Las masas comienzan una nueva oleada de movilizaciones
Una grandiosa revolución continúa
A pesar de la represión, bandas fascistas que intentan desalojarlos y engaños de “nuevos gobiernos” títeres de los yanquis, la crisis política se profundiza y el imperialismo busca reciclar al PC para imponer un nuevo desvio
Enormes marchas de masas se siguen desarrollando en casi todas las ciudades de Irak, como Nasiriya, Basora, Najaf, Babilonia, Kirkuk y Bagdad. En esta última, la capital, las masas siguen ocupando la Plaza Tahrir, rodeando la “zona verde”, donde se encuentran los edificios del gobierno y embajadas. Van 5 meses de una grandiosa revolución donde las masas no abandonan las calles.
La revolución se puso de pie en octubre de 2019, como parte de una nueva oleada revolucionaria que sacudió nuevamente Medio Oriente. Ante la falta de servicios básicos como agua y electricidad, la enorme desocupación y la miseria ya insostenible, las masas ganaron las calles de forma generalizada en todo Irak. Todos los explotados, unificándose chiitas y sunnitas, arremetieron contra el gobierno de todas las fracciones burguesas, contra el régimen de protectorado yanqui, y contra todas las fuerzas ocupantes, como las bandas paramilitares iraníes o el ejército norteamericano.
La revolución iraquí hizo volar por los aires los mecanismos de control, opresión y represión que ejercían las burguesías chiitas y sunitas sobre su propio sector. Fueron acciones independientes de las masas que hicieron que cada sector burgués (sea chiita o sunnita) perdiera casi por completo su influencia y control sobre las masas que controlaba.
Durante estos meses, las masas llegaron a prender fuego el consulado iraní (demostrando su descontento con la teocracia de ese país que sostenía las bandas paramilitares garantes del “orden” en el gobierno del protectorado), ocuparon pozos de petróleo, bloquearon el transporte del mismo cortando los accesos a ciudades y zonas petroleras...Pero sobre todo, con sus acciones, las masas derrocaron al gobierno. Cayó el primer ministro Abd el Mahdi a fines de noviembre pasado dejando en jaque a toda la cúpula gubernamental disgregando el régimen del protectorado yanqui. Es decir, se había abierto un vacío de poder. El primer ministro que acababa de caer y que había presentado su renuncia seguía haciendo declaraciones en calidad de “interino”, apareciendo lo menos posible, puesto que las masas, en sus acciones, no permitían que les impusieran otro gobierno continuador del anterior.
El engaño del supuesto enfrentamiento entre los ayatollahs iraníes y EEUU
Ambas son fuerzas contrarrevolucionarias que buscan aplastar la revolución en Irak
Ante esta grandiosa revolución, Irán decidió invadir directamente. Su Guardia Islámica y brigadas paramilitares comenzaron desde el año pasado a masacrar directamente las movilizaciones de las masas, como ya lo vienen haciendo desde hace años en Siria. El propio jefe de la Guardia Islámica Qasim Soleimani estaba en Bagdad organizando el ataque a la revolución iraquí, a finales del 2019, cuando fue asesinado por un ataque de alta precisión de drones estadounidenses. Es que EEUU no podía permitir que Irán invada y reconstruya el estado en base a sus fuerzas armadas, porque significaba que se hubiera quedado una enorme porción de los negocios dentro del protectorado. Fue un bombazo para disciplinar a los ayatollahs, cuestión que logró hacer en menos de 24 horas, como ya quedó demostrado con la supuesta “respuesta” de los misiles iraníes arrojados al vacío y con la sumisión de Irán a los designios de EEUU y la ONU para el futuro de Irak.
En aquel momento, toda la izquierda afirmaba que había un enfrentamiento entre los ayatollahs y los yanquis. Nada más lejos de la verdad. Solo se trató del imperialismo disciplinando a su agente cuando ambos buscaban aplastar la enorme revolución en curso. Todos los partidos de la autodenominada Nueva Izquierda, con esta posición, se encolumnaron detrás de los ayatollahs y ocultaron la revolución iraqui. Estos partidos quedaron colgados a los faldones de uno de los garrotes contrarrevolucionarios del imperialismo en Medio Oriente, la teocracia iraní, quien creyó que siendo gendarmes de los yanquis, el amo imperialista se iba a congraciar, pero fueron rápidamente puestos en su lugar. De esta manera una vez más la izquierda se ubicó en la trinchera opuesta a la de la revolución ¡dejando de lado incluso a las mismísimas masas iraníes que venían de protagonizar un grandioso levantamiento en noviembre, reprimido a sangre y fuego por el gobierno iraní y el propio Qassem Suleimani, con cientos y miles de presos y hasta condenados a muerte!
Con el bombazo a Soleimani, EEUU buscó asimismo abrir una brecha entre las masas iraquíes. Quisieron poner en jaque a quienes se movilizaban para que estos eligieran entre un nuevo y ultrapatriotico gobierno iraquí sin ingerencia iraní (lacayo de los yanquis) o bien un gobierno pro iraní (al cual quisieron presentar como antimperialista luego de los ataques). Pero las masas no se dejaron engañar. Dijeron “¡Fuera todos!”, “Estamos de acuerdo que se vaya EEUU, pero no nos representan las marchas a la embajada norteamericana porque son a favor de Irán y nosotros estamos en contra de iran e incluso de nuestro gobierno iraqui”. Hicieron saltar por los aires no solo la división que les querían imponer, sino el mismo plan de EEUU de imponer un nuevo gobierno y abortar la revolución.
