Puerto Pireos es impactante: barcos que son mil veces más grandes que uno, camiones de carga que salen y entran y también barcos que salen para las diferentes islas. Estamos en temporada “turística” así que no están sólo los barcos de carga sino los que te llevan a las diferentes islas. Caminas unos 10 minutos dentro del puerto, hasta llegar a las puertas E1 y E2 y allí se pueden ver todas las carpas. En este sitio, llegaron a haber más de 5.000 refugiados. Hoy quedan cerca de 1.000 personas.
No hay otra palabra para explicar esta situación que desesperación y frustración, viviendo en carpas, estando sobrepoblados y esperando poder entrar. Los refugiados se organizan con lo que pueden. La falta de agua y comida se hacen sentir todos los días, todos los minutos. Hay que recordar que ya el gobierno para desalojar el puerto había prohibido a la mayoría de las ONGs quedarse y son los oficiales del gobierno de Syriza quienes distribuyen las viandas, las cuales estaban en mal estado y muchos de los refugiados tuvieron que ser hospitalizados.
En el puerto vamos a visitar a unos amigos de un compañero que es refugiado pero vive en la ciudad, así que él me ayuda con la traducción. Nos presentamos e inmediatamente nos hacen pasar a la carpa. Charlamos y un compañero nos cuenta cómo a su hija la tuvieron que llevar corriendo al hospital porque había sido intoxicada con la comida. Nos cuenta que los de Médicos sin Fronteras al principio no la querían atender, pero que por suerte ella estaba acompañada de dos amigas –una griega y otra “internacional”- que les exigieron que llamen a la ambulancia y la llevaron al hospital. “Acá sino es casi imposible que los médicos nos respeten y nos traten como es debido”.
Llega una amiga que sólo deseaba que todo esto se termine. Estaba enojada, con rabia diciendo que está harta de que a ningún gobierno (de la UE) le importe; que los están dejando morir. “Estamos en Ramadán, es una fecha sagrada para nosotros y nos están llevando a campos cerrados, donde no les importa si nuestras familias son separadas o si tenemos una hija o familiar en algún lugar de Europa. Quiero reunirme con mi familia y nos tienen así”.
El gobierno de Tsipras, ese verdugo de la UE, mandó a sus hombres a los campamentos a decir que se registren, que vayan a los campos militares, que son verdaderos campos de concentración. Los que viven en campos abiertos no quieren ir a los campos militares, pero la posibilidad de registrarse por fuera de esos campos es casi imposible. Los muy cínicos dieron un teléfono de Skype para llamar. Esta mujer me dice: “Estamos todos acá todo el día llamando a este número de Skype. Por ahora nadie ha conseguido comunicarse y obtener una cita. Yo a un campo militar no voy, eso es vivir peor de lo que estamos aquí. Que vayan ellos a vivir allí “.
Sigo caminando y me presentan a una familia siria de Deraa. El matrimonio habla español. Me cuentan su historia, sobre su hermano preso, sobre su otro hermano que fue asesinado por francotiradores, su sobrino de 11 años asesinado por los bombardeos. Tuvieron que salir de Daara y mudarse a otro pueblo, y cuando el bombardeo era ya inminente salieron para Europa. “Mi hija y mi hijo salieron hace 6 meses. Ellos están en Alemania. Ellos me convencieron a dejar Siria. La muerte de mi sobrino fue lo que nos llevó a escapar. Yo tengo un hijo de 12 años, no lo podría soportar. Vendimos todas las cosas y nos fuimos. Yo no me quería ir de Siria, pero por mis hijos lo estoy haciendo”. Ella vino para Grecia con la familia de su cuñado y la de ella. En Siria dejó a su mamá y a la familia de su hermano encarcelado, de quien hace ya cerca de tres años que no saben nada.Me muestra fotos de la comida típica siria. Nos deleitamos con la idea de comer un knafi (postre árabe típico). Me muestra la foto de su hermano preso junto a su hijo de menos de 2 años.
Yo le cuento que soy de la Editorial Socialista Rudolph Klement y acerc de la campaña internacional que hemos llevado adelante con otras organizaciones por la revolución siria y la lucha por la libertad de los presos políticos del mundo. Le muestro y le dejo algunos de los materiales sobre Siria, sobre Europa y el DVD que sacamos sobre Siria. Le prometí que volvería y le traería una copia del libro Siria bajo Fuego si a ella le interesaba. Me dijo que por supuesto, que nos esperaba.
Me alejo de ese campo, de esas carpas, alzo mi vista y frente del puerto, del otro lado de la costa, se ven casas prácticamente de lujo. Es una de las zonas más caras de Atenas, me dice mi compañero.
No hay palabras, no hay consuelo. La única solución para los refugiados es sólo posible si su causa es tomada por todas las organizaciones obreras y de lucha de Grecia y Europa. Las direcciones de estas organizaciones tienen una gran responsabilidad y no hay tiempo que perder. La apertura de las fronteras, que todos tengan papeles y una vida digna se soluciona con la clase obrera, la juventud y los explotados poniéndose de pie y peleando por estas demandas, por parar los ataques que le quiere imponer la burguesía a su propio proletariado y para que al interior de Siria el perro Assad y Putin paren de bombardear a la resistencia y las masas sirias puedan triunfar.
Pamela Parson,
corresponsal de la Editorial Socialista Rudolph Klement |
|
Carpas bajo el puente
Carpas en puerto Pireos
Comida dentro de las carpas
Campo del puerto
|