es la SR italiana. Que es un verdadero centro teórico nacional-trotskista italiano. Que edita una revista internacional a “tutti colorí”, de altísima calidad gráfica, que es la envidia de todo el movimiento trotskista mundial, y en la que de vez en cuando escriben y discuten con ella, el MAS argentino, la WOSA sudafricana, Socialist Action, y también escribió para ellos -¡otra buena noticia desde Londres!- la LRCI.
La SR italiana sacó una revista especial de debate sobre la cuestión de la Internacional a fin de siglo y del reagrupamiento de los revolucionarios, en la que escriben la LRCI y prácticamente la mayoría de las corrientes del movimiento trotskista.
¿Será un olvido producto del pragmatismo que nos agobia habernos olvidado de este “botón de muestra” en el editorial de nuestra última revista internacional? Qué raro, compañeros, porque ustedes habían manifestado que la campaña por la figura de León Trotsky que hacíamos en Argentina la habían sacado de la experiencia de la que alrededor de Pietro Tresso estaba haciendo la SR italiana. ¿No será que de vez en cuando por el pragmatismo, entre teoría y tácticas perdemos la estrategia, y terminamos copiando las tácticas desarticuladas del centrismo y de los centros nacional-trotskistas post ‘89?
Desde la TBI opinamos que la fracción mayoritaria encarna a una corriente que lucha por construirse como un nuevo centro nacional, que al obviar la lucha de partidos y al plantear que las discusiones de régimen y de partido son “secundarias”, como lo hace EA vergonzosamente al inicio de su artículo en LVO N° 39, como buenos empíricos y pragmáticos, terminan siempre copiando el camino de su construcción a algunos de los centros nacional-trotskistas, ya sea a LO, a la SR o al morenismo.
Este desprecio por la teoría leninista de organización, deja a nuestro partido como una hoja en la tormenta, en la lucha por reconstruir la IV Internacional. Esta cuestión es secundaria para una corriente caudillística estudiantilista, que busca construirse aprovechando las oportunidades en los “vacíos de dirección” que les brinda el putrefacto régimen semicolonial argentino.
Por eso, la mayoría en todo lo que ha escrito, siempre acusa a esta corriente socialdemócrata del movimiento trotskista, por su visión de la “globalización armónica”, por su visión de “nueva fase” del imperialismo. Pero jamás lo hace por el problema de partido. Jamás plantea que esa visión socialdemocratizada los lleva a liquidar la concepción de partido leninista; es decir, jamás les cuestiona que la concepción de partido que corresponde a esa visión es la de teoría+propaganda+tácticas, con la que se construyó la socialdemocracia a principios de siglo.
8- El vergonzoso capítulo III, hecho a la medida de... “problemas de organización” de Nahuel Moreno
El artículo de EA en LVO N° 39 comienza planteando una gravísima inexactitud, de la cual él se hará responsable ante la vanguardia y el movimiento trotskista internacional, cuando dice, por el título mismo que hay una “intensa discusión interna en el PTS”. Pues, en un mes, que era el plazo que habíamos acordado, recién ahora la TBI hace entrega de su Plataforma, mientras que la mayoría ya disparó todas sus andanadas, inventando teoría, programa y concepciones que, según ella, le corresponderían a nuestra tendencia.
Y esto lo hace como si la discusión ya hubiera terminado, haciendo en todo el artículo caracterizaciones ultimatistas, sin ningún tipo de fundamento ni citas, que nos hicieron acordar al ultimátum ridículo que lanzara contra el PTS Jorge Altamira años atrás, de “PTS: Q.E.P.D”, que bendecía la caracterización que hacía de nosotros. Desde la TBI, seguimos sosteniendo que la discusión política recién comienza.
Pero lo que más invalida dicho artículo es su comienzo. Allí plantea que la discusión comenzó “por puntos relativamente secundarios como la relación entre una serie de desviaciones políticas del partido en los dos últimos años y el régimen interno partidario...’’. Sin palabras. Para EA, el jefe de la fracción mayoritaria, los problemas de partido y su relación con las tácticas y las desviaciones, son secundarios. La fracción mayoritaria se desnuda. Para ellos la discusión de partido leninista a fin de siglo, es un problema secundario. Los problemas de régimen de partido, mucho más.
Y luego, termina esa misma cita casi como sorprendiéndose: “...rápidamente se amplió al cuestionamiento de toda la política de la organización’'. El rasgo semimenchevique y centrista de la fracción mayoritaria termina de salir a la luz hasta el final. Puesto que para los trotskistas "los problemas del régimen interior del partido, los problemas de organización y del bolchevismo, están ligados a los del programa y la táctica.” (León Trotsky, Stalin, el gran organizador de derrotas, Yunque Editora, pág. 209). Y continúa Trotsky en la misma cita, añadiendo: “Se suponía, desde el punto de vista teórico (sí, teórico, compañeros de la mayoría)... que estos principios implicaban la posibilidad absoluta del partido de discutir, de criticar, de expresar su descontento, de elegir, de destituir, al mismo tiempo que permitía una disciplina de hierro en la acción. Si se entendía por democracia la soberanía del partido por sobre todo sus organismos, el centralismo correspondía a una disciplina consciente, juiciosamente establecida, que garantizase en cierto modo la combatividad del partido”.
Para nosotros el problema de partido y de su régimen interno, es un problema clave, desde el punto de vista teórico, político y programático. Pero para una corriente como la fracción mayoritaria, este es un problema secundario, y por eso siempre termina, empíricamente, copiando del arsenal del centrismo el programa de construcción partidario y de régimen de partido.
Nosotros afirmamos que el Capítulo III es una copia de la teoría de organización de Nahuel Moreno, sobre la que escribió un folleto en julio de 1984, que se llama “Problemas de Organización”.
Veamos que dice el Capítulo III:
a) Luego de aceptar que hay una crisis de calidad de nuestra praxis revolucionaria, a firma que ésta “se pone de manifiesto en estos últimos meses en un fuerte pragmatismo, que por definición significa desarrollar lo que permite el éxito inmediato, subestimando las cuestiones más estratégicas, y en los métodos artesanales para hacer política revolucionaria”. Luego de desarrollar los distintos ejemplos de pragmatismo y tacticismo plantea que este método pragmático y los métodos artesanales son contrarios “a conquistar un verdadero carácter bolchevique de los equipos de base y de dirección del partido.
b) Que el pragmatismo está favorecido por los métodos artesanales “típicos de todo pequeño grupo, que imperan en los equipos de dirección, cuadros y militantes’’. Desde este punto de vista “no promovemos a los militantes en oficios revolucionarios de acuerdo a sus cualidades” afirmando que no hay planes científicos de división de tareas. “No hay compañeros que se desarrollen como dirigentes obreros o estudiantiles, como organizadores, como propagandistas, oradores, agitadores o publicistas. En general, todos hacen de todo”.
