12-02-12
Editorial del Organizador Obrero Internacional Nº 11
El siguiente editorial fue escrito el 10/02/2011, un día antes de la huída de Mubarak.
Tras dieciocho días de irrupción de masas y vacío de poder, el imperialismo se vió obligado a entregar la cabeza de Mubarak antes que el proletariado y las masas en lucha avanzaran un peldaño decisivo con una insurrección triunfante que demuela toda la maquinaria del estado burgués. Así definía Trotsky en su trabajo Historia de la Revolución Rusa “Un alzamiento revolucionario que dure varios días sólo se puede imponer y triunfar con tal de elevarse progresivamente de peldaño en peldaño, registrando todos los días nuevos éxitos. Una tregua en el desarrollo de los éxitos es peligrosa. Si el movimiento se detiene y patina, puede ser el fracaso. Pero tampoco los éxitos de por sí bastan; es menester que la masa se entere de ellos a su debido tiempo y aprecie antes de que sea tarde su importancia para no dejar pasar de largo el triunfo en momentos en que le bastaría alargar la mano para cogerle”.
El editorial que a continuación presentamos cuenta con la validez de plantear, previo a la huída de Mubarak, la cuestión del intento del imperialismo y la burguesía de expropiar la revolución, así como el programa y las tareas para partir al ejército y preparar y organizar una insurrección triunfante.
En este sentido, se la presentamos a nuestros lectores como parte de la intensa correspondencia internacional que recorre esta edición del Organizador Obrero Internacional siguiendo los acontecimientos de la revolución en el norte de África día a día.
Túnez, Egipto: “¿Es una revuelta, sire? ¿Es una revolución democrática?” No, es el inicio de una revolución obrera y socialista que debe ponerse de pie y hacerse del poder
Desde el Secretariado de Coordinación Internacional de la Fracción Leninista Trotskista Internacional presentamos el Organizador Obrero Internacional N° 11.
Lo hacemos en momentos en que nuevos golpes revolucionarios de las masas, como los de Medio Oriente y el norte de África, están actuando como un shock eléctrico en las filas del proletariado mundial. Los procesos revolucionarios de Túnez y Egipto que han comenzado marcan el camino para reagrupar las filas de la clase obrera a nivel internacional, a fin de organizar una verdadera contraofensiva revolucionaria del proletariado mundial contra los mil y un ataques del frente burgués imperialista. Se trata de que los procesos revolucionarios que están en curso se extiendan, se desarrollen, se generalicen, se sincronicen y se centralicen a nivel internacional. Esa es la tarea inmediata de toda organización obrera revolucionaria internacionalista que se precie de tal.
La chispa de la revolución que empezó en Túnez y ahora en Egipto no deja de extenderse, como un reguero de pólvora, por el norte de África y Medio Oriente. En Egipto la burguesía, el régimen de la autocracia de Mubarak y Obama, concentra sus fuerzas para detener este proceso revolucionario que ha comenzado. Es que estas revoluciones enfrentan abiertamente todos los mecanismos de control contrarrevolucionarios (como el pacto del ejército, la burguesía y el gobierno de Egipto con el contrarrevolucionario estado sionista de Israel para masacrar a las masas palestinas) que impusieron las potencias imperialistas y las burguesías nativas socias del mismo.
En Túnez, en Egipto, se combate por el pan contra Mubarak, Ben Ali, Obama y todos los parásitos de Wall Street, banqueros y transnacionales de todas las potencias imperialistas
Estamos frente a acciones revolucionarias de la clase obrera y las masas oprimidas de una de las zonas más castigadas por el imperialismo. Éste sostiene en la región un dispositivo contrarrevolucionario que actuó implacablemente en las últimas décadas en todo Medio Oriente. Este dispositivo actuó con las burguesías chiítas y sunnitas expropiando los procesos revolucionarios antiimperialistas de las masas, como lo vimos en Irán, en Palestina, en el Líbano, en el Irak ocupado. También este mecanismo de control contrarrevolucionario actuó bajo el terror del sable de faraones, autocracias, teocracias que sólo defienden los intereses de la burguesía nativa y el imperialismo en la región, y actuó también con invasiones contrarrevolucionarias imperialistas directas como en Irak, Afganistán y los bombazos del ejército sionista fascista de Israel contra las masas palestinas. Es que allí están las reservas de petróleo más grandes del planeta, que están bajo el control de las grandes petroleras y bancos imperialistas. Allí, las masas hambrientas viven sobre un mar de oro negro que se encuentra bajo sus pies.
Algunos editorialistas burgueses se sorprenden de que la chispa que comenzó con una revolución en Túnez, que hizo rodar la cabeza de Ben Alí, y que con sus nuevas oleadas revolucionarias amenaza con desmantelar y demoler la maquinaria del estado semicolonial; hoy se ha expandido y ha incendiado Egipto, y en toda la región se desarrollan acciones de masas como en Argelia, Yemen, Jordania; poniendo al rojo vivo la cuestión del aplastamiento del estado sionista asesino de Israel, que mantiene en un campo de concentración a cielo abierto a las martirizadas masas palestinas.
La chispa de Túnez llegó a Egipto, y la fue llevando y propagando el brutal robo del imperialismo y los parásitos del capital financiero, que invirtiendo enormes masas de capitales en el mercado de los commodities, acaparando toda la producción de harina, aceites, azúcar, maíz, hicieron subir ficticiamente sus precios para, de forma especulativa, con las grandes cerealeras y los banqueros imperialistas, recuperar de forma parasitaria sus ganancias. Sus superganancias.
En Egipto, como en Túnez, en Yemen o en Bolivia, se combate contra la carestía de la vida y el aumento brutal de los precios de los alimentos que fue elevado de forma ficticia por un puñado de banqueros, como Goldman Sachs, la banca Morgan, es decir, los parásitos de Wall Street. Estos hicieron subir hasta 200 veces el valor del trigo, la soja, el maíz, etc. Y esto no es porque falte producción, sino todo lo contrario. Ésta está a niveles récord en el mundo. El parasitismo imperialista es, en última instancia, el enemigo que enfrentan las masas hambrientas que salen al combate en todo el mundo.
Sí, hablamos de los parásitos que están en las 8 manzanas de Wall Street. Hablamos de los “superbancos” que saquearon y llevaron a la ruina al planeta y las naciones, haciendo quebrar los estados y tirándole toda su crisis a las masas desde el año 2007, cuando estallara el crack.
Estos parásitos ayer inflaron ficticiamente una burbuja inmobiliaria, hipotecando 3 ó 4 veces el valor de las propiedades en EEUU, en España, en Dubai y hoy en China. Lo mismo sucede hoy con estos especuladores y parásitos que acaparan millones de toneladas de trigo, maíz, azúcar, cacao, arroz, soja y demás commodities, haciendo subir de forma ficticia su valor en el mercado llamado “a futuro”.
