Por un Gobierno obrero y campesino
29 de julio de 1938
Pregunta:¿Cuál de las dos consignas es preferible: “Gobierno obrero” o “Gobierno obrero y campesino”?
Trotsky:Creo que haber aceptado la fórmula de “Gobierno obrero” en lugar de la del “Gobierno obrero y campesino” constituye un gran error, un error que es en un 50 por 100 el fruto de un mal-entendido sectario. Los mismos argumentos que se barajan en contra de la consigna de “Gobierno obrero y campesino”, pueden oponerse a la de “Gobierno obrero”. Se puede aducir que Green + Lewis no es nuestra fórmula de gobierno, del mismo modo que se dice que Green + Lewis + La Follette, representantes de la pequeña burguesía y del campesinado, tampoco lo es. Por eso debemos criticar la consigna de “Gobierno obrero”, por no ser suficientemente clara. Sin duda, podemos hacer la misma crítica al “Gobierno obrero y campesino”. Pero si aceptamos la consigna de “Gobierno obrero”, todas nuestras consignas, toda nuestra estrategia y nuestra táctica, habrán de estar dirigidas a llenar de significado concreto a esa consigna. Una consigna muy popular y clara, que diga: Vosotros, los obreros, debéis tomar el poder. A partir de ahí elaboraremos un programa que excluya a Green y Lewis, en cuanto poder que nosotros estaríamos dispuestos a aceptar y apoyar, pero, al tiempo, nos cerramos la posibilidad de decirles a los campesinos pobres: “El nuestro será también vuestro gobierno.”
Los campesinos tienen una enorme importancia en EEUU. En Inglaterra esta cuestión no es tan importante porque los obreros constituyen la abrumadora mayoría. En EEUU, la cuestión de “Gobierno obrero y campesino” es muy importante. ¿Por qué privarnos de la posibilidad de decir en los distritos rurales: ”¿Este gobierno sería el vuestro?” Ese es nuestro objetivo, ¿qué podéis objetar, campesinos? ¿Cuáles son vuestras propuestas, etc.?
Pregunta:¿No cree usted que el malentendido o error parte de una mala comprensión del propio Programa de Transición? La idea que defiende una restricción de la consigna se basa en que los campesinos no tienen los mismos intereses que los obreros, por lo que ambos entrarían en conflicto.
Trotsky:Por supuesto que los obreros y los campesinos, los obreros en general y los campesinos en general, no tienen los mismos intereses. Los campesinos no forman una clase, sino una serie de capas, de estratos sociales que van desde los elementos semiproletarios hasta los explotadores, los grandes terratenientes, etc. La consigna “Gobierno obrero y campesino” para nosotros no engloba a todo el campesinado. Con esta consigna queremos expresar que introduciremos una línea de división política en contra de los campesinos ricos y a favor de los campesinos pobres. Tanto los demócratas burgueses como los fascistas intentan representar a los campesinos en su conjunto y sirviéndose de los estratos superiores, que son totalmente burgueses, tratan de controlar a los estratos inferiores.
A nosotros, por el contrario, nos interesa introducir una cuña, excluir a los estratos superiores y atraer a los inferiores. Cuando decimos en nuestra propaganda “Gobierno obrero y campesino” señalamos siempre que nos referimos a los campesinos explotados, no a los que emplean mano de obra agrícola. Esos no son nuestros aliados. En este sentido podemos decir que cuanto mayor sea nuestro éxito, más estrecha será la alianza entre los obreros y las capas inferiores del campesinado.
Es muy posible que en algunas cuestiones ganemos el apoyo de los campesinos medios. Incluso podemos contar con que ganaremos a algunas capas altas, pero, a medida que nuestras medidas se radicalicen, sobre todo tras la toma del poder, éstas se sentirán rechazadas. Durante la radicalización de nuestra actividad, cuando estemos ante la toma del poder, y sobre todo después, los campesinos medios también sentirán el rechazo. Es así porque las fluctuaciones de los campesinos son tremen-das, unas veces a favor de los obreros, otras muchas en contra, y sólo a través de estas fluctuaciones podremos ganar definitivamente la mayoría explotada de los campesinos, forjar las alianzas con ellos para construir la sociedad socialista. En este sentido, debemos entender la consigna dentro de una perspectiva dinámica, no como un acuerdo, como una clase concreta por tiempo indefinido.
Lo importante es que nosotros entendamos y hagamos que los demás entiendan que los campesinos, los campesinos explotados, no pueden librarse de la ruina, degradación y desmoralización más absoluta, si no es con la ayuda de un gobierno de obreros y campesinos. Poco a poco debemos hacer comprender a los obreros agrícolas y campesinos semiproletarios que su gobierno no puede ser dirigido por La Follette y otros burgueses, sino solamente por los obreros revolucionarios.
