La izquierda reformista mundial y los falsos “trotskistas” reeditan la política traidora del estalinismo de “socialismo por la vía pacífica”… y encima con recetas “keynesianas” para salvar al capitalismo
Todas las direcciones reformistas, enfermeras del capitalismo, son enemigas de toda perspectiva revolucionaria y socialista, con el triunfo de la dictadura del proletariado como única salida para los padecimientos de las masas. Esta salida es por demás impensable sin ver la lucha de la clase obrera griega como parte del combate por la revolución en toda Europa.
Hoy todos los seguidores del mundo de Syriza están diciendo y proclamando lo siguiente: “brutal cambio en Grecia”, “hay condiciones para que los socialistas y los anticapitalistas lleguen al poder”, “basta de sectarismo del PC. Por la unidad de la izquierda para ir a la segunda vuelta electoral”. Si este programa no es la “vía pacífica al socialismo” que ensangrentó a Chile en los ‘70, ¿qué programa es? Plantean esto en un país donde del ejército griego salieron en los ’70 generales tan o más asesinos y torturadores que Pinochet, que ensangrentaron a la clase obrera griega.
Pero debemos afirmar que la crisis del bipartidismo del Pasok y Nueva Democracia, no la provocó este resultado electoral. La provocó el ascenso de las masas revolucionarias de Grecia, los combates de barricadas que echaron a Karamanlis antes de que venza su mandato, las decenas de huelgas generales de las masas intentando tirar al gobierno de Papandreu. No fue Syriza el que los venció. Syriza es el que sostiene a la institución presidencial del odio de las masas y de la revolución, como ayer el PC al Parlamento.
La izquierda mundial, mira para otro lado cuando las bandas fascistas ganan las calles. Son todos enemigos de llamar a poner en pie las milicias obreras y los comités de autodefensa para que la clase obrera y los explotados aplasten a las bandas fascistas que empiezan a levantar cabeza. Son unos vulgares pacifistas.
Silencian esto y no le recuerdan a la clase obrera griega en que fue la vanguardia del proletariado de aplastar al fascismo en la Segunda Guerra Mundial. En la segunda guerra inter-imperialista, toda la burguesía griega se había pasado con armas, bagajes, hijos, nietos y propiedades a un pacto con Hitler. Las masas armadas chocaron contra Hitler y contra ella. En el campo de batalla de la Grecia insurreccionada huían las tropas de Hitler y la burguesía griega quedaba acorralada como su socia menor. La clase obrera tenía el poder al alcance de la mano, como en toda la Europa imperialista. Una vez más, la revolución socialista no llegó a triunfar en la Europa occidental por la traición del estalinismo.
Los explotados griegos saben cómo aplastar al fascismo, y se han nutrido de esa tradición. Por eso el jubilado que se suicidó planteó que si alguien hubiera tomado un kalashnikov, hubiera sido el primero en seguirlo para parar este ataque de los capitalistas.
Ni Syriza, ni el estalinismo, ni el FSM ni sus laderos de los renegados del trotskismo son continuidad de esos combates heroicos de las masas griegas. Ellos son los continuadores de los que salvaron al capitalismo mil y una vez, como la socialdemocracia y el estalinismo.
A la salida de la Segunda Guerra Mundial, según el pacto de Roosevelt, Churchill y Stalin, Grecia quedaba bajo control inglés como un protectorado, con el control de reyezuelos hasta que se dio el golpe de los coroneles bajo la égida yanqui en el ‘64. Indudablemente el régimen del protectorado inglés en crisis no podía contener a las masas griegas, y el Pacto de Yalta y Potsdam le entregó el control de Grecia a EE.UU., mientras el estalinismo perseguía a toda la vanguardia revolucionaria y sus milicias para que no se hagan del poder. Miles de sus mejores combatientes debieron huir a Albania y Yugoslavia.
Las masas griegas que habían aplastado al fascismo se oponían a todo esto, e inclusive iniciaron una guerra civil contra los “imperialismos democráticos”. Stalin llamó entonces a toda la dirección de las milicias griegas a Moscú, donde fusiló a todos sus dirigentes.
Los renegados del trotskismo son tan cobardes, que sin ir a Moscú, sin tirar un solo tiro contra los fascistas, se han puesto de rodillas, como “gatitos mimosos” a los pies de los “imperialismos democráticos” europeos y su “Europa Social”.
