RUSIA- 12/02/17
Putin masacró a los explotados sirios a cuenta del imperialismo
y ahora redobla su feroz ataque contra la clase obrera y los pueblos oprimidos de Rusia
“En la política y la economía mundial controlada por las potencias imperialistas, las pandillas de Moscú sólo tienen lugar para actuar como gendarmes y guardianes de los intereses del capital financiero internacional. Solo así pueden sacar su tajada de los negocios…
El más grande temor que tienen el imperialismo y las pandillas contrarrevolucionarias de Rusia, es que las masas soviéticas y revolucionarias vuelvan a tomarles el Palacio de Invierno”
Grandes son los intentos de buena parte de la izquierda traidora y del stalinismo en particular de presentar al esbirro del imperialismo Putin como un “amigo” de los explotados del mundo. Sin embargo, estas falacias distan mucho de la realidad.
Cada vez que el imperialismo solicitó sus servicios para masacrar a las masas, este asesino de la ex KGB siempre estuvo dispuesto. En Chechenia exterminó a todos los mayores de 10 años, por el “delito” de levantarse por el derecho de la autodeterminación nacional. Invadió Georgia, Osetia del Norte y del Sur; pobló de bases militares a todas las ex repúblicas soviéticas que se independizaron de Rusia como Moldavia, Osetia del Sur, Bielorrusia, Kirguistán, Armenia, Tayikistán, Azerbaiyán, Ucrania.
El imperialismo asignó a los ex burócratas stalinistas devenidos en burgueses y en gobiernos restauradores del capitalismo que jueguen el rol de disciplinar, someter y aplastar a las masas de los ex estados obreros. El rol cínico, despiadado y contrarrevolucionario de la nueva burguesía rusa, que levantó cabeza a partir de los ´90 después de la restauración capitalista, no es nuevo. Anteriormente, en los ’90, se probó en los Balcanes con la desintegración de la ex Yugoslavia, donde sostuvieron al genocida Milosevic, el presidente de la “Gran Serbia”, también del riñón de la ex burocracia. Éste fue utilizado por el imperialismo para sofocar y disciplinar todos los levantamientos por la independencia nacional de las naciones que la “Gran Serbia” oprimía y para ello masacró a las masas rebeldes de Bosnia. Cuando este carnicero de los Balcanes, luego de provocar un genocidio en Bosnia, quiso ir a por la pequeña nación de Kosovo –exterminando a las masas y provocando un éxodo de miles de explotados- intervino la OTAN para disciplinar a su perro guardián a los bombazos y para hundir en la destrucción y ahogar en un verdadero baño de sangre a las masas de la región.
Yugoslavia fue luego repartida entre las distintas potencias imperialistas. Alemania se quedó con Croacia y Eslovenia; Francia con gran parte de los negocios de Serbia; EEUU con Macedonia, Montenegro, Kosovo, Bosnia; y el FMI, como el gran acreedor de todas ellas.
La “gran Rusia” tildada de “imperialista” por los renegados del marxismo, no se quedó ni con un metro cuadrado de tierra en los Balcanes. Salvo con un “gracias por los servicios prestados” y por las dudas que se le ocurriera avanzar medio metro, el imperialismo llevó al asesino Milosevic al tribunal de La Haya donde lo juzgó y castigó como criminal de guerra.
Ese es el rol que les reserva la política y la economía mundial del imperialismo a las pandillas de Moscú. SER EL GENDARME Y MASACRAR EN TODOS LOS TERRITORIOS DE LA EX URSS, PERO NO QUEDARSE NI CON UN CENTÍMETRO DE TIERRA NI ZONAS DE INFLUENCIA. ASÍ HA SIDO Y ASÍ ES.
