Correspondencia Internacional
04/02/2011
Carta a toda la FLTI
sobre los acontecimientos de Egipto
Mientras el ejército abría las calles para que golpeen las fuerzas contrarrevolucionarias, los explotados en la “Plaza de la Liberación” les infringían una dura derrota
La revolución sigue viva
¡Hay que poner en pie ya los comités armados de obreros y soldados rasos para aplastar al régimen infame y que la clase obrera se haga del poder!
En este momento, las noticias que nos llegan es que Mubarak estaría pidiendo asilo político. Cada vez que son derrotadas sus intentonas contrarrevolucionarias, Mubarak anuncia su retiro. Cada vez que las direcciones de las masas impiden que éstas tomen el poder, Mubarak y su régimen infame vuelven a respirar y a intentar mantenerse.
Las masas, por crisis de dirección, han dejado ya muchos muertos para aplastar a las bandas contrarrevolucionarias, que siguen masacrando, mientras el imperialismo busca una transición ordenada a la salida de Mubarak.
Heroicamente las masas defendieron los puestos de lucha.
Es el ejército el que garantiza el accionar de las bandas fascistas, puesto que está en las calles, controlando el acceso al territorio de las ciudades, para impedir el armamento del proletariado. De eso se trata la “neutralidad del ejército”, que no es otra cosa que garantizar que las masas no se armen para permitir la acción de las hordas contrarrevolucionarias. Esto también hacen los “paladines de la democracia” de El-Baradei y los Hermanos Musulmanes. Todos ellos revisan los bolsos de los que entran a la plaza Tahrir, para controlar que las masas no lleven armas.
Porque las masas armadas rápidamente se tomarían las fábricas, los bancos y los pozos de petróleo. Es que ellas luchan por libertad… pero también por PAN Y TRABAJO. Esa es la libertad que quieren las masas, la de comer; y para ello están derrocando, con una magnífica revolución, al asesino Mubarak.
Al imperialismo le va la vida en que no se generalice el armamento de masas, puesto que a la huida de Mubarak, si el proletariado conquista sus milicias obreras y divide horizontalmente en su base al ejército, puede garantizar la toma del poder por parte de los explotados.
La clave de las direcciones burguesas y pequeñoburguesas, organizadas en un “frente democrático”, es impedir el armamento de las masas y la destrucción de la casta de oficiales del ejército. Esto es así, puesto que de caer Mubarak, serán ellos los garantes de la propiedad privada del conjunto de las fracciones de la burguesía y el imperialismo en Egipto. Esta es la garantía que da esta fracción de la burguesía a Obama, a Mubarak, al sionismo y a la burguesía mundial: que la clase obrera no se hará del poder.
Ha comenzado a jugar todo su rol contrarrevolucionario el “frente democrático” para abortar la revolución y conspirar contra ella. Así lo vimos en decenas y decenas de revoluciones y levantamientos antiimperialistas estrangulados y expropiados, como en Bolivia, Honduras, etc. El resultado está por verse. La caída de Mubarak sería un triunfo de las masas y un aliciente a profundizar su combate. Pero también, el pérfido accionar del “frente democrático” no sólo permitiría expropiar la revolución, sino también contenerla con cantos de sirena, lo que no sería más que una transición para nuevas asonadas contrarrevolucionarias.
Pese a ello, la burguesía teme que la caída de Mubarak pueda desarrollar y desatar la confianza de las masas en sus fuerzas. Sabe muy bien que esto podría romper, en su dinámica, como está sucediendo en Túnez, este nuevo dispositivo que le han puesto a las masas al frente de su lucha, como un verdadero caballo de Troya, para impedir el triunfo de la revolución, y para que los explotados no avancen a la toma del poder, que es la única forma de conquistar la independencia nacional, el pan y el trabajo.
Además la burguesía sabe que la caída de Mubarak sería un acicate para el levantamiento revolucionario de las masas palestinas en el Líbano, en Jordania, en Gaza y en toda la Palestina ocupada.
Mubarak, sostenido por Obama, mandó a las bandas contrarrevolucionarias. El otro agente del imperialismo, la casta de oficiales del ejército, garantizó que las masas no se armaran, o bien que no usaran las armas que tienen las masas para aplastar a las hordas contrarrevolucionarias de la policía secreta, la policía sin uniforme y lúmpenes pagos. Mientras tanto, El-Baradei y los Hermanos Musulmanes se preparan para hacer un gobierno de unidad nacional, inclusive con el vicepresidente nombrado ayer por Mubarak.
Este es el plan para cerrar la crisis revolucionaria que se abrió en las alturas, y que las masas no se hagan del poder, en momentos en que Mubarak ya prepara su huida a Montenegro (Yugoslavia), imponiéndose ello como un primer triunfo parcial de los explotados.
El momento es crítico. La crisis de dirección se ha exacerbado. Pero la acción de las masas es ejemplar, a pesar y en contra de la dirección que tienen a su frente.
Los centros de concentración de las masas no pudieron ser tomados. Se combate en todas las ciudades. Como sucedió en Túnez con Ben Ali, hoy en Egipto comienza a rodar la cabeza de Mubarak.
