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Correspondencia Internacional 03-02-2011 Revolución y contrarrevolución se ven la cara Las grandiosas acciones de las masas que sitiaban la ciudadela del poder, se insurreccionaban y abrían la revolución en Egipto, hoy intentan ser desviadas con la política traidora de las direcciones pequeño burguesas y burguesas como el movimiento “6 de abril” y El Baradei y los Hermanos Musulmanes. Pero ¿Por qué a pesar de la heroica acción de las masas egipcias aún no ha caído el gobierno y el régimen y, por el contrario, las fuerzas de la reacción se reagrupan y lanzan un ataque contrarrevolucionario? El terror que les produce la revolución egipcia a los estados mayores de la burguesía imperialista mundial se debe a que el combate de las masas egipcias choca de frente contra el dispositivo contrarrevolucionario del imperialismo en la región que es el estado de Egipto junto al asesino estado sionista fascista de Israel. La burguesía necesita impedir a toda costa que triunfe la revolución en Egipto, es decir, necesita cerrar la crisis revolucionaria que abrieron las masas en lucha por el pan, el trabajo y contra el saqueo imperialista, y le es vital impedir que estalle por los aires el dispositivo contrarrevolucionario para contener a las masas de la región, que es el estado de Egipto, puesto que de suceder esto, se abriría el camino para que se levanten los explotados de todo Medio Oriente contra el imperialismo. Por esto Obama, El Baradei, Los Hermanos Musulmanes y el Movimiento 6 de abril intentan transformar esta grandiosa insurrección que protagonizan las masas egipcias -con la “marcha del millón de personas” totalmente desarmadas- en una lucha pacífica por “la democracia y la libertad en general”, es decir una “revolución de terciopelo” opuesta a la revolución proletaria. El gran problema que concentra hoy la grandiosa revolución que se ha abierto en Egipto es que las masas no han logrado generalizar el armamento para enfrentar a la oficialidad del ejército, dividiéndolo y ganando a los soldados rasos para las filas de la revolución; única forma de enfrentar y aplastar definitivamente a las bandas fascistas contrarrevolucionarias de policías, lúmpenes y funcionarios pagos por el estado asesino quienes, armadas hasta los dientes ingresaban, con el apoyo de la oficialidad del ejército, a la plaza principal para intentar masacrar a las masas desarmadas. Sólo conquistando el armamento generalizado de las masas, estas podrán avanzar ya en la tarea del momento, que no es otra que la toma del poder y el triunfo de la revolución. Las masas no se han hecho del poder y hoy en Egipto revolución y contrarrevolución se ven la cara: Por un lado, el proletariado comienza a confraternizar con la base del ejército y amenaza con partirlo, se gana a las clases medias empobrecidas y empuja cada vez más a acciones superiores (cuestión que muestra que ya hace tiempo las masas insurrectas están a las puertas del poder). Por otro lado, las direcciones burguesas y pequeño burguesas intentan adormecer a las masas con la siniestra política de democracia y “recambio democrático”, actuando como verdaderos caballos de Troya, desarmando a las masas para que actúen las bandas contrarrevolucionaria del estado burgués, agente del imperialismo. Esta es la misma política de frente democrático que el imperialismo y sus gobiernos lacayos aplicaron para aplastar a las masas en Palestina, Honduras y Bolivia. Pero las masas han demostrado que no está dicha la última palabra. A pesar y en contra de las direcciones reformistas que intentan desviar la revolución con huelgas de presión y marchas pacifistas, los explotados egipcios están lejos de rendirse y combaten valientemente a las hordas contrarrevolucionarias. Por esto es que hoy más que nunca está planteado retomar y redoblar la ofensiva que las masas abrieron con la revolución. Para ello es necesario romper con la política pacifista de las direcciones burguesas y pequeño burguesas que intentan abortar y cercar la grandiosa revolución que abrieron los explotados egipcios, poniéndola a los pies de la transición burguesa “democrática” impulsada por Obama, política que permite que el estado se envalentone y saque a las calles sus bandas contrarrevolucionarias para aplastar al proletariado. Esta política es la que impide, por el momento, que la movilización de millones de explotados en Egipto establezca ya un verdadero Congreso que aglutine a todos los organismos que las masas en lucha han puesto en pie, y que comience a funcionar como un gran parlamento obrero y de los sectores empobrecidos del campo y la ciudad, que destruya al régimen burgués y se haga del poder. Es decir el problema central de la revolución en Egipto es que, pese a la insurrección protagonizada por las masas egipcias, aún no se destruyó el régimen ni se tomó el poder. Esto agudiza a grados extremos la crisis de dirección revolucionaria y demuestra el límite de la espontaneidad de las masas que, por más grandiosa que esta sea, como lo muestran las masas de Egipto, no es suficiente para organizar la insurrección triunfante y tomar el poder. Las masas egipcias precisan hoy más que nunca derrotar a las direcciones reformistas y poner una dirección revolucionaria a su frente. Pedro y Joaquín por la dirección del POI-CI de Chile |