Cómo luchar por un Partido Obrero en los Estados Unidos 21 de marzo de 1938 Cannon: El tema de hoy es sobre la cuestión del Partido Obrero en tres aspectos: Dunne: En primer lugar diría que los estalinistas, al controlar la organización del PCL tienen algo más: nos hacen difícil nuestro trabajo en los sindicatos. Si no participamos en el PCL con nuestros contactos sindicales, permitiríamos a los estalinistas y a los elementos más reaccionarios del PCL que tengan un arma en nuestra contra en el movimiento obrero. Tenemos una política concreta sobre nuestro trabajo en los sindicatos. Nuestros camaradas, al definirse a favor del PCL, lo han hecho de una forma muy crítica, recomendando a los sindicatos que sólo lo utilicen hasta cierto punto. Hemos logrado mantener nuestra política totalmente distinguida del reformismo, pero, como señala el camarada Cannon, es difícil establecer hasta dónde podemos llegar en este curso. No podemos hacernos responsables del PCL. Sin embargo, los obreros que creen que desde allí se puede luchar por ellos con la misma efectividad que desde los sindicatos, nos harían responsables a nosotros. Hasta ahora no han cambiado de opinión, a pesar de los ataques de los estalinistas. Estos, junto con una amplia franja de progresistas e intelectuales, actúan para transformar poco a poco el PCL en un bloque integrado por candidatos demócratas y liberales también. Al interior del PCL buscan mantener el control ejerciendo disciplina formalista, fundamentalmente dirigida en nuestra contra. Nosotros lo enfrentamos exigiendo la democracia en el PCL y lo conseguimos. No obtuvimos el mismo éxito cuando intentamos impedir la creación de un bloque cercano al Partido Demócrata. No podemos aún pedirles a los sindicatos que apoyen al SWP y no al P.C.L. Cannon:En St. Paul, donde el PCL se comprometió a apoyar un candidato capitalista como intendente, nosotros presentamos un candidato propio. Trotsky: ¿Me pueden explicar cómo es posible que los estalinistas, aun controlando un sector importante del PCL, aprobaran una resolución contra fascistas y comunistas? Dunne: Eso ocurrió en una zona. En algunas zonas hay militantes campesino laboristas que trabajan con nosotros, entre ellos, los que controlaban este distrito contra los estalinistas, y en la misma zona tenemos camaradas que trataron de dar otra redacción a esta resolución, pero no formábamos parte del comité encargado de la redacción de las resoluciones. Esta resolución fue una maniobra de último momento. Trotsky: La resolución también puede ser utilizada contra nosotros. ¿Cómo se constituye el Partido? ¿Está solamente formado por sindicalistas o también por miembros de otras organizaciones por el mero hecho de ser progresistas, intelectuales, etc.? ¿Admiten a cualquier persona o sólo colectivamente? Dunne: El PCL está compuesto por organizaciones obreras que tienen un carácter económico, como sindicatos, cooperativas, etc., también organizaciones campesinas tipo cooperativas, y también por asociaciones territoriales, asociaciones de vecinos. Los estalinistas e intelectuales se afilian a través de estas organizaciones. Tienen inclusive un peso aún mayor que el del sindicato local de transporte, que cuenta con 4.000 afiliados. Nosotros nos oponemos a esto, exigimos que se dé a los sindicatos su verdadera representatividad y para ello contamos con el apoyo de los sindicatos. Trotsky: ¿Me pueden explicar a grandes rasgos los matices que nuestros camaradas más destacados tienen en sus opiniones sobre este punto? Cannon: Hay matices en las opiniones no solamente de la dirección, sino también de la base. Los problemas aparecen sobre todo en los sindicatos. Se ha propuesto a los sindicatos una moción a favor de adherir a la L.L.N.P. Los que opinan que sí son avasallantes, especialmente en la CIO. Creo que nuestra política, al menos en el estado de Nueva Jersey, debe estar orientada no oponerse a una fusión con la L.L.N.P. También hay en el Partido una tendencia a favor de presionar por un Partido