Pasaron ya dos semanas desde que los explotados de Benghazi resistieran al intento de Heftar y sus fuerzas (bajo el mando de la CIA) de aplastar a los rebeldes, obreros y jóvenes revolucionarios armados de esa ciudad que ayer derrotaran a Khadafy. Desde entonces, no pudo volver a intentar un ataque igual. Sólo puede, de vez en cuando, cobardemente disparar con su aviación y helicópteros desde lo alto. Esto es por el enorme combate de las masas, que obligaron a Heftar y sus fuerzas a retroceder, y es al día de hoy que no puede pasar a la ofensiva sobre las masas de Benghazi nuevamente. Hoy en día se lo puede ver a Heftar hablando mucho por la televisión, en videos grabados entre cuatro paredes. Sigue amagando con su operación desarme de las masas y entrega de la nación Libia al imperialismo, que él llama “dignidad”. Habla mucho sobre que el gobierno del CNG no va más y hay que poner otro. Las felicitaciones que le dio al general asesino Abd el-Fatah al-Sisi por asumir la presidencia de Egipto demuestra que él pretende ocupar el mismo lugar en Libia. Quiere un general supremo del ejército como presidente, que se transformará en un nuevo dictador, como Khadafy, para asegurar el saqueo de petróleo y las riquezas libias al imperialismo. Cada vez más personas se preguntan “¿quién gobierna?” y nadie sabe cómo responder. Es que la burguesía en Libia, luego de que el intento de Heftar de aplastar a las masas de Benghazi fuera derrotado, se dividió alrededor de cuál es la mejor forma de derrotar a las masas. Todos saben que tienen que aplastar a los organismos de las masas armadas y desarmarlas. Es que éstos son un doble poder y, por más dirección colaboracionista con el gobierno que tengan, no puede haber dos poderes dentro de un mismo estado. La burguesía tiene que estabilizar su dominio y por eso busca definir esta situación a su favor. Pero hoy, en Libia, está dividida alrededor de cómo hacerlo. Por ahora, Heftar se ha asentado en Marj, y también están con él desde Beda y Tobruq. Ha tomado esta zona al este de Benghazi. Ahí se ha quedado, agrupando fuerzas, dejando que todo siga, pues por el momento no puede dar otro golpe, ya que las masas lo derrotaron y sabe que éstas lo derrotarán si hoy lo intentara nuevamente. Además, sabe que día a día, su campaña de “no hay gobierno, hay que poner orden”, conllevando al desarme de las masas, avanza un paso más. Los explotados de Benghazi supieron identificar bien quién era Heftar, y que éste venía a derrotar la revolución y a aplastar los organismos de las masas armadas. Heftar, escudándose en el argumento de “lucha contra el terrorismo”, marcó como uno de sus primeros objetivos a la milicia “mártires 17 de febrero”. Ésta, no es cualquier milicia. Fue la primera que se constituyó como tal en la revolución que empezó en el 2011. Es la más grande e importante de Benghazi, y la que más autoridad tiene. Todos los obreros y jóvenes de Benghazi que protagonizaron la revolución plantean “si derrotan a la brigada mártires 17 de febrero, derrotan a la revolución Libia”. A partir de ello, han tomado la lucha por su defensa en sus manos, y le dieron el primer golpe a Heftar que lo mandó a recluirse en el este y no poder volver a entrar en Benghazi, más que algún misil tirado de lejos, sin pisar ni cerca. Viendo a Heftar refugiado en Marj, y que éste no atacaba sino que juntaba fuerzas, las masas fueron a buscarlo. Se coordinaron desde los barrios para poder, el lunes 2 de junio, salir en una gran marcha, con sus armas, a Marj, a la base aérea que es soporte de su ataque y donde se decía que él estaba en ese momento. Las brigadas fueron también. Sus dirigentes se vieron obligados a ponerse a la cabeza, y desde ahí intentar dirigir un ataque a dicha base militar. Las milicias de rebeldes de Benghazi no están solas. Las milicias de rebeldes de Msrata hoy han vuelto a Trípoli. Entendían que movilizarse ellas y todo su arsenal para asegurar la capital era la mejor forma de luchar contra Heftar y su ataque contra las masas revolucionarias. ¡Hay que unificar estas filas de los explotados! Hoy están pesando en el centro de la escena las milicias de rebeldes. Solamente es su dirección colaboracionista la que les impiden seguir este camino de llamar a este verdadero congreso nacional de los explotados libios y tomar el poder. Por ello, contra todas las direcciones colaboracionistas, hay que centralizar estas fuerzas de los explotados ya en un verdadero congreso nacional de las milicias rebeldes, los obreros petroleros, de comités de fábricas, de inmigrantes y estudiantes revolucionarios, para unificar las filas de la revolución del 17 de febrero contra Heftar, la burguesía Libia y el imperialismo, y resolver la crisis revolucionaria en las alturas a favor de los explotados, tomando el poder. ¡Por un gobierno provisional revolucionario de las brigadas rebeldes y las organizaciones obreras! David Leandro Hofstadter
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