c) Por supuesto que todo esto está cruzado por el lamento de que los cuadros no están ubicados “como estrategas trotskistas, sino en función del éxito o el fracaso de las tácticas”. Continúa lamentándose cuando afirma que “los equipos de base no actúan como lo que verdaderamente deberían ser: el lazo orgánico del partido con sectores del movimiento obrero y de la juventud, que dan cuenta de la realidad y actúan como un corrector permanente”.
d) Luego enumera la crisis de diferentes compañeros que por causas distintas entraron en crisis, desde los compañeros del MNPTR hasta los militantes viejos que se fundieron.
e) Plantea que “hace falta una revolución en la organización del partido” que parte de: ganar para el trotskismo a los nuevos compañeros que militan en las filas del PTS. Redefinir el rol de las herramientas, como el periódico, el Centro León Trotsky, la Estrategia Internacional.
f) Plantea luego que hay que realizar una “nueva jerarquización de la estructura partidaria” donde el CC se exprese a través de instrumentos como la Estrategia Internacional, LVO, documentos y circulares; y donde los equipos, “la otra institución clave del partido”, deben discutir no sólo las lácticas sino también LVO y la Estrategia Internacional. Dice: “Es clave que los equipos se pronuncien claramente, incluso cuando sea posible levantando actas sobre los acuerdos, matices o diferencias con la política central”. Vuelve a insistir en que cada equipo debe seleccionar una o dos tácticas para aplicar en su frente, y que debe actuar como “si fuera un CC pequeño, es decir, considerándose con la responsabilidad de tomar decisiones que si no las toman ellos no las toma nadie”.
g) Plantea que es necesario formar equipos de cuadros donde estén organizados los compañeros que dirigen a los nuevos grupos de LVO y también, por supuesto, los dirigentes públicos y los compañeros que tengan responsabilidad ante la vanguardia, apostando al desarrollo de “personalidades revolucionarias”. Y por supuesto, “que en aquellas regionales que cuenten con varias decenas de militantes y varios frentes de intervención será importante el rol de las comisiones políticas regionales en el sentido de integrar las diversas actividades, no sólo a la estrategia de construcción internacional y nacional, sino a los fenómenos políticos, a la tradición y a la historia revolucionaria de la zona donde actúan. En ese sentido vemos un rol clave para asentar el partido en las regionales”.
Desde la TBI afirmamos que:
1) Semejante desviación en el régimen que describíamos en ese capítulo, no nos hizo pensar ni profundizar que el mismo era subproducto de un partido que se estaba desviando al centrismo, al aprovechamiento de oportunidades en los espacios del régimen.
Es que el régimen interno de un partido teoricista y aplicador de tácticas está lleno de pragmatismo, de movimentismo, de células muertas, de cuadros que no se ubican como estrategas, porque justamente la estrategia y el programa de acción revolucionarios son los que desaparecen, disueltos en la aplicación de tácticas que a cada paso los degradan por adaptación al régimen y por buscar éxitos inmediatos, cuando no existen procesos de radicalización ni un movimiento revolucionario proletario real.
2) Para el morenismo, como para el capítulo III, la clave de los métodos artesanales y del pragmatismo está dada porque no hay división científica de tareas, de los “oficios revolucionarios”, es decir, de propagandistas, organizadores, agitadores, publicistas, administradores, etc.
Esto es teoría morenista de organización. En ese folleto Moreno plantea que el organizador tendría que ser un gran psicólogo para detectar las cualidades de los cuadros y militantes y así poder “ubicarlos”. Moreno se animaba a escribirlo. Los representantes de la fracción mayoritaria lo decían cuando informaban en la secretaría del CC, sin animarse a escribirlo, que ellos dirigían individualmente como secretarios de organización desde su casa, discutiendo con los ejes de cada regional la ubicación de cada cuadro y militante en cada una.
El centrismo de Yalta, como la fracción mayoritaria que defiende este capítulo, confunde la ausencia de división de tareas y de funciones para la acción cotidiana en el partido revolucionario con los métodos artesanales.
Pero para el leninismo, los métodos artesanales eran el economicismo, el sindicalismo y el tacticismo, por los cuales todos los grupos marxistas rusos caían presos por la policía zarista. La clave para combatir los métodos artesanales era el trabajo legal e ilegal. Para lo cual se necesitaban militantes profesionales, que era el “oficio” central del que hablaban Lenin primero, y luego Trotsky en su lucha por construir la IV Internacional.
Solamente desde esa óptica se pueden plantear las distintas funciones y tareas, y sólo en función de ese trabajo legal e ilegal. Y parece mentira que a fines del siglo XX tengamos que estar discutiendo lo mismo que discutía el marxismo ruso a principios de siglo. Esta es la continuidad que nos impidió mantener el centrismo de Yalta con el bolchevismo y el trotskismo.
En el Plenario-Congreso quisieron respondemos que eso era para Rusia donde estaba el zarismo, y no por ejemplo, para la socialdemocracia alemana antes de la guerra cuando había legalidad plena. Parece mentira camaradas, tener que recordarles que Rusia anticipó el cambio de época, que luego en 1914 se generalizara a todo el mundo, época de crisis, guerras y revoluciones. Y justamente, por estar a contramano de ese cambio de época que se anticipaba, la socialdemocracia y sus partidos terminaron como gatitos mimosos a los pies del imperialismo en la Primera Guerra Mundial.
A estas posiciones que esbozaron algunos de los semi-intelectuales de nuestro partido, ya les ha respondido la III Internacional, que en su tercer congreso, en las Tesis sobre la estructura, los métodos y la acción de los Partidos Comunistas plantea:
“Tesis 53. Pueden producirse variaciones funcionales en la vida corriente de un Partido Comunista según las diferentes fases de la revolución. Pero en el fondo no hay diferencia esencial en la estructura que debe esforzarse por obtener un partido legal y uno ilegal. El partido debe estar organizado de manera tal que pueda adaptarse de inmediato a las modificaciones de la lucha (...) Los comunistas deben cumplir su trabajo revolucionario preparatorio en todas las situaciones y estar siempre listos para la lucha, ya que a menudo es imposible prever el cambio de los períodos de flujo y reflujo, y no podría aprovecharse esta previsión para reorganizar al partido, puesto que habitualmente el cambio es demasiado rápido y a menudo llega completamente por sorpresa”.
Y más adelante agrega, en la Tesis 54: “Los partidos legales de los países capitalistas todavía no han entendido totalmente la preparación como tarea propia frente a levantamientos revolucionarios, frente a combates amados, y en general, frente a la lucha ilegal. Demasiado a menudo se construye la organización del partido con miras a una acción legal prolongada y según las exigencias de las tareas legales cotidianas.”
3) Preparar cuadros para la construcción de un partido leninista de combate, combatiendo al pragmatismo y los métodos artesanales, significa partir de que nuestro partido vive en el mundo más absoluto del democratismo y la legalidad burguesa. Que si hubiéramos estado en el corazón de los enfrentamientos de Ushuaia, de Jujuy, de Cutral Có y de Tartagal nuestros métodos artesanales se hubieran medido en compañeros apaleados, detenidos, huyendo de sus casas sin tener donde ir, y sin posibilidad de intervenir decisivamente en esos acontecimientos con más fuerza que en el trabajo legal.