Obrero en la L.L.N.P. Me atrevería a decir que los camaradas que trabajan en el sindicato estarían muy satisfechos si pudieran contar con esa decisión. Pero todavía no se han enfrentado a las dificultades. El problema está en que si impulsan una política agresiva se transformarían en abanderados del PCL. Tenemos incluso a un camarada en el Comité Ejecutivo del PCL en el estado de Nueva Jersey. Los burócratas están posponiendo la fecha de la puesta en pie del PCL. La política de Lewis y de Hillmanconsiste en retrasarlo hasta 1940. Si nuestro camarada combatiera enérgicamente, si realmente luchara a favor del PCL, reuniría una oposición importante contra los burócratas. Pero entonces el problema sería que apareceríamos como los fundadores del PCL, al que nos oponemos. Schachtman: No diría que la corriente que está a favor del Partido Obrero es hoy muy fuerte entre los obreros. La mayor parte de la corriente que se ha pronunciado por un Partido Obrero ha sido canalizada hacia Roosevelt. De nuestra profunda crisis no salió algo distinto que el Partido Obrero de Nueva York. En cualquier caso, si se compara 1930 con 1924, difícilmente puede decirse que exista un movimiento a favor de la puesta en pie de un Partido Obrero. En ese entonces había una corriente que estaba efectivamente a favor en los sindicatos. Creo que cometeremos errores políticos considerables si no nos hacemos una idea clara sobre las perspectivas de un Partido Obrero. Creo que se está produciendo un gran cambio, una descomposición de los partidos tradicionales. El mayor partido político, el Demócrata, que cuenta con el apoyo del 90% de los obreros y campesinos, está a punto de tener una escisión ante nuestros ojos. En el Congreso, no hay una lucha entre demócratas y republicanos, sino entre dos fracciones del Partido Demócrata. Hay motivos de sobra para pensar que en las elecciones de 1940 nos encontraremos con una coalición de los republicanos de la vieja guardia con los demócratas del Sur; y, por otra parte, los demócratas del New Deal, seguidores de Roosevelt, con la CIO de Lewis; esta coalición será suficientemente fuerte como para arrastrar al grueso de la A.F.L. Es precisamente esta perspectiva la que impide que Lewis y Hillman defiendan un Partido Obrero. Tienen la mirada puesta en la escisión del Partido Demócrata, en la que podrían desempeñar un rol importante. Por ello, no creo que pueda producirse un avance real, serio e importante, a favor de la tendencia que aparezca en la L.L.N.P. en pro de un Partido Obrero independiente. Cannon: No demasiado. Yo diría que los estalinistas, en el primer período del Frente Popular, tenían la consigna: “Organizar el Partido Obrero como si fuese el Frente Popular Americano”, pero ahora ésta no es más que una acción ceremonial. A estas alturas están incluso en contra de una escisión prematura del Partido Demócrata. No es verdad que el sentimiento por un Partido obrero ahora sea menor que en 1924. En eseentonces no tenía ningún apoyo en los sindicatos; fue principalmente un movimiento campesino. Ahora el movimiento está dominado por los sindicatos de la C.I.O. No se trata de la vieja política de Gompers. Los sindicatos están estructurados políticamente; el sentimiento en sus filas a favor de un Partido propio es bastante fuerte. La L.L.N.P. no se esforzará para satisfacer el sentimiento de los trabajadores. La política de Lewis y de los burócratas es completamente empírica; si los trabajadores alzan su voz, se verán obligados a hacerles concesiones. Es un peldaño más arriba que la política de Gompers. (Nota taquigráfica: A partir de aquí se desarrollaron más argumentos sobre la relativa fuerza que tenía el sentimiento en favor del Partido Obrero en 1922-1924 por parte de los camaradas Cannon y Dunne por un lado, y Schachtman por otro.) Trotsky: Este es un asunto muy importante y complejo. Cuando la Liga abordó esta cuestión por primera vez, hace 7 u 8 años –la de si debíamos impulsar o no un Partido Obrero, o si debíamos desarrollar