La LIT, luego de fundar su pequeña central sindical en Brasil, le envía consejos a sus amigos “anticapitalistas” de la izquierda griega a través de su partido en Portugal. Estos afirman: “Lo que los griegos quieren es un nuevo gobierno de unidad de las izquierdas para acabar con la austeridad sobre los trabajadores, los jóvenes, los pensionistas y el pueblo en general.”
Hablan de “gobierno de unidad de las izquierdas”, sin comités de fábrica, sin milicia obrera, sin aplastar el poder de la burguesía. Bernstein y Kautsky se están poniendo colorados.
Pero no se le puede mentir al proletariado de forma tan descarada. La LIT afirma: “Hay que parar la austeridad”, muy parecido a como habla Hollande en Francia y todo el FSM.
Pero la “austeridad” no es sólo reducirle el salario a los estatales, las jubilaciones y el presupuesto de la salud y la educación. Eso no es más que una pequeña parte del ataque de los capitalistas. Ello es tan solo para recuperar, con robo y confiscación del salario de las masas, los fondos de un tesoro vacío del estado griego que se los apropiaron los bancos para cubrir sus deudas y pérdidas en la bolsa de Wall Street.
Pero lo central que buscan Alemania y EE.UU., los “jefes de Versalles” y sus socios de las burguesías imperialistas perdedoras en la crisis económica, es sacarle una tajada más de plusvalía y de superganancias a la clase obrera europea de conjunto. Sólo así los capitalistas podrán cobrarse la crisis. Es que las potencias imperialistas en bancarrota se deben volver más “competitivas” y ello significa tener un movimiento obrero esclavo en toda Europa, para garantizar nuevas inversiones y una tasa de ganancia tal que permita aumentar la productividad del trabajo y recrear las condiciones para que no estalle el euro y con él, Maastricht. En esa dirección van implacablemente Alemania, EE.UU., Francia y también todas las burguesías imperialistas deudoras y perdedoras en el crac mundial. La única diferencia es el tiempo y la forma en aplicar este plan: con o sin anestesia, más o menos gradual.
Marxistas vulgares y charlatanes varios, “socialistas de mercado”, tratan al capitalismo como si éste fuese una sociedad de beneficencia. La Merkel, Obama y la transnacionales sí saben de qué se trata: de cobrarse las deudas no sólo a corto, sino a largo plazo. El capitalismo funciona con inversión en la producción. Allí se genera la riqueza, con el capital sacándole a la fuerza de trabajo hasta la última gota de sangre para crear bienes que luego se transformen en valores cuando las mercancías son intercambiadas en el mercado por moneda.
La “unidad europea” fue garantizada con una moneda común, el euro. Pero esto no significa que la productividad italiana, española, portuguesa, irlandesa, griega, etc. fuera igual o similar a la alta productividad alemana, la gran productora de máquina-herramienta que necesitaba a Europa como su mercado.
El que garantizó el euro fue el dólar a través de créditos de los bancos de Wall Street a los bancos europeos, que con comisiones de por medio, financiaban los déficit de los estados y las monedas devaluadas de los países del sur de Europa. Ni la peseta ni la lira podían tener el valor del marco alemán. El dólar fue la garantía de la “unidad europea” y de los negocios que hicieron con ella Alemania y EE.UU. como el gran usurero de Europa. Y estos son los que hoy quieren cobrar, inclusive sometiendo y recolonizando todo el este europeo, mediante enormes créditos del FMI, mayor saqueo y privatizaciones como hicieron en América Latina en los ’80.
Por ello el verdadero plan para que Grecia pueda mantenerse en el euro, o inclusive salirse de él y salir de una crisis (con una brutal devaluación y destrucción del salario por esa vía), es la flexibilización laboral, es la liquidación de todas las conquistas de la clase obrera, con un proletariado “maquila” en un país imperialista de segunda.
Sólo así, entienden los capitalistas serios y no los “socialistas” charlatanes, se podrá hacer un plan serio de inversiones para sacar a Grecia de la crisis desde un punto de vista burgués. Ni la Merkel, ni Obama, ni los jefes del FMI son delirantes suicidas. Todos ellos son capitalistas y explotadores serios, a los que hay que aplastar seriamente con la revolución proletaria. Ellos vienen a por todo.
Hollande y la izquierda social-imperialista lo único que plantean es avanzar más lentamente en este proceso, puesto que la única diferencia que tienen, es que si van muy de golpe, pueden encontrarse con la revolución proletaria que se lo impida.
