15-02-2014 LIBIA: Los kadafistas del CNL y las burguesías regionales, con pactos, Cooptando a un sector de los altos mandos de las milicias y con los generales kadafistas, Su objetivo es desarmar a las masas y sus Katibas para ahogar en sangre a la revolución de los explotados En mayo de 2013 las katibas (milicias obreras y populares libias) irrumpían en el congreso y hacían votar contra el CNL (Congreso Nacional General) la “ley de aislamiento político” que impedía a todo aquel que fue funcionario kadafista formar parte del actual gobierno. El parlamento fantoche debía “aceptar” la propuesta de las katibas. Pero esta ley, el CNL, jamás podía aplicarla, ya que el 99,9% de sus funcionarios provenía del kadafismo. Para darle un rodeo al asunto, propuso que “el 7 de febrero se retiraría dejando redactada la nueva constitución y un llamado a elecciones para un nuevo congreso”. Esto no fue más que una maniobra para ganar tiempo y evitar así que el doble poder de las masas avance en derrotar al gobierno kadafista, sirviente del imperialismo, las petroleras, Obama y los piratas de Wall Street. En junio del 2013, desde el este al oeste del país, en la mayoría de los pozos y refinerías que rodean al mar Mediterráneo, los obreros trasladaron la lucha política contra el CNL al corazón de la producción petrolera, esta vez contra los administradores kadafistas de las empresas. Las condiciones para organizar una insurrección estuvieron a la orden del día durante los meses de mayo a noviembre. La aguda crisis de los de arriba, el ascenso revolucionario de masas, el poder del enemigo cercado, eran las condiciones. Faltó centralizar el doble poder, independizarlo de forma absoluta de la burguesía y de todas sus fracciones a nivel nacional y local y para ello debía centralizarse. Trípoli era el lugar donde se centralizaba el poder de los explotados o se rearmaba el poder de los expropiadores de la revolución. Pero, por el carácter colaboracionista de la dirección que las masas y sus milicias tienen a su frente, éstas no pudieron alcanzar el poder cuando lo tenían nuevamente al alcance de la mano. Se perdió una nueva oportunidad para que los explotados impongan su impronta. El problema de “crisis de dirección revolucionaria” nuevamente se ponía al rojo vivo. El hecho de que las heroicas masas libias hoy no cuenten con una dirección revolucionaria a su frente, que les marque “quienes son sus aliados y quienes sus enemigos”, les ha imposibilitado a estas tomar la solución de sus problemas en sus propias manos. No se puede culpar de esta “ausencia” a los combativos explotados libios, pues ellos han dado todo de sí, han puesto todas sus energías y su sangre para que surja una corriente revolucionaria desde sus entrañas.
De forma criminal no vimos, por traición de su dirección, ninguna acción de masas ni de mínima solidaridad en el mundo con los obreros petroleros de Libia. Centenares de miles de obreros tunecinos y de Egipto realizan los peores trabajos en Libia. La UGTT tunecina, los Socialistas Revolucionarios de Egipto, callan esta brutal explotación porque son enemigos de unir a la clase obrera del Magreb y Medio Oriente para enfrentar al imperialismo y a sus verdugos nacionales. Las masas por crisis de dirección revolucionaria no derrocaron al CNL, y éste aprovechó ese tiempo para intentar debilitar el doble poder establecido por los explotados. Al mismo tiempo que esto sucedía, las burguesías regionales, ávidas en los negocios y en el instinto de preservación y defensa de su propiedad privada, se montaron rápidamente sobre las luchas de los obreros petroleros para expropiarlas. Tardaron unos meses, pero pudieron hacerlo. Ellas les inculcaban a las masas el “patriotismo” hacia su región, aduciendo que el CNL “se quería quedar con todo y no repartía nada”. Muchas de las milicias entraron en esta maniobra y eran cooptadas por las bandas capitalistas. Ya en el mes de diciembre la burguesía de la Cirenaica (el este libio), negociaba ella misma su parte del petróleo; con lo cual le prometían a los obreros “mejoras salariales y condiciones de vida”, pura demagogia, verso y engaño acordado con los kadafistas del CNL. En enero de 2014, la Cirenaica llegó al punto de proclamar su propio gobierno autónomo regional y su ejército. Ahora “su compañía petrolera” tenia