El capital financiero, esa oligarquía de superbancos, usa la garantía de los bonos del tesoro de EEUU, donde dejan sus dólares bien guardados, para invertirlos en la bolsa de valores de cereales, haciendo subir ficticiamente su valor.
Desde el año 2006 al 2008 el precio del trigo subió un 80%, el maíz un 90% y el arroz un 320%. Desde entonces, no han dejado de estallar revueltas por el pan y contra el hambre. Más de 250 millones de obreros esclavos han pasado a vivir en abierto estado de desnutrición.
Es más, la demanda de granos y alimentos retrocedió un 3% en el planeta. El propio (hoy difunto) Lehmman Brothers, el jefe de los parásitos imperialistas, especulando, saltó de 13 mil millones de dólares en el mercado “a futuro” del trigo de Chicago a 260 mil millones en el año 2008.
Esto es parasitismo. Esto es el capitalismo hoy. Este es el saqueo de las naciones oprimidas. A estos parásitos defiende el gobierno asesino de Mubarak. Los representa fielmente Obama. Y al mismo tiempo, todas las direcciones contrarrevolucionarias reagruparon sus fuerzas para impedir que las masas derroten a estos parásitos en el mundo semicolonial y, especialmente, en Londres, Nueva York, Tokio, Berlín, Roma, París, etc.
Las masas deben terminar de identificar con claridad a sus enemigos. Estamos frente al inicio de una enorme revolución obrera, puesto que ataca los intereses de la burguesía y el imperialismo en Egipto, en Túnez, en Medio Oriente. Esta revolución merece triunfar a nivel internacional, con la entrada en escena de la clase obrera europea, japonesa y norteamericana. Es que este combate sólo triunfa con la revolución socialista internacional, expropiando a ese puñado de parásitos del capital financiero que vive, lucra y parasita sobre millones de esclavos hambrientos, desnutridos, y sobre una clase obrera a la cual le intentan descargar todos los días su podredumbre y crisis como sistema.
Son estas penurias inauditas las que empujan a las masas a las grandes embestidas revolucionarias que estamos presenciando. Son padecimientos inauditos que empujan revueltas, insurrecciones, semi-insurrecciones en países claves no productores de alimentos y, como ya dijimos, asentados en un mar de oro negro de petróleo, saqueado por el imperialismo y las burguesías nativas. Las hambrunas y carestía de la vida crónicas ya se han vuelto insoportable para las masas.
Estos parásitos del capital financiero de Londres, Wall Street, Berlín o París, no sólo han especulado y hecho subir ficticiamente los precios de los commodities a nivel internacional, sino que son los mismos que, para recuperar su pérdidas y su bancarrota han vaciado, deshecho y dejado endeudado a todos los estados imperialistas, como EEUU, Francia, España, Grecia, etc. Así los gobiernos de las potencias imperialistas vaciaron sus estados, le repusieron las pérdidas a los banqueros y a las transnacionales, mientras largaron un feroz ataque para hacerle pagar esto a las masas.
La chispa de Túnez incendió Egipto. Para QUE LA REVOLUCIÓN triunfE debe incendiar
MEDIO ORIENTE y sublevar nuevamente a la clase obrera europea y norteamericana
Llevamos ya 17 días de una magnífica revolución e insurrección en Egipto, que pone a la orden del día que la chispa se ha transformado en una llama de fuego que amenaza con incendiar todo el norte de África, Medio Oriente, y nuevamente Europa.
La caída de Mubarak, producto de la ofensiva revolucionaria decidida de las masas de Egipto, haría tambalear desde sus cimientos al estado genocida de Israel, y pondría a la orden del día que la resistencia antiimperialista vuelva a poner en desbandada a las tropas invasoras imperialistas en Irak y Afganistán.
Millones de obreros argelinos, marroquíes, tunecinos, egipcios, del Magreb son inmigrantes que realizan los peores trabajos en las potencias imperialistas.
Ante el crac y la crisis, millones de éstos han sido devueltos a sus países de origen, inclusive bajo el terror del fusil burgués apuntando a sus cabezas, como lo hizo EEUU, Italia, España y demás imperialismos llamados “democráticos”.
Ello ha multiplicado por 10 la desocupación crónica. Una legión de desocupados se ve obligada a recorrer entonces los pozos de petróleo de las empresas imperialistas que saquean Medio Oriente, como parias y obreros esclavos.
Esa es la paradoja. Masas hambrientas, obreros desocupados que son expulsados de Europa, como esclavos a los cuales los esclavistas ya ni siquiera son capaces de alimentar y hacerlos trabajar, recorren los pozos de petróleo en Kuwait, Irak, Dubai, Egipto, Arabia Saudita. La paradoja son obreros esclavos en empresas imperialistas que facturan y ganan de 150 a 200 mil millones de dólares al año como la Exxon, la Halliburton, y que levantan los edificios fastuosos de la burguesía como en Dubai o Arabia Saudita, y un larguísimo etc.
¿Cómo se ha extendido esta chispa que comenzó en Túnez? Ésta se ha desarrollado siguiendo la ruta de los “obreros nómades” de los pozos petroleros y los obreros esclavos de las grandes constructoras, que quizás trabajaron juntos también en la hoja de ruta de los peores trabajos de Alemania o Francia. Allí ellos se reconocen. Saben de sus países y de sus penurias.
Los imbéciles antimarxistas hablan de “espontaneidad” y de “cero consciencia” de las masas que se encuentran insurrectas. Ellas vienen de una enorme experiencia de combate, sacrificio y traiciones sufridas. Ellos dejaron a sus hijos con las madrazas de la burguesía chiíta, que entregó toda la lucha antiimperialista de las masas de Medio Oriente.
La burguesía “islámica” de Hezbollah entró al gobierno con Siniora, agente del imperialismo en el Líbano. Al mismo tiempo la burguesía, también “islámica”, de Hamas está en un verdadero pacto y negociación con el gobierno de Mubarak y el estado sionista fascista de Israel para impedir que irrumpan nuevamente las masas de Palestina.
Las revoluciones que están en curso en el norte de África no son hijas de un “reverdecer democrático” de la pequeñoburguesía de Medio Oriente, siempre servil al imperialismo y sus intereses. Éstas son producto de esta enorme experiencia de combates, traiciones, guerras nacionales, de las experiencias que han hecho con las direcciones burguesas, ya sean “islamistas” o “panárabes”, quienes a cada paso entregaron las luchas nacionales antiimperialistas de las masas de Medio Oriente, y han sometido, junto al imperialismo, a la peor explotación a la clase obrera en la región.
Esta es la preocupación del imperialismo, que reconoce a las fuerzas de la revolución que enfrenta, y esto Mubarak lo sabe muy bien.
Por eso, lo que mantiene hoy vivo el combate de las masas revolucionarias de Egipto es que quieren triunfar y dar un primer paso para conquistar el pan, derrocando a Mubarak, tal cual lo hicieron sus hermanos de clase en Túnez con Ben Ali.