Y ahora que está de moda acusamos de revueltistas, ojalá hubieran aprendido algo, compañeros de la mayoría, de las revueltas, y de los elementos de guerra civil que se dieron en los bordes en la Argentina, durante el proceso de contraofensiva de masas. Entonces sí hubiéramos escrito, con letras bien grandes y en negrita, que la más grande desviación de nuestro partido, era la construcción de un partido en Capital y Gran Buenos Aires, ajeno a los procesos más avanzados de los combates que se dieron en nuestro país. Un partido que como tal se ha construido centralmente en diez años de democracia burguesa en nuestro país, con miras a una acción legal prolongada y según las exigencias de las tareas legales cotidianas.
Hubiéramos recordado que por este legalismo y democratismo, por responsabilidad de la dirección, sí, nuestra compañeros, y nos incluimos, en primera fila, hubo más de 140 compañeros presos fichados por el estado burgués, y hubiéramos educado al partido contra tamaño legalismo pequeñoburgués planteando que en el fondo no hay diferencia esencial en la estructura que debe esforzarse por obtener un partido legal y uno ilegal.
En los documentos que hoy avala la fracción mayoritaria, el término leninista de “conspirador” y “militantes profesionales” que combaten los métodos artesanales, no existe. Se llenan la boca hablando de “tribunos del pueblo”, dándole a este término leninista un carácter de propagandista socialista y que hoy va ya con “todo el programa a las masas”. Justamente, la definición leninista de revolucionarios profesionales es para realizar un trabajo legal e ilegal en un partido preparado para las grandes convulsiones de la época de crisis, guerras y revoluciones. Por ello, todo militante profesional es ante todo, un gran conspirador, contra el sistema establecido y contra las direcciones traidoras, verdaderas policías del estado burgués en el seno del movimiento obrero.
Por eso el leninismo no es tan sólo el partido de los esclavos insurrectos como era el heroico movimiento dirigido por Espartaco para enfrentar al esclavismo, sino el de los revolucionarios profesionales conspiradores. Esta categoría de revolucionarios profesionales conspiradores es opuesta a la noción de esclavos insurrectos, pues no todos los que hacen las insurrecciones como las miles que hubo en la historia del capitalismo, no todos los insurrectos, son parte del partido revolucionario. Por eso el bolchevismo es selección y estado mayor, es decir, un partido de revolucionarios profesionales conspiradores.
Dice Lenin en el ¿Qué Hacer?: “Hasta tal punto es el carácter conspirativo condición imprescindible de tal organización, que todas las demás condiciones (número de miembros, su selección, sus funciones, etc.) tienen que coordinarse con ella”.
Miren compañeros de la mayoría, que los que comenzaron negando este carácter leninista del partido revolucionario, los que convirtieron al leninismo y al trotskismo en un semimenchevismo en la construcción, ya se están agrupando en las filas del ala social- democratizadora del movimiento trotskista. Socialdemócratas que la única “conspiración” que ven son las que encuentran en sus “fracciones secretas”, cuando son amenazados sus pequeños o grandes aparatitos.
El bolchevismo es una SELECCIÓN. Por eso Lenin decía, contra los mencheviques, en el mismo ¿Qué Hacer?: “Es más fácil pescar a una decena de hombres inteligentes que a un centenar de imbéciles. Este axioma (que os valdrá siempre los aplausos del centenar de imbéciles) parece evidente únicamente porque, en el curso de vuestro razonamiento, habéis saltado de una cuestión a otra (...) os diré que es mucho más difícil pescar a una decena de hombres inteligentes que a un centenar de imbéciles (...) Por “hombres inteligentes” en materia de organización hay que entender tan sólo, como lo he indicado en varias ocasiones, los revolucionarios profesionales, lo mismo da que sean estudiantes u obreros los que se forjen como tales revolucionarios profesionales.” (Negritas nuestras).
¿Seremos ahora tratados de narodniki, es decir, populistas y revueltistas, ultraizquierdistas?
Compañeros, el movimentismo y el pragmatismo son la consecuencia de un partido que no se prepara científicamente con militantes profesionales para atravesarlas distintas fases que le deparan los acontecimientos. No son más que la expresión organizativa de una desviación de adaptación a la democracia burguesa.
No vamos a plantear aquí el conjunto de medidas conspirativas que nuestro partido jamás tomó, porque solamente pueden ser comprensibles para un partido que vote y haga suyas las resoluciones de la III Internacional, y enfrente las presiones del régimen democrático burgués que nos moldea. Pero aclararemos también que solamente un régimen sano, basado en el centralismo democrático que permita una selección revolucionaría de sus miembros, que le vuelva insoportable a los diletantes y charqueros la vida en nuestro partido, será una gran garantía y sentará las bases para una trabajo legal e ilegal serio de nuestra organización.
4) Ya Trotsky planteaba que el trabajo preparatorio fundamental para formar cuadros fogueados en este trabajo legal e ilegal, siguiendo la discusión de Lenin contra los ultraizquierdistas alemanes, ingleses y holandeses, era el trabajo en los sindicatos dirigidos por los guardiacárceles del estado burgués, y el trabajo en el movimiento obrero y en las fábricas donde están los ojos de los capataces y los patrones. Es decir, allí donde es imprescindible el trabajo legal e ilegal, realizado lejos de los oídos de los buchones, de la burocracia y de los gerentes, por más que afuera, y episódicamente, haya la más amplia democracia burguesa.
Pero ya sabemos que para la fracción mayoritaria, la mayor presión que tenemos para degenerar es el “obrerismo”. Esos obreros atrasados que pueden llegar a infectar e impedir nuestro giro internacionalista. ¡Como si tuviéramos muchísimos obreros sindicalistas que nos están trayendo la presión de un movimiento obrero atrasado! Cuando lo que está sucediendo es completamente al revés. El verdadero desafío de nuestro partido no es más que el de utilizar el peso parcial de nuestras distintas tácticas aisladas para concentrarlas en la realización de un trabajo obrero profundo, en las concentraciones obreras más importantes de la Argentina.
Porque lo que está planteado para corregir esta situación es ver a la lucha de clases de nuestro país como una refracción de la lucha de clases internacional, donde Indonesia, Albania, Ecuador, Brasil, y también el crac que prepara más nuevas y graves convulsiones, son un anticipo de lo que puede suceder en la Argentina, y que no son precisamente otros quince años de tranquila democracia burguesa.
Porque asimismo están planteados nuevos y más grandes saltos teóricos, programáticos y estratégicos, nuevas y más audaces tácticas, pero al servicio de lograr un asentamiento sólido de nuestro partido en lugares claves del proletariado argentino. Esto y no otra cosa significaba el alerta de Trotsky a la sección norteamericana cuando decía que “La composición de clase del partido debe corresponder a su programa de clase. O la sección americana de la IV Internacional se proletariza o dejará de existir".
