Luego de más de 21 días de bombardeos, finalmente, a principios de marzo, Al-Assad lanzó su ataque definitivo a Homs, el principal bastión de la clase obrera y las masas que hace un año se sublevaron dando inicio a la revolución siria, como un eslabón de la cadena revolucionaria del Norte de África y Medio Oriente. Con una guardia de elite de 7.000 mercenarios comandados por el despiadado Maher Al Assad, hermano de Bashar, con decenas de tanques y armamento pesado ingresaron al barrio Baba Amro de Homs, uno de los barrios más combativos del país, para cazar, casa por casa, a los combatientes más aguerridos de la clase obrera y los explotados.
El ataque contrarrevolucionario rápidamente se extendió a toda la ciudad, lo que obligó de inmediato a más de 4.000 explotados a replegarse de Homs. Cientos de trabajadores fueron asesinados, muchos de ellos, mujeres y niños, degollados por el ejército sirio. La mayoría de los cadáveres aún yacen bajo los escombros a los que han sido reducidos barrios enteros de la ciudad.
Homs ha caído. A manos de las tropas asesinas del ejército de ocupación de Al-Assad, se ha convertido en la ciudad del “olor a muerte”, como afirman decenas de explotados que lograron escapar. Todos los informes hablan de un verdadero “pueblo fantasma” en Homs.
Al día de hoy, los bombardeos y masacres para aplastar la revolución continúan en Hirak, Deraa, Idlib y otras ciudades de Siria que se encuentran cercadas. Miles y miles de explotados, con sus mujeres y niños, han escapado hacia Turquía, Jordania o el Líbano, donde ya hay más de 30.000 explotados sirios en campos de refugiados con temperaturas bajo cero, mientras unos 200.000 han sido desplazados dentro del territorio sirio. Muchos de ellos esperan ansiosos armamento para volver a Siria a combatir, y como ellos mismos afirman, si es necesario “morir como un mártir por la revolución.” Esto lo hacen sabiendo que el régimen sirio ha llenado las fronteras de minas antipersonales, que ya se han cobrado la vida de muchos explotados. Al-Assad ha profundizado su ofensiva contrarrevolucionaria bombardeando el puente más importante que une la ciudad de Qsei en Siria con el Líbano, mientras ha convertido distintos hospitales en verdaderos campos de tortura contra los combatientes del proletariado sirio.
Desde marzo del 2011, cuando estalló la revolución en Siria, son casi decenas de miles los mártires de la clase obrera y los explotados que han dado su vida para derrotar al régimen y el gobierno sirio.
Pero ¡Alerta! la última palabra del último combatiente no ha sido pronunciada. La resistencia que se mueve entre escombros, levantando fusiles ensangrentados que vuelven a disparar, ha concentrado sus fuerzas en la ciudad de Deraa. Allí un combatiente le relató a un corresponsal que en una reunión se dijo: “El que quiera irse y no luchar, que deje aquí su kalashnikov”, y terminó “ninguno lo hizo”.
Continúan los enfrentamientos contra las tropas de Al-Assad que registran cada casa la ciudad, mientras mantienen francotiradores apostados en las azoteas, buscando repetir la masacre de Baba Amro.
En Damasco se desarrolla una verdadera guerra civil de masas ¡Cuánto heroísmo! Los explotados saben que las tropas de Al Asaad no pueden bombardear los barrios donde viven las familias de los funcionarios, burgueses y militares leales. ¡Allí se combate casa a casa! La prensa internacional no puede ocultar que los combatientes de la milicia venden sus casas, muebles, parcelas de tierra, relojes y todo a mano para comprar armas, pertrechos y municiones para los combatientes de Damasco. Los jóvenes que vieron caer a sus padres en la lucha se suman a la resistencia haciendo su duelo en el combate. ¡Obreros del mundo: en Damasco combaten nuestros héroes!
La lucha de clases ajustará cuentas con los calumniadores de la revolución que dijeron que las milicias obreras y populares de Libia eran “tropas terrestres de la OTAN”, cuando los comités de fábrica que están echando a andar la producción hacen las listas de los miles de obreros caídos en combate. Los canallas que dijeron que la insurgencia siria era “armada por el imperialismo”, no pueden ocultar ante los ojos del proletariado internacional que los trabajadores sirios hacen los más grandes sacrificios para comprar sus municiones y luchar. ¡Es la burguesía la que hace negocios en las guerras, vende armas, encarece el alimento y los insumos hospitalarios! La clase obrera, es la única dispuesta a liberar a la nación del yugo imperialista: los combates de hoy en Damasco son el mejor testigo.
¡La guerra civil de clases que libran las masas sirias debe triunfar! ¡Hay que romper el cerco internacional contra las masas sirias!
20 de marzo de 2012 |