Así también Putin intervino como gendarme en Ucrania, posando de estar “contra el imperialismo” cuando era el sostenedor del gobierno proyanqui de Yanukovich, un oligarca socio de sus negocios que fue echado por las masas ucranianas, luego de entregar Ucrania atada de pies y manos al FMI. Allí Putin firmó con el imperialismo el pacto de Minsk con el que cercaron al Donbass revolucionario, mientras reconocía al gobierno fascista de Kiev. Está claro que lo que amenazaba al imperialismo y su guardián en la región, era la unidad de la clase obrera en Ucrania y que estalle el grito “que vuelva la URSS” de una Ucrania Soviética.
El rol de Putin como gendarme y sicario del imperialismo es ser el guardián de las transnacionales y del capital financiero en el Cáucaso, en Eurasia. Y cuando fracasó el sionismo y comenzaron las revoluciones de 2011 en Magreb y Medio Oriente y saltaron los dispositivos de control del imperialismo en la región, el imperialismo recurrió a Putin para que, desde su base militar en Tartus en Siria, sostenga a Al Assad que se caía en Damasco cercado por el avance de la revolución en aquel país en 2015. La fuerza aérea rusa, junto a Al Assad, masacró y terminó de destruir las ciudades más importantes de Siria. El carnicero Putin ya había demostrado ser un buen gendarme de las naciones musulmanas de la ex URSS, como Kazajstán, Turkmenistán, Uzbekistán, Azerbaiyán, Kirguistán, etc. con el rigor de las bayonetas, junto a las nuevas oligarquías nacionales aliadas a la burguesía “Gran Rusa”, pero todas ellas disciplinadas por los 150.000 marines que EEUU tiene en Afganistán, para controlar no sólo a ese país sino a toda la ruta del opio en la región y en particular, a las masas musulmanas.
La pandilla de Putin no solamente juega ese rol de gendarme y sicario en la región. Es que en primerísimo lugar él y su gobierno bonapartista contrarrevolucionario son los guardianes, sable en mano, de los suculentos negocios del imperialismo franco-alemán y yanqui en Rusia. Él no es más que el socio menor de las potencias imperialistas.
Y sobre todo Putin es el carcelero de la clase obrera rusa ex soviética que protagonizó una de las más grandes revoluciones de la historia en Octubre de 1917, derrotando al capitalismo. Putin por ahora es el “primer escudo de la OTAN” (aunque tenga grandes contradicciones con éste y con el imperialismo) para aplastar a las masas rusas si a éstas se les ocurre, cien años después, volver a poner en pie los soviets y los consejos de obreros, soldados y campesinos.
El imperialismo y el mismo Putin tiemblan ante esta perspectiva. Por eso inclusive el imperialismo buscará en primer lugar desarmar a su sicario de todo armamento nuclear, no por temor a Putin, que jamás disparará ni una munición de fuegos artificiales contra el imperialismo, sino por pánico a que las masas se hagan del poder y se queden con éste. El imperialismo sabe que debe controlar el aparato industrial-militar ruso de forma directa, vía patentes de las transnacionales o bien con sus generales. No vaya a ser que semejante poderío militar, insistimos, caiga en manos de un nuevo Ejército Rojo.
Putin utiliza la potencia militar heredada de la ex URSS para negociar su ubicación y parte de los negocios con el imperialismo. Pero éste a la larga e históricamente necesita desarmarlo. De eso se trata el avance de la OTAN en Ucrania y que haya regado de bases militares Lituania, Estonia, Polonia, etc.; de eso se trata el embargo de las cuentas a la oligarquía rusa y de eso se trata también de que en el reparto de Siria, como ayer en los Balcanes, Putin no se quedará ni con un metro cuadrado de territorio. El destino de la Rusia de Putin es mirarse en el espejo de los Balcanes; el de la “Gran Rusia” es el de los países que ella oprime porque así la dejará el imperialismo.
La política del imperialismo es penetrar en Rusia económica y financieramente. El Citibank, American Express, Visa, manejan el circuito bancario y financiero ruso. Mientras, la BASF alemana tiene el 50% de Gazprom, que abastece de gas a toda Europa y es una de las más grandes del mundo.
El imperialismo aprieta para colonizar más y más a Rusia, y más y más debe obligar y chantajear a la oligarquía rusa para que se rinda. Le expropió a la oligarquía rusa todos sus fondos en el exterior por 300 mil millones de dólares y aún no se los devuelve.