“Las masas no tienen consciencia”, “son atrasadas”, dicen los imbéciles y sirvientes de la burguesía, que jamás llamaron a las masas a luchas revolucionarias para derrocar a los gobiernos de los explotadores y sus regímenes para conseguir el pan y el trabajo, comenzando la revolución proletaria.
Es que esta oleada revolucionaria supera la “espontaneidad” y la “falta de consciencia” que le impusieron las direcciones traidoras a los heroicos levantamientos revolucionarios de la clase obrera europea, cuestión que apuntaba a impedir que los explotados llegaran a plantearse el derrocamiento de Papandreau, Sarkozy, Berlusconi, la monarquía española e inglesa, y la inmundicia del Bundesbank y la Merkel en Alemania.
Esta oleada revolucionaria retoma esa experiencia, volviendo a marcar un camino a la clase obrera europea, que no es otro que: el que quiera pan, debe elevar su lucha económica a lucha política y enfrentar decididamente a los gobiernos y regímenes que protegen los intereses del gran capital, y derrotarlos.
Ningún estado mayor del proletariado mundial ha dicho que “para que haya pan, hay que derrotar y demoler el poder de los explotadores”; que para conseguir lo más mínimo hay que luchar por todo; que la clase obrera sigue mal porque aún no se ha hecho del poder.
Ningún estado mayor de los que se dicen “anticapitalistas” o “socialistas” de la clase obrera han llamado ni convocado a ninguna Plaza, a tomar ninguna comisaría, a hacer ningún piquete armado, a incendiar cuarteles ni palacios de gobierno.
A los que planteamos esto, como los trotskistas que luchamos por refundar la IV Internacional, se nos acusa de “locos”, “atropellados”, “sectarios”, “que no conocemos nada de la lucha de la clase obrera”, que “hay que ir despacio”, “paso a paso”. Afirman y se desgañitan diciendo que “nunca hay condiciones” para preparar una ofensiva revolucionaria de las masas, como si las condiciones para vencer no se conquistaran.
Estamos viviendo la película de la cobardía del reformismo. Porque ¿Qué condiciones habían para atacar a los gobiernos burgueses de Egipto, Túnez, Yemen, Jordania, con regímenes dictatoriales, autocráticos, sostenidos en policías secretas asesinas y en ejércitos de choque contrarrevolucionarios?
Las masas, por sus padecimientos inauditos, superaron toda la estrategia reformista de sometimiento rastrero a la burguesía; y ubicaron su combate a las puertas del poder. Demostraron que las condiciones objetivas para la lucha por la revolución están mucho más que maduras. Ya se están descomponiendo.
El surgimiento de putsch fascistas, nuevas invasiones contrarrevolucionarias, la profundización y establecimiento de regímenes bonapartistas ya lo anticipan. La bancarrota del capitalismo es inevitable. Éste sólo puede salir de la crisis con guerras y reventando a la clase obrera mundial, es decir, con parasitismo.
Las direcciones reformistas sólo han llamado, como en Europa, a luchas de presión para negociar la “rectificación” del ataque salvaje de los capitalistas contra las masas. Han exigido a la clase obrera de América Latina que deponga su lucha por derribar a los gobiernos “progresistas” y bolivarianos, a los cuales “había que presionar para que avancen al socialismo”, como Chávez, Morales, Kirchner, Lula etc. Sin embargo estos son los que aplican hoy planes de austeridad iguales o peores que Ben Alí o Mubarak.
Los reformistas como sirvientes del capital, les han impuesto a las masas en las oleadas de lucha de Atenas, de Bélgica, de Portugal y de toda Europa, de que se puede morigerar el ajuste y el brutal ataque. Les están diciendo y les han dicho que el león no se comerá al ciervo.
Han engañado a las masas. Han vuelto impotente los combates de la Grecia revolucionaria y del proletariado europeo. Ellos temen sobre todo que las lecciones de las revoluciones que están en curso en Medio Oriente y el norte de África, vuelvan a poner a la clase obrera europea en un camino revolucionario correcto, sacando lecciones de sus combates.
Los procesos revolucionarios de Egipto, Túnez, Medio Oriente, como el levantamiento persistente de los obreros de Bolivia contra la hambruna y la carestía de la vida, abrieron un ángulo de 180° con las recetas de las direcciones traidoras del proletariado.
Como ayer en Madagascar, en Guadalupe, en Kirguistán, o en la Bolivia revolucionaria, se combate por el poder y por el derrocamiento del poder del enemigo para conquistar el pan y parar el ataque de los capitalistas.
Las revoluciones que están conmoviendo al mundo en el norte de África y Medio Oriente, más temprano que tarde, volverán a cruzar el Mediterráneo. Es tarea de los obreros de Grecia, de Inglaterra, de Francia, de España, de Portugal y toda Europa llevar ese combate al triunfo. Sólo combatiendo como en Túnez y en Egipto, derrotando a la monarquía inglesa y española, a la V república de los asesinos imperialistas franceses, a la Italia de los Berlusconi y a la Alemania del capital financiero asesino alemán y sus ejércitos que están masacrando igual o peor que los yanquis en Afganistán, es el camino por el cual conseguirán el pan y recuperarán sus conquistas. Demoliendo y no dejando piedra sobre piedra de esa cueva de bandidos de Maastricht y del parlamento europeo, que nada tiene que envidiarle a los parlamentos fantoches, bonapartistas y autocráticos de los regímenes contrarrevolucionarios de Medio Oriente contra los cuales se levantan hoy las masas.
“Revolución democrática” las pelotas! en el norte de áFrica y Medio Oriente Ha comenzado
una revolución obrera y socialista, que ataca el corazón del capitalismo y el imperialismo mundial. es una revolución obrera Y sOcialista, que sólo podrá triunfar si se extiende a nivel internacional y triunfa a nivel mundial
La burguesía se pregunta qué nombre le pone a la revolución que ha comenzado en Túnez y en Egipto. Manda a sus sirvientes a hablar de que hay una “revolución democrática” contra “dictaduras”. La vida y la realidad desnuda a los teóricos y papagayos de la “revolución democrática”. En Túnez y en Egipto hoy, las libertades democráticas las están conquistando las masas con sus combates revolucionarios en las calles, enfrentando a la policía, al ejército y a las bandas contrarrevolucionarias que defienden los intereses de todos los capitalistas. Las masas conquistan libertades democráticas poniendo en pie la revolución proletaria. Aquí el verso y la mentira tienen patas cortas.
Ese conglomerado de desechos del stalinismo, socialdemócratas, partidos “anticapitalistas”, renegados del trotskismo varios, etc., saben muy bien que la tarea democrática irresuelta en el mundo semicolonial es la independencia del imperialismo. Y hoy salta a la vista, ante los ojos del conjunto de los explotados, cómo Mubarak y todos los gobiernos burgueses actúan bajo las órdenes abiertas y directas de Obama y de las embajadas de todas las potencias imperialistas. Salta a la vista que no hay ni libertad, ni independencia nacional sin la expulsión del imperialismo de las naciones oprimidas. Asuma el gobierno que asuma en Egipto, no será democrático, sino que será elegido en la embajada yanqui y con la aprobación del sionismo, es decir, las fuerzas contrarrevolucionarias del estado de Israel; salvo que la clase obrera tome el poder conquistando la libertad, la independencia nacional, el pan y el trabajo para los hambrientos.
