Rusia - 28 de marzo de 2018
Elecciones en Rusia 2018…
Con una votación del 61% del padrón electoral
Se presentaron Putin y sus 7 amigos
Una verdadera farsa y un fraude electoral escandaloso
El gendarme de los pueblos oprimidos de Eurasia y asesino de las masas sirias a cuenta del imperialismo, busca maquillar su gobierno y su régimen contrarrevolucionario
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Esto es lo que sucedió en las últimas elecciones del 18 de marzo. Se presentaron 3 candidatos provenientes de la vieja nomenclatura stalinista, hoy devenida en la fastuosa oligarquía rusa: Putin, ex jefe de la KGB, Pável Grudinin, llamado el “rey de la fresa” por sus agronegocios, por el Partido Comunista oficial (sacó el 11,77% de los votos) y Maxim Suraikin del Partido Comunista disidente (que obtuvo el 0,68%), que se quedó con una empresa de alta tecnología cuando a punta de bayoneta el stalinismo entregó la vieja URSS al imperialismo.
Putin “compitió” también “contra” la candidata de su actual partido, Rusia Unida, yendo como independiente para sacarse de encima las causas por corrupción de ese partido de corruptos y expropiadores del pueblo que vienen administrando los negocios de la oligarquía y el imperialismo en la “gran Rusia”.
No podían faltar en este fraude electoral 4 candidatos que no superaron el 0,1%, ultra-nacionalistas “gran rusos” que competían para ver quién sostenía con mayor vigor y fortaleza el sable del general Putin, el asesino de las naciones que la “gran Rusia” oprime y gendarme de la Unión Europa y los yanquis en Eurasia y Medio Oriente. |
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La hipocresía imperialista
ante la expulsión de diplomáticos rusos
El ex espía ruso Sergei Skripal fue envenenado con un agente nervioso en Londres. En respuesta, el Reino Unido de Gran Bretaña y Estados Unidos lanzaron una campaña diplomática por la cual fueron expulsados más 100 diplomáticos rusos por parte de los gobiernos de 27 países principalmente pertenecientes a la OTAN. Las potencias imperialistas llevan años aplaudiendo a Putin por la masacre que comete contra las masas sirias que se rebelaron por el pan y la libertad, pero gritan "¡un acto terrorista!” por la muerte de un solo ex agente. ¡Un inmenso acto de hipocresía! |
Al supuesto “candidato independiente”, Navalny, acusado de corrupción pero por ser un Putin crítico, se le prohibió presentarse a las elecciones. No vaya a ser que abra brechas por donde pueda colarse el odio de las masas contra este régimen de oprobio, opresión y saqueo, como ya sucediera cuando detuvieron a Navalny y miles ganaron las calles para luchar por elementales libertades democráticas en una “gran Rusia” donde está prohibido por ley no sólo hacer huelgas o luchar por cualquier derecho nacional de los pueblos oprimidos, sino que inclusive está prohibido que caminen juntas 4 personas o que una sola persona levante un cartel de crítica en una calle, cuestión penada con cárcel.
Este es el régimen infame bonapartista del asesino Putin, sostenido por el Partido de la Izquierda Europea, por todos los Partidos Comunistas de Europa y del mundo, devenidos en agentes directos del imperialismo, por los “renovadores” de Syriza y el Podemos, y camuflado por gran parte de los renegados del trotskismo que les lavan las manos manchadas de sangre de su masacre en Siria.
Con este verdadero fraude electoral, se intenta legitimar al asesino cobarde y lacayo que entregó Ucrania al FMI y a la OTAN; al que previamente, cuando estaba su socio oligarca Yanukovich como presidente de ese país, ya la habían entregado al saqueo del FMI y a una explotación feroz del movimiento obrero ucraniano que, para subsistir, más de un tercio de los trabajadores tuvieron que emigrar a trabajar como esclavos a los países de la Unión Europea.
Esta fue la farsa electoral de un régimen y un gobierno que oprimen naciones. La masacre que hoy el gobierno contrarrevolucionario puede llevar a cabo en Siria abiertamente, con la confianza del imperialismo, es porque ayer se probó masacrando a 4 millones de chechenos que se sublevaron contra la opresión “gran rusa”.
Lo que sucedió en las elecciones del 18 de marzo fue un fraude, una mentira y un engaño para sostener las bayonetas con las que la nueva oligarquía multimillonaria, ligada con miles de lazos económicos, políticos y militares al imperialismo mundial, mantiene bajo su bota al proletariado ruso para que jamás intente volver a tener la “osadía” de tomar el cielo por asalto.