Mientras tanto el imperialismo usa a Putin y la oligarquía rusa como sicario y guardaespaldas, como vemos en Ucrania, Siria, y en primer lugar en Afganistán. El imperialismo yanqui sabe que si debe retirarse de Afganistán por una nueva embestida revolucionaria de las masas de la región, o bien de las masas de EEUU; tiene un perro guardián ya probado en Siria, para masacrar en Kabul.
Rusia no es más que un país capitalista en transición, dependiente de la economía, las finanzas y la política mundial del imperialismo. Éste la cerca porque más y más busca colonizarla; pero mientras tanto, insistimos, necesita a sus fuerzas contrarrevolucionarias para que mantengan a raya a todas las masas de Eurasia y de Rusia misma.
El imperialismo precisa a Putin como gendarme y sicario, como guardaespaldas; pero no como socio. EEUU, Alemania, Francia, Inglaterra a muchos de sus socios imperialistas en desgracia ya les han pisado la cabeza y obligado a arrodillarse. Sobran potencias imperialistas.
Rusia y China surgen como nuevos países capitalistas a partir de 1989, en un mundo que ya está repartido por la guerra, y con las zonas de influencia totalmente sometidas por las distintas pandillas imperialistas. Indudablemente en adelante estas contradicciones se resolverán con enormes convulsiones, revoluciones, contrarrevoluciones y guerras.
Lo mismo sucede con China. Primero Obama la cercó con un Tratado de Libre Comercio con 14 países del Pacífico, cuestión que no resultó, pues China inició una negociación y un acuerdo comercial con Europa, inclusive con una nueva infraestructura de tránsito de mercancías desde Pekín a Londres. Ahora viene Trump, quien a las patadas, con el chantaje y la amenaza de que sus transnacionales se retirarán de China y que EEUU cerrará su mercado, el más grande del mundo, para sus productos, y aumentando la productividad de la economía norteamericana, intenta hacerla rendir y ponerla de rodillas para que China le entregue las empresas estatales que dan ganancia y la mayoría de los paquetes accionarios de sus bancos.
El capital financiero internacional en bancarrota necesita controlar nuevos mercados, cada vez con menos intermediarios. En última instancia, la disputa es entre EEUU y Alemania, es decir, con la Europa de Maastricht, por ver qué potencia imperialista se queda colonizando Rusia y China. De eso se trata la guerra comercial que ha empezado.
Luego de la derrota de la revolución siria, las pandillas de Moscú profundizan un giro bonapartista y contrarrevolucionario en la Rusia misma y en las naciones que oprime a su interior
Decenas de repúblicas oprimidas no se independizaron de la “gran Rusia” en 1989 con la caída de la ex URSS y aún hoy quedan en su interior, sometidas. Luego de la derrota de la revolución siria y el fortalecimiento de las pandillas de Moscú, la opresión nacional y el régimen de terror sobre estas naciones no ha hecho más que exacerbarse.
Las crueles mentiras y engaños que esparcieron todas las direcciones traidoras del proletariado mundial asegurando que las masas sublevadas de Siria no eran más que “terroristas”, “jihadistas” y “agentes del imperialismo” liberaron las manos del fascista Al Assad y del criminal Putin para que exterminaran a más de 600 mil explotados y arrasaran con ciudades y poblados enteros, sin que las masas y el proletariado ruso se levantaran y paralizaran a la maquinaria de guerra para impedir esta carnicería.
La oligarquía “Gran Rusa” ya había probado ser experta en genocidios como en Chechenia y en Bosnia, entre otras masacres que consumó a cuenta de las potencias imperialistas.
Si Putin puede jugar este rol fue porque aún puede mantener bajo su bota y con un régimen de terror al proletariado y los explotados rusos. Este asesino a sueldo del imperialismo logró así salir victorioso y fortalecido de la masacre en Siria, y esta fortaleza la vuelca hoy para redoblar el sometimiento y la opresión contra su propio pueblo y las pequeñas naciones que oprime la “Gran Rusia”.