Los propios campesinos son absolutamente incapaces de crear su propio gobierno. La Historia, desde la Edad Media hasta hoy, confirma este hecho. Siempre han sido dirigidos por burgueses, por burgueses radicales. Cuando los campesinos iniciaban un movimiento, se trataba de un movimiento local. Sólo los burgueses dieron un carácter nacional a la Reforma mientras los campesinos permanecieron organizados en sectas locales. Lo mismo era políticamente cierto con respecto al gobierno campesino. En Francia, el sistema feudal fue vencido sólo bajo la dirección de los jacobinos, y los jacobinos eran pequeñoburgueses urbanos. Lo mismo sucedió en Rusia; sólo los obreros pudieron asegurar la victoria. Así, también en Alemania. Hitler tuvo más éxito, pese a que su movimiento empezó en las ciudades y a que naturalmente terminase bajo la influencia del capital financiero.
Debemos comprender que los campesinos, que económicamente representan una reminiscencia del sistema productivo medieval, no pueden jugar un papel dirigente en política. Sólo pueden tomar decisiones a través de las ciudades; es más, sólo pueden ser dirigidos por los obreros. Pero es necesario plantear esta consigna a los propios campesinos. Les diremos que no deben elegir como aliados a la burguesía, sino a los obreros que son sus hermanos. Y añadiremos que este gobierno sería su gobierno, un gobierno de obreros y campesinos pobres.
Pregunta:Entre nosotros se planteó la cuestión de si, dadas las circunstancias imperantes en EE. UU., no sería mejor utilizar el término “nacionalización” que el de “expropiación”, vinculando nacionalización a la idea de no indemnización. El término “nacionalización” se ha extendido y ha sido hecho suyo por el movimiento obrero. Por ejemplo, los mineros han incluido en su programa la “nacionalización de las minas”; los obreros ferroviarios, la “nacionalización de los ferrocarriles”. ¿No sería mejor para recibir su apoyo utilizar “nacionalización sin indemnización”?
Trotsky:La consigna de “expropiación” no excluye la indemnización. En este sentido, a menudo oponemos expropiación a indemnización. La confiscación excluye la compensación, pero la expropiación puede incluir indemnización. Qué indemnización, eso es harina de otro costal. Por ejemplo, en el curso de la agitación alguien nos puede preguntar: ¿Qué haréis ahora, transformar a los propietarios y a los que detentan el poder en vagabundos? No; les daremos una compensación decente, la necesaria para que puedan subvenir a su manutención en la medida en que no puedan trabajar, como en el caso de la vieja generación. No hay que imitar siempre a los rusos. Los rusos tuvieron que soportar una intervención armada de varios países capitalistas, lo que les impidió poder indemnizar a nadie. EEUU es un pueblo rico, y cuando lleguemos al poder, indemnizaremos a la vieja generación. En este sentido no sería afortunado proclamar la confiscación sin indemnización. Es mejor usar expropiación que confiscación, porque la primera puede ser igual a la segunda, pero también puede suponer cierta indemnización.
Debemos demostrar que no somos vengativos. En EEUU es muy importante demostrar que se trata de una cuestión de posibilidades materiales, que no destruiremos a nivel personal la clase capitalista. Expropiación y nacionalización – creo que podemos usar ambas consignas. La de expropiación es muy importante porque equivale a un acto de voluntad revolucionaria. Ellos son propietarios de medios que deberían pertenecer a la comunidad. Hay que expropiarlos. Nacionalización, sin embargo, puede significar, como en Inglaterra con las minas o como en Francia con las industrias militares, un acuerdo voluntario entre los propietarios y el gobierno. Los dueños se transforman en accionistas de la propiedad nacionalizada, y muchos de ellos, por ejemplo, en Francia, son aún más ricos que antes porque se han librado de la bancarrota.
Por eso creo que podemos utilizar las dos alternativas, expropiación y nacionalización, en nuestra agitación, subrayando la palabra expropiación. Podemos decirle al minero que desea la nacionalización que esa es nuestra consigna. Se trata meramente de una cuestión de posibilidades. Si la propiedad nacional se encuentra demasiado lastrada de deudas frente a los antiguos proletarios, las condiciones de los mineros pueden empeorar. Basarlo todo en el libre acuerdo entre el Estado y los propietarios equivale a arruinar a los trabajadores. Son éstos quienes deben organizar su propio gobierno dentro del Estado y expropiarles. Bien. Pero entonces no les condenaremos a la miseria. Les daremos algo para que puedan subsistir el resto de su vida, etc.
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