una iniciativa de este tipo o no-, la opinión predominante fue que no debíamos hacerlo y eso fue absolutamente correcto. La perspectiva de desarrollo no estaba clara. Yo creía que la mayoría de nosotros esperaba que el desarrollo de nuestra propia organización fuese más rápido. Por otra parte, creo que nadie en nuestras filas pudo prever durante aquel período la aparición de la C.I.O. con esta rapidez y esta fuerza. En nuestro análisis sobreestimamos la posibilidad de desarrollo de nuestro partido a expensas de los estalinistas, por un lado, y, por el otro, no vimos ni este potente movimiento sindical ni el rápido declive del capitalismo americano. Estos son dos hechos que debemos tener en cuenta. Yo no puedo hablar por experienciapropia, sino sólo teóricamente. Sólo conozco el período de 1924 a través de la experiencia de nuestro amigo común Pepper. Él fue a verme y me dijo que el proletariado americano no es una clase revolucionaria, que la clase revolucionaria eran los campesinos y que debíamos dirigirnos a los campesinos y no a los obreros. Esa era la concepción de ese período. Se trataba de un movimiento campesino –los campesinos que por su naturaleza social tienden a buscar panaceas: populismo, PCLismo, en cada crisis. Ahora contamos con un movimiento de enorme importancia -la C.I.O.; unos tres millones de obreros o más están agrupados en una nueva y más combativa organización. Esta organización, que empezó con huelgas, grandes huelgas, y que parcialmente también comprometió a la A.F.L. en estas huelgas por aumento de salario, se encontró, ya desde los inicios de su actividad, en la mayor crisis conocida en EEUU. La perspectiva de huelgas económicas está descartada para el próximo período, dada la situación de creciente número de desempleados, etc. Podemos apostar por que la CIO vuelque todo su peso sobre el plano político. Toda la situación objetiva fuerza en este sentido tanto a los obreros como a sus dirigentes. A los dirigentes (obreros) en un doble sentido. Por un lado, explotan esta tendencia para reforzar su propia autoridad, y, por otro, tratan de romperla y evitar que les desborde. La LLNP cumple esta doble función. Creo que nuestra política no necesita ser revisada teóricamente, sino que necesita ser concretada. ¿En qué sentido? ¿Estamos a favor de la creación de un Partido obrero reformista? No. ¿Estamos a favor de una política que pueda otorgarle a los sindicatos la posibilidad de volcar su peso en la relación de fuerzas? Sí. Cannon: ¿Debemos proponer ahora que los sindicatos se unan a la L.L.N.P.? Trotsky: Sí. Creo que sí. Naturalmente nuestro primer paso debe darse de tal forma que sirva para acumular experiencia de cara al trabajo práctico y no embarcarnos en fórmulas abstractas, sino desarrollar un programa de acción y de reivindicaciones concretas, un programa de transición que surja a partir de las condiciones que prevalecen en la sociedad capitalista actual, pero que inmediatamente desborde el marco capitalista. No se trata del programa mínimo reformista que nunca ha incluido las milicias obreras ni el control obrero sobre la producción. Estas consignas son transitorias porque permiten dar el salto de la sociedad capitalista a la revolución proletaria, consecuencia lógica tan pronto como se apoderen de las masas consignas como la de gobierno obrero. No podemos limitarnos a las consignas cotidianas del proletariado. Debemos dar a los trabajadores más atrasados alguna consigna concreta que responda a sus necesidades y que dialécticamente conduzca a la conquista del poder. Trotsky: La situación pone de manifiesto, a través del movimiento fascista en Europa, que los bloques compuestos por liberales, radicales y la burocracia obrera no son nada en comparación con las bandas fascistas militarizadas; sólo los obreros provistos de experiencia militar pueden enfrentarse al peligro fascista. Creo que en EEUU tienes suficientes esquiroles y pistoleros como para vincular esta consigna a experiencias concretas; por ejemplo, denunciando