Y para expulsar al imperialismo hay que expropiarlo, derrotarlo a él y a sus socios menores, las burguesías nativas. Ellos tienen su estado, su banda de hombres armados, sus policías contrarrevolucionarias. Y cuando esto falla en su control y dominio contra el proletariado, invaden –como en Irak y Afganistán- o masacran –como en Palestina-.
Las burguesías nativas asociadas al imperialismo como socios de segunda saben muy bien que si, con el método de la insurrección, triunfa la revolución proletaria que ha comenzado ésta también atacará sus intereses y propiedades que están íntimamente ligadas al imperialismo.
La tierra está en manos de las grandes empresas imperialistas, que tienen desde el trigo almacenado hasta la tierra donde se produce y las grandes cadenas de comercialización, como así también está en manos de los grandes bancos la producción de alimentos que, con sus cerealeras y banqueros, acopian a nivel mundial.
¿Cómo llamar a una revolución que, para triunfar, tener pan y trabajo, debe derrotar a los parásitos de Wall Street, Londres y Alemania, debe expropiar a las cerealeras, a las grandes petroleras imperialistas, a los banqueros y a los gobiernos y estados contrarrevolucionarios que cuidan sus intereses… “democrático burguesa”?
De repente, mientras siguen mandando a sus sirvientes y lacayos en el movimiento obrero a hablar de “revoluciones democráticas”, los teóricos de la burguesía hablan de revolución “naranja”, “de los tulipanes”, “de los claveles”. ¿Qué se han vuelto? ¿Jardineros quizás?
En momentos de revolución, las clases poseedoras quedan momentáneamente como un pintor con el pincel en el techo al que le han sacado su escalera. En ese momento duda y busca rápidamente un punto de apoyo.
Putch contrarrevolucionarios, gobiernos de colaboración de clases, sacan a gerentes de Google “de las cárceles de Mubarak” para darle un perfil de “revolución democrática de la internet”… pero la clase obrera y las masas han dicho “¡Basta!” “¡Queremos pan!” “¡Que se vaya Mubarak!” “¡Les quemamos las comisarías y disolvemos la policía!” “¡Queremos tomar la crisis y la resolución de nuestros problemas en nuestras manos!”
La tendencia es a la autoorganización de las masas y su armamento. La ruta para que triunfe la revolución ya se ha abierto con la heroicidad y la semi-insurrección de masas que no deja de desarrollarse, a pesar y en contra de todas las direcciones y diques de contención que le quieren imponer.
En Egipto, como ayer en Túnez, se ha abierto un fenomenal vacío de poder. O lo ocupan las masas revolucionarias y sus organizaciones, derrotando a las bandas armadas del capital, o lo va a ocupar la burguesía. O los explotados se organizan y centralizan, con delegados de todas las organizaciones obreras de las masas en lucha de todo Egipto, con las armas que ya le arrebaraton a la policía, poniendo en pie una milicia obrera coordinada y centralizada a nivel nacional, y con estas fuerzas se lucha por ganarse a la base del ejército; o bien, la contrarrevolución masacrará a las masas revolucionarias o esta lucha será expropiada por los cantos de sirena de los “frentes democráticos” de El Baradei, la Hermandad Musulmana y todas las otras patéticas instituciones de las clases dominantes, que sostuvieron durante décadas al asesino Mubarak.
La revolución obrera comienza a verse la cara de frente con los explotadores. Millones entran al combate, son, al decir de la III Internacional, esos “pobres diablos” que nunca son tenidos en cuenta por las capas altas de la aristocracia y la burocracia obrera. Ellos son los que están socavando, como topos, la ciudadela del poder.
El fantasma de la revolución iraní y de la revolución palestina hace temblar a la burguesía y a todos sus sirvientes y lacayos en el movimiento de masas. Ellos quieren impedir que la revolución que ha comenzado termine de madurar y ponerse de pie, cuestión que se logra en horas y en días de revolución.
El reformismo sostiene a los caballos de Troya, que hoy están al frente de las masas de Egipto, que conspiran junto con Mubarak contra la revolución.
La destrucción del ejército, como sucedió con el Sha Resza Pahlevi, poner en pie comités de soldados, las tomas de comisarías de la burguesía como lo hicieran las masas palestinas, está a la orden del día…. Si el proceso revolucionario aún no ha llegado a ese peldaño, no es por falta de tiempo. Es por crisis de dirección, es decir, por el freno que ponen los partidos de la burguesía que, con la bandera de la “democracia”, actúan como verdaderos caballos de Troya al interior de las masas en lucha… y mientras tanto, la burguesía y sus agentes sinvergüenzas en el movimiento obrero siguen buscándole un nombre a la grandiosa revolución que se ha desatado.
Como dice Trotsky en la historia de la revolución Rusa: “Un alzamiento revolucionario que dure varios días sólo se puede imponer y triunfar con tal de elevarse progresivamente de peldaño en peldaño, registrando todos los días nuevos éxitos. Una tregua en el desarrollo de los éxitos es peligrosa. Si el movimiento se detiene y patina, puede ser el fracaso. Pero tampoco los éxitos de por sí bastan; es menester que la masa se entere de ellos a su debido tiempo y aprecie antes de que sea tarde su importancia para no dejar pasar de largo el triunfo en momentos en que le bastaría alargar la mano para cogerle. En la historia se han dado casos de estos”
Las condiciones están más que maduras para que esta revolución avance varios peldaños más. Pero para que esto no suceda, los agentes de la burguesía en el movimiento obrero gritan y gritan: “¡La revolución es democrática!”. Afirman y envenenan la consciencia de los obreros revolucionarios exigiéndole a las masas: “que le entreguen el poder que tienen al alcance de las manos a un parlamento “súper democrático”, o sea una Asamblea Constituyente, para que el poder quede en manos de la burguesía “democrática”, para que así “maduren las condiciones para la toma del poder del proletariado”. Esta mentira y este engaño a la clase obrera no va a quedar impune, porque las masas ya se están dando cuenta que la que es incapaz de quedarse en el poder es la burguesía, su gobierno y sus partidos.
