Las mujeres trabajadoras iraquíes,
vanguardia de la revolución
Desde octubre pasado, como parte de la cadena de revoluciones que sacude Oriente Medio desde el año 2011, las masas iraquíes tomaron las calles para luchar por una vida digna, enfrentando el saqueo de las petroleras imperialistas y su protectorado. La revolución que se está desarrollando en Irak es por trabajo, por agua potable, por electricidad por cuestiones básicas que no existen en el país que es el tercer exportador de petróleo del mundo. Son EEUU y sus transnacionales, con sus títeres locales del gobierno iraquí, los responsables de esta situación de las masas y ellas lo saben.
Luego de cuatro meses la represión por parte del gobierno del protectorado iraquí no ha cesado, se ha hecho más cruel todavía, son miles los y las asesinadas y otros miles las y los presos políticos. El grito que, como un eco, se repite desde el año 2011 en Oriente Medio es el mismo: “¡El pueblo quiere la caída del régimen!”, se gritó primero en Túnez, Egipto, Bahréin, continuó en Libia, Siria y Yemen, se siguió repitiendo en Sudán, Argelia y hoy se siente como un grito atronador en Irak e Irán.
Las mujeres trabajadoras han jugado un rol fundamental en esta cadena de revoluciones, al frente de las manifestaciones, en la retaguardia colaborando con los que pelean, manifestándose por la libertad de sus compañeros en las puertas de las cárceles, y de miles de formas más.
Las heroicas mujeres que desde un principio ocupan la Plaza Tahrir han estado entre las primeras en ser atacadas, ya que hombres armados de la milicia asesinaron a la activista civil Sarah Talib con su esposo, Adel Hussein, en su hogar en Basora después de regresar de las manifestaciones. Luego, la activista y paramédica Saba al-Mahdawi fue secuestrada después de su regreso de la plaza Tahrir en Bagdad y torturada antes de su liberación unas semanas después. La activista Mary Mohamed, que fue liberada unos días después, fue secuestrada, lo que provocó el asesinato de la joven de 19 años, Zahra Ali, después de una brutal tortura y el vertido de su cadáver en el camino como castigo hacia su padre pro revolucionario que la acompañaba a la plaza Tahrir en Bagdad. Hasta la última masacre llevada a cabo por la milicia contra los manifestantes en el área de Al-Sank.
Ellas salieron con más fuerza que nunca a la calle encabezando una multitudinaria manifestación que se llamó “La marcha del millón de mujeres”. El 13 de febrero, jueves, cientos de miles de mujeres iraquíes de todo el país participaron en manifestaciones de protesta contra la violencia y los asesinatos dirigidos contra manifestantes antigubernamentales por las fuerzas de seguridad del gobierno y las milicias armadas. Las mujeres también exigieron la igualdad, afirmando su derecho a protestar junto a los hombres iraquíes luego de un absurdo dictamen del prominente clérigo chií iraquí Muqtada al-Sadr que pidió que las mujeres y los hombres fueran segregados en las protestas por motivos de género. Justo antes de que comenzaran las protestas del jueves, los clérigos acusaron a los manifestantes de estar "llenos de desnudos, promiscuidad, borrachera, inmoralidad, libertinaje... y no creyentes". Es por eso que al llegar a la Plaza Tharir, en el túnel que se ha convertido en una galería de arte de murales revolucionarios puede leerse: "Las mujeres de la Revolución de Octubre son revolucionarias y no prostitutas".
Las protestas se desarrollaron en varias ciudades iraquíes importantes como Bagdad, Basora, Nasiriya, Najaf y Karbala, entre otras. Las mujeres, rodeadas por un cordón de sus compañeros para protegerlas de la represión, sostenían pancartas y carteles escritos en inglés y árabe que decían "Separar la religión y el estado es mucho mejor que separar a los hombres y mujeres", "revuelta, resistencia y sonrisa porque ustedes son la nación, la revolución la completarán ustedes". Otras ondeaban a bandera iraquí, cantando consignas como "detener la discriminación contra las mujeres", "acabar con la segregación de género", "las mujeres son revolución, no genitales" y "Libertad, revolución, feminismo".
La mujer iraquí ha tenido un rol fundamental durante años. Las guerras, asesinatos y secuestros de los sucesivos regímenes en Iraq dejaron a muchísimas familias monoparentales, en las que la madre es la que actúa de educadora y es la única fuente de ingresos. Este es el motivo por el cual las mujeres y especialmente las madres, juegan un papel central en la vida de la mayoría de aquellos que han salido a manifestarse, y son el símbolo más importante de la revolución. Los clérigos volvieron a tratar a las mujeres como inferiores luego que ellas llenaran el gran vacío productivo y educativo durante la guerra. Sin las mujeres trabajadoras, las fábricas, los laboratorios, las granjas y las instituciones no habrían continuado funcionando.
Fueron las mujeres trabajadoras quienes encabezaron la campaña contra la aprobación de la Ley del Estado Personal de Jaafari en 2014 que intentó legalizar el matrimonio de menores, ellas también estuvieron a la vanguardia de las manifestaciones que pedían el empleo de titulares de grados superiores, que también fueron objeto de violencia por parte del gobierno iraquí.
Hoy, en la actual revolución iraquí, ellas son la vanguardia. Esas mujeres que durante años sufrieron el maltrato de las instituciones, la triple explotación y el machismo son hoy las que encabezan la lucha. Son las primeras en ir a las zonas más peligrosas de enfrentamientos para eliminar y extinguir los botes de gas lacrimógeno, como en el túnel de la Plaza Tahrir, o para ayudar a los heridos, ya sea en el puente Al-Ahrar o al-Sink o debajo del puente y sobre sus altas columnas y en el acantilado del río Tigris.
Las estudiantes también se convirtieron en un símbolo de la revolución y desafiaron a la autoridad, cuando muchos estudiantes en diferentes gobernaciones declararon una huelga y salieron en manifestaciones lanzadas desde sus escuelas preparatorias a pesar de la represión policial y las amenazas del Ministerio de Educación.
Las mujeres iraquíes son un gran ejemplo de lucha y heroicidad que todo el movimiento feminista debería seguir. Ellas, las mujeres revolucionarias son una fuente inagotable de fuerzas. Su pelea contra el imperialismo, el régimen del protectorado, la explotación, el machismo y por la separación de la religión del estado, es bandera de la revolución iraquí hoy.
La revolución que está nuevamente de pie en Oriente Medio, cuenta con la mujer trabajadora como parte fundamental de sus filas.
Junto a ellas gritamos de Irak a Palestina, desde Siria a Irán, de Sudán a Argelia y en todo Oriente Medio:
“¡EL PUEBLO QUIERE LA CAÍDA DEL RÉGIMEN!”
¡Por el triunfo de la revolución!
¡Para que la clase obrera viva, el imperialismo debe morir!
¡Paso a la mujer trabajadora!
Democracia Obrera – Estado Español |
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Un mural en el túnel de Tahrir, Bagdad
Un mural en el túnel de Tahrir, Bagdad
Un mural en el túnel de Tahrir, Bagdad
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