Esto es así y los resultados de la misma ya estaban predichos meses antes de que estas se realicen: es que si todas las elecciones burguesas son un engaño contra los trabajadores y el pueblo pobre, porque se intenta edulcorar y encubrir a la más feroz dictadura del capital, esta elección en Rusia no transcurrió siquiera con un barniz edulcorado. Se presentó Putin con sus socios bajo un régimen de terror que ni siquiera puede permitir la más mínima libertad democrática (de allí sus formas bonapartistas) ya que por ella podrían abrirse brechas por las podrían irrumpir el odio de millones de explotados rusos y de las nacionalidades que la “gran Rusia” oprime.
Los 7 candidatos que acompañaron a Putin podrían haber sido perfectamente integrantes de una lista y una papeleta electoral común.
Putin rápidamente recibió el saludo y el reconocimiento de todos los presidentes del mundo, por supuesto en primer lugar de los países imperialistas. Su amigo Trump lo saludó en voz baja; no vaya a ser que salgan a la luz los negocios profundos que tienen y que preparan las empresas del aparato industrial-militar yanqui con Putin y su negocio de venta de armas.
El ex jefe de la KGB se jacta de haber conseguido el 76.69%, un porcentaje aún mayor que el que había obtenido en 2012 (63,60%). Bajo las condiciones de esta farsa electoral, esto no podía ser de otra manera puesto que lógicamente era el Putin auténtico el que podía recibir los votos de Putin.
Así el gobierno alemán de Merkel salió a reconocer su triunfo y felicitarlo, aunque antes ya se lehabían anticipado: el genocida Assad; el hambreador Maduro; el restaurador del capitalismo, lacayo del imperialismo yanqui y agente de la contrarrevolución en América Latina, Raúl Castro; así como también Xi Jinping, líder de los mandarines rojos, asesinos de Tiananmen, que bajo el mando de las trasnacionales y el imperialismo ya convirtieron a Beijing en la ciudad con más multimillonarios en el mundo.
Para mencionar un elemento más de este fraude y esta farsa electoral, millones de trabajadores fueron obligados a ir a votar a punta de las bayonetas de la misma Guardia Nacional que después controlaba el resultado de las urnas. Hasta el mismo Hitler envidiaría este régimen “democrático”, que mantiene todo lo de terror de la vieja KGB y de la vieja burocracia contrarrevolucionaria stalinista, y toda la inmundicia del capitalismo y la nueva oligarquía que hoy aplasta, saquea y subsume hasta la última gota de sangre de la clase obrera y las nacionalidades oprimidas.
El gobierno de los oligarcas “gran rusos” se asienta en un régimen blindado
Insistimos en cómo los 8 candidatos que se presentaron a las elecciones son todos de Putin porque están todos entrelazados con miles de negocios, robos y hurtos en la “gran Rusia”, bajo el mando de la familia de oligarcas asociados al imperialismo mundial y proveniente de la vieja nomenclatura de la ex burocracia contrarrevolucionaria stalinista que se quedaron con todas las fábricas, bancos y tierras de la ex URSS.
Todo resquicio o apertura mínimamente democrática significaría la irrupción de la clase obrera que a decir verdad, sometida a una terrible y brutal explotación, cada vez distingue más a los que se robaron abiertamente las riquezas de la ex URSS, asociados al imperialismo mundial, con cuyas empresas comparten el saqueo del gas, el petróleo, las finanzas y el aparato industrial-militar “gran ruso”.
Una oligarquía totalmente sometida e imbricada con la banca imperialista. En Frankfurt, en Londres, en Wall Street, en Chipre y en Las Bahamas está el 80% del oro, dólares y euros que se vienen robando desde el año ’89 la oligarquía “gran rusa”, heredera de la burocracia stalinista que entregó la URSS al imperialismo.