Y nuestro partido ya está amenazado por ello, por estar construyéndonos durante diez años en la democracia burguesa, y por tener en nuestro seno demasiada levadura, de valiosísimos compañeros que provienen del medio estudiantil y democrático, pero que si no los educamos en este sentido, son y serán la verdadera presión para nuestra propia degeneración.
La fracción mayoritaria sigue siendo como el tero, chilla en un lado y pone los huevos en el otro: en lo que va de esta lucha fraccional, mientras chilla que el “crac cambió todo, todo”, lo único que se niegan a cambiar es el nefasto Capítulo III calcado de “Problemas de organización” de Nahuel Moreno, y toda la política ecléctica que recorre a todo el documento en sus diversos capítulos.
5) Ya demostramos en el capítulo que habla del estallido como la “fundición” de compañeros, contra lo que plantea el Capítulo III, no eran más que los primeros síntomas de un estallido en cuotas, compañeros que por derecha y por izquierda, o de forma impotente, en forma parcial, se retiraban de nuestra organización, anticipando este estallido de la máxima dirección partidaria.
Para la fracción mayoritaria, el problema eran “los métodos burocráticos de dirección”. Nuevamente una visión administrativa y demagógica, que como la acusación de “fracción secreta” hoy a la TBI, tiende a separar la política, la estrategia, el programa y las tácticas de la crisis en el régimen partidario.
Los “métodos burocráticos” (y esperemos que no nos fabriquen ningún incidente por este término, compañeros de la mayoría), fueron y son la expresión de las tendencias nacional-trotskistas y de adaptación centrista que viene arrastrando nuestro partido y que se expresaba en su régimen de consenso que ahogaba la lucha política al interior del partido.
6) Ya antes vimos como el giro autoproclamatorio sólo nos está permitiendo captar grupos de LVO que se constituyen automáticamente como el de los mejores aplicadores de las tácticas.
Pero vayamos al nudo de la relación entre Comité Central y células que plantea el capítulo III. Porque esto ya es “Problemas de Organización” de Nahuel Moreno con cuarenta grados de fiebre. Creemos que ni Moreno se hubiera animado a tanto, a tanta concepción burocrática y centrista de partido.
En relación a los grupos de LVO, herencia desarticulada de nuestra táctica de MNPTR, hoy los detractores del MNPTR la utilizan en forma centrista. Igual que Nahuel Moreno que planteaba que la clave era primero ir con el periódico, y después organizar nuevos grupos a partir de él. Para Moreno, también una de las claves de la revolución organizativa que proponía para el MAS, cuyo eje era fortalecer al MAS, era reunir estos grupos para actuar, es decir, para desarrollar tácticas. Por supuesto que por fuera de toda lucha de partidos, de toda visión estratégica, y a los que por supuesto había que hacerles propaganda. Moreno incluía en la “revolución partidaria” por supuesto también una “revolución en los cuadros” a los que los dirigentes debían “ubicar” según sus “oficios”, y llegaba a decir que “si un cuadro no rinde, no es responsabilidad suya, sino de la dirección regional que no ha sabido ubicarlo en una actividad donde rinda, ni entusiasmarlo, motivarlo para la actividad”.
Mientras para el partido leninista, es la lucha de partidos y al interior del propio partido lo que revoluciona a los cuadros y a los equipos, en un partido con alas, con tendencias, cuando existen diferencias, con comités centrales con actas para que el conjunto de los equipos puedan incidir en la política del partido, y puedan verse desde su sector y su tarea específica como parte de un todo, todo sobre el cual puede incidir, alineándose, rebelándose, criticando, poniendo la célula en contra de la dirección, etc. Todo lo demás es demagogia barata e impotencia del partido morenista.
Por eso llama la atención cuando el Capítulo III plantea en relación a los equipos que “esta es la otra institución clave del partido” y se lamenta que los equipos... por el tacticismo vienen jugando un rol secundario en la toma de decisiones sobre la política a implementar. ¡Pero cómo no van a ser equipos tacticistas si no les permitimos discutir sobre ciclo vital y su relación con el boom de la posguerra y el desarrollo de las fuerzas productivas y sobre las consecuencias programáticas a que llevó esto a todo el trotskismo de Yalta! ¡Pero cómo no van a ser equipos tacticistas si les impedimos que discutan el SITRAMF, nuestra crisis en Córdoba, la crisis de Campana y la acción del stalinismo que impidió que ese poderoso proletariado de Siderar barriera con el miguelismo y retomara hilos de continuidad con el ‘75! ¡Cómo no van a ser equipos tacticistas y despolitizados con semejante consenso en el Comité Central, que les impedía alinearse, pelear por sus posiciones en el partido!
E inclusive el terrible aislamiento internacional al que estamos sometidos es una gran presión despolitizadora que empuja al tacticismo a los equipos del partido, cuestión que no puede ser resuelta tan sólo con la propaganda de los apóstoles enviados por el centro teórico nacional de la revista internacional. Cuestión muy importante, que puede permitir elevar el nivel. Pero ya sabemos, con Trotsky y Lenin, que este no es sólo un problema pedagógico, sino que la lucha política es un verdadero motor que obliga a los militantes a elevar su nivel y a estudiar.
Pero esto no es todo. El partido autoproclamatorio le tiene preparado a los equipos del partido, una nueva y gran tarea para que no sean equipos muertos y movimentistas. En ese capítulo III vergonzoso que defiende y sigue levantando como bandera la fracción mayoritaria, y en contra del cual no ha escrito ni una sola letra (y ya pasaron más de 30 días de vuestro compromiso de hacerlo), escuchen compañeros los que dice: “A partir de aquí es clave que los equipos se pronuncien claramente, incluso cuando sea posible levantando actas, matices o diferencias con la política central. Sólo a través de este relevamiento el CC puede conocer las distintas tendencias políticas que se expresan en el partido, sobre el grado de aceptación de la política por parte de los militantes, y en caso de que haya diferencias significativas en sectores importantes del partido, convocar a Conferencias o congresos extraordinarios (aún en el caso que éstos no sean pedidos por los compañeros que sostengan diferencias)”.
Lo ponemos en negrita compañeros, porque esto sintetiza la política más escandalosamente burocrática y centrista y a su vez demagógica, de una dirección caudillística y estudiantilista y que pragmáticamente ha escrito esto que esconde sus verdaderas convicciones.