La crisis revolucionaria se mantiene en Egipto. La tarea urgente de las masas revolucionarias es luchar por dividir al ejército, por ganar a los soldados rasos y destruir la casta de oficiales asesina de las FF.AA. continuidad del estadio sionista fascista de Israel. Es que Egipto es un dispositivo militar contrarrevolucionario clave del imperialismo. En este sentido no es lo mismo que Túnez. Las masas, para destruir el estado, deben hacer acciones mil veces más poderosas. Pero todo se define en si se avanza en destruir a la oficialidad genocida de Mubarak-Obama. La crisis revolucionaria se sostiene en el tiempo porque la burguesía duda, no está segura de lanzar al ejército a aplastar a las masas sin correr el riesgo que las masas terminen por partir al ejército y avanzar en su insurrección victoriosa que termine por demoler al estado burgués. Es la casta de oficiales genocidas quien sostiene hoy a Mubarak en el poder. Es que justamente la oficialidad, como pilar del estado, es la que garantiza el resguardo del conjunto de la propiedad imperialista y de la burguesía nativa.
El imperialismo por el momento sostiene unificada la casta de oficiales. Eso es lo que mantiene a Mubarak en el poder y lo que le da tiempo al conjunto de la burguesía y el imperialismo para hacer actuar al “frente democrático”, quien desgaste y adormezca a las masas, para que luego la casta de oficiales de las FF.AA conquiste las condiciones para un aplastamiento contrarrevolucionario.
Esta situación, de indecisión de la burguesía por un lado y de las masas sin poder romper el ejército por el otro, genera mayor tensión y prepara choques más agudos entre revolución y contrarrevolución. Esto reafirma que la clave está en la división del ejército. La burguesía esto lo sabe perfectamente y, por eso, salen sus agentes como El-Baradei a decir que es urgente una intervención militar, supuestamente para evitar un “baño de sangre”. La burguesía duda, pero si las masas no rompen con la política pacifista de sus direcciones y avanzan en destruir al ejército, será el imperialismo quien conquistará las condiciones para derrotar la revolución.
Las masas cada vez comprenden más que sin las armas no hay ninguna posibilidad de democracia, ni siquiera de desmantelar hasta el final el régimen autocrático de Mubarak. Más temprano que tarde comprenderán, y esperemos que no sea demasiado tarde, que no hay democracia burguesa, ni siquiera Asamblea Constituyente soberana, sin derrotar a la casta de oficiales asesina del ejército de Egipto, sirviente del imperialismo. Es que no habrá pan, ni libertad ni trabajo, sin las armas y el desarme de la burguesía.
Los renegados del trotskismo llaman a una Asamblea Constituyente sin destruir a la casta de oficiales de las FF.AA., es decir una política que termina por darle tiempo a la burguesía para reorganizar su estrategia para derrotar la revolución. El propio imperialismo francés y su V Republica imperialista, masacradora de los pueblos de África, con su vocero Sarkozy, sale a decir que en Egipto lo que “se necesita es ganar tiempo para formar instituciones firmes que garanticen la democracia”. Saben muy bien que la burguesía internacional en Egipto se está jugando el todo por el todo y exigen tiempo para que actúe el “frente democrático” mientras fortalecen la oficialidad para aplastar la revolución. En última instancia la política pacifista de los reformistas y renegados del trotskismo es funcional a este plan burgués.
Del basurero de la historia reaparecen teorías y programas ya viejos, derrotados por el bolchevismo, que reeditan viejas charlatanerías del menchevismo y el stalinismo, y que hoy repiten muy alegremente los renegados del trotskismo, destructores de la IV Internacional.
“Que la clase obrera y las masas explotadas no se hagan del poder”. “Que las masas vayan a votar un solo día a todas las escuelas de Egipto para resolver sus problemas” les están diciendo. No quieren que las masas terminen de completar su ofensiva revolucionaria, partan a la base del ejército, termine de armarse la milicia obrera con las armas que se le arrebatan a la policía y pongan en pie los consejos obreros que se hagan del poder.
El Foro Social Mundial, los deshechos del stalinismo, los socialimperialistas y renegados del trotskismo varios, se han sacado la careta. Su consigna es: “la clase obrera en estado de insurrección no puede ni merece tomarse el poder, y sólo merece y puede hacerlo la burguesía”… ¡¡¡con todas sus instituciones en crisis!!! Ante esto, sólo le queda a las masas dividir al ejército y ganarse a los soldados rasos para dar la estocada final al régimen infame colonial de Mubarak, bajo el mando de Obama.
¡Basta de Mentiras! Los que están en crisis son los de arriba. Los de abajo ya no quieren, y ya conquistaron las condiciones para barrer al régimen burgués y su banda de hombres armados, y arrinconar hasta la expropiación a los parásitos imperialistas.
Con la heroica insurrección de las masas de Egipto y Túnez se caen las caretas, las falacias y se desnudan las traiciones de las direcciones reformistas, de la aristocracia y burocracia obrera, colgadas a los faldones de la burguesía.
Aquí se han levantado nuevamente dos barricadas en la lucha de clases mundial: el reformismo y la revolución. El someter a heroicas revoluciones a la burguesía, que las expropia o las masacra; o luchar por tomar el poder, poniendo en pie partidos revolucionarios, que sean la pluma que permita que, en momentos decisivos, como estos de vacío de poder, de crisis fenomenal de los de arriba, se defina la balanza a favor de la clase obrera, ganando a las masas para que el soldado, junto a la milicia obrera, haga que el tanque que rodea la plaza apunte sus cañones al palacio de Mubarak.
Es en este combate donde se juega el destino del pan para los explotados que choca de frente con la propiedad de los explotadores. La cuestión central es que clase se adueña del poder.
Las galimatías del reformismo
Digámoslo de una vez. En 1989, cuando el stalinismo entregaba los estados obreros al capitalismo, los reformistas hablaban de “revolución democrática contra la burocracia”, mientras ésta se llevaba todos los rublos en maletas al Citibank y a la banca de Londres; y el partido asesino de “los mandarines rojos” de China entregaban al capitalismo como una gran maquila gigante a los millones de obreros chinos.
Eso era una supuesta “revolución democrática”, y no el triunfo de una contrarrevolución que masacró con guerras contrarrevolucionarias cómo en los Balcanes, imponiendo regímenes bonapartistas contrarrevolucionarios como los de Putin –a su lado, Mubarak es un ejemplo de demócrata-, con los mandarines chinos masacrando a millones de estudiantes y obreros en Tiananmen. Ahora, cuando se levanta la clase obrera y las masas de Túnez y Egipto amenazan con destruir el estado y las bandas de hombres armados del gran capital y, en su dinámica y por sus métodos de lucha, plantean la expropiación de la burguesía y la toma del poder por la clase obrera, también la llaman “revolución democrática”.
La burguesía busca un color o el nombre de una flor para llamar a estas revoluciones y engañar así mejor a las masas. Mientras mas los ideólogos de la burguesía discuten qué nombre le ponen a la revolución…más asustados están. No la controlan. Perdieron el dominio del sometimiento de las masas. La incertidumbre es de ellos. Por eso no hay ni flor ni fruta que le alcance para definirla. Sólo lo harán cuando la estrangulen.