Tan imbricados están los “8 Putin” con la oligarquía que no había un solo candidato que fuera realmente “opositor” a Putin. Quien pretendía posar de opositora y canalizar el inmenso odio que las masas expresaron en masivas movilizaciones durante el 2017 (puesto que como ya dijimos, a Navalny, el burgués que cumplía ese rol y podía realmente ser la oposición ni siquiera le permitieron la candidatura) fue Ksenia Sobchak, quien obtuvo el 1.68%. Esta periodista basó su campaña electoral en el lema “contra todos”, pero esto no fue creíble. Es que ella es la hija de Anatoli Sobchak, aquel alcalde de San Petersburgo que metió a Putin en política. Su padre fue el mentor de Putin y a la vez el jefe político de Dmitri Medviédev, consultor presidencial de Gorbachov, cuando éste iniciara la entrega de la URSS al imperialismo angloyanqui de Reagan y la Thatcher a mediados de los ’80. Anatoli Sobchak fue también socio parlamentario de Yeltsin (que en 1989-1991 arrebatara el poder de la URSS en un golpe de manos palaciego) y luego presidente de la Asamblea Constituyente del '93 la cual instituyó esa cárcel para los trabajadores, campesinos pobres y nacionalidades oprimidas que es la Federación Rusa hoy.
Todos son del mismo riñón: provienen todos de la nomenclatura contrarrevolucionaria stalinista y son los que entregaron la URSS y devinieron ellos en una nueva burguesía atada con miles de negocios con el imperialismo.
Como ya hemos dicho, por si esto fuera poco, el clima en el que se desarrollaron las elecciones dista mucho de la “democracia” que los partidos comunistas y sus laderos ex trotskistas quieren pintar. Como dijimos durante el 2017 hubo masivas movilizaciones declaradas “ilegales” donde fueron apresadas y reprimidas centenares de personas. El régimen se blindó con su Guardia Nacional preparándose para cualquier levantamiento en Rusia. Es que en el “paraíso democrático de Putin” de acuerdo con el informe Credit Suisse Global Wealth Report 2016, un 1% de la población de Rusia está en posesión del 74,5% de la riqueza nacional y hay 20,3 millones de personas bajo el umbral de pobreza (el 13,9% de la población). Son personas cuyos ingresos mensuales se encuentran por debajo del mínimo para poder subsistir (actualmente corresponde a 9.889 rublos o 158 euros); miles de obreros no cobran su salario y están condenados al hambre y al endeudamiento por créditos impagables.
A este régimen abominable de sangrientos explotadores se lo quiere hacer pasar como “amigo de los pueblos” cuando son los que masacran en Siria y son los que impusieron que los mineros del Donbass en Ucrania se sometan a sus socios, los oligarcas de ese país. Así impidieron la unidad de clase obrera ucraniana para que no triunfe el grito de los mineros revolucionarios que se sublevaron clamando “¡que vuelva la URSS!”. Los grandes interesados en aplastar la revolución e incluso partir Ucrania no fueron solamente la OTAN, sino también Putin y la oligarquía rusa. Es que de triunfar el grito de “¡que vuelva la URSS!” significaría que todos ellos pierdan la cabeza como ayer le sucedió a los zares y ni hablar de las propiedades, la tierra y las empresas que le robaron a la clase obrera.
Por ello al imperialismo le es indispensable el rol que juega este régimen contrarrevolucionario y la oligarquía rusa, a quien le va la vida en mantener bajo sus botas y bayonetas a la clase obrera rusa y de todos los pueblos que oprimen. Esta es la base material de este sicario que hoy masacra abiertamente a las masas en Siria.
Como planteamos en el adelanto del libro Ucrania en guerra civil, este gendarme contrarrevolucionario cuida muy bien de las armas nucleares y del aparato industrial-militar ruso, heredado de la URSS, para que éstos no caigan a manos de embestidas revolucionarias de las masas.
Mientras tanto, el imperialismo en bancarrota en medio de la guerra comercial abierta entre las distintas pandillas imperialistas como la UE, Japón, Inglaterra y EEUU que está a la ofensiva, amenaza más y más con tirarle toda su crisis a la Rusia de Putin. Quedarse directamente con el negocio del petróleo, del gas y de su aparato industrial-militar es un tesoro preciado que las pandillas imperialistas quieren para sí sin intermediarios y que ya se están disputando abiertamente, como también desarrollamos en el adelanto del libro.
El imperialismo, que mandó a Al Assad y a Putin a hacer el “trabajo sucio” de masacrar en Siria, sabe perfectamente que Rusia está carcomida por una enorme fuga de capitales y por enormes gastos del aparato del estado, que se han agudizado aún más por los gastos de la guerra en Siria, más allá de los negocios que Putin espera hacer con la venta de armas. La devaluación del rublo y la enorme parte de las ganancias que se lleva el imperialismo del petróleo y el gas, donde sus empresas son socias en el saqueo de Rusia, empujan más y más a un freno en el crecimiento económico y preparan nuevos saltos en la crisis rusa, que se expresa en un enorme déficit y crisis de pago del estado. Centenares y miles de empresas, amigas de Putin y de su banda, son sostenidas ficticiamente por el estado, que amenaza con entrar en bancarrota. El atraso en el pago de los trabajadores de la salud, la educación y de los servicios públicos llega a ser de un año y en el mejor de los casos, los pagan en cuotas.