Está más que claro que Putin y las pandillas de Moscú pintados como “aliados de los pueblos del mundo”, como ya dijimos, jamás tiraron ni un solo tiro contra el imperialismo. Ni siquiera contra Turquía que de un bombazo bajó un avión ruso, mientras Putin miraba atónito. Ni contra los yanquis y el imperialismo europeo, que le embargaron sus cuentas y las de la oligarquía rusa. Es más, cuando Ucrania entraba en cesación de pagos, asfixiada por la deuda usurera del FMI, Putin se ofreció a otorgarle un préstamo a su amigo Yanukovich (entonces presidente), para que cumpliera con “sus obligaciones de pago”.
Insistimos: ni una sola munición ni ataques de estos genocidas y masacradores jamás fueron dirigidos contra el imperialismo; siempre contra los trabajadores y el pueblo pobre.
Putin ha demostrado ser un “valiente” carnicero contra las masas, y un faldero y mimoso perrito del imperialismo, a quien le hace todo el trabajo sucio de ahogar en sangre revoluciones por el pan.
El fortalecimiento de la burguesía rusa en Siria lo pagan también las masas rusas con más hambre, miseria y represión.
La economía rusa está padeciendo los cimbronazos de la nueva ronda del crac mundial que hizo caer los precios de los commodities y las materias primas, ficticiamente inflados. Es que más del 50% de sus ingresos provienen del saqueo de su gas y su petróleo.
Por si fuera poco, el imperialismo presiona sobre Rusia embargando a particulares y empresas por millones de dólares. De esta manera el imperialismo se asegura que su sicario Putin lleve a cabo de manera ejemplar el “trabajo sucio” que le asignaron de masacrar a la revolución siria, de actuar como gendarme en la región de Eurasia, y de someter y entregar la revolución ucraniana en el Donbass.
La respuesta de Putin ha sido descargar brutalmente los costos de la crisis sobre las masas explotadas. Entre finales de 2015 y principios de 2016, en cuestión de días el valor del rublo (moneda rusa) se devaluó en un 50%, con lo que los capitalistas se quedaron, de un solo saque con la mitad del salario de los trabajadores. Millones de rusos cayeron bajo la línea de pobreza (41% no tienen dinero suficiente siquiera para ropa y alimentos) y se profundizó la brecha económica. El nivel oficial de pobreza se sitúa en el 16%, aunque se calcula que entre el 30% y el 50% de la población rusa se encontraría en la zona de riesgo de pobreza. Solo un 1% de la población posee 71% de los activos privados.
Miles de trabajadores han perdido sus puestos de trabajo. Y los que tienen la “suerte” de tenerlo ni siquiera cobran su salario. Por ejemplo, en el Donbass ruso a más de 70 mil trabajadores los patrones no les pagan su sueldo desde hace meses y aún les deben más de 57 millones de dólares, siendo los de la manufactura y la construcción los más afectados. Tal es el caso de los mineros de KingCoal (mina de carbón) de la ciudad de Gurlovko (de la provincia de Rostov, en el Donbass ruso) que con huelgas de hambre, paros y manifestaciones se encuentran desde el año pasado reclamando sus salarios adeudados sin obtener respuestas.
Lejos de ser la “gran potencia que está desplazando a EEUU”, como afirman analistas burgueses charlatanes y sus cacatúas de izquierda, los trabajadores rusos tienen que padecer, como en Zimbabwe, uno de los países más pobres del mundo, no cobrar ni siquiera su mísero salario.
Pero ¿qué sucede si a los trabajadores se les ocurre reclamar lo que es suyo? El régimen de Putin está preparado para criminalizar, encarcelar y reprimir ferozmente a quien ose hacerlo. Una persona portando un cartel en las calles rusas puede ser penado con multas y hasta tres años de prisión; toda protesta que involucre a más de una persona debe tener autorización estableciendo multas que equivalen hasta a 2 años de sueldo, o 15 días de prisión o trabajos forzados para las manifestaciones sin el permiso de las autoridades y si se es reincidente con hasta 5 años de cárcel. ¡Son penadas inclusive las “incitaciones” al desorden convocadas desde las redes sociales! Y las guardias nacionales están pertrechadas para sofocar salvajemente cualquier manifestación.