nombre: Libya Oil and Gas Corp, desde allí llamaban a todas las petroleras del mercado mundial (“a las chiquitas y a las grandes”) a negociar con ellos desde los puertos Ras Lanuf, Es Sider y Zueitina. Les decían a las transnacionales que “no tengan miedo”, que ellos tienen con que defender los navíos petroleros, mostrándose desafiantes ante la insistente amenaza del gobierno de Trípoli de bombardear cualquier flota que le dé la espalda al CNL. En el sur la tribu Tubu, y su “Brigada N° 25 de la Armada Nacional” (creada directamente por el CNL en marzo del 2011), aprovechaba esta ocasión para regatear una tajada más de la renta petrolera. Rápidamente los generales del CNL y de la brigada Tubu se pusieron de acuerdo en el reparto, y montaron un teatro de operaciones azuzando un “levantamiento de tribus árabes defensoras del kadafismo ortodoxo”. El CNL entonces lanzaba su grito: “Hermanos Tubus: resolvamos esto de manera pacifica, háganse a un lado, el Escudo Libio, nuestro ejército y nuestras milicias hermanas irán a aplastar la sublevación verde”. Desde Misrrata y Zentain, el CNL y las burguesía regionales manipulaban el sentimiento anti kadafista de las masas y las milicias para enviar a estas últimas a combatir al sur a esta supuesta “sublevación verde”. El CNL hacia su parodia: “a los verdes, a los verdes”; para ocultar su kadafismo más acérrimo. Un sector de las milicias rebeldes se dio cuenta de esta conspiración montada por el imperialismo y el CNL. Entendieron rápidamente que habían sido llevadas a una trampa y se negaron a atacar a obreros en huelga y a las masas pobres del sur. Esto acrecentó el odio contra el CNL y volvió a poner al 7-2, día en que el CNL debía presentar su caducidad, en el centro de la escena política nacional. Sin embargo, con este “auto golpe”, los kadafistas del CNL el 7/2 llamaron a quedarse por dos años más en el gobierno. Cuestión que abrió una nueva crisis política en Libia, ya que las otras fracciones burguesas no aceptan sin cuestionamientos. Pero la burguesía en su conjunto, con la farsa de la “sublevación kadafista”, pudo reagruparse, más allá de sus diferencias, en contra de las masas y la revolución, para fortalecer al gobierno enemigo del pueblo. La burguesía dio un nuevo paso en debilitar el doble poder, y un salto, con el apoyo de Misrrata y Zenten, en el intento de reconstituir una casta de oficiales y un ejército estable, basado en la ex oficialidad kadafista y en los altos mandos de las milicias que se han subordinado a las distintas burguesías regionales. Mientras, por crisis de dirección revolucionaria, las milicias independientes y la vanguardia por el momento permanecen aisladas de las masas y de los organismos de autodeterminación y democracia directa que estas habían puesto en pie con sus combates revolucionarios. La bravuconada de un General ex kaddafista, y luego del CNL, llamando a un golpe y denunciando la pérdida de legitimidad del CNL por televisión los primero días de febrero, no tuvo ningún eco y sólo logró canalizar sectores disconformes con el gobierno, preparándose como alternativa burguesa en caso de que el gobierno del CNL fracase. El Parlamento de notables (verdaderos kaddafistas) tiene todo el 2014 para elaborar una Constitución y si no llegan a tiempo, ya se extendió automáticamente su mandato, otorgándose ellos mismos, su continuidad hasta el 2015. El imperialismo y las pandillas capitalistas discutieron en Ginebra II que en Libia necesitan reconstituir al estado burgués, a esa banda de hombres armados, que la revolución libia se encargó muy bien de destruir. Para hacerlo deben abroquelarse en el punto donde todos tienen acuerdo que es disolver el doble poder. Pero no lo pueden hacer en forma inmediata. Estamos frente a un “autogolpe” dado por el CNL con la promesa de una “salida electoral”, de Constituyente para dentro de dos años… es una intentona de salida política y militar como en Egipto aunque con más mecanismos de engaño y una enorme crisis política que no logran cerrar debido al armamento de las masas que aún persiste. En donde están unidas todas las fuerzas burguesas de Libia es en la destrucción del doble poder armado de las masas al que intenta dividir, cooptar, mientras preparan las mejores condiciones para un aplastamiento del mismo a sangre y fuego.