El gobierno de Putin espera conseguir un respiro para profundizar su ofensiva contra las masas. Es un bonapartismo de “manos vacías”. El combate por la tierra y el pan son nuevamente el motor de lucha de la clase obrera rusa. Cuando estas salen a las calles a luchar “contra la corrupción” están enfrentando justamente esto: el enorme robo que las pandillas de la ex burocracia stalinista hicieron contra el pueblo, quedándose con todas las empresas y las tierras, ya sea bajo la órbita estatal (administrando los negocios) o privada, rellenando sus bolsillos con el robo al pueblo. Todo trabajador y explotado ruso sabe que estas enormes riquezas de los oligarcas no las hicieron “trabajando” ni mucho menos, sino cuando se repartieron como hienas los bienes del estado soviético mientras entregaban la URSS al imperialismo. Por eso toda lucha contra la “corrupción” en los ex estados obreros es distinta a lo que puede ser en cualquier otro país del mundo: es una lucha contra los traidores del PC devenidos en oligarcas y su régimen restaurador.
El fraude y la estafa electoral no fue más que una cortina de humo que rápidamente se disipa. Como vimos en los últimos meses, previos a las elecciones, el opositor Navalny convocaba al boicot a las elecciones. En cada mitin o encuentro la represión se hacía sentir y hubo 240 detenidos. Incluso condenaron a 25 días de prisión a uno de los manifestantes contra Medvedev (primer ministro ruso) por haber mostrado un pato de goma por la ventana (en alusión al jardín que Medvedev posee en una sus mansiones donde tiene un lago repleto de patos). Otro manifestante fue condenado también por haber participado en una asamblea pública… y los casos se multiplican. Ser opositor al régimen en Rusia significa la persecución y la cárcel.
Es que más y más Putin se muestra vencedor masacrando a cuenta del imperialismo a las masas sirias, a los niños y mujeres que aún subsisten en la resistencia, asediados por las bombas del régimen del perro Bashar y su amigo Putin; más y más se bonapartizó el régimen al interior de Rusia y de las naciones que esta oprime; y más las potencias imperialistas aprietan y extorsionan a Putin para que siga cumpliendo todo su rol de gendarme. Así es que con la excusa del caso del envenenamiento del ex espía Sergei Skripal en Inglaterra, EEUU y otros 20 países han expulsado a un centenar de diplomáticos rusos, entre ellos Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, España, etc. Y todos le siguen reclamando la devolución de Crimea y mantienen el embargo de las cuentas de los magnates rusos. Más y más el imperialismo acorrala a Putin, más y más debe este cumplir su rol de gendarme y asesino de Eurasia, y más y más ataca a su propio pueblo.
¡Vaya hipocresía la del imperialismo! Desde Londres, Frankfurt y Washington lloran la muerte de un ex espía de Putin, mientras aplauden y pactan con éste la masacre y el genocidio en Siria.
¡Fuera Putin, represor de los trabajadores en Rusia y masacrador y gendarme a cuenta del imperialismo en Eurasia!
¡Abajo los pactos contrarrevolucionarios de Ginebra, Astana y Minsk, con los que las potencias imperialistas, Putin y las burguesías nativas ahogan en sangre la revolución siria y ucraniana! ¡Fuera Al Assad, Rusia, Turquía, EEUU y todas las tropas invasoras de Siria! ¡Fuera Putin de Crimea; Crimea es de Ucrania!
Los trabajadores y explotados rusos son los que pueden mover a Rusia de sus cimientos y conquistar todas sus demandas retomando el grito de guerra de los trabajadores del Donbass ucraniano: ¡Que vuelva la URSS sin burócratas stalinistas ni entregadores del socialismo!
¡Por el derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas por la “gran Rusia”!
¡Paso a los consejos de obreros y de soldados! ¡Por la incautación y nacionalización sin pago de todos los bienes, empresas y tierras robadas por Putin, su pandilla y toda la ex burocracia stalinista contrarrevolucionaria a los trabajadores!
¡Por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias en todos los ex estados obreros!
¡Por los Estados Unidos Socialistas de Europa desde Portugal hasta las estepas rusas!
Nadia Briante y Eliza Funes