Se profundiza el régimen de terror de la oligarquía de Moscú
Los sectores más explotados de la clase obrera viven en carne propia el régimen de terror de Putin y su clan de oligarcas. Recientemente, aprobaron una ley por la cual golpear a la mujer, a los hijos o a los padres una vez al año ya no será delito. La ley sólo castigará al agresor cuando las palizas sean recurrentes, pero la mujer deberá demostrarlo ante el tribunal porque la justicia no actuará de oficio en casos de violencia doméstica. Todos los días 36.000 mujeres y 26.000 niños rusos son objeto de violencia doméstica. Doce mil mujeres son asesinadas cada año por sus parejas: una mujer cada 40 minutos. Dos mil niños cometen suicidio al año y 10.000 huyen de sus familias. El 40% de todos los crímenes violentos, que llegaron a los tribunales en Rusia son casos de violencia doméstica. El 97% de los casos penales relacionados con la violencia doméstica en Rusia no llegan a los tribunales; las víctimas saben que ninguna “justicia” vendrá de la mano de la policía, los jueces y el estado burgués. Esta ley fue aprobada por 385 parlamentarios con 2 votos en contra.
La Duma cuenta entre sus 450 parlamentarios con 42 del Partido Comunista Ruso. Estos se opusieron a la ley, pero vergonzosamente presentaron una propuesta de no despenalizar las agresiones contra los chicos o las embarazadas. Estos “comunistas” son los más grandes sostenedores y quienes embellecen al carnicero Putin y su régimen reaccionario. Los socios del PC ruso en Europa son los que enviaron sicarios de los Partidos Comunistas europeos bajo el nombre de “brigadas internacionales antifascistas” para matar y asesinar por la espalda a todos los luchadores de la resistencia del Donbass que se negaban a acatar el Pacto de Minsk en Ucrania, que le impide a las masas del Donbass forjar la unidad con la clase obrera de Kiev y aplastar allí al fascismo. Estos mismos “internacionalistas” de los PC europeos son los que luego de aplastar y disolver desde adentro a la “Brigada Fantasma” de los mineros del Donbass, que aterrorizaba al imperialismo y al gobierno de Kiev, marcharon a rendirle honores al fascista Al Assad en Siria.
De eso se trata el rol de ese “Partido Comunista” ruso, el más grande sostenedor y socio de la oligarquía de Moscú.
No es de extrañar que esta legalización de la violencia contra la mujer sea apoyada por la reaccionaria Iglesia ortodoxa rusa a la que Putin acaba de devolverle propiedades expropiadas por el pueblo durante la revolución de Octubre.
Tampoco es de extrañar que esta ley la voten hoy quienes cometieron en la Siria rebelde el más grande femicidio de los últimos tiempos y una feroz matanza de niños; la inmensa mayoría de los mártires, así como de quienes sufren las vejaciones y violaciones de estos criminales son las mujeres y sus hijos.
Esta es la “democracia” rusa: un verdadero régimen de terror del sicario Putin y los oligarcas. Este es el “antiimperialista” Putin al que el stalinismo y los renegados del trotskismo quieren presentar como aliados de las masas: el masacrador de las masas sirias, el enterrador de la revolución ucraniana, el que aplasta con su bota a la clase obrera rusa y es el gendarme del imperialismo en Eurasia.
El Partido Comunista es el fundador de la Rusia blanca de los oligarcas. De su riñón y sus entrañas emergieron estos feroces ladrones del pueblo, los que se quedaron con las fábricas, las tierras y los rublos que pertenecen a los explotados; los más sanguinarios y represores. Hoy, el Partido Comunista se mantiene como el sostén “por izquierda” del gobierno bonapartista de Putin y es su fiel aliado en las más grandes tropelías contra la clase obrera, dentro y fuera de Rusia.