No estamos frente a una crisis cíclica del capitalismo mundial, sino ante LA crisis, donde estamos presenciado la caída y bancarrota de potencias imperialistas menores, e inclusive la salida de sus zonas de influencia. Ahí vemos en América Latina a las empresas españolas siendo “nacionalizadas” por el gobierno de la Kirchner en Argentina y el de Morales en Bolivia para que sean las empresas yanquis o alemanas las que entren en esos negocios.
El plan es dejar a Grecia y todo el sur de Europa como potencias imperialistas de segunda y subsidiarias. Este es el plan, y esto no se impone sin contrarrevolución, bonapartismo y fascismo. Es que la crisis mundial significa que los capitalistas se han comido los beneficios que el trabajo humano aún no ha producido. Y allí donde no hay bienes creados por el trabajo humano, no hay ni dios ni demonio que mantenga el valor de la moneda.
Las grandes potencias imperialistas quieren que todo el mundo semicolonial, sus propias clases obreras y por supuesto las potencias vencidas por el crac económico, les paguen los beneficios que se gastaron a cuenta. Por supuesto que ni la burguesía imperialista griega, española, portuguesa, italiana y quizás mañana la francesa, pondrán de su bolsillo la plata. Aplastarán a su propia clase obrera y buscarán alianzas contra otras potencias imperialistas para largar nuevas ofensivas sobre el mundo colonial y semicolonial.
Con este plan, inclusive si Grecia saliera del euro, podría volver esclavizada y honrando sus deudas, pero lo haría como una provincia más de Alemania o como un estrella más de la bandera yanqui, tal como ayer fue un protectorado bajo órdenes inglesas o norteamericanas después de la segunda guerra mundial
Esta es la crisis que está dispuesto a administrar un “gobierno de la unidad de las izquierdas”, como pregona todo el FSM y los renegados del marxismo.
Como vimos, todos los ex trotskistas, como ayer lo hacía el estalinismo y la socialdemocracia durante todo el siglo XX, aconsejan un “plan keynesiano” para Grecia, igual que lo hace Syriza: “desconocer la deuda y nacionalizar los bancos”. Esto último ya lo hizo Obama con los bancos totalmente en bancarrota, a quienes les cubren nuevamente sus déficits y luego los privatizan. Pero en Grecia la deuda es por demás impagable. Grecia está quebrada. No puede pagar. No es que Syriza sea valiente y no quiera pagar la deuda griega. Es que no se puede pagar. Es como una empresa quebrada.
Para engañar a la clase obrera los reformistas insisten en que los acreedores de Grecia (como Alemania o EE.UU.) tienen “que ayudar” al deudor para podar cobrarle. Esta gente cree que el capitalismo es un club de benefactores. Pero por favor. El acreedor en el sistema capitalista embarga al deudor, le saca su casa y sus bienes. El banco no le da más plata a la empresa quebrada para que le pague; el banco se queda con la empresa quebrada si le sirve, y si no la remata.
La izquierda reformista pinta al capitalismo como si éste fuese un club de señoras de caridad y beneficencia, haciéndole creer a los obreros que este es un sistema bondadoso, y no implacable a la hora de defender sus ganancias con las clases explotadas, con los pueblos oprimidos y con su propia competencia, a la que pone de rodillas.
Los capitalistas hablan este lenguaje, de esta crisis y de este ataque al movimiento obrero: exigen “sangre, sudor y lágrimas”, por más que algunos de sus voceros quieran maquillar y edulcorar este brutal ataque contra la clase obrera.
El plan de los “keynesianos”, cubiertos de “socialismo”, es una especie de “capitalismo de estado”. Ese es el plan de Syriza, que no es más que una variante de otro plan burgués imperialista para sacar a Grecia de la crisis. Es “nacionalizar las empresas que dan déficit, inclusive a los bancos, salvarlos de la crisis y luego devolvérselos a los capitalistas”.
La LIT, los NPA, las corrientes “socialistas” de la reina de Inglaterra o de Obama, han devenido en un “marxismo keynesiano”. Pero insistimos: “plan de inversiones de obras públicas” en el capitalismo, sólo es un privilegio de países ricos que entran en grave crisis pero tienen sobreabundancia de capitales como sucedió en EE.UU. en los ’30 con su “New Deal”, que movió su economía inclusive parcialmente, porque sólo salió de su crisis con la guerra.