En Libia existe una disputa por la renta petrolera entre las distintas pandillas capitalistas. La burguesía de las tres regiones que componen Libia: Cirenaica, Tripolina y Fenzzen, quieren su parte. Pero con masas armadas, la burguesía no puede jugar a la aventura de ir a un choque más allá, que facilite una división en las alturas, por donde irrumpan nuevamente las masas. Si la revolución proletaria no llega a tiempo y el proletariado es derrotado, se abrirá dos pronósticos que están en gestación. Dos soluciones burguesas se preparan. La primera de ellas sería la reconstitución de un poder central que discipline y a la vez negocie la parte de la renta petrolera entre las distintas fracciones burguesas; esto se haría con una cobertura “pseudo democrática”. Estaríamos así frente a un régimen cívico militar bajo lo que sería un verdadero protectorado de las potencias imperialistas. Esta solución es totalmente inviable sin derrotar antes a las masas. Sería la instalación de un “neo- kaddafismo”. La otra perspectiva es la de la disgregación nacional y el hundimiento de Libia con el sometimiento de las masas a distintas fracciones burguesas, a una decadencia sin límites. Pero antes de todo esto, hay que derrotar a las masas, desarmarlas porque de lo que se trata es de imponer un plan igual o peor que el que imponía Kaddafy, de saqueo y explotación de la nación libia.
Todavía la revolución no ha dicho la última palabra, las masas resisten y los trotskistas resistimos junto a ellas en la primera línea de combate. Se trata ahora de luchar por que vuelvan a surgir los organismos de autodeterminación y democracia directa; para que los obreros petroleros conquisten sus comités, asambleas y piquetes por pozos y refinerías; para que los trabajadores vuelvan a poner en pie los comités de fabrica, que en cada barrio y ciudad surjan nuevamente las asambleas de los desocupados y de los explotados, y que las milicias revolucionarias puedan agrupar sus fuerzas junto al pueblo. Se trata de preparar las condiciones para derrotar al gobierno kadafista del CNL y a todas las burguesías y jefes de tribus que lo sostienen que no dudaran en partir Libia para vendarla a las potencias dominantes según sus intereses. Se trata de que sean los de abajo, con el poder en sus manos, quienes tomen las riendas de la nación como único camino para conquistar el petróleo para los libios, el pan, el trabajo, la dignidad, la ruptura con el imperialismo y todas las demandas por la cual comenzamos nuestra revolución. Para ello, hace falta conquistar a nuestro frente una dirección revolucionaria. Una dirección que plantea las condiciones y el programa para la victoria. El embrión de esa corriente ya existe y combate y ha venido combatiendo en la insurrección y en la guerra civil, es la corriente de los obreros y jóvenes revolucionarios que se alzaron contra el dictador Kadafi, que ató su suerte a la revolución siria y combate en Homs, Aleppo y Damasco contra el perro Bashar y los expropiadores de la revolución como el ESL, al Nusra y “El Estado Islámico”, que se ha sublevado en el Túnez revolucionario. Que resiste desde las cárceles del ocupante sionista en la Palestina martirizada, que en Egipto lucha contra la dictadura de la oficialidad mubarakista.
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