¡Que vuelva la URSS, sin burócratas stalinistas ni traidores!
Como vimos, la oligarquía de Moscú y su gobierno contrarrevolucionario de terror es el primer dispositivo del imperialismo en Eurasia para impedir que vuelva a ponerse de pie la clase obrera rusa y encabece una nueva revolución como las del siglo XX.
El imperialismo y las pandillas de la burguesía de Moscú saben que todo levantamiento serio y revolucionario de las masas rusas vuelve a plantear directamente la lucha por expropiar a los capitalistas. Éstos les prometían a las masas de los ex estados obreros con la caída de la URSS un mejor porvenir, como el de Alemania, Francia o EEUU, y han sometido a los explotados de Rusia y de toda Europa del Este a condiciones de vida como las de África, América Latina y todo el mundo semicolonial.
La burguesía sabe que la clase obrera rusa con un nuevo levantamiento revolucionario partirá de su experiencia histórica que es la de expropiar a los capitalistas, la de la revolución socialista. “Que vuelva la URSS”, la consigna de las masas ucranianas cuando entraron al combate, NO SIGNIFICA EN LO MÁS MINIMO QUE EXTRAÑAN A LA VIEJA BUROCRACIA ESTALINISTA QUE ENTREGÓ LOS ESTADOS OBREROS, SINO QUE LO QUE ANSIAN ES RECUPERAR EL TRABAJO, EL SALARIO, LA DIGNIDAD QUE HABÍAN CONQUISTADO CON LA REVOLUCION DE OCTUBRE.
En un proceso de ofensiva de masas contra las pandillas burguesas de Moscú, provenientes del stalinismo que entregó la URSS, planteará un salto en la conciencia anticapitalista de las masas rusas y se planteará como tarea inmediata la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias.
Un ascenso obrero en Rusia encendería la pradera del Este europeo saqueado por las potencias imperialistas con maquilas, con estrangulamiento financiero y con las bayonetas de la OTAN. Las pandillas de Moscú saben de esta situación y de su rol de gendarme del imperialismo en Eurasia, y lo quieren hacer valer ante las pandillas imperialistas con las que chocan y negocian sistemáticamente una porción mayor de los negocios. Eso les permite también hacer demagogia –con “manos vacías”- con las clases medias y sectores de las masas, acusando un ataque de las potencias occidentales contra Rusia, y desarrollando de esta manera un chovinismo nacionalista, de falsa defensa nacional, sobre el que se asienta para controlar “manu militari” a la clase obrera de su propio país y a las naciones que oprime dentro de Rusia.
Toda la izquierda reformista mundial, y los renegados del trotskismo, que cuando se caía la URSS estaban colgados de los faldones del stalinismo y en la misma Rusia apoyando a Gorbachov y la restauración capitalista, se hacen muy bien los distraídos y quieren ocultar la verdadera ubicación de Rusia con la restauración capitalista y que el imperialismo conquistó un nuevo gendarme contrarrevolucionario.
La izquierda socialimperialista europea como el PODEMOS, Syriza, el movimiento de “democracia real” de “ciudadanos”, hablan de democratizar Maastricht y silencian a los regímenes abiertamente contrarrevolucionarios del Este europeo y de Rusia en particular. Los demócratas socialimperialistas de la Europa de Maastricht están para cubrirle la espalda en el Este europeo a Putin, el gendarme del imperialismo, tal cual lo hicieron en Ucrania y en Siria, sosteniendo el Pacto de Minsk en el primero y los bombardeos a mansalva en el último.
Los así llamados “anticapitalistas”, los renegados del trotskismo, son unos raros “anticapitalistas” que se niegan a que las masas de Europa del Este y de Rusia vuelvan sobre sus pasos de la revolución socialista y de la expropiación de los capitalistas. Es más, todos juntos envenenan la conciencia de las masas del mundo para que repudien a las revoluciones socialistas del siglo XX e inclusive a los propios obreros soviéticos que expropiaron a los capitalistas. Son unos farsantes, sirvientes del imperialismo que quieren hacer pasar las enormes conquistas que significaron en esos países la expropiación de los capitalistas como si a éstas las hubieran conseguido la burocracia stalinista, agente del imperialismo, y no las masas revolucionarias.