Desde la TBI afirmamos, blanco sobre negro:
a) Según el capítulo III, los equipos deben levantar actas, escribir sus diferencias y matices para que la dirección sepa cuál es el grado de aceptación de su política, y los equipos no tienen derecho a saber cuáles son las verdaderas posiciones políticas de los distintos miembros del CC, los matices de la dirección, ni conocer las actas de discusión y los fundamentos con que se toman sus resoluciones.
b) Es decir, no pueden incidir en nada, no pueden alinearse con tal o cual posición. Son equipos de aplicadores de tácticas donde pueden diferenciarse alrededor de cómo se aplica tal o cual táctica, y no alrededor de cómo se define el conjunto de la política y la estrategia del partido. Puesto que a renglón seguido dice que “cada equipo debe seleccionar una o dos tácticas para aplicar en su frente”. Y cuando hay mucha gente que se queja, el demagogo populista qué hace: llama a Conferencias o Congresos para descomprimir. Equipos así asfixiados solamente pueden provocar revoluciones culturales, igualito que en el morenismo.
c) Y después esta gente tiene la desfachatez de escribir que los equipos del partido son “la otra institución clave junto al Comité Central”, es más, exigirles que actúen “como pequeños comités centrales, es decir considerándose con la responsabilidad de tomar decisiones que si no las toman ellos no las toma nadie”. Es decir, decisiones sobre las tácticas, y no sobre el conjunto de la política nacional e internacional de partido, día a día, como debería ser en el verdadero centralismo democrático en que educaba el leninismo, que era un choque permanente entre el CC, las células y la realidad en la que estas intervenían, sobre el conjunto de la estrategia, la política, el programa y las tácticas de su partido. Solamente así habrá células vivas, y no muertas del partido movimentista y autoproclamatorio. que puedan, como dice Trotsky en Stalin, el gran organizador de derrotas, antes que los lúcidos miembros del comité central terminen de elaborar la teoría y el programa, anticipar los cambios que se puedan operar en la realidad. Esto es centralismo democrático leninista, porque sin esta acción de células activas, no habrá tribunos del pueblo. ¡Demagogos!
7) ¡Mientras tanto, el Comité Central se expresa abroquelado a través del periódico, la revista internacional y los boletines internos, sin actas, sin posiciones públicas de sus dirigentes, sin minorías y mayorías circunstanciales!
Compañeros, desde ya asumimos, y en especial el compañero HR, toda la responsabilidad que nos cabe de haber permitido esta vergüenza del capítulo III, que inficionó la conciencia colectiva de nuestro partido.
¿Saben los compañeros que en los estatutos del partido bolchevique en sus inicios, liquidados luego por el trotskismo de Yalta, figuraba que en el Congreso no sólo se votaba al Comité Central, sino al comité redactor del periódico, donde escribían los dirigentes, inclusive cobrando un salario por ello? ¿Y que la lucha que surgía, cuando había diferencias, era sobre la constitución de ese comité redactor? ¿Recuerdan, compañeros, que cuando se rompió en 1902 la socialdemocracia rusa, Martov y Vera Zazúlich se quedaron con la redacción de la Iskra? ¿Recuerdan que en 1910, Stalin que estaba en el consejo de redacción de la Pravda se negaba a publicarle los artículos de Lenin, porque éste denunciaba que Stalin capitulaba a la Duma zarista y hacía todo tipo de acuerdos con los mencheviques? ¿Y que Lenin tuvo que mandar a Sverdlov para recuperar el control de la Pravda? ¿Recuerdan cuando en plena revolución rusa, antes que llegara Lenin, con todo el prestigio que tenían como viejos bolcheviques, Kamenev y Stalin desalojaron a la redacción de la Pravda y coparon su dirección y a través de ella dieron el giro derechista de apoyar las medidas progresivas del gobierno provisional? Y los obreros de Viborg mandaban cartas diciendo “¡Abajo los canallas que escriben esa política capituladora!”.
¿Ustedes creen, compañeros de la fracción mayoritaria, que revolucionar el periódico tan sólo es cambiarle el color y la diagramación, mientras el CC se mantiene oculto tras documentos y posiciones oficiales?
Pero esta concepción de Comité Central, del rol de los dirigentes y de las células revolucionarias, significa que el “CC es todo”, “es el partido entre congreso y congreso”, como está subyacente en lo escrito en el capítulo III, y como lo han dicho y lo dicen oralmente los máximos dirigentes de la mayoría y sus cuadros.
¡Pero si contra una posición como ésta se levantaron los 46, sacando una carta en el año 1922, abriendo una gran discusión de régimen de partido, contra el stalinismo que iniciaba su proceso de giro a centrismo burocrático! ¡Si contra posiciones como ésta comenzó a forjarse el embrión de la Oposición de Izquierda! ¡Pero si justamente la ecuación del centralismo democrático define en sí misma que el CC no es todo, inclusive entre congreso y congreso!
Y esto no quita decir que el carácter de un partido está definido por el carácter de su estado mayor, si es centrista, revolucionario, contrarrevolucionario. Y en nuestro caso, por lo que defiende hoy la fracción mayoritaria, en curso de revolucionario a centrista.
8) ¡Qué distinta a cómo educaba el bolchevismo, es la concepción de la fracción mayoritaria! Porque si no es con este método leninista, que garantizaba fuertes luchas políticas a su interior y a la vez golpear en la acción como un solo puño, de qué otra forma se puede controlar a los dirigentes en un partido. Esta concepción estaba basada en lo que dijera Lenin: “El único principio de organización serio a que deben atenerse los dirigentes de nuestro movimiento tiene que ser el siguiente: la más severa discreción conspirativa, la más rigurosa selección de afiliados y la preparación de revolucionarios profesionales. Si se cuenta con estas cualidades, está asegurado algo mucho más importante que el “democratismo”, a saber: la plena y fraternal confianza mutua entre los revolucionarios”. (Lenin, ¿Qué hacer?)
Por ello, las discusiones eran durísimas y hasta violentas en el partido bolchevique, pero cuando estas se agotaban porque la vida misma daba su veredicto como criterio de verdad, esas diferencias se acababan, eran episódicas, y no quedaba resentida la confianza ente los revolucionarios. A diferencia del trotskismo de Yalta, donde por la adaptación centrista siempre quedaban grupos resentidos, caudillos con sus bases, e intereses de pequeños aparatos por sobre los intereses generales de la política revolucionaria.
¿Le ha dicho la fracción mayoritaria a las decenas y decenas de compañeros nuevos que en cada giro decisivo del partido bolchevique surgieron tendencias y fracciones, y que la dirección siempre luchaba para que éstas no se encerraran en sí mismas, produciendo rupturas innecesarias, o manteniéndose como grupos ocultos permanentes, método que continuara Trotsky en vida hasta la fundación de la IV Internacional?