Todos los fogoneros del Foro Social Mundial y los voceros y teóricos de la “revolución democrática” se desenmascaran como farsantes, pues todos sostienen a la burocracia restauracionista castrista, que aplica planes de hambre, despidos, sobre la clase obrera cubana, como lo hace Mubarak, o lo hacía Ben Alí, u hoy lo hace Evo Morales.
¿No será que lo que hay son contrarrevoluciones o reacciones democráticas, que están sólo para expropiar la revolución proletaria, y que, como el fascismo o el bonapartismo, no son más que distintas instituciones y agentes que utiliza la burguesía para mantenerse en el poder?
En la así llamada V Internacional está Hu Jintao, que patrocina, junto a los hermanos Castro, los “frentes democráticos” de izquierda que sostienen a Obama y cuanto frente de colaboración de clases hay en el planeta.
Ellos administran la maquila en China, que es un verdadero campo de concentración de centenares de millones de obreros.
Todas esas fuerzas han sido rejuntadas para salvar al capitalismo en bancarrota, ya sea aplicando los peores planes bonapartistas y contrarrevolucionarios contra las masas en nombre del “socialismo” o el “socialismo de mercado”; o bien, en nombre de la “revolución democrática”, para expropiar a los obreros su revolución.
Los sostenedores por izquierda de este engendro de la V Internacional son los renegados del trotskismo, que quedan al desnudo, porque ni siquiera levantan un programa democrático consecuente hasta el final.
Sus partidos “anticapitalistas” que no atacan al capitalismo, de “demócratas radicales”, ni siquiera plantean la consigna de: “cada hombre un fusil”, como era la consigna de la revolución democrática burguesa de Francia dirigida por Robespierre en 1789.
Esto significa que los mentores de la supuesta “revolución democrática” llaman a hacerla y a que ésta triunfe sin derrotar a los milicos, a la policía secreta y asesina de Mubarak, y a la casta de oficiales asesina del ejército de Egipto, socia y extensión de las tropas de ocupación yanquis en Irak y sostenedoras del estado sionista contrarrevolucionario de Israel.
Vamos a demostrar que no sólo no son socialistas revolucionarios, sino que ni siquiera son demócratas consecuentes en su “revolución democrática”, y tan sólo son sirvientes del capital. Estos “demócratas” ni siquiera le llegan a los tobillos a Robespierre, que garantizó el funcionamiento democrático de la Asamblea Nacional en Francia con el degollamiento de todos los príncipes y nobles en la guillotina.
Y siguen buscando un nombre a estas revoluciones que han comenzado. Hay que responderles como el sirviente a Luis XVI en la revolución burguesa en Francia, que le preguntaba “¿Es una revuelta, sire? No, es la revolución” y la cabeza del rey caía por la guillotina. Y hoy, cuando vivimos la época de putrefacción y agonía mortal del capitalismo, hay que decirles a sus sostenedores lo mismo: “¿es una revolución democrática, sire?” “no, es la revolución proletaria”, que deberá mandar a la guillotina a Mubarak, extendiéndose a Europa y a EEUU deberá mandar a la horca y poner en una pica las cabezas de la monarquía inglesa, española y al más grande contrarrevolucionario del planeta: don Obama y todo su sostén contrarrevolucionario del Pentágono y el partido de los “Republicratas”, todos bajo el mando del capital financiero internacional y los parásitos imperialistas.
Los obreros revolucionarios deben seguir día al día los acontecimientos internacionales de su clase y formarse bajo el fuego mismo de la revolución.
En este OOI vamos a presentar las distintas cartas con las cuales los trotskistas internacionalistas debatimos y discutimos cuáles son las condiciones de la victoria; cuáles son las tareas y la preparación de revolucionarios que, aprendiendo de los combates de las masas, conquisten el conocimiento de la insurrección como arte; que prepare cuadros internacionalistas que puedan dirigir la única tarea nacional de un partido revolucionario, que es la toma del poder, centralizado bajo las banderas de una organización revolucionaria a nivel mundial.
Presentamos entonces la correspondencia al día de nuestra fracción internacional, donde damos cuenta de las tareas y el programa frente al enorme proceso revolucionario que está en curso.
Desde la FLTI afirmamos que estamos ante un nuevo momento histórico en la lucha de clases a nivel mundial que ha comenzado en el 2007. Éste se inició con el derrumbe y la bancarrota del capital financiero. La bancarrota de éste empuja a las masas a grandes flagelos y sacrificios; y éste se salva a sí mismo reclutando direcciones pagas para que paren y traicionen la ofensiva de masas, para que la dispersen y la desincronicen. Así logra mantenerse y, por momentos, salir de su crisis, haciéndole pagar todo el precio de ésta a las masas.
Es que el capitalismo no se cae ni se caerá solo. Revoluciones como la de Egipto y Túnez demuestran cuál es el camino para derribarlo.
Día a día el reformismo hace un verdadero striptease ante las masas. Se ha iniciado un período histórico de contrarreformismo. Se ha agudizado la época de crisis, guerras y revoluciones. Esto no deja vivir en paz a los enfermeros del capitalismo.
Un nuevo reagrupamiento de fuerzas revolucionarias internacionalistas, que estén por reagrupar las filas de la clase obrera, sincronizar su combate, preparar y organizar revoluciones socialistas triunfantes y extenderlas a nivel internacional se ha vuelto una necesidad mucho más que perentoria: inmediata.
Sólo bajo las banderas de la IV Internacional y el legado de su congreso fundacional de 1938, y buscando continuidad revolucionaria con él, podrá el movimiento marxista reagrupar sus fuerzas y marchar a refundar la IV Internacional.
Cada proceso revolucionario nos da mil y una oportunidades. Los fundadores de la IV Internacional veían y preparaban al movimiento revolucionario en los ’40 para todo un período de guerras, revoluciones y contrarrevoluciones. Ese período histórico se ha exacerbado. El reguero de la revolución sigue su curso, más allá de que decenas de estas revoluciones han sido mancilladas, cercadas, traicionadas por responsabilidad de su dirección. Pero lo hacen a un costo altísimo. Aquí y allá las masas deben retroceder por la traición de su dirección. Por momentos, el capitalismo respira aliviado cuando la marea revolucionaria afloja y, por momentos, tiembla cuando nuevas embestidas de masas lo ponen en cuestión.
Este período histórico se abrió con Obama, el sionismo y su operación “Plomo Fundido”, que masacró a sangre y fuego a las masas palestinas, mientras las direcciones traidoras cercaban los procesos revolucionarios de América Latina y sometían a la clase obrera norteamericana a Obama.
Pero a esta ofensiva contrarrevolucionaria se le respondió con lo que podríamos llamar la “Operación Puño de Hierro” que, con una cadena de revoluciones, intentó aquí y allá presentar batalla, en las peores condiciones que le impuso la crisis de dirección.
El capitalismo en bancarrota se sobrevive exacerbando su parasitismo, gracias a la tardanza de la revolución proletaria. Si ésta no llega a tiempo, el capitalismo saldrá de su crisis con nuevas guerras y fascismo.