Tal como decía Trotsky, la expropiación de los capitalistas es lo único que los capitalistas no pueden soportar sin guerras, contrarrevolución y por supuesto, comprando a la burocracia como agentes restauradores internos en los estados obreros.
Por eso los trotskistas que combatimos por refundar la IV Internacional, que luchamos por la revolución socialista, por la destrucción de los estados burgueses tomamos y hacemos nuestro el grito de las masas del Este europeo que comienzan a clamar “Que vuelva la URSS, sin burócratas stalinistas ni traidores que la entregaron.
¡Abajo la autocracia de Putin y su oligarquía, heredera de los traidores del Partido Comunista de Stalin, Yeltsin y Gorbachov! ¡Abajo la dictadura de Putin y su partido semifascista “Rusia Unida” sostenido por su apéndice, el Partido Comunista Ruso, el entregador de la URSS! ¡Plenos derechos de organización, de reunión, de huelga!
¡Por el derecho a la autodeterminación de las nacionalidades oprimidas por la Gran Rusia a cuenta del imperialismo!
¡Disolución de la casta de oficiales asesina, los que comandados por el imperialismo llevan a cabo el aplastamiento de los pueblos oprimidos como en Siria!
¡Hay que volver a poner de pie a la clase obrera rusa con sus sindicatos y soviets revolucionarios de obreros y soldados rojos como en la revolución de Octubre de 1917!
Para que la clase obrera coma:
¡Expropiación sin pago y bajo control obrero de todos los capitalistas, empresas y bancos imperialistas del Citibank, la BASF alemana, las empresas de alta tecnología del Sillicon Valley instaladas en Moscú! ¡Hay que recuperar, reestatizando sin pago y bajo control obrero, el gas, el petróleo y los minerales de las manos de la oligarquía rusa y las transnacionales petroleras imperialistas! ¡Incautación de todas las empresas imperialistas que han ocupado y controlan las ramas claves de producción de la industria rusa! ¡Por la reestatización y colectivización de la tierra bajo control de los trabajadores del campo y la ciudad!
¡Incautación inmediata de todos los bienes de los parásitos de la oligarquía y los banqueros rusos, que en el '89, como jefes de la camarilla stalinista del Partido Comunista, se robaron los bienes y las riquezas del pueblo y entregaron los estados obreros a Reagan, la Thatcher y el Citibank!
La consigna no es otra que “PAN TIERRA Y DESARME DE LA CONTRARREVOLUCIÓN DE LAS PANDILLAS DE MOSCÚ, LA OTAN Y DEL IMPERIALISMO”
En el centenario de la revolución de Octubre, los trabajadores están llamados a cumplir nuevamente una misión histórica: la de volver a iniciar el camino de la revolución socialista y convertirse una vez más en un bastión y la avanzada de la clase obrera europea ¡Paso a los consejos de obreros y soldados!
Hoy los trabajadores rusos tienen un rol fundamental y una tarea internacionalista de vital importancia como la tiene el proletariado de EEUU y de toda la Europa imperialista: paralizar la maquinaria de guerra de Putin, el sicario del imperialismo. ¡Fuera las bases militares y las tropas asesinas gran rusas de Siria, Ucrania y de toda Eurasia!
¡Abajo los pactos contrarrevolucionarios del imperialismo con el carnicero Putin, de masacre y sometimiento de la Ucrania y la Siria revolucionarias! ¡Crimea es para Ucrania y la resistencia del Donbass, y Tartus para las fuerzas rebeldes de la Siria martirizada!
De Portugal a las estepas rusas, una sola clase obrera, una misma revolución ¡Por los Estados Unidos Socialistas de Europa!
Eliza Funes y Nadia Briante