Para nada educa en esto la fracción antes oculta y hoy mayoritaria del PTS. Porque en última instancia como dice Lenin, la más férrea disciplina que necesitaba el proletariado revolucionario para mantenerse en el poder después de haberlo conquistado en octubre de 1917, ¿Cómo se forjó, cómo se logró? Para éste, fue en años de lucha y de combate: “Primero, por la conciencia de clase de la vanguardia proletaria y por su fidelidad a la revolución, por su tenacidad, por su abnegación y su heroísmo. Segundo, por su capacidad de vincularse, de establecer el más estrecho contacto y si se quiere, de fundirse en cierta medida, con las más amplias masas de trabajadores, en primer término con el proletariado, pero también con las masas trabajadoras no proletarias. Tercero, por lo acertado de la dirección política que esa vanguardia ejerce, por lo acertado de su estrategia y sus tácticas políticas, siempre que las amplias masas se hayan convencido, por experiencia propia, de que son acertadas. Sin estas condiciones es imposible lograr disciplina en un partido revolucionario, verdaderamente capaz de ser el partido de la clase avanzada, cuya misión es derrocar a la burguesía y transformar a toda la sociedad. Sin estas condiciones inevitablemente se malogran todos los intentos de implantar la disciplina, y terminan en fraseología, en bufonadas. Por otra parte estas condiciones no pueden surgir de golpe. Sólo se forman mediante esfuerzos prolongados y una dura experiencia. Su formación la facilita una teoría revolucionaria acertada que a su vez no es un dogma, sino que adquiere su forma definitiva sólo en estrecha vinculación con la actividad práctica de un movimiento verdaderamente de masas y verdaderamente revolucionario”. (Lenin, El izquierdismo..., negritas nuestras).
Y cuando la tendencia del CC planteó que una de las graves crisis que estaba empujado a la degeneración de nuestro partido era que no nos habíamos fusionado con un movimiento proletario revolucionario real, nos dijeron “¡obreristas, obreristas!”.
Porque estamos convencidos que si nos hubiéramos fusionado con alas izquierdas del movimiento trotskista mundial, y con sectores radicalizados de la vanguardia en la Argentina, la fracción mayoritaria no podría estar encabezando esta reacción en toda la línea al interior del PTS. Porque a estudiantes rojos y a obreros revolucionarios de vanguardia, no se los puede organizar ni dirigir como cosas, como aplicadores de tácticas, y con organizadores mesiánicos que dirigen personalmente a través de “ejes” distribuyendo los oficios. No se los podría dirigir con comités centrales mudos. Con células muertas que no controlan a los dirigentes que a su vez dirigen las tácticas como el Ceprodh o las cátedras marxistas, y no son controlados para nada por las células revolucionarias. Donde el CC “que es todo” decide con métodos movimentistas la política y las células revolucionarias no están organizadas en fracciones en los frentes de intervención, donde se discuta y se vote toda la política como refracción de la estrategia internacional y nacional.
Ese CC “que es todo” por haber quedado aislados de un movimiento revolucionario real, y por la falta de radicalización, termina negociando con los caudillos de las tácticas, del Ceprodh y de las cátedras marxistas, trasladando el método de consenso hacia fuera.
¡Qué distinto a la educación en el bolchevismo, cuando éste durante años y años educó en que los dirigentes tenían que convencer primero a las células, y con ellas luego ir a la acción sobre la vanguardia y las masas! Hijas de esta concepción de partido fueron las células de los obreros de Viborg, educadas durante años por el bolchevismo. Hijas de esta teoría revolucionaria de partido fueron las células bolcheviques que en San Petersburgo, en 1912 dirigieron en el levantamiento del primero de mayo, con su programa, a las células mencheviques, cuando toda la dirección de esa regional estaba presa.
Dígannos compañeros, de dónde sacó este Comité Central tanta autoridad para imponer tanta disciplina que inclusive dejó afuera de los equipos del partido, antes de empezar a discutir, a una tendencia minoritaria del CC acompañada por una decena de jóvenes y obreros revolucionarios.
Otra alternativa de hierro: para el partido morenista, las células son aplicadoras de tácticas y el CC es todo... todos escondidos atrás de los documentos y de los periódicos escritos por escribas del bonapartismo elegante de su secretario general o de su equipo de consenso. Para el partido leninista, el centralismo democrático forma y educa dirigentes y personalidades con posiciones, y células revolucionarias que a través de esas posiciones y de las propias, que adquieren por su relación con la vanguardia y las masas, controlan al conjunto del partido, incluido a sus organismos dirigentes.
9) Lo único que nos podrán decir es que todo esto no se aplica a las “pequeñas ligas”. Pero da la casualidad que no somos cualquier liga, pasamos nuestra fase inicial de grupo de propaganda, y tal como plantean nuestros documentos, como partido nacional hemos quedado en una fase no deseada: ni podemos ser ya el viejo grupo de propaganda, ni podemos ser todavía, por las condiciones objetivas, un partido de vanguardia. Y la prueba de esto es que justamente es con luchas tendenciales y fracciones como estamos sacando las lecciones de nuestros fracasos en ir a la vanguardia y de nuestro aislamiento a nivel internacional. Para preparar cuadros y militantes, y un partido más asentado y con lazos con sectores de la vanguardia y de las capas avanzadas, para los próximos embates y crisis que se están preparando a fuego lento, bajo los nuevos acontecimientos revulsivos de la situación internacional.
Ante esto, desde la TBI afirmamos:
a) Que la fracción mayoritaria intenta volver hacia atrás, que es una fracción retrógrada y que como tal no puede terminar de otra manera que impulsando un partido propagandista y teoricista que se engorda liquidando el programa de acción y yendo con todo el programa a las masas. Es decir, el viejo PTS “engordado”.
b) Afirmamos que la fracción mayoritaria ve la posibilidad de construir un partido de vanguardia en una fase preparatoria evolutivamente, cuando afirma y defiende en el nefasto capítulo III “que en aquellas regionales que cuenten con decenas de militantes y varios frentes de intervención será importante el rol de las comisiones políticas regionales, en el sentido de integrar las diversas actividades, no sólo en la estrategia de construcción internacional y nacional, sino a los fenómenos políticos a la tradición y a la historia revolucionaria de la zona donde actúan. En este partido vemos un rol clave para asentar el partido en las regionales". Es decir que podemos marchar a grandes regionales, a dar saltos a construirnos a partido de vanguardia, sin fusiones, sin procesos de radicalización, sin derrota de los partidos centristas y del stalinismo, o sea, sin despeinarse el jopo.
Nosotros creemos que los rasgos de partido de acción devienen cuando el partido, aprovechando las ubicaciones que logró, las utiliza para golpear centralizadamente a nivel nacional.
c) Con Trotsky afirmamos que por degeneración sectaria, las “pequeñas ligas” pueden degenerar tanto, peor y más rápidamente que los grupos oportunistas grandes, como el grupo Qué Hacer, contra el que escribe Clase, Partido y Dirección, definiéndolo de la siguiente manera: “En París se publica un periódico Que faire? y no sé por qué motivo se considera a sí mismo marxista, aunque en realidad se mantiene dentro del marco del empirismo de los intelectuales burgueses de izquierda y de aquellos obreros aislados que han asimilado todos los vicios de los intelectuales”.
Afirmamos que todavía no somos Que faire?, pero vamos en camino de esa degeneración sectaria, si el partido no se levanta y para ya este camino al que nos está llevando la ayer fracción oculta y hoy fracción mayoritaria del PTS. La degeneración por sectarismo ha provocado cosas quizás más monstruosas en las sectas que en los grandes partidos de masas o de vanguardia que han degenerado, pues sus caudillos, justamente por tratarse de grupos chicos, no tienen ningún mecanismo de control por parte de la vanguardia o las masas, y suelen, cuando defienden el control de sus pequeños aparatos, ser más despóticos, más burocráticos y sin programa.
