Polikastro, norte de Grecia, es uno de los últimos pueblos antes de cruzar la frontera con Macedonia.
En la calle, a pesar del calor intenso, se ven deambulando muchos de los refugiados. En los restaurantes a la hora de comer la ciudad cambia y los llamados “voluntarios internacionales” llegan para buscar algo para comer. Estos son de diferentes ONGs o proyectos humanitarios.
Les pregunto a ellos cómo llegar al campo denominado Eco Station, cuyo nombre es dado porque está en una estación de servicio a las afueras de la ciudad, a unos 3 ó 4 kilómetros.
Me dicen que no hay transporte público, que ellos van a ir mas tarde para repartir unas viandas, pero que si quería ir ahora me recomendaban empezar a caminar y en el camino hacer dedo. Me advierten que desde el desalojo de Idomeni había mucha policía y fuerzas armadas.
Empiezo a caminar y luego hago dedo. Uno de los “voluntarios internacionales” me lleva hasta allí. En el corto viaje me cuenta que en este campo hay cerca de 1.700-1.800 personas. Y que las diferentes ONGs y los voluntarios se organizan en este campo para cocinar, para que haya visitas periódicas a los doctores, para enseñarle inglés a los niños y cosas por el estilo.
Desde las afueras se pueden ver todas las carpas. Todo el terreno donde se encuentran las carpas está alambrado. Cuando entro lo primero que me dice una mujer es: “Yo agradezco lo que hacen, pero no queremos que nos traigan cosas, queremos una vida. Queremos salir de acá”. Sigo caminando y muchos chicos se acercan para jugar. Te abrazan y te preguntan de dónde sos; ellos te cuentan de donde son y sus nombres.
Luego habló con una joven de 23 años. Ella es siria, de la ciudad de Aleppo. Hace tres meses que está aquí. Me cuenta algunas de las historias no sólo de ella sino de muchos de ellos, de cómo entraron al país, las dificultades que tuvieron que pasar tanto en Turquía como en Grecia, las condiciones del campo… De repente me dice: “¿Ves esa niña? Ella está sola aquí. Te imaginas lo que es vivir en estas carpas, con el frío o con el calor, y no tener ni a tus padres, ni a tus hermanos. Hay muchos niños como ella”. Era una niña que no superaba los 10 años. Con una sonrisa estaba jugando con otros niños.
Acompañada por la joven siria, caminamos por el campo. Visitamos a una de sus amigas, unas carpas arriba. Era una familia kurda que estaba haciendo una especie de empanadas típicas kurdas. Nos quedamos en la carpa mientras dos de las mujeres amasaban y me contaban cómo habían conseguido el queso. Quieren compartir conmigo una de las empanadas. Una de las mujeres insiste y me dice “¿Has comido alguna vez comida kurda?”. Ante mi respuesta, que fue no, me dice “Debes probar. Verán como con tan poco hago maravillas”. Todas nos reímos y pruebo una de esas deliciosas empanadas fritas.
Pasamos la tarde caminando por el campo. Me mostraron la cocina comunitaria que hay, es decir la que organiza una ONG y que reparte en vasos descartables ya sea con yogurt salado (comida típico en Medio Oriente), alguna sopa o algún guiso y un pan. Al lado están los baños químicos, que nunca alcanzan para la cantidad de personas que hay. Muchos se han puesto una mesita fuera de su carpa y venden cigarrillos. Otros preparan pan sirio o hacen ollas con los tradicionales “niños envueltos” pero no con hoja de parra sino con otro tipo. Hay algunos que también han hecho una pequeña huerta.
Mientras estuve en el campo, me cuentan que está el rumor de que también quieren desalojar este campo. Muchos saben que después de haber desalojado Idomeni y haber dispersado sus fuerzas, al gobierno de Syriza le será más fácil desalojar Eko Station. También, el gobierno mandó a su gente para que todos los refugiados se registren, con la excusa de que sólo los que vivan en la tierra griega (no los que vivan en las islas) y estén registrados podrán pedir asilo y el gobierno verá caso por caso.
Acá empiezan las mentiras. Por un lado la UE envía a su verdugo Syriza para expulsar a los refugiados, ya sea primero poniéndolos en campos de concentración o registrándolos para luego expulsarlos a Turquía. La vida de los refugiados a nadie le importa. Ni a Syriza ni a la Merkel ni a ningún gobierno de la UE.
Pero la sorpresa mayor fue no encontrar a ninguna organización obrera, ningún sindicato ni de Grecia ni de ningún lado. Salvo por los jóvenes voluntarios, no hay nadie en el campo. Desde las direcciones de estas organizaciones no han llamado hacer ninguna acción por los refugiados; no están día a día peleando para que los refugiados tengan las demandas por las que ellos pelean. Por supuesto, para estas organizaciones los refugiados no son parte de la clase obrera europea, no son sus hermanos de clase. Y por eso este último 8 de mayo cuando los sindicatos griegos llamaron hacer una acción en contra del incremento de edad jubilatoria no levantaron las demandas de los refugiados.
Por su lado las ONG, mientras sus voluntarios hacen caridad, cobran miles de dólares que les da la UE para que éstas contraten voluntarios no pagos o por un salario miserable para que hagan parte del trabajo que le corresponde al gobierno.
Así se impuso un aislamiento absoluto, con el verdugo de Syriza –pasando el ataque a la clase obrera griega y expulsando a los refugiados-, con las direcciones sindicales y de las organizaciones obreras como es el PC que NUNCA llamaron a una acción unificada y a nivel internacional apoyan al genocida de Al Assad.
Hay algo que es muy claro, los explotados europeos llenaron con solidaridad activa a los refugiados que huían de guerras y países saqueados y llevados a la barbarie por los países imperialistas. Los explotados europeos junto con los refugiados tendieron a la unidad y coordinación en marchas en toda Europa. El que no permitió que esta se desarrollara fueron las direcciones del movimiento obrero y organismos de los explotados –como la izquierda reformista, direcciones de los colectivos anarquistas y mismo el PC-, teniendo políticas divisionistas, apoyando a los verdugos de la clase obrera como es Al Assad o el mismo Syriza, y sin llamar que los refugiados sean parte de la CLASE OBRERA EUROPEA y que por ello había que pelear unificadamente.
Hoy la clase obrera francesa y su juventud, siguiendo los pasos del Mayo del 68 dan aire fresco para las fuerzas de los explotados de Grecia se unifique y coordine contra un mismo enemigo que es Syriza, la Troika de la Merkel y la UE y todos los banqueros.
Pamela Parson,
corresponsal de la Editorial Socialista Rudolph Klement |
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Mapa de los 3 campos abiertos
Estación de BP
Eko Station desde afuera
Interior de Eko Station
Baños dentro de Eko Station
Carpa de comida dentro de Eko Station
Fila para comida en Eko Station
Haciendo pan dentro de Eko Station
Huerto en Eko Station
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