Los bolcheviques-leninistas y la organización de la juventud revolucionaria 1. Las organizaciones de la juventud de la IV Internacional se plantean como tarea construir amplias organizaciones comunistas autónomas de jóvenes. La tarea de estas organizaciones es la defensa de las reivindicaciones de los jóvenes trabajadores, la lucha antimilitarista, la educación de cuadros bolcheviques para los partidos de la IV Internacional, con el objetivo de conducir a la juventud trabajadora junto al proletariado en la lucha por el poder de los obreros y campesinos. 2. Los bolcheviques-leninistas afirman que sólo una organización de clase puede expresar las verdaderas aspiraciones de la juventud trabajadora; frente a la burguesía y sus lacayos reformistas y stalinistas, proclaman no sólo el derecho, sino también el deber para la juventud trabajadora, explotada aún más que sus antepasados, de participar en su lucha. Denuncian el carácter reaccionario de las campañas reformistas, retomadas por los stalinistas, que apuntan a limitar la actividad de la juventud sólo al tiempo libre. Los bolcheviques-leninistas no desprecian el tiempo libre: por el contrario, consideran el desarrollo físico e intelectual del individuo como una de las tareas esenciales del socialismo; pero subrayan que organizar la juventud únicamente en función del tiempo libre, por fuera de la lucha contra el capitalismo y en consecuencia, bajo la tutela de éste, sólo logra brindar a la burguesía carne de cañón y trabajo más dócil. 3. Los bolcheviques-leninistas afirman que la organización proletaria de la juventud debe ser profundamente consciente de los objetivos históricos y de las necesidades de su clase, es decir que debe ser una organización comunista. Rechazan cualquier idea de sustituir la organización de clase de la juventud trabajadora por una organización sin principios ni programa que agruparía a la juventud en general o a las juventudes no fascistas, según la fórmula de Dimitrov y de Guyot, que llevó de hecho a la liquidación de las secciones legales de la Internacional Comunista de la Juventud (ICJ). Los bolcheviques-leninistas explican a la juventud trabajadora que ni el horror del verdugo, ni la alegría de sobrevivir son armas suficientes en la lucha contra el fascismo; que éste sólo es una forma exasperada de la dominación capitalista, a la que la burguesía no puede dejar de recurrir en la presente situación de crisis general; que sólo se puede terminar con el fascismo haciendo fracasar a través de la violencia proletaria a la violencia antiobrera, oponiendo al programa de la contrarrevolución fascista el programa de la toma del poder por el proletariado, en una palabra, que sólo bajo la bandera del comunismo de la IV Internacional se puede combatir eficazmente al fascismo. Por eso las organizaciones de jóvenes de la IV Internacional no podrían tener un programa diferente a las organizaciones adultas; no podrían ni amputarla, ni disminuirla, en ninguna parte. Es sobre la base de este programa que los comités centrales y los congresos toman posición; es este programa el que guía cada uno de los actos de las organizaciones nacionales e internacionales. 4. Esto no implica de ninguna manera que la organización de jóvenes sea un partido de jóvenes. El partido está compuesto de los elementos más educados y conscientes de la clase obrera, que adhieren completamente a la plataforma de la IV Internacional. La organización de la juventud, por el contrario, determinando siempre sus actos según este programa, dándose siempre como tarea educar a la juventud trabajadora sobre la base de este programa, sólo plantea como condición de adhesión un acuerdo general, incluso completamente sentimental, con los objetivos perseguidos por la IV Internacional y sus métodos de lucha. 