La alternativa es de hierro. Comunismo o fascismo. Socialismo o barbárie. Este es el apotegma del marxismo revolucionário de esta época imperialista.
De un lado, los enfermeros del capitalismo. Del otro, sus sepultureros.
Vaya entonces este material de elaboración, reflexión, donde presentamos –y nuestros lectores podrán ver atentamente- las primeras declaraciones que el 25/1 y el 7/2 sobre Túnez y Egipto editaran los miembros del Secretariado Africano de la FLTI, que fueron hechas suyas por toda nuestra corriente internacional (ver página-.-…).
Presentamos también el llamamiento y el programa con el cual la LOI-CI de Argentina que convocó y fue parte activa de movilizaciones en solidaridad con la revolución de la clase obrera de Túnez y Egipto.
También publicamos el volante de la LTI de Bolivia, llamando a unir el combate en el terreno internacional de la clase obrera de Bolivia, Túnez y Egipto contra el mismo enemigo: el imperialismo y sus gobiernos, ya sean llamados “nativos” o “indigenistas” o “progresistas” o “autocráticos y contrarrevolucionarios”, que aplican los mismos planes de hambre, despidos y miseria, como distintos agentes del mismo patrón del sistema capitalista mundial.
Presentamos las cartas del SCI de la FLTI a todos sus militantes y grupos, dando cuenta de los acontecimientos al día de la revolución en Túnez, en Egipto y a nivel internacional. Muchas de estas cartas fueron escritas y luego precisadas al calor de los acontecimientos. Numerosos aportes de todos los militantes de nuestra corriente y sus grupos fueron regulando la mira para conquistar un programa para la revolución socialista, es decir, las condiciones de la victoria.
Nuestra elaboración para conquistar el programa marxista, ante enormes eventos y acontecimientos, no quedarán guardados en ningún pendrive, archivo o delicados escritorios, sino que son, y proponemos que sean, un instrumento de combate para colaborar en formar revolucionarios que piensen con su propia cabeza, buscando entre todos, y conquistando, un programa para la revolución socialista.
Editamos así entonces una carta del 2/2, que define con precisión el carácter de la revolución que comenzó en Egipto, Túnez, del combate por la toma del poder, las tareas internacionales de la revolución y las tareas internacionales del proletariado mundial.
Asimismo, publicamos una carta del 3/2, escrita en el mismo día en que se producía el ingreso a la “plaza de la liberación” de hordas contrarrevolucionarias, a las que los tanques del ejército “neutral” le daban paso para aplastar a las masas insurrectas; y luego cercaban a las masas para que éstas no terminen de ajusticiar y aplastar esa intentona semifascista contrarrevolucionaria.
En la misma establecemos la relación entre la política contrarrevolucionaria y las tareas de las direcciones pequeñoburguesas y burguesas encaramadas en las masas, que intentan desarmar a las masas con los cantos de sirena de la “lucha pacífica y democrática”… cuando el gran capital y el imperialismo arma a lúmpenes, a policías sin uniforme, a agentes pagos del aparato burocrático para masacrar a las masas.
Publicamos una carta del 4/2 que da cuenta de que a pesar y en contra de golpes y putch contrarrevolucionarios, a pesar de que las corrientes burguesas y pequeñoburguesas se encaramaran en la movilización, a pesar y en contra de las conspiraciones a espaldas de las masas de movimientos como el de la Hermandad Musulmana, “6 de abril”, iglesias varias y cibernéticos enfurecidos, las masas empujan a más y más sectores al combate.
Cuando cerramos esta presentación, el pacifismo del “frente democrático” hace agua. Masas revolucionarias ya están quemando el cuartel general de la policía en El Cairo. Aparecen y entran en escena los verdaderos héroes de esta revolución: los que pusieron sus muertos, los que se tomaron las comisarías, los que comenzaban a inmolarse como Mohammed Bouazizi de Túnez, la clase obrera con sus legiones de desocupados. Ganan las calles, se toman las petroleras como en Suez.
Un nuevo empuje y una nueva onda expansiva de obreros y explotados recorren el Nilo profundo. El faraón, el verdadero faraón que es Obama y el imperialismo que somete a Egipto, ve peligrar su cabeza en la cima de las pirámides. Las de sus socios y agentes directos están por rodar.
Una nueva marea revolucionaria viene de Túnez, como lo anunciamos en la carta del 8/2. Se enfrenta ya al gobierno que en semanas intentó expropiar, con un ropaje “democrático”, la revolución de los obreros y campesinos pobres.
Pasan los días. Las revoluciones se profundizan. Los verdaderos actores ocupan su lugar. Hay que decirle la verdad a toda la clase obrera mundial, y esto intentamos hacer en toda la correspondencia internacional que aquí presentamos: lo que ha comenzado es una fenomenal y extraordinaria revolución obrera y socialista, que avanza lo que no pudo avanzar el levantamiento de la clase obrera europea contra el ataque de los monopolios y gobiernos imperialistas.
La lucha económica contra los capitalistas y su gobierno se ha elevado a lucha política por el poder. El vacío de poder y la crisis revolucionaria están abiertos en Egipto, como lo estuvo ayer en Túnez. Esta situación no puede durar mucho tiempo más. O se engaña y se expropia la revolución, como intentó el imperialismo y la burguesía en Túnez, apoyados en la burocracia de los sindicatos y las direcciones reformistas de las masas, a las cuales ahora éstas se enfrentan; o bien se preparan contra las masas revolucionarias de Egipto nuevas masacres contrarrevolucionarias que le permitan a la burguesía retomar el control de su estado y el poder. Las masas en Egipto comienzan a comprender cada vez más que el ejército, supuestamente “neutral”, y su casta de oficiales se abría para darle paso a las bandas fascistas para intentar masacrar a las masas, y las resguardaba cuando las masas las hacían retroceder.
El soldado raso le guiñaba el ojo al combatiente del proletariado de la revolución. Mientras, el general y el oficial sostenían y protegían a las bandas contrarrevolucionarias de Mubarak y Obama. Esta es la gran tarea pendiente. Partir ese ejército, poner en pie los comités de soldados para que la revolución se ponga de pie, y preparar las condiciones de la victoria.
Insistimos, este período de vacío de poder no será muy largo. Si la clase obrera no se hace del poder, la crisis revolucionaria la cerrará la burguesía, con el “frente democrático” aislando y desgastando las movilizaciones de las masas, imponiendo un gobierno “de transición”, o incluso con acciones contrarrevolucionarias y con progroms semifascistas como en Kirguistán, con masacres en plazas que quedan aisladas después de desgastar las enormes energías de las masas, como hace meses atrás en Tailandia o en Tiananmen en el ’89.
Una carrera de velocidad entre revolución y contrarrevolución, entre crac y bancarrota del capitalismo, y la respuesta de masas, ha comenzado. Esta cuestión del poder no se define en un solo país. El proceso de revolución y contrarrevolución se define en el combate internacional del proletariado, en devolverle a éste una dirección que se merezca y que esté a la altura del combate que está dando.