Estamos presenciando un dispositivo contrarrevolucionario donde cada agente del imperialismo juega su rol, con Mubarak huyendo, el “frente democrático” impidiendo el armamento de las masas y sosteniendo a la casta de oficiales del ejército, que a su vez garantiza el desarme de las masas para que éstas no puedan hacerse del poder cuando huye Mubarak.
El armamento generalizado de las masas, el aplastamiento de las hordas contrarrevolucionarias, el llamado a los soldados a romper con la casta de oficiales de Mubarak -que encubrió a las bandas asesinas-, el llamado a un congreso de delegados de toda la clase obrera y los explotados que combatieron en las calles y que se tomaron las comisarías y las fábricas en la plaza Tahrir (“la plaza de la revolución”) de El Cairo y en cada región o ciudad deben realizarse ya. ¡Los comités populares revolucionarios deben convocar a este congreso ya! ¡Ese congreso de las masas armadas en lucha, bajo la dirección de la clase obrera no debe reconocer a ningún gobierno elegido desde las embajadas y desde Nueva York y Berlín, a espaldas de las masas en lucha! ¿Quiénes son ellos para mandar en Egipto? ¡Los que luchan realmente por el pan, el trabajo y la independencia nacional son los que deben tomar el poder en sus manos!
EL GRITO DE GUERRA DEBE SER: ¡HAY QUE DERROTAR A MUBARAK PARA CONQUISTAR EL PAN Y TRABAJO DIGNO PARA TODOS! ¡EXPROPIEMOS SIN PAGO Y BAJO CONTROL OBRERO LOS BANCOS, LAS TIERRAS, LAS PETROLERAS IMPERIALISTAS Y LOS GRANDES SUPERMERCADOS! ¡PAN Y TRABAJO PARA TODOS! ¡QUE VIVA LA REVOLUCIÓN OBRERA!
Los embates revolucionarios de Egipto tienen dueño. Son la clase obrera y las masas explotadas del campo y la ciudad. Obama, El Baradei, los Hermanos Musulmanes son los que pactaron y sostuvieron durante décadas a Mubarak, como también lo hicieron con el sionismo contrarrevolucionario.
Los aliados de las masas de Egipto son los explotados de Túnez, los que siguen su camino en Yemen, en Argelia, en Jordania y los explotados que con el avance de la revolución en Medio Oriente y el Norte de África se levantarán como chispas que crucen el Mediterráneo a incendiar Francia, Grecia, Irlanda, y poner nuevamente en pie de lucha antiimperialista a la clase obrera norteamericana.
La lucha por el pan y el trabajo es la pólvora por donde corre la chispa que incendia Medio Oriente y que debe incendiar todo el planeta. Esa es la tarea de los trotskistas y los que luchamos por refundar la IV Internacional.
En Egipto, ¡hay que romper el dispositivo que ha puesto la burguesía para impedir que las masas se hagan del poder a la caída de Mubarak, con milicias y autoorganización de las masas para tomar el poder!
El momento de la crisis revolucionaria y de vacío de poder está llegando a su punto culminante. O las masas que combatieron se hacen del poder, o lo hará la burguesía y estrangulará la revolución.
“Frente democrático” desarmando a las masas y bandas fascistas que siguen secuestrando y asesinando a los mejores dirigentes de las masas en lucha… ¡hay que impedirlo ya!
Los personeros del Foro Social Mundial, los sirvientes de izquierda del imperialismo, como alquimistas, recurren con sus recetas a la burguesía para decirles que hagan ya una Asamblea Constituyente que legitime al gobierno de unidad nacional de los ministros de Mubarak, El-Baradei y los Hermanos Musulmanes, bajo el mando de Obama, que no fue elegido por nadie.
Los trotskistas afirmamos que ni siquiera puede haber una Asamblea Nacional, es decir democracia burguesa hasta el final, ni libertades públicas, que son aplastadas por las hordas fascistas, sin el armamento generalizado de las masas y si éstas no se hacen del poder. El gobierno de los obreros y los explotados en lucha es el único que tiene legitimidad para asumir el poder.
La clase obrera y las masas son la mayoría de Egipto. Son las que defendieron las calles y las plazas contra Mubarak, su policía asesina y la casta de oficiales. Un gobierno de unidad nacional, surgido a espaldas de las masas, votado en las embajadas, en Wall Street, en la City de Londres o de Berlín, y con la bendición del sionismo, no tiene ninguna legitimidad para asumir ningún poder en Egipto. Sólo para mantener la propiedad de los explotadores y garantizar la sumisión de Egipto al imperialismo.
La burguesía y el imperialismo buscan mantener la continuidad de su dominio contra las masas insurrectas, imponiéndoles un edulcorante al veneno del control capitalista imperialista de Egipto y de todo Medio Oriente. En Yemen, en Jordania, en Argelia ya se anticipa la caída de los primeros ministros, elecciones anticipadas, etc.
¡Basta! ¡Todo el poder a la clase obrera y los explotados! ¡Viva la unidad de la clase obrera de Medio Oriente y del norte de África!
¡Que se vuelva a incendiar Atenas! ¡Que se levante Mazar-i-Shariff y Fallujah y sean aplastadas las tropas invasoras en Irak y en Afganistán!
¡Por una Federación de Repúblicas socialistas de Medio Oriente!
¡Por la unidad de la clase obrera mundial! ¡Que viva la revolución proletaria!
Un fuerte abrazo
SCI de la FLTI |