5. La organización comunista de la juventud es una organización autónoma. Ella misma determina su propia orientación política, tanto en lo que concierne a las cuestiones políticas generales como en lo que afecta a las reivindicaciones particulares de los jóvenes. Rosa Luxemburgo escribió que la clase obrera sólo puede aprender superando el calvario de sus derrotas, sacando lecciones de la experiencia. Esta afirmación que es verdad a escala histórica para el proletariado, lo es aún más para la juventud: no se le puede hacer asimilar las lecciones históricas de cientos de años de lucha proletaria a través de la lectura de manuales de historia obrera. Sólo puede comprender la historia de la lucha a través de su propia lucha contra los explotadores. La lucha es la gran educadora de la juventud. Es justamente por ello que la juventud debe entrar en la lucha preparándose ella misma, con sus ideas, sus ilusiones, pero también su entusiasmo y su fe. Ella debe determinar por sí misma la forma en que combatirá en semejante circunstancia, permitirse luego tomar conciencia que su apreciación de la situación era insuficiente, que los métodos que había elegido no eran los apropiados para la situación. 6. La autonomía de organización de la juventud no significa de ninguna manera que no apele a las organizaciones del partido para guiarla y aconsejarla, para aprovechar los conocimientos teóricos y las experiencias más importantes de los militantes del partido. Sin embargo, esto no significa que la tarea de educación teórica (escuelas, revistas, artículos de periódicos, por un lado; discusión política sobre los problemas planteados frente a la organización, por el otro) deba ser hecha exclusivamente por los responsables del partido. “No es extraño que las personas de cierta edad o los viejos no sepan abordar qué necesitaría esta juventud que, por la fuerza de los hechos, está obligada a llegar al socialismo de una forma diferente, por otros caminos, bajo otras formas y en otras condiciones que sus padres. Por eso debemos estar sin reservas a favor de una organización independiente de la unión de las juventudes y no sólo porque los oportunistas temen esta independencia, sino por principio” (Lenin, 1916). La educación teórica de la juventud, debe ser autónoma; al mismo tiempo debe ser objeto de un cuidado atento y de una vigilancia constante de parte de los militantes más experimentados del partido. La autonomía de la juventud implica no sólo el derecho de crítica de parte del partido sino incluso el deber de hacerlo con toda camaradería, pero claramente, en cada falta cometida por la organización joven. 7. De la misma forma la juventud debe aprender la práctica de las tareas de organización, tomando en sus manos la gestión de las finanzas, de la administración, de su periódico, etc. Sin embargo, en toda la serie de actividades ilegales que necesariamente deben ser llevadas adelante por una organización revolucionaria, y en función de las cuales es necesario educar a los jóvenes revolucionarios, no se puede introducir el principio de la autonomía sin poner en peligro a la organización. También conviene crear comisiones que funcionen bajo el completo control del partido y en las que participen camaradas de las juventudes con los mismos derechos y deberes que los representantes del partido. 8. El control teórico, el apoyo político y organizativo que el partido debe aportar a la juventud, se hace a través de la nominación de delegados de los organismos del partido relacionados con los organismos de la juventud en cada nivel, quienes sigan cuidadosamente la vida de los jóvenes, se den como tarea aconsejarlos sin darles órdenes, pero también sin dejarlos cometer la menor falta que ellos no le hayan advertido; la actividad de los delegados del partido debe siempre consistir en explicar pacientemente, en enseñar fraternalmente, sin pedantería; no deben en ningún caso apuntar a dirigir a los jóvenes por decretos y quebrar así el impulso y entusiasmo que son el mejor capital de la juventud. 9. El congreso de la juventud es su organismo soberano. En el caso de divergencias políticas entre la organización de la juventud y el partido, éste no debería imponer burocráticamente su política a la organización de la juventud. En este caso, la tarea de la dirección del partido es apelar a los militantes de la juventud, demostrarles en qué es falsa su posición y cambiar sus posiciones a través de decisiones libres responsables. 10. La Internacional de la Juventud es una sección de la IV Internacional. Como tal, tiene por misión aplicar las decisiones soberanas de los congresos de la IV Internacional. Sin embargo, aunque la IV Internacional no debería imponer una disciplina automática a sus secciones, aunque no imponga a la Internacional de la Juventud su orientación; ésta está determinada por los congresos y conferencias internacionales de las juventudes, en acuerdo con el programa y los principios de la IV Internacional. |