Por ello desde la TBI lucharemos por cambiar y mandar al cesto de basura los capítulos II y III, es decir, los documentos del consenso, y en su lugar, en base a nuestra plataforma, comenzar a sentar las bases en esta fase preparatoria, sacando lecciones de lo más avanzado que nos legaran el bolchevismo y el trotskismo, para formar cuadros y militantes revolucionarios internacionalistas que se propongan sentar las bases en Argentina de un partido leninista de combate, con un sano y verdadero centralismo democrático, en lucha contra los centristas y las direcciones traidoras, como parte del combate por refundar al trotskismo argentino en lucha por reconstruir la IV Internacional.
9- Los “35 y 35” del MAS de los 90: la otra cara de la misma moneda de los intelectuales chapa y el partido teoricista y subjetivista
Para los compañeros nuevos, queremos informarles que la fracción mayoritaria ha intentado ridiculizar la posición del compañero P. cuando éste plantea que es necesario llevar a los obreros del partido a puestos dirigentes, para que en los mismos hagan una escuela de formación política y revolucionaria. El intento de ridiculización pasa por querer comparar esta posición del compañero P. en su carta, con la política del MAS de llevar 35 obreros sindicalistas al CC, cuando este partido estallaba y entraba en crisis en los 90, para que junto con los otros 35 del aparato y del CC de ese partido, impidieran el estallido. Una política demagógica de un aparato centrista. Pues en el MAS cada caudillo regional tenía a su “delegado” o a su “caudillo obrero” al lado, que entre otras cosas lo ayudaba, cuando habían revoluciones culturales y estallidos en las regionales, a que esos dirigentes no cayeran y fueran sostenidos por esa “ala obrera”.
Esta ridiculización y falsificación burda de las posiciones de la TBI acompañó el retiro silencioso y sigiloso de En defensa del marxismo que, con bombos y platillos quería utilizar la fracción mayoritaria contra el supuesto “obrerismo” de P. y la entonces minoría del CC. Fue retirado en silencio, casi sin que nadie se diera cuenta, mientras P. insistía en su carta que a ese gran programa lo adoptaba como propio y que lo quería transformar en programa actual del partido.
Está claro que muchas veces el centrismo le toma vituallas al trotskismo para deformarlas y adaptarlas a su conveniencia, como hacía la dirección del MAS cuando buscaba soportes para que no le estallara su partido centrista entre las manos.
Desde la TBI, en toda esta plataforma hemos sostenido, que el peligro de degeneración de nuestro partido no proviene de la existencia de un ala derecha conformada por decenas y decenas de delegados sindicales y funcionarios de los sindicatos. Lamentablemente, por nuestra marginalidad en el movimiento obrero, no tenemos esta presión, salvo de forma muy reducida en compañeros que ocupan puestos sindicales en ATE y en el cuerpo de delegados de Brunelli. Pero sobran los dedos de una mano para contarlos.
La verdadera presión que tenemos es la que nos viene de los medios académicos, estudiantiles y democráticos en momentos en que no hay radicalización, ni ascenso obrero y de masas. La verdadera presión que tenemos es la descomposición del movimiento trotskista que en los ‘90 se descompuso y cristalizó en varias sectas de las que no pudimos arrastrar ninguna corriente a la izquierda, por nuestra lentitud en conquistar la teoría y el programa.
Nuestro peligro de degeneración deviene de nuestro aislamiento internacional, que ya está produciendo esta desviación teoricista y academicista de la fracción mayoritaria.
Y aunque no les guste, las presiones devienen porque no hemos logrado confluir con un movimiento proletario revolucionario real, en estos diez años que han pasado. Diez años en los que se descompuso el viejo stalinismo y el viejo centrismo de Yalta, mandando a su casa y desmoralizando a toda una generación de la vanguardia obrera. El hijo predilecto de esta desmoralización que crearon el stalinismo y el centrismo, es el Santillanismo y su CCC, que ha actuado como verdadera pata izquierda contrarrevolucionaria de la burocracia sindical traidora y del régimen.
Y un peligro más grave aún deviene de los medios académicos y pequeño burgueses de la Capital, donde la no emergencia de una izquierda burguesa en esta fase preparatoria, puede provocar, como ya lo está haciendo, que sectores de ese “vacío” burgués del régimen, se desprendan hacia nosotros justamente por el triunfo de nuestras tácticas en esos sectores.
El verdadero peligro que tenemos, después de diez años de existencia y de aislamiento, y por la configuración del movimiento trotskista internacional y nacional, es que afluyan a nuestras filas nuevos elementos intelectuales y provenientes del movimiento estudiantil, que nos empujen más y más a querer ocupar el espacio que queda a la izquierda de la centroizquierda. Y que actúen como una levadura de más que actúe sobre nuestras filas, en momentos en que en nuestro país sigue la atomización de la vanguardia y capas avanzadas del proletariado.
Camaradas, Trotsky orientó al partido norteamericano durante todos los 30, no como ustedes dicen “aportándole la dialéctica”. Nuestro maestro, ya desde principios de los 30 y hasta los 40, da con consejos primero, y luego con una pelea encarnizada, un combate para garantizar el carácter proletario y revolucionario del SWP americano.
Ya en 1933, cuando decía que había que dejar atrás el trabajo previo que había realizado la Oposición de Izquierda de carácter “preparatorio”, cuando impulsaba la lucha para dejar atrás los círculos propagandísticos e iniciar el tránsito para ser combativas organizaciones políticas del proletariado, Trotsky escribía: "Un revolucionario se forma en un clima de crítica a todo lo existente, incluida su propia organización. Sólo se puede lograr una firme disciplina por medio de la confianza consciente en la dirección. Para ganarse esta confianza son necesarias una política correcta y también una actitud honesta hacia los propios errores. De allí que el problema del régimen interno sea para nosotros extraordinariamente importante. A los obreros avanzados se les debe dar la posibilidad de participación consciente e independiente en la construcción del partido y en la dirección del conjunto de su política. Los obreros jóvenes deben contar con la posibilidad de pensar, criticar, cometer errores y corregirse...". Esto será posible, continuaba Trotsky “si nuestras organizaciones apoyándose en los firmes principios del marxismo están dispuestas a combatir irreconciliablemente aunque con métodos democráticos toda influencia oportunista, centrista y aventurera”.