Las masas se mantienen en las calles
Ni Moqtada al Sadr con sus bandas fascistas ni la brutal represión han podido desmovilizarlas
Por ello a fines de enero apareció Moqtada Al Sadr, un clérigo chiita de la burguesía del sur de Irak que siempre aparecía como una figura de “oposición”. Con su movimiento y hasta su guardia militar marchó a Bagdad a copar la Plaza Tahrir. Una vez allí, mandó a sus bandas fascistas a desalojar la Plaza Tahrir a los palazos. Logró levantar las carpas, puntos de reunión, lugares tomados por las masas como centros de protestas (como el “restorán turco”) y despejó las calles.
Viendo esa situación, el gobierno se apresuró y nombró un “nuevo” primer ministro ya decidido por la ONU. Se trata de Mohammed Allawy, primo del Primer Ministro títere puesto por EEUU allá por 2004 luego de Saddam Hussein. Mohammed Allawy había sido dos veces ministro en gobiernos anteriores. Contra este gobierno claramente continuidad del régimen hambreador, las masas volvieron a ganar las calles de a cientos de miles en todo el país y no las abandonan hasta ahora. Cada día vemos enormes movilizaciones de todos los sectores… mujeres, estudiantes, trabajadores y sobre todo los desocupados. ¡Es que la situación de miseria ya no se aguanta más, mientras por debajo de los pies de los explotados fluye un enorme océano de “oro negro”!
Este primer ministro nunca pudo asumir con su gobierno con votación del parlamento. Durante un mes, las sesiones para ello se pospusieron, puesto que las masas con su lucha no dejaban que asumiera. Por fin, el 2 de marzo, Mohammed Allawy terminó teniendo que presentar su renuncia. El imperialismo no puede cerrar la crisis revolucionaria abierta por las masas en su protectorado. La revolución sigue de pie.
El nuevo plan de engaño está en marcha
¡La revolución debe triunfar!
Como los representantes políticos de la burguesía chiita y la sunita están totalmente desacreditados y ni sus guardias armadas pueden parar a las masas, el imperialismo ensaya otro plan. El PC vuelve para intentar jugar un rol fundamental en esa brecha que dejó abierta el combate revolucionario de las masas.
Se han volcado al proceso de lucha los partidos como el PC iraquí y también el Partido Comunista Obrero Iraquí (PCOI).
Ambos pugnan por mantener marchas pacíficas para presionar para que se ponga en pie un gobierno de un burgués que aparezca como progresista o democrático, que pueda dar reformas democráticas y mejorar un poco el nivel de vida de las masas… como si esto fuera posible en un país que está bajo la égida del imperialismo y la ONU que saquean el petróleo, las riquezas de Irak. El hambre, la miseria, la falta de empleos y de servicios y recursos básicos se llama saqueo de las siete hermanas, impuesto a sangre y fuego con las invasiones yanquis y sus masacres. La lucha por conquistar hasta la más mínima de las demandas es una enorme y gran lucha antiimperialista de las masas y solo derrotando al imperialismo puede triunfar.
Por eso, es impensable que la propuesta de los PC se pueda realizar como una solución real para los explotados. No es sino un intento de desviar la grandiosa revolución de las masas iraquíes, puesto que ningún gobierno burgués puede poner todas las riquezas de Irak para los iraquíes… son todos socios y personeros del imperialismo en su saqueo.
No es de extrañar que el PC lo esté impulsando. Es que es parte de una misma internacional conformada por 80 PC del mundo, que aprendieron de lo que ya impusieron en Sudán, donde, ante la caída de la dictadura de Omar al Bashir y para frenar la enorme revolución que allí se había puesto de pie, hicieron un gobierno de transición que se mostraba más democrático. Así abortaron una enorme revolución en un gobierno que no resolvió ninguna de las demandas de las masas.
Este es el plan del imperialismo y no es casual que utilice al PC, que ya le sirvió en otros momentos en la historia de Irak como sostenedores de gobiernos, como el que integró en 2004 con el títere que pusieron los yanquis luego de Saddam Hussein, mientras sus tropas invasoras masacraban en Fallujah.
La única solución es llevar la revolución al triunfo. Solamente la clase obrera acaudillando a todos los sectores oprimidos de la nación podrá derrotar al imperialismo y sus sirvientes. Hay que profundizar los combates que se vienen desarrollando para expropiar a las petroleras, las que tienen el oro negro y comandan a todos los gobiernos, políticos y sus distintas formas de guardias de seguridad como bandas paramilitares asesinas, policía, etc. ¡Hay que tomar todos los pozos de petróleo, refinerías, etc. y expulsar a las 7 hermanas! Para ello, es necesario poner en pie y fortalecer los comités de autodefensa para defenderse de la brutal represión sanguinaria de sus guardias fascistas.
¡El pueblo quiere la caída del régimen! ¡Fuera todo vestigio de gobierno! ¡Fuera todas las tropas invasoras! ¡Fuera la ONU! ¡Viva la revolución iraquí!
Solamente bajo un gobierno obrero y campesino se podrán llevar adelante estas tareas para garantizar el cumplimiento de todas las demandas, incluyendo el derecho a la autodeterminación para el pueblo kurdo (cuya burguesía entregó a cambio de una “autonomía”, es decir, una parte del negocio), en camino a conquistar los Estados Unidos Socialistas de Magreb y Medio Oriente. En una lucha unificada con los trabajadores norteamericanos, que pueden golpear a la metrópoli imperialista desde adentro, estaremos en las mejores condiciones para triunfar no solo en Irak, sino en toda la región.
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