Y esto es lo que la izquierda reformista calla: la guerra y el fascismo aplastando a la clase obrera. Solamente luego de esto y de destruir fuerzas productivas, el capitalismo puede lograr ciclos cortos de expansión.
Sino todos los miserables social-imperialistas, lacayos del capitalismo, deben explicar por qué EE.UU. y Alemania no hacen un “plan Marshall” en Europa de fuertes inversiones para sacarla de la crisis. La respuesta es sencilla: antes tienen que cobrarse todas su deudas, destruir a las potencias imperialistas menores, sacar a los monopolios y transnacionales de estas potencias de las ramas de producción a nivel internacional (automotriz, máquina-herramienta, tecnológicas, etc. etc.), quedarse con sus zonas de influencia en el mundo colonial y semicolonial, crear y recrear fuertes inversiones en la guerra, si el proletariado no lo impide, e inclusive destruir toda Europa para construir sobre ella.
Solo luego y sobre la base de la destrucción y la guerra, el capitalismo puede lograr respiros y recrear un mercado que ha llegado ya a su límite.
¿“New Deal” y “planes keynesianos”? Sólo para EE.UU. en los ’30, cuando contaba con la mayor productividad del trabajo y se preparaba para dominar al mundo. ¿“Plan Marshall” en Europa? Después de aplastarla y destruirle toda su infraestructura y producción con la guerra.
El social-imperialismo es “socialismo vulgar”, es “keynesianismo” barato de los social-traidores que se niegan a preparar al proletariado para la alternativa de hierro que está planteada: revolución socialista internacional; o fascismo, guerra y contrarrevolución.
Otra variante de la “nueva izquierda” de gramscianos encolerizados, como el PTS de Argentina, afirma que el PC griego tiene “una política autoproclamatoria y sectaria, negándose a impulsar el frente único obrero para derrotar la política de la burocracia sindical oficial de llamar a jornadas de lucha sin continuidad, y preparar las condiciones para la huelga general política que abra la perspectiva de una salida obrera a la crisis.”
Esto ya no es marxismo vulgar, esto es ser vocero del estalinismo. Es aconsejarlo a éste de que realmente haga el frente de “unidad de izquierda” que pregona la LIT. Pero se lo dice en el oído al PC, al que en todo el mundo le da consejos en su oído izquierdo.
Pero esta gente, a quién quiere engañar, si la burocracia en la mayoría de los sindicatos en Grecia es el PC. Es decir, el PTS le dice al PC, que se la pasó rompiéndole cabezas a la clase obrera, que “no sea sectario” y acepte realizar un frente con Syriza para formar gobierno… cuando lo que está planteado es echar a la burocracia sindical estalinista de la dirección de todos los sindicatos y organizaciones obreras, conquistando una dirección revolucionaria de los sindicatos, recuperando la democracia directa al interior de las organizaciones obreras y poniendo en pie los comités de fábrica, los comités de desocupados, los comités de inmigrantes y el doble poder armado.
El PTS no quiere que el PC sea “sectario”, pero estos gramscianos son “sectarios” con los trabajadores inmigrantes que son dejados por fuera de los sindicatos dirigidos por esta burocracia sindical estalinista, la misma que “de forma sectaria” acusó de ser “agentes de la CIA” a los jóvenes y obreros que en el 2008 se sublevaban contra el gobierno del asesino Karamanlis.
El PTS no es más que una fracción gramsciana neo-estalinista del estalinismo a nivel mundial. La máxima expresión de esto es que llaman a “defender las conquistas de la revolución cubana” sin plantear que para ello hay que derrotar, con los métodos de la revolución proletaria, al régimen restaurador del capitalismo de los hermanos Castro. Son un ala filo-estalinista y como ellos dicen, gramscianos, del FSM.
El gran capital es más perspicaz que toda esta gente, a la que manda a entretener y a engañar por izquierda al proletariado mundial. Usa a Syriza y al desvío parlamentario para impedir el “vacío de poder” que le podían propinar las masas a la burguesía con un golpe revolucionario hacia delante de sus luchas. Como demuestra el resultado electoral de forma contradictoria e indirecta, las condiciones para barrer al estalinismo y toda la burocracia de los sindicatos estaban puestas a la orden del día.
Pero la burguesía no se engaña. Para cuidar su propiedad, mientras juega con su agente de izquierda para desorganizar a las masas, manda a las bandas fascistas para mantener el orden. Ese es el plan.
Comité Ejecutivo Internacional de la FLTI |