Los reformistas no van a poder vivir en paz. Los “anticapitalistas” que no combaten al capitalismo, cada vez se demuestran más como enfermeros del capitalismo. Los que hablan de socialismo y la revolución los días de fiesta, en la revolución misma pregonan el “triunfo de la democracia” y la burguesía.
Las masas avanzan en procesos revolucionarios a poner en pie organizaciones de combate, de autoorganización y armamento. La clase obrera europea, con igual padecimiento que las masas de Medio Oriente y el norte de África, deberán, si no lo están haciendo ya, sacar conclusiones de cómo avanzar en la lucha por pan y trabajo, enfrentando abiertamente a los regímenes y estados de las potencias imperialistas. Es que, para que la clase obrera europea vuelva a dar una lucha mínimamente seria, la demanda por el pan no puede ser otra que “¡Fuera Papandreau! ¡Abajo la V República! ¡Fuera Merkel, la reina de Inglaterra y esa cueva de bandidos del parlamento europeo y los parásitos de Maastricht!”
Los obreros argelinos, tunecinos, egipcios, de África y Medio Oriente en Europa son los que harán encender esa chispa en la clase obrera europea.
La clase obrera boliviana amenaza con ser la chispa, como Túnez, para volver a incendiar la lucha antiimperialista y contra el hambre de las masas de América Latina. Los combates del norte de África, más temprano que tarde, se van a irradiar a las martirizadas masas del resto del continente, reprimidas y sometidas por brutales gobiernos contrarrevolucionarios, agentes de las distintas potencias imperialistas ya sean anglo yanqui, francesa, o alemana.
Insistimos, en estas condiciones, el reformismo ya ha comenzado a boquear como pez fuera del agua. Se agudiza la crisis de dirección revolucionaria, pero también la crisis del reformismo y su bancarrota.
El movimiento revolucionario internacional tiene y tendrá mil y una oportunidades.
Toda la izquierda “socialista” de EEUU, sirviente de Obama, que ha sometido a lo mejor de la clase obrera norteamericana y su combate antiimperialista a los pies del “democrático” Obama contra el “fascista” Tea Party de la ultraderecha norteamericana, ya no puede explicar su política de sostener por izquierda al democrático Obama. Ya ha quedado claro que éste es igual o peor que Bush, ya que sostiene a los gobiernos contrarrevolucionarios autocráticos bonapartistas, asesinos, semifascistas, con los cuales el imperialismo controla el 90% del planeta, en el mundo colonial y semicolonial, naciones a las que saquea superexplotando a límites extremos a la clase obrera.
Cada vez que el imperialismo avanza en este objetivo, peor trata a la clase obrera de su país imperialista. Así, el imperialismo serrucha a cada paso la rama en donde está sentado, y se cuida muy bien de que la rama sea sostenida por la aristocracia y la burocracia obrera.
Los obreros norteamericanos se preguntarán –y lo deben hacer- “¿Qué hace mi gobierno decidiendo sobre otro país?” “¿Qué hacen mis tropas que todavía siguen masacrando en Irak y en Afganistán?” La chispa debe aparecer ya en la clase obrera de los países imperialistas. ¡El enemigo está en casa! Los parásitos del capital financiero dirigen, con poses y agentes “democráticos” o dictatoriales, a todos los gobiernos contrarrevolucionarios que masacran y someten a la clase obrera mundial.
La “democracia” que expanden las pandillas imperialistas en el mundo no son más que gobiernos basados en genocidios, en ocupación, como el del protectorado de Irak y Afganistán; o bien, la nueva autocracia china o de Putin en Rusia, en la África ensangrentada y martirizada bajo la bota de terribles gobiernos bonapartistas.
Los obreros bolivianos enfrentan a las burguesías “progresistas” y “bolivarianas”, y son la vanguardia contra la carestía de la vida y por el pan en toda América Latina. En Bolivia hemos visto muy bien este accionar de los agentes del imperialismo para frenar la revolución. Con el llamado “frente popular” de colaboración de clases de Morales, se impuso un gobierno que salvó los intereses del imperialismo y toda la burguesía nativa boliviana, desgastando las fuerzas de la revolución.
El agente fascista del imperialismo dio un golpe contrarrevolucionario en la Media Luna y, luego ambos, los “demócratas” y los fascistas, con el auspicio de la OEA imperialista, votaron en común una Asamblea Constituyente, que cerró la crisis revolucionaria en las alturas; dejó sometida Bolivia al imperialismo igual o peor que bajo el régimen de la rosca, y a los obreros hambrientos, sufriendo planes de ajuste iguales o peor que los de Mubarak.
Lo que suena ya, ante la bancarrota del capitalismo, es la necesidad de la revolución socialista.
Por ello no podemos menos que afirmar que desde el 4/1 que muriera Mohammed Bouazizi y comenzaran las acciones de masas tunecinas, y se propagaran a Medio Oriente, lo que estamos viendo son semanas y días de revolución que están conmoviendo al mundo.
Como podrán ver nuestros lectores, nuestro objetivo no es otro que el de, sacando lecciones revolucionarias, preparar cuadros que, interviniendo en la revolución misma, puedan proponerse ya la enorme tarea de poner en pie un nuevo reagrupamiento de las fuerzas revolucionarias internacionalistas de la clase obrera mundial. Ya no hay tiempo que perder. El combate revolucionario de las masas aun nos da tiempo.
Las masas están iniciando revoluciones. La situación es como la que planteaba Trotsky en su trabajo de 1928 “Stalin, el gran organizador de derrotas”: “No se trata de que estamos en una época en que se puede tomar el poder en todos lados el mismo día. Esa no es la situación y sería imposible que así lo fuera. Estamos en un momento de agudización de la época de crisis, guerras y revoluciones, que significa, ni más ni menos, que por momentos parecería ser que “no pasa nada”, diría el impresionista, pero de repente, por las condiciones internacionales, aquí y allá se le presenta al proletariado la necesidad de hacerse del poder.”
Una dirección preparada para ello es lo que se necesita. Sólo se formará en la revolución misma.
Las direcciones traidoras intentan desorganizar lo que las masas construyeron con su lucha y sus heroicos combates. Intentan impedir a toda costa que la revolución en Egipto y Túnez no suba cada día un peldaño más, eche a Mubarak y se haga del poder. Esa es su función.
Pero, a su vez, la función de los revolucionarios es garantizar que esto no sea así. A ello están volcadas todas nuestras fuerzas.
La crisis de dirección y la sobreabundancia de direcciones traidoras se interponen entre el marxismo revolucionario y las masas. Pero, como hoy demuestran Egipto y Túnez, son las masas revolucionarias las que, enfrentando al reformismo, le facilitan el trabajo al movimiento revolucionario para llegar a tiempo a ellas.
No hay tiempo que perder.
¡Revolucionarios a sus asuntos!
SCI de la FLTI
10/2/2011 |