la actitud de la policía, el estado de cosas en Jersey17. Con esta situación decid inmediatamente que este alcalde-pistolero con sus policías ha de ser expulsado por las milicias obreras. ”Queremos organizar aquí la C.I.O., pero se nos priva de este derecho violando la Constitución. Si el poder federal no puede controlar al alcalde, entonces nosotros, los trabajadores, debemos organizar milicias obreras para defendernos y luchar por nuestros derechos.” O en las escaramuzas entre la A.F.L. y la C.I.O. debemos avanzar la consigna de milicias obreras para proteger nuestros mítines obreros. Especial-mente podemos indicar en contraposición a la concepción estalinista del Frente Popular, cuál ha sido el resultado de este Frente Popular: el destino de España y la situación de Francia. Después podéis señalar el estado del movimiento en Alemania, los campos de concentración nazis. Debemos decir: vosotros, trabajadores, seréis en esta ciudad las primeras víctimas de las bandas fascistas. Debéis organizaros, debéis estar preparados. Cannon: ¿Qué nombre daría a tales grupos? Trotsky: Les puedes dar un nombre modesto: milicias obreras. Cannon: Comités de defensa. Trotsky: Sí. En cualquier caso, el nombre debe discutirse con los trabajadores. Cannon: La cuestión del nombre es muy importante. Los Comités de defensa obrera pueden ser popularizados. ”Milicias obreras”, por el contrario, suena demasiado extranjerizante. Schachtman: Todavía no existe en EEUU un peligro fascista capaz de generar una opinión favorable a la organización de las milicias obreras. La organización de milicias obreras presupone la preparación de la toma del poder. Esto todavía no está a la orden del día en EEUU. Trotsky: Por supuesto. Solamente podremos conquistar el poder cuando contemos con la mayoría de la clase obrera, pero aun entonces las milicias obreras serán una pequeña minoría. Las milicias eran una pequeña minoría incluso en la Revolución de Octubre. Pero el problema estriba en cómo esta pequeña minoría, que debe organizarse y armarse, puede granjearse la simpatía de las masas. ¿Cómo podremos hacerlo? Preparando la conciencia de las masas a través de la propaganda. La crisis, la agudización de las contradicciones de clase, la creación de un Partido obrero, tendrán como efecto inmediato enfrentamientos muy agudos. La reacción será inmediatamente un movimiento fascista. Ese es el motivo por el que debemos ahora vincular la idea de un Partido obrero con sus consecuencias. De no hacerlo así apareceríamos como meros pacifistas ebrios de ilusiones democráticas. Si lo hacemos, tendremos también la posibilidad de difundir las consignas de nuestro programa de transición y de comprobar la reacción de las masas. Comprobaremos qué consignas deben destacarse, y cuáles deben abandonarse; pero si abandonamos nuestras consignas antes de hacer la experiencia, antes de verificar la reacción de las masas, entonces jamás podremos avanzar. Dunne: Quería hacer una pregunta sobre la consigna del acceso de los trabajadores a los libros de cuentas de las empresas. Me parece que es necesario reflexionar mucho y llevarlo a cabo con precaución, porque, de lo contrario, puede entrañar dificultades que ya hemos experimentado. Dehecho, una de las formas de reducir la militancia de los trabajadores es permitiendo que los patronos nos abran sus libros de cuentas y nos demuestren, ya sea honesta o fraudulentamente, que tienen pérdidas. Nosotros les combatimos diciendo que era de su incumbencia organizar la economía de la empresa y que nosotros nos limitábamos a reivindicar condiciones de trabajo decentes. Me pregunto cuál sería entonces el efecto que tendría nuestra reivindicación de un acceso de los trabajadores a los libros de cuentas de las empresas. Trotsky: Sí, los capitalistas abren sus libros de cuentas en dos ocasiones: bien cuando la situación de la empresa es insostenible, bien cuando pueden engañar a los trabajadores. Pero la cuestión debe plantearse desde un punto de vista más amplio. En