En 1937, el 10 de octubre, en una carta a Cannon sobre la composición social del partido, Trotsky insistía en el peligro que significaba la demasiada levadura, más de la que el partido necesitaba. E insistía, tal cual planteamos en el capítulo 3 de nuestra Plataforma, en que “para un obrero la situación en los cuerpos dirigentes del partido es al mismo tiempo una alta escuela política”. En la misma carta, da una salida: “en vuestras filas hay un sector importante de elementos judíos no obreros. Pueden constituir una levadura muy valiosa si el partido logra sacarlos gradualmente de un medio cerrado y vincularlos a los obreros fabriles en la actividad cotidiana. Creo que esa orientación también generaría una atmósfera más sana en el partido (...) Sólo podemos sentar una norma general: el militante del partido que en tres o seis meses no gana un obrero nuevo para el partido, no es un buen militante. Si nos diéramos esa orientación general y si verificáramos los resultados prácticos semana a semana, evitaríamos un gran peligro, a saber: que los intelectuales y los trabajadores de cuello blanco suprimieran a la minoría obrera, la condenaran al silencio y transformaran al partido en un club de discusión de alto nivel, pero absolutamente inhabitable para los obreros.” (Negritas nuestras).
Es en ese mismo año, es que Trotsky le escribe a Cannon, como ya mencionáramos en el capítulo 3, una carta donde reafirma “he señalado en centenares de ocasiones que el obrero que pasa inadvertido en las condiciones normales de la vida partidaria, revela cualidades notables cuando cambia la situación, cuando se necesita un conocimiento de la vida obrera y cualidades prácticas”. Allí es donde propone nuevamente no “que vayan todos los obreros al CC” sino (y lo vamos a poner con mayúsculas para que lo entiendan de una vez) “ES ABSOLUTAMENTE NECESARIO QUE EL PRÓXIMO CONGRESO ELIJA LA MAYOR CANTIDAD POSIBLE DE OBREROS A LOS COMITÉS LOCALES Y CENTRAL.” ¿Entendieron compañeros? ¡A todos los puestos de dirección, de células, comités locales, regionales y también al CC!
E insiste este “obrerista” de Trotsky: “Al elegir a estos nuevos camaradas se corre un riesgo inevitable. Si sólo la tercera parte de los nuevos miembros obreros de los comités LOCALES Y CENTRAL demuestran estar a la altura del puesto, el resultado es excelente.” Y luego insiste, como escribiendo para la fracción mayoritaria actual del PTS: “Existe en todas las organizaciones la dificultad de que hay miembros tradicionales del comité y que las consideraciones secundarias de tipo fraccional y personal desempeñan un papel decisivamente grande en la confección de listas de candidatos. La tarea es romper con la rutina que es el comienzo del burocratismo; convencer a la organización y especialmente a su estrato dirigente (lo cual es más difícil) de que es necesario renovar sistemáticamente la composición de todos los organismos dirigentes del partido”. (Negritas nuestras).
El 8 de diciembre del mismo año, vuelve a insistir: “Cada revolucionario real que nota las equivocaciones del régimen partidista, debe primero decirse: debemos traer al partido una docena de nuevos trabajadores”.
Bien, compañeros de la mayoría. Nosotros afirmamos, lejos de 35 obreros sindicalistas al CC para salvar al aparato, impulsar a todos los puestos dirigentes al ala obrera del partido y sobre todo a la juventud obrera. Y decimos con Trotsky: ¡menos lengua y más oído!
Todos los equipos del partido que militan en el Ceprodh y en las cátedras marxistas deben, a través de estos canales que ha conquistado el partido, en los próximos seis meses, captar cada equipo una decena de obreros. Pues desde estos canales es desde donde hay más posibilidades de hacerlo, y lejos de contradecirse con los mismos, lo fortalecerán y fortalecerán su carácter revolucionario.
Es necesario concentrar fuerzas de los máximos dirigentes del CC, para profundizar trabajos profundos y pacientes en sectores claves del proletariado, para en los próximos seis meses construir nuevos círculos revolucionarios en establecimientos claves.
Es necesario convencer -y sabemos que es muy difícil hacerlo- de que debemos avanzar en colocar como dirigentes de equipos, de zonas, y también del CC, a toda una nueva camada de la minoría obrera y la juventud obrera, a los que los semi-intelectuales de nuestro partido les dicen que no sirven para nada. Y los educan de esta manera, actuando como verdadera correa de transmisión de la ideología burguesa y pequeñoburguesa de que los obreros son brutos y atrasados, y que no pueden aprender y avanzar rápidamente, no de una forma tan sólo pedagógica o con cursos y estudiando solamente, sino en la forma de utilizar los puestos dirigentes de nuestro partido como una escuela de formación revolucionaria, de formación de verdaderos tribunos del pueblo.
Esta es la verdadera fusión entre intelectuales y obreros revolucionarios en este momento en nuestro partido, cuando debemos prepararnos para dar nuevos y mayores saltos en nuestra fusión con el movimiento obrero, cuando la realidad nos de nuevas posibilidades, ante nuevos saltos de la situación mundial y nacional.
Y a diferencia de los “35 y 35”, queremos que esos obreros hagan una verdadera escuela de formación teórica y revolucionaria, que los más destacados sean parte del Comité de Redacción de la Estrategia Internacional y del LVO. Que los intelectuales tengan la paciencia de estudiar con ellos para preparar en común las cátedras marxistas, para que inclusive ellos lleguen a darlas. Porque compañeros, si conseguimos dos o tres obreros capaces de explicar la explotación capitalista y el nudo de la estrategia y la teoría revolucionarias, polemizando con los intelectuales de la universidad burguesa junto a nuestros intelectuales revolucionarios, frente a 200 o 300 estudiantes, estaremos mucho más cerca de ganar y ampliar inclusive nuestro trabajo en la juventud, y que los estudiantes que ganemos sean de mejor calidad, un millón de veces más revolucionarios.
¡Qué vergüenza, el compañero Christian Castillo, hablando ante un auditorio de compañeros nuevos y otros viejos universitarios, autocriticándose de haber sido “los talibanes del movimiento obrero en la universidad”, sin explicar esto que aquí decimos! ¡Qué vergüenza! ¡No le llegamos ni a los tobillos a la generación de los ‘70, que tenía el orgullo de llevar a los obreros avanzados a la universidad!
Los exponentes de la fracción mayoritaria hablan el lenguaje de las presiones de la centroizquierda, y no del trotskismo. Por eso, en última instancia son chapas intelectuales de un pequeño aparato de una pequeña liga marxista, que hoy son utilizados para amordazar a la minoría obrera de nuestro partido, y mantenerla en el silencio y en la despolitización. Haciéndoles creer que esto no es para ellos, que el marxismo y la ciencia de la liberación de los explotados no es para los explotados mismos.
Por eso, desde la TBI afirmamos, que las chapas intelectuales de los partidos autoproclamatorios son tan despolitizadoras y enemigas de desarrollar una intelligentzia obrera como los aparatos centristas de los partidos de luchadores, que los usan a los obreros sindicalistas que ellos mismos educan como chapas sindicales para sostener sus puestos dirigentes.
¡Ni chapas sindicales ni chapas intelectuales! ¡Por una fusión revolucionaria entre los intelectuales marxistas y la inteligencia obrera!
¡Por militantes revolucionarios profesionales, verdaderos conspiradores para subvertir el orden de explotación existente!
El PTS para su curso nacional-trotskista y autoproclamatorio o se proletariza, o degenerará irremediablemente.• |