primer lugar, tenéis millones de parados, el gobierno arguye que no puede pagar más y los capitalistas dicen que no pueden pagar más impuestos. Nosotros queremos tener acceso a la contabilidad de esta sociedad. El control de rentas debe organizarse por los Comités de fábrica. Los trabajadores dirán: Queremos nuestros propios expertos al servicio de la clase obrera. Si un sector de la industria demuestra estar realmente arruinado, entonces contestaremos: “Proponemos su expropiación. Lo gestionaremos mejor que ustedes. ¿Por qué no tenéis beneficios? Debido a la situación caótica de la sociedad capitalista. A eso decimos: El secreto empresarial es una conspiración de los explotadores contra los explotados, de los propietarios contra los trabajadores. En la era de la libertad empresarial, en la era de la competencia, mantenían que necesitaban el secreto para protegerse. Pero ahora no guardan secretos entre sí, sino ante la sociedad. Esta consigna de transición constituye también un paso hacia el control obrero de la producción, como plan preparatorio para la administración de la industria. Todo debe ser controlado por los obreros que mañana serán los dueños de la sociedad. Hacer un llamamiento a la conquista del poder se aparece a los trabajadores americanos como algo ilegal y fantasioso. Pero si decís: Los capitalistas se niegan pagar a los parados y ocultan al Estado y a los trabajadores sus verdaderos beneficios por medio de una contabilidad fraudulenta; entonces los trabajadores comprenderán la consigna. Si decimos al campesino: “Los bancos os engañan; tienen grandes beneficios; nosotros os proponemos que creéis comités de campesinos para investigar la contabilidad del Banco”, cualquier campesino lo entenderá. Nosotros diremos: “El campesino sólo puede confiar en sí mismo; que se creen comités de control de los créditos agrícolas”, y ellos lo comprenderán. Esta consigna presupone la existencia de un sentimiento de exasperación entre los campesinos; no puede formularse todos los días. Pero introducir esta idea en las masas y entre nuestros propios camaradas es absolutamente necesario desde ahora mismo. Schachtman: Como usted mismo dice, no creo que en estos momentos sea correcto avanzar la consigna de control obrero sobre la producción, ni la otra consigna transitoria de milicias obreras; para este período, la consigna de apertura de los libros de cuenta de los capitalistas es más adecuada y puede popularizarse con más facilidad. Con relación a las otras dos consignas es cierto que se trata de consignas de transición, pero apropiadas para la fase cercana a la toma del poder. La transición supone un camino, largo o corto. Cada fase del trayecto requiere sus propias consignas. Hoy podemos utilizar la consigna de apertura de libros de cuentas, mañana podremos utilizar las de control obrero y la de milicias obreras. Trotsky: ¿Cómo podemos medir en EEUU la fase de desarrollo alcanzado por el movimiento obrero en una situación tan crítica como la que prevalece en todo el mundo? Usted dice que es el comienzo y no el final. ¿Cuál es la distancia: cien, diez, cuatro? ¿Cómo se puede calcular de forma aproximada? En los años felices, los socialdemócratas decían: ahora sólo tenemos diez mil obreros, pero más tarde tendremos cien mil; después un millón, y a continuación tomaremos el poder. El desarrollo mundial era para ellos tan sólo una acumulación de cantidades: 10.000, 100.000, etc. Ahora vivimos una situación radicalmente diferente. Asistimos a un período de declive capitalista, de crisis cada vez más turbulentas y terribles, con una guerra que se aproxima. En una guerra los trabajadores aprenden muy rápido. Si nosotros decimos: “Esperemos para extendernos después”, no seríamos la vanguardia, sino la retaguardia. Si usted me pregunta: “¿Es posible que los obreros americanos tomen el poder dentro de diez años?”, yo contestaría que sí, que es absolutamente posible. La explosión de la C.I.O. demuestra que la base de la sociedad capitalista está resquebrajada. Las milicias obreras y el control obrero sobre la producción no son más que dos caras de una misma moneda. El obrero no es un contable. Cuando pide ver los libros de cuentas quiere cambiar la situación, primero controlando y después gestionando. Claro que avanzamos consignas en función de la reacción que obtengamos de las masas. Al conocerla sabremos qué parte del programa destacar. Diremos: ”Roosevelt ayudará a los parados por medio de la industria de guerra, pero si los obreros decidieran sobre la producción, tendríamos otra industria no para los muertos, sino para los vivos.” Esto es comprensible incluso para el trabajador medio que nunca participó en un movimiento político. Infravaloramos el movimiento revolucionario de las masas trabajadoras. Somos una organización pequeña, propagandista, y en estas situaciones es fácil ser más escépticos que las masas, que avanzan muy rápidamente. A comienzos de 1917 Lenin dijo que el Partido es diez veces más revolucionario que su Comité Central y que las masas son cien veces más revolucionarias que la base del Partido. En estos momentos no hay una situación revolucionaria en los EEUU. Pero a menudo sucede que camaradas provistos de ideas muy revolucionarias en períodos de calma se convierten, en situaciones revolucionarias, en un verdadero freno. Un Partido revolucionario ansía tanto y durante tanto tiempo una revolución, que se acostumbra a aplazarla. Cannon: Se puede observar ese fenómeno en las huelgas. Se extienden por todo el país cogiendo por sorpresa al Partido revolucionario. ¿Debemos proponer este programa de transición en los sindicatos? Trotsky: Sí, haremos propaganda de este programa en los sindicatos y lo propondremos como programa básico para un Partido obrero. Para nosotros es el programa de transición; pero para ellos no es más que el programa. Ahora lo ven tan sólo como un programa de control obrero sobre la producción, pero está claro que ese programa sólo lo puede llevar a cabo un Gobierno obrero y campesino. Por eso debemos popularizar esta consigna. Cannon: ¿Pero eso es un programa de transición, un sinónimo de la dictadura del proletariado? Trotsky: Para nosotros, conduce a la dictadura del proletariado. A los obreros y campesinos les decimos: “¿Quieren apoyar a Lewis como presidente? Bien; eso depende de su programa. ¿O a Lewis + Green + La Follette como representantes de los campesinos? Eso también depende de su programa.” Tan pronto como se concreta y se precisa más detalladamente el programa, la consigna de Gobierno obrero y campesino aparece como un Gobierno del proletariado que dirige a los campesinos. Schachtman: ¿Cómo conciliamos esto con la afirmación originaria de que no podemos abogar por la organización de un Partido obrero reformista? Me gustaría tener claro lo que deben hacer concretamente nuestros camaradas cuando un sindicato está afiliado a la L.L.N.P., y son elegidos delegados del Partido Laborista. Entonces surge el problema de qué hacer en las elecciones cuando se proponga: “Apoyemos a La Guardia”. Concretamente, ¿cómo se explica esto a nuestros camaradas? Trotsky: Estamos en una reunión sindical para discutir la pertenencia a la L.L.N.P. En el sindicato, yo diría: “En primer lugar, la unificación de los sindicatos en el plano político constituye un paso adelante. Existe no obstante el peligro de que caigan en manos de nuestros enemigos. Por ello propongo dos medidas: 1) Que sólo elijamos como representantes a nuestros obreros y campesinos; 2) Que nuestros representantes sigan nuestro programa.” A continuación se elaborarían nuestros planes concretos de acción cara al desempleo, a los gastos militares, etc. Después diría: “Si me elegís delegado, ya conocéis mi programa. Si me enviáis como representante, lucharé por este programa en la L.L.N.P., en el Partido Laborista.” Si la L.L.N.P. toma la decisión de votar por La Guardia, bien dimitiré protestando, bien protestaré y permaneceré diciendo: “No puedo votar por La Guardia, porque debo obedecer a mis mandatarios”, así obtendremos nuevas y grandes posibilidades de hacer propaganda. Schachtman: Si no hubiera tendencias favorables a la creación de un Partido obrero y nos opusiéramos a la creación del mismo, ¿cómo afectaría esto al programa? ¿Seguiría todavía siendo nuestro programa de transición? No consigo entender cuando se dice que no podemos defender la creación de un Partido reformista, pero sí que estamos por y nos convertimos en defensores de la corriente favorable a un partido obrero a fin de que se imponga políticamente la voluntad de los trabajadores. Trotsky: Sería absurdo decir que defendemos la creación de un partido reformista. Podemos decir a los dirigentes de la L.L.N.P.: “Están convirtiendo a esta corriente en un apéndice puramente oportunista del Partido Demócrata.” Es una cuestión de enfoque pedagógico. Pero ¿cómo podríamos decir que estamos por la creación de un Partido reformista? Nosotros decimos que nuestra voluntad no se puede imponer a través de un Partido reformista, sino tan sólo a través de un Partido revolucionario. Los estalinistas y liberales desean convertir esta corriente en Partido reformista, pero nosotros tenemos nuestro programa y la convertiremos en una corriente revolucionaria... Cannon: ¿Cómo explicar la necesidad de un Partido obrero revolucionario? Nosotros decimos: el S.W.P. es el único Partido revolucionario, el único dotado de un programa revolucionario. ¿Cómo puede entonces explicarse a los trabajadores que el Partido obrero es también un Partido revolucionario? Trotsky: No diremos que el Partido obrero sea ya un Partido revolucionario, sino que haremos todo lo posible para que así sea. En todas las asambleas diría: “Soy un representante del S.W.P. Lo considero el único Partido revolucionario, pero no soy sectario. Vosotros estáis ahora tratando de crear un gran Partido obrero. Yo hago tales y tales propuestas.” Yo empezaría así. En las condiciones actuales sería un gran paso adelante. ¿Por qué no decir abiertamente la verdad? Sin camuflaje, sin diplomacia. Cannon: Hasta ahora la cuestión siempre se ha planteado de forma abstracta. El problema del programa nunca se ha caracterizado como lo ha hecho usted ahora. Los seguidores de Lovestone siempre han estado a favor de un Partido obrero, pero carecen de programa, y buscan combinaciones por arriba. Pienso que si poseemos un programa y siempre hacemos una referencia al mismo... Trotsky: Ante todo está el programa y después los estatutos que aseguran la hegemonía de los sindicatos y no la de los liberales individuales o la de los pequeño-burgueses, etc. De lo contrario puede llegar a ser un Partido obrero por su composición y social y políticamente un Partido capitalista. Cannon: Pienso que en Minneapolis se trata más que nada de una lucha organizativa, una lucha por el control de la organización entre los estalinistas y nosotros. En Minneapolis tenemos que librar una batalla programática contra los estalinistas en el seno del P.C.L., al igual que ayer utilizamos la votación sobre la enmienda Ludlow. Schachtman: Hoy, con el inminente estallido de una guerra, la meta de un Partido obrero puede llegar a ser una trampa. Y aún no logro comprender en qué se distingue ese Partido obrero de uno reformista, de un Partido puramente parlamentario. Trotsky:Usted plantea la cuestión de forma demasiado abstracta; naturalmente que puede cristalizar en un Partido reformista, tan reformista que pueda llegar a excluirnos. Pero debemos participar en el movimiento. Debemos decir a los estalinistas, a los seguidores de Lovestone, etc.: “Estamos a favor de un Partido revolucionario, y vosotros hacéis lo indecible por transformarlo en reformista.” Pero nosotros siempre nos referiremos a nuestro programa. Y propondremos nuestro programa de consignas transitorias. Con relación al problema de la guerra y a la enmienda Ludlow, lo discutiremos mañana y de nuevo demostrará